sábado, 30 de enero de 2021

RESEÑA (by MH) ::: LAS BRUJAS DE EASTWICK - John Updike


 

 
Título original: The Witches of Eastwick
Editorial: Tusquets
Traducción: José Ferrer
Páginas: 440
Fecha publicación original: 1984
Fecha esta edición: diciembre 2010
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21 euros 
Imagen de cubierta: Guillermo-Navares



A finales de los años sesenta, ni siquiera la provinciana Eastwick, una pequeña población de Rhode Island, permanece ajena a los cambios que erosionaban los cimientos de las costumbres y la moral del país. En ese pueblo olvidado, tres divorciadas han descubierto no sólo que tienen dotes artísticas: Alexandra esculpe, Jane toca el violonchelo y Sukie escribe, aunque sea una columna de cotilleos, sino que, además, poseen poderes mágicos y son capaces de desatar tormentas, transformar objetos o provocar accidentes. Las tres parecen malbaratar sus dones en pequeñeces y mezquindades, como acostarse con los maridos infelices del pueblo, hasta la llegada del misterioso Darryl Van Horne, un soltero que las seduce –metafórica y literalmente– a todas. Sin embargo, ciertos hechos acaban enojando de tal modo a las brujas que éstas no dudarán en emplear todo su poder para vengarse.

Hoy toca nuevamente reseña del Reto Hermanas Fatídicas que comparto con mi querida Mónica y que ya sabéis que está dedicado a lecturas sobre brujas y brujería. Hace poquito os hablé de La bruja del ámbar, y hoy le toca el turno a una novela mucho más conocida aunque solo sea por su adaptación cinematográfica de los años 80: Las brujas de Eastwick. Por si queréis saber lo que os vais a encontrar os adelanto que, al igual que La bruja del ámbar, ha sido una lectura interesante con aspectos positivos pero también otros que no lo han sido tanto, así que ha estado bien, pero sin más aspavientos. Esperaba disfrutar mucho más de esta historia. El año lector-retos no ha comenzado para tirar cohetes y me está quedando un mes la mar de regulinchi en mis opiniones por estos lares, así que con esta reseña de hoy voy a intentar dejar opiniones tibias atrás y dar paso a febrero, que se presenta mucho más apañado y positivo en cuanto a lecturas.
 
La acción comienza a principios de septiembre de 1969. La guerra de Vietnam ya lleva casi quince años cobrándose vidas, hace un mes que el festival de Woodstock ha revolucionado a la sociedad norteamericana, y en Eastwick, una pequeña población costera de Rhode Island, la vida sigue su curso sin perder de vista estos cambios. Aun así, en una comunidad tan pequeña, han encontrado su sitio tres brujas (Alexandra, Sukie y Jane) que, tras "divorciarse", han visto crecer exponecialmente su poder. Su nivel de vida es mucho más bajo pero han dejado atrás la vida de amantísimas amas de casa que tanto odiaban y disfrutan de libertad para hacer lo que se les antoja (lo que incluye haber tenido relaciones con casi todos los hombres casados del pueblo y, sinceramente, poco más). Las noches de los jueves es la noche en la que el aquelarre se reúne y forman ocasionalmente su cono de poder y, en definitiva, es una vida tranquila y rutinaria, pero para ellas es suficiente... hasta que el misterioso Darryl van Horne compra la mansión Lenox y se introduce en sus existencias como un vendaval. De aspecto mas bien desagradable, de modales más bien groseros, de gustos más bien chabacanos, parece intentar que las tres lleguen a ser su mejor versión, que se eleven por encima de la mediocridad donde tan cómodas se sienten, y ellas, por tanto, ven en él algo diferente, alguien superior a todo lo que les rodea. La mansión Lenox se convierte en un refugio donde pueden ser ellas mismas, usar sus poderes con libertad y dejarse llevar como si todo lo demás no existiera... pero no es oro todo lo que reluce, eso lo sabemos todos, ¿no?
 
Primer dato que tenéis que tener en cuenta sobre este libro: todos los personajes son antipáticos y mantienen mucho la distancia con el lector. A mí estas cosas me dan igual, pero sé que a otros lectores les estropea la lectura, así que ahí queda el aviso. Segundo dato: olvidaos de la película, en el caso de que la hayáis visto primero (sobre esto me extiendo abajo). Tercer dato: es un libro que hay que leer con calma porque si no corre el riesgo de empachar. Updike es muy descriptivo, muchísimo, y le gusta adornar mucho esas descripciones, así que no hay que meterle prisa a una narración que exige su propio tempo. Cuarto dato: no se sabe muy bien a qué juega Updike en este libro, y eso seguro que lo podréis comprobar si os tomáis el tiempo de leer opiniones sobre él (son muy polarizadas, o encanta o enfada. Yo como siemore  a mi rollo: me he quedado en el medio). Estoy segurísima de que esa era la intención de Updike, pero eso se traduce en que, para mí, no se porta nada bien con sus personajes femeninos. Podría hacer cosas fantásticas con ellas y las deja a la altura del betún. 

Me ha gustado muchísimo que en esta historia la brujería es un hecho, existe y punto
. Nada de marear la perdiz, de intentar adivinar, de andarse con rodeos. En las primeras páginas ya somos testigos del poder de Alexandra, la bruja más poderosa de este aquelarre y la que está en contacto más existencial con la naturaleza, y desde ese momento se nos muestran muchas pruebas de ese poder, ya sea las tres juntas o por separado. Las tres tienen hijos que parecen meros apuntes de su anterior vida de casadas (se sabe que existen, pero no comparten ni una sola escena con ellas), las tres tienen amantes que están casados y que no parecen ser merecedores de mayor atención y las tres tienen fama de lo que son, brujas, pero todas hacen su vida en el pueblo sin mayores problemas. Son tres mujeres normales y brujas, practican magia y tienen que levantarse por las mañanas para preparar el desayuno de sus hijos, sin más; fuera toques de fantasía y misticismo metido con calzador. No lo necesitan. Además, y como pequeños obsequios para el lector avezado en temas brujeriles, se introducen muchos elementos de la mitología y literatura relacionada con las brujas, y hace ilusión ir descubriéndolos por el camino. 
 
Sin embargo, Darryl van Horne es mucho más ambiguo, toda la narración gira en torno a "si es o no es", y para mí ha caído en picado como personaje con el transcurrir de las páginas. La verdad es que resulta complicado hablar de las dudas que surgen al cerrar este libro sin poder hablar del final, pero lo cierto es que las dos últimas páginas te dejan con cara de "¿de verdad hemos leído más de 400 páginas para terminar en esto?". Porque una de dos, la historia es la que es sin más, lo que dice más bien poco de los personajes como tales (a mi parecer, claro), o Updike nos lanza a la cara una sátira sobre la proclama de libertad de la mujer moderna y el (mal) uso que hace de esa libertad (de la supuesta hipocresía que encierra esa proclama), lo que dice más bien poco de la mujer en general (si la historia refleja la opinión personal de Updike o es mera ficción creo que lo dejo para otro día). Desde que cerré el libro me he quedado con la segunda opción, cada día que pasa lo tengo más claro, y solo me queda preguntarme si de verdad esto era lo mejor que podía hacer Updike con tres bombones de personajes como Alexandra, Sukie y Jane. No se porta bien con ellas, las coge en un punto y las abandona en un punto más atrasado aún de aquel en el que empiezan, su evolución como personajes es más bien una involución y, en fin, que yo esperaba otra cosa. Tampoco hay que darle más vueltas :)

En cuanto al propio Updike, este ha sido mi primer acercamiento a su narrativa. No voy a decir que escribe muy bien porque resulta obvio, pero sí voy a decir que a ratos se le va un poco la mano y parece que quiere que resulte muy obvio que escribe muy bien. No sé si me explico. Un poco pomposo, vaya, y estira las descripciones de tal manera que, para que me entendáis con un ejemplo, tenemos que soportar páginas y páginas (y más páginas) en las que se nos describe con todo lujo de detalles un partido de tenis. Y esto lo hace en todos los partidos de tenis que se juegan (que son unos cuantos). Pues así con muchas cosas. No aportan absolutamente nada salvo escribir por escribir para demostrar lo bien que escribe. Y escribe muy bien, me repito, pero oiga usted, a veces menos es más. Por lo que sé y he leído, Las brujas de Eastwick se aleja mucho del resto de su obra, y sé que tarde o temprano me acercaré a alguno de sus otros libros, así que llegado el momento comprobaré qué tal me va con este autor en otro registro. 
 
Al inicio de la reseña os hablaba de la adaptación cinematográfica de 1987 (protagonizada por Jack Nicholson, Cher, Michelle Pfeiffer y Susan Sarandon). Vi esta película hace muchos, muchos años, y cuando me dispuse a leer la novela partí de la base de que no me acordaba de la película de pé a pá pero sí de algunas cosas muy concretas y de las sensaciones que tuve al verla, y creía que conforme fuese leyendo empezaría a recordar escenas... pues difícilmente iba a recordar nada: se parecen lo que un huevo a una castaña. En la adaptación cinematográfica cogieron la base de la historia y se fueron por un camino muy distinto. Incluso algo que en el libro nunca se termina de decir claro (y sobre lo que os confieso que Mónica y yo, que hemos leído conjuntamente el libro, hemos debatido todo el tiempo aunque al final creo que hemos llegado más o menos a un consenso xD), en la película es clarito y cristalino y conforma uno de los puntales de la trama. Mi recuerdo de la película es que se quitó la pretensión de profundidad, complejidad y ambigüedad que tiene el libro y optó por ser mucho más explícita y divertida. Dos conceptos totalmente diferentes que dudo que hagan de la película una buena adaptación pero sin duda la hacen más entretenida. La magia del cine.

En definitiva, Las brujas de Eastwick me ha parecido una lectura interesante, pero esperaba más de ella. Llevaba tanto tiempo detrás de leer este libro que la sensación final no ha sido todo lo buena que me hubiese gustado. Es que si digo que me parece una historia desaprovechada a lo mejor estoy cometiendo sacrilegio (al fin y al cabo estamos hablando de John Updike), pero personajes con potencial de diez se me han quedado con un seis raspadito, y siendo sincera, sus decisiones finales a mí particularmente no me han parecido coherentes con el inicio del libro y lo que se nos cuenta sobre ellas (quizás sí son coherentes con respecto a lo que Updike quería contar, pero me repito: entonces deja en muy mal lugar a sus personajes en particular y a las mujeres en general). En fin, que esta es la historia que Updike nos quiso contar y así nos la contó... pero me reservo mi derecho a pensar lo que considero oportuno: que yo estaba de parte de las tres brujas a pesar de los pesares y creo que se merecían mucho más como personajes.

John Updike (Shillington, Pennsylvania, 1932-Beverly Farms, Massachusetts, 2009) es uno de los grandes maestros de la narrativa norteamericana contemporánea, autor de una vasta obra que abarca poesía y ensayo, narración breve y novela. Galardonado en dos ocasiones con el Premio Pulitzer  (1982 y 1991) y en una con el American Book Award (1982), se le considera uno de los más ácidos cronistas de la sociedad estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Tusquets Editores ha publicado un total de diecinueve obras de este autor, entre ellas Un libro de Bech, el primer título de la trilogía protagonizada por el mordaz y tierno alter ego apenas disimulado del propio Updike.

miércoles, 27 de enero de 2021

RESEÑA (by MH) ::: BARCOS QUE SE CRUZAN EN LA NOCHE - Beatrice Harraden


 
Título original:  Ships that pass in the night
Autora: Beatrice Harraden
Editorial: Maclein y Parker
Traducción: Gloria Jurado
Páginas: 172
Fecha publicación original: 1893
Fecha esta edición: febrero 2020
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros
Diseño de cubierta: María Verdugo Althöfer






A mediados del siglo XIX, antes de que la tuberculosis fuese tratada con medicamentos, surgieron una serie de sanatorios en zonas montañosas de Centroeuropa ante la creencia médica de que la alta presión atmosférica podía mejorar el funcionamiento del corazón y los pulmones. En uno de estos sanatorios se encuentra Bernardine, una profesora e intelectual que ve truncadas sus aspiraciones profesionales cuando le diagnostican esta enfermedad. Su guía en este lugar será Robert Allitsen, un hombre especialmente grosero y antipático al que todos llaman el Hombre Desgradable. Bernardine, que se juzga a sí misma y a los demás únicamente por el intelecto, descubre a través de la estrecha relación que forja con Allitsen y otros huéspedes del sanatorio que hay cosas que no se pueden aprender en los libros.

Publicada en 1893, Barcos que se cruzan en la noche es la obra más conocida de la escritora y sufragista Beatrice Harraden, un éxito inmediato entre el público que tuvo 15 ediciones y se tradujo al alemán, al francés, al sueco, al checo, al holandés, al islandés e incluso al braille. Sin embargo, como suele ser común, las obras más vendidas no suelen ser las canónicas, y mucho menos si se trata de una novela sentimental escrita por una mujer feminista.



Con Barcos que se cruzan en la noche inauguramos Undine y yo el proyecto de Reseñas Cruzadas que compartiremos con vosotros mensualmente. La base misma del proyecto es que entre nosotras no hablamos sobre el libro ni compartimos impresiones, así que que cada una va a descubrir si la otra ha disfutado de la lectura al mismo tiempo que los demás: leyendo su reseña. Con esto en mente podéis dar por seguro que no tengo ni idea de lo que os va a contar Undine sobre esta novela de Beatrice Harraden, pero desde que este proyecto comenzó a tomar forma tuve claro que me tocaría más de una vez el papel de poli mala. ¿Os da eso pistas sobre lo que vais a leer a continuación? Seguro que sí. Soy un libro abierto junto a una buena taza de té.
 
La protagonista de la historia es Bernardine Holme, una joven londinense que jamás ha recibido cariño ni muestras de afecto en su hogar (ha vivido casi toda su vida con sus tíos) y que tampoco ha aprendido a darlos. Es una mujer lista y culta que ha vivido por y para su cerebro y su culturización: el saber es su objetivo y sus principales preocupaciones son las del intelecto y las relacionadas con cuestiones sociales. Así vive su vida hasta que la salud se va, desaparece, y debe aparcarlo todo para recuperarla. Acude a Petershof, una especie de balneario en los Alpes suizos donde confluyen residentes y pacientes de todas partes de Europa. Allí debe permanecer unos meses, y es allí donde empieza a empatizar con otros seres humanos y donde aprende a juzgar y comprender a los demás por sus sufrimientos y aflicciones, dejando a un lado su inteligencia. Este es un proceso largo, sobre todo para una persona como ella, que jamás ha tenido consideración por los sentimientos de las personas que le rodean. Pero si hay un residente que destaca sobre todos los demás es Robert Allitsen, un hombre joven pero hosco que no habla con nadie si no es para soltar una grosería. Lleva siete años en Petershof y todo el mundo lo conoce como el Hombre Desagradable... pero Bernardine es diferente, aguanta con una sonrisa sus desplantes y sus comentarios duros y poco considerados, y ambos se convierten en inseparables.

No sé si recordáis que hace cosa de año y medio os hablé de Invierno en los Alpes, de Zofia Nalkowska (¡muy recomendable!), en la que la escritora, basándose en su propia experiencia, narraba su estancia en un sanatorio en los Alpes suizos en el periodo de entreguerras. El contexto social y la intención narrativa de Nalkowska nada tienen que ver con el libro que hoy os traigo, pero el enclave geográfico es exactamente el mismo. Estos sanatorios en los Alpes fueron destino de muchos europeos durante varias décadas (desde finales del siglo XIX hasta la primera mitad del XX), y aunque en un principio estaban destinados para enfermos de tuberculosis, lo cierto es que allí confluían todo tipo de pacientes e incluso personas que simplemente necesitaban aislarse del mundanal ruido, respirar aire puro y convivir con la naturaleza (unas vacaciones, vaya). Pero claro, los enfermos solían ir acompañados de familiares o cuidadores que unas veces vivían en el propio sanatorio y otras alquilaban habitaciones en el pueblo, además de que los visitantes o pacientes que se encontraban bien hacían vida fuera del sanatorio, y eso implica comercios, servicio postal, actividades al aire libre, excursiones... es decir, que estos sanatorios-balnearios, aunque cercanos a pueblos y localidades, en realidad conformaban unas instalaciones que funcionaban y existían para sus visitantes de invierno (en cuanto llegaba la primavera y la nieve comenzaba a deshelarse solo se quedaban los pacientes de larga duración, los que estaban de vacaciones solían volver a sus casas). 

La ambientación, por tanto, y no sé si se nota, me parece muy interesante y además creo que da pie a todo tipo de historias e intrahistorias: las de los trabajadores del sanatorio, las de los pacientes con sus cuidadores y familiares, las de los familiares que llegan allí y se olvidan de que están para cuidar y se dedican a pasárselo en grande, los romances que surgen entre acompañantes o pacientes (muchas veces con adulterio de por medio) y que se ocultan como se puede (cosa harto difícil en una comunidad tan pequeña) y, sobre todo, las historias personales de los enfermos y el modo tan íntimo y diferente con el que cada cual se enfrenta a la enfermedad (con especial atención a los crónicos que viven allí y que, al no estar de paso, son testigos del ir y venir de todo tipo de individuos). Todo esto (y más) es, como digo, el potencial que puede ofrecer un lugar como este... pero por desgracia creo que está muy desaprovechado en Barcos que se cruzan en la noche.

No os quiero contar demasiado de la trama en sí misma más allá de lo que os he dicho porque es una novela muy corta. Sí que os puedo decir que la historia central es, sin duda, la amistad entre el Hombre Desagradable y Bernardine, y el modo en que esa amistad influye en cada uno de ellos y los sitúa en unos puntos diferentes y muy alejados de los que ocupaban al principio. Sus conversaciones sobre todo tipo de temas (enfermedad, muerte, suicidio, literatura, el modo en que se relacionan con los demás huéspedes, sus vidas antes de llegar al sanatorio, sus vidas más allá de él, el egoísmo y el sufrimiento en la enfermedad, la educación universitaria en las mujeres y su implicación en los movimientos sociales...) forman el grueso de la historia y es a ellos dos a quienes acompañamos todo el camino. Pocas veces nos alejamos de su vera y lo hacemos para adentrarnos en las cuitas de un par de trabajadores (una criada y un cartero). En cuanto a los demás huéspedes del sanatorio, solo entrevemos con algo más de profundidad la historia de un matrimonio (él, mayor y enfermo; ella, joven, hermosa y con cero ganas de cuidar de su marido); de los demás poco o nada conocemos salvo algún suceso puntual que apenas sirve para que los dos protagonistas reflexionen sobre él y sigan conociéndose y ahondando en su amistad.

Bien... os digo lo que a mí me ha transmitido esta historia, lo que yo he sentido leyéndola, que puede ser acertado o totalmente equivocado, como es natural, pero si os dijese cualquier otra cosa os mentiría: leyendo Barcos que se cruzan en la noche he sentido que la autora no estaba nada interesada en contar la historia sentimental y/o pseudoromántica que estaba contando... o, reformulando la frase (y abajo os explico por qué), he sentido que ella quería contar otras cosas, cosas que introduce en la historia en cuanto tiene oportunidad, que lo demás es el envoltorio que ella necesitaba para que esas cosas llegasen a más gente pero que no estaba comprometida en darle cariño a ese envoltorio. Y si la autora no siente cariño por su propia historia, difícilmente va a sentirlo el lector. Todo me ha resultado frío, desapegado, distante.
 
Me explico. Yo nunca leo los prólogos antes de leer la novela, siempre los leo al final, y prometo que una vez leído el libro, cuando volví a sus primeras páginas para leer la nota de los editores, pensé: "¡Ya, ya se nota!". En esa breve biografía de la autora de apenas dos páginas, se nos cuenta que ella misma pasó seis meses en el sanatorio de Petershof, que las escritoras feministas padecían enfermedades psicosomáticas causadas por la presión a la que estaban sometidas por enfrentarse al rol de feminidad impuesto por la sociedad de la época.... pero, y a esto es a lo que voy, también se dice que esas mismas escritoras feministas escribían personajes femeninos vulnerables en tramas muy sentimentales para llegar a un mayor número de lectores, y que aprovechaban esa circunstancia para introducir en esas tramas sus ideas feministas (que era realmente su propósito). Harraden hizo uso de esta táctica, se hizo famosa con ella (que no rica) y de hecho el libro fue muy bien acogido (he leído opiniones fantásticas de esta lectura). Me parecería estupendo si creyese que el resultado es bueno, pero si os tengo que dar mi opinión (es a lo que vengo, vaya), Harraden no hace buen uso de esta triquiñuela porque se ve venir de lejos su verdadera intención. No sé cómo explicarlo, perdonadme la torpeza... el único símil que se me ocurre es que no sabe mezclar los ingredientes, y al intentar saborearlos se percibe cada uno por separado sin ningún esfuerzo: no están integrados y algunos saben a "metidos a regañadientes".

Voy a ir más allá. Mis dos capítulos favoritos con diferencia son precisamente dos capítulos que hacen un punto y aparte
(por distintos motivos) en la historia principal romántica que se nota a mil leguas que Beatrice Harraden no tenía ganas de escribir. Son dos relatos simbólicos sobre la búsqueda del conocimiento por un lado, y sobre el fracaso y el éxito por otro. Esos dos capítulos son los que a mí me han demostrado lo que esta escritora era capaz de hacer y su agudeza para ahondar en ciertos aspectos filosóficos. Deja reflexiones e imágenes mentales muy interesantes, y os aseguro que es donde más comodidad me ha transmitido.

De todos modos, y hablando de todo un poco, os confieso una cosa: me he peleado con la traducción/corrección desde la primera página por muchos motivos, y quienes me leéis desde hace tiempo sabéis que es algo que llevo muy mal. Si la narración no fluye con naturalidad y no me parece adecuada a la época en que fue escrito y publicado originalmente el libro, el disfrute de la lectura se me hace cuesta arriba. ¿Hasta qué punto ha influido en mi percepción tan tibia de la historia? Pues no sabría decirlo, pero ayudar a mejorarla tengo claro que no ha ayudado nada, y a ratos estaba más pendiente de lo raras que estaban escritas algunas frases y de tuteos imposibles (entre otras cosas) que de lo que me estaban contando.
 
¿Me ha parecido un mal libro? No, malo no. ¿Me ha parecido bueno? Tampoco. ¿El problema ha sido mío, solo mío y nada más que mío? Seguramente. Esta novela tiene muy buenas críticas, así que no me hagáis mucho caso; no me extrañaría nada que fuese culpa de mi falta de conexión con la historia y con la traducción. A lo mejor Undine os habla maravillas sobre ella (tanto como "maravillas" me cuesta imaginarlo, la verdad, pero nunca se sabe) en cuyo caso tendréis una de cal y otra de arena. A título personal, sé que con otra edición la experiencia lectora hubiese sido mejor, pero la base y el desapego de la historia seguirían siendo los mismos y dudo mucho que mi conexión con ella mejorase hasta el punto de decir que me ha gustado.

Me apena cuando no conecto con un clásico, os lo digo de corazón, porque además siempre intento aprender de ellos y de la época y contexto social que muestran... pero no siempre lo consigo. Obviamente, si os interesa la novela no dudéis un instante en leerla y no hagáis ni caso de esta parrafada; ojalá la disfrutéis mucho más que yo (de hecho, todo el mundo parece disfrutarla más que yo xd).

 


 
 
Os invito a leer la reseña de Undine en su blog, Lecturas de Undine... al final no hemos diferido mucho en nuestras opiniones salvo en la elegancia a la hora de ofrecerlas, algo en lo que ella siempre me ganará por goleada :)


Beatrice Harraden (Londres, 1864 – Barton-on-Sea, 1936). Escritora y sufragista británica, su obra la componen principalmente novelas y obras de teatro, además de libros infantiles y artículos para periódicos. Se dice que escribía solo noventa minutos al día para dedicar el resto de la jornada al activismo sufragista, en el que participó como miembro de la Women’s Social and Political Union (WSPU) y como vicepresidenta de la Women Writers’ Suffrage League. En 1913 el gobierno le embargó sus bienes por negarse a pagar impuestos como parte de las protestas de la Women’s Tax Resistance League. 
 
A pesar del éxito de su novela Barcos que se cruzan en la noche, que se convirtió en un bestseller, sus últimos años fueron difíciles y tuvo que vivir con una pensión del gobierno de 100 libras hasta que murió de delirium tremens.

lunes, 25 de enero de 2021

RESEÑA (by MB) ::: HISTORY JONES Y EL CETRO MALDITO - S. T. Queen


 
 
 
Título original: History Jones y el cetro maldito
Autor/a: S. T. Queen
Editorial: Click Ediciones
Páginas: 512
Fecha de publicación: septiembre 2020
Encuadernación: ebook
Precio: 4,99 euros 
 
 
 
 
 
 

Londres 1888. En una sociedad fundada sobre los pilares del tradicionalismo, se educa a las jóvenes de buena cuna con tres propósitos; casarse, tener hijos y servir a su esposo. ¡Un muermo! History Jones, una muchacha alocada, vegetariana, y dotada de gran aplomo, sueña con desempeñar las mismas funciones que los hombres, y así convertirse algún día en arqueóloga, como su padre. 

Con tan solo veinte años, rehúsa los flirteos y los pasatiempos que se les impone a las damas de su condición; unas pusilánimes de manual. Por las noches se escapa de su dormitorio y recorre la ciudad en busca de acción. Sabe pelear como un ninja, sabe rastrear como un sabueso y sabe cómo pasar desapercibida, pues disfrazarse es su único recurso para sortear los convencionalismos de su época.

Sus anhelos de una gran aventura se cumplirán cuando un cetro egipcio desaparece del Museo Británico. El suceso desencadenará una serie de muertes cuyo misterioso causante alterará la metrópoli. Su álter ego le ofrecerá ayuda a Scotland Yard a fin de desentrañar innumerables enigmas, asesinatos y mentiras. No obstante, su investigación suscitará un encuentro fortuito con un joven apuesto. Este turbará todo su mundo y le hará replantearse sus designios, los cuales implican nunca enamorarse y nunca asemejarse a las otras ovejitas felices del sistema matrimonial. Oliver Ravenscroft, un redomado seductor, le robará la cordura y… ¿quizás el corazón? 

Una mezcla de Sherlock Holmes, de Lara Croft, y de Adèle y el secreto de la momia.

History Jones había venido al mundo en extrínsecas circunstancias, anteponiéndose a la fecha prevista por la comadrona. Su bendita madre, Eleanor, dio a luz en un pasillo en remodelación del Museo Británico en el año 1868...
Nuestra protagonista es una joven nacida y crecida en plena era victoriana, y por ello ha absorbido la tradición, educación y principios (férreos y regios) que sustentan la británica sociedad decimonónica. Su padre, Robert Jones (funcionario del Museo Británico) le ha transmitido la pasión y el amor por la arqueología, los descubrimientos y los misterios que estos últimos encierran.

History Jones tiene con solo veinte años la mente y las cosas de la vida muy claras: sabe lo que quiere y lo que no, y además posee la fuerza suficiente para luchar por lo que cree que es mejor para ella. Ha decidido apartarse del destino determinado de las jóvenes de su época (el matrimonio) para dedicarse a su pasión: recorrer el mundo antiguo en distintas expediciones arqueológicas, descubrir sus secretos y desvelar sus misterios.

Además, nuestra protagonista se nutre de cualidades como la inteligencia, la curiosidad y la proactividad, a las que aplica un riguroso método científico: observación sistemática, recogida y medición de datos y formulación y reformulación de hipótesis. Hace uso de este mismo método cuando su padre le informa de que han robado en el museo un cetro egipcio hallado en la última expedición; además parece que este objeto está maldito, pues comienzan a morir aquellos que participaron de algún modo en esa expedición. Así pues, encontramos y conocemos a History en plena investigación de este suceso, disfrazada y haciendo uso de los útiles y necesarios artefactos que su amiga y confidente Jade de la Garza le fabrica para sus investigaciones.

Tenemos a una joven intrépida y curiosa, tenemos un misterio (la desaparición del cetro egipcio y la muerte en extrañas circunstancias de alguno de los que participaron en su hallazgo), y también tenemos a la joven, bella y rica inventora que fabrica instrumentos dignos del laboratorio de Q. El ingrediente romántico lo encontramos en el joven y guapo Oliver Ravenscroft, a quien no sabe cómo meter en su riguroso método científico y quien consigue que los planteamientos que establece con respecto a él acaben viniéndose abajo.

Ya metidos en harina, sea de día o de noche, recorremos las calles de la capital inglesa, registramos sus parques, pavimentos y aceras, subimos a los tejados de sus edificios, sacamos huellas de sus jardines y nos movemos por todos sus círculos sociales: igual nos presentamos ante su majestad la reina Victoria que bajamos a los submundos tabernarios de la ciudad... encontrándonos con cadáveres y algunos fantasmas venidos de otros tiempos.

El lector, entretenido como acompañante y mero espectador de la vida de esta joven e intrépida investigadora, se sumerge en el mundo y los enredos creados por S. T. Queen. Lo más acertado (en mi opinión) es no desvelar nada relacionado con los gagets, los disfraces y los misterios... que sea el lector quien descubra en cada página a personajes como Harchibald Jones, el inspector Chamberlain, Bagott...  

Reunidos los elementos solo queda divertirse con History Jones y el cetro maldito. La verdad es que me ha entretenido y la he disfrutado. ¿Cómo resistirse a un misterio, un romance y, sobre todo, un Londres victoriano (con lo facilona que soy)? Con estas premisas era muy difícil que no me gustase.

A falta de un lector de libros electrónicos tengo mi ordenador y una taza de café con leche; miro hacia la ventana, observo la borrasca Hortensia completamente desatada, me vuelvo y leo en la pantalla: Tower Hamlets,  Londres, 1888... una cochambrosa taberna de Whitechapel... 





Desde que S.T. Queen desempolvó unos viejos libros escondidos en el ático de la casa de campo donde creció, la literatura ha ocupado gran parte de su vida. Se ha dejado envolver por historias de todo tipo, sintiendo una inmensa atracción por las que transcurrían en la época victoriana. Su curiosidad e interés creciente le hicieron dedicarse a indagar sobre aquel fascinante período; la vestimenta, las medicinas y los avances policiales, las costumbres y el pensamiento social… atesorando cada detalle como si de un duende con su caldera de oro se tratara. 

Su afición por Sherlock Holmes y por Tomb raider, así como su indignación por la falta de consideración hacia las mujeres de antaño, han contribuido a la creación de un personaje genuino; History Jones. Se acrecentaba con el tiempo el esbozo del personaje en su subconsciente, y crecía su necesidad por leer relatos donde la protagonista reuniera una serie de valores más allá de lo permitido. Emergiendo al fin la voz de History, S.T. Queen se ha aventurado a relatar sus hazañas.

Cuando mejor perfila sus historias es en días de tormenta. 

Poco más se sabe de S.T. Queen, pues es tan misterios@ como la trama de sus novelas. 

Ha llegado a Click Ediciones la primera entrega de esta serie de volúmenes independientes que promete atrapar al lector generando verdadera adicción.
 

viernes, 22 de enero de 2021

RESEÑA (by MH) ::: LA BRUJA DEL ÁMBAR - Johann Wilhelm Meinhold


 

Título original: Maria Schweidler, die Bernsteinhexe
Autor: Johann Wilhelm Meinhold
Editorial: Valdemar
Traducción: Rafael Lassaletta
Páginas: 224
Fecha publicación original: 1838
Fecha esta edición: 1998
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 11,30 euros 



Sirviéndose del recurso literario de limitarse a preparar para su publicación un documento del siglo XVII encontrado casualmente en su parroquia, Wilhelm Meinhold, teólogo y pastor protestante alemán (1797-1851), da a la luz en 1842 La bruja del ámbar, crónica de un célebre proceso por brujería a Mary Schweidler, hija de un pastor que ocupó el mismo cargo parroquial en el pasado.

Con La bruja del ámbar, Meinhold quiso inaugurar un nuevo género literario al que dio el nombre de «narraciones de crónicas», un género que despertó un interés inusitado, sobre todo en Inglaterra, donde sus obras, alguna traducida al inglés por la madre de Oscar Wilde, entusiasmaron a los prerrafaelistas Rossetti, Burne-Jones y William Morris.

La bruja del ámbar, al margen de suponer un brillante argumento religioso contra algunos aspectos del protestantismo, aparte de su carácter de novela histórica o de su contenido literario terrorífico o sobrenatural, puede leerse como una novela de suspense, pues la historia de Mary Schweidler pone en el tapete una denuncia falsa de brujería por venganza, un proceso judicial amañado en el que se intenta comprar o presionar testigos, la búsqueda de pruebas exculpatorias y un elemento de suspense, la sentencia, propio de las novelas y películas de procedimiento judicial.


Para quienes no hayan visto la entrada sobre el #RetoHermanasFatídicas, Mónica (Serendipia) y yo vamos a dedicar 2021 a leer sobre brujas y brujería en libros y literatura de muy distintos tipos y géneros. Hemos propuesto para cada mes un mínimo de dos lecturas (cuando ha sido posible hemos incluido siempre al menos un clásico), y el reto consiste en leer al menos una de esas propuestas (y de ahí para arriba... como si queremos leer todos los libros cada mes). El caso es que en enero tenía claro que quería leer las dos novelas propuestas y os voy a hablar de ambas en el blog (spoiler: ninguna estaría en mi lista de favoritas del año, pero tampoco en la de peores. El reto ha empezado tibio). Hoy os hablo del clásico, La bruja del ámbar, publicado en 1838, que supuso en su época el precursor de un nuevo género literario.
 
¿Qué género literario es ese? El de "narraciones de crónicas", que a grosso modo consiste en narrar cronológicamente unos sucesos que están supuestamente basados en hechos reales (pero que no lo están, obviamente). Así pues, La bruja del ámbar, partiendo en todo momento de una historia de ficción, presenta a Meinhold, el propio autor (del que solo tenemos noticias en la primera página para introducir la historia y en la última para despedirse), contándonos que ha encontrado un manuscrito escondido en su iglesia y que ha decidido compartirlo con el lector... y a partir de ahí toda la narración consta de las entradas de ese manuscrito. Y ahora diréis: pues vaya cosa, ficción novelada que quiere hacer pasar por reales hechos que no lo son. Sí, pero es que estamos hablando de hace casi doscientos años, las cosas tienen que inventarse y nacer en algún momento, y en aquella época supuso algo totalmente novedoso. Hay que darle al libro los méritos que tiene, que para sacarle los puntos flojos aún me queda reseña :)
 
A ver, vuelvo a la historia. Meinhold reflexiona un poco sobre el desconocido autor del manuscrito, de dónde será, las palabras que usa, su origen noble... y una vez que parece concluir que este buen señor vivía en Pomerania pero que era extranjero y que nos encontramos inmersos en la Guerra de los Treinta Años en la isla de Usedom, entramos en materia (para situarnos, la acción se sitúa entre 1618 y 1649). Como al parecer el manuscrito no está completo, nosotros leemos a partir del (supuesto) capítulo siete, y nos sumergimos en un pueblo que acaba de ser saqueado y destruido por los soldados y con muchos de sus habitantes escondiéndose en un bosque cercano. 
 
El narrador (el segundo, el que realmente nos va a contar la historia a través del manuscrito) es un pastor protestante, viudo y con una hija, Mary, que está pasando bastantes penurias junto a muchos de sus vecinos en el bosque en el que están escondidos. Sus casas, sus pertenenecias, sus animales... todo ha desaparecido y no tienen qué llevarse a la boca. Tras muchos días en los que van tirando hacia delante ya sea por golpes de suerte, caridad de vecinos a los que les va mejor o circunstancias varias  sin más relevancia, Mary halla por casualidad un yacimiento de ámbar. Lo van sacando poco a poco entre su padre y ella para venderlo a escondidas y usar ese dinero para alimentar a todo el mundo, pero jamás dicen de donde sacan esa enorme cantidad de dinero, lo que ya resulta sospechoso para algunos. Si a eso se suma que hay un personaje que se la tiene jurada al pastor y a su hija, que un noble pretende a Mary y solo sufre su rechazo, que Mary hace excursiones nocturnas a solas, que empiezan a enfermar los niños y los animales y Mary, que tendría que ser capaz de sanarlos, solo consigue que mueran... pues que se juntan el hambre y las ganas de comer: Mary es acusada de bruja para beneficio de unos y venganza de otros. Acusar es la parte fácil, solo requiere maldad; demostrar que no eres bruja ya es otro cantar, porque hasta los fenómenos metereológicos parecen decididos a sembrar la duda.
 
Mirad, nunca hago las reseñas así, pero creo que voy a deciros sin más en un párrafo lo que me ha gustado y en otro lo que no, porque hay de todo. Es lo que más me apaña para hablaros de este libro y creo que va a quedar más claro.
 
¿Qué me ha gustado? Leer un clásico siempre me aporta cosas positivas porque aprendo un montón sobre la época, la sociedad que se retrata dependiendo del país en que se ambiente, el movimiento cultural al que representa (o del que se intenta alejar), el estilo narrativo... y esto es algo totalmente independiente de que ese libro luego me guste más o menos: simplemente me enriquece y disfruto aprendiendo cosas, así que solo por eso ya me ha merecido la pena su lectura. Sobre la historia en sí misma, la segunda mitad es con diferencia la mejor, la más interesante, la más emocionante en cuanto a los hechos que se producen en ella y la que realmente hace que este libro destaque y ofrezca un acercamiento a la brujería y su enraizamiento en las clases populares a mediados del siglo XVII en Alemania. Este libro cobra vida a partir de la acusación de brujería y de todo lo que sucede después, y a pesar de sus defectos, que los tiene, creo que el autor hace un buen trabajo cuando plasma por qué entre los vecinos de Mary los hay que no creen en la existencia de las brujas y también los hay que ven señales de esa brujería hasta en las piedras. Esa dicotomía representa el sentir de una época que daba dos pasos adelante y uno atrás y no terminaba de quitarse las supersticiones de encima.
 
¿Qué no me ha gustado? Lo primero es la sinopsis, creo que promete algo que luego no encuentras en la lectura. El suspense, por ejemplo. No existe ese suspense, porque
durante la narración se adelanta en varias ocasiones cómo va a terminar la historia e incluso se dice qué personaje va a propiciar ese fin, con lo que das por segura su aparición estelar por mucho que el autor intente rizar el rizo y hacerte creer que puede pasar algo más de lo que realmente pasa. Siguiendo con la edición, me ha molestado bastante que el numeroso texto que hay en latín no esté traducido, porque cuando son citas las puedes sacar por contexto, pero es que hay hasta cartas que tienes que saltarte e intuir. No costaba tanto poner notas a pie de página con las traducciones (dirán que culpa mía por no haber aprovechado mis clases de latín en el instituto, y a lo mejor tienen razón... o no). Por otro lado, y volviendo al libro, las primeras setenta páginas dan vueltas sobre sí mismas como una peonza; repiten la fórmula "Dios nos cuida y nos da de comer, damos gracias, pasa algo malo y vuelve el hambre.... empezamos de nuevo: Dios nos cuida y nos da de comer, damos gracias, pasa algo malo y vuelve el hambre... empezamos de nuevo: Dios...". Entendéis a lo que me refiero, ¿no? Pues así setenta páginas. Me costó mucho meterme en el libro, lo admito, y seguí adelante porque sabía de lo que iba y sabía que, aunque ese primer tercio no me estuviese contando absolutamente nada, en algún momento entrarían la acusación de brujería y el juicio y la historia evolucionaría.
 
Antes de acabar se me ha ocurrido un tercer apartado. ¿Qué cosillas creo que pueden molestar a otros lectores aunque a mí no me hayan molestado? Pues que es un libro muy de su época, mucho, y eso quiere decir que las reacciones son muy exageradas y todo se cuenta con mucho dramatismo y exceso. Para que nos entendamos, si hubiese echado un euro en una hucha (las damas de Regencia no tomamos chupitos) cada vez que alguien se desmaya en esta historia, me habría comprado una de esas ediciones anotadas de Akal que solo se pueden pagar tras hipotecar tu casa. Los desmayos se suman por decenas, ya sean hombres o mujeres. Es todo como muy intenso. Si sois de los de poner los ojos en blanco ante estas cosas, avisados estáis. ¿Más? Pues el uso indiscriminado de nombres que no vienen a cuento, no pintan nada en la historia y estorban mucho la lectura. Como cuando alguien te quiere contar que vio a su amigo Pepe y para eso te desgrana todo el árbol familiar remontándose a la época de los celtíberos. Ah, y la religión, que es casi un personaje más en el libro. Se dice que esta historia es una crítica al protestantismo (o cuando menos a ciertos aspectos), pero ahí no voy a entrar, que bastante largo me está quedando esto.

La bruja del ámbar me ha parecido una curiosidad, y no me arrepiento en absoluto de haberla leído (lo mismo parece lo contrario pero no, no me arrepiento...), pero no me atrevo a recomendarlo salvo a aquellos lectores que gusten de leer todo clásico que caiga en sus manos y estén además muy interesados en literatura sobre brujería. Eso sí, quien decida leerlo y se le hagan cuesta arriba esas setenta páginas que comento arriba, que tenga paciencia y no tire la toalla. La historia mejora, coge ritmo y se vuelve muy interesante, prometido (aunque ni es terrorífica ni sobrenatural... no escojáis esta lectura en base a eso que promete la sinopsis). La segunda mitad del libro merece realmente la pena, los interrogatorios son fantásticos, y su único lastre es el adelanto constante durante la narración en cuanto al resultado de lo que se cuenta porque perjudica el misterio en sí mismo.

Whilelm Meinhold (1797-1851). Teólogo y pastor protestante alemán. Sirviéndose del recurso literario de limitarse a preparar para su publicación un documento del siglo XVII encontrado casualmente en su parroquia, dio a la luz en 1842 La bruja del ámbar, crónica de un célebre proceso por brujería a Mary Schweidler, hija de un pastor que ocupó el mismo cargo parroquial en el pasado. Con La bruja del ámbar, quiso inaugurar un nuevo género literario al que dio el nombre de "narraciones de crónicas", un género que despertó un interés inusitado, sobre todo en Inglaterra, donde sus obras, alguna traducida al inglés por la madre de Oscar Wilde, entusiasmaron a los prerrafaelistas Rossetti, Burne-Jones y William Morris. La bruja del ámbar, al margen de suponer un brillante argumento religioso contra algunos aspectos del protestantismo, aparte de su carácter de novela histórica o de su contenido literario terrorífico o sobrenatural, puede leerse como una novela de suspense, pues la historia de Mary Schweidler pone en el tapete una denuncia falsa de brujería por venganza, un proceso judicial amañado en el que se intenta comprar o presionar testigos, la búsqueda de pruebas exculpatorias y un elemento de suspense, la sentencia, propio de las novelas y películas de procedimiento judicial.