Título original: Silas Marner. The Weaver of Raveloe
Autora: George Eliot
Editorial: Alianza
Traducción: José Luis López Muñoz
Páginas: 360
Fecha publicación original: 1861
Fecha publicación original: 1861
Fecha esta edición: marzo 2014
Encuadernación: bolsillo
Precio: 11,50 euros Encuadernación: bolsillo
Diseño de cubierta: Elsa Suárez Girard
Silas Marner, un bondadoso tejedor, es acusado de un robo abyecto
cometido por su mejor amigo, lo que le obliga a exiliarse de su
comunidad. Instalado en Raveloe, un pueblo apartado, se convierte en un
solitario y huraño avariento cuya existencia se reduce al trabajo en el
telar y a acumular un tesoro en monedas de oro y plata. Sin embargo, dos
sucesos inesperados cambiarán su amarga monotonía: el robo de su dinero
y la súbita aparición en su casa de una niña huérfana.
Hoy, justamente hoy, se cumplen 200 años del nacimiento de Mary Anne Evans, que para la historia de la literatura ha quedado con ese pseudónimo masculino tan inevitable en su época: George Eliot. Mi intención era traeros alguna de sus consideradas grandes obras (como Middlemarch, una obra maestra se mire como se mire, Daniel Deronda o El molino del Floss), pero las cosas se me han complicado mucho las últimas semanas y me ha resultado imposible releer una novela de esa envergadura a tiempo. En su lugar os traigo Silas Marner, que en España solo está editado actualmente por Alianza en edición de bolsillo (pero lo que importa es el interior, y este interior es muy bonito).
La novela lleva el título de su protagonista, Silas Marner, un hombre que, en su juventud, vivía en la gran ciudad y pertenecía a una comunidad a la que se llega a denominar como "estricta secta religiosa" (sin darle nunca nombre). Tras sufrir un gran desengaño y una gran traición dentro de ese grupo, abandona la ciudad y acaba con sus huesos en el pequeño pueblecito rural de Raveloe. Pero Silas ha cambiado, desconfía de las personas y se encierra en sí mismo de tal modo que su vida se reduce a su profesión de tejedor, del que es un maestro y sus piezas son muy codiciadas, y al oro que va juntando gracias a su trabajo, que dada la vida tan reclusiva que lleva se amontona a ojos vista. No se relaciona con nadie, en el pueblo es considerado un bicho raro y su casa objetivo de casi todos aquellos niños de los alrededores que quieren vivir aventuras. Pero tras quince años en Raveloe, la vida de Silas dará un giro de 180 grados por dos motivos: el primero es que alguien le roba lo único que da sentido a su vida (el oro), y lo segundo es la aparición en el salón de su casa de una niña de apenas dos años cuyos rubios rizos pronto se convertirán en sustitutos de las codiciadas y añoradas monedas doradas.
Esta podría ser la sinopsis de la novela, pero la verdad es que para mí se queda corta porque aunque Silas Marner podría ser considerado el protagonista, lo cierto es que el pueblo de Raveloe en sí mismo lo es también, así como algunos vecinos muy concretos de la localidad que, llegado un punto, comparten casi a partes iguales la atención del lector. Me refiero sobre todo a Godfrey Cass, porque su historia es tan importante para la narración como la de Silas, y de hecho la autora usa a este personaje como contrapunto al propio Silas en varios aspectos que aquí no puedo desglosar sin contar más de lo debido. Más que nada quería dejar claro que esta novela se llama Silas Marner, pero cuenta más historias aparte de la suya y que los secundarios, a mi parecer, no lo son tanto: el protagonismo está bastante más repartido de lo que en principio pueda parecer.
Me gustaría adentrarme más en la historia, pero ya el hecho de contar el robo del oro y la aparición de la niña, que es lo que se sabe a poco que se busque sobre esta novela, me parece contar demasiado, porque algunas de esas cosas ocurren bien avanzado el libro. En cualquier caso, las bases de la historia están ahí mismo: el desprecio por el mundo material, la codicia y el egoísmo, y el beneficio espiritual que supone la apertura al mundo que nos rodea, la aceptación de la solidaridad de los demás y la demostración de que vivimos mejor en sociedad que encerrados en nosotros mismos... lo que para Silas es en principio la mayor de las desgracias, en realidad es el comienzo de una nueva vida más feliz, plena y tranquila. Este es el camino por el que Silas transita durante el libro gracias a los dos sucesos que cambian su vida, y ese es ni más ni menos que el camino que los lectores andamos junto a él. Todo fluye con naturalidad, de manera progresiva pero realista, con pinceladas aquí y allá que ayudan a perfilar no solo al personaje de Silas, sino a los de sus vecinos, que tienen mucho que decir en esta historia.
Así pues, Silas Marner es una novela amable, sencilla en apariencia, llena de buenas intenciones y mejores sentimientos. No por eso deja de haber personajes con mal fondo o personajes que guardan bajo llave errores del pasado, pero todo dentro de un ambiente y un devenir tal de la historia que sabes que te conduce, inexorablemente, hacia un final sino feliz por completo, sí al menos satisfactorio para casi todas las partes. La narrativa es precisa, elegante y fluida, y en las reuniones de gente, ya sea en la taberna del pueblo o en la cena de la noche de fin de año, la autora exhibe un talento para los diálogos y el intercambio de dimes y diretes simplemente fantástico, derrochando una ironía y un buen humor que sacan sonrisas al lector quiera este o no quiera. Deliciosa, si tuviera que describirla en una sola palabra.
No voy a cometer el error de comparar Silas Marner con algunas de las consideradas grandes novelas de Eliot porque cometería una injusticia. De hecho se dice que, de su propia obra, esta era la favorita de la autora. Lo cierto es que detrás de esa aparente candidez se esconde una novela en la que la ironía se da la mano con un agudo retrato de la sociedad rural inglesa del siglo XIX en el que no falta crítica social en diversos ámbitos, ya sea a niveles más mundanos como la importancia de las apariencias en la alta sociedad rural como a niveles más complejos señalando el desarrollo industrial y en lo que se estaban convirtiendo las grandes ciudades en la época de publicación de la novela. Habrá quien diga que la novela tiene cierta pátina moralizante, pero a mí no me ha parecido en absoluto ñoña ni excesivamente sentimental... más bien al contrario. Siempre digo que los clásicos hay que leerlos en contexto y teniendo clara la época en que fueron escritos, y Silas Marner no es diferente. Es una novela decimonónica y los temas que se trataban en aquella época son los que son, pero Eliot se ahorra moralinas y adoctrinamientos, y ni falta que le hacen a la historia.
Quienes queráis conocer a George Eliot y no os apetezca meteros entre pecho y espalda tomos que van de las seiscientas a las mil páginas, os aconsejaría comenzar con Silas Marner. Es un clásico cortito, fácil de leer, que deja muy buen sabor de boca, hace sonreír y cuenta una historia bonita, que no es poco. Iría más allá y os diría que es una lectura ideal para estos días de invierno y frío, bajo una manta y un té o chocolate caliente a mano, e incluso para las fechas navideñas que se avecinan, ya no solo porque varios capítulos están ambientados en esos días, sino porque el mismo espíritu del libro se ofrece a ello. En cualquier caso, es una historia que se lee en un pispas y que, de un modo sencillo y nada artificioso, ofrece una trama con más lecturas de las que parece a primera vista.
Este no es el primer libro que reseño de George Eliot por aquí. Hace un par de años os traje un ensayo, Las novelas tontas de ciertas damas novelistas, que os enlazo aquí por si a alguien le interesa leerlo/releerlo: es la mejor manera en la que puedo presentaros a la autora, una mujer de muchísimo carácter que no se callaba una y defendía con vehemencia el talento de las mujeres escritoras para desarrollar su obra literaria más allá de lo que se consideraba en aquella época "literatura escrita por mujeres", aun a costa de criticar a las mujeres escritoras que carecían de dicho talento y que escribían precisamente ese tipo de literatura (motivo por el cual la pusieron a caer de un burro, ¿quién era ella para criticar a nadie?... no fue muy sutil, no, pero dijo muchas cosas que a día de hoy siguen debatiéndose). Ella usaba seudónimo no porque no fueran a publicarle por ser mujer, sino porque quería que la tomaran en serio y no la metiesen en el mismo saco de cierta (mala) literatura femenina que se publicaba en la época. Se puede estar más o menos de acuerdo con ella en las formas, pero el fondo sin duda bien merece unas cuantas reflexiones (y además te ríes mucho en el proceso de lectura... xD).
Cuando hace unos años visité el cementerio de Highgate en Londres, lo primero que hice fue visitar la tumba de George Eliot; era lo prioritario, después ya hice el recorrido de rigor. Admiro muchísimo a esta autora, y no puedo evitar un pequeño arrebato defensor de su obra, porque era una escritora maravillosa pero no es una Brontë, ni una Austen... no existe en torno a ella ese movimiento de adoración y, en consecuencia, no arrastra las hordas de fieles que otras autoras del XIX sí arrastran. Por eso estoy bastante segura de que hoy, en el bicentenario de su nacimiento, poca gente en prensa, artículos de opinión, etc... va a acordarse de ella. Por eso, porque no mueve masas, tampoco se han acordado las editoriales: no han salido ediciones conmemorativas, no se han traducido ni publicado novelas que todavía permanecen inéditas en castellano ni se han mejorado las ediciones de algunos de sus libros en honor de una efemérides tan, tan significativa como esta (como muestra, el libro que hoy os traigo). Da mucha pena, pero también, en el fondo, da igual. Quienes la lee aunque solo sea una vez se queda con ella para siempre y supongo que, al fin y al cabo, es lo que un escritor busca, lo que importa. Y los lectores de Eliot somos muy fieles.
Gracias por tanto, Mary Ann.
La novela lleva el título de su protagonista, Silas Marner, un hombre que, en su juventud, vivía en la gran ciudad y pertenecía a una comunidad a la que se llega a denominar como "estricta secta religiosa" (sin darle nunca nombre). Tras sufrir un gran desengaño y una gran traición dentro de ese grupo, abandona la ciudad y acaba con sus huesos en el pequeño pueblecito rural de Raveloe. Pero Silas ha cambiado, desconfía de las personas y se encierra en sí mismo de tal modo que su vida se reduce a su profesión de tejedor, del que es un maestro y sus piezas son muy codiciadas, y al oro que va juntando gracias a su trabajo, que dada la vida tan reclusiva que lleva se amontona a ojos vista. No se relaciona con nadie, en el pueblo es considerado un bicho raro y su casa objetivo de casi todos aquellos niños de los alrededores que quieren vivir aventuras. Pero tras quince años en Raveloe, la vida de Silas dará un giro de 180 grados por dos motivos: el primero es que alguien le roba lo único que da sentido a su vida (el oro), y lo segundo es la aparición en el salón de su casa de una niña de apenas dos años cuyos rubios rizos pronto se convertirán en sustitutos de las codiciadas y añoradas monedas doradas.
Esta podría ser la sinopsis de la novela, pero la verdad es que para mí se queda corta porque aunque Silas Marner podría ser considerado el protagonista, lo cierto es que el pueblo de Raveloe en sí mismo lo es también, así como algunos vecinos muy concretos de la localidad que, llegado un punto, comparten casi a partes iguales la atención del lector. Me refiero sobre todo a Godfrey Cass, porque su historia es tan importante para la narración como la de Silas, y de hecho la autora usa a este personaje como contrapunto al propio Silas en varios aspectos que aquí no puedo desglosar sin contar más de lo debido. Más que nada quería dejar claro que esta novela se llama Silas Marner, pero cuenta más historias aparte de la suya y que los secundarios, a mi parecer, no lo son tanto: el protagonismo está bastante más repartido de lo que en principio pueda parecer.
Me gustaría adentrarme más en la historia, pero ya el hecho de contar el robo del oro y la aparición de la niña, que es lo que se sabe a poco que se busque sobre esta novela, me parece contar demasiado, porque algunas de esas cosas ocurren bien avanzado el libro. En cualquier caso, las bases de la historia están ahí mismo: el desprecio por el mundo material, la codicia y el egoísmo, y el beneficio espiritual que supone la apertura al mundo que nos rodea, la aceptación de la solidaridad de los demás y la demostración de que vivimos mejor en sociedad que encerrados en nosotros mismos... lo que para Silas es en principio la mayor de las desgracias, en realidad es el comienzo de una nueva vida más feliz, plena y tranquila. Este es el camino por el que Silas transita durante el libro gracias a los dos sucesos que cambian su vida, y ese es ni más ni menos que el camino que los lectores andamos junto a él. Todo fluye con naturalidad, de manera progresiva pero realista, con pinceladas aquí y allá que ayudan a perfilar no solo al personaje de Silas, sino a los de sus vecinos, que tienen mucho que decir en esta historia.
Así pues, Silas Marner es una novela amable, sencilla en apariencia, llena de buenas intenciones y mejores sentimientos. No por eso deja de haber personajes con mal fondo o personajes que guardan bajo llave errores del pasado, pero todo dentro de un ambiente y un devenir tal de la historia que sabes que te conduce, inexorablemente, hacia un final sino feliz por completo, sí al menos satisfactorio para casi todas las partes. La narrativa es precisa, elegante y fluida, y en las reuniones de gente, ya sea en la taberna del pueblo o en la cena de la noche de fin de año, la autora exhibe un talento para los diálogos y el intercambio de dimes y diretes simplemente fantástico, derrochando una ironía y un buen humor que sacan sonrisas al lector quiera este o no quiera. Deliciosa, si tuviera que describirla en una sola palabra.
No voy a cometer el error de comparar Silas Marner con algunas de las consideradas grandes novelas de Eliot porque cometería una injusticia. De hecho se dice que, de su propia obra, esta era la favorita de la autora. Lo cierto es que detrás de esa aparente candidez se esconde una novela en la que la ironía se da la mano con un agudo retrato de la sociedad rural inglesa del siglo XIX en el que no falta crítica social en diversos ámbitos, ya sea a niveles más mundanos como la importancia de las apariencias en la alta sociedad rural como a niveles más complejos señalando el desarrollo industrial y en lo que se estaban convirtiendo las grandes ciudades en la época de publicación de la novela. Habrá quien diga que la novela tiene cierta pátina moralizante, pero a mí no me ha parecido en absoluto ñoña ni excesivamente sentimental... más bien al contrario. Siempre digo que los clásicos hay que leerlos en contexto y teniendo clara la época en que fueron escritos, y Silas Marner no es diferente. Es una novela decimonónica y los temas que se trataban en aquella época son los que son, pero Eliot se ahorra moralinas y adoctrinamientos, y ni falta que le hacen a la historia.
Quienes queráis conocer a George Eliot y no os apetezca meteros entre pecho y espalda tomos que van de las seiscientas a las mil páginas, os aconsejaría comenzar con Silas Marner. Es un clásico cortito, fácil de leer, que deja muy buen sabor de boca, hace sonreír y cuenta una historia bonita, que no es poco. Iría más allá y os diría que es una lectura ideal para estos días de invierno y frío, bajo una manta y un té o chocolate caliente a mano, e incluso para las fechas navideñas que se avecinan, ya no solo porque varios capítulos están ambientados en esos días, sino porque el mismo espíritu del libro se ofrece a ello. En cualquier caso, es una historia que se lee en un pispas y que, de un modo sencillo y nada artificioso, ofrece una trama con más lecturas de las que parece a primera vista.
Este no es el primer libro que reseño de George Eliot por aquí. Hace un par de años os traje un ensayo, Las novelas tontas de ciertas damas novelistas, que os enlazo aquí por si a alguien le interesa leerlo/releerlo: es la mejor manera en la que puedo presentaros a la autora, una mujer de muchísimo carácter que no se callaba una y defendía con vehemencia el talento de las mujeres escritoras para desarrollar su obra literaria más allá de lo que se consideraba en aquella época "literatura escrita por mujeres", aun a costa de criticar a las mujeres escritoras que carecían de dicho talento y que escribían precisamente ese tipo de literatura (motivo por el cual la pusieron a caer de un burro, ¿quién era ella para criticar a nadie?... no fue muy sutil, no, pero dijo muchas cosas que a día de hoy siguen debatiéndose). Ella usaba seudónimo no porque no fueran a publicarle por ser mujer, sino porque quería que la tomaran en serio y no la metiesen en el mismo saco de cierta (mala) literatura femenina que se publicaba en la época. Se puede estar más o menos de acuerdo con ella en las formas, pero el fondo sin duda bien merece unas cuantas reflexiones (y además te ríes mucho en el proceso de lectura... xD).
Cuando hace unos años visité el cementerio de Highgate en Londres, lo primero que hice fue visitar la tumba de George Eliot; era lo prioritario, después ya hice el recorrido de rigor. Admiro muchísimo a esta autora, y no puedo evitar un pequeño arrebato defensor de su obra, porque era una escritora maravillosa pero no es una Brontë, ni una Austen... no existe en torno a ella ese movimiento de adoración y, en consecuencia, no arrastra las hordas de fieles que otras autoras del XIX sí arrastran. Por eso estoy bastante segura de que hoy, en el bicentenario de su nacimiento, poca gente en prensa, artículos de opinión, etc... va a acordarse de ella. Por eso, porque no mueve masas, tampoco se han acordado las editoriales: no han salido ediciones conmemorativas, no se han traducido ni publicado novelas que todavía permanecen inéditas en castellano ni se han mejorado las ediciones de algunos de sus libros en honor de una efemérides tan, tan significativa como esta (como muestra, el libro que hoy os traigo). Da mucha pena, pero también, en el fondo, da igual. Quienes la lee aunque solo sea una vez se queda con ella para siempre y supongo que, al fin y al cabo, es lo que un escritor busca, lo que importa. Y los lectores de Eliot somos muy fieles.
Gracias por tanto, Mary Ann.
Mary Ann Evans, George Eliot para la historia de la literatura, nació en 1819 en Chilvers Coton (Warwickshire), hija de un agente inmobiliario. A los ocho años se la consideraba ya «fuera de lo normal» por su peculiar inteligencia y brillantez; a los diecisiete confesaba su agnosticismo y su padre, que le había dado una rigurosa educación religiosa, la echó de casa. Subdirectora de la Westminster Review, el foro intelectual progresista más importante de su tiempo, fue animada a dedicarse a la literatura por el crítico George Henry Lewes, que llegaría a ser su compañero prácticamente para el resto de su vida: decidieron vivir juntos a pesar de que él estaba casado.
Las primeras novelas de George Eliot, situadas en su Warwickshire natal, tienen cierto aire idílico: Escenas de la vida parroquial (1858), Adam Bede (1859), El molino del Floss (1860), Silas Marner (1861), aunque algunos relatos y novelas cortas como El velo alzado (1859) y El hermano Jacob (1860) anunciaron ya a una escritora de gran ambición y originalidad. Con la novela histórica Romola (1863) inició su etapa de madurez, a la que pertenecen Felix Holt (1866), Middlemarch (1871-72) y Daniel Deronda (1876).
A la muerte de Lewes en 1878, se ocupó de concluir la obra más importante de éste, Problems of Life and Mind. En 1880 se casó con el agente de bolsa John Walter Cross, pero en diciembre de ese mismo año falleció en Londres.
¡Que reseña tan bonita! Yo también fui a su tumba en Highgate 😊 no he leído nada de esta autora, pero tengo Middlemarch en mi Kindle solo que tengo que esperar a las vacaciones para leer una novela de tal envergadura jejeje me da pena que las editoriales no se hayan acordado de esta autora... un saludo.
ResponderEliminarMiddlemarch lo he leído pero esta que traes hoy no aunque sí la conocía aunque no sabía que esta era la favorita de la propia autora. Algún día la leeré.
ResponderEliminarBesos
Hola guapa, había oído hablar a mucha gente de Middlemarch pero la verdad no sabía que estaba escrito por una mujer... Y el de las damas tontas... que comentas lo había visto el año pasado en una buena oferta en Amazon pero no me atreví... no sé igual me lanzo con este para conocer más a la autora...
ResponderEliminarUn besazo
Cuando descubrí que George Eliot era Mary Ann me quedé en shock, por aquel entonces no podía creer que las mujeres tenían que adoptar nombres masculinos para poder publicar y que no fueran tachadas hasta de brujas, cómo Pardo Bazán- Ferrán caballero etc...voy directo al grano porque ya veo que me voy yendo de varas.
ResponderEliminarLa leí hace mucho tiempo, la verdad es que no recordaba prácticamente el argumento hasta que te he ido leyendo, no sé si era un libro mío y estará por casa de mis padres o un préstamo o de la biblioteca, ainsss no sé si lo tengo o no 😲😳
Una reseña de categoría, besitos 💋💋💋💋
Hola, pues si es una pena que el bicentenario de George Eliot no se célebre como merece porque es una escritora estupenda. Yo comencé hace muchos años con El molino junto al Floss que me impresionó mucho cuando la leí y a la tengo especial cariño por eso, aunque La que más me gusta es Middlemarch. Tengo pendiente aun el ensayo las novelas tontas de ciertas damas novelistas, que me apunte por vuestra reseña, veremos si puedo hacerle un hueco antes de que acabe el año. Besinos.
ResponderEliminarTodavía no he leído nada de esta autora pese a todo lo bien que siempre he oído de ella, son de esos autores que se convierten en tus eternos pendientes.
ResponderEliminarGenial reseña, gracias por la recomendación!
Besotes
No he leído aún nada de esta autora. Y desde luego me dejas con ganas de hacerle hueco entre tanto pendiente.
ResponderEliminarBesotes!!!
Yo tampoco he leído nada de la autora pese a que cada dos por tres sale la recomendación de Middlemarch. Me imagino una narración demasiado espesa por las páginas que tiene pero sé que si fuera así no tendría tantas recomendaciones.
ResponderEliminarEste que traes hoy me parece buena idea para abordarlo y conocer a la autora.
De ella solo sabía la historia.
Solo espero que aunque sea de bolsillo no tenga letra diminuta. Me la llevo.
Besos
¡Hola! =)
ResponderEliminarNo lo conocía, agradezco la reseña ^^
Un besitooooo :P
No leí nada de esta autora, por lo que tomo nota de la recomendación que nos haces para empezar por esta novela. Besos.
ResponderEliminarUna reseña estupenda, me la llevo apuntada y también Middlemarch, yo no conocía a esta autora. Besos
ResponderEliminarQuiero leerlo ♥
ResponderEliminarLas comparaciones son odiosas, sí señora, y si dices que esta es la novela preferida de su autora, pues me has convencido. Bueno, eso, y tu estupenda reseña, que me encanta que avises de que los habitantes de Raveloe también tienen su protagonismo porque me gustan mucho ese tipo de historias. El mensaje de que es mejor vivir en sociedad... pues no sé, depende de la sociedad XD Bromas aparte, de la señora Eliot solo he leído la del molino y me gustó, pese a que no soy nada del realismo de la época. Y como me da miedo la extensión de "Middlemarch", me llevo al señor Silas Marner. Besotes.
ResponderEliminarIntentar salir de aquí sin anotar una lectura es complicado, pero si además se trata de una autora de la que aún no he leído nada, es sencillamente misión imposible. Me lo llevo!
ResponderEliminarBesos.
La portada da miedito, no es por nada....
ResponderEliminarJolín, me tienta... pero me gustaría ir a la biblio, ojear un poco el comienzo y ver si me dice sí o no. ES que no puedo con todooo.
Besos.