viernes, 28 de junio de 2024

RESEÑA (by MH) ::: LA CAZADORA - Kate Quinn


 
 
 
Título original: The Huntress
Autora: Kate Quinn
Editorial: Harper Collins
Traducción: Victoria Horrillo Ledesma
Páginas: 592
Fecha de publicación: 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio en papel: 21 euros
 
Audiolibro: 20 horas y 43 minutos
 


La Cazadora es una novela épica y arrolladora acerca de la Segunda Guerra Mundial que arroja luz sobre un oscuro rincón de la historia, de la mano de la autora de los best sellers de The New York Times La red de Alicey El código Rosa.

En los gélidos confines de la Rusia soviética, la audaz y temeraria Nina Markova se une a las célebres Brujas de la Noche, un regimiento de bombardeo nocturno formado exclusivamente por mujeres. Al verse obligada a aterrizar tras las líneas enemigas, Nina habrá de recurrir a todo su ingenio para sobrevivir a su encuentro con una implacable asesina nazi conocida como la Cazadora.

El corresponsal de guerra británico Ian Graham ha abandonado el periodismo para dedicarse a perseguir a criminales de guerra nazis, pero hay un objetivo que se le resiste: la Cazadora. Y Nina Markova es la única testigo que ha logrado escapar de ella con vida.

En el Boston de posguerra, Jordan McBride, de diecisiete años, desconfía cada vez más de la educada viuda alemana que se convierte en su madrastra. Al indagar en su pasado, Jordan irá dándose cuenta poco a poco de que quizá sea una asesina nazi.

 
No hablo nunca por aquí de lo que escucho en audiolibro porque me resulta muy complicado estructurar las reseñas, no puedo consultar los libros al no tenerlos en físico (no soy de tomar notas pero sí que apunto páginas donde hay cosas que quiero resaltar) y, bueno, que no os hablo nunca sobre ellos (y encima este hace meses que lo escuché, así que todo mal). ¿Por qué os traigo La cazadora? Pues voy a ser muy sincera: porque la letra Q del apellido de la autora me viene de maravilla para el reto de la A a la Z, y no quiero dejar pasar la ocasión de usar una letra que siempre me cuesta cubrir con lo que tengo sin leer en las estanterías. Eso sí, como ya digo, no me siento cómoda reseñando los audiolibros, así que voy a ir al grano y a dejar constancia de la lectura, sin más (o esa es mi intención, que luego me enrollo como las persianas).
 
Boston (1950)
Boston (1950)
La novela comienza con tres marcos temporales que a la larga se reducen a dos. Por un lado tenemos a Jordan McBride en 1946 en la ciudad de Boston. Su padre se ha enamorado de Anne, una refugiada austriaca y no tarda en casarse con ella. Jordan no termina de fiarse, ha sorprendido en sus gestos una naturaleza que tiene poco que ver con la que muestra en su día a día e incluso duda que Ruth, su hija, sea verdaderamente suya... pero claro, a ojos de los demás todo eso solo pasa por celos de una hija que ve como su padre ya no es solo para ella y rehace su vida. Por otro lado nos vamos a Viena en 1950. Ian Graham, antiguo periodista de guerra, se dedica a cazar criminales de guerra nazis en Europa con la ayuda de Tony, un joven ex-soldado judío con mucho encanto y especialista en idiomas. Ian está obsesionado con atrapar a
La cazadora (una mujer despiadada de la que no se sabe nada desde hace años) por un motivo muy personal, y la única que puede ayudarle a encontrarla es la única mujer que se enfrentó a ella y escapó con vida. Esta mujer es Nina Markova. El tercer marco temporal está dedicado precisamente a Nina y a su labor durante la guerra en Las brujas de la noche, un regimiento ruso de bombardeo nocturno compuesto únicamente por mujeres que sembró el caos entre las filas alemanas. Estos tres marcos temporales acaban convirtiéndose en dos: el de Nina Markova durante la guerra y el de 1950 en Boston, pero hasta aquí puedo contar.

La cazadora aborda la temática de la Segunda Guerra Mundial, de la que se publica mucho y se romantiza (incomprensiblemente) más todavía, desde la perspectiva del "después". Sabemos que muchos criminales de guerra fueron juzgados, y también sabemos que otros muchos no lo fueron. Eran tantos, a tantas escalas diferentes, que resultaba imposible perseguirlos y encontrarlos a todos. Muchos se acogieron a la etiqueta de refugiados en otros países para comenzar una nueva vida... pero no todos eran inocentes refugiados reales, eran criminales de guerra que simplemente se reinventaron en el continente americano, asumieron una personalidad diferente y vivieron una vida normal en la que se mimetizaron con su entorno y pasaron completamente desapercibidos. La cazadora del libro es la fusión literaria de dos mujeres reales, y para esto quiero dar algunos apuntes sobre la información que da la propia autora al final del libro.

Y es que la nota final de Kate Quinn es muy, muy interesante, porque es cuando se desvela lo que como lector te intriga durante toda la novela: cuanto hay de ficción, cuanto de realidad y si está basado en personas reales. Efectivamente, en 1973 el servicio de inmigración estadounidense sabía que había al menos 53 criminales de guerra nazis viviendo en el país, pero no había instituciones ni dinero para investigarlos. Poco después se pusieron manos a la obra con este tema, pero antes de ese año cualquier criminal de guerra podía rehacer su vida en Estados unidos sin demasiadas complicaciones. Como digo, Quinn combinó dos personas reales para crear al personaje de Lorelei Vogt/Anne McBride (la cazadora nazi del título). Por un lado, Hermine Braunsteiner fue guardiana en varios campos de concentración y conocida como "la yegua pisoteadora" por su crueldad y brutalidad con las prisioneras. Cumplió una breve condena, se casó con un americano, se nacionalizó estadounidense y se fue a vivir a Nueva York tan pancha creando una nueva identidad totalmente ajena a su personalidad real. Cuando la detuvieron por crímenes de guerra estaba tan integrada que ninguno de sus vecinos era capaz de creer que fuese culpable de todos esos crímenes de los que la acusaban. La otra mitad de Lorelei está basada en Erna Petri, mujer de un oficial de la SS que descubrió a seis niños que habían escapado de un tren que los transportaba a un campo de concentración, se los llevó con ella, les dio de comer y luego los asesinó de un tiro a todos (hechos que aparecen como tal en la novela). Así que sí, esta mujer que leemos en la ficción existió en la vida real de muchas maneras distintas durante la guerra, por mucha invención que parezca leyéndola en el contexto de una novela.

Marina Raskova
Y siguiendo con hechos reales, debo hacer mención también al escuadrón nocturno femenino de
Las brujas de la noche, de esos hechos históricos reales tan fascinantes e interesantes que parecen inventados. Marina Raskova fue la primera mujer en recibir el título de Heroína de la Unión Soviética y la primera mujer instructora en una academia de vuelo, amén de sus récords en largas distancias sin escalas. Fue también la impulsora de un regimiento especial de aviación compuesto solo por mujeres cuando Lenin ordenó que se incorporaran a la guerra en 1941. De ahí surgieron tres regimientos, siendo uno de ellos, el de bombardeo nocturno, el que llegó a conocerse como Las brujas de la noche, y que es el protagonista de esta novela. 115 mujeres de entre 17 y 21 años recibieron un entrenamiento intensivo durante seis meses, se les proporcionaron aviones de chichinabo y ropa masculina y allá que se fueron a la guerra. No os voy a soltar aquí una parrafada sobre este tema porque San Google puede cumplir la misma función, pero el descubrimiento mismo de la existencia de este regimiento es quizás de lo más interesante del libro.

Volviendo al libro en sí mismo, ¿qué me han parecido los personajes principales? Todos cumplen su cometido, están bien definidos, se mantienen fieles a sí mismos durante toda la novela y te preocupa lo que le pase a cada uno de ellos, que no es poco... pero claro, cuando hablo de preocuparme me refiero a los buenos, porque luego está la cazadora, Lorelei Vogt/Anne McBride. ¿Puedo decir que, aunque suene raro e incongruente, este personaje es para mí el más flojo de la novela? Pues eso, lo digo, y aquí no ha pasado nada :) Quizás toda la parte de ama de casa norteamericana que se monta sea consecuente con la nueva personalidad que se forja para pasar desapercibida; es una actriz consumada y quizás de verdad quiera pasar página... pero claro, eso choca frontalmente con ciertas acciones que lleva a cabo (una, sobre todo, resulta evidente para el lector si está atento aunque su hijastra no se cosque de nada hasta el final) que te hacen pensar que no ha cambiado nada de nada y te llevan a esperar algo más de ella cuando la máscara cae, cosa que no ocurre y que me ha decepcionado.

En fin, es un libro muy entretenido, y si os gusta la novela histórica relacionada con la Segunda Guerra Mundial (o posguerra, como también es el caso) con un toque de suspense y que hable de hechos reales novelados, es muy recomendable. Sí que admito (ya os habréis dado cuenta) que a mí no me ha parecido tan perfecta como muchas opiniones que he leído o escuchado (tiene una puntuación astronómica en Goodreads, pero yo voy a mi aire, como siempre). Le he encontrado principalmente dos pegas: una es que creo sinceramente que le sobran páginas, y ya, ya sé que hay lectores que no consideran esto una queja legítima porque cada escritor usa el número de páginas que considera necesario y tal... y ya, sí, bien, pero si el único propósito de eso es ralentizar el momento del desenlace sin aportar nada y dar vueltas sobre lo mismo todo el rato, para mí sobran, qué queréis que os diga. La otra pega que le pongo es precisamente el momento culminante, el desenlace, eso que llevas esperando desde hace más de 500 (demasiadas) páginas, porque, como digo arriba, no tiene la tensión suficiente y decepciona un poco después de tanta anticipación. Teniendo en cuenta que no hay ninguna intriga (para el lector) sobre la identidad de Anne McBride durante toda la novela, la carne en el asador había que ponerla en ese final, y a mí se me quedó corto (si soy sincera, ese clímax me pareció tan descafeinado que incluso llegué a pensar que habría un nuevo giro en las últimas páginas y que lo bueno estaba por venir... me equivoqué, mi gozo en un pozo: el final es el que es, sin más xD).
 
En cualquier caso supongo que esto es como todo,  gustos personales más que otra cosa, porque la gente habla maravillas, así que dejando todo esto a un lado, es una lectura que cumple sobradamente su función y que además resulta muy interesante precisamente por el contenido real que tiene la historia. Y sí, sé que no he contado gran cosa sobre el libro en sí mismo, pero es que poco más se puede contar: conocemos a las brujas de la noche y pasamos muchas páginas viendo cómo los protagonistas intentan identificar a la cazadora mientras avanzan las relaciones entre ellos :)
 


 

Kate Quinn es la autora de ficción histórica más vendida en las listas de The New York Times, y del USA Today,. Originaria del sur de California, estudió en la Universidad de Boston, donde realizó su licenciatura y un máster en Letras Clásicas. Aficionada durante toda su vida a la historia, escribió una saga sobre la Roma Clásica y dos libros ambientados en el Renacimiento italiano, antes de volcar su atención en el siglo xx y alcanzar su gran éxito internacional (más de un millón de ejemplares vendidos) con La red de Alice y El código Rosa. Kate y su esposo viven en San Diego con sus tres perros adoptados.

lunes, 24 de junio de 2024

RESEÑA (by MH) ::: LOS ASESINATOS SILENCIOSOS - A. G. MacDonell


 
 
tulo original: Silent Murders
Autor: A. G. MacDonell
Editorial: Siruela
Traducción: Pablo González-Nuevo
Páginas: 304
Fecha publicación original: 1929
Fecha esta edición: marzo 2022
Encuadernación: cartoné
Precio: 18,95 euros
Ilustración de cubierta: @Lordprice Collection




Un anciano vagabundo es encontrado sin vida en la carretera entre King’s Langley y Berkhampstead. La única pista, atada al último botón de su andrajoso abrigo, es un pedazo de cartón en el que aparece escrita la palabra «Tres». Poco después, Aloysius Skinner, presidente de la compañía Cochinilla Imperial, muere a causa de un misterioso disparo mientras viaja en el asiento trasero de un taxi. Junto a su cuerpo la policía descubre otra nota similar, solo el número varía: «Cuatro». La situación se vuelve aún más inquietante cuando un profesor de literatura clásica, Oliver Maddock, es asesinado durante una celebración familiar, engrosando así el macabro grupo con el número «Cinco».

El inspector Dewar y el superintendente Bone, de Scotland Yard, tendrán que atar todos los cabos de una nebulosa trama cuyas ramificaciones se extienden desde la campiña inglesa hasta la lejana Sudáfrica, a la vez que plantea dos acuciantes enigmas: ¿dónde están las víctimas «Uno» y «Dos»? y, sobre todo, ¿hasta dónde llegará la mortal secuencia del asesino silencioso?
 
 

 
Hubo una época en la que me compraba todos los libros publicados en la biblioteca de clásicos policíacos de Siruela, pero lo cierto es que las lecturas me resultaban muy irregulares, algunos me gustaron mucho pero otros no tanto, y empecé a espaciar las adquisiciones y las lecturas. Tengo unos cuantos pendientes todavía en las estanterías, pero echando la vista atrás hacía al menos un par de años que no leía ninguno, y me alegro de haber vuelto a esta colección con
Los asesinatos silenciosos, porque lo he disfrutado mucho. Voy a escribir sin más y a ver lo que sale, porque es la única manera de sacar las reseñas adelante (cada vez me cuesta más sentarme delante del ordenador a escribirlas, me da una pereza tremenda. Y perdonad que sea tan sincera pero es lo que soy y siempre he sido por aquí). Bueno, al lío.

La premisa es tan sencilla como intrigante. Están apareciendo cadáveres en distintos lugres de Inglaterra con un número escrito en un cartón, y los fallecidos no solo no parecen tener una conexión evidente entre ellos, sino que los primeros cuerpos de los que se tiene constancia con estas características son los marcados con los números 3 y 4, lo que quiere decir que al menos existen un 1 y un 2 de los que no se sabe nada, y que probablemente aparecerán un 6, un 7, etc... como así ocurre. Los agentes de Scotland Yard andan muy perdidos, ponen sus miras sobre una persona en concreto pero las cosas no están nada claras, y hasta que no encuentren qué relaciona a todas estas personas no solo no podrán resolver el caso, sino que no sabrán cuántos cadáveres numerados seguirán apareciendo y hasta donde llegará el número de asesinatos.
 
Y así comienza la novela, cuyo planteamiento es muy interesante por diversos aspectos. Uno es que cuando la policía comienza a darse cuenta del percal lo hacen con el espectáculo ya avanzado, porque los asesinatos 3 y 4, si de verdad la numeración está ahí por algo, implican la existencia de los asesinatos 1 y 2, de los que no se sabe absolutamente nada, que han pasado totalmente desapercibidos y que ni siquiera saben si se han cometido en suelo británico, porque desde luego a ellos nos les constan cartones con esos números en ninguna escena del crimen. Pero claro, luego llega el asesinato número 5, y tienen tres cadáveres entre manos a los que no une absolutamente nada ni están relacionados entre sí aparentemente, porque tenemos a un vagabundo, a un magnate de los negocios y a un tranquilo profesor. Y los agentes de Scotland Yard no dejan de darle vueltas... ¿y si los números no significan realmente nada? ¿Y si no forman parte de la misma serie? ¿Y si solo son coincidencias? Y lo más importante, ¿cuál es el móvil? Porque si no encuentran la conexión menos saben el motivo detrás de los crímenes. Es que ni siquiera los han matado de la misma manera. Lo único que tienen en común es un determinado rango de edad (que todos pasan de los cincuenta y cinco años), pero eso es más bien poca cosa, como comprenderéis, así que cuando empiece a subir la cuenta (que va a subir... en este libro muere mucha gente), los de arriba van a empezar a ponerse nerviosos, las líneas de investigación van a empezar a ser demasiadas y el tiempo va a correr en su contra desesperadamente. Y es que hay muchas pistas pero ninguna conduce a nada, y cada vez que parece que han resuelto algo es un sí pero no, un casi pero no del todo, un puede que sí pero hay algo que no...

Si algo me ha gustado de esta historia es el tono, el ritmo y, sobre todo, los diálogos. Las conversaciones entre el superintendente Bone y el inspector Dewar me han sacado la sonrisa muchas, muchas veces. Por un lado tenemos al superintendente Bone, guasón, se lo toma todo con filosofía y tranquilidad, y aunque parece de esos jefes que delegan todo y trabajan poco, en realidad no se le escapa nada y no da puntada sin hilo. Tiene sentido del humor, todo lo que dice parece ligero, pero en realidad conduce a su inspector por donde quiere y le va abriendo vías de investigación... aunque él mismo está muy equivocado en sus teorías, como iremos averiguando durante la historia. El inspector Dewar, por su parte, es un escocés de las Tierras Bajas que desconfía del instinto, la intuición y los impulsos; lo suyo son la lógica y el razonamiento, y su cabeza no deja de buscar explicaciones a todo el sinsentido que rodea a este caso. Estas dos personalidades están al servicio de una historia que, a pesar de dilatarse durante varios meses ante la falta de pruebas, no da un respiro, nos lleva de viaje a varias localizaciones a lo largo de Inglaterra (y a investigaciones fuera de ella) y y tiene un giro que resulta inesperado y explica todo al final de manera impoluta.

Y aquí toca hacer una advertencia: no dejéis que nadie os cuente nada más sobre esta historia. El giro que explica la serie de asesinatos no solo aparece muy avanzada la trama, sino que además eso hace que la identidad del asesino sea de esas cosas que no se pueden adivinar a priori (porque eso mismo forma parte de la estructura del libro, no porque el autor se lo saque de la manga... tened claro que aquí no importa el asesino, importa la motivación del asesino, y ahí radica uno de los puntos originales de la novela). Pero es que además, salvo que me equivoque, esta es la primera novela históricamente hablando en la que se usa el elemento detonante de la ola de crímenes, así que lo dicho, que no os cuenten nada ni os digan nada, que las insinuaciones leves destrozan lecturas.
 
Como decía al principio, he disfrutado mucho de
Los asesinatos silenciosos, y me ha quitado un poco la espina de decepciones anteriores en la colección. Esta novela que os traigo hoy de A. G. MacDonell no es un novelón, pero sí muy entretenida y con ese aire británico que tanto me gusta (supongo que a quien no le entusiasme o no conecte con ese no sé qué de las islas no le gustará tanto, así que avisado queda). Este fue el tercer libro de misterio publicado por MacDonell bajo el seudónimo de Neil Gordon, y aunque pensaba que no había nada más suyo traducido al castellano, resulta que sí que hay un par de libros muy alejados de la temática detectivesca y que además están considerados sus mejores obras, así que me voy a hacer con ellos a la de ya. He disfrutado del estilo inteligente y vivo del autor (por si no había quedado claro), y también de la originalidad del planteamiento, de la metodología a la hora de investigar los asesinatos y de lo fácil que hace parecer algo que en realidad es muy complicado: mantener el ritmo durante las 300 páginas sin que el interés decaiga en ningún momento.

Ah, y estoy muy de acuerdo con un comentario de Inés, de La huella de los libros, donde dice que no entiende la imagen de cubierta... para que os hagáis una idea, no solo no hay ninguna situación social, tipo fiesta, reunión de la alta sociedad, o lo que sea, que justifique esa imagen; es que este es de esos libros donde no hay mujeres entre los personajes. Ni una, salvo un par de testigos cuyos interrogatorios no suman ni tres párrafos en las trescientas páginas. La cubierta es muy bonita, sí, pero no tiene absolutamente nada que ver con el contenido.


Archibald Gordon MacDonell (Poona, 1895-Oxford, 1941) nació en la India, en el seno de una familia de origen escocés. Muy pronto se trasladó a Inglaterra, donde completó sus estudios y se incorporó a la Royal Field Artillery como teniente durante la Primera Guerra Mundial. Trabajó como periodista para diversos medios y comenzó su carrera como escritor de novelas detectivescas, firmadas con distintos seudónimos. Fuera del género, destaca especialmente Inglaterra, su Inglaterra (1933), delicioso clásico de la literatura humorística británica.