jueves, 4 de septiembre de 2025

RESEÑA (by MH) ::: EL BRAZALETE DE GRANATES - Aleksandr Kuprín


Título original: Гранатовый браслет
Autor: Aleksandr Kuprín
Editorial: Ediciones Invisibles
Traducción: Marta Rebón
Páginas: 144
Fecha publicación original: 1911
Fecha esta edición: marzo 2020
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 euros
Diseño de cubierta: Andy Noguerón




Desde hace un tiempo la princesa Vera recibe apasionadas cartas de amor de un hombre misterioso. Hasta el momento, no parece que deba inquietarse por ello. Sin embargo, de pronto el enamorado secreto da un paso más: el día del santo de la princesa le manda un brazalete de granates.

¿Quién es él y qué espera de la princesa? ¿Se trata de un loco o simplemente de un ferviente admirador que, en su arrebato pasional, ha perdido el sentido de la prudencia? Y, yendo todavía más allá, ¿existe eso que el enamorado misterioso llama «el amor verdadero», una pasión tan arrebatadora que solo aparece una vez cada mil años? 


 
 
Raro es el año en el que no os traigo alguna joyita de la colección Pequeños Placeres de Ediciones Invisibles, y este año le ha tocado el turno a un autor del que no había leído nada y del que, de hecho, hay muy poquito traducido al castellano. Y esto no deja de resultar curioso en unos años en los que se están recuperando muchos autores del este de Europa, porque Kuprín fue uno de los escritores rusos más notables y reconocidos de su generación. La breve novela de la que os voy a hablar,
El brazalete de granates, fue publicada en 1911, cuando Kuprín ya había publicado algunas de sus obras más conocidas.
 
Es el mes de septiembre y la princesa Vera Nikoláievna Sheina no ha podido abandonar la dacha en la que pasa sus vacaciones por ciertas obras que se están realizando en su casa. Eso hace que celebre su santo allí y que los invitados sean pocos y selectos. Entre ellos están su hermana Anna, su hermano Nikolái y su abuelo, el general Anósov, que no es abuelo carnal pero ha ejercido como tal desde que Vera era muy pequeña. La velada transcurre hablando de lo terrenal y lo divino, de la vida y, sobre todo, del amor. Ese mismo día Vera recibe una nota de alguien que, aunque nunca se ha identificado salvo por sus iniciales, lleva años confesándole su apasionado e incondicional amor por escrito. Esa nota va acompañada de un brazalete de granates de escaso valor, y ella, que no oculta nada, le enseña tanto la nota como el regalo a su marido y a su hermano Nikolái. Ellos deciden tomar cartas en el asunto, algo de lo que puede que Vera se arrepienta más tarde.
 
Kuprín se resistía a introducir contenido sociológico en sus novelas, cosa que resulta curiosa porque si buscas información sobre el autor lo primero que te pone es que es reconocido principalmente por la crítica social que contiene su obra. Como ya digo al principio es la primera obra que leo de este autor y no puedo opinar al respecto de primera mano. De hecho estaba considerado un escritor realista con tintes naturalistas (ambas corrientes están muy relacionadas entre sí), y  sí creo que El brazalete de granates es un ejemplo de ese corte realista. Aunque en principio vemos que los personajes pertenecen a la aristocracia rusa y nos muestra las costumbres y el estilo de vida de la alta sociedad del país antes de la revolución de 1917, los aborda de una manera individualizada, aferrados a lo que quizás se espera de ellos en su entorno o su posición social. Pero realmente esta novela no va de todo eso, tiene un carácter más intimista, se recoge sobre sí misma a la hora de plasmar sus ideas sobre las páginas.
 
¿Cuál es el tema de esta historia entonces? Pues en realidad dos son las cuestiones principales: el matrimonio y, sobre todo, el amor. Y comienzo por el primero, porque se ponen sobre la mesa las diferencias en los motivos que impulsaban tanto a hombres como a mujeres a casarse en aquella época. Si hablamos sobre las mujeres, esas razones iban desde la vergüenza a quedarse solteras o ser las únicas en el grupo de amigas en no pasar por el altar a convertirse en una carga para la familia, el deseo de tener hijos y un hogar propio y cierta independencia. Los motivos de los hombres eran completamente diferentes y muy alejados: hartazgo de cuartuchos sucios y desordenados, necesidad de una vida más metódica y saludable, dejar descendencia en este mundo que perpetuase su apellido y, a ser posible, una buena dote que acompañase a la dama elegida en cuestión. ¿Dónde estaba el amor? Pues la mayor parte de las veces en ninguna parte: cada cual buscaba algo muy concreto en el matrimonio y accedía a casarse con aquel o aquella que se lo proporcionase. El amor era lo de menos. Si surgía bien; si no, tampoco era algo esperado y la convivencia se desarrollaba de manera totalmente normal.
 
Claro, eso hace que el tema del libro derive precisamente hacia el amor verdadero, desinteresado, ese que no espera nada y que lo trasciende todo. Ese que pocas veces llega en la vida y cuando llega lo dejamos pasar o no está a nuestro alcance aferrarnos a él. Quizás no sabemos verlo a tiempo, quizás no lo reconocemos cuando se nos presenta delante. Tal vez estamos tan acomodados en nuestra rutina o en lo que consideramos seguro que no somos capaces de darle la mano y volar con él. Acaso la vida, lo que se espera de nosotros, nos ciega y nos impide aceptar las señales; las apartamos de un manotazo, nos molestan, ¿qué hace este amor tan auténtico, tan honesto, tan incondicional, intentando desviarme de mi camino? 
 
Pues en torno a este amor versan las conversaciones en esta reunión entre familiares y amigos. Se cuentan anécdotas, se indaga en la vida amorosa de los demás, se echan unas risas... en el fondo subyace esa imagen del matrimonio perfecto en el que la esposa cree que con estar bien, cómoda y segura ya es feliz tal como está y la visión que tienen realmente los de fuera, los que saben que eso no es amor, no del de verdad, no del auténtico. Se juega también mucho con la delgada línea que divide ese amor que no desiste, que se aferra a jirones de dicha, que no alberga esperanza alguna y aun así sigue amando, con la obsesión y la desesperación que no admite a razones. Hay muchas reflexiones en esta historia, sobre el modo en que nos engañamos a nosotros mismos y lo fieles que son sin embargo otros a sus sentimientos, y aunque poco más puedo contaros, porque es muy breve, tengo que hacer honor a ese final bello, lírico y emotivo con el 
segundo movimiento (Largo appassionato) de la sonata para piano n.º 2 en la mayor, Op. 2, n.º 2 de  Beethoven como banda sonora porque así lo requiere la propia narración.
 
He perdido la cuenta de las veces que os he dicho que a los rusos no hay que tenerles miedo, y que si no os atrevéis con los tochos o las novelas más largas, siempre podéis acercaros a ellos con sus historias cortas, porque eran unos maestros en la narrativa breve. Os he traído ya muchos ejemplos al blog y ahora añado El brazalete de granates porque merece mucho la pena. Una narrativa tan sosegada como poética, con esa cadencia rusa tan característica y al tiempo tan sencilla y asequible de leer, y una historia con tintes trágicos que lees con cierta intriga por saber quien está tras esas cartas y ese brazalete, por descubrir en qué va a terminar toda esa situación, y terminas con el corazón encogido y una sonrisa triste de aceptación y comprensión en la boca. Hay un personaje escondido en la historia, ese que lo mueve todo en ella aunque apenas protagoniza una escena, y ese personaje es quizás el que mejor representa la intensidad de los clásicos rusos en toda la novela. 
 
Me ha gustado mucho, vaya. Sigue siendo un deleite descubrir estos pequeños placeres. Que no se acaben nunca.
 


Alexandr Kuprín (Penza,1870- Leningrado, 1938). Tuvo una vida como la de tantos otros escritores rusos de su época: empezó la carrera militar, pero la abandonó para dedicarse de lleno a la literatura. A principios del siglo XX le llegaron sus primeros éxitos, pero con el estallido de la Revolución, a cuyos principios no era afín, decidió exiliarse en Francia, donde la nostalgia lo llevó al alcoholismo. Cuando volvió a Rusia, era la sombra de lo que había sido. El brazalete de granates (1911) es su relato más conocido y también el más querido por los lectores rusos.

lunes, 1 de septiembre de 2025

RESEÑA (by MH) ::: LA FAMILIA ETERNA - Natalie Babbitt


 
Título original: Tuck Everlasting
Autora: Natalia Babbitt
Editorial: Temas de Hoy
Traducción: Elisa Levi
Páginas: 176
Fecha publicación original: 1975
Fecha esta edición: mayo 2023
Encuadernación: cartoné
Precio: 5,95 euros
Diseño de cubierta: Melissa Castrillón 
 
Condenados a la vida eterna ―o bendecidos con ella― después de haber bebido de un manantial mágico, la familia Tuck lleva décadas intentando vivir de la manera más discreta posible. Cuando la pequeña Winnie Foster descubre el secreto de los Tuck, estos se ven empujados a llevársela con ellos antes de que corra la voz. Nadie más puede saber de los poderes del manantial: vivir para siempre quizá no sea tan buena idea como parece…

Natalie Babbitt publicó
La familia eterna en 1975 y hoy son muy pocos los estadounidenses que no han crecido entre sus páginas. Por razones inexplicables no la habíamos leído hasta hoy.
 

 
Hoy vengo con otra novela más de la que primero conocí la historia por su adaptación cinematográfica hace como veinte años. Tras ver la película estuve buscado incansablemente el libro en español pero desistí porque no existía ninguna edición. Me olvidé del tema, y de pura casualidad hace un par de años me encontré con que había sido traducido por primera  vez a nuestro idioma (y ahora está a solo 5,95 euros si os interesa, por cierto). Nunca es tarde si la dicha es buena, pero resulta curioso, porque esta novela infantil-juvenil es todo un clásico de la literatura estadounidense y lectura casi obligatoria para los niños de ciertas edades... y resulta curioso por varias razones, una de las cuales os la comentaré luego, pero con lo puritanos que son los estadounidenses para sus lecturas infantiles me sorprende que esta novela sea tan reverenciada y haya pasado el corte censor. En fin, que os cuento.
 
Winnie Foster es una niña de diez años que está harta de que todo el mundo le diga lo que tiene que hacer. Planea escaparse, ser libre y dueña de sus actos y sus horas, y lo que no se imagina es que el día que finalmente decide embarcarse en su aventura, sean otros los que fuercen esa desaparición. ¿Que ocurre? Pues que se adentra en el bosque que hay junto a su casa y que pertenece a su familia, y se tropieza con Jesse Tuck, un joven increíblemente hermoso de diecisiete años que afirma tener (¿en broma?) ciento cuatro años. Jesse está junto a un manantial y Winnie, que ha visto como Jesse bebía de él y asume que es potable, decide que tiene sed y que ella también quiere beber. Jesse se niega en redondo, pero sabe que aunque en ese momento no beba, volverá y probará el agua... y ahí comienza la aventura de Winnie, porque los Tuck no tienen más remedio que secuestrarla y llevársela a su casa. No tienen intención de hacerle daño, solo quieren contarle qué ocurre con ese manantial, por qué no debe beber y por qué debe darles su palabra de no hablará sobre él a nadie. Su intención es la de devolverla al día siguiente a su casa sana y salga... pero suceden cosas entre medias que complican todo mucho. Porque también está el hombre del traje amarillo. Cuidado con él. Mucho cuidado.
 
Un día de esa especial semana, no hace mucho tiempo, sucedieron tres cosas que, en principio, no parecían tener relación entre ellas. Al amanecer, Mae Tuck partió en su caballo hacia el bosque a las afueras del pueblo de Treegap. Se encaminó, como cada diez años, a encontrarse con sus dos hijos: Miles y Jesse. Al mediodía, Winnie Foster, cuya familia, era dueña del bosque de Treegap, perdió la paciencia por fin y pensó en huir. Y al anochecer, un hombre apareció a las puertas de la casa de los Foster. Buscaba a alguien, pero no dijo a quien. 
 
No hago ningún spoiler si os digo que quien bebe de ese manantial se queda congelado (por así decirlo) en la edad que tiene en ese momento, que no envejece ni un día más y adquiere la vida eterna, con lo que no solo no puede morir, sino que cualquier accidente o daño que sufra no tiene ninguna consecuencia por muy terrible que sea. Y partiendo de aquí se abren todas las dicotomías posibles del mundo, empezando por si vivir para siempre es una bendición o una maldición. La familia Tuck, compuesta por un matrimonio de unos cuarenta años y dos hijos (uno de diecisiete y otro de unos veinte en el momento de beber el agua), se queda en esa edad, apariencia y físico, lo que hace que no solo no puedan permanecer mucho tiempo en el mismo sitio sin levantar sospechas y suspicacias, sino que los dos más jóvenes jamás podrán tener una familia propia, porque sus mujeres y sus hijos envejecerán mientras ellos siguen igual. Así que se mudan cada ciertos años, se ganan la vida permaneciendo poco tiempo en los mismos trabajos, apenas se relacionan con nadie, reniegan de amistades y lazos estrechos y tampoco se dejan ver en los mismos sitios de manera asidua para que nadie los recuerde con claridad. Viven una vida al margen en la que no pueden confiar a nadie su secreto, y aquí es donde surge realmente el problema.
 
¿Qué haría la humanidad en general si conociesen la existencia de ese manantial? ¿Se puede confiar en el buen criterio de los seres humanos y en que hagan lo correcto? Porque ese es el quid de la cuestión, eso es lo que hace que los Tuck guarden el secreto sobre el manantial y que en esta historia secuestren a Winnie para hacerle entender que nadie, NADIE, debe saber de la existencia de esa fuente de agua. Se podría pensar de manera modesta (gente de cualquier edad bebiendo para ser jóvenes por siempre jamás, o bebiendo por error y siendo niños/bebés para siempre o bebiendo en la vejez para curar una enfermedad y ser mayores con limitaciones para siempre... y todo ello sin ser realmente conscientes de lo que supone eso), a media escala (que este manantial se convirtiese en un negocio para gente que pagase cantidades astronómicas por beber e hiciese millonario a quien tuviese el derecho de explotarlo) o a lo grande (¿os imagináis lo que ejércitos o inteligencias militares podrían hacer con un arma de este calibre?). Sea como sea, el conocimiento público de la existencia de este lugar tendría consecuencias nefastas e imprevisibles. No, los Tuck tienen claro que el secreto del manantial debe seguir siendo un secreto. Ellos han sufrido casi un siglo de consecuencias de beber de él por accidente en un momento de sed y saben lo que es vivir más tiempo del que te corresponde en un mundo que no se detiene a tu alrededor.
 
Claro, todo esto tienen que hacérselo a entender a una niña como Winnie, que está viviendo la aventura que siempre había deseado pero que no termina de creerse todo esto que le cuentan. Confía en ellos, sabe que no le van a hacer daño, la cuidan, la miman, la tratan como a una más de la familia, pero a pesar de su corta edad afronta todo con mucha racionalidad y confianza: si ellos están seguros de que es verdad lo que cuentan, ella actuará en consecuencia y no hará nada que pueda hacerles daño. Y eso lo vemos hacia el final del libro, cuando Winnie tiene que tomar una decisión muy importante sobre algo que tiene mucha relevancia si los Tuck son de verdad inmortales. Ella no lo cree pero, si lo son, las consecuencias serían terribles y prefiere no tener que averiguarlo a las malas. Se han convertido en su segunda familia y haría lo que fuese por ellos.
 
Morir es parte de esa rueda, justo ahí arriba, junto al nacimiento. No puedes elegir qué partes te gustan de la rueda y desechar el resto. Formar parte de ella es un regalo. Pero nos ha pasado por alto a nosotros, los Tuck. Vivir es un trabajo difícil, pero, dejando eso a un lado, la forma en la que lo estamos haciendo también es inútil. No tiene sentido. Si yo supiera ir hacia atrás en la rueda, lo haría. No puedes vivir sin morir. No se puede llamar "vivir" a lo que hacemos nosotros. Simplemente somos, estamos, como rocas a un lado del camino.

 

La novela está escrita en capítulos muy cortos que van al grano, y aun así la autora cuida muchísimo el estilo y el lenguaje, y se detiene en descripciones que sorprenden en un libro como este por el público al que va dirigido. De hecho en una entrevista que incluye la edición al final se habla sobre este tema, que usa muchas metáforas, símiles e incluso un vocabulario que a niños de hoy en día les resulta complicado. Ella defiende (con toda la razón del mundo) que los que fuimos niños hace décadas leíamos clásicos infantiles complicados que no se andaban con tantos remilgos en este aspecto, y que los niños de entonces leíamos más fluido y teníamos un vocabulario mucho más amplio. Los adultos de hoy en día han decidido que las lecturas de los niños no deben suponer ningún esfuerzo y ser muy básicas porque piensan que no son capaces de más, y Babbitt afirma que eso es una locura. Sabe que muchos niños consideran que sus historias empiezan despacio, que son muy descriptivas, que hay mucha palabrería, pero eso es lo que a ella le gusta y como cree que debe ser. 

Reconozco que con el final he tenido mis más y mis menos, y es por una razón totalmente personal. De hecho el final es totalmente consecuente con todo lo que hemos leído en el resto de páginas y coherente con la personalidad y el carácter de Winnie en una historia de dilemas morales y de grises en cuanto a lo que es correcto o no... pero yo no quería que terminara así, hubiese preferido el final contrario (aquí también abriría un debate sobre si Winnie anda un poco justa de imaginación a la vista de sus actos... pero eso para otro día xD). En esa misma entrevista que os digo arriba Babbitt habla de ese final, que ella justifica simplemente diciendo que es lo que ella hubiese hecho y como ella hubiese actuado, y que es el final que quería para su libro. Sin más y sin buscarle tres pies al gato, y es como debe ser, obviamente. Pero yo me he quedado con el gusanillo de que hubiese preferido otra cosa, y de hecho me ha parecido algo anticlimático. Nada, que no siempre nos puede gustar todo en un libro. 
 
Por ir terminando, os decía arriba que me sorprendía que este libro siguiese siendo tan popular y reverenciado en USA dado el puritanismo para las lecturas infantiles que suelen mostrar y la de libros que censuran por razones de perogrullo, y es que La familia eterna tiene dos cosas que sorprenden un poco en un libro infantil-juvenil: el primero es que hay un asesinato (sobre esto no os voy a decir nada, obviamente... es que hay muchas cosas que no os he contado de esta novela aunque parezca que os he contado mucho, pero sí, pasan cosas xD), y el  segundo es que Winnie desde el principio siente una fascinación por Jesse que se podría interpretar de varias maneras, y el papel que juega Jesse en esto no os lo puedo desvelar pero ahí está. En este segundo aspecto no pasa nada inapropiado, obviamente, pero las alusiones están ahí, y de hecho en la adaptación cinematográfica se quitan este marrón de encima sumándole muchos años al personaje de Winnie. Pasa de ser una niña de diez años a una adolescente, y eso demuestra la intencionalidad de la trama y el deseo también de evitar esa connotacion raruna de la novela. Ya no tenemos una niña que adora platónicamente a un joven de diecisiete años, sino que tenemos a un personaje de edad similar que desarrolla y da cabida a otro tipo de sentimientos y maneras de contar y afrontar la historia. Os confieso que, aun sin recordar gran cosa de la película, me chocó mucho el tono del libro, porque yo recordaba algo totalmente distinto, una sensación completamente diferente, y claro, al ver el tráiler he recordado el por qué. Más que nada para que vayáis prevenidos. En cualquier caso, os dejo el tráiler (Alexis Bledel tenía ya 18 o 19 años cuando rodó la película, para que os hagáis una idea).
 
 

 
Por cierto una serendipia. He leído Una familia eterna en agosto, y no tenía ni idea de que transcurría precisamente en ese mes, así que para los que buscáis lecturas estacionales, esta es una de ellas (valdría tanto para el mes que lo leéis como para el verano en sí mismo). De hecho ya sabéis que la versión libre de mi reto hay una premisa así, y aunque para este año ya no sirve, tenedlo en cuenta para el año que viene si os interesa la historia y no tenéis ninguna lectura programada para esa premisa.
 
 



Nacida en Dayton (Ohio) en 1932, esta artista y escritora estadounidense empezó su carrera ilustrando, el 1966, The Forty-Ninth Magician, escrita por su marido, Samuel Babbitt. Tres años más tarde publicó su primera novela, The Search for Delicious. En ella ya demostró una capacidad para crear cuentos mágicos con un significado profundo presente en la veintena de obras que escribió a lo largo de su vida. En 2002, su clásico moderno La familia eterna llegó a los cines y en 2016, el año de su fallecimiento, se estrenó una versión musical de la novela en Broadway.