Título original: Mnogo li cheloveku zemli nuzhno
Autor: Lev Tolstói
Editorial: Nórdica
Traducción: Víctor Gallego
Páginas: 72
Fecha de publicación original: 1886
Fecha esta edición (6ª): abril 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 3,99 euros (ebook) + 15 euros (papel)Ilustración de cubierta e interiores: Elena Odriozola
Escrito en 1886, ¿Cuánta tierra necesita un hombre? es una modernísima
parábola sobre la ambición del ser humano. Pajom es un campesino al que
ninguna extensión de tierra satisface: cuanta más tiene, más necesita.
Al conocer que los habitantes de una lejana región, los bashkirios, le
ofrecen tanta tierra como pueda recorrer en un día, no lo dudará e
intentará abarcar la mayor cantidad posible...
La prosa de Tolstói —decía Nabokov— late al ritmo de nuestro corazón. Elena Odriozola (Segundo Premio Nacional de Ilustración 2006) ha captado ese pulso narrativo y nos lleva con sus imágenes a la tierra que vio nacer a Pajom, permitiéndonos acompañarle en su viaje por la estepa rusa, marcado por el ritmo de su ambición. Las vacas serán testigo de ese afán.
La prosa de Tolstói —decía Nabokov— late al ritmo de nuestro corazón. Elena Odriozola (Segundo Premio Nacional de Ilustración 2006) ha captado ese pulso narrativo y nos lleva con sus imágenes a la tierra que vio nacer a Pajom, permitiéndonos acompañarle en su viaje por la estepa rusa, marcado por el ritmo de su ambición. Las vacas serán testigo de ese afán.
Yo y mis queridos rusos... Hacía tiempo que no os traía ningún ruso por estos lares, así que ya tocaba. Aun así, la reseña de hoy va a ser muy cortita porque muy cortito es también este relato que la editorial Nórdica publicó allá por 2011 en su primera edición, y que fue ilustrado por Elena Odriozola. Bonito el continente, fantástico el contenido, y además es de Tolstói. Doy palmas con las orejas xD.
La historia comienza cuando dos hermanas (la mayor, que vive en la gran ciudad, y la menor, que vive en una aldea en el campo) glorifican las virtudes de la vida que lleva cada una. La de la ciudad, casada con un comerciante, alaba sus buenas ropas, los teatros, la vida elegante y refinada...; la menor, casada con un campesino, afirma que la gente de campo no vive con miedo como los comerciantes, y que en la aldea tienen una existencia tranquila y segura y no tienen que preocuparse de perderlo todo en un abrir y cerrar de ojos. Pajom, el marido campesino de la menor, interviene en la conversación para decir que lo único que lamenta es tener pocas tierras, porque si tuviera muchas, no tendría miedo ni del Diablo... lo que no sabe Pajom es que el mismísimo Diablo en persona, agazapado tras la estufa, ha escuchado la conversación, y acepta la apuesta: decide darle muchas tierras a Pajom, y a ver qué pasa, aunque él está seguro de que Pajom caerá en sus garras y no se conformará con que su suerte mejore.
Poco a poco el Diablo irá sembrando el camino de Pajom de envidia ante la prosperidad de otros y oportunidades para que su patrimonio vaya creciendo, la extensión de sus tierras aumente, sus cosechas sean buenas... y Pajom, ante lo bien que le va todo, siempre querrá más, venderá, comprará, volverá a vender y volverá a comprar, emigrará de un lugar a otro en busca de nuevas tierras a buenos precios y mejores propiedades... cuanto más tiene, más quiere; cuanto mejor le va, más arriesga... hasta que se cruza en su camino la noticia de que los bashkirios, habitantes de una tierra lejana, le venderán por mil rublos toda la extensión de sus tierras que pueda recorrer en un día pero con una condición: tiene que estar de vuelta antes de que se ponga el sol.
Poco más os puedo contar sobre el relato porque decir que esta historia gira en torno a la ambición desmedida se deduce de la sinopsis y resulta evidente con lo que os cuento arriba. Y más allá de ahí no se puede contar nada porque es un relato que se lee en apenas quince o veinte minutos. Tolstói usa al Diablo como impulsor de esa ambición, pero durante toda la narración subyace lo que todos sabemos y que el autor, gran observador de la naturaleza intrínseca del ser humano, plasmó de manera magistral en toda su obra: que cada persona tiene sus debilidades de carácter, y que en ocasiones solo hace falta un empujón, por muy aleatorio que sea, para que esas debilidades florezcan y sean su perdición.
Es un relato breve pero escrito de manera soberbia, fluida y muy al estilo de la narración corta de Tolstói, con esa sencillez aparente que esconde una conexión vibrante con el lector escogiendo casi al milímetro cada palabra y reflexión que quiere transmitirle. A esto hay que añadir la universalidad del tema que trata, la ambición que lleva al ser humano a tomar decisiones que ni siquiera le hacen más feliz porque esa misma ambición jamás se ve satisfecha y siempre le pide y le exige más, y más, y más... Esta historia tiene más de 130 años y podría haber sido escrita ayer mismo aplicándola a mil noticias que vemos o escuchamos en las noticias todos los días.
El final es fantástico, y la última frase, la frase con la que Tolstói cierra la historia, es sencillamente magnífica: en apenas unas palabras da un palmotazo elegante en la mesa y resume a la perfección cuál es el fin último de todo lo que acumulamos en vida sin ninguna medida, en qué queda realmente toda esa ambición sin tabiques que la moderen. ¿Cuánta tierra necesita un hombre? merece mucho la pena, se lee en un ratito y transmite un mensaje que, a poco que se conozcan la filosofía y el pensamiento del autor, no extrañará a nadie. En sus propias palabras (que no del relato): La ambición no hermana bien con la bondad, sino con el orgullo, la astucia y la crueldad.
Poco a poco el Diablo irá sembrando el camino de Pajom de envidia ante la prosperidad de otros y oportunidades para que su patrimonio vaya creciendo, la extensión de sus tierras aumente, sus cosechas sean buenas... y Pajom, ante lo bien que le va todo, siempre querrá más, venderá, comprará, volverá a vender y volverá a comprar, emigrará de un lugar a otro en busca de nuevas tierras a buenos precios y mejores propiedades... cuanto más tiene, más quiere; cuanto mejor le va, más arriesga... hasta que se cruza en su camino la noticia de que los bashkirios, habitantes de una tierra lejana, le venderán por mil rublos toda la extensión de sus tierras que pueda recorrer en un día pero con una condición: tiene que estar de vuelta antes de que se ponga el sol.
Poco más os puedo contar sobre el relato porque decir que esta historia gira en torno a la ambición desmedida se deduce de la sinopsis y resulta evidente con lo que os cuento arriba. Y más allá de ahí no se puede contar nada porque es un relato que se lee en apenas quince o veinte minutos. Tolstói usa al Diablo como impulsor de esa ambición, pero durante toda la narración subyace lo que todos sabemos y que el autor, gran observador de la naturaleza intrínseca del ser humano, plasmó de manera magistral en toda su obra: que cada persona tiene sus debilidades de carácter, y que en ocasiones solo hace falta un empujón, por muy aleatorio que sea, para que esas debilidades florezcan y sean su perdición.
Es un relato breve pero escrito de manera soberbia, fluida y muy al estilo de la narración corta de Tolstói, con esa sencillez aparente que esconde una conexión vibrante con el lector escogiendo casi al milímetro cada palabra y reflexión que quiere transmitirle. A esto hay que añadir la universalidad del tema que trata, la ambición que lleva al ser humano a tomar decisiones que ni siquiera le hacen más feliz porque esa misma ambición jamás se ve satisfecha y siempre le pide y le exige más, y más, y más... Esta historia tiene más de 130 años y podría haber sido escrita ayer mismo aplicándola a mil noticias que vemos o escuchamos en las noticias todos los días.
El final es fantástico, y la última frase, la frase con la que Tolstói cierra la historia, es sencillamente magnífica: en apenas unas palabras da un palmotazo elegante en la mesa y resume a la perfección cuál es el fin último de todo lo que acumulamos en vida sin ninguna medida, en qué queda realmente toda esa ambición sin tabiques que la moderen. ¿Cuánta tierra necesita un hombre? merece mucho la pena, se lee en un ratito y transmite un mensaje que, a poco que se conozcan la filosofía y el pensamiento del autor, no extrañará a nadie. En sus propias palabras (que no del relato): La ambición no hermana bien con la bondad, sino con el orgullo, la astucia y la crueldad.
Lev Tolstói (Yasnaia Poliana, 1828 – Astapovo, 1910). Novelista ruso, profundo pensador social y moral, y uno de los más eminentes autores de narrativa realista de todos los tiempos.
Después de un breve y poco afortunado intento por mejorar las condiciones de vida de los siervos de sus tierras, se entregó a la disipada vida de la alta sociedad aristocrática moscovita. En 1851 decidió incorporarse al ejército. En el Cáucaso entró en contacto con los cosacos, que influyeron mucho en sus novelas cortas.
Tolstói regresó a San Petersburgo en 1856, y se sintió atraído por la educación de los campesinos. Abrió en Yasnaia Poliana una escuela para niños campesinos en la que aplicó sus métodos educativos, que anticipaban la educación progresista moderna. En 1862, se casó con Sonia Andréievna Bers, miembro de una culta familia de Moscú. Durante los siguientes quince años formó una extensa familia, administró con éxito sus propiedades y escribió sus dos novelas principales, Guerra y Paz (1869) y Ana Karenina (1877).
De momento no lo dejo pasar, no soy muy fan de los rusos, aunque ahora en mayo voy a participar en una lectura conjunta de Anna Karenina, a ver qué tal.
ResponderEliminarBesos
Los rusos me encantan y Tostón uno de mis autores favoritos pero esta novela corta no la conocía así que me la llevo. Besinos.
ResponderEliminarLo leí hace tiempo como muchos libros de autores rusos, la ambición siempre está de actualidad, es algo que no pasa de moda ya que es inherente al hombre Y la mujer ( no vaya a ser que me digan algo, todos y todas).
ResponderEliminarUn beso
Lo leí en mi época rusa, si sí, yo como Picasso, he tenido muchas épocas 😁😁😁 y los autores rusos me pegaron fuerte.
ResponderEliminarMe encanta este libro, y eso que fue lectura casi obligatoria...
Besitos preciosa 💋💋💋
Ya hay que tener cuidado con eso, con no disfrutar de lo conseguido y saber cuándo es suficiente. También es cierto que no te puedes atascar y hay que avanzar y buscar nuevas metas pero sin perder de vista los valores. Seguro que este hombre lo cuenta muy bien y me has dejado intrigada con lo de la frase final. ¿Sabes lo que va a pasar no? Pues eso. Que seguro que la leo antes que el libro.
ResponderEliminarBesos
Me pasa lo que a ti: me atraen mucho los cládicos rusos, aunque últimamente mr prodigo muy poco en su lectura. Tomo buena nota de este relato que nos presentas. Besos.
ResponderEliminarPues yo no lo he léido, así que me anoto tu recomendación. Y si además es cortito, mejor jej
ResponderEliminarUn beso ;)
No lo conocía pero tiene una edición preciosa y parece interesante.
ResponderEliminarUn beso y gracias por la reseña.
Hola guapa, ay, ¡yo y los rusos, los rusos y yo! no congeniamos mucho... Si empiezo a leer algo creo que lo haría por Ana Karenina, no sé por qué, la verdad...
ResponderEliminarUn besazo
Relatos o novelitas cortas ideales para adentrarse en los clásicos rusos, para quién no se atreva con otro tipo de novelas, como a una servidora... y aún así, ahí siguen entre mis pendientes, como el de Nochebuena... además se pueden encontrar fácilmente en una biblioteca... Venga!! que me voy a poner las pilas... ;)
ResponderEliminarHola!! No he leído nada de este autor y este título y en esta edición me parece un modo ideal de iniciarme con él. ¡Estupenda reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!
ResponderEliminarNo lo conocía. Y si ya me ibas convenciendo a medida que iba leyendo tu reseña, con lo del final magnífico ya me has tentado del todo.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Genial Tolstoi y bonito homenaje a su obra por tu parte!
ResponderEliminarAdoro a Tolstoi. De él no sé qué prefiero, si sus grandes novelas, o sus relatos cortos pero intensos. Perderse en su obra es un trabajo lector comprometido, pero maravilloso.
De él tengo mucha curiosidad por leer su correspondencia con Gandhi, de la cual he leído alguna cosilla, pero no todo lo que quisiera.
Un abrazo y mil gracias por traer este título, que aún no he leído!!
Buena cosa me has traido. Y vaya edición. Apuntadísimo. Un besote.
ResponderEliminarPues yo que últimamente me estoy deshaciendo de todo lo que he ido acumulando en mi vida para nada, este libro me viene de perlas. Encima Tolstoi y encima breve Genial!
ResponderEliminarEs un autor con el que me apetece muchísimo estrenarme, y estas historias cortas me parecen perfectas para comenzar ;)
ResponderEliminarbesitos
Ay, Tolstoi... Me encanta. No conocía la frase de Nabokov sobre Tolstoi, me gusta mucho y sí que es muy acertada. Qué bonita esta edición de Nordica, me parece una recomendación estupenda para quienes quieran estrenarse con el autor, una primera toma de contacto breve y muy fiel al carácter del autor, según cuentas. Gracias por traernos esta edición, no la conocía. Besos.
ResponderEliminar¡Qué interesante! De normal me cuesta leer estos libro pero siempre compensa el esfuerzo extra, gracias por el descubrimiento.
ResponderEliminarBesos =)
Pues con Tolstoi ando, pero con Anna Karenina. Este ni lo conocía pero la verdad es que lo pones muy fácil por lo cortito que es y esa manera soberbia de la que dices está escrito.
ResponderEliminarBesos
Pues no soy de este tipo de historias, pero viendo que es un relato corto, de este escritor y que el mensaje me gusta, lo pensaré ;)
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