Título original: Vingt-quatre heures d'une femme sensible
Autora: Constance de Salm
Editorial: Funambulista
Traducción: Isabel LaCruz
Postfacio: Laura Freixas
Páginas: 176
Fecha publicación original: 1824
Fecha esta edición (2ª): octubre 2011
Encuadernación: rústica con sobrecubierta
Precio: 11 euros Encuadernación: rústica con sobrecubierta
Imagen de cubierta: Portrait de Constance Pipelet (Jean-Baptiste-François Desoria, 1797)
Publicada en 1824 (y reeditada recientemente en Francia con un
inesperado éxito de ventas: más de cien mil ejemplares en pocas
semanas), esta novela epistolar trata del tema de los celos con
extraordinaria penetración psicológica, pues, como dice Laura Freixas en
su postfacio, «es un finísimo estudio de toda la gama de emociones que
puede provocar una situación puramente imaginaria; un retrato terrible, y
muy instructivo, del amor como una forma de autismo».
La narradora pasa por todas las etapas del calvario al descubrir a la salida de la Ópera la traición de su amante, que sube a la calesa de otra mujer. Son 46 cartas redactadas a este amante en el espacio de un día, en una perfecta unidad de tiempo, acción y espacio.
Novela sutil y llena de clima en la que sin duda se inspiró Stefan Zweig para su célebre 24 horas en la vida de un mujer, esta obra (traducida por vez primera al español en la excelente versión de Isabel Lacruz, recreando el refinamiento y la precisión de la lengua original), es un autorretrato exquisito de la «verdadera sensibilidad», no sólo la que actúa sobre los afectos del alma, sino aquella que ilumina y engrandece la mente.
La narradora pasa por todas las etapas del calvario al descubrir a la salida de la Ópera la traición de su amante, que sube a la calesa de otra mujer. Son 46 cartas redactadas a este amante en el espacio de un día, en una perfecta unidad de tiempo, acción y espacio.
Novela sutil y llena de clima en la que sin duda se inspiró Stefan Zweig para su célebre 24 horas en la vida de un mujer, esta obra (traducida por vez primera al español en la excelente versión de Isabel Lacruz, recreando el refinamiento y la precisión de la lengua original), es un autorretrato exquisito de la «verdadera sensibilidad», no sólo la que actúa sobre los afectos del alma, sino aquella que ilumina y engrandece la mente.
De vez en cuando me gusta pasarme horas indagando e investigando en el catálogo de algunas de mis editoriales favoritas: hay auténticos tesoros publicados hace años que se ven engullidos por los numerosos libros que van llegando después y, si no sabes que fueron publicados en su momento, se te escapa por completo su existencia. Eso me pasó el año pasado con esta joyita, Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible, que Funambulista publicó allá por 2011. La compré nada más verla e, igual que me pasa con muchos otros libros, he tardado un poco en leerla pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible es una novela epistolar en la que, a través de 46 cartas más una conclusión, asistimos al torbellino emocional por el que atraviesa la protagonista tras ver alejarse a su amante con otra mujer en un carruaje tras una noche en la ópera. Esta mujer, de la que nunca llegamos a saber el nombre, vive una relación clandestina y secreta con él, y no solo debe enfrentarse al demonio de los celos y sus consecuencias durante esas veinticuatro horas, sino al hecho de que no puede demostrar públicamente su desesperación y que cualquier gesto dirigido a averiguar lo que realmente ocurre la expondrá de manera irreparable ante la sociedad.
Todas esas cartas (salvo alguna puntual que no escribe ella) están dirigidas a su amante y ninguna tiene respuesta, así que la autora usa el género epistolar para realmente desglosar con una pormenorización exhaustiva los diferentes estados por los que pasa esta mujer, una mujer que al no poder hablar con nadie, al no poder consultar con nadie, al no poder desahogarse con nadie, lo interioriza todo en un bucle del que se ve incapaz de salir y lo manifiesta en esas cartas que, una tras otra, constituyen un monólogo donde las etapas que atraviesa una persona durante un episodio de crisis emocional están plasmadas de manera tan magnífica como dolorosa.
Esta novela va camino del bicentenario de su publicación, pero los celos son un tema tan universal e inherente a la condición humana que esos doscientos años reflejan una contemporaneidad que abruma. Las dudas, la humillación, la desesperación, el sentirse engañada, el tratar de ponerse en el lugar de la otra persona, la esperanza que intenta abrirse paso entre tanta incertidumbre sin conseguirlo... le acusa, le odia, le reprocha, le perdona, toma una decisión, se arrepiente, vuelve a acusarle, vuelve a odiarle, le hace más reproches, vuelve a perdonarle, vuelve a tomar una decisión, vuelve a arrepentirse... El bucle en el que queda atrapada por una idea, una suposición que ni siquiera sabe si es cierta, si tiene consistencia y es real, la domina y le impide racionalizar la situación. La autora de estas cartas está sufriendo, sufre por no saber lo que está pasando y porque su cabeza no es capaz de controlar esa incertidumbre, y el lector sufre con ella.
Decía arriba que el torbellino de emociones de la protagonista resulta doloroso de leer, y es que ella siente amenazada su relación, duda de todo lo que daba por cierto hasta ese momento, y resulta muy fácil empatizar con esos sentimientos, con ese runrún en la cabeza que no nos deja en paz y que muchas veces nos engaña, juega con nosotros y nos hace creer cosas que no son ciertas. Y cuando ves a esta mujer realizando acciones que probablemente pagará en el futuro, cuando ves que su desesperación le lleva a límites que quizás no tengan vuelta atrás y pongan en entredicho su reputación, la compadeces y sufres por el modo en que su cabeza rige sus acciones y se ensaña con ella.
A mí me ha gustado muchísimo y me ha parecido una lectura muy atractiva e interesante para quien guste de adentrarse en historias donde el perfil psicológico del personaje y sus procesos emocionales durante el transcurso de una situación de estrés y de pérdida de control anímico lo son todo. Realmente aquí no hay más historia que la que os cuento, veinticuatro horas de celos expresados en tantas diversas formas como cambios y alteraciones sufren en nuestras mentes (todo ello narrado en un monólogo apenas interrumpido por alguna carta ajena), pero el modo de contarlo es sencillamente fantástico. El final es quizás acomodaticio, pero no debe en modo alguno perturbar el interés por esta lectura porque es lo menos importante de ella. Aquí no interesa hacia donde nos lleva la historia, sino cómo se transita por ella y la introspección del personaje a lo largo de todo el momento de crisis.
No quiero terminar sin comentar algo que ya se dice en la contraportada, y es que Stefan Zweig se inspiró en esta historia para escribir su novela Veinticuatro horas en la vida de una mujer, algo que resulta innegable aunque difiera en la forma y en el tipo de pasiones que mueven a la protagonista. Otra lectura de lo más recomendable para quien no la haya leído todavía :)
Veinticuatro horas en la vida de una mujer sensible es una novela epistolar en la que, a través de 46 cartas más una conclusión, asistimos al torbellino emocional por el que atraviesa la protagonista tras ver alejarse a su amante con otra mujer en un carruaje tras una noche en la ópera. Esta mujer, de la que nunca llegamos a saber el nombre, vive una relación clandestina y secreta con él, y no solo debe enfrentarse al demonio de los celos y sus consecuencias durante esas veinticuatro horas, sino al hecho de que no puede demostrar públicamente su desesperación y que cualquier gesto dirigido a averiguar lo que realmente ocurre la expondrá de manera irreparable ante la sociedad.
Todas esas cartas (salvo alguna puntual que no escribe ella) están dirigidas a su amante y ninguna tiene respuesta, así que la autora usa el género epistolar para realmente desglosar con una pormenorización exhaustiva los diferentes estados por los que pasa esta mujer, una mujer que al no poder hablar con nadie, al no poder consultar con nadie, al no poder desahogarse con nadie, lo interioriza todo en un bucle del que se ve incapaz de salir y lo manifiesta en esas cartas que, una tras otra, constituyen un monólogo donde las etapas que atraviesa una persona durante un episodio de crisis emocional están plasmadas de manera tan magnífica como dolorosa.
Esta novela va camino del bicentenario de su publicación, pero los celos son un tema tan universal e inherente a la condición humana que esos doscientos años reflejan una contemporaneidad que abruma. Las dudas, la humillación, la desesperación, el sentirse engañada, el tratar de ponerse en el lugar de la otra persona, la esperanza que intenta abrirse paso entre tanta incertidumbre sin conseguirlo... le acusa, le odia, le reprocha, le perdona, toma una decisión, se arrepiente, vuelve a acusarle, vuelve a odiarle, le hace más reproches, vuelve a perdonarle, vuelve a tomar una decisión, vuelve a arrepentirse... El bucle en el que queda atrapada por una idea, una suposición que ni siquiera sabe si es cierta, si tiene consistencia y es real, la domina y le impide racionalizar la situación. La autora de estas cartas está sufriendo, sufre por no saber lo que está pasando y porque su cabeza no es capaz de controlar esa incertidumbre, y el lector sufre con ella.
Decía arriba que el torbellino de emociones de la protagonista resulta doloroso de leer, y es que ella siente amenazada su relación, duda de todo lo que daba por cierto hasta ese momento, y resulta muy fácil empatizar con esos sentimientos, con ese runrún en la cabeza que no nos deja en paz y que muchas veces nos engaña, juega con nosotros y nos hace creer cosas que no son ciertas. Y cuando ves a esta mujer realizando acciones que probablemente pagará en el futuro, cuando ves que su desesperación le lleva a límites que quizás no tengan vuelta atrás y pongan en entredicho su reputación, la compadeces y sufres por el modo en que su cabeza rige sus acciones y se ensaña con ella.
El amor no es, pues, una condición inevitable de la vida, no es más que una circunstancia de ella, un desorden, una época… Pero, ¿qué estoy diciendo? ¡Es una desgracia! Una crisis… una crisis terrible… que se pasa, y eso es todo.La prosa de Constance de Salm es limpia, delicada, elegante y muy representativa de su época. Esta edición incluye una especie de introducción a cargo de la propia autora en la que no solo explica el largo proceso de escritura de esta novela, sino que justifica o argumenta el por qué de su existencia. Y es que al parecer Constance de Salm recibía críticas por el carácter serio y filosófico de sus libros y, en pocas palabras, la acusaban de ser una autora fría y poco sensible. Si su réplica fue la de publicar esta novela repleta de sentimientos desbordados y emociones a duras penas contenidas, creo que dio plenamente en el clavo. Como dato curioso dice que incluso comprobó que fuese posible escribir todas estas cartas a lo largo de esas veinticuatro horas del título y con el proceso temporal que se narra en ellas, llegando a la conclusión de que era difícil, pero en absoluto improbable :)
A mí me ha gustado muchísimo y me ha parecido una lectura muy atractiva e interesante para quien guste de adentrarse en historias donde el perfil psicológico del personaje y sus procesos emocionales durante el transcurso de una situación de estrés y de pérdida de control anímico lo son todo. Realmente aquí no hay más historia que la que os cuento, veinticuatro horas de celos expresados en tantas diversas formas como cambios y alteraciones sufren en nuestras mentes (todo ello narrado en un monólogo apenas interrumpido por alguna carta ajena), pero el modo de contarlo es sencillamente fantástico. El final es quizás acomodaticio, pero no debe en modo alguno perturbar el interés por esta lectura porque es lo menos importante de ella. Aquí no interesa hacia donde nos lleva la historia, sino cómo se transita por ella y la introspección del personaje a lo largo de todo el momento de crisis.
No quiero terminar sin comentar algo que ya se dice en la contraportada, y es que Stefan Zweig se inspiró en esta historia para escribir su novela Veinticuatro horas en la vida de una mujer, algo que resulta innegable aunque difiera en la forma y en el tipo de pasiones que mueven a la protagonista. Otra lectura de lo más recomendable para quien no la haya leído todavía :)
Constance Marie de Théis —princesa
de Salm después de contraer matrimonio con Joseph de
Salm-Reifferscheid-Dyck— nació el 7 de noviembre de 1767 y murió el 13
de abril de 1845. Hija del conde de Nantes, fue educada por su padre
según preceptos ilustrados y, con sólo dieciocho años, publicó sus
primeros poemas en el Almanach des Muses. Poetisa y dramaturga,
a la que sus contemporáneos llamaron la «Musa de la Razón», fue la
primera mujer admitida en el Lycée des Arts. De sus obras hay que
destacar la ópera Sapho y Épître aux femmes que
Constance de Salm leyó en público en 1797 y que la convirtió en el
símbolo de la defensa de la causa femenina en el ámbito artístico. Fundó
un brillante salon littéraire en el que participaron, entre otros, Alexandre Dumas, La Fayette y Alexander von Humboldt.
El mismo Stendhal la citó en su obra atobiográfica Vie de Henri Brulard.