Título original: The Lost World
Autor: Arthur Conan Doyle
Editorial: Random House
Traducción: Amando Lázaro Ros
Fecha publicación original: 1912
Fecha esta edición: abril 2018
Encuadernación: cartoné
Precio: 22,90 euros
Ilustración de cubierta e interiores: Sergio Mora
Una maravillosa edición ilustrada de El mundo perdido,
la novela fundacional del género de los dinosaurios creada en 1912 por
el padre del emblemático detective Sherlock Holmes. Uno de los grandes
clásicos de la literatura aventuras de nuestro tiempo.
El mundo perdido
relata la aventura del joven periodista Ed Malone, que se embarca junto
al estrafalario profesor Edward Challenger en una expedición hacia las
profundidades de Sudamérica a la búsqueda de monstruos prehistóricos.
Creo que no os lo he dicho nunca porque no ha surgido la ocasión, pero lo mío con los dinosaurios es... muy fuerte. Y obsesivo. Friki total sobre el tema. Me extendería sobre este asunto pero no es el momento. El caso es que llevaba años detrás de leer una de las obras fundacionales del género de los dinosaurios, esas que indiscutiblemente luego inspiraron a Michael Crichton para sus novelas (de hecho reutilizó el título que os traigo para una de ellas). Me refiero, naturalmente, a El mundo perdido, la primera de las dos únicas incursiones que Arthur Conan Doyle hizo en el género de la ciencia ficción, las dos protagonizadas por el mismo personaje, el excéntrico profesor Challenger... y la he disfrutado un montón, os lo digo desde ya.
La historia está narrada por Ed Malone, joven periodista (y jugador de rugby ocasional) enamorado de una caprichosa mujer llamada Gladys. La tal Gladys le dice que solo podrá entregar su corazón a un hombre que ponga su vida en peligro para alcanzar la gloria (y de paso alcanzarla ella como "esposa de"), y la oportunidad de poner su valor a prueba se presenta ante Malone como caída del cielo: el profesor Challenger ha vuelto del Amazonas proclamando que allí existe todavía vida prehistórica, y como nadie le toma en serio, su carácter y modales podrían catalogarse objetivamente de peligrosos. Pero una cosa lleva a la otra, y de repente Malone se ve envuelto en una expedición al Amazonas que no tiene otro objetivo que confirmar las afirmaciones de Challenger. Así, junto a otro científico que tilda a Challenger de cantamañanas, y un expedicionario que se ha enfrentado a mil peligros en mil países lejanos y que parece sacado de una novela de Rudyard Kipling, ponemos rumbo a ese lugar del que nunca sabremos las coordenadas. Allí encontrarán cosas maravillosas... y otras que intentarán acabar con sus vidas sin miramiento alguno. ¿No querías aventuras y peligros, Malone? Pues has acudido al lugar indicado: bienvenido a la Tierra de Maple White.
El mundo perdido es una novela que huele a aventura clásica de las buenas desde el mismo momento en que aparece el profesor Challenger con sus fotos de dinosaurios y sus historias sobre lo que ha visto en el Amazonas. Me imagino a los lectores de hace más de cien años leyendo esto y alucinando con una historia tan fantástica como increíble y la imposible posibilidad de que se hiciese realidad. ¡Dinosaurios en nuestra época, viviendo en un rinconcito tan aislado de todo que ha conservado su microclímax y lo ha hecho posible! ¿Esto podría acabar siendo cierto? ¿A quién no le gustaría ver un dinosaurio vivo?
Hay que tener en cuenta que la dinomanía, esta pasión por los dinosaurios que hoy en día sigue totalmente vigente, no es tan moderna como muchos podrían pensar. Realmente nació en el siglo XIX, tras los primeros hallazgos de huesos de dinosaurio en 1842. El príncipe Alberto (esposo de la reina Victoria), fue el promotor de la primera Exposición Universal que tuvo lugar en Londres en 1851, para la que se construyó el Crystal Palace en Hyde Park. Una vez finalizada la exposición se mudó el Palace de sitio con el fin de convertirlo en un museo de ciencias, y fue entonces cuando el mismo Alberto propuso que incluyera reproducciones a tamaño real de animales prehistóricos y de esos dinosaurios recién descubiertos. En 1854 el museo abrió sus puertas con estas reproducciones convirtiéndose en toda una sensación entre el público y toda una atracción turística... y así seguimos hoy en día (por si alguien sintiera interés en visitar el Crystal Palace, aviso de que desgraciadamente ya no existe. Un incendio lo arrasó en 1936, pero donde se encontraba existe hoy en día el Crystal Palace Park, un parque de recreo victoriano donde se mantiene el espíritu jurásico y que es famoso por sus estatuas de dinosaurios).
Todo este rollo, que no interesará a nadie más que a mí, para contaros que a mediados del siglo XIX la atracción por los dinosaurios ya era normal y que una historia como la de Doyle estaba destinada a hacer las delicias de todos esos lectores que nos gusta echar mano de imaginación. ¿Qué pasaría si en el mundo actual existiese un reducto donde la vida vegetal y animal prehistórica no se hubiese extinguido? La raza humana no deja mucho margen para alegrías, así que si existe, mejor que no lo encontremos, pero el caso es que para la ficción, para imaginar las maravillas y terrores que podrían esconderse en una tierra como esa, resulta un planteamiento brillante. Ya sé que hoy en día tenemos tanto dinosaurio por todas partes que no resulta novedoso, pero os digo lo de siempre, poneos en situación: este fue el primer libro (o casi... ya os lo explico abajo*) que puso la idea sobre la mesa hace más cien años, y sí, por aquel entonces fue la mar de novedoso. Y mirad que leyendo el libro pensaba que seguramente no sobreviviría ni un capítulo (me doy tres como máximo), pero no me bajáis de la burra: estaría genial vivir la experiencia y pasar por todo lo que pasan los protagonistas con tal de ver lo que ellos ven y maravillarse ante lo que ellos se maravillan. Y de eso van este tipo de historias, de hacerte vivir (o querer vivir) estas hazañas como si estuvieras allí. Si un libro de aventuras consigue eso, es un gran libro de aventuras.
* A ver, explico aquí el inciso que hago arriba. Para mí (para mí), El mundo perdido es la
obra fundacional per sé del género de "hombre moderno entra en contacto
con dinosaurios y animales prehistóricos" por el modo en que trata el
tema, pero lo cierto es que, ajustándome a la realidad y las fechas,
Jules Verne ya hizo huir a un personaje de un Giganotosaurus
en Viaje al centro de la Tierra en 1864, mucho antes de la publicación
de El mundo perdido. Así que al César lo que es del César y los dinos en
casa de todos... literaria y cinematográficamente hablando, claro.
En fin, que allá que nos vamos para el Amazonas con un grupo de lo más variopinto, llegamos donde tenemos que llegar (todo muy top secret en cuanto a latitudes, longitudes, direcciones y demás... ya se nos avisa desde el principio que incluso si se nombra algún lugar determinado, se le ha cambiado el nombre para proteger la ubicación), suceden cosas que no puedo contar y ya estamos ahí, en la Tierra de Maple White, la tierra donde lo imposible es posible y donde unos científicos que se precien de serlo mirarán embobados a un animal que creían extinto aunque ese animal venga derecho hacia ti con la boca abierta dispuesto a zamparte. Estegosaurios, iguanodontes, pterodáctilos, phorocacos, dinosaurios carnívoros (a los que no dan nombre, que por mucho que se empeñen los ilustradores, en este libro no hay T-Rex que valga)... Además de animales prehistóricos que pueden identificar sin problemas, también se encuentran algunos cuyas características no se corresponden con nada conocido y, sobre todo, encuentran lo que mayores problemas les da... y de lo que no os puedo hablar, sorry. Porque los dinosaurios los esperáis, esto no, y realmente creo que a Doyle le interesaba más esta parte que la de los dinos visto como se desarrolla el libro. Estoy segura de que en muchas otras reseñas lo comentarán, y que incluso si habéis visto alguna adaptación sabréis de lo que hablo, así que bueno, yo lo dejo aquí y ya lo descubriréis si leéis la novela.
El mundo perdido fue publicado por entregas en Strand Magazine y es muy representativo de la época en la que fue escrito, con el mundo científico dando pasos de gigante a marchas forzadas, descubrimientos por doquier que ponían patas arriba todo lo conocido y aceptado hasta ese momento, hombres de ciencias que debatían y defendían con uñas y dientes sus teorías y que no dudaban en lanzarse a la aventura con tal de demostrarlas, aventureros de profesión y sirs o lores por nombramiento real que dedicaban su vida a recorrer el ancho y vasto imperio británico (ya fuese para participar en revoluciones o para la aventura en sí misma...), y también en detalles como cruzarse con un indio o un nativo de tierras amazónicas y automáticamente cargarle con el equipaje (por poner un ejemplo) como el esclavo o ser inferior que también automáticamente lo consideraban.
Los cuatro personajes principales abarcan un variado espectro de personalidades que se conjuntan a la perfección y que incluso te sacan unas cuantas sonrisas: el profesor Challenger (excéntrico, con tendencia a perder los papeles, apasionado de su trabajo), el señor Summerlee (negacionista de profesión, tocanarices de vocación), Ed Malone (el más joven del grupo, periodista de la Gaceta diaria, enamorado de una tonta y narrador de la historia a través de sus crónicas), y lord John Roxton (deportista y viajero ya curtido en muchas aventuras y peligros que está ahí para sacarles las castañas del fuego a los otros tres). Por cierto, que al parecer Ed Malone y John Roxton están basados en dos personas reales, el periodista Edmund Rodel y el diplomático Roger Casement, que lideraron una campaña para abolir la esclavitud en el Congo... lo curioso del caso es que Roger Casement también fue espía durante la Primera Guerra Mundial y lo ejecutaron por traición en 1916, cuatro años después de la publicación de este libro (Arthur Conan Doyle pidió clemencia para él sin resultado alguno).
¿Cuál es la única minipega que puedo ponerle al libro? Pues precisamente la escasa importancia que los dinosaurios tienen en la historia, porque aunque toda la trama parte del avistamiento de un par de especies, una vez que están allí a Doyle le interesaba más contar otras cosas, y dinosaurios, lo que son dinosaurios, pocos y sin apenas relevancia. Sí, me ha sorprendido un poco que Doyle se sacase semejante maravilla de la manga y que luego no lo explotase al máximo (como sí hizo Crichton casi ochenta años después), y sí, esperaba más dinos, más escenas con ellos como protagonistas, más interacción con los personajes... pero me lo he pasado tan bien leyéndolo que una cosa ha compensado la otra con creces.
No sé si lo que os he contado interesa o no, porque he evitado por todos los medios desvelar las aventuras reales que corren en esas tierras, las que realmente casi les cuestan la vida, las que no imagina un lector cuando piensa a priori en el libro (no solemos ver más allá de los dinosaurios), las descripciones de Doyle sobre la flora y fauna de la zona que tal parece que estuviera él mismo en esa Tierra de Maple White, las escenas que Crichton ha homenajeado en sus libros (o que a mí me lo ha parecido) y, en general, he intentado no chafar la sorpresa de nadie que se acerque a leer esta historia por primera vez.
A lo largo de los años me he encontrado con opiniones de todo tipo, y entre ella se decía que El mundo perdido no es una gran lectura (y cuando se dice eso lo que se quiere decir realmente es que, en cuanto a calidad, no es un buen libro). Ay, no sé, qué queréis que os diga, yo me lo he pasado muy bien leyéndolo, he conectado muchísimo con las elecciones de Doyle a la hora de desarrollar la historia, me hubiese encantado formar parte de esa expedición o asistir a una de esas conferencias científicas (¡qué buena es la escena de la conferencia en los inicios de la historia, por cierto!) y estaba deseando encontrar un hueco para abrir el libro de nuevo y retomar la lectura. Y para todo eso no hace falta ser una joya de la literatura universal: solo es necesario contar una buena historia, interesante, apasionante y diferente, y saber conectar con un lector ávido de sorpresas y aventuras.
Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930) nació en Edimburgo, donde
más adelante cursaría la carrera de medicina. Una vez finalizados los
estudios se decidió a abrir su propia consulta, pero la afluencia de
pacientes era más bien escasa de modo que empezó a emplear el tiempo
libre del que disponía en escribir historias cortas. Así nació el
célebre personaje que le daría la fama, Sherlock Holmes, cuyo
fulgurante éxito lo llevó a abandonar la práctica de la medicina para
dedicarse exclusivamente a la literatura.
Conan Doyle posee una extensa bibliografía que, al margen de los títulos de Holmes #Estudio en escarlata, El signo de los cuatro, Las aventuras de Sherlock Holmes, Las memorias de Sherlock Holmes, El regreso de Sherlock Holmes, El perro de los Baskerville, El valle del miedo, Su último saludo y El archivo de Sherlock Holmes#,
incluye novelas históricas y de ciencia ficción, cuentos de misterio,
ensayos políticos, crónicas de guerra y algunos textos sobre
espiritismo.
¡Jajajaja! Me parto con tu pega de que Conan Doyle no hace casito a los dinosaurios y se pone a contar otras cosas, jajajaja. Ay, no te enfades, que te entiendo, ya sabemos que lo tuyo con los dinosaurios viene de lejos, pero me alegra mucho ver que igualmente has disfrutado de este clásico. Me han entrado ganas de volver a leerlo... aunque en una edición que me recomiendes tú porque yo la leí en una de la biblio que era para olvidar. Besos.
ResponderEliminarA mi hijo le encaaantan los dinosurios, así que siento que sería un buen libro por leerle en el futuro. Te mando abrazos fuertes,
ResponderEliminarNoa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarJuro que tras eliminar este comentario escribí otro ya con mayúsculas (no sé qué pasa que este ordenador se niega a poner mayúsculas como si tuviera vida propia). Se ve que no le di a publicar. No recuerdo bien lo que decía, pero comentaba lo extraño que me había sorprendido que Connan Doyle hubiera tratado el tema de los dinosaurios. Y también decía que los dinosaurios no son lo que me fascina en sí, sino las causas de su extinción. Y era un comentario largo. Ay, madre, qué torpe y desmemoriada soy.
EliminarUn beso.
Se publicó sin querer. Decía:
ResponderEliminarA mí, más que los dinosaurios en sí, lo que siempre me ha fascinado es la causa de su desaparición. Cuando estudiaba Biología me lo explicaron de la forma que se explicaba entonces. Luego, yo lo explicaba y la explicación cambió a medida que se descubrían cosas nuevas (o que esos descubrimientos llegaban a España) hasta llegar al meteorito y demás. Yo creo que ya existía esa teoría cuando yo estudiaba, pero mis profesores la ignoraban, ja, ja.
No sabía que Connan Doyle hubiera tratado el tema. Sí lo sabía de Verne pues lo leí mucho en mi infancia. Verne fue un precursor de muchísimas cosas. Tampoco sabía que tú fueras forofa de los dinosaurios.
Un beso.
Ay, no me digas que estaba en spam. A mí me pasa a menudo últimamente. Este blogger...
Eliminar¡Hola, Rosa! Pues he leído tu último mensaje donde decías que habías publicado otro mensaje aquí que no aparecía, y me he ido directa a los comentarios a ver qué pasaba, y efectivamente estaba catalogado como spam :( Mira que blogger lleva una racha que lo hace con muchos mensajes e intento echar un vistazo de vez en cuando para comprobar que no se quede ninguno sin publicar, pero el tuyo se me pasó. Mil perdones, lo he publicado en cuanto lo he visto (pero estaba en el curro y no he podido explicarte nada en ese momento).
EliminarYa aprovecho y te comento que a mí me fascinan tanto los dinosaurios como animales en sí mismos como lo mismo que a ti, el motivo de su extinción, y que Verne fue un genio y un visionario. MI intención es leer/releer todos sus Viajes extraordinarios en orden, así que ya tengo otro proyecto inhumano a la vista :).
¡Besote!
Hola MH, pues no sabía que Doyle había escrito este libro, y me llama mucho la atención, y como ya voy avisada de que salen pocos dinosaurios, jeje, igual lo disfruto un pelín más que tú.
ResponderEliminarUn besazo guapísima.
Hola, la edición es preciosa y la historia me suena muchísimo, pero creo que por alguna adaptación. Tomo nota. Besos.
ResponderEliminarNo sabía yo de este libro de Doyle. Me ha hecho gracia eso de que esperabas más dinosaurios. Pero bueno, parece que al final lo has disfrutado. Yo tomo nota, que me has dejado con curiosidad.
ResponderEliminarBesotes!!!
Claro que sí, querida miss Hurst.
ResponderEliminarSolo escribir una buena historia y conectar con el lector y dejarlo satisfecho, hala, ahí lo llevas, como si tal cosa, jeje.
ResponderEliminarPues a estas alturas no me voy a esconder, no tenía ni idea de que Coyle había escrito cosas de dinos y El mundo perdido me sonaba a Chrichton o como se escriba. No soy especialmente fan de esos bichos y creo que no me gustaría encontrarme cara a cara con uno. Pero los libros de aventuras bien escritos te sacan de la realidad y son una cura maravillosa para el día a día.
También te digo que las pelis sí me gustan mucho y salí del último Jurassic con muchas ganas de leer al de las pelis.
Me voy a guardar este a ver si lo encuentro en la biblio.
Por cierto, en la época sin Google y tv tenía que ser el doble de apasionante leer estos libros
Besos
No sabía que tenías esa fascinación con los dinosaurios. Yo desde que era un crío, pero más bien trasladado al cine. Vaya, pues no sabía, o más bien no recordaba, que el autor de Sherlock Holmes hubiese escrito algo tan fuera de su registro, o de lo que nos tenía acostumbrados. Sí, como bien dices, tiene ese punto a aventura clásica que estoy seguro de que se disfruta mucho.
ResponderEliminarFeliz finde ;)
Ilustradoooooo.... Qué guay. Es un género que cada vez me gusta más. Desconocía yo estos dinosaurios de Doyle jejej. Besos
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarPues me lo descubres y, oye, que me han entrado ganas de hacerme con él. Además, me ha llamado mucho la atención tu edición: ¡qué chulada! Yo no soy muy de dinosaurios, la verdad, así que eso que comentas sobre que sí que has visto que no se centra demasiado en ellos (como que no los explota demasiado) pues quizás a mí me dé más igual, incluso. Pero suena muy divertido, de estos amenos a los que, como dices, estas apegada y deseando avanzarlos. Y mira, sí, entiendo lo que comentas al final de que quizás haya quien no le vea calidad (muchas veces pasa esto), pero si es capaz de tenerte interesada, como te ha tenido, y de disfrutarlo, como lo has disfrutado, ya merece la pena tenerlo en cuenta. Muchas veces eso es lo único que se le debe pedir a una lectura, no es necesario más. :)
Como digo, me lo llevo anotado. Al autor solo lo he leído en un par de sus novelas de Sherlock Holmes: Estudio en escarlata y El signo de los cuatro; no me disgustó ninguna de ellas en absoluto, pero tampoco me encantaron confieso.
Un abrazo.