Título original: The Case Against Satan
Autor: Ray Russell
Editorial: Alba
Traducción: Íñigo F. Lomana
Páginas: 232
Fecha publicación original: 1962
Fecha esta edición: enero 2020
Fecha esta edición: enero 2020
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 eurosImágenes de cubierta: @Shutterstock
El padre Gregory Sargent, después de administrar borracho una
extremaunción, es trasladado a la pequeña parroquia de San Miguel.
Acostumbrado a la brillante vida social e intelectual de San Francisco
recibe su nuevo destino como un castigo. Nada más llegar, sin embargo,
tendrá que enfrentarse a un caso que la psiquiatría diagnosticaría como
histeria sexual: Susan Garth, una muchacha de dieciséis años
«encantadora, formal y educada», con una súbita aversión a la iglesia,
ha empezado a decir obscenidades, y un día se desnudó frente al antiguo
párroco e intentó estrangularlo; además, el contacto de un crucifijo en
el brazo le quema la piel. Juicio a Satán es una novela pionera sobre
exorcismo donde la lucha entre fe y razón se libra entre oscuras culpas,
vómitos y atronadoras tormentas.
A priori, Juicio a Satán parece una rara avis dentro de sus compañeros en la colección del mismo nombre de la editorial Alba, pero una vez leído no lo es en absoluto. Cumple la premisa de la colección (clásicos no canónicos que pueden considerarse rarezas inéditas hoy en día y que intentan abarcar sobre todo el siglo XX) pero además tiene ese punto diferente e interesante dentro de su subgénero que lo convierte en un precedente para otras obras que llegaron después de él con mayor éxito. Ya sabéis que me encanta irme a los orígenes de ciertas temáticas y esta novela ha sido todo un descubrimiento.
A la casa parroquial de San Miguel llega un nuevo sacerdote, el padre Gregory Sargeant. Su antecesor, el padre James Halloran, ha decidido marcharse para hacerse cargo de un orfanato; dice que era lo que estaba esperando hace tiempo, pero tampoco da muchas más explicaciones a su marcha. La iglesia de San Miguel está en un pueblo pequeño, donde todos se conocen, nada que ver con la parroquia de Nueva York de donde proviene el padre Sargeant. ¿Qué ha pasado para que lo trasladen, y en cierto modo lo degraden, mandándolo a un sitio como ese? Por lo pronto descubriremos que tiene un problema con la bebida que intenta controlar, pero no consigue del todo. Ya irán surgiendo más cosas sobre el padre Sargeant, pero ahora debemos fijar nuestra atención sobre los Garth (un padre y Susan, su hija de dieciséis años). El padre Sargeant considera que la chica necesita ayuda psiquiátrica: le dan ataques, tiene comportamientos extraños, indecentes... ni siquiera es capaz de entrar en una iglesia, cuando antes acudía a ella de la manera más normal. Pero el padre se niega a que su hija pase por esa experiencia y prefiere la ayuda de un sacerdote. La muchacha comienza a confiar en Gregory, pero un día su visita coincide con la del obispo Crimmings, y él ve indicios que Gregory no ha visto, los verifica... y entonces comienza lo que hemos venido a buscar en estas páginas: una historia sobre exorcismos.
Que la iglesia y la casa parroquial donde tiene lugar la trama esté dedicada a San Miguel no es ninguna casualidad, porque si nos atenemos al libro del Apocalipsis, el arcángel San Miguel fue quien venció a Lucifer y lo arrojó a él, junto a sus huestes, al infierno. Así que el emplazamiento lo tenemos claro desde el principio. Porque también os lo digo desde ya sin jugar a ambigüedades ni a dejar en el aire si Susan Garth está poseída o no: lo está, está poseída de manera literal y auténtica, y el exorcismo tiene lugar. No lo consideréis un destripamiento de la trama porque es la base sobre la que se asienta la historia y el motivo por el que está considerada la antecesora de otros libros publicados poco después, como La semilla del diablo (por recuperar el tema del diablo y su presencia en la tierra, entre todos nosotros, sin ahondar más por si no conocéis la historia) y El exorcista (por temas evidentes xD). Juicio a Satán recuperó un tema muy olvidado ya en una sociedad tan descreída como la nuestra y abrió camino, pero, incomprensiblemente, las otras dos novelas fueron un éxito (ambas son consideradas clásicos hoy en día) con sus respectivas adaptaciones cinematográficas, mientras que ella quedó en el olvido y pocos hoy la recuerdan.
Si yo tuviese que intentar buscar una explicación a este limbo en el que quedó la obra de Ray Russell, quizás la encontraría en que el exorcismo es el medio que usa el autor para contar un fin diferente, que es la falta de fe en Satanás del padre Sargeant, porque esa fe es imprescindible para realizar el exorcismo. Sargeant es racional, cerebral y le falta pasión, algo que él relaciona con la hipocresía y el sentimentalismo, y que en su profesión se asocia con la ausencia de fervor. Es un hombre del siglo XX, ¿y quién puede creer en una posesión en pleno siglo XX, donde Satanás se ha convertido en un villano de opereta, en un símbolo grotesco con cuernos, rabo y tridente, en una criatura medieval en la que nadie cree? Pero claro, él es sacerdote, debería ser capaz de creer en él, en la crudeza de su existencia, dejando a un lado la simbología de nuestra cultura moderna. Debe haber una explicación natural a todo lo que ocurre con esta adolescente, ¿no? ¿Será un hereje? Estas son las preguntas, las dudas que surgen en él en cuanto el obispo Crimmings pone sobre la mesa la posesión de Susan.
Por primera vez en su vida, Gregory se vio obligado a pensar seriamente en el adversario de Dios, a concentrar en él todas sus energías mentales, todas sus convicciones y toda su fe. Nunca había dudado de la existencia de Dios, nunca había dudado tampoco de la existencia de Satanás... Pero ¿había creído en él —se preguntó horrorizado en ese momento— de verdad alguna vez? Sintió un escalofrío. Poner en cuestión la existencia del Maligno era una herejía, una falta mucho más grave que tomar una copita de brandy de vez en cuando. De la existencia de Dios se deducía lógicamente la existencia de su Adversario. Gregory creía en Dios no solo de una manera racional, sino también emocional y puede que hasta instintiva; sin embargo, en el Diablo solo creía circunstancialmente. Solo aceptaba su existencia porque nunca se había puesto a prueba su creencia en él, porque dudar de ella era una herejía.
Crimmings argumenta que esta falta de creencia en la existencia del Diablo la ha propiciado el propio Diablo para su conveniencia (El engaño más ingenioso del Diablo consiste en persuadirnos de que no existe, que diría Kafka), y este tira y afloja entre los dos personajes, estas conversaciones que preceden al exorcismo, son quizá el puntal de la novela, el tema que realmente quiere tratar el autor, porque Crimmings está decidido a que sea Sargeant quien realice el exorcismo y para eso tienen que hablar de la propia fe del sacerdote, un sacerdote que coquetea con la rama de la psiquiatría (que le interesa profundamente) y que busca una explicación racional para casi todo. De todos modos os aviso de una cosa: que todo esto que cuento no os eche para atrás a la hora de leer la novela si no sois de leer sobre temática religiosa y demás porque yo tampoco lo soy y el libro se disfruta por lo que es. Los diálogos entre ellos son rápidos, nada pretenciosos ni pedantes porque ninguno de los dos personajes lo es: son dos hombres muy diferentes entre sí pero muy prácticos y que buscan entenderse. El intercambio de opiniones va desde la fe hasta el psicoanálisis, pasando por la realidad de que todo concepto puede ser manipulado y que todo puede ser explicado de distintas maneras a conveniencia del interesado y sus propósitos. De verdad, son diálogos muy interesantes más allá de que como lector se esté de acuerdo con una o con la otra parte, o con una mezcla de las dos.
Por todo esto que os comento, no busquéis en esta lectura un libro de terror al uso, porque no lo es (no da ningún miedo, de hecho, o al menos a mí no me lo ha dado, pero también llevo ya mucha batalla con el género y soy una insensible total xD). En realidad lo importante es la disputa entre la fe y la razón, la duda y la certeza, lo científico y lo sobrenatural, con una posesión y un exorcismo de por medio que ponen a prueba y buscan los límites de todos estos conceptos. Ah, y no os lo he dicho, pero también hay un misterio por resolver en esta historia, un misterio que concierne a la pobre Susan, que aunque entra como una desconocida para el lector en la casa parroquial, eso que lleva dentro no está dispuesto a ser tan modesto y callado. Y creo que tampoco os he hablado de la comunidad, esa comunidad de feligreses que empieza a ver cosas raras en la casa del párroco, a escuchar a mujeres gritar y gemir dentro, y que con sus sospechas y acusaciones, sin pretenderlo, van a jugar también un papel importante en la historia.
Juicio a Satán me ha parecido una lectura muy interesante, la he disfrutado mucho más de lo que pensaba, es distinta a lo que hayáis leído sobre el tema y merece la pena echarle un vistazo si os interesa la temática. Al final del libro se incluye una nota del autor en la que explica que muchas de las cosas que aparecen en la historia y que pueden resultar escabrosas (y de las que no os he hablado, que parece que cuento muchas cosas de los libros cuando realmente no cuento nunca casi nada, y el exorcismo en sí mismo lo he pasado por alto totalmente xD) están basadas en hechos reales y documentadas aunque todo lo que ocurre en la historia propiamente dicha sea ficción. En definitiva, una lectura recomendable que tengo la sensación de que puede pasar muy injustamente desapercibida dentro del catálogo de los Rara Avis (y terminando, una tontería: hay un baile de edades de un personaje al final que no cuadra, y como soy una tiquis no puedo callármelo xD).
Ray Russell nació en Chicago en 1924, y en 1943, con menos de veinte años, se alistó
en el Ejército del Aire de Estados Unidos luchando en el frente asiático
en la Segunda Guerra Mundial. En 1946 se matriculó en el Conservatorio
de Chicago y recibió clases de interpretación en el Goodman Memorial
Theatre. Trabajó luego una temporada en el Departamento del Tesoro pero
en 1950 dejó el puesto para dirigir la sección de narrativa de la
revista Playboy, donde publicaría a algunos de los escritores de
misterio y ciencia ficción más pujantes del momento, como Kurt Vonnegut,
Ray Bradbury o Richard Matheson. En 1961 publicó un libro de cuentos
titulado Sardonicus and Other Short Stories. El cuento que da
título al volumen fue calificado por Stephen King como la mejor narración
gótica de la era moderna y el propio Russell se encargó de escribir el
guion para su adaptación cinematográfica.
Al año siguiente, publicó su
primera novela, Juicio a Satán (1962), que allanó el camino para La semilla del Diablo (1967) de Ira Levin y el enorme éxito de William Peter Blatty con El exorcista en 1971 (y la película que siguió). Publicaría luego Incubus (1976), The Devil’s Mirror (1980) y The Bishop’s Daughter
(1981). Tuvo también relación con el mundo del cine y —además de
adaptar algunas de sus obras— trabajó como guionista para Roger Corman
en algunas producciones clásicas de serie B como La obsesión (1962) y X (El hombre con rayos X en los ojos) (1963), basadas ambas en relatos de Edgar Allan Poe. Murió en Los Ángeles en 1999.