Editorial: Valdemar
Traducción: Agustín Izquierdo
Fecha esta edición: septiembre 2019
Imagen de cubierta: Cartel de la película Belphégor (1927)
Reconozco que mi primer acercamiento con esta historia fue la adaptación cinematográfica de 2001 con Sophie Marceau, Julie Christie y Frédéric Diefenthal, cosa que no debe extrañar dada mi obsesión insana y vergonzante con el Antiguo Egipto. La película no es gran cosa, la banda sonora me encanta, y poco más... hasta que supe hace unos años que Valdemar tenía publicada la historia original, la compré y ahí ha estado hibernando hasta ahora. Solo puedo deciros, a modo de anticipo, que la película se parece al libro lo que una castaña a un tren y que encima el tal Belfegor, literariamente hablando, ni siquiera tiene nada que ver con Egipto. Pero bueno, era de esperar, que ya sabemos lo fieles que son las adaptaciones y tal. Seguramente el resto de adaptaciones (unas cuantas) serán mucho más ajustadas a la historia original, pero como no las he visto, no puedo opinar. En cualquier caso, me dejo de preámbulos y os hablo sobre la novela.
La historia comienza al grano. Un vigilante nocturno del Louvre percibe un intruso durante su ronda en la sala de los Dioses Bárbaros junto a la estatua del dios Belfegor. Este intruso, que parece un fantasma y va disfrazado de espectro envuelto en un sudario negro, una capucha y una máscara que solo deja ver sus ojos, desaparece de su vista en un santiamén. El vigilante le persigue, le dispara, pero se escapa, no se sabe por donde. La noche siguiente otro vigilante decide hacer guardia en esa misma sala para comprobar si vuelve a aparecer el que acabará siendo conocido como el Fantasma del Louvre, y lo encuentran asesinado a la mañana siguiente. Este criminal pronto se convierte en la sensación de París, y tras su pista no va tan solo la policía en la figura del inspector Menardier, sino también Jacques Bellegarde, un periodista del Petit Parisien en busca de la noticia, y un tal Chantecoq, una gloria nacional conocido como el rey de los detectives. Pronto Bellegarde y Chantecoq empiezan a recibir notas amenazantes del Fantasma (que firma como Belfegor) para que le dejen en paz si no quieren sufrir las consecuencias, pero eso solo hace que persistan en su empeño por desenmascarar al asesino. ¿Qué busca el Fantasma en la estatua del dios Belfegor? ¿Cómo entra y sale del Louvre? ¿Quiénes son sus compinches? ¿Por qué parece tener un interés muy especial en el periodista Bellegarde?
Antes de nada debo advertiros que no os lleve a error el hecho de que Valdemar publicase esta novela dentro de su colección Gótica, porque ni es gótica, ni de terror ni tiene ningún elemento sobrenatural ni nada de nada. Realmente es una novela de misterio o suspense normal de toda la vida como tantas otras con criminales humanos (que se sabe desde el principio que lo son... humanos, quiero decir, por mucho que el tal Belfegor se vista como un espíritu), investigaciones de detectives/policías/periodistas de por medio y ningún elemento de la literatura gótica a la vista. Que luego vienen las expectativas y las decepciones y ya sabemos lo que pasa. NO es gótica, y si alguien dice que lo es, no os lo creáis. La confusión puede venir por la adaptación cinematográfica de 2001, que sí tiene elementos que podrían encuadrarse ahí... pero ya digo arriba que no se parece absolutamente en nada a la novela.
Dicho esto, primero quizá debería decir qué representa el tal Belfegor, ¿verdad? Pues es el nombre de un demonio en la tradición judía y cristiana, pero la acepción que realmente usa Arhur Bernède en la novela es la que proviene de la Vulgata (no me voy a extender aquí sobre esto, pero se conoce así a la traducción de la Biblia al latín que hicieron San Jerónimo y Santa Paula a finales del siglo IV d. C.). El caso es que en la Vulgata se denomina Belphegor al dios de los moabitas (una civilización semita que vivió en la actual Jordania entre los siglos XIII y I a. C.), y como tal, como una representación del dios moabita, es como se define a la escultura del Louvre alrededor de la cual gira la primera mitad de la novela. Por asociación es como se empieza a conocer también poco a poco al criminal de la novela, al que empiezan llamando Fantasma del Louvre y terminan llamando Belfegor (de ahí el título del libro, vaya xD). Como veis, nada que ver con el Antiguo Egipto y el departamento de Egiptología del Louvre que sirvieron como reclamo en la adaptación cinematográfica del 2001. Porca miseria.
En fin, que Belfegor se publicó por entregas diarias entre enero y marzo de 1927 en Le Petit Parisien (precisamente el periódico en el que trabaja Bellegarde, uno de los protagonistas del libro), y ese mismo año salió en formato novela. No me quiero imaginar el esfuerzo de idear y sacar adelante un capítulo diario durante tres meses, y aunque imagino que buena parte de ese trabajo ya estaría adelantado antes de comenzar con la publicación, se nota el interés por alargar el tema en algunos capítulos de relleno al final del libro que sinceramente son del todo prescindibles y no aportan absolutamente nada salvo un día más de venta de periódicos esperando al desenlace (por ejemplo, sin entrar en muchos detalles, el dedicado al matrimonio Papillon y sus cuitas).
Por lo demás, un exitazo de ventas, como podréis imaginar, todo un bestseller de la época, de consumo muy fácil y calidad justa pero efectiva para mantener la tensión y la intriga hasta el final. Como anécdota, os puedo contar que la imagen que aparece en la cubierta de esta edición corresponde a la adaptación en cuatro partes de la novela del mismo año en que se publicó, 1927. ¿Cómo es posible tanta rapidez? Pues porque la productora cinematográfica que la llevó a cabo, la Société des Cinéromans, pertenecía al propio autor y a dos socios: nada menos que el escritor Gaston Leroux y el actor René Navarre. De hecho, Bernède, el autor de Belphegor, llegó a adaptar veinte de sus novelas a la gran pantalla porque la empresa nació en 1919 con ese fin: adaptar las novelas que ellos mismos escribían... vamos, lo de "yo me lo guiso, yo me lo como" llevado a la máxima expresión. La vida de esta productora fue breve (desapareció en 1929), limitándose a la época del cine mudo y viviendo su época de máximo esplendor cuando la productora Pathé entró en juego en 1922 (alrededor de cincuenta películas en unos siete años). El cine en los años 20 iba a toda máquina.
Volviendo a la novela, os decía arriba que comienza con la confusión inicial a la mañana siguiente de la primera aparición del Fantasma en la sala de los Dioses Bárbaros del Louvre (que no existe en la realidad, al menos con ese nombre, que yo sepa), y son varias las líneas de investigación que comienzan en ese momento: una es la policial (que como no podía ser menos es la más tonta de todas con unos policías que van de listos, no se enteran de nada y siempre miran en la dirección incorrecta); la otra comienza dividida con un periodista por un lado y un detective privado por el otro, aunque luego se unifica cuando estos dos personajes se ven obligados a colaborar por diversas circunstancias. Estas investigaciones se ven entorpecidas por la malevolencia de Belfegor, que por la razón que sea parece que se la tiene jurada el periodista y cada movimiento que hace no tiene más objetivo que perjudicarle, así que aunque no puedo contaros mucho sobre las investigaciones en sí mismas (tampoco es que sean de una inteligencia suprema, todo hay que decirlo, y el detective se hace el interesante todo el rato y no cuenta demasiado sobre sus deducciones), sí puedo deciros que llega un punto en que el Louvre queda totalmente a un lado y todos los esfuerzos se centran en desenmascarar al Fantasma, porque algunos de sus acólitos dan la cara bien pronto, pero la identidad de Belfegor y de sus compinches más cercanos son la gran incógnita hasta el final. Por otro lado, Bernède mueve a los personajes constantemente, ya sea desde el Louvre hasta diversos alojamientos (que describe de manera pormenorizada) pasando por restaurantes o castillos.
No sé si habéis leído alguna (poca o mucha) novela criminal francesa (la famosa roman policier) de finales del XIX y primera mitad del XX, pero digamos que tiene un estilo muy característico y muy alejado de la novela anglosajona del mismo género y la misma época. La trama que lo sustenta es, obviamente, la del misterio policial, pero el tono es muy folletinesco, con mucho melodrama y romance a primera vista y unos diálogos a los que les sobra desmesura y les falta chispa e ingenio (para mí, al menos... es que a ratos me parecen tontorrones y artificiales xD). Muchas de estas novelas las escribían autores profesionales como el propio Bernède y estaban todas cortadas por el mismo patrón: los buenos son muy buenos, los malos son muy malos, pasa de todo como en botica, hay giros a reventar, personajes misteriosos, conspiraciones contra los buenos, personajes tontorrones de relleno que cumplen su función, acólitos sin escrúpulos, damas enfermizas, damas pizpiretas y muy echadas p'alante, detectives que se disfrazan de una manera magistral (Sherlock, que alargada es tu sombra...), y todo esto publicándose un capítulo a diario, con lo que la necesidad de mantener al lector con el alma en vilo hasta el día siguiente hacía que cada capítulo pareciese un oportunidad para sacar un nuevo conejo de la chistera (menos los de relleno, como digo arriba).
Hola guapísima, pues la verdad es que a no ser que tope con él de frente, creo que lo dejo pasar... veo que te ha gustado acercarte a él, pero no te ha entusiasmado y al tener tantos en la lista de pendientes no me apetece añadir uno que meah!...
ResponderEliminarUn besazo
De momento lo voy a dejar pasar, creo que a mí tampoco me va a entusiasmar :-)
ResponderEliminarUn beso.
Desde luego por lo que cuentas, todo parecido con la peli es pura coincidencia... No me animo, que se nota que no te ha entusiasmado y esos peros que señalas me pesan.
ResponderEliminarBesotes!!!
No lo conocía, pèro lo apunto para más adelante.
ResponderEliminarUn beso.
¡Hola preciosa...! No sabrás quién soy, porque antes tenía otro blog (Hidden Words) y te solía leer y comentar desde ahí. Por cuestiones de la vida, todo gira, muere, te transformas... y ahora estoy abriéndome con otro blog.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho lo que has dicho sobre éste libro, sobretodo, me ha parecido muy interesante la idea de que el Espíritu en el fondo no sea tan fantasma como nos hacen creer y quizá profundizar en ese ''demonio''; ''Belfegor'', sería interesante. No sabe una qué cosas profundas se pueden encontrar conectadas por ahí. Quizá lo dejo pasar, quizá, pero información sobre Belfegor seguro que buscaré así que voy a apuntarme el libro.
Ha sido un placer leerte, tienes un conocimiento muy rico de lecturas y eso es algo que me atrae mucho de ti y lo que haces. Te mando un fuertísimo abrazo y, con ganas, voy a seguir leyendo tu blog ya que estamos por aquí.
Ly