Título original: Water-Lilies / Sophie's secret / Debby's debut / A Strange Island / Dandelion
Autora: Louisa May Alcott
Editorial: Toro Mítico
Traducción: Óscar Mariscal
Páginas: 160
Fecha publicación original: 1887 / 1883 / 1861 / 1868 / 1869
Fecha esta edición: noviembre 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 15,95 euros
Ilustración de cubierta e interiores: Sara Lago
Es en Nonquitt, en el sudeste de Massachusetts, una localidad
costera célebre como lugar de veraneo, donde se desarrollan las
historias reunidas en esta obra. Allí pasó muchos veranos Louisa May
Alcott (1832-1888), autora de la célebre novela Mujercitas, dejando
volar su imaginación. Las mujercitas protagonistas de las tres primeras
historias que integran esta antología —«Lirios acuáticos», «El secreto
de Sophie» y «El debut de Debby»— aparecen como versiones actualizadas
de «La Cenicienta», ambientadas en un escenario familiar para Alcott, y
en las que se prescinde, entre otras muchas innovaciones, de la
rivalidad entre hermanas. Según se presentan aquí, se observa cómo el
elemento más reconocible del cuento —la buena doncella que espera al
príncipe que ha de sacarla de la pobreza— se va desdibujando: Ruth, en
la primera de las historias, se desposa con su príncipe; no sabemos si
Tilly, en la segunda, lo hace o no; y Debby, en la tercera, se casa,
pero con un hombre sin más patrimonio que «un corazón fiel», unos
«brazos fuertes» y «un apellido honesto». En cualquier caso, ninguna de
estas tres heroínas, tan ajustadas al patrón de mujer resuelta y
autónoma de Alcott, funda sus esperanzas en un casamiento ventajoso para
alcanzar las metas vitales que se ha propuesto, bastándoles para ello
su propio ingenio, talento y esfuerzo. La obra se completa con «¡Qué
isla tan extraña!» y «Diente de León», dos deliciosas fantasías que dan
una visión más amplia de los registros juveniles de la autora.
Adoro mucho a Louisa May Alcott, y aunque os he hablado varias veces de ella en el blog, creo que la última fue allá por 2020 en una antología de relatos compartida con otras autoras (si hablamos de novelas, Louisa no se pasa por aquí desde 2019). No me voy a extender sobre ella, su obra y demás por lo dicho, son ya unas cuantas las veces que ha visitado Netherfield, así que me vais a perdonar que sea breve al respecto. El libro que os traigo hoy reúne cinco historias ambientadas en Nonquitt, un pueblito costero ubicado en el sureste de Massachusetts donde ella solía veranear. En realidad no se publicaron de manera conjunta sino que aparecieron en distintas publicaciones a lo largo de veintiséis años, siendo una de ellas incluso anterior a Mujercitas, el libro que la hizo inmortal. Os hablo muy sucintamente de cada una de ellas.
Lirios acuáticos. En esta historia tenemos por un lado a Christie Johnson, una joven de diecisiete años que pertenece a una familia de pescadores que vive en el faro, y por el otro a un grupo de veraneantes que tratan con mucho desdén y condescendencia a la gente humilde que se gana la vida precisamente gracias a los turistas... aunque no todos en ese grupo son tan esnobs y arrogantes y muestran un interés especial por Christie.
El secreto de Sophie. Sophie es una muchacha suiza que viaja sin su familia a Estados Unidos para visitar a unos amigos. Ahora se halla en la costa acompañando a uno de ellos, y allí conoce a un grupo de frívolas jovencitas de su edad que se muestran desagradables y muy poco corteses con ella. Con quien sí establece una buena amistad es con Tilly, una lugareña que vende su mercancía (langostas, bayas, lirios, conchas...) a los turistas. Tilly tiene un sueño (poder estudiar y convertirse en profesora), y todo su esfuerzo va orientado a conseguir dinero para poder cumplirlo.
El debut de Debby. Debby viaja con su tía rumbo a Nonquitt para pasar las vacaciones. La familia de Debby es muy humilde, y su tía, que sí tiene dinero, ha decidido hacre de ella su heredera, refinarla y presentarla en sociedad a ver si consigue un buen matrimonio. Debby pronto llama la atención tanto por su encanto y belleza como por sus modales muy poco elegantes, y no le faltan candidatos que pululen a su alrededor. Su tía tiene claro quien es el más indicado, pero ese chico no es precisamente el favorito de Debby. ¿Qué ganará, el bolsillo o su corazón?
¡Qué isla tan extraña! Este es sin lugar a dudas el relato más atípico, más original y más imaginativo de los cinco que incluye el volumen. Nos dejamos de señoritas humildes en pos de una vida mejor o de romances veraniegos y nos adentramos en una extravagante, pintoresca y extraña isla llena de escenas y personajes sacados de cuentos y canciones infantiles tradicionales ingleses.
Diente de león. Terminamos el volumen con un cuento muy breve que narra cómo un padre se pierde en el mar y cómo su hijo, Diente de león, de apenas tres añitos, permanece siempre con una sonrisa esperando la vuelta de su padre... porque sabe que no ha muerto y volverá, aunque a su madre, que perdió la esperanza hace tiempo, se le parta el corazón contemplando la esperanza de su hijo.
Os decía arriba que Alcott veraneaba en Nonquitt, pero por lo que he podido averiguar realmente este lugar era una colonia privada de veraneo que fue fundada originariamente para artistas en el siglo XIX y desde entonces ha evolucionado como destino de muchas familias de ciudades como Nueva York, Boston o Philadelphia para pasar el verano. Al principio Louisa May Alcott alquilaba su alojamiento allí, pero en 1884, tras vender Orchard House (la casa donde escribió Mujercitas y que hoy en día podemos visitar los turistas como casa museo de la autora), se compró un cottage que por desgracia se incendió en 2013 (vamos, que hasta hace poco más de diez años se podía ver tal cual era hace 140 años cuando Louisa vivió en él).
En fin, que Nonquitt era un lugar muy especial para Alcott, pero por lo dicho arriba resulta evidente que debían convivir dos clases sociales muy diferentes: los lugareños de los alrededores, de clase social baja que vivían del turismo, y los propios turistas, de clase social alta y acostumbrados a un estilo de vida y un elitismo en claro contraste con la humildad de la gente local. Si nos atenemos a esto, podemos decir que, en los dos primeros relatos, Alcott usa esta dicotomía entre clases sociales, el tercero lo dedica a las restricciones y tonterías propias de la alta sociedad, el cuarto relato es una rareza en toda regla y el quinto relato se centra en una familia humilde y la esperanza que los reúne al final.
Se dice en la sinopsis que las tres primeras historias contemplan versiones actualizadas de la Cenicienta, pero honestamente veo la comparación muy cogida con pinzas: dejando a un lado a la madrastra y hermanastras malvadas inexistentes, las protagonistas de estos relatos son jóvenes muy amadas en su entorno familiar, son ellas quienes toman sus decisiones y deciden sobre su propia vida y realmente solo una de ellas acaba con un príncipe (si por príncipe entendemos un joven con dinero). Es decir, que bajo mi punto de vista, se asemejan a la Cenicienta tanto como a cualquier otro personaje de cuento con el que quieras ver similitudes. Sí veo más factible la comparación con la hermana de Mujercitas a quien todas quisimos parecernos en algún momento: Jo March, precisamente por esa necesidad de independencia, de conseguir las cosas con el esfuerzo propio, por esa necesidad de ser fieles a sí mismas y por tener el carácter y la fuerza de voluntad necesarios para seguir sus instintos y no hacer solo lo que se espera de ellas sino lo que ellas consideran correcto.
Eso en cuanto a las tres primeras historias, porque las dos dos últimas son completamente distintas. ¡Qué isla tan extraña! es una explosión de imaginación, una concatenación de escenas, personajes y descripciones que aturullan un poco al lector... y cuando digo lector debo decir lector no anglosajón. Esa es la "pega" que le pongo al relato: que nos resulta totalmente ajeno a quienes no hemos crecido con las historias de Mamá Ganso (o Mamá Oca, según la traducción), porque todas esas escenas y esos personajes están sacados de cuentos y canciones tradicionales relacionados con esa figura que Charles Perrault hizo famosa. Que el relato es fantástico, pero estoy segura de que se disfruta mucho más cuando reconoces todo lo que se va describiendo en esa isla. Y en cuanto al último cuento, Diente de león, solo puedo decir que es bonito, muy bonito, y que no tiene más finalidad que decirnos que nunca debemos perder la fe y la esperanza, y que el amor lo puede todo.
Lo dejo aquí, que entre mi vaguería habitual y el caloruzo que hace, no dan ganas de estar delante del ordenador (¿cuánto queda para noviembre?). En cualquier caso poco queda por decir. Si os gusta Louisa May Alcott, tarde o temprano leeréis estos relatos; si no os gusta, pues a otra cosa. Pero si no habéis leído nunca a Alcott, también os digo que no creo que sean la mejor puerta de entrada, porque son muy bonitos y muy típicos de su vertiente Mujercitas (ya sabemos que Alcott tenía otra vertiente mucho más de su gusto, y del mío, pero que no era la que le daba de comer) y no dejan de ser historias con su moraleja y su enseñanza muy de la época para jovencitas de ciertas edades. Digamos que estas historias son un complemento a la obra de la autora que todos aquellos lectores que la queremos y respetamos leemos con gusto y mucho cariño... es como volver a casa y saber lo que te vas a encontrar, y por eso es precisamente por lo que vuelves: por la sensación de hogar.
Louisa May Alcott (1832-1888) fue una educadora y novelista estadounidense muy conocida por sus libros para adolescentes. Fue autora de unos 300 títulos de diversos géneros, aunque sus obras más famosas, Mujercitas (1868), novela autobiográfica de su infancia, y sus secuelas, Aquellas mujercitas (1869), Hombrecitos (1871) y Los muchachos de Jo (1886), están consideradas como clásicos.
Comprometida con el movimiento abolicionista y los derechos de la mujer, escribió bajo el seudónimo de A.M. Barnard una colección de novelas en las que se trataban temas tabúes para la época como la sexualidad, el incesto o el adulterio.