Título original: Good Omens
Autores: Neil Gaiman & Terry Pratchett
Editorial: Minotauro
Traducción: María Ferrer
Prólogos y epílogos: Neil Gaiman & Terry Pratchett
Páginas: 400
Fecha de publicación original: 1990
Fecha esta edición: abril 2019
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 15 euros
Según Las Buenas y Acertadas profecías de Agnes la Chalada Bruja (el
único libro fiable de profecías, escrito en 1655, antes de que ella
explotara), el fin del mundo tendrá lugar el sábado. El próximo sábado,
para ser exactos. Justo antes de la hora de la cena. Los ejércitos del
Bien y del Mal se están agrupando, la Atlántida está resurgiendo,
llueven sapos y los ánimos están algo alterados así que... todo parece
ajustarte al Plan Divino.
De no ser por un ángel quisquilloso y
un demonio buscavidas que han vivido a costa de los mortales desde el
comienzo de los tiempos y que no están dispuestos a aceptar tan
fácilmente eso del “Fin de la civilización tal y como la conocemos” .
Y... ¡vaya por Dios! ¡Parece que alguien ha hecho desaparecer al
Anticristo!
La entrada de hoy va a ser breve, solo quiero dejar constancia de la lectura correspondiente al mes de octubre dentro del reto de Hermanas Fatídicas (y con ella por fin estoy al día con este reto, que ya me vale). En octubre nuestra premisa era escoger un libro que tuviese una bruja como personaje secundario, y dado el libro con el que vengo hoy seguramente os sorprenda saber que mi intención inicial fue leer El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes. Pero lo de siempre este año, leer no era el problema, el problema estaba en reseñarlo después, y qué queréis que os diga, no estoy en el mejor momento para hablar nada menos que sobre Cervantes (es que no sabría ni por donde empezar). Así que me fui a las Antípodas y escogí Buenos presagios, que llevaba tiempo detrás de leer pero las ansias eran todavía mayores desde que salió la adaptación televisiva hace un par de años. Quería ver la miniserie y para eso primero tenía que leer el libro. Las cosas en orden y el chocolate espeso (muy espeso).
Os cuento. Crowley es un ángel del infierno siempre armado con unas gafas de sol y a lomos de su Bentley que le ha tomado cariño a la humanidad y está encantado con la vida que se pega. Sí, de vez en cuando hace maldades de esas que van con su personalidad demoníaca (es el creador del IVA, la Santa Inquisición o la ciudad de Manchester... de esta última perversidad está muy pero que muy orgulloso) pero, por lo demás, vive y deja vivir. Su amistad con Azirafel, un ángel (de los del cielo) librero que es todo lo opuesto a él, sirve como ejemplo de lo cómodo que se siente en su piel del siglo XX (otros siglos no han sido tan divertidos). Cuando deciden tanto los de arriba como los de abajo que ya están hartos de esperar y ha llegado la hora del Apocalipsis, ninguno de los dos se lo toma demasiado bien. ¿No podrían dejar las cosas como están? Pues no. Así que toca buscarle familia al bebé Anticristo, y nada mejor que dejarlo en manos de monjas satánicas... o nada peor, porque esa noche hay mucho bebé recién nacido y parece que se hacen todos un poco de lío y no se sabe muy bien donde acaba este niño... Ya verás cuando se enteren de que Crowley ha perdido al Adversario, Destructor de Reyes, Ángel del Pozo sin Fondo, Gran Bestia a la que llaman Dagón, Príncipe de Este Mundo, Padre de las Mentiras, Vástago de Satán y Señor de las Tinieblas. Pero hasta ese momento aún tienen que pasar once años, tiempo en que el Anticristo se cría como todo hijo de vecino. O no.
El libro se puede dividir tranquilamente en tres partes, siendo la primera y la tercera las mejores tanto en intensidad como en entretenimiento puro y duro. A la del medio le pasa un poco lo que a las mejores sagas, que está ahí porque tiene que estar pero que no es lo mismo porque no es igual. Y claro, tampoco se ve beneficiada por el comienzo de la historia, potente y genial a partes iguales, en el que Crowley y Azirafel juntos son como el té a las cinco y un scone con clotted cream: gloria bendita (con permiso de Crowley). El lector (o yo, sin más, tampoco voy a generalizar) sufre cuando este particular dúo que funciona como un reloj se hace a un lado para dar entrada a los demás personajes que van a formar parte de esta travesía, pero en el último tercio todo vuelve a su sitio. Y tened en cuenta que en esta historia la clave está en la inefabilidad. Lo que es inefable no se puede explicar con palabras, y lo que no se puede explicar no se explica. Punto. Así funcionan las cosas... si lo sabrán bien Azirafel y Crowley, enemigos durante más de seis mil años (y amigos también durante buena parte de ese tiempo a escondidas de sus jefes).
¿Qué más tenemos? Pues muchas reflexiones sobre la humanidad, sus defectos y su virtudes, el uso que hacemos del libre albedrío, que el destino no está escrito, que son nuestras decisiones las que importan y no lo que se espera de nosotros... que la humanidad tiene un don magnífico para la imaginación y lo usa para hacer sus vidas más miserables todavía de lo que ya son. Que somos autodestructivos pero hay que querernos si o sí, porque si quisiéramos podríamos hacer cosas maravillosas... si quisiéramos. Porque el ser humano es tan bueno odiando como queriendo, y esta novela defiende esa imperfección tan... inefable. ¿Cómo se puede detener el Apocalipsis? Con algo tan arquetípico como real: trabajando en equipo, anteponiendo los intereseses colectivos a los individuales e intentando que nuestro lado bueno supere al malo, aunque solo sea durante un ratito. Teniendo confianza en nosotros mismos, buscando el bien común y dejándose de tonterías.
El Infierno no era ningún gran depósito de mal, no más de lo que, según Crowley, el Cielo era una fuente de bien; eran sólo bandos en una gran partida de ajedrez. Y era en la mente humana donde se hallaba el intríngulis de la cuestión, la auténtica fuente de la bondad verdadera y de la verdadera maldad de infarto.
No voy a entrar mucho más en la historia porque hay que leerlo sin saber demasiado, sin saber qué personajes van a aparecer ni cómo introducen todo el tema bíblico en la trama (porque a ver, estamos ante el Armagedón en pleno siglo XX, así que tiene que haber personajes bíblicos, profecías, catástrofes, símbolos... en un mundo moderno, y no hay nada como renovarse o morir, ya pertenezcas al cielo o al infierno). Fantasía, brujas, ángeles, demonios, Satán, cazabrujas, médiums, pandillas de niños al más puro estilo King, monjas satánicas, perros del infierno que son una monada... y esos que no deben ser nombrados (quien quiera saber, que lea el libro). Y todo esto con mucho humor y mucha inteligencia pero también muy en serio. Pero con mucho humor y mucha inteligencia. Pero también muy en serio. Pero con mucho humor y mucha inteligencia. Pero...
En cuanto a tema brujas, que es la razón por la que os estoy hablando del libro, os puedo decir que hay dos: una a la que solo se nombra (pero que es la que mola y la que maneja el cotarro) y otra que es descendiente suya pero que básicamente se dedica a desentrañar lo que quiso decir en su día su antecesora (que profetizar, profetizaba mucho, pero no decía las cosas demasiado claras). La primera es Agnes la Chalada, autora del libro Las Buenas y Acertadas Profecías de Agnes la Chalada, que incluye nada menos que cuatro mil profecías a cada cual más peregrina (¡pero todas verdaderas!); la segunda es Anatema Device (el nombre es un puntazo, no me digáis que no). Brujas como personajes secundarios, que es de lo que se trata, pero con mucha personalidad, que se agradece.
Por cierto, aunque conocía esta novela desde hace mucho tiempo, realmente no fui consciente de que está considerada de culto hasta que la abrí y empecé a leer a los propios autores hablando de lo que ha sido este libro (reconocen sin tapujos que les ha hecho millonarios) desde su publicación y las locuras que han hecho muchos de sus fanáticos (las anécdotas de Gaiman sobre el estado de muchos de los ejemplares que les presentan en las firmas de libros no tienen desperdicio). Entiendo perfectamente por qué y además se mantiene fresco como una lechuga. Han pasado treinta años desde su publicación y nadie lo diría leyéndolo.
Y una
teoría tonta al azar. Muchos lectores de Buenos presagios dicen que
distinguen a la perfección las partes escritas por Gaiman y las partes
escritas por Pratchett. En los apéndices que incluye la edición ellos
mismos dejan caer qué personajes son de uno o de otro, o quien tuvo más
peso en la primera mitad del libro o en la segunda... pero a mí me da
que cada cual atribuye sus partes preferidas en el libro a su autor
favorito de entre los dos :)) Yo tiro más para Gaiman que para Pratchett
(he leído más a Gaiman, también es verdad) y en mi
cabeza mis partes favoritas son de Gaiman (porque sí). Me niego a pensar
que soy la única que hace esto por mucho que todo el mundo presuma de
distinguir a la perfección a los dos autores, así que me reafirmo en mi
teoría (y me quedo tan ancha).
Termino con el tráiler de la adaptación televisiva que os comentaba al principio. He leído todo el libro imaginándome a David Tennant como Crowley y a Michael Sheen como Azirafel. No sé si esto es bueno o malo pero a priori me pegan muchísimo y voy a intentar que la miniserie caiga estas navidades. Ya he visto algunas cosas en el tráiler que se alejan del libro, pero qué más da... me voy a poner en mood festivo y voy a dejar a un lado mi vena tiquis, que el guión es del propio Gaiman y él sabe lo que hace.
Terry Pratchett (1948-2015) es un superventas a nivel mundial y el
autor de más de 30 libros y creador de Mundo Disco, la saga que ha
cosechado un éxito sin precedentes dentro de la literatura juvenil.
Neil Gaiman (1960) ha alcanzado la fama como autor de libros, novelas gráficas, relatos cortos y películas para públicos de todas las
edades.
Entre sus títulos más notables se hallan The Sandman, el innovador cómic que alcanzó el primer puesto en la lista de los libros más vendidos de The New York Times, y que fue merecedor de nueve Premios Eisner y del World Fantasy Award en la categoría de Mejor historia corta; El libro del cementerio, primera obra en ganar a un tiempo la medalla Newberry y la medalla Carnegie; American Gods, que en breve será adaptada a la pequeña pantalla en Estados Unidos; y El océano al final del camino, que en 2013 ganó el National Book Award al Libro del Año en Gran Bretaña.
La adaptación cinematográfica de Cómo hablar con chicas en fiestas, dirigida por John Cameron Mitchell, llegará a los cines en 2017.
Nacido en Gran Bretaña, Neil reside actualmente en EE. UU. con su
esposa, la escritora y vocalista Amanda Palmer, y junto al hijo que
tienen en común, Anthony.