Título original: Uncommon reader
Autor: Alan Bennett
Editorial: Anagrama (colección La conjura de la risa)
Traducción: Jaime Zulaika
Ilustración de cubierta: Guille Gómez
Si la sinopsis de un libro (o lo que te cuentan sobre él) reza que lo que vas a encontrar dentro es una historia en la que la protagonista es nada menos que la reina Isabel II de Inglaterra (sí, la de verdad, la que vemos camino de los cien años hecha una chavalina para desesperación, imagino, de su heredero)... pues como que tira para atrás, ¿verdad? No dan muchas ganas de ponerse con él y darle una oportunidad.
Craso error. Enorme disparate. Ni se os ocurra descartar este libro por su protagonista o la aparente temática, porque os estaríais perdiendo una joyita (digo esto mucho últimamente, pero es que estoy teniendo suerte con mis lecturas. Alabados sean los libros, y alabadas sean aquellas amigas que te conocen tan bien como para hacerte regalos como estos).
Alan Bennett, un señor que solo podría haber nacido y existido en Inglaterra, de esos que son genios en todo lo que hacen y que cuando les nombran lord, o sir, o lo que se les ocurra, tiran de humor british e ironía para llevarse las manos a la cabeza y rechazarlo como si les estuviesen ofreciendo té a las 8 de la tarde, se pone el mundo por montera y coge a su reina, la insigne y eterna Isabel II, y la hace protagonista de su libro. Y encima le sale una novela que todo amante de la Literatura (así, con mayúscula), todo aquel que adore los libros, todo aquel que guste del humor y la fina ironía británicos y todo aquel que devore ávidamente lecturas relacionadas con la literatura, debe leer. Sin más.
La trama en un principio puede parece extraña. A la reina de Inglaterra, de repente, le da por leer. Vorazmente. Obsesivamente. Dejando de lado su perfección habitual, relajando sus milimetradas y encorsetadas apariciones, desoyendo los consejos de sus allegados, destensando la estricta mano de hierro con la que hasta ahora había manejado todo, haciendo esperar cortejos que siempre, siempre, han sido puntuales, enfadando a sus ministros y ayudantes, sorprendiendo a propios y extraños... Ella, que jamás ha mostrado interés por los libros porque no puede mostrar interés específico por nada para que nadie se sienta excluido, ahora lee. Mucho. Muchísimo. No hace otra cosa. Esconde libros entre los cojines de los carruajes, se lleva paquetes de libros a sus viajes al extranjero, se encierra en Balmoral durante las vacaciones pegada a un libro pasando olímpicamente de quien vaya a visitarla... lee, lee, lee...
Todo comienza con una biblioteca móvil aparcada junto a las cocinas de palacio. Allí conoce al bibliotecario, que ni se inmuta, y a Norman Seakins, que trabaja en esas mismas cocinas. Ya que llega allí sin pretenderlo, le parece feo no llevarse un libro y ofender al bibliotecario, así que, no sin antes advertir que es pensionista por si hay ventajas, se lleva su primer libro. Se inicia con lecturas asequibles para una persona que no ha leído jamás "en serio", escogiendo autores que fueron conocidos suyos, trabajaban para ella, formaban parte de la esfera social británica.... se sabe la vida de todos ellos de arriba a abajo, y empieza a lamentarse porque, al no conocer su obra, jamás les dijo nada interesante (y Bennett no deja pasar la ocasión para soltar un cotilleo o un chascarrillo sobre el susodicho autor). Poco a poco incrementa la dificultad de sus lecturas, se atreve con autores de los que no sabe nada, con libros alejados de su zona de confort, con aquello que nombran en tal libro, aquello que comenta tal escritor, comienza a tener opiniones propias, a razonar y disertar sobre lo que lee, a reflexionar sobre la literatura, sobre cómo afecta esta a su vida y lo que le revela sobre su antigua existencia... y lo que no era más que un pasatiempo inesperado se convierte en su razón de existir. Y eso a pesar de que el camino de un lector novel es duro:
Y así, sin prisa pero sin pausa, y con la ayuda de Norman, que asciende de pinche a paje y amanuense convirtiéndose en su proveedor literario, la lectura se convierte en el epicentro de su vida afectando a sus ganas de cumplir con unas obligaciones que hasta entonces no le había importado llevar a cabo. Y Bennett, con toda esta fanfarria como excusa, realiza un ejercicio de metaliteratura sobresaliente, con reflexiones magistrales sobre la literatura, los libros, los lectores, los autores, lo que sacrificamos por esta pasión, lo que esta pasión nos regala, nos enseña, nos aporta, los mundos que abre ante nuestros ojos... y la diferencia que supone una vida con libros y otra sin ellos. Isabel II, su iniciación a la lectura y lo que supone que un personaje como ella abandone sus quehaceres para sentarse a leer, son solo una excusa para realizar una oda a la literatura, a como un libro te lleva a otro, y a otro, y a otro, y a lamentarse de algo que creo que no nos resula ajeno: que los días no nos llegan para leer todo lo que nos gustaría a todos aquellos que nos dejamos llevar por este frenesí.
Poco más puedo contar sin desvelar demasiado de una novela breve en extensión que te hace sonreír y reflexionar a partes iguales a lo largo de todas sus páginas. El final es antológico, a la altura del libro y en consonancia con la historia, poniendo el broche de oro a un libro sorprendente en su planteamiento y soberbio en su ejecución que lleva por bandera un canto de amor hacia las letras revestido del más fino humor inglés.
Por terminar, solo aclarar que podéis encontrar dos ediciones de esta misma novela publicadas por Anagrama. La que yo tengo salió en 2014 dentro de la colección La conjura de la risa y con una portada preciosa, pero anteriormente, en 2008, Anagrama lo editó por primera vez en castellano dentro de la colección Panorama de narrativas con una portada muy... de Anagrama. Os dejo las dos que comparéis. Lo que cambia la percepción de un libro solo por la portada. Y qué fácil es escoger una cubierta que agrade a la vista llamando la atención del lector y no... lo opuesto (con permiso de Su Majestad).
Páginas: 119
Fecha de publicación original: 2007
Fecha esta edición: mayo 2014
Fecha esta edición: mayo 2014
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 9,90 eurosIlustración de cubierta: Guille Gómez
Si sus célebres perros hubieran respondido a su llamada, la reina no habría descubierto el vehículo de la biblioteca móvil del ayuntamiento aparcado junto a las puertas de las cocinas del palacio. Y no habría conocido a Norman, el pinche de cocina que estaba leyendo un libro de Cecil Beaton e iba a constituirse en su asesor literario. Pero la reina decide llevarse un libro. ¿Y qué puede interesar a alguien cuyo único oficio es mostrarse interesada? Porque una reina nunca debe ser interesante, ni tener otros intereses que los de sus súbditos. Y jamás habla de sus gustos, sólo pregunta por los de ellos. Isabel II de Inglaterra halla en la biblioteca el libro de una escritora que conoce, Ivy Compton-Burnett. Tiempo atrás le había concedido un título nobiliario menor. Y de Compton-Burnett a Proust, y de Proust a Genet, sólo median algunos libros. Así, azarosamente, ella, que hasta entonces sólo había sido una reina, una pura entelequia, descubrirá el vértigo de la lectura, del ser, del placer.
Alan Bennett, que desde 1960 se pasea de la televisión al teatro, del cine a los libros, de la alta a la baja cultura, continúa, para deleite de sus lectores, saltándose todos los límites con esta miniatura exquisita, mordiente y divertida.
Si la sinopsis de un libro (o lo que te cuentan sobre él) reza que lo que vas a encontrar dentro es una historia en la que la protagonista es nada menos que la reina Isabel II de Inglaterra (sí, la de verdad, la que vemos camino de los cien años hecha una chavalina para desesperación, imagino, de su heredero)... pues como que tira para atrás, ¿verdad? No dan muchas ganas de ponerse con él y darle una oportunidad.
Craso error. Enorme disparate. Ni se os ocurra descartar este libro por su protagonista o la aparente temática, porque os estaríais perdiendo una joyita (digo esto mucho últimamente, pero es que estoy teniendo suerte con mis lecturas. Alabados sean los libros, y alabadas sean aquellas amigas que te conocen tan bien como para hacerte regalos como estos).
Alan Bennett, un señor que solo podría haber nacido y existido en Inglaterra, de esos que son genios en todo lo que hacen y que cuando les nombran lord, o sir, o lo que se les ocurra, tiran de humor british e ironía para llevarse las manos a la cabeza y rechazarlo como si les estuviesen ofreciendo té a las 8 de la tarde, se pone el mundo por montera y coge a su reina, la insigne y eterna Isabel II, y la hace protagonista de su libro. Y encima le sale una novela que todo amante de la Literatura (así, con mayúscula), todo aquel que adore los libros, todo aquel que guste del humor y la fina ironía británicos y todo aquel que devore ávidamente lecturas relacionadas con la literatura, debe leer. Sin más.
Leía, por supuesto, como todo el mundo, pero el gusto por los libros era algo que dejaba a los demás. Era un hobby, y la naturaleza de su trabajo entrañaba no tener hobbies. El jogging, cultivar rosas, el ajedrez o escalar, el aeromodelismo y decorar tartas. No. Las aficiones suponían preferencias y había que evitar las preferencias: excluían a gente. No tenía preferencias. Su trabajo consistía en mostrar interés, pero no en interesarse. Y además leer no era hacer algo. Ella hacía cosas.
La trama en un principio puede parece extraña. A la reina de Inglaterra, de repente, le da por leer. Vorazmente. Obsesivamente. Dejando de lado su perfección habitual, relajando sus milimetradas y encorsetadas apariciones, desoyendo los consejos de sus allegados, destensando la estricta mano de hierro con la que hasta ahora había manejado todo, haciendo esperar cortejos que siempre, siempre, han sido puntuales, enfadando a sus ministros y ayudantes, sorprendiendo a propios y extraños... Ella, que jamás ha mostrado interés por los libros porque no puede mostrar interés específico por nada para que nadie se sienta excluido, ahora lee. Mucho. Muchísimo. No hace otra cosa. Esconde libros entre los cojines de los carruajes, se lleva paquetes de libros a sus viajes al extranjero, se encierra en Balmoral durante las vacaciones pegada a un libro pasando olímpicamente de quien vaya a visitarla... lee, lee, lee...
Todo comienza con una biblioteca móvil aparcada junto a las cocinas de palacio. Allí conoce al bibliotecario, que ni se inmuta, y a Norman Seakins, que trabaja en esas mismas cocinas. Ya que llega allí sin pretenderlo, le parece feo no llevarse un libro y ofender al bibliotecario, así que, no sin antes advertir que es pensionista por si hay ventajas, se lleva su primer libro. Se inicia con lecturas asequibles para una persona que no ha leído jamás "en serio", escogiendo autores que fueron conocidos suyos, trabajaban para ella, formaban parte de la esfera social británica.... se sabe la vida de todos ellos de arriba a abajo, y empieza a lamentarse porque, al no conocer su obra, jamás les dijo nada interesante (y Bennett no deja pasar la ocasión para soltar un cotilleo o un chascarrillo sobre el susodicho autor). Poco a poco incrementa la dificultad de sus lecturas, se atreve con autores de los que no sabe nada, con libros alejados de su zona de confort, con aquello que nombran en tal libro, aquello que comenta tal escritor, comienza a tener opiniones propias, a razonar y disertar sobre lo que lee, a reflexionar sobre la literatura, sobre cómo afecta esta a su vida y lo que le revela sobre su antigua existencia... y lo que no era más que un pasatiempo inesperado se convierte en su razón de existir. Y eso a pesar de que el camino de un lector novel es duro:
A la caza del amor resultó ser una elección afortunada y, a su manera, memorable. Si Su Majestad hubiera escogido otro tostón, una de las obras primeras de George Eliot, pongamos, o una de las últimas de Henry James, lectora novata como era, habría podido abandonar la lectura para siempre y no habría aquí historia que contar. Habría pensado que los libros dan trabajo.
Y así, sin prisa pero sin pausa, y con la ayuda de Norman, que asciende de pinche a paje y amanuense convirtiéndose en su proveedor literario, la lectura se convierte en el epicentro de su vida afectando a sus ganas de cumplir con unas obligaciones que hasta entonces no le había importado llevar a cabo. Y Bennett, con toda esta fanfarria como excusa, realiza un ejercicio de metaliteratura sobresaliente, con reflexiones magistrales sobre la literatura, los libros, los lectores, los autores, lo que sacrificamos por esta pasión, lo que esta pasión nos regala, nos enseña, nos aporta, los mundos que abre ante nuestros ojos... y la diferencia que supone una vida con libros y otra sin ellos. Isabel II, su iniciación a la lectura y lo que supone que un personaje como ella abandone sus quehaceres para sentarse a leer, son solo una excusa para realizar una oda a la literatura, a como un libro te lleva a otro, y a otro, y a otro, y a lamentarse de algo que creo que no nos resula ajeno: que los días no nos llegan para leer todo lo que nos gustaría a todos aquellos que nos dejamos llevar por este frenesí.
Poco más puedo contar sin desvelar demasiado de una novela breve en extensión que te hace sonreír y reflexionar a partes iguales a lo largo de todas sus páginas. El final es antológico, a la altura del libro y en consonancia con la historia, poniendo el broche de oro a un libro sorprendente en su planteamiento y soberbio en su ejecución que lleva por bandera un canto de amor hacia las letras revestido del más fino humor inglés.
No pones la vida en los libros. La encuentras en ellos.
Por terminar, solo aclarar que podéis encontrar dos ediciones de esta misma novela publicadas por Anagrama. La que yo tengo salió en 2014 dentro de la colección La conjura de la risa y con una portada preciosa, pero anteriormente, en 2008, Anagrama lo editó por primera vez en castellano dentro de la colección Panorama de narrativas con una portada muy... de Anagrama. Os dejo las dos que comparéis. Lo que cambia la percepción de un libro solo por la portada. Y qué fácil es escoger una cubierta que agrade a la vista llamando la atención del lector y no... lo opuesto (con permiso de Su Majestad).
Alan Bennett (Leeds, 1934) es novelista, dramaturgo, actor y guionista británico. Autor de muchas y celebradas obras teatrales como Habeas Corpus, Forty One Years On, Kafka's Dick o The Madness of George III (adaptada después al cine), guiones cinematográficos como Prick Up Your Ears (basado en la vida de Joe Orton), y piezas televisivas, en especial Talking Heads y An Englishman Abroad, que lo han convertido en uno de los autores británicos más queridos. Asimismo es muy apreciado como actor. Empezó a escribir en prosa hace solo unos diez años.
En 2003 recibió el British Book Award por la obra de una vida, y fue calificado como "nuestro Tesoro Nacional", aunque, naturalmente, Bennett detesta esta frase.
En Anagrama se han publicado sus narraciones Con lo puesto, La ceremonia del masaje, La dama de la furgoneta y, en especial, Una lectora nada común, que lo consagró entre los lectores españoles.
En 2003 recibió el British Book Award por la obra de una vida, y fue calificado como "nuestro Tesoro Nacional", aunque, naturalmente, Bennett detesta esta frase.
En Anagrama se han publicado sus narraciones Con lo puesto, La ceremonia del masaje, La dama de la furgoneta y, en especial, Una lectora nada común, que lo consagró entre los lectores españoles.
Miss Hurst
Que original, me lo apunto inmediatamente.
ResponderEliminarUn beso :)
Yo creo que te va a gustar mucho. Es muy original, muy literario y muy british. Combinación perfecta.
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Si no lo hubiera leído ahora mismo iba a hacerme con él 😊. Totalmente de acuerdo contigo. Ah, tu edición mucho más bonita q la anterior.
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¿Verdad que es una pequeña maravilla? Muchas de las reflexiones que hace sobre la literatura son fantásticas. Y sí, mi edición es mucho más bonita, ¡dónde va a parar!... jajaja.
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Pues no me animo la verdad, gracias!
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Pues nada, a por otro que hay un montón donde elegir :)
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Yo quiero la roja. Y sí, era ver la portada de Anagrama y querer salir corriendo, una pereza horrible. Y no te creas, a pesar de tu ferviente recomendación prefiero empezar por otro del autor. Necedades que le dan a una vez en cuando.
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Es que existiendo la roja, la otra debería desaparecer de la faz de la tierra... jajaja. ¿Por cuál quieres empezar de Bennett? ¿La dama de la furgoneta? Es que la tengo en el punto de mirar desde que leí este.
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Me gustó mucho este libro (el que tengo es el de Anagrama), y me gustó precisamente por lo que comentas: es divertido pero a la vez te hace reflexionar.
ResponderEliminarUn abrazo
Realmente los dos son de Anagrama, lo que pasa es que los editaron con 6 años de diferencia y en colecciones distintas, pero son de la misma editorial. Y sí, muy divertido pero con reflexiones fantásticas sobre la literatura y los libros. Muy recomendable.
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Este libro lleva en mi lista un montón de tiempo, recuerdo que me lo apunté cuando lo reseñó Laky y desde entonces he visto bastantes reseñas positivas
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Pues por curiosidad voy a buscar la reseña de Laky a ver que comentó, pero vamos, que si lo tienes mucho tiempo pendiente, intenta sacarle hueco cuando puedas que creo que lo disfrutarás mucho.
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Fíjate si importará la portada que cuando vi el de Anagrama me llamó la atención por el título pero lo descarté enseguida. Pero claro con esta reseña es difícil no llevárselo sabiendo lo que esconde. Un libro que habla de libros y que, encima, te lleva a otros libros...una gozada!
ResponderEliminarBesitos
De verdad, aunque la historia pueda parecer rara y con una protagonista un tanto atípica (y a priori antipática, aunque leyendo el libro se convierte como en un personaje inventado más y casi te olvidas de la reina que ves por la tele), el libro en sí es muy divertido y de obligada lectura para quienes amamos los libros.
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Si me lo cuestas así, no me puedo resistir!
ResponderEliminarBesotes!!
jajajaja... ¡pues a por él! Yo creo que te gustará mucho, es sorprendente para lo que a priori se pueda esperar con una protagonista así y una historia tan original.
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Ya la tenía apuntada y me la vienes a recordar. Madre mía, cómo me he reído con el comienzo de tu reseña imaginando a ese Carlos esperando reinar algún día...no se sabe cuándo, jajaja.
ResponderEliminarBesos
Ains, es que el pobre va camino de los 70 y sin catar el trono, que la madre es dura de pelar y lo que le queda... jajaja.
EliminarCuando lo leas yo creo que te gustará mucho. Es difícil no sentirse identificado con el proceso que sigue la reina como lectora.
¡Besote!
¡Me gustó muchísimo! Me lo pasé en grande y todavía recuerdo con una sonrisa el mal rollito con Henry James, jijijijiji. De Alan Bennett también he leído "Con lo puesto", pero me gustó más "Una lectora nada común", por inusual y por ese sutil sentido del humor, como tú apuntas. Por cierto, que después leí "El viaje de la reina", de William Kuhn, por si seguía la línea de Bennett, pero no, era divertido pero más flojillo. Bss
ResponderEliminarSiiii, a Henry James le lanza Bennett varias pullas a lo tonto y usando como excusa el escaso recorrido de la reina como lectora... jajaja. Aunque luego al final parece que se reconcilia un poco y le da un respiro. También le lanza unas cuantas indirectas a los autores esnob de hoy en día, por cierto. Me apunto "Con lo puesto" aunque esté por debajo, y le tengo muchas ganas a "La dama de la furgoneta". El de Kuhn lo dejo en "posibles", que la wishlist echa humo.
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Estoy de acuerdo contigo, es una auténtica joyita. Lo cogí en la biblioteca hace años por casualidad y desde entonces la he recomendado muchísimas veces. Me lo pasé en grande con él
ResponderEliminar¿Verdad que es una joyita? Aunque lo parezca no es un término que me inspiren muchos libros, cuando lo uso es con pleno conocimiento de causa :). Es una gozada de libro, y en muy poquitas páginas dice muchas cosas que a los lectores nos hacen reflexionar y sentirnos identificados.
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Me encantó este libro. Yo leí una edición más simplona. Esta es mucho más bonita. La historia sin duda muy recomendable. BEsos
ResponderEliminarLa verdad es que la edición por fuera es muy bonita, y además tuve la suerte de que llevaba el marcapáginas dentro a juego, así que encantada. Y el libro yo creo que debería leerlo todo aquel que ame los libros, lo disfrutará mucho.
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bueno! a tenerlo en cuenta, no lo conozco y llama mucho la atencion.tambien es actor. muy interesante, tendría tiempo de leer la reina? me lo anoto. feliz semana y abrazosbuhos.
ResponderEliminarSiiii, es un todoterreno, hace de todo y todo bien. Allí en Inglaterra es más conocido como dramaturgo y guionista, pero vamos, que fue ponerse a escribir y sacarse de la manga historias tan fantásticas como esta.
Eliminar¡Feliz semana para vosotras también! ¡Besote!
Por tu reseña, bien se nota que has disfrutado con su lectura. Y al calificarla como ya verdadera joya literaria, como para no tenerla en cuenta. Apuntada queda. Besos.
ResponderEliminarSí, es que a mí se me nota mucho cuando disfruto de un libro :)). Para mí sí es una joyita y por lo que he visto aquí en los comentarios no soy la única. Yo creo que sí la disfrutarás mucho si le das la oportunidad :)
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A mí extrañamente no me acabó de gustar... y digo extrañamente porque en principio tenía los ingredientes para que fuera de mi agrado. Quizás lo pillé en un mal momento, un momento en el que estaba poco receptivo. Porque eso sí, el libro en ningún momento me pareció malo. En absoluto. Mientras leía, sentí que era un libro inteligente, bien escrito y sin ningún defecto. Pero fue el típico caso en el que "no es el libro, soy yo", y siempre pongo esta novela de ejemplo para tal caso. Igual que a veces me ha pasado lo contrario: hay libros que los veo malos, con defectos... pero me han gustado.
ResponderEliminarTienes un nuevo lector, encantado de pasarme por aquí :)
Saludos.
Es que esto de los libros es tan complicado... a mí también hay libros que la gente considera maravillosos y que no me han llegado igual que a ellos. Yo creo que lo importante es leerlos y poder tener una opinión propia sobre ellos.
Eliminar¡Bienvenido y un besote!
Jaja, pues me parece una trama muy original, seguro que le doy una oportunidad (a pesar de Letraherido). ¡Gracias por la recomendación, no conocía el libro!^^
ResponderEliminarUn beso,
Laura.
jajaja... lo importante es leerlo y formarse cada uno su propia opinión. Si al final lo lees lo importante es que lo disfrutes.
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Me encantó, una de esas joyitas escondidas que se convierten en un gran descubrimiento. Lo leí hace años y aún lo recuerdo con una sonrisa.
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