Título original: La pirámide blanca
Autor: Nacho Ares
Editorial: Grijalbo
Páginas: 336
Fecha de publicación: abril 2022
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: 21,90 euros
Ilustración de cubierta: Pepe Medina
El faraón Keops proyecta la construcción de la que será su
morada eterna, una tumba colosal pensada para resistir el paso de los
siglos y las pérfidas intenciones de los saqueadores de tumbas.
Solo
hay un hombre en todo el reino capaz de satisfacer los deseos del
faraón: Djedi, un joven y misterioso sacerdote dedicado al estudio de
los textos oscuros. Él será el encargado de convertir la pirámide en una
fortaleza mágica e inexpugnable, la morada perfecta para el descanso
eterno del soberano. Para ello, no obstante, deberá enfrentarse con las
traiciones de la corte que amenazan con enviarlo prematuramente al reino
de los muertos.
Historia, magia e
intriga se unen en esta emocionante aventura que recrea la construcción
de uno de los monumentos más importantes y enigmáticos de la cultura
egipcia.
He ido cambiando el libro que quería leer en la premisa de autor español de este reto egipcio durante todo el año. Tenía un libro en la cabeza desde el principio, por diversos motivos lo descarté; luego me decanté por otro, pero lo descarté también por varias razones. Al final he acabado optando por Nacho Ares. Es la primera vez que leo a este autor aunque son dos los libros que tengo suyos en la estantería. Uno es La tumba perdida, que tiene como protagonista a mi queridísimo Howard Carter, y aunque os parezca raro no ha sido el elegido para iniciarme con el autor porque quiero leerlo sin tener que reseñarlo. Admiro tanto a Carter desde que tengo memoria que sé lo que me costaría escribir la reseña (eso sin contar lo que opine sobre el libro, que si no me gusta, ni os cuento), y necesitaba una lectura con menos compromiso emocional (qué intensita soy xD). Total, que escogí el otro que tengo, La pirámide blanca, ambientado durante la construcción de la Gran Pirámide de Keops, la única maravilla del mundo antiguo que sigue en pie hoy en día (¿no se os rompe el corazón al pensar en esto, en esas maravillas que solo conocemos por textos e ilustraciones, en prodigios producto del genio del hombre que el hombre actual no sería capaz de reproducir porque, honestamente lo creo, hemos involucionado de una manera muy preocupante? Lo dicho, intensita xD). En fin, como siempre hago, os cuento la premisa de la que parte la novela.
La novela comienza con el saqueo y destrucción de la cámara funeraria de la Pirámide Roja, lugar donde estaba enterrado el faraón Esnefru. Su hijo, Keops, está obsesionado con el saqueo de su futura tumba y le aterroriza la segunda muerte que supondría esa profanación, así que encarga a Hemiunu, su jefe de constructores, que edifique una pirámide como jamás se ha hecho antes, donde sea imposible acceder a su cámara mortuoria y que engañe a los dichosos ladrones que, con ayuda de sacerdotes y guardias, acceden y destruyen esos lugares. Al mismo tiempo llega a oídos de Keops el misterio que rodea las cámaras secretas del santuario sagrado de Thot, un lugar repleto de magia que pocos conocen, comprenden y saben interpretar... y entre esos pocos está Djedi, el enigmático sobrino del faraón que actualmente es sacerdote mago en el temblo de Ptah. Keops ordena que Hemiunu, con sus planos y genio arquitectónico, y Djedi, con su uso de la magia conocida como heka, construyan su lugar de descanso eterno con mil trampas ilusorias de las que ni siquiera será informado él mismo. Pero Keops no cuenta con la envidia que siente su propio hijo, Hordjedef, que ve como siempre queda relegado a un segundo plano cuando se considera digno de una posición mucho más elevada de la que tiene. Hemiunu se interpone en sus planes de convertirse en jefe de constructores, y hará lo que sea por ganar reconocimiento a ojos de su padre... lo que sea.
Hagamos que los ladrones se confundan, engañémoslos. Creerán que han saqueado mi lugar de reposo, pero no será así ya que, en realidad, estarán pisando un sueño, un lugar irreal donde se los conducirá por el camino del ardid, de la trampa.
Sobre el reinado de Keops se sabe lo mínimo imprescindible, pero menos aún se sabe sobre la construcción de la Gran Pirámide, y esa es la base sobre la que se asienta toda la trama: la propia pirámide de Keops y el misterio que sigue rodeándola casi cinco mil años después de su aparición en la meseta de Guiza. No solo se sigue debatiendo sobre cómo se levantó una estructura como esa en una época como aquella, ya que hay mucha teoría pero ninguna certeza (ahora mismo mide unos 140 metros de altura, pero en su origen era todavía más alta), sino que el propio interior de la pirámide sigue despertando muchas preguntas. Lo que se ha descubierto está claro (por nombrarlo muy rápidamente: la cámara subterránea, la gran galería, la cámara de la reina, la cámara del rey y sus cámaras de descarga, la antecámara, etc...), pero salvo un sarcófago de granito vacío en la cámara del rey, no se ha encontrado nada más en su interior. No hay inscripciones, jeroglíficos, pinturas, tesoro ni rastro de todo el ajuar funerario que acompañaba a los muertos para facilitarles su paso a la otra vida y la inmortalidad... de hecho, a día de hoy se sigue creyendo que hay estancias sin descubrir dentro de la pirámide, y que entre esas estancias estaría la auténtica cámara mortuoria del faraón Keops.
Para que os hagáis una idea, desde 2015 se lleva a cabo un proyecto denominado ScanPyramids para, de manera no invasiva, llegar a todo aquello (corredores escondidos, cámaras ocultas) que de otra manera resultaría imposible detectar dentro de las pirámides. Usando un escáner con rayos infrarrojos, un georradar y una radiografía con rayos cósmicos conocidos como "muon", a finales del año pasado se descubrió la existencia de un corredor en la cara norte de la Gran Pirámide que, al menos en el momento de su descubrimiento, no se sabía adonde llevaba, si escondía algo, si protegía algo o qué función tenía. Se llegó a pensar que podría ser el camino que se busca desde hace décadas hacia la cámara funeraria del faraón, y llegó a considerarse el descubrimiento del siglo en materia de Arqueología y Egiptología. No sé qué habrá pasado con este tema (creo que a partir del descubrimiento se hizo cargo de todo el Ministerio de Antigüedades del Antiguo Egipto y desde entonces ya no se ha sabido nada), pero os lo comento más que nada para que entendáis que la Pirámide de Keops, la única de su especie con tres niveles, sigue escondiendo muchos secretos y sigue siendo un completo enigma para los arqueólogos, egiptólogos, científicos e historiadores en general por muy diversas razones. Y todo este halo de misterio que rodea a este prodigio de la ingeniería es la base que usa Nacho Ares para darle forma a su historia.
Y claro, como tiene carta libre para dar otra visión sobre la construcción de esta pirámide, decide tirar de algo tan literario como la magia: es decir, que en esta novela, para que la pirámide sea tan compleja como lo es, esconda tantas cosas como parece que esconde y sea tan esquiva a la hora de permitir conocer sus secretos, se combina una labor arquitectónica perfecta (tan perfecta que aquí estamos, cuatro mil seiscientos años después, sin saber cómo se hizo) con el uso de un elemento mágico que dé vida a una estructura interior totalmente inaccesible a cualquiera que no formase parte de su construcción y que, por tanto, quedase oculta por toda la eternidad impidiendo el saqueo y la profanación del lugar de descanso eterno de Keops. Esa magia es la heka, que por sí misma, como concepto, es muy difícil de definir.
Heka es la palabra egipcia para magia, pero en realidad comprende tanto logros que pueden considerarse sobrenaturales (o fuera de la normalidad que puede explicarse) como el ilusionismo manual puro y duro... vamos, esos trucos que representan los magos actuales. No hay una palabra hoy en día que pueda aglutinar esta definición así que más o menos esto es lo que podemos entender. ¿Qué es lo que busca entonces Keops mediante el uso de la heka que esconde el santuario sagrado de Thot y que solo su sobrino Djedi puede interpretar? Pues eso mismo, convertir el interior de la pirámide en un laberinto inexpugnable de ilusiones y estancias ocultas que impidan el éxito de los saqueadores cuando entren en su tumba. Nacho Ares explica muy bien cómo se consigue mantener oculta toda esta construcción, rotando diariamente a miles de hombres en cientos de actividades distintas, de tal modo que un obrero podía pasarse meses sin trabajar en una misma tarea o lugar, imposibilitando que nadie supiera nada de lo que ocurría en ninguna parte pero haciendo posible al mismo tiempo que las obras avanzasen sin pausa. La máxima de toda esta maravilla de la ingeniería es que solo tres personas van a saber lo que ocurre dentro de esa pirámide, y esos son Hemiunu, su hija Seshat (que trabaja junto a él codo con codo) y el sacerdote Djedi.
Prácticamente todos los personajes que aparecen en esta novela son reales, pero sus vidas y acciones, tal como se cuentan en la novela, son fruto de la imaginación del autor, así que como siempre digo con este tipo de libros, que nadie se tome lo que se cuenta aquí como unos hechos históricos probados o con alguna veracidad histórica porque precisamente no se sabe nada de nada sobre ellos (y por eso se puede inventar y ficcionar a placer). Por hablar de los protagonistas principales, tenemos a Keops, segundo faraón de la cuarta dinastía, de quien se cree que reinó durante unos treinta años (la pirámide tardó en construirse unos veintisiete); Hemiunu fue también un miembro auténtico de la familia real y su tumba está cerca de la Gran Pirámide de Keops... pero aunque aquí en la novela aparece como jefe de los constructores (y por tanto responsable de la construcción de la pirámide), y el autor afirma que está demostrado que ostentaba este cargo como tal, por lo que yo he visto en realidad solo se sabe que fue visir y capataz supervisor de las obras del faraón, pero en ninguna parte se afirma que fuese el constructor de la pirámide (aunque se crea que lo fue... que no es lo mismo); su hija en la novela, Seshat, es un personaje ficticio y trabaja junto a su padre como una arquitecta más; Hordjedef, uno de los hijos de Keops y gran villano de la novela, es un misterio a día de hoy, ya que no solo seguimos sin saber si llegó a ser faraón o si solo gobernó como corregente, sino que en su época estaba considerado un sabio y se cree que fue el autor del papiro de Hunefer, una de las versiones más conocidas del Libro de los Muertos (si leéis la novela descubriréis, como os comento arriba, que el personaje literario se aleja muchísimo de lo que se cree históricamente sobre él, y por eso digo que estas novelas hay que leerlas como lo que son, ficción). Nos queda Djedi, sacerdote mago del templo de Ptah; en la novela es hijo de Rahotep (hermano de Keops) y de su esposa Nofret, y, por tanto, sobrino del faraón. Este personaje al parecer fue también real (es nombrado en el Papiro Westcar), pero poco más se sabe.
La narración está dividida en tres partes que abarcan las casi tres décadas que duró la construcción de la pirámide y, dejando a un lado este tema central, se introduce una subtrama que acompaña a la historia principal y que en este caso tiene que ver con el hijo del faraón, Hordjedef, y sus intrigas para hacerse con el cargo de jefe de los constructores. Esas intrigas alcanzarán a los tres principales responsables de hacer realidad este proyecto de muy diversas maneras que aquí no puedo relatar, al tiempo que disfrutamos de una ambientación muy anterior al periodo álgido del Antiguo Egipto, que llegaría unos mil años después con el Imperio Nuevo. Así que sí, La pirámide blanca es una novela entretenida y tiene cosas buenas, pero también tiene sus peguillas: es un poco tramposa en lo que respecta al destino de un personaje (no puedo decir más sin hacer un spoiler tremendo); la personalidad (más bien la ausencia de ella) del faraón Keops le quita fuerza y algo de credibilidad a la trama (en realidad el punto fuerte de la novela no son los personajes en general); ciertas cosas las tienes que aceptar porque sí, como el funcionamiento de la heka (todo el libro gira alrededor de eso pero en ningún momento se explica cómo funciona o cómo la usan los personajes... en la pirámide hay heka y ya, eso es lo que sabemos); y a ratos parece que da vueltas un poco sobre lo mismo. En fin, que como lectura de entretenimiento está bien pero no hay que buscarle muchos pies al gato porque se los encuentras.
No me arrepiento en absoluto de haberlo leído, ya digo que me ha parecido entretenido, pero creo que me va a gustar más La tumba perdida (o al menos eso espero), aunque solo puedo guiarme por cosas que he leído sobre ese libro. Cruzo los dedos.
Nacho Ares nació en León en 1970 y se licenció en Historia
Antigua por la Universidad de Valladolid. Además, es certificado en
Egiptología por la Universidad de Manchester. Desde siempre se ha
dedicado a la investigación y divulgación en diferentes medios de
comunicación de los enigmas históricos que rodean el mundo del antiguo
Egipto.
Fue director de la prestigiosa Revista de arqueología
y sus artículos han sido habituales en diversas publicaciones
especializadas. Desde octubre de 2009 dirige y presenta el programa SER Historia de la Cadena Ser y, actualmente, colabora con el programa Cuarto Milenio de Cuatro Televisión.
Hasta
la fecha ha publicado una docena de libros, de los cuales nueve
ensayos están dedicados a la cultura egipcia. Sus novelas, La tumba perdida (2012), El sueño de los faraones (2014) y La hija del sol (2017),
todas ellas publicadas en Grijalbo, han sido reconocidas por la
crítica especializada y muy apreciadas por los lectores. Con La pirámide blanca,
Nacho Ares nos presenta su aventura de ficción más fascinante sobre
los secretos que rodearon la construcción de la Gran Pirámide de Keops.