Título original: A nurse's story
Autora: Louisa May Alcott
Editorial: Funambulista
Traducción: Jorge Rus
Ilustración de cubierta: La Malade (Félix Vallotton, 1892)
Que Louisa May Alcott era mucho más que la autora de Mujercitas lo hemos comprobado quienes nos hemos acercado a otro tipo de obras suyas mucho menos conocidas que se adentran en el terreno de lo gótico o el misterio, como aquellas que escribió con el seudónimo de A. M. Barnard cuando ya era una autora famosa.
Esta novela que traigo hoy va también por esos derroteros del misterio y, sin embargo, es una obra muy temprana, escrita incluso antes del arrollador éxito de Mujercitas, que todo el mundo considera su primera novela. Y a mí, sabiendo precisamente esto, que fue de lo primero que escribió, me ha sorprendido mucho por lo bien elaborada y desarrollada que está la trama.
La protagonista de la historia, Kate Snow (que además narra en primera persona y por eso solo conocemos su punto de vista durante toda la trama), es una mujer muy independiente, inteligente, segura de sí misma y de su posición en el mundo. Inglesa pero viviendo en América, no tiene fortuna a pesar de ser hija de un caballero y debe trabajar para ganarse la vida. Es enfermera de profesión, especializada en enfermos mentales y en sus cuidados (ella incluso habla de "poderes" en algunas ocasiones), y tras un tiempo de búsqueda infructuosa de empleo, comienza a trabajar para la acomodada familia Carruth. Su paciente en la casa es la hija pequeña de la familia, Elinor, que da muestras de alguna enfermedad mental sin definir y que le sobrevino de repente algunos meses atrás. No permite que ninguna enfermera se ocupe de ella, pero Kate, gracias a su experiencia previa en situaciones similares y un carácter resolutivo y paciente, consigue lo que nadie ha conseguido antes: la confianza y el cariño de Elinor. Y es a partir de este momento cuando los misterios y los esqueletos en el armario de la familia Carruth comienzan a desplegarse ante ella.
La trama tiene dos vertientes muy definidas. Por un lado está el drama familiar de los Carruth, la incógnita que sobrevuela la casa en cuanto a la locura que padece Elinor y su origen. El cabeza de familia, muy débil de salud, vive apartado en una casa en el campo; su mujer, que de cara a los demás no aparenta ningún problema y cumple su rol de dama de la alta sociedad, vive angustiada por el rechazo de su hija Elinor, que desde que cayó enferma la repudia y le culpa de su locura; su otra hija, Amy, va a casarse a pesar de todo desoyendo la prudencia que aconseja la situación; y sus dos hijos varones, Augustine y Harry, totalmente opuestos en cuanto a carácter, viven también la situación con la espada de la enfermedad pendiendo sobre sus cabezas.
Por el otro lado, en la segunda vertiente, está Steele. Este personaje es el mejor dibujado de toda la historia junto con Kate, su evolución dentro de la narración es perfecta, y las escenas que comparten juntos, esas conversaciones buscadas en mayor o menor medida por uno u otro, son sin duda de lo mejor de la historia. Es de su mano de donde nace el misterio que rodea a la casa y a sus habitantes. Steele no es nadie dentro del núcleo familiar, y sin embargo es él quien manda, a quien se obedece, a quien se teme, a quien se soporta como una carga obligatoria imposible de evitar. ¿Por qué? ¿Qué oscuro secreto esconde que obliga a los Carruth a aceptar que viva entre ellos como uno más y a rendirle cuentas de todo lo que sucede en la casa?
Así, entre el fantasma de la locura y el misterio que rodea a Steele, mientras Kate cuida de Elinor y siente un afecto creciente por la familia para la que trabaja que le impulsa a inmiscuirse en lo que ocurre en la casa, se suceden las páginas de una historia que si alguna pega pudiese ponerle (y solo es una pega como lectora que comprende y empatiza con determinado personaje que nada tiene que ver con la calidad de la historia), es que me hubiese gustado otro final para ese personaje en concreto. Me dio la sensación leyendo el libro de que mis simpatías iban en dirección contraria a lo pretendido por la autora, pero es algo que me suele pasar, voy un poco a contracorriente.
Se podría definir esta novela como de intriga, y la autora consigue mantener el misterio sobre lo que sucede hasta el momento mismo en que ella decide que sepas lo que pasa, nunca antes. Y no porque nos esconda información, sino porque la narración sigue su propio camino creando la ambientación adecuada y necesaria hasta llegar a ese descubrimiento para que no solo importe lo que se desvela, que es el misterio latente durante toda la historia, sino que para entonces se ha creado una situación que hace que ese secreto tenga consecuencias en la casa y en sus habitantes que al principio de la novela eran impensables.
Entiendo que a quien esté acostumbrado a novelas de misterio contemporáneas esto le sabrá a poco, pero yo la he disfrutado mucho, me ha parecido muy bien escrita, y para ser una autora novel como lo era en aquel momento, Louisa M. Alcott consiguió lo que otros no consiguen teniendo una trayectoria mucho más amplia a las espaldas, que es armar una historia sólida, con una protagonista fuerte y con carácter (que además toma decisiones que el lector puede considerar discutibles) y un misterio que se mantiene bien durante toda la novela.
Termino hablando un poco de la edición, como siempre. La edición de Funambulista, en este caso, deja la rústica a un lado. Es de tapa dura con sobrecubierta y además incluye una cinta como marcapáginas, detalle que muy pocas editoriales hoy en día se molestan en añadir a sus libros. Muy bonita y de un tamaño cómodo. Además esta obra estaba inédita en castellano hasta esta edición, así que hay que agradecerles que la hayan recuperado.
Por cierto, una de las propuestas que nos hicisteis para reseñar en el blog (ya sabéis que podéis ver el listado aquí) era otra novela de Louisa May Alcott. En concreto se trata de La muchacha anticuada, que aunque está descatalogada, no me ha costado nada encontrar de segunda mano y ya la tengo en mi poder. Así que prontito vendré con otro Alcott por aquí.
Páginas: 200
Fecha de publicación original: 1865
Fecha esta edición: enero 2014
Fecha esta edición: enero 2014
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: 21 eurosIlustración de cubierta: La Malade (Félix Vallotton, 1892)
Kate Snow, narradora de esta novela, es una enfermera (como lo fue la
propia autora) contratada para ocuparse de Elinor, la hija pequeña de la
familia Carruth, aquejada de una extraña enfermedad mental. Kate
intentará desde el primer día entender por qué el joven Robert Steele,
supuesto amigo de la familia, mantiene un control absoluto sobre todo lo
que ocurre en casa de los Carruth.
Auténtico laberinto de engaños, misterios y pasiones, con un sorprendente final, esta novela de intriga cuasi policial sobre la maldición de una estirpe recuerda algunas de las mejores páginas de Wilkie Collins, las hermanas Brontë o Jane Austen...
Auténtico laberinto de engaños, misterios y pasiones, con un sorprendente final, esta novela de intriga cuasi policial sobre la maldición de una estirpe recuerda algunas de las mejores páginas de Wilkie Collins, las hermanas Brontë o Jane Austen...
Que Louisa May Alcott era mucho más que la autora de Mujercitas lo hemos comprobado quienes nos hemos acercado a otro tipo de obras suyas mucho menos conocidas que se adentran en el terreno de lo gótico o el misterio, como aquellas que escribió con el seudónimo de A. M. Barnard cuando ya era una autora famosa.
Esta novela que traigo hoy va también por esos derroteros del misterio y, sin embargo, es una obra muy temprana, escrita incluso antes del arrollador éxito de Mujercitas, que todo el mundo considera su primera novela. Y a mí, sabiendo precisamente esto, que fue de lo primero que escribió, me ha sorprendido mucho por lo bien elaborada y desarrollada que está la trama.
La protagonista de la historia, Kate Snow (que además narra en primera persona y por eso solo conocemos su punto de vista durante toda la trama), es una mujer muy independiente, inteligente, segura de sí misma y de su posición en el mundo. Inglesa pero viviendo en América, no tiene fortuna a pesar de ser hija de un caballero y debe trabajar para ganarse la vida. Es enfermera de profesión, especializada en enfermos mentales y en sus cuidados (ella incluso habla de "poderes" en algunas ocasiones), y tras un tiempo de búsqueda infructuosa de empleo, comienza a trabajar para la acomodada familia Carruth. Su paciente en la casa es la hija pequeña de la familia, Elinor, que da muestras de alguna enfermedad mental sin definir y que le sobrevino de repente algunos meses atrás. No permite que ninguna enfermera se ocupe de ella, pero Kate, gracias a su experiencia previa en situaciones similares y un carácter resolutivo y paciente, consigue lo que nadie ha conseguido antes: la confianza y el cariño de Elinor. Y es a partir de este momento cuando los misterios y los esqueletos en el armario de la familia Carruth comienzan a desplegarse ante ella.
La trama tiene dos vertientes muy definidas. Por un lado está el drama familiar de los Carruth, la incógnita que sobrevuela la casa en cuanto a la locura que padece Elinor y su origen. El cabeza de familia, muy débil de salud, vive apartado en una casa en el campo; su mujer, que de cara a los demás no aparenta ningún problema y cumple su rol de dama de la alta sociedad, vive angustiada por el rechazo de su hija Elinor, que desde que cayó enferma la repudia y le culpa de su locura; su otra hija, Amy, va a casarse a pesar de todo desoyendo la prudencia que aconseja la situación; y sus dos hijos varones, Augustine y Harry, totalmente opuestos en cuanto a carácter, viven también la situación con la espada de la enfermedad pendiendo sobre sus cabezas.
Por el otro lado, en la segunda vertiente, está Steele. Este personaje es el mejor dibujado de toda la historia junto con Kate, su evolución dentro de la narración es perfecta, y las escenas que comparten juntos, esas conversaciones buscadas en mayor o menor medida por uno u otro, son sin duda de lo mejor de la historia. Es de su mano de donde nace el misterio que rodea a la casa y a sus habitantes. Steele no es nadie dentro del núcleo familiar, y sin embargo es él quien manda, a quien se obedece, a quien se teme, a quien se soporta como una carga obligatoria imposible de evitar. ¿Por qué? ¿Qué oscuro secreto esconde que obliga a los Carruth a aceptar que viva entre ellos como uno más y a rendirle cuentas de todo lo que sucede en la casa?
Así, entre el fantasma de la locura y el misterio que rodea a Steele, mientras Kate cuida de Elinor y siente un afecto creciente por la familia para la que trabaja que le impulsa a inmiscuirse en lo que ocurre en la casa, se suceden las páginas de una historia que si alguna pega pudiese ponerle (y solo es una pega como lectora que comprende y empatiza con determinado personaje que nada tiene que ver con la calidad de la historia), es que me hubiese gustado otro final para ese personaje en concreto. Me dio la sensación leyendo el libro de que mis simpatías iban en dirección contraria a lo pretendido por la autora, pero es algo que me suele pasar, voy un poco a contracorriente.
Se podría definir esta novela como de intriga, y la autora consigue mantener el misterio sobre lo que sucede hasta el momento mismo en que ella decide que sepas lo que pasa, nunca antes. Y no porque nos esconda información, sino porque la narración sigue su propio camino creando la ambientación adecuada y necesaria hasta llegar a ese descubrimiento para que no solo importe lo que se desvela, que es el misterio latente durante toda la historia, sino que para entonces se ha creado una situación que hace que ese secreto tenga consecuencias en la casa y en sus habitantes que al principio de la novela eran impensables.
Entiendo que a quien esté acostumbrado a novelas de misterio contemporáneas esto le sabrá a poco, pero yo la he disfrutado mucho, me ha parecido muy bien escrita, y para ser una autora novel como lo era en aquel momento, Louisa M. Alcott consiguió lo que otros no consiguen teniendo una trayectoria mucho más amplia a las espaldas, que es armar una historia sólida, con una protagonista fuerte y con carácter (que además toma decisiones que el lector puede considerar discutibles) y un misterio que se mantiene bien durante toda la novela.
Termino hablando un poco de la edición, como siempre. La edición de Funambulista, en este caso, deja la rústica a un lado. Es de tapa dura con sobrecubierta y además incluye una cinta como marcapáginas, detalle que muy pocas editoriales hoy en día se molestan en añadir a sus libros. Muy bonita y de un tamaño cómodo. Además esta obra estaba inédita en castellano hasta esta edición, así que hay que agradecerles que la hayan recuperado.
Por cierto, una de las propuestas que nos hicisteis para reseñar en el blog (ya sabéis que podéis ver el listado aquí) era otra novela de Louisa May Alcott. En concreto se trata de La muchacha anticuada, que aunque está descatalogada, no me ha costado nada encontrar de segunda mano y ya la tengo en mi poder. Así que prontito vendré con otro Alcott por aquí.
Louisa May Alcott (29 de noviembre de 1832, Germantown, Pennsylvania) fue la segunda hija del filósofo y educador trascendentalista Amos Bronson Alcott. En 1843, Louisa se fue a vivir a Fruitlands, una comunidad utópica que el padre había fundado; sin embargo, a poco, la comunidad fracasó y esto hundió en la miseria a toda la familia Alcott, que tuvo que mudarse a Concord (Massachussets), donde Louisa se vio obligada a desempeñar desde muy joven todo tipo de trabajos para contribuir al sustento de sus familiares. Durantos estos difíciles años, escribió su primera colección de cuentos titulada Flower Fables, y empezó una colaboración literaria con la revista The Atlantic Monthly.
Fue una gran partidaria de las causas sociales: escribió artículos para el periódico feminista The Woman's Journal, luchó por el sufragio universal, apoyó el movimiento por la abolición de la esclavitud y, durante la Guerra de Secesión, ejerció como enfermera voluntaria en el hospital de Georgetown. Las cartas en que refería sus experiencias como enfermera, publicadas con e título de Apuntes del hospital, la consagraron como escritora.
En 1864 publicó su primera novela, Moods, y, en 1868, la obra semiautobiográfica Mujercitas, que la hizo mundialmente famosa. Tras el asombroso éxito comercial de la novela, escribió Aquellas mujercitas, Hombrecitos, Los muchachos de Jo, que completan la saga de la familia March, y varios cuentos y novelas, algunas de carácter moral y educativo. También escribió con el seudónimo A.M. Barnard novelas psicológicas y de intriga.
Murió en Boston a la edad de 56 años, por envenenamiento de mercurio, el 6 de marzo de 1888, dos días después de la muerte de su padre.