Título original: Koundara
Autor: David Pérez Vega
Editorial: Baile del Sol
Páginas: 192
Fecha de publicación: 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 10 eurosDiseño de cubierta: David Moreno Marimbaldo
Jóvenes que empiezan a dejar de serlo perdidos en Koundara, en el corazón de África, en una ciudad sin luz eléctrica; o en Upton Park, en los suburbios de Londres, donde un español de la Mancha no es más que otra minoría étnica; o esperando que les asalten, cualquier sábado por la noche, al acabar su jornada laboral en el solitario polígono de Boadilla del Monte, próximo a Madrid. Jóvenes que tal vez estén a punto de perder sus trabajos de maestros, de vendedores de casas, de administrativos; o de darse cuenta de que aquello que estudiaron en la universidad nunca se va a convertir en su profesión, Jóvenes que se evaden de sus trabajos alienantes organizando viajes exóticos. Jóvenes sin casas, sin hijos, sin tiempo. Hombres divorciados que se interrogan en un restaurante chino sobre el momento exacto en que empezó a destruirse su familia. Una mujer cada vez más distanciada de sus hijos y su marido, pero con un destructivo afán controlador.
Koundara reúne siete relatos en los que David Pérez Vega indaga en las imposturas de la vida laboral y las relaciones humanas.
Koundara reúne siete relatos en los que David Pérez Vega indaga en las imposturas de la vida laboral y las relaciones humanas.
En Koundara el autor nos presenta un conjunto de relatos "cosmopolitas y localistas", tal y como él mismo me cuenta en su dedicatoria (la cual agradezco inmensamente). Como he referido anteriormente, es una recopilación de siete relatos que está estructurada en dos partes. La primera la denomina Los Viajes y engloba tres relatos: Koundara (que da el nombre al libro), Acrópolis y La balada de Upton Park. En la segunda parte, llamada Bajo determinadas circunstancias encontramos cuatro relatos: Maestro, Quitasol, Cazadores y Tetras de ojos rojos.
En todos ellos encontramos un denominador común: son retazos de historias personales, tanto actuales como contemporáneas. Periodos de vidas que trascurren con mayor o menor desesperanza. Cuando la historia es contada en primera persona, sentimos que nos adentramos en la mente de nuestro personaje, aumentando así la crudeza de su realidad, pues nosotros, como humildes lectores, nos posicionamos en esa primera persona que nos acerca al personaje. Cuando el relato se nos narra en tercera persona vemos que nos alejamos un poco del contexto, valorando todo en su globalidad, entendiendo y juzgando las razones de sus vidas, sus caminos andados.
Todos nuestros personajes (más o menos jóvenes) siguen aferrándose de un modo u otro a su juventud, aunque ronden los cuarenta y aquellos lejanos veinte sigan dirigiendo sus vidas. Todos iniciaron su camino, con mayor o menor ilusión: estudiaron, trabajaron... pero en todos los relatos se percibe en cierto modo que sus caminos se están terminando, y que necesitan redireccionarlos hacia otros que les obligarán a abandonar su zona de confort y, lo que es peor, a tomar decisiones que alterarán su estatus y el final de su larga juventud. Sus vidas y experiencias no les han preparado para iniciar esta nueva, incierta y desconocida etapa, que les descoloca y altera de una manera que condiciona y dirige sus vidas hacia un sentimiento de tristeza y fracaso del que todos los personajes participan, aunque sus historias a priori parezcan distintas y desconectadas.
A mi entender, Koundara (ciudad de Guinea-Conakry) representa nuestra sociedad, pues de alguna manera en casi todos los relatos me he sentido identificada: sus vivencias, sus sueños frustrados y transformados, la capacidad de reciclaje, de bajar y subir escalones y, en definitiva, toda esta miscelánea, supone la realidad en la que vivimos... el deseo de encontrar nuestro sitio en el mundo, aunque este sitio se denomine fracaso y lo hayamos adaptado a nuestra zona de confort.
Son jóvenes porque de alguna manera la imagen que les devuelve el espejo les dice que son jóvenes, pero en su interior se percibe que el tiempo ha pasado y todo lo soñado no se ha cumplido; que han perdido oportunidades que no volverán; que esas frustraciones las reflejan en los suyos, determinando así sus destinos y transmitiéndoles toda la negatividad y toxicidad que han acumulado a lo largo de su eterna juventud.
David Pérez Vega nos regala un libro que, en apenas doscientas páginas, nos introduce en la vida y la mente de muchísimos personajes, los protagonistas de nuestro siete relatos, y nos da a conocer retazos de sus vidas, sus pensamientos, frustraciones, ideas, conocimientos... todos ellos son personajes reales, edificios sólidos y complejos, y todos ellos podrían protagonizar perfectamente una novela. Así mismo, aunque las historias de Koundara son segmentos y, por tanto, inconclusos y diferentes entre ellos, no por ello el conjunto en sí deja de ser coherente pues, una vez leídos todos los relatos, resulta evidente que comparten la misma atmósfera y realidad: una generación que debe aprender a reciclarse y a iniciar nuevos caminos, aunque para ello tenga que salir de su zona cómoda.
De todos los personajes, Sebas, protagonista de La balada de Upton Park, es el que más me ha llegado. No sé si será por ser manchego, cuarentón y tierno... él, un hijo pródigo, eligió el exilio y el fracaso como una opción cuando en principio no tenía motivos para ello. Sigue estancado en un bucle que le hace repetir las mismas acciones y compartirlas con el mismo tipo de personas; el orgullo o el no-reconocimiento de su fracaso le impide dar ese paso que cambiaría su vida... Él es uno más de entre los personajes que perfila Koundara, en principio discordantes y heterogéneos, pero al mismo tiempo necesarios para construir un todo coherente, realista y creíble, narrado con un estilo sencillo, y limpio que el lector agradece en cada una de sus páginas.
En todos ellos encontramos un denominador común: son retazos de historias personales, tanto actuales como contemporáneas. Periodos de vidas que trascurren con mayor o menor desesperanza. Cuando la historia es contada en primera persona, sentimos que nos adentramos en la mente de nuestro personaje, aumentando así la crudeza de su realidad, pues nosotros, como humildes lectores, nos posicionamos en esa primera persona que nos acerca al personaje. Cuando el relato se nos narra en tercera persona vemos que nos alejamos un poco del contexto, valorando todo en su globalidad, entendiendo y juzgando las razones de sus vidas, sus caminos andados.
Todos nuestros personajes (más o menos jóvenes) siguen aferrándose de un modo u otro a su juventud, aunque ronden los cuarenta y aquellos lejanos veinte sigan dirigiendo sus vidas. Todos iniciaron su camino, con mayor o menor ilusión: estudiaron, trabajaron... pero en todos los relatos se percibe en cierto modo que sus caminos se están terminando, y que necesitan redireccionarlos hacia otros que les obligarán a abandonar su zona de confort y, lo que es peor, a tomar decisiones que alterarán su estatus y el final de su larga juventud. Sus vidas y experiencias no les han preparado para iniciar esta nueva, incierta y desconocida etapa, que les descoloca y altera de una manera que condiciona y dirige sus vidas hacia un sentimiento de tristeza y fracaso del que todos los personajes participan, aunque sus historias a priori parezcan distintas y desconectadas.
Son jóvenes porque de alguna manera la imagen que les devuelve el espejo les dice que son jóvenes, pero en su interior se percibe que el tiempo ha pasado y todo lo soñado no se ha cumplido; que han perdido oportunidades que no volverán; que esas frustraciones las reflejan en los suyos, determinando así sus destinos y transmitiéndoles toda la negatividad y toxicidad que han acumulado a lo largo de su eterna juventud.
De todos los personajes, Sebas, protagonista de La balada de Upton Park, es el que más me ha llegado. No sé si será por ser manchego, cuarentón y tierno... él, un hijo pródigo, eligió el exilio y el fracaso como una opción cuando en principio no tenía motivos para ello. Sigue estancado en un bucle que le hace repetir las mismas acciones y compartirlas con el mismo tipo de personas; el orgullo o el no-reconocimiento de su fracaso le impide dar ese paso que cambiaría su vida... Él es uno más de entre los personajes que perfila Koundara, en principio discordantes y heterogéneos, pero al mismo tiempo necesarios para construir un todo coherente, realista y creíble, narrado con un estilo sencillo, y limpio que el lector agradece en cada una de sus páginas.
Su nombre real es David Pérez López, pero su seudónimo es David Pérez Vega. Es de Madrid, se licenció en Dirección y Administración de Empresas y trabaja de profesor de Economía y Matemáticas en un colegio de Secundaria. Pero su vocación es la escritura.
Ha publicado Los insignes (2015) con la editorial Sloper, y con Baile del Sol las novelas El hombre ajeno (2014), Acantilados de Howth (2010), y los poemarios El bar de Lee (2013) y Siempre nos quedará Casablanca (2011).
Ha publicado Los insignes (2015) con la editorial Sloper, y con Baile del Sol las novelas El hombre ajeno (2014), Acantilados de Howth (2010), y los poemarios El bar de Lee (2013) y Siempre nos quedará Casablanca (2011).
Podéis leerle también en su blog -> Desde la ciudad sin cines
Miss Bingley