jueves, 25 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: MUERTE BAJO EL SOL - Agatha Christie


 
 
Título original: Evil Under the Sun
Autora: Agatha Christie
Editorial: Espasa
Traducción: E.M.A.
Páginas: 272
Fecha de publicación original: 1941
Fecha esta edición: junio 2019
Encuadernación: rústica sin solapas
Precio: 15,90 euros



https://inquilinasnetherfield.blogspot.com/p/esta-pagina-la-abro-yo-mh-modo-personal.html
 
 
Sigo a todo tren con el reto de Agatha Christie y, una vez más, acompañando a Poirot, que a estas alturas ya ha protagonizado unos 24 libros (nada menos). Hoy toca playita, paraíso de descanso en las costas inglesas, mucha gente variada e interesante (cada uno de su padre y de su madre, que se dice en mi tierra)... nada, que Poirot vive en unas eternas vacaciones de señor jubilado muy (muy) pudiente, pero el crimen no descansa y se lo encuentra allá donde va. Os hablo de
Muerte bajo el sol (este libro también es conocido como Maldad bajo el sol, que no solo se asemeja más al título original sino que está extraído de una frase que aparece en cierto diálogo al principio de la historia. Como Espasa ha decidido relanzarlo como Muerte bajo el sol, a eso me atengo, pero si os lo encontráis en una edición antigua como las de Molino titulado con lo de Maldad..., que sepáis que son el mismo libro). Bueno, al lío.

Tal y como os decía, Poirot está de vacaciones en el hotel de una isla exclusiva en la costa de Dorset, y la historia comienza, como no podía ser menos, con los cotilleos y chismorreos a pie de playa de varios huéspedes que han entablado cierto grado de amistad durante esos días (entre los que se encuentra el mismísimo detective belga, que ya sabemos que no se pierde una cuando de chismorrear se trata). Que si las muchachas están flacas, que si enseñan demasiado y era mejor cuando solo se les veían los tobillos (...), que si me mareo en barca, que si me encanta este sitio por lo pequeño que es y donde todos sus visitantes llegan a conocerse, que si la playa con todo el mundo tumbado al sol parece un depósito de cadáveres... hasta que aparece ELLA, Arlena Stuart (en sus tiempos de actriz), ahora Marshall tras casarse con un serio y circunspecto hombre de negocios y retirarse de la actuación. Arlena empequeñece a todas las mujeres a su alrededor, las vuelve insignificantes, todos los hombres acuden a ella como mosquitos a la luz... y a ella le encanta, no se corta un pelo y es la comidilla del hotel. ¿Os imagináis a quién asesinan más pronto que tarde en la novela? Seguro que habéis acertado, y ya tenemos a Poirot de nuevo en marcha ayudando a la policía local a desentrañar el crimen. Es que ni en la playa le dejan a uno tranquilo. Como bien dice el bueno de Hércules en cierto momento;
Todo respira paz. Brilla el sol. El mar es azul. Pero olvida usted, señorita Brewster, que la maldad acecha en todas partes bajo el sol.

En fin, que ya tenemos el Belén montado: un cadáver, un marido, un amante, una esposa celosa y ultrajada, una hijastra que no soporta a su madrastra, un amor de juventud, varios personajes que no se sabe si son lo que dicen que son o si esconden algo... a lo que se une que en esta isla solo se permite el acceso a los huéspedes del hotel, así que aunque hay muchas posibilidades de que sea uno de los personajes que ya conocemos por la imposibilidad de acceder a la zona, tampoco puede descartarse que sea alguien de fuera porque hay muchos escondrijos a los que se puede acceder por mar. 

En este caso actúa de oficio la policía del condado (solo si ven que no son capaces de resolverlo por sí mismos pedirán ayuda a Scotland Yard), pero conocen de sobra la fama de Poirot y no dudan en pedirle ayuda. Es entonces cuando empieza la ronda de interrogatorios y el estudio de gestos, coartadas, medias verdades, mentiras deliberadas... Lo cierto es que van cambiando de enfoque e hipótesis sobre la marcha según los descubrimientos que van a haciendo, siendo alguna de estas hipótesis bastante inesperada (que sea o no la buena ya se va viendo). Si me preguntáis a mí,
Muerte bajo el sol es de esos libros en los que quizás puedes adivinar a medias la identidad del culpable, pero no el modus operandi o la motivación detrás del crimen hasta que Poirot no la explica, porque hasta casi el final no se tira del hilo correcto. Eso hace que sea difícil anticipar toda la explicación del final, lo que está bien para quien nos gusta que nos sorprendan cuando ya hemos leído tanto libro de la autora en tan poco tiempo, pero habrá gente que considere que es un poco tramposillo porque el lector no tiene todos los elementos para anticiparlo durante la lectura. A mí, a estas alturas del reto, me gusta que me sorprendan y me da igual todo esto, pero por si acaso a alguien le interesa, ahí queda.

Un par de curiosidades, como siempre me gusta comentaros en estas novelas. La primera es que muy al comienzo se hace alusión al crimen cometido en Muerte en el Nilo (la Christie es muy aficionada a nombrar casos anteriores en los libros de Poirot). La segunda es que en cierto momento se nombra al capitán Hastings, como si Poirot, tiempo después de lo que sucede en este libro, hubiese hablado con él para comentar el caso. Esto es curioso porque como ya os dije en El testigo mudo (hace ya unas cuantas reseñas), ese fue el último caso donde apareció Hastings hasta la ultimísima novela protagonizada por Poirot (34 años después de esta que os traigo hoy), así que la autora nos está dando a entender que Hastings ha desaparecido como personaje y narrador de los libros, pero que Poirot y él siguen manteniendo el contacto y su amistad. Ah, y una tercera curiosidad, que acabo de acordarme. En cierto momento Poirot dice esto:

¡Ah, madame!, me reservo las explicaciones para el último capítulo.

Que diréis que no le veis la gracia, pero para el lector habitual de las novelas protagonizadas por Poirot, la tiene, y mucha. No solo porque las reuniones de final de caso de Poirot son míticas y muchos otros autores las han emulado/homenajeado/plagiado (dependiendo del caso y la intención), sino que el propio personaje es consciente de su existencia literaria y está rompiendo la famosa cuarta pared. Tonterías que solo nos llaman la atención a quienes hacemos retos como este, pero ahí quedan para la posteridad.

Y creo que nada más. No voy a contar nada del caso en sí mismo (casi nunca lo hago, ya lo sabéis), que este año quiero traer al menos diez novelas a este reto y no quiero abusar con reseñas largas. Por cierto, en el próximo libros nos reencontramos con el matrimonio Beresford, de quienes no sabíamos nada desde Matrimonio de sabuesos (27 reseñas del reto han transcurrido entre medias, para que os hagáis una idea... ahí es nada).



Agatha Christie (1891-1976) es conocida en todo el mundo como la Dama del Crimen. Es la autora más publicada de todos los tiempos, tan solo superada por la Biblia y Shakespeare. Sus libros han vendido más de un billón de copias en inglés y otro billón largo en otros idiomas. Escribió un total de ochenta novelas de misterio y colecciones de relatos breves, diecinueve obras de teatro y seis novelas escritas con el pseudónimo de Mary Westmacott.

Probó suerte con la pluma mientras trabajaba en un hospital durante la primera guerra mundial, y debutó con El misterioso caso de Styles en 1920, cuyo protagonista es el legendario detective Hércules Poirot, que luego aparecería en treinta y tres libros más. Alcanzó la fama con El asesinato de Roger Ackroyd en 1926, y creó a la ingeniosa miss Marple en Muerte en la vicaría, publicado por primera vez en 1930.

lunes, 22 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: EL DIAMANTE DE MOONFLEET - John Meade Falkner



Título original: Moonfleet
Autor: John Meade Falkner
Editorial: Zenda Aventuras
Traducción: Dolores Payás
Prólogo: Arturo Pérez-Reverte
Páginas: 372
Fecha publicación original: 1898
Fecha esta edición: enero 2019
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 16,90 euros
Ilustración de cubierta: Augusto Ferrer-Dalmau





La furia del deseo de vivir del joven muchacho frente a la ternura de verse continuado en él por parte del viejo marino trazan fuertes líneas maestras en esta historia de acción en la que no falta ningún elemento para saciar el hambre de aventuras: un fantasma, una pista escrita en el medallón de un cadáver, un tesoro oculto, un contrabandista bebedor, un joven soñador, una belleza seductora, un asesinato, una huida, un traidor, una venganza, un naufragio, un regreso. Y el mar como paisaje engañoso, añorado, cruel, que acuna la narración con la inevitable melodía de la gran literatura clásica. Pero lo que convierte El Diamante de Moonfleet en una obra maestra universal es algo mucho más difícil de conseguir: su autor, John Meade Falkner, queriendo contar la aventura de unos hombres, terminó construyendo una historia sobre el ser humano.

El diamante de Moonfleet es un clásico de aventuras que yo siempre he asociado a La isla del tesoro, y pensando que iba a encontrarme algo muy parecido (aun teniendo muchas ganas de leerlo), lo he ido aparcando durante años. Una vez leído solo puedo decir que si alguien que me lea piensa lo mismo, que este libro es una historia juvenil de aventuras y piratas, está completamente equivocado. Es más adulta que juvenil, los piratas ni están ni se les espera, y sí, hay aventuras, pero también otras muchas cosas que hacen que este libro sea incluso superior en muchos aspectos a la novela de Stevenson. Me ha gustado muchísimo, os lo digo desde ya. Toda una sorpresa.

Moonfleet es un pueblecito en la costa de Dorset en cuyas orillas hacen trapicheos los contrabandistas y donde los naufragios que arrastran cadáveres y restos son el pan de cada día. Apenas cuenta con doscientos habitantes, todas las casas necesitan reparaciones o están directamente en ruinas y, cuando esto último sucede, directamente las derruyen, con lo que la vegetación comienza a campar a sus anchas en los cada vez más habituales espacios vacíos. En este ambiente decadente y decrépito vive John Trenchard, un adolescente de apenas quince años cuando comienza esta historia en 1757. Huérfano desde hace años, vive con una tía severa y estricta que no muestra más interés por su sobrino que el de alimentarlo y darle un techo sin mostrarle ni una pizca de cariño. Pero John tiene sus propios sueños y ambiciones: está obsesionado con encontrar el diamante de Barbanegra, con el que espera conseguir fortuna y ascender en la vida. Cuando una noche decide adentrarse en el hueco que encuentra en una tumba no es consciente de que será el final de su vida tal como la ha conocido hasta entonces y el comienzo de una nueva en la que unirá su suerte a la de Elzevir Block, dueño del hostal del pueblo. Juntos correrán mil aventuras, pero muy diferentes a esas de las “mil y una noches” que a John tanto le gusta leer.

Me encantan las novelas ambientadas en costas inglesas con contrabandistas y magistrados intentando detener estas prácticas maleantes, pero lo cierto es que aunque El diamante de Moonfleet tiene algo de esto, y además una escena de este tipo es la que pone realmente en marcha la historia, la trama real va por otros derroteros. El diamante del título forma parte de una leyenda local sobre un habitante de Moonfleet muerto hace muchos años, y el adolescente John Trenchard cree que si encuentra ese diamante no solo se convertirá en un hombre próspero, sino que podrá casarse con la jovencita de la que está enamorado, que es nada menos que la hija del malvado magistrado local y, por tanto, totalmente fuera de su alcance. Falkner pone a disposición del lector una serie de personajes que te imaginas sin lugar a dudas en un pueblo costero del siglo XVIII azotado por la pobreza y los impuestos gubernamentales, pero para mí destaca sobre todo este plantel el posadero, Elzevir Block, probablemente el mejor personaje de toda la novela y construido como soporte para todo lo que ocurre en ella. La trama no se circunscribe a Moonfleet porque la búsqueda del diamante nos lleva a otros lugares de Inglaterra e incluso a ultramar, pero dad por seguro que, a falta de mapa con una X marcando el lugar del tesoro, tenemos otras indicaciones igualmente prometedoras para encontrar esa preciada joya. ¿Que lo realmente interesante es lo que ocurre en el camino, la evolución del personaje de John, la relación que va forjando con Elzevir y los errores terribles que comete porque no es más que un adolescente con la cabeza llena de pájaros e inmaduro muy a su pesar? Pues también, pero me niego a entrar mucho en este terreno. Es que me niego a entrar mucho en cualquier terreno, porque será poco para lo que quiero decir y quizás mucho para lo que debería desvelar.

Os comentaba arriba que en mi cabeza, antes de leerlo, este libro era algo parecido a La isla del tesoro (libro que adoro y releí el año pasado, así que lo tengo muy fresco en la cabeza), pero nada que ver. Sé que es un libro juvenil o que está catalogado como tal (aunque cada vez hago menos caso a estas cosas porque no siempre estoy de acuerdo), pero esta historia se mueve en planos mucho más complejos y enrevesados que la de Stevenson (por poner un ejemplo, ya que la he sacado a colación varias veces) y resulta muy superior en conjunto. Sí, tenemos un protagonista adolescente que se ve envuelto en una serie de circunstancias que le llevan a vivir varias aventuras, pero el devenir mismo de la trama, el giro que surge en el último tercio, las propias vivencias, decisiones y consecuencias son muy adultas y más oscuras y sombrías de lo que anticipa el inicio de las páginas. Yo creo que El diamante de Moonfleet, como otros muchos clásicos juveniles de finales del XIX y primera mitad del XX, fue escrito con mucha intencionalidad por parte del autor en cuanto a los conceptos mismos que encierra y la manera de exponerlos. Evidentemente lo puede leer un niño o un adolescente y disfrutarlo hasta donde alcanza su breve experiencia en la vida, pero este libro en manos de un adulto cobra una perspectiva completamente diferente, se abren caminos totalmente ocultos para un lector de escasa edad y todo lo que ocurre en él golpea con mucha más contundencia y propósito.

Me da un poco de cosa hablar así de un libro que sé que en manos de otro lector puede provocar sensaciones muy diferentes y no resultar más que eso, un libro de aventuras juvenil (y que os haría pensar: "¿pero qué se ha fumado la MH esta?"), pero es que no me esperaba lo mucho que lo disfruté. No sé cómo habría sido leer este libro en mi adolescencia, seguramente la experiencia lectora hubiese sido totalmente diferente pero, hoy por hoy, creo que he leído Moonfleet justo cuando tenía que leerlo. Y voy a ser muy sincera, leí este libro hace ya cinco meses y no lo había reseñado todavía porque no encuentro la manera de explicar y transmitir mis sensaciones. Lo que cuente sobre él va a parecer un libro más de aventuras, y sin embargo es una historia que empieza tranquilita en el pueblo, va de menos a más, echando raíces poco a poco en el corazón del lector, creciendo y expandiéndose conforme avanzan las páginas, haciéndose fuerte con cada paso en el camino y sorprendiéndote cuando llegas al final y te encuentras emocionada hasta el extremo de las lágrimas porque no te habías dado cuenta de lo arraigada que tenías ya la historia y lo mucho que duele que te arranquen de cuajo uno de sus pétalos más hermosos.

Esta novela sigue viva en mi cabeza, sempiterna como la olas que no dejan de romper contra las costas de Dorset, y no creo que pueda añadir nada más. Me gustaría hablaros de muchas cosas que son muy importantes en la historia y que son las que se han quedado conmigo, pero no puedo hacerlo porque se desarrollan durante la trama y estaría contando mucho más de lo que debo. Sí os puedo decir que el verdadero diamante de todo lo que se cuenta en estas páginas está en la relación que se establece entre el adolescente John Trenchard y Elzevir Block, propietario del hostal. Elzevir perdió a su hijo a manos de las autoridades meses atrás y vuelca en John todo ese amor paternal que ya no puede volcar sobre su propio hijo. Estos dos personajes juntos son la verdadera joya de la corona, y su relación está tan bien escrita y desarrollada que, sin hacer ruido, devora todo lo demás. Sí, tenemos aventuras, tesoros, secretos, honor, lealtad, coraje, traiciones, contrabando, naufragios, muertes, romance... tiene escenas trepidantes que te mantienen en tensión, y escenas tiernas que te calientan el corazón, pero John y Elzevir juntos son otra cosa. Si un libro me deja con el corazón encogido al finalizar la lectura, con lo dura que soy para estas cosas, es porque ha traspasado muchas murallas.

Moonfleet tiene varias adaptaciones (una de ellas dirigida por Fritz Lang en 1955 con Stewart Granger y George Sanders entre sus protagonistas), pero el tráiler que yo os dejo es el de la última que se ha hecho (que yo sepa). Es una miniserie de dos episodios emitida en las navidades de 2013 por Sky One y protagonizada por Aneurin Barnard, Ray Winstone y mi adorado Ben Chaplin... no es perfecta pero sí muy entretenida (yo siempre de parte de las producciones de época de la televisión británica, son mi debilidad).

 



John Meade Falkner (Manningford Bruce, Wiltshire, 8 de mayo de 1858 - Durham, 22 de julio de 1932) nació ocho años después que Stevenson (La Isla del Tesoro) y cinco antes que Anthony Hope (El prisionero de Zenda). Hijo de un párroco de Dorset que le obligó a estudiar la lengua griega desde los seis años y una madre dulce que le transmitió el amor por la cultura clásica y el latín dejándolo huérfano a la edad de doce años, estudió en el Hertford College de Oxford donde se licenció en Historia en 1882. Después de graduarse, fue maestro y tutor, hasta que, gracias a su habilidad para los negocios y las lenguas, llegó a convertirse en el presidente de la Armstrong Whitworth Co., una de las mayores empresas armamentísticas del mundo. Compaginó la vida empresarial con su pasión por los libros, creando una importante biblioteca personal. Además de Moonfleet, escrita en 1898, es autor de otras tres novelas, varios libros de poesía, tres guías topográficas (Oxfordshire, Bath y Berkshire) y una Historia de Oxfordshire.

jueves, 11 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: LOS BUSCADORES DE TESOROS - Edith Nesbit


 
Título original: The Treasure Seekers
Autora: Edith Nesbit
Editorial: Toromítico
Traducción: Nuria Reina Bachot
Páginas: 208
Fecha publicación original: 1899
Fecha esta edición: noviembre 2015
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 euros
Ilustraciones de cubierta e interiores: Pilar González y Antonio Cuesta
 

Los seis hermanos Bastable —Dora, Oswald, Dicky, los gemelos Alice y Noel, y Horace Octavius, al que todos llaman H.O.— son huérfanos de madre. Desde hace tiempo saben que las cosas no van bien en casa. Han decidido hacer algo para recuperar la fortuna familiar perdida, y ensayarán todos los métodos posibles para volver a vivir como antes. Buscarán tesoros ocultos, harán de detectives, venderán los versos que hace Noel, intentarán encontrar un Generoso Benefactor, rescatar a un anciano caballero en apuros, vender vino de jerez a comisión, capturar un ladrón... Pero no saben cuántas aventuras les esperan.

Publicado originalmente en 1899, este libro inició la exitosa saga de la familia Bastable, donde se cuentan las historias de Dora, Oswald, Dicky, Alice, Noel y Horace Octavius (H. O.), y sus intentos de ayudar en casa. Tuvo su continuación con The Wouldbegoods («Los seremosbuenos», 1899) and The New Treasure Seekers («Los nuevos buscadores de tesoros», 1904), que serán publicados en esta misma colección muy pronto.
 
Cuando os hablé de Los chicos del ferrocarril hace ya unos dos años y medio, comenté que me había lanzado a buscar más libros de Edith Nesbit como si no hubiera un mañana. Y lo cumplí. De hecho el año pasado leí La ciudad mágica y mi intención era hablaros de él por aquí, pero el dichoso virus de diciembre se llevó por delante al menos seis o siete reseñas (me encantó, por cierto... muy recomendable). El caso es que sigo leyendo a Nesbit y este año le ha tocado a Los buscadores de tesoros, novela protagonizada por seis hermanos de la que os hablo ahora mismo.
 
Esta historia está narrada por uno de los seis hermanos Bastable protagonistas, y todo nos lo cuenta según lo ve y lo interpreta a su manera infantil (que ya sabemos que los adultos dan pocas explicaciones a los niños), así que el lector es quien tiene que hacerse una idea de lo que pasa en casa de esta familia, pero más o menos la situación es esta. Hasta hace muy poco tiempo el negocio de su padre funcionaba estupendamente, recibían a mucha gente en casa, tenían varios criados y, digamos, que vivían de una manera muy holgada... pero dos tragedias casi simultáneas vienen a arrasar este jardín del Edén: por un lado, fallece la señora Bastable, dejando devastados tanto a su marido como a sus hijos; por el otro, el socio del señor Bastable le ha estafado y ha huido del país con lo que se presupone el dinero de la empresa, dejándolo en la ruina, con muchas deudas y una situación muy complicada. Todo esto se traduce en que los niños Bastable no solo dejan de asistir a la escuela al no poder pagarla y se pasan el día en casa, sino que ven cómo han perdido todo lo que tenían y deciden recuperar la fortuna perdida de la casa de los Bastable como sea... y ahí es donde comienza la búsqueda de los tesoros.
 
A todo esto no os he presentado a los hermanos Bastable, y eso es de muy mala educación, así que pongo remedio: Dora es la mayor de los seis, luego viene Oswald, después Dicky, y luego es turno de los mellizos Alice y Noel. El más chiquitajo se llama Horace Octavius, un nombre que hubiese tenido mucho pedigrí en la Antigua Roma pero que por razones evidentes sus hermanos han reducido a H.O. Os decía arriba que el libro está narrado por uno de ellos pero no os he dicho por cual... es que esto es un secreto secretísimo que no estoy dispuesta a desvelar. Nada más comenzar a narrar nos avisa de que no piensa decirnos quién es para ver si los lectores lo adivinamos, y vive en en esa ilusión del anonimato toda la novela preguntándose al final si habrá conseguido lo que el mismísimo Clark Kent consiguió con unas simples gafas (bueno, esto de Clark Kent es cosa mía, obviamente). ¿Para qué le vamos a decir que se delata tropecientas mil veces a lo largo de las páginas, que no hace más que echarse flores continuamente y que en el primer capítulo ya mete la pata y nos queda clarinete quién es? Hay que dejar que la gente sea feliz con sus ilusiones, no me seáis aguafiestas. De mí no va a salir nada, soy una tumba. Mi duda es, ¿lo averiguarán los más pequeños? Estoy segura de que sí, tarde o temprano caerán del guindo porque la autora es muy graciosa (yo me he reído en varias ocasiones con sus torpes intentos de ocultación) y lo deja caer muchas, muchas veces.

Bueno, vamos con la historia propiamente dicha, que realmente consta de varios episodios continuos en el tiempo pero que se leen como miniaventuras independientes entre sí. Como digo la intención de estos niños es la de recuperar la fortuna de su familia, y hacia eso encaminan un montón de iniciativas que, como podréis imaginar, en el mejor de los casos les proporciona unas pocas monedas, y en el peor, pues algún disgusto que otro... pero ellos son incansables y siguen intentándolo. Si lo de buscar tesoros en el jardín no funciona, intentan convertirse en escritores publicados, se transforman en bandidos para desvalijar al primer infeliz que aparezca por el camino, se ponen a vender un licor apestosos al incauto que entre por la puerta, publican su propio periódico o se buscan un anciano rico al que salvar de un peligro que ellos mismos provocan para (gracias a su agradecimiento infinito) convertirse en sus futuros herederos. La imaginación es grande y unos niños en casa durante todo el día durante meses tienen mucho tiempo (demasiado) para usarla a su antojo.

Como podréis imaginar, siendo un libro infantil, los valores y esas moralejas de lo que puede ocurrir cuando haces algo que no debes están ahí, pero el estilo de Nesbit es inconfundible en este tipo de novelas y huye en dirección contraria de todo lo que tenga que ver con cursilerías y gazmoñerías. De hecho, y ya lo dije en su momento, la principal virtud de estos libros es que los niños son niños, se comportan como tal y hablan como tal (que parece poca cosa y sin embargo es muy complicado de encontrar en la literatura infantil-juvenil... la de niños espeluznantes y repelentes que nos tenemos que comer con papas en muchas ocasiones). Por eso los acompañamos en todas estas aventuras y extravagancias que salen de sus cabezas, pero también percibimos muchas cosas que están ahí, que los niños ven aunque no sepan interpretar y que no por ser sutiles son menos importantes.

De hecho, nuestro narrador-incógnita describe su vida con una nitidez apabullante sin saber que eso es precisamente lo que está haciendo: la pobreza que le rodea desde hace tiempo, los muebles rotos, las alfombras raídas, la mala y escasa comida, las tiendas a las que no pueden ir porque su padre debe dinero, la plata que salió de casa para ser pulida y que ya no ha vuelto... La muerte de su madre es una constante en toda la novela, ya nada es igual desde que ella no está, apenas hablan de ella con su padre porque él se pone muy triste y siempre relacionan las cosas bonitas de su vida anterior con la presencia materna y su amor. Pero también resulta evidente (aunque parece que estos niños no lo acusan o no le dan importancia) que el padre apenas está presente en sus vidas. No es que los tenga abandonados o que no se preocupe por ellos... los adora porque lo vemos en las pocas escenas que comparte con ellos (y casi todas de la mitad del libro en adelante), pero está superado por la situación económica de la familia, se pasa el día en Londres intentando sacar su empresa adelante tras la traición de su socio, y eso hace que estos niños estén todo el día completamente solos entrando y saliendo de su casa sin ninguna supervisión. La única figura adulta presente de una manera continua, y en la que ellos se apoyan constantemente aunque no lo hagan de manera consciente, es el tío de un vecino de su edad que vive en la casa de al lado. Este señor, escritor y que les sigue el rollo en todo momento sabedor de su complicada situación, también es quien debe reconvenirles o pararles los pies de vez en cuando si las aventuras se desmadran, e incluso es a quien acuden en situaciones de emergencia. Es la figura paterna durante buena parte del libro, y visto de manera adulta, es muy triste, porque los niños Bastable por sí mismos no se dan cuenta.

Es decir, que entre tanta aventura y jolgorio, la ambientación que subyace y percibe el lector adulto y que estos niños no ven está lejos de ser la alegría de la huerta, y en cierto momento, después de muchos intentos frustrados de ganar riquezas, el narrador dice que a los niños de los cuentos todo les sale bien y que eso no suele pasar en la vida real... pero luego se corrige porque todo se arregla al final, que para eso es un libro infantil y para eso estos niños se lo han currado toda la novela (porque son muy buenos niños, que conste). Comparando su historia con la de los libros que suele leer, dice que sus aventuras parecen sacadas de un libro de Rudyard Kipling y su final feliz de un libro de Charles Dickens, y con esto queda poco más que añadir.
Si este final se parece a los de Dickens, yo no puedo evitarlo, pues así es tal y como sucedieron las cosas. A veces, la vida real es como en los cuentos.
Y bueno, no lo iba a decir, pero lo digo. Me ha gustado la historia a pesar de la edición. Me niego a creer que este libro lo haya corregido alguien, porque no solo hay faltas de ortografía que dañan la vista (geta por jeta, por poner un ejemplo... y además dos veces), sino que no hay ni un solo diálogo con acotaciones que esté bien puntuado (ni uno), así que hay que leerlos dos veces para saber lo que te están diciendo, lo que está dentro de la acotación, lo que está fuera... Es totalmente imposible que un corrector ortotipográfico lo haya pasado por alto en todas y cada una de las páginas, así que debo asumir que no ha habido tal corrector (y si lo ha habido, pues no sé qué queréis que os diga...). Quien lleva aquí mucho tiempo sabe que siempre he sido muy guerrera en las reseñas con estas cosas, pero llevo una temporada que bastante es que me siente a reseñar como para ponerme a despotricar y quejarme, así que he bajado un poco la intensidad... pero en este caso no me da la gana, porque si esto está dirigido a un público infantil o middle grade, un público que todavía no está ducho en sortear este tipo de cosas durante una lectura y puede tener dificultades para comprender lo que está leyendo, pues apañados vamos. Hay que cuidar un poco lo que se publica.

Dicho todo esto, he disfrutado de Los buscadores de tesoros, me ha sacado la sonrisa muchas veces y me hubiese encantado leerlo siendo una chiquitaja para poder comprobar la diferencia entre la lectura infantil y la adulta... pero si me preguntáis por dónde empezar con Nesbit en su faceta infantil, os aconsejaría sin lugar a dudas hacerlo con Los chicos del ferrocarril o con La ciudad mágica. Comparada con ellos, Los buscadores de tesoros es una lectura muy entretenida, tiene sus valores morales y los niños son niños, que es algo que esta escritora conseguía de una manera maravillosa, pero se queda un paso por detrás (también es verdad que, si no estoy equivocada, es el primer libro que publicó la autora y eso también se nota). Por cierto, se anuncia en la sinopsis del libro que la editorial iba a publicar los restantes libros de la serie y ocho años después si te he visto no me acuerdo, porque no han publicado ninguno más. Porca miseria...

 


 

 
Edith Nesbit nació en Londres en 1858, en el seno de una familia numerosa y nada convencional. Cuando tenía tres años quedó huérfana de padre y eso provocó que tuviera que mudarse en diversas ocasiones, incluso fuera de Inglaterra, llevando una vida de continuo cambio. En ese periodo vivió durante tres felices años en una casa llamada Halstead Hall, en Kent —que estaba al lado de una pequeña estación de tren—, cuyos ecos encontraremos más tarde en muchos de sus libros. En 1880 se casó con Hubert Bland, activista radical con el que fundaría la Sociedad Fabiana, un grupo de filiación socialista y reformista en el que compartió amistad con G. B. Shaw, el matrimonio Webb, H.G. Wells... Su familia llevaba una vida bohemia y la propia Edith Nesbit hacía gala de indumentarias, peinados y un estilo de vida nada acordes con los tiempos. De hecho, su costumbre empedernida de fumar le provocaría un cáncer de pulmón del que moriría en Londres en 1924. 
 
Aunque su ambición era la de ser una poetisa, las necesidades económicas le hicieron dirigir su talento hacia la escritura por encargo para niños y jóvenes, en la que conseguirá enormes éxitos desde muy pronto. Con los relatos de la saga de la familia Bastable y su primer libro juvenil, The story of the treasures seekers (Los buscadores de tesoros), consiguió recursos en 1899 para trasladar a toda la familia a una antigua casa con foso, en Kent, en la que viviría durante 23 años, aunque nunca lograría una economía estable debido a su desprendida hospitalidad. Escribió novelas de terror y romance para adultos, poesía, propaganda socialista, obras de teatro y reseñas, pero hoy es conocida por los casi 60 libros escritos para y sobre niños entre 1894 y 1924, y entre los que destacan: The Story of the Treasure Seekers, Five Children and It, The Phoenix and the Carpet, The Story of the Amulet, House of Arden series, The Enchanted Castle, The Railway children... Berenice ha publicado por primera vez en español su mayor éxito, Los chicos del ferrocarril (2013) y La ciudad mágica (2014), así como Toromítico está publicando la saga de los hermanos Bastable, de los que están ya a la venta Los buscadores de tesoros y Los Seremosbuenos.

lunes, 8 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: EL SIGNO DEL MIEDO - Margery Allingham


 
Título original: Sweet Danger
Autora: Margery Allingham
Editorial: Impedimenta
Traducción: Guillermo López Gallego
Páginas: 288
Fecha publicación original: 1933
Fecha esta edición: octubre 2016
Encuadernación: rústica con sobrecubierta
Precio: 21,95 €
Imágenes de cubierta: Detalle cartel de transporte, Londres (P Shine, 1927)

Guffy Randall, un joven aristócrata inglés, no sale de su sorpresa cuando se encuentra con el Paladín Hereditario de Averna y parte de su corte en un hotel de la Costa Azul. Y es que ese flamante heredero no es otro que su viejo amigo Albert Campion, un caballero de alta cuna que se esconde tras un pseudónimo para poder ejercer de forma anónima su profesión de detective. Campion, acompañado de tres camaradas tan peculiares como él y de su fiel sirviente Magersfontein Lugg, un antiguo ladrón dado a los métodos expeditivos, se enfrenta esta vez a la misión de probar que el reino de Averna, un minúsculo y pintoresco principado situado a orillas del Adriático, pertenece a la Corona inglesa. Para ello se verá obligado a viajar a Pontisbright, una aldea en la que se topará con grandes misterios, adolescentes precoces que se visten con telas de cortinas y cadáveres por doquier. 
 
Una apasionante aventura para el aristocrático y excéntrico detective Albert Campion, uno de los más singulares héroes de la narrativa negra inglesa del XX, un personaje adorado por Agatha Christie, Iris Murdoch o A. S. Byatt. Una obra maestra del suspense y el humor.

No os voy a descubrir nada nuevo si os digo que me pirran las novelas de misterio/detectives clásicas y que intento leer todo lo que puedo (cuando puedo). Margery Allingham es una de pocas escritoras pertenecientes a la Golden Age británica que todavía no había caído en mis manos, así que he puesto remedio en estos primeros meses del año.
Impedimenta ha publicado dos novelas suyas por el momento protagonizadas por su detective, Albert Campion, pero no ha seguido el orden de publicación, siendo esta primera en castellano, El signo del miedo, realmente la quinta en la serie (aunque peor es la otra, que es la decimotercera o así... ¡el orden está sobrevalorado! xD). Os cuento si sé apañarme, porque el libro es muy sencillo de leer a partir de cierto momento pero la premisa que se explica en las páginas iniciales es un poco confusa.
 
Guffy Randall es un joven aristócrata británico algo elitista pero muy buena gente. Acaba de llegar al hotel Beauregard, en Menton, cuando el gerente le informa de que sospecha de ciertos individuos que se alojan en el hotel. Menuda sorpresa se lleva Randall cuando descubre que esos sospechosos son ni más ni menos que varios amigos suyos, entre los que se encuentra el misterioso Albert Campion... pero el caso es que están de incógnito. Resulta que Campion se hace llamar señor Brown, paladín hereditario de Averna, y el resto de acompañantes forman parte de su corte. Probablemente tengan que morir luchando por "su país", pero así son las cosas. ¿Qué rollo es este de Averna? Resumiendo mucho (creedme, es un lío) Averna es un reino fundado al buen tuntún en un valle por un tal Lamberto que, una vez abandonado su reino, no pudo volver a él y lo encomendó a la Corona inglesa. Llegó otro señor cientos de años después que legalizó un poco el reino y luego, pues eso, al olvido otra vez... hasta que pocos meses antes del momento en que tiene lugar la historia, un terremoto, con su movimiento de tierras y apertura hacia el mar, ha convertido Averna en un sitio muy codiciado (petróleo y esas cosas). Y aquí es cuando entra la cuestión de la propiedad y a quién pertenece realmente Averna. Y todo esto, de una manera que me niego a explicar aquí, lleva a nuestra panda hasta un pequeño pueblo de Suffolk donde una familia, probablemente los verdaderos herederos de todo este embrollo de Averna, vive en un molino turístico. Para ayudarlos tendrán que resolver tres acertijos y encontrar los objetos a los que aluden antes de que un delincuente ricachón carente de escrúpulos se les adelante en conseguirlos.

Mirad, os voy a ser muy sincera. No he entendido la necesidad de complicar tantísimo el planteamiento de esta historia. Lo que aquí os cuento es un resumen muy, muy conciso de todo el rollo patatero que ocupa páginas y páginas al comienzo del libro y que, sinceramente, anticipo que puede desanimar a mucha gente a la hora de seguir con la lectura. Y que no se me malinterprete, no estoy diciendo que el planteamiento tenga que ser facilón o sencillo, pero es que este en concreto me ha parecido hasta fuera de lugar para lo que luego ofrece la historia, porque llega un punto a mitad de libro que te dejas llevar por todas las aventuras del molino y sus habitantes (que es lo realmente interesante) y tienes que hacer un esfuerzo para recordar todo el galimatías de Averna y el porqué están haciendo todo eso. Vamos, que bajo mi modesto y simplón punto de vista, no era necesario complicar tanto las cosas al inicio, la historia hubiese evolucionado y avanzado exactamente igual.

Pero bueno, una vez dejamos a un lado lo confuso del planteamiento y nos desplazamos a la campiña y a ese molino regentado por la familia Fitton, empieza lo interesante y el libro se lee del tirón. De hecho, la familia Fitton tiene más carisma que toda la pandilla esta de amigos junta (o al menos la hermana mayor lo tiene, que no se le pone nada por delante y su personaje es probablemente el mejor del libro), y las idas y venidas en busca de pistas sumadas a los diálogos y el intercambio de ocurrencias, ironía y despistes varios tienen todo el sabor del misterio clásico británico. A todo esto hay que añadir que la historia atesora algo que no todos los libros de su estilo y de su época tienen: un villano en toda regla, de esos megapoderosos con mucho dinero y muchos medios a su alcance, con un montón de delincuentes y criminales a sueldo sin escrúpulos y, sobre todo, con una mente maléfica y criminal que no piensa detenerse hasta conseguir su objetivo. Campion tiene muchas piedras en este caso, pero el villano (del que no os doy el nombre ni más datos por no estropearos nada) es su archienemigo evidente, y como si de Moriarty y Sherlock se trataran, no falta el clímax final, trepidante y con bastante más acción de la que suele ser habitual en este tipo de historias, para dar buena muestra de ello.
 
Y hablando de nuestro detective, Albert Campion, es descrito constantemente como una persona de apariencia muy anodina, con una expresión en la cara que va de estúpida a boba (pasando por bobalicona y cualquier cosa que se os ocurra que signifique lo mismo). Claro está, sabemos que la inteligencia está en el interior y eso es lo que él demuestra. También descubrimos que es un detective de acción (nada de células grises sentado en el sofá), que tiene un humor un tanto particular y que no le importa disfrazarse de la manera más ridícula con tal de pasar desapercibido. Se enamoró en algún libro de esos anteriores a este que no hemos leído, pero la cosa quedó en nada (al parecer), y también en alguno (o algunos) de esos libros anteriores estará explicada la extraña procedencia de este personaje, porque en este poco sacamos en claro salvo numerosas alusiones veladas que no explican nada. Tirando de imaginación podemos deducir que es un aristócrata de muy (muy) alto rango (cuando Randall se lo encuentra al principio lo llama Alteza) que ha decidido meterse a detective y que oculta esa procedencia en sus andares por el mundo del crimen. Sus amigos, que obviamente son también de buena familia y se conocen desde hace tiempo, participan de esta conjura y tampoco sueltan prenda. En fin, si me preguntáis a mí, no sé qué opinaría del personaje si lo hubiese conocido desde sus inicios, pero en esta novela no he terminado de encariñarme con él hasta la fanfarria final, donde sí que ha conseguido convencerme. Pero esto es algo muy personal y tampoco tiene mayor relevancia.

Dejando esto a un lado, Allingham es de esas autoras que todos los que disfrutamos de los misterios clásicos debemos leer tarde o temprano. En honor a la verdad no puedo decir que me haya parecido un libro redondo, y hay una subtrama un poco rara hacia el final que surge sin más y que realmente no aporta nada ni viene mucho a cuento (cosillas de esas que te hacen restar puntos a un libro porque no les ves el sentido), pero en líneas generales creo que va de menos a más y la segunda mitad sí la he disfrutado, que es lo importante (a ver, me estoy leyendo y parece que no me ha gustado el libro cuando no es así... si veis que pongo alguna pega es porque sabéis que soy muy sincera cuando algo no termina de entusiasmarme, pero que eso no os desanime a leerlo si realmente os apetece darle una oportunidad porque tiene cosas muy buenas y la experiencia lectora en conjunto ha sido positiva, de verdad).

Por cierto (y ya lo digo todo), no he entendido una cosa de la traducción; no sé si tiene explicación o qué, pero desde luego yo no se la he visto... ¿por qué el criado de Campion le habla de tú a su jefe, cuando el propio Campion le habla a él de usted (como debe ser)? Vamos, que los dos deberían hablarse de usted, y que este criado fuese un delincuente antes de ser su criado no justifica el trato. Si se hablasen los dos de tú lo entendería, pero que el jefe le hable de usted al empleado y el empleado de tú al jefe... no lo veo muy claro, más por la época en la que fue escrito. Lo dicho, que a lo mejor tiene una explicación que se me escapa, pero no hay nada en la narración que justifique la decisión de traducirlo así. Que es una tontería, lo sé, pero queda muy raro y cada vez que me encontraba esto en la lectura me chirriaban los dientes.






Margery Allingham nació en Londres, en 1904. Hija de escritores, publicó su primera novela con diecinueve años, aunque su primer éxito llegaría en 1929 con la publicación de The Crime at Black Dudley, donde presentó al aventurero y detective Albert Campion, un misterioso aristócrata aficionado a resolver crímenes de altos vuelos que sostiene que su nombre figura en la línea de sucesión al trono inglés. Allingham lo hizo protagonista de otras 17 novelas y de más de 20 relatos, que la llevaron a ser considerada una de las grandes damas de la edad dorada de la novela de crímenes inglesa, junto a Agatha Christie y Dorothy L. Sayers. Murió en Londres en 1966.