viernes, 30 de agosto de 2024

RESEÑA (by MH) ::: TESTIGO DE CARGO - Agatha Christie


 
 
Título original: The Witness for the Prosecution and Other Stories
Autora: Agatha Christie
Editorial: Espasa
Traducción: C. Peraire del Molino
Páginas: 312
Fecha de publicación original: 1948
Fecha esta edición: noviembre 2022
Encuadernación: rústica
Precio: 15,90 euros



 
 
Hoy toca reseña de mi reto de Agatha Christie,
y ya os comenté en la entrada anterior que tocaba
Testigo de cargo, que no había leído nunca pero que conocía por la adaptación cinematográfica de Billy Wilder protagonizada por Marlene Dietrich, Tyrone Power y Charles Laughton. Lo que creo que no os dije es que realmente este es un libro de relatos y que Testigo de cargo es, por tanto, un relato, no una novela (de hecho, el título original es Testigo de cargo y otros relatos, pero imagino que obviando lo de que son relatos venderán más...). Además, esta antología es un poco peculiar en cuanto a publicación inicial y contenido, pero a ver si soy capaz de explicarlo y no liarme (y liaros a vosotros en el proceso).
 
Esta antología, que vio la luz en 1948, solo se publicó en Estados Unidos, jamás fue publicada en el Reino Unido. ¿Por qué? Porque varios de los relatos que contiene ya habían aparecido en otras antologías de relatos publicadas anteriormente por la autora en el Reino Unido, y no tenía sentido publicarlos dos veces. De hecho, Testigo de cargo, junto a varios de los relatos de este libro, ya habían aparecido concretamente en The Hound of Death and Other Stories, publicado en 1933 en UK, pero ese libro nunca se publicó en USA y de ahí que los usamericanos decidieran montarse su propia compilación de relatos cogiendo unos cuantos relatos de ese libro, y otros cuentos de libros anteriores de la autora... un poco de aquí y de allá, y de ahí también el baile de ediciones. ¿Queremos añadir más confusión? Pues la añadimos. The Hound of Death and Other Stories tampoco llegó a publicarse nunca en España, así que aquí se publicó la edición usamericana de Testigo de cargo (que es la que traigo hoy), y claro, todos los relatos que aparecen en esta edición correspondientes a The Hound of Death sí que son inéditos para nosotros, pero los que cogieron de otros libros ya estaban publicados aquí, así tenemos relatos repetidos (de hecho ya os hablado de ellos anteriormente en las reseñas de El misterio de Listerdale y Asesinato en Bardsley Mews. ¿Queréis que liemos más la perdiz? A vuestras órdenes. En Testigo de cargo aparecen incluso un par de relatos que yo ya eché de menos en su día en la edición correspondiente en español de El misterio de Listerdale (porque en la edición inglesa sí que estaban y en la española no, y lo comenté en la reseña en su día), y resulta que me los he encontrado en este libro sin esperarlo. Es decir, que Testigo de cargo es un Frankenstein de relatos ya lo miremos por la parte usamericana como por la española.
 
¿Se entiende algo? Si en otro momento estoy más iluminada reviso y lo explico mejor, pero por ahora no doy para más xD. De todos modos iré explicando sobre la marcha conforme hablo de los relatos.

Relatos incluidos en esta edición que habían aparecido anteriormente en la edición británica de The Hound of Death and Other Stories (1933) / Tampoco habían sido publicados anteriormente en español

Testigo de cargo. Relato que da nombre a la antología y adaptado montones de veces... Sucintamente, un hombre es acusado de asesinar a una señora de mediana edad que al parecer lo había acogido bajo su ala, y él no solo asegura que es inocente, sino que tiene una coartada sólida que su mujer puede confirmar. La sorpresa viene cuando su mujer decide tirar por tierra esa coartada y buscar la condena de su marido a toda costa. El abogado de este hombre cree en su inocencia y decide investigar qué ocurre. Me ha gustado mucho, no esperaba menos, pero es mucho más corto de lo que esperaba... en todo caso, en esa eficiencia de páginas a la hora de contarlo, radica su éxito y la confirmación del buen hacer de Agatha. En la película de Wilder se avisaba de que no se le contase a nadie el final y con el relato debe hacerse el mismo aviso.

La señal roja. En este relato somos testigos de una cena que ofrece un matrimonio a la que asisten un amigo (enamorado en secreto de su anfitriona) y un psiquiatra, tío de este amigo, que parece tener mucho interés por la misma mujer, pero a un nivel profesional. Después de la cena celebran una sesión con una médium que, en pleno trance, afirma: "Mejor que no vuelva a su casa", pero no dice hacia quien va dirigido el mensaje...

El cuarto hombre.
Esta historia está ambientada en un tren, y concretamente en un vagón, donde hay cuatro personas: un médico, un abogado, un canónigo y un hombre que aparentemente está dormido y que de primeras no se identifica. Los tres hombres que están despiertos conversan entre ellos sobre lo divino y lo humano, hasta que se adentran en el campo de las personalidades múltiples y comienzan a hablar de un caso concreto, el de una tal Felicie Bault.

SOS. Este relato comienza con una gran tormenta y una casa muy aislada. En ella se dispone a cenar una familia compuesta por un matrimonio, sus dos hijas y un hijo. Parecen un poco nerviosos. De repente alguien llama a la puerta y aparece un joven al que su coche ha dejado tirado cerca de allí. No les queda otra que invitarlo a pasar allí la noche, las dos hijas preparan la habitación del invitado y, cuando él se dispone a acostarse, se encuentra algo escrito sobre el polvo de la mesita de noche: SOS. Tiene que haber sido una de las dos jóvenes, pero ¿cuál de ellas? ¿por qué pide ayuda? 
 
La radio. La señora Harter es una señora de cierta edad que parece una insuficiencia cardíaca. Nada grave mientras no haga esfuerzos innecesarios, evite los sobresaltos y no se fatigue demasiado. Esta señora tiene un sobrino que se desvive por ella, pero en su día la señora Harter hizo testamento en beneficio de otra sobrina que ha resultado un fiasco para ella. Decide cambiar el testamento, y al tiempo la radio empieza a hacer cosas raras... ¿Qué eso que se oye? ¿Es, como ella cree, su marido fallecido hace mucho tiempo? ¡Lo parece! ¿Qué quiere de ella? Si se lo cuenta a alguien la tachará de loca, pero todos los días a la misma hora su marido le habla a través de la radio..

El misterio del jarrón azul. Jack Hartington tiene que ganarse la vida como todo hijo de vecino, pero su mayor alegría en la vida es el golf, y por ello tiene reservada una habitación cerca de un campo de golf donde practica a primera hora de la mañana antes de irse a trabajar. En una de sus salidas oye a una mujer pidiendo ayuda, pero cuando se acerca a la única casa a la vista, solo ve a una joven preciosa que le dice que no tiene ni idea de lo que le está hablando y que no ha oído nada. Día tras día se repite la misma situación, hasta que esta mujer acude a él con una historia.

Relatos incluidos en esta edición que habían aparecido anteriormente en las ediciones británica y española de El misterio de Listerdale (1934)
 
Un cantar por seis peniques. Un abogado retirado recibe la visita de Magdalen, una joven a la que conoció diez años atrás en un crucero y a la que no había vuelto a ver. En aquel momento le dijo que acudiese a él cuando tuviese un problema (de esas cosas que se dicen pero nunca esperas tener que cumplir), y eso ha hecho Magdalen: acudir a él cuando su tía es asesinada y los únicos sospechosos son ella y varios familiares que vivían en la casa.

La aventura del señor Eastwood. Un escritor que está pasando un bloqueo recibe una llamada telefónica en la que una mujer muy angustiada lo llama por un nombre que no es el suyo y le pide por favor que acuda a determinado sitio. La clave para que le dejen entrar es "pepino", y el título de esa novela que no arranca incluye esa palabra, así que por algo tan peregrino que él toma como una señal, acude a ese sitio a encontrarse con una mujer en peligro que cree que él es otra persona... y ese será el comienzo de una aventura que bien podría formar parte de una novela negra con mucha chispa y flirteo.
 
En cuanto he empezado a leerlos me he dado cuenta de que ya los había leído y eso es lo que me ha llevado a investigar la historia de esta edición que os comento al principio. Si hablo concretamente de La aventura del señor Eastwood, ya comenté en su día que me había gustado muchísimo por el tono noir que tiene, de peli de cine negro pero con el imprescindible tono de humor que tan bien se le daba a la Christie cuando se ponía.
 
Relato aparecido en una versión más extensa en Asesinato en Bardsley Mews (1937), tanto en su edición británica como en la española
 
El segundo gong. Poirot se presenta a cenar en la casa de un aristócrata a la que ha sido invitado por el anfitrión pidiéndole ayuda, pero llega tarde, porque justo antes de la cena se descubre que este señor ha muerto de un disparo. Resulta evidente que el culpable debe ser alguno de los presentes en la casa en ese momento, y Poirot se dispone a investigarlo.
 
Este relato me sonaba muchísimo cuando lo he leído, e investigando he descubierto que ya os hablé de una historia muy parecida en Asesinato en Bardsley Mews. En esa antología aparecía una nouvelle de unas cien páginas titulada El espejo del muerto, y al parecer esa es una versión extendida de este breve relato titulado El segundo gong con una premisa prácticamente idéntica pero cambiando de los personajes y aumentando bastante el número de páginas.
 
Por otro lado, es el único relato en Testigo de cargo en el que aparece Poirot.

Relatos aparecidos en la edición británica de El misterio de Listerdale (1934) pero que en la edición española no aparecían (al menos no en la de Molino)
 
Philomel Cottage.
Alix es una mujer de treinta y tres años que se casa con Gerald apenas un par de meses después de haberse conocido. Alix es completamente feliz, pero un mes después de casada encuentra la agenda de su marido, y ve que tiene anotado que algo va a ocurrir a las nueve de la noche de ese día. Nada importante, puede ser cualquier cosa, pero ese mismo día el jardinero le dice que su marido le ha comentado que no se verá a la señora de la casa durante mucho tiempo porque al día siguiente se va a Londres... y Alix no se va a ningún sitio. Y entonces empieza a sospechar, y a registrar las cosas de su marido y encuentra lo que ninguna esposa querría encontrar...

Accidente. Evans es un inspector retirado del Departamento de Investigación Criminal que está muy exaltado. Un amigo suyo le ha presentado a un matrimonio vecino y en la mujer ha reconocido a una sospechosa de haber envenenado a su marido hace años. Fue declarada inocente por falta de pruebas, pero él no ha olvidado su cara porque además la consideraba culpable. Se ve en la obligación de hacer algo, lo que sea... incluso de avisar a la señora de que sabe quién es para que no se le ocurra hacerle lo mismo a su actual marido.

De estos dos relatos hablé también en El misterio de Listerdale pero para extrañarme de su ausencia, porque debían aparecer en él y NO aparecían (en la edición inglesa sí existían y de hecho, Philomel Cottage es el relato más famoso en UK de esa antología). Por la razón que sea en mi edición de Molino los eliminaron y me lo he encontrado en esta antología de Testigo de cargo. Bueno, el caso es haberlo podido leer.

 

***

 

Voy abreviando, que me está quedando esto muy largo. La antología, como veis, incluye un poco de todo, con muy distintas temáticas y muy distintas ambientaciones, pero si tengo que especificar mis preferidos son, obviamente, Testigo de cargo (ninguna sorpresa por este lado), La aventura del señor Eastwood, Philomel Cottage y Accidente. Todos muy diferentes entre sí, que pueden parecer previsibles cuando ya has leído tanto sobre el tema pero igualmente fantásticos y disfrutones.  

En todo caso, lo cierto es que no hay relato malo en esta antología (que no es decir poco, ya sabemos que en los libros de relatos siempre parece haber alguno de relleno y no es este el caso) y, aunque los preferidos de cada cual ya irá por gustos, están todos a la altura y es probablemente una de las mejores antologías de relatos de Agatha que he leído (ya he dicho muchas veces que la Christie en relatos no me termina de encantar y este libro lo he disfrutado mucho).

¿Próxima parada? Una de las novelas más conocidas de la autora: La casa torcida. Relectura en este caso, y deseando volver a ella.


Agatha Christie (1891-1976) es conocida en todo el mundo como la Dama del Crimen. Es la autora más publicada de todos los tiempos, tan solo superada por la Biblia y Shakespeare. Sus libros han vendido más de un billón de copias en inglés y otro billón largo en otros idiomas. Escribió un total de ochenta novelas de misterio y colecciones de relatos breves, diecinueve obras de teatro y seis novelas escritas con el pseudónimo de Mary Westmacott.

Probó suerte con la pluma mientras trabajaba en un hospital durante la primera guerra mundial, y debutó con El misterioso caso de Styles en 1920, cuyo protagonista es el legendario detective Hércules Poirot, que luego aparecería en treinta y tres libros más. Alcanzó la fama con El asesinato de Roger Ackroyd en 1926, y creó a la ingeniosa miss Marple en Muerte en la vicaría, publicado por primera vez en 1930.
 

miércoles, 28 de agosto de 2024

RESEÑA (by MH) ::: LA PRIMERA DETECTIVE - Andrew Forrester


 
 
Título original: The Female Detective
Autor: Andrew Forrester
Editorial: Siruela
Traducción: Pablo González-Nuevo
Páginas: 312
Fecha publicación original: 1864
Fecha esta edición: febrero 2022
Encuadernación: cartoné
Precio: 21,95 euros 
Imagen de cubierta: La Vie Parisienne nº 13, 29 de marzo (Édouard Touraine, 1916)




A lo largo de las siete narraciones de este volumen, conoceremos a la fascinante y decidida Miss Gladden, una mujer fuerte, misteriosa —sus circunstancias personales e incluso su nombre real nunca llegan a revelarse— y con unas habilidades para la lógica y la deducción que anticipan las del mismísimo Sherlock Holmes, con quien comparte además el desdén por la policía convencional y sus métodos. Ya sea para solventar casos de asesinato, de robo o de fraude, busca pistas concienzudamente, se introduce de incógnito en las escenas del crimen y rastrea a los sospechosos a la vez que se encarga de borrar bien sus propias huellas y de identificarse como detective solo cuando la ocasión de veras lo requiere.

Hace ya muchos años (probablemente unos diez) que escuché hablar por primera vez sobre este libro, y fue en un documental. La gran Lucy Worsley (historiadora, periodista, escritora y curadora de la organización Historic Royal Palaces) publicó hace años un libro,
A very british murder, que luego ella misma llevó a la pequeña pantalla en formato documental de tres capítulos en la BBC. Ese libro/documental rastreaba la fascinación que un "buen asesinato" provoca en muchos británicos, y como alrededor de esta fascinación se ha ido creando con el tiempo toda una industria del entretenimiento. Todo empezó con los periódicos y los crímenes más horrendos ocurridos allá a principios del siglo XIX (vendían miles de ejemplares haciendo las delicias de sus lectores al dedicar páginas y páginas a estos temas, con ilustraciones de los sospechosos en los juicios incluidas), dando el salto a la literatura de la mano de Dickens y Wilkie Collins (y sobre todo de Agatha Christie en el siglo XX), y de ahí a todo lo que consumimos hoy en día: libros, cine, televisión, true crime, podcasts... La evolución y transformación del asesinato como entretenimiento, vaya. Y en ese documental aparecían los dos primeros libros protagonizados por una mujer detective. Uno de ellos era The Female Detective, escrito y publicado por Andrew Forrester en 1864. Tuve que esperar a 2022 para que esa novela, inédita en castellano hasta entonces, fuera publicada por Siruela. 

A la protagonista de este libro la conocemos como G.. Es una detective ya retirada que ha decidido contar algunos de sus casos (o la mayor parte de las veces, ni siquiera eso, sino simplemente hechos que le han contado o de los que ha sido testigo pero en los que no ha intervenido para nada). En su carta de presentación (un prólogo del propio personaje) dice que no va a desvelar su nombre real y que solo escribe este libro para mostrar a sus lectores que la profesión que desempeña es tan útil como necesaria para la sociedad, pues piensa que los detectives son menospreciados hasta tal punto que ella misma oculta su verdadera profesión ante sus amistades (ellos creen que es modista). Así pues, cree que la sociedad tiene muchas cosas por las que dar las gracias a los detectives, y que, hablando de las mujeres detectives de manera particular, son las únicas que pueden resolver cierto tipo de casos, sobre todo aquellos que requieren un grado de intimidad que a los hombres les estaría vedado.
 
Son solo siete las narraciones que aparecen en el libro, así que os hablo brevemente de cada uno de ellas.

Inquilino vitalicio. Nuestra protagonista dice que este fue uno de sus últimos casos importantes antes de retirarse. Llega a él por la confesión de un matrimonio amigo que involucra la compra de unos bebés en la calle, y eso lleva a G. a investigar qué pasó con uno de esos bebés y el porqué de la compra por parte de una mujer de clase social alta.

Georgy. En este caso G. ni investiga ni está involucrada de ninguna manera. Simplemente tiene como vecina a una madre y su hijo (el tal Georgy) y nos cuenta qué hizo este atractivo jovenzuelo y cómo las buenas maneras y la buena apariencia engañan al más pintado (a ella misma, por ejemplo).

El misterio desenmarañado. En este relato se pone a teorizar sobre el cuerpo de detectives en sí mismo y lo enlaza con el caso de una maleta que aparece en un puente del Támesis en cuyo interior hay fragmentos de cuerpo humano pero no hay cabeza. Partiendo de este hecho se pone a estudiar las evidencias y sacar conclusiones con el fin de establecer la identidad del cuerpo. Nadie hace caso de sus deducciones (con razón, G., con razón xD).

Examen de conciencia. En esta historia nuestra G. conoce a dos hermanos, establece relación con ellos, y más adelante se comete un asesinato en el que uno de ellos estará involucrado. Aquí tampoco hay investigación de ningún tipo.

Un niño es hallado muerto: ¿fue o no asesinado? Aquí la prota tampoco pincha ni corta, simplemente narra un caso que otra persona le contó, y que para más datos está planteado de manera exacta al de un caso real famosísimo dentro de la criminología británica (el asesinato de Road Hill en 1860... si buscáis, encontraréis. ¿Habéis oído hablar de la caída en desgracia del inspector Whicher? Pues ese caso). Lo único que resulta novedoso en este relato es que esa otra persona, una vez planteado el asesinato de manera casi calcada, ofrece una explicación alternativa que encima está sacada (de manera muy obvia) de La piedra lunar, de Wilkie Collins.

El arma desconocida. Este es quizás el caso mejor planteado al estilo de novela detectivesca donde no solo se desarrollan los personajes y la trama, sino que incluso tenemos vista judicial y una resolución más o menos aparente. Hay cosas que se ven venir de lejos, cosas que aceptas en plan pulpo es animal de compañía, pero al menos aquí se nota el esfuerzo por escribir un caso detectivesco. Lo dicho, probablemente sea el mejor de todos, o el más completo y esforzado.

El misterio. Aquí la protagonista tampoco pinta un carajo ni investiga nada. Cuenta la historia de la desaparición de una joven de su dormitorio en un caso típico de habitación cerrada (y una explicación bastante tonta, la verdad).
 
Debo aclarar una cosa muy importante con respecto a la sinopsis oficial de este libro. Se dice en ella que G. desprecia a la policía convencional y sus métodos, al igual que más tarde haría Sherlock Holmes... pero es que no solo no hay ninguna alusión sobre el particular en la novela, es que G. ES policía, y esto es algo que no queda nada claro con esa sinopsis. Está presentado de manera muy extraña y confusa en la novela, pero salpicando aquí y allá tenemos alusiones a su categoría de agente de policía, nos dice que como tal cobra su salario del Gobierno, acude a alguna comisaría (siempre otras, nunca la suya) donde es identificada como policía y, en cierto momento llega a decir que trabaja como policía secreta. En cualquier caso, sea como sea, ella ES policía, y en ningún momento desprecia el trabajo policial. Sí que parece, tal y como se cuentan los casos (aunque, como digo, está todo fatal explicado en el libro), que aparte de su profesión como policía realiza trabajos de manera independiente porque habla de cobrar o no cobrar por ellos, y solamente por eso debemos suponer que esa sería su faceta de detective privado al margen de su labor policial, pero esa es una suposición que tiene que hacer el lector, porque en el libro no hay ninguna explicación al respecto. No se presenta nunca en su puesto de trabajo, trabaja siempre en solitario y parece que va siempre por su cuenta sin dar explicaciones a nadie (lo que cuadraría con el tema de policía secreta)... pero luego llega uno de los casos y después de investigar ella sola pide ayuda al cuartel general y le envían a una compañera agente de policía, con lo que nunca sabes realmente de qué está trabajando esta señora o si unifica ambos trabajos cuando le conviene. Yo creo que ni el autor lo sabía y por eso no da explicaciones. Una mujer detective y ya, ¿para qué queréis más explicaciones, almas de cántaro?

Como ya os he comentado en las breves sinopsis de los casos, veréis que en buena parte de ellos ella no hace absolutamente nada ni interviene para nada, así que si me centro en los casos en los que sí interviene inferimos las siguientes cosas: nunca conocemos su nombre real ni su edad, no tiene ninguna carga familiar (pasa mucho tiempo fuera de casa y va alquilando alojamientos allá por donde va para estar siempre cerca de los lugares donde investiga) y su círculo social se limita a amistades (a las que oculta su profesión) porque jamás habla de familia; que es muy cuadriculada moralmente a la hora de resolver los pocos casos que resuelve porque ella es detective y tiene que cumplir siempre con su deber aunque con ello haga siempre más mal que bien y complique cosas que antes no eran complicadas; y que se mueve con una libertad bastante poco usual para estar ambientado a mediados del siglo XIX, porque siempre anda de acá para allá sola. Su proceso deductivo, que en la sinopsis comparan y dicen que anticipa al de Sherlock Holmes (recordemos que este libro se publicó al menos dos décadas antes que Estudio en escarlata, la presentación del personaje de Doyle), es, cuando menos, peculiar. Llega a unas conclusiones bastante singulares dados los hechos que maneja, así que no me extraña que el 80% del tiempo diga que no nos explica sus procesos deductivos para no aburrirnos (vamos, un trabajo que se ahorrar el autor xD).

Y ahora viene el dilema, porque quiero explicar bien mi opinión sobre el libro pero haciéndole justicia en los aspectos en los que tengo que hacerlo, así que lo más fácil es ser muy directa. ¿Me ha parecido un buen libro, si hablamos de calidad literaria y narrativa? Como habréis anticipado con lo dicho hasta ahora, no, honestamente pienso que no lo es, tiene más defectos que virtudes. Nada más empezar, en la introducción que hace la protagonista para presentarse ante el lector, nos dice que va a contar los casos en tercera persona para evitar el "yoísmo". ¿Qué hace a partir de ese momento? Narrar todos los casos en primera persona, y esta incongruencia ya advierte de otras cuantas más que nos vamos a encontrar (tan pronto dice una cosa como dos párrafos después dice la contraria). Se repite mucho y te dice lo mismo varias veces, no te cuenta como averigua las cosas (siempre está con que ese proceso se lo ahorra al lector para no aburrirle y chimpún) y el único caso donde decide desglosar su proceso deductivo pues más vale que no lo hubiera hecho porque bueno, en fin... y luego está lo de la pedantería de decir en cada página que es detective y que además es mujer detective, lo cual es más mejor, y que como es detective sabe esto, aquello, lo de más allá y lo de acullá, porque son cosas que solo los detectives como ella saben, porque ella es detective, ES DETECTIVE (you know)... una y otra vez, hasta el punto de hacerte poner los ojos en blanco. Los casos muchas veces no son casos suyos, son situaciones de las que ha sido testigo o le han contado, pero en los que ni siquiera ha participado, y uno, como ya digo, incluso lo sablea de un caso real famosísimo en la historia criminal de Inglaterra. Es decir, su trabajo como detective en este libro, salvo en dos o tres de casos, es prácticamente inexistente.
 
¿Desaconsejo su lectura? Creo que un lector que no esté particularmente interesado en la temática o lo que representa este libro, no solo le va a ver todos esos fallos sino que tampoco va a entender qué tiene de especial esta lectura. Pero sí creo que es de lectura obligatoria para quienes gustamos del misterio o la novela detectivesca clásica, porque aunque le vemos las costuras igualmente, es una publicación pionera en este subgénero y pertenece al canon de la novela detectivesca. Como os digo arriba, la protagonista es agente de policía, y además habla de alguna otra compañera que también lo es. Sin embargo esto es algo que Scotland Yard no aceptó hasta 1915 (y la primera detective de policía no llegaría hasta 1918). Teniendo en cuenta que La primera detective se publicó en 1864, Forrester se anticipó más de cincuenta años en cuanto a la aceptación de la mujer en el cuerpo policial inglés, y solo por eso se merece todos mis respetos, su hueco en mi biblioteca y mi aprobado raspado. Pero en cuanto a calidad en general, pues lo que os digo, va justito y con sifón y hay que reconocerlo por mucha pena que dé: no quiero que os acerquéis a este libro con falsas expectativas. Y os diría que esto es una opinión subjetiva, pero los fallos a los que he aludido yo creo que son muy objetivos. Si este libro ha pasado a la historia de la literatura es por la premisa que ofrece, por ser precursora a la hora de usar como protagonista a una mujer investigando (inédito hasta la fecha en que fue publicado) y la anticipación en el tiempo con respecto a la incorporación de la mujer en ciertos grados dentro de la policía... pero por su calidad literaria, no.

A ver, me leo y parece una opinión un poco negativa, y no lo es... no del todo, al menos, que aunque no lo parezca está hecha con cariño (de verdad, prometido). Me parece una lectura floja, pero aconsejo leerlo si os interesa el subgénero detectivesco, os empapáis de todo lo que se os cruza por delante sobre el tema y queréis descubrir uno de sus precursores con una mujer como protagonista. Si no es el caso, si todo esto os da igual, os lo podéis ahorrar, sinceramente. Este sería el resumen xD.







Andrew Forrester (Londres, 1832-ca. 1909) fue el seudónimo de James Redding Ware, prolífico dramaturgo, periodista y autor de exitosas novelas detectivescas.

 

lunes, 26 de agosto de 2024

RESEÑA (by MH) ::: EL BARRIO SIN ESTACIONES - Shūgorō Yamamoto


 
Título original: 季節のない街 (Kisetsu No Nai Machi)
Autor: Shūgorō Yamamoto
Editorial: Quaterni
Traducción: Kuniko Ikeda & Marta Añorbe Mateos
Páginas: 296
Fecha publicación original: 1962
Fecha esta edición: febrero 2022
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,95 euros 
Diseño de cubierta: Roger Navarro



En un barrio sin nombre donde parece que el tiempo se ha detenido, el afamado escritor de ficción histórica Shūgorō Yamamoto retrata la naturaleza tragicómica del ser humano a través de las peripecias de sus habitantes.

El loco cuerdo, el pusilánime dominado, el hijo pródigo, el falso patriota, la hetaira virtuosa, la hija abnegada, el joven enamorado, el sabio pobre o el suicida arrepentido son algunos de estos paradójicos personajes del Japón de posguerra que lucharán cada día por sobrevivir en medio de la pobreza.

El relato desgarrador, a ratos cruel y humorístico, de la vida de los habitantes de un barrio que podría ser el de cualquier ciudad del mundo. Una crítica universal que muestra un rayo de esperanza en un mundo en ruinas.


Me interesa mucho el catálogo de la editorial Quaterni en general, pero sobre todo me interesan los clásicos japoneses que poco a poco voy adquiriendo y trayendo por aquí. Insisto mucho sobre este tema, sé que la literatura asiática no es para todo el mundo (hablando así en general, que si desgloso por países, con sus muchas diferencias, esto no tendría fin), pero yo insisto en traeros de vez en cuando historias que os puedan interesar.
El barrio sin estaciones, la novela de la que hoy os hablo, es un tanto peculiar porque no es realmente una novela al uso, sino un conjunto de historias personales y en gran medida independientes que conforman la personalidad y peculiaridades de todo un barrio.
 
Estamos en una ciudad cualquiera del Japón de la posguerra, y el barrio del título es extremadamente pobre. En ese barrio vive gente de manera permanente, otros solo están de paso, pero todos se aúnan formando una comunidad que apenas tiene contacto con otros barrios, se rige por sus propias reglas y donde la soledad, el amor propio y las individualidades conforman un paisaje el que cada cual hace lo que puede para sobrevivir tirando hacia delante siempre al límite y tomándose la vida tal como viene. Tal como digo arriba, no es una novela al uso, sino que cada capítulo nos narra la historia de los inquilinos de una casa concreta de este suburbio. Algún personaje se repite, alguno salta de un capítulo a otro, pero en general son historias independientes que dibujan las muchas aristas y peculiaridades de personas que difieren mucho entre sí y a las que solo une una situación económica tan extrema que acaban siendo vecinos. Aun así, el propio autor, Shūgorō Yamamoto, nos cuenta en el prólogo que todos los personajes que aparecen en el libro son reales, que los ha visto con sus propios ojos y los ha escuchado con sus propios oídos, pero que lo que se cuenta en él como tal es tan universal como atemporal, y podría estar ambientado en un barrio parecido de cualquier ciudad en cualquier país.
 
En este barrio nadie sabe nada sobre el pasado de sus vecinos, de donde proceden, a qué clase de familias pertenecían ni si esas familias viven o les han repudiado. Aquí solo existe el presente, el pasado no importa, y estas gentes saben bien que si alguien cuenta algo sobre su pasado, lo más probable es que sea inventado y lo aceptan mientras sea cualquier historieta dramática de muchas penalidades y demás. Ahora, como alguien se invente que ha sido rico en el pasado, que ha vivido con comodidades o que le iba bien, eso no lo aceptan ni lo toleran. De hecho existe una norma no escrita en la que de vez en cuando tienes que pedirle algo de sal a tu vecino o ayuda con cualquier excusa, porque así le haces sentirse superior a ti por un rato y con mejor estatus dentro del barrio. Hoy por ti, que mañana lo harán por mí, y así todos tienen su ración de importancia: nadie puede quedar por encima de nadie. Si eres estirado, si no saludas, si te das aires, ten por seguro que te van a poner a parir. Si llevas cualquier prenda o usas cualquier objeto que sobresalga de lo que llevan o usan los demás, te van a poner a parir. Por lo demás, ve a lo tuyo, vive y deja vivir, que los demás harán lo mismo contigo.

¿Qué tipo de historias podemos encontrar entonces en el libro? Pues tenemos de todo, como en botica. La primera historia nos acerca a un hombre que todos los días conduce el tranvía por el barrio... solo que en este barrio no hay tranvía. Peor él se levanta igualmente todas las mañanas, hace su recorrido, comprueba que el tranvía imaginario esté siempre a punto, hay niños que se ríen de él, pero la gente lo conoce y lo deja a su aire... y él es feliz así. Luego saltamos a historias de personas que se dedican a no se sabe muy bien qué y a los que un día se les presenta la policía en su casa y nunca más se supo. Está el anciano sabio al que todo el mundo acude y que reparte soluciones y sabiduría sin despeinarse, familias que ocultan sus secretos en la intimidad del hogar, matrimonios raros (o que no son matrimonios), infidelidades que tarde o temprano se descubren en un lugar donde cada cual va a lo suyo pero donde los chismorreos no tardan en volar, matrimonios que intercambian parejas como la cosa más normal del mundo, pícaros que intentan dar por gato por liebre... y también tenemos historias muy tristes, muchas de distintos tipos de abuso (ya sea sexual, ya sea de adultos irresponsables o desconectados de la realidad que son negligentes con sus hijos con nefastas consecuencias). Picaresca, drama, comedia, infidelidades, delitos, tragedias… la complejidad de la naturaleza humana da para muchas historias. Unas te hacen sonreír, otras te rompen el corazón, pero todas te hacen pensar que la vida da muchas vueltas y nunca sabes de qué lado puedes caer.
 
Yamamoto nos acerca a este cuadro de múltiples existencias con un estilo sencillo y muy japonés, y este es un cliché que debería evitar pero es para que entendáis el tono de la novela. Lo cuenta todo de manera sosegada, directa, sin sentimentalismos, y de hecho en algunas historias hay un humor muy soterrado y una ironía que rebaja la seriedad y la gravedad de lo que está contando. Sí, son pobres, algunos casi mendigos, pero no todos se enfrentan de igual manera a su situación, y muchos lo hacen con humor y con la cabeza muy alta. Hay incluso espacio para conversaciones picantonas y alusiones nada veladas al sexo. Y eso que la temática general del libro, como estáis viendo, es difícil de afrontar sin caer en el drama por el drama, pero Yamamoto sortea ese escollo sin ninguna dificultad. Eso hace que estés leyendo cosas muy crueles en algunos casos, pero tragables y masticables gracias a la pericia del autor, que escribió y publicó esta novela ya casi al final de su carrera y usa esos destellos de humor y de resiliencia de los que os hablaba para abrir una ventana a la esperanza en mundo oscuro, feroz y desolado como era el de la posguerra. De hecho hay varias conversaciones al respecto, ya sea hablando de la presencia norteamericana en Japón después de perder la guerra, ya sea elucubrando y teorizando sobre qué cosas podrían haber hecho de manera diferente para ganar la contienda... con un ojo en el pasado pero los dos pies plantados en el presente y luchando por su supervivencia.

Shūgorō Yamamoto es el más conocido de los catorce seudónimos bajo los cuales escribió el japonés Satomu Shimizu. Escribió para el público infantil y juvenil, así como novelas detectivescas, pero es sobre todo conocido por sus novelas históricas ambientadas después de la Segunda Guerra Mundial. Aun así,
como podéis ver, la novela que os traigo hoy tiene poco que ver con esas temáticas.
El barrio sin estaciones es un libro eminentemente social que critica y pone sobre la mesa temas como la pobreza, la exclusión social, la marginalidad de los suburbios, la falta de trabajo y oportunidades o la situación de abandono y desamparo de los niños en un ambiente del que son las principales víctimas... Sin dramas pero sin excusas, con un rayo de esperanza pero sin blanquear absolutamente nada. Me ha gustado mucho pero, aunque lo recomendaría en general, sé que lo van a disfrutar sobre todo quienes tienen afinidad por la literatura japonesa y su forma de ver las cosas y contarlas. Merece mucho la pena y ya tengo apuntado Las historias del doctor Barbarroja, un libro del relatos publicado también por Quaterni.
 
Por si os interesa, El barrio sin estaciones fue adaptado al cine por Akira Kurosawa (nada menos) en 1970. Fue su primera película en color y no le fue muy bien en taquilla aunque sí en premios y crítica (Kurosawa también adaptó en 1965 el otro libro del que os hablo arriba, Las historias del doctor Barbarroja).







Shūgorō Yamamoto (1903-1967). Nacido en la prefectura de Yamanashi, debutó como escritor en 1926. En 1943 se alzó con el prestigioso premio Naoki (uno de los más importantes de de la literatura japonesa) por su obra Nihon fudōki (Vidas y costumbres de las mujeres japonesas). Sin embargo, rehusó aceptarlo, siendo hasta la fecha el único autor que lo ha rechazado en sus 84 años de historia. Muchas de sus novelas, de temática popular, han sido adaptadas para la pequeña pantalla, el cine y el teatro.
 
En 1988 la editorial Shinchosha creó el premio literario Shugoro Yamamoto que se concede anualmente a las novelas de gran poder narrativo dirigidas al mercado de masas. Algunos de los galardonados han sido Banana Yoshimoto (1989), Miyuki Miyabe (1993) y Natsuhiko Kyogoku (2003), entre otros.