Título original: The Witches of Eastwick
Editorial: Tusquets
Traducción: José Ferrer
Páginas: 440
Fecha publicación original: 1984
Fecha esta edición: diciembre 2010
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21 euros
Imagen de cubierta: Guillermo-Navares
A finales de los años sesenta, ni siquiera la provinciana Eastwick, una
pequeña población de Rhode Island, permanece ajena a los cambios que
erosionaban los cimientos de las costumbres y la moral del país. En ese
pueblo olvidado, tres divorciadas han descubierto no sólo que tienen
dotes artísticas: Alexandra esculpe, Jane toca el violonchelo y Sukie
escribe, aunque sea una columna de cotilleos, sino que, además, poseen
poderes mágicos y son capaces de desatar tormentas, transformar objetos o
provocar accidentes. Las tres parecen malbaratar sus dones en
pequeñeces y mezquindades, como acostarse con los maridos infelices del
pueblo, hasta la llegada del misterioso Darryl Van Horne, un soltero que
las seduce –metafórica y literalmente– a todas. Sin embargo, ciertos
hechos acaban enojando de tal modo a las brujas que éstas no dudarán en
emplear todo su poder para vengarse.
Hoy toca nuevamente reseña del Reto Hermanas Fatídicas que comparto con mi querida Mónica y que ya sabéis que está dedicado a lecturas sobre brujas y brujería. Hace poquito os hablé de La bruja del ámbar, y hoy le toca el turno a una novela mucho más conocida aunque solo sea por su adaptación cinematográfica de los años 80: Las brujas de Eastwick. Por si queréis saber lo que os vais a encontrar os adelanto que, al igual que La bruja del ámbar, ha sido una lectura interesante con aspectos positivos pero también otros que no lo han sido tanto, así que ha estado bien, pero sin más aspavientos. Esperaba disfrutar mucho más de esta historia. El año lector-retos no ha comenzado para tirar cohetes y me está quedando un mes la mar de regulinchi en mis opiniones por estos lares, así que con esta reseña de hoy voy a intentar dejar opiniones tibias atrás y dar paso a febrero, que se presenta mucho más apañado y positivo en cuanto a lecturas.
La acción comienza a principios de septiembre de 1969. La guerra de Vietnam ya lleva casi quince años cobrándose vidas, hace un mes que el festival de Woodstock ha revolucionado a la sociedad norteamericana, y en Eastwick, una pequeña población costera de Rhode Island, la vida sigue su curso sin perder de vista estos cambios. Aun así, en una comunidad tan pequeña, han encontrado su sitio tres brujas (Alexandra, Sukie y Jane) que, tras "divorciarse", han visto crecer exponecialmente su poder. Su nivel de vida es mucho más bajo pero han dejado atrás la vida de amantísimas amas de casa que tanto odiaban y disfrutan de libertad para hacer lo que se les antoja (lo que incluye haber tenido relaciones con casi todos los hombres casados del pueblo y, sinceramente, poco más). Las noches de los jueves es la noche en la que el aquelarre se reúne y forman ocasionalmente su cono de poder y, en definitiva, es una vida tranquila y rutinaria, pero para ellas es suficiente... hasta que el misterioso Darryl van Horne compra la mansión Lenox y se introduce en sus existencias como un vendaval. De aspecto mas bien desagradable, de modales más bien groseros, de gustos más bien chabacanos, parece intentar que las tres lleguen a ser su mejor versión, que se eleven por encima de la mediocridad donde tan cómodas se sienten, y ellas, por tanto, ven en él algo diferente, alguien superior a todo lo que les rodea. La mansión Lenox se convierte en un refugio donde pueden ser ellas mismas, usar sus poderes con libertad y dejarse llevar como si todo lo demás no existiera... pero no es oro todo lo que reluce, eso lo sabemos todos, ¿no?
Primer dato que tenéis que tener en cuenta sobre este libro: todos los personajes son antipáticos y mantienen mucho la distancia con el lector. A mí estas cosas me dan igual, pero sé que a otros lectores les estropea la lectura, así que ahí queda el aviso. Segundo dato: olvidaos de la película, en el caso de que la hayáis visto primero (sobre esto me extiendo abajo). Tercer dato: es un libro que hay que leer con calma porque si no corre el riesgo de empachar. Updike es muy descriptivo, muchísimo, y le gusta adornar mucho esas descripciones, así que no hay que meterle prisa a una narración que exige su propio tempo. Cuarto dato: no se sabe muy bien a qué juega Updike en este libro, y eso seguro que lo podréis comprobar si os tomáis el tiempo de leer opiniones sobre él (son muy polarizadas, o encanta o enfada. Yo como siemore a mi rollo: me he quedado en el medio). Estoy segurísima de que esa era la intención de Updike, pero eso se traduce en que, para mí, no se porta nada bien con sus personajes femeninos. Podría hacer cosas fantásticas con ellas y las deja a la altura del betún.
Me ha gustado muchísimo que en esta historia la brujería es un hecho, existe y punto. Nada de marear la perdiz, de intentar adivinar, de andarse con rodeos. En las primeras páginas ya somos testigos del poder de Alexandra, la bruja más poderosa de este aquelarre y la que está en contacto más existencial con la naturaleza, y desde ese momento se nos muestran muchas pruebas de ese poder, ya sea las tres juntas o por separado. Las tres tienen hijos que parecen meros apuntes de su anterior vida de casadas (se sabe que existen, pero no comparten ni una sola escena con ellas), las tres tienen amantes que están casados y que no parecen ser merecedores de mayor atención y las tres tienen fama de lo que son, brujas, pero todas hacen su vida en el pueblo sin mayores problemas. Son tres mujeres normales y brujas, practican magia y tienen que levantarse por las mañanas para preparar el desayuno de sus hijos, sin más; fuera toques de fantasía y misticismo metido con calzador. No lo necesitan. Además, y como pequeños obsequios para el lector avezado en temas brujeriles, se introducen muchos elementos de la mitología y literatura relacionada con las brujas, y hace ilusión ir descubriéndolos por el camino.
Sin embargo, Darryl van Horne es mucho más ambiguo, toda la narración gira en torno a "si es o no es", y para mí ha caído en picado como personaje con el transcurrir de las páginas. La verdad es que resulta complicado hablar de las dudas que surgen al cerrar este libro sin poder hablar del final, pero lo cierto es que las dos últimas páginas te dejan con cara de "¿de verdad hemos leído más de 400 páginas para terminar en esto?". Porque una de dos, la historia es la que es sin más, lo que dice más bien poco de los personajes como tales (a mi parecer, claro), o Updike nos lanza a la cara una sátira sobre la proclama de libertad de la mujer moderna y el (mal) uso que hace de esa libertad (de la supuesta hipocresía que encierra esa proclama), lo que dice más bien poco de la mujer en general (si la historia refleja la opinión personal de Updike o es mera ficción creo que lo dejo para otro día). Desde que cerré el libro me he quedado con la segunda opción, cada día que pasa lo tengo más claro, y solo me queda preguntarme si de verdad esto era lo mejor que podía hacer Updike con tres bombones de personajes como Alexandra, Sukie y Jane. No se porta bien con ellas, las coge en un punto y las abandona en un punto más atrasado aún de aquel en el que empiezan, su evolución como personajes es más bien una involución y, en fin, que yo esperaba otra cosa. Tampoco hay que darle más vueltas :)
En cuanto al propio Updike, este ha sido mi primer acercamiento a su narrativa. No voy a decir que escribe muy bien porque resulta obvio, pero sí voy a decir que a ratos se le va un poco la mano y parece que quiere que resulte muy obvio que escribe muy bien. No sé si me explico. Un poco pomposo, vaya, y estira las descripciones de tal manera que, para que me entendáis con un ejemplo, tenemos que soportar páginas y páginas (y más páginas) en las que se nos describe con todo lujo de detalles un partido de tenis. Y esto lo hace en todos los partidos de tenis que se juegan (que son unos cuantos). Pues así con muchas cosas. No aportan absolutamente nada salvo escribir por escribir para demostrar lo bien que escribe. Y escribe muy bien, me repito, pero oiga usted, a veces menos es más. Por lo que sé y he leído, Las brujas de Eastwick se aleja mucho del resto de su obra, y sé que tarde o temprano me acercaré a alguno de sus otros libros, así que llegado el momento comprobaré qué tal me va con este autor en otro registro.
Al inicio de la reseña os hablaba de la adaptación cinematográfica de 1987 (protagonizada por Jack Nicholson, Cher, Michelle Pfeiffer y Susan Sarandon). Vi esta película hace muchos, muchos años, y cuando me dispuse a leer la novela partí de la base de que no me acordaba de la película de pé a pá pero sí de algunas cosas muy concretas y de las sensaciones que tuve al verla, y creía que conforme fuese leyendo empezaría a recordar escenas... pues difícilmente iba a recordar nada: se parecen lo que un huevo a una castaña. En la adaptación cinematográfica cogieron la base de la historia y se fueron por un camino muy distinto. Incluso algo que en el libro nunca se termina de decir claro (y sobre lo que os confieso que Mónica y yo, que hemos leído conjuntamente el libro, hemos debatido todo el tiempo aunque al final creo que hemos llegado más o menos a un consenso xD), en la película es clarito y cristalino y conforma uno de los puntales de la trama. Mi recuerdo de la película es que se quitó la pretensión de profundidad, complejidad y ambigüedad que tiene el libro y optó por ser mucho más explícita y divertida. Dos conceptos totalmente diferentes que dudo que hagan de la película una buena adaptación pero sin duda la hacen más entretenida. La magia del cine.
En definitiva, Las brujas de Eastwick me ha parecido una lectura interesante, pero esperaba más de ella. Llevaba tanto tiempo detrás de leer este libro que la sensación final no ha sido todo lo buena que me hubiese gustado. Es que si digo que me parece una historia desaprovechada a lo mejor estoy cometiendo sacrilegio (al fin y al cabo estamos hablando de John Updike), pero personajes con potencial de diez se me han quedado con un seis raspadito, y siendo sincera, sus decisiones finales a mí particularmente no me han parecido coherentes con el inicio del libro y lo que se nos cuenta sobre ellas (quizás sí son coherentes con respecto a lo que Updike quería contar, pero me repito: entonces deja en muy mal lugar a sus personajes en particular y a las mujeres en general). En fin, que esta es la historia que Updike nos quiso contar y así nos la contó... pero me reservo mi derecho a pensar lo que considero oportuno: que yo estaba de parte de las tres brujas a pesar de los pesares y creo que se merecían mucho más como personajes.
John Updike (Shillington, Pennsylvania, 1932-Beverly
Farms, Massachusetts, 2009) es uno de los grandes maestros de la
narrativa norteamericana contemporánea, autor de una vasta obra que
abarca poesía y ensayo, narración breve y novela. Galardonado en dos
ocasiones con el Premio Pulitzer (1982 y 1991) y en una con el
American Book Award (1982), se le considera uno de los más ácidos
cronistas de la sociedad estadounidense de la segunda mitad del siglo
XX. Tusquets Editores ha publicado un total de diecinueve obras de este
autor, entre ellas Un libro de Bech, el primer título de la trilogía protagonizada por el mordaz y tierno alter ego apenas disimulado del propio Updike.