Título original: Death comes to Pemberley
Autora: P.D. James
Editorial: Bruguera
Traducción: Juanjo Estrella
Páginas: 335
Fecha de publicación: mayo 2012
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: Descatalogado Ilustración de cubierta: @Science Museum / Science & Society Picture Library
Pemberley, año 1803. Han pasado seis años desde que Elizabeth y
Darcy se casaron para crear un mundo perfecto que parece invulnerable.
Pero de pronto, en la víspera de un baile, todo se tuerce.
Un carruaje sale a toda prisa de la residencia, llevándose a Lydia, la hermana de Elizabeth, con su marido, el desafortunado Wickham, que ha sido expulsado de los dominios de Darcy. Sin embargo, Lydia no tarda en regresar, conmocionada, gritando que su marido ha sido asesinado...
Un carruaje sale a toda prisa de la residencia, llevándose a Lydia, la hermana de Elizabeth, con su marido, el desafortunado Wickham, que ha sido expulsado de los dominios de Darcy. Sin embargo, Lydia no tarda en regresar, conmocionada, gritando que su marido ha sido asesinado...
En P. D. James reconocemos a la austenita que lleva dentro, pues hay que saber muy mucho de Jane Austen para sacar de sus entrañas una novela como La muerte llega a Pemberley, impresionante tributo-homenaje hacia nuestra Jane.
Para los conocedores del tema, es nombrarles Pemberley y trasladarse a Orgullo y Prejuicio, así en frío y sin anestesia. En la novela reconocemos todos los lugares, escenarios (sus referencias a Netherfield iluminan mi cara) y ambientes, así como los muy variados y diferentes personajes que la inspiraron. P. D. James es capaz de, a través de sus letras, reinventar e reinterpretar a nuestra adorada escritora, pues no creo que se le haya pasado ningún detalle de la misma: todo y todos están ahí, plasmados y entretejidos en esta novela.
Aun así, en la obra de P. D. James me falta un no sé qué; tal vez sea porque cada cual, en nuestro interior, tenemos unas percepciones particulares sobre Orgullo y Prejuicio y sobre Jane Austen (solo hay que volver a la reseña conjunta que hicimos MH y servidora para entender las diferentes realidades que inspiran un mismo texto) que hacen que, de alguna manera, yo no haya identificado a aquellos personajes legendarios con los de esta obra, pues me faltan la chispa, la ironía y la comicidad que, unidas a sus grandes pasiones, despiertan ese anhelo y luminosidad que doscientos años después, lejos de apagarse, siguen manteniéndose vivos y saludables.
En La muerte llega a Pemberley el elenco no puede ser más completo, pero todos han salido de su bucle austenita para madurar y avanzar. En cierto modo han perdido el brillo y la gracia que encontramos en la novela primigenia. Estos parecen diferentes y, como suele pasar con las segundas partes, pueden ser mejores, pero al final son distintos.
En esta novela, a mi juicio, poseen otro brillo y muy poca gracia, y la ironía y la comicidad brillan por su ausencia debido a su madurez y las circunstancias. Pero con todo y con ello, una vez sacudidos los propios prejuicios, solo me quedaba disfrutar de la novela que llevaba entre manos.
P. D. James nos sumerge de lleno y sin quererlo en un misterio donde la época de la Regencia marcará todos los pasos a seguir. Así, conocemos las connotaciones y consecuencias que ocasiona un hecho tan dramático en una familia donde el buen nombre puede tambalearse por los estrechos márgenes que encorsetan a la buena sociedad, asistiendo con ello a los procesos legales de una época en la que todavía se estaba reescribiéndo el Derecho.
En el momento en que aparece el cadáver del capitan Denny en el bosque de Pemberley se desencadenan todos los acontecimientos que marcarán la vida de sus habitantes, sean estos los señores o los sirvientes, así como de sus familiares, pues todos ellos desarrollan un derecho de pertenencia hacia ese universo particular que representa la casa en cuestión.
Elizabeth y Darcy, los señores y titulares, se ven enfangados en un asesinato que les toca y salpica por todos los lados. Ha ocurrido en su propiedad, y además el asesinado, el capitan Denny, y el presunto asesino, el señor Wickham (conocido el primero y pariente el segundo), son personas allegadas a la familia que amplifican y magnifican un escándalo ya de por sí muy ruidoso.
A los habitantes de la propiedad no les queda otra que remangarse y prepararse para una acción larga y conjunta en todos los campos y frentes. No estarán solos, pues contarán con Georgiana, el coronel Fitzwilliam, el señor Henry Alveston, el señor Bennet y demás parientes que, de alguna forma, les harán llegar su apoyo, ya sea este más o menos condicional. De este modo vemos la maestría de la autora al introducir a todos los personajes austenitas y modelarlos para que encajen en una trama perfecta, enriquecida con todo tipo de detalles, datos, observaciones, descripciones... y demás cosas.
Al final, el predominio del ingenio de P. D. James hace que en la lectura nos olvidemos de Jane Austen para así disfrutar de la novela (sin orgullo ni prejuicio) y de su pluma, que vislumbra tal ligereza y creatividad que hace que la reinvención y el reciclaje de unos personajes tan marcados e inamovibles cobren vida construyendo una nueva historia, con unos nuevos sentimientos, de la que sin duda he disfrutado desde la primera hasta la última letra.
Una mente lúcida y brillante que ha construido una gran novela.
Phyllis Dorothy James, conocida como P. D. James (Oxford, 3 de agosto de 1920 - ídem, 27 de noviembre de 2014) fue una escritora británica de novelas policíacas. Estudió en Cambridge. Trabajó como administradora en la Seguridad Social de 1949 a 1968, y después como funcionaria pública del ministerio del Interior de 1968 a 1979. Empezó a escribir relativamente tarde y publicó su primera obra, Cubridle el rostro, en 1963; en ella aparece por primera vez el policía Adam Dalgliesh, su personaje más famoso.
También creó el personaje de Cordelia Gray, investigadora privada que aparece en las novelas: No apto para mujeres (1972) y La calavera bajo la piel (1982).
Su obra The Children of Men (1992), la primera de sus obras que no pertenece al género detectivesco, es una novela futurista ambientada en un mundo carente de niños, no fue tan bien recibida como sus anteriores títulos pero en 2006 tuvo una elogiada adaptación cinematográfica de título homónimo: Children of Men, con dos nominaciones a los premios Óscar, a cargo del realizador mexicano Alfonso Cuarón.
En 1994 volvió al género con El pecado original, otro misterio para el inspector Adam Dalgliesh. En 1999 salió a la luz su libro de memorias La hora de la verdad: un año de mi vida. Sus últimas publicaciones fueron El faro, Muerte en la clínica privada (2008) y La muerte llega a Pemberley (2011).