Título original: Pinceladas de Harmonía
Autor: José Luis Fernández Juan
Editorial: Círculo Rojo
Páginas: 170
Fecha esta edición (4ª): mayo 2017
Encuadernación: rústica con sobrecubierta
Precio: 20 euros
Ilustración y diseño de cubierta: @Fotolia.es / Antonio López Galdeano
Ilustración y diseño de cubierta: @Fotolia.es / Antonio López Galdeano
¿Quedaba por desenmascarar en pleno siglo XXI algún estilo literario
inédito? Sí, y florece en Pinceladas de Harmonía. Con su inusitada prosa
poética, José Luis Fernández Juan apuesta por un inolvidable lienzo,
cosido con sedosas redes de conceptismo, reflexión, surrealismo y humor.
En diecisiete pinceladas, José Luis te invita a conocer el fascinante
mundo de Harmonía con su cielo de violines y sus efervescentes
habitantes vestidos de estrellas. Cuanto más los vayas conociendo, más
los irás queriendo. Cuando cierres el libro, te seguirán acompañando.
Aquí nada es gratuito. Todo tiene sentido. Cada frase es una fiesta. En
cualquier momento puedes encontrar la expresión más bella. Las palabras
son mágicas, como sus juegos. Por su continente y contenido, Pinceladas
de Harmonía se convierte en un libro eterno. Siempre podrás volver a
releerlo para descubrir sorprendentes matices que lo convertirán en un
texto nuevo. Y así sucesivamente. Si te animas, a buen seguro,
disfrutarás del arco iris de sus páginas con su deslumbrante gama de
risueños colores.
Sin duda, si algo hay que reconocerle a José Luis Fernández Juan, es la peculiar invitación, llena de imaginación y colorido, que supone Pinceladas de Harmonía. Al principio, si llegas a él con total desconocimiento, como era mi caso, te resulta un poco chocante, o incluso raro. Pero no soy de las que se desaniman en las primeras páginas; solo era cuestión de pensar en positivo, y si algo tiene el libro es positivismo puro. Tras todos sus porqués subyacen las cosas buenas, o aquellas cosas que pensamos que pueden ser buenas y que nuestro buen autor imaginó para que lo fueran.
En Pinceladas de Harmonía conocemos un universo donde todos sus elementos se sincronizan y se armonizan utilizando siempre los cinco sentidos, magnificándose y expresándose por medio y a través de todos los habitantes de ese lugar mágico, Harmonía, imaginado por el autor.
Reconozco que esta lectura no la he realizado en soledad, pues a mi lado, siempre y en todo momento, he tenido mi móvil. No es algo que suela hacer, más bien al contrario: cuando hay un libro en mis manos, el móvil desaparece de mi vista y, lo más importante, de mi oído. Pero si de verdad quería ser justa con el libro y comprender lo que me quería contar, necesitaba a San Google para que diera significado a todos (y eran muchos) los términos que no entendía. Me quito el sombrero ante este autor por ser capaz de desempolvar e hilar tantas y tantas palabras olvidadas y en desuso. Solo por eso merece la pena leer el libro.
Había otra cosa que me hacía perder el sentido del ritmo en la lectura, y era toda su sintaxis. En cuanto me descuidaba me ponía a analizar los párrafos... y ya no me conformaba con analizarlos sintácticamente, sino que también lo hacía morfológicamente, con todos esos adjetivos imposibles de imaginar junto a esos nombres, y que al final encajan, tienen un significado. Así que una vez más me quito el sombrero por haberlo imaginado y, al mismo tiempo, haber sido capaz de plasmarlo en un libro.
El universo creado por el autor se llama Harmonía, y en él nos pincela un paraíso donde la unión y combinación de sonidos simultáneos con los colores son proporcionales a la corresponsabilidad de la buena amistad de sus habitantes.
Conforme los iba conociendo, escuchando u oyendo, me llegaban flashbacks de películas o series de dibujos animados ajenos al libro. En concreto, durante casi toda mi lectura no paraba de visionar escenas retrospectivas de Amanece que no es poco, pero es que por otro lado tenía a Tarta de Fresa y su mundo mágico pululando por mi mente. Todo esto lo comento para confesar que no me resultó una lectura fácil por todo el ruido mental que la acompañaba.
Pero ello no le resta méritos, sino todo lo contrario. Si tuviera que definirla, diría que me ha resultado una lectura interesante, muy interesante. También peliaguda, nada cómoda, pero si algo tiene esto de bueno es que te descoloca y te saca de la zona de confort, y cuando estamos fuera de esta zona es el momento de aprender, avanzar y abrir la mente.
Por otro lado, preferiría vivir en Ayna (Amanece que no es poco) que en Harmonía, porque creo que no me llegaría a adaptar a tanto color, brillantez, azúcar y zumos de fresa. Además, un cielo de violines no es lo que imagino como paz y tranquilidad; con el virtuoso de mi vecino he tenido bastante (ahora sí es un virtuoso, pero hasta llegar ahí hemos pasado muchas lunas y mucho soles juntos: tocando él, escuchando yo. Mecenas hay de muchos tipos, y en mi caso me considero una mecenas de oído... jajaja). También es verdad que en la variedad está el gusto y hay gente para todo. Si José Luis Fernández Juan lo ha imaginado así, bien imaginado está.
En definitiva, se trata una lectura muy recomendable para todos aquellos que amamos el lenguaje y nuestra rica e ilimitada lengua castellana, capaz de construir y deconstruir párrafos para así, crear y recrear sentimientos, nostalgias, esperanzas y alegrías, y poderlo compendiar todo en ese lugar mágico, único e irrepetible que encontraremos y descubriremos en Pinceladas de Harmonía.
En Pinceladas de Harmonía conocemos un universo donde todos sus elementos se sincronizan y se armonizan utilizando siempre los cinco sentidos, magnificándose y expresándose por medio y a través de todos los habitantes de ese lugar mágico, Harmonía, imaginado por el autor.
Reconozco que esta lectura no la he realizado en soledad, pues a mi lado, siempre y en todo momento, he tenido mi móvil. No es algo que suela hacer, más bien al contrario: cuando hay un libro en mis manos, el móvil desaparece de mi vista y, lo más importante, de mi oído. Pero si de verdad quería ser justa con el libro y comprender lo que me quería contar, necesitaba a San Google para que diera significado a todos (y eran muchos) los términos que no entendía. Me quito el sombrero ante este autor por ser capaz de desempolvar e hilar tantas y tantas palabras olvidadas y en desuso. Solo por eso merece la pena leer el libro.
Había otra cosa que me hacía perder el sentido del ritmo en la lectura, y era toda su sintaxis. En cuanto me descuidaba me ponía a analizar los párrafos... y ya no me conformaba con analizarlos sintácticamente, sino que también lo hacía morfológicamente, con todos esos adjetivos imposibles de imaginar junto a esos nombres, y que al final encajan, tienen un significado. Así que una vez más me quito el sombrero por haberlo imaginado y, al mismo tiempo, haber sido capaz de plasmarlo en un libro.
El universo creado por el autor se llama Harmonía, y en él nos pincela un paraíso donde la unión y combinación de sonidos simultáneos con los colores son proporcionales a la corresponsabilidad de la buena amistad de sus habitantes.
Conforme los iba conociendo, escuchando u oyendo, me llegaban flashbacks de películas o series de dibujos animados ajenos al libro. En concreto, durante casi toda mi lectura no paraba de visionar escenas retrospectivas de Amanece que no es poco, pero es que por otro lado tenía a Tarta de Fresa y su mundo mágico pululando por mi mente. Todo esto lo comento para confesar que no me resultó una lectura fácil por todo el ruido mental que la acompañaba.
Pero ello no le resta méritos, sino todo lo contrario. Si tuviera que definirla, diría que me ha resultado una lectura interesante, muy interesante. También peliaguda, nada cómoda, pero si algo tiene esto de bueno es que te descoloca y te saca de la zona de confort, y cuando estamos fuera de esta zona es el momento de aprender, avanzar y abrir la mente.
Por otro lado, preferiría vivir en Ayna (Amanece que no es poco) que en Harmonía, porque creo que no me llegaría a adaptar a tanto color, brillantez, azúcar y zumos de fresa. Además, un cielo de violines no es lo que imagino como paz y tranquilidad; con el virtuoso de mi vecino he tenido bastante (ahora sí es un virtuoso, pero hasta llegar ahí hemos pasado muchas lunas y mucho soles juntos: tocando él, escuchando yo. Mecenas hay de muchos tipos, y en mi caso me considero una mecenas de oído... jajaja). También es verdad que en la variedad está el gusto y hay gente para todo. Si José Luis Fernández Juan lo ha imaginado así, bien imaginado está.
En definitiva, se trata una lectura muy recomendable para todos aquellos que amamos el lenguaje y nuestra rica e ilimitada lengua castellana, capaz de construir y deconstruir párrafos para así, crear y recrear sentimientos, nostalgias, esperanzas y alegrías, y poderlo compendiar todo en ese lugar mágico, único e irrepetible que encontraremos y descubriremos en Pinceladas de Harmonía.
José Luis Fernández Juan. Escritor valenciano. Licenciado en Filología Hispánica y
Filología Valenciana por la Universidad literaria de Valencia. Desde 1996
trabaja como profesor en el colegio de Ntra. Sra. del Pilar de Valencia.
Ha
dirigido diferentes obras de teatro vanguardista como Abracadabrante, Entreméspsicodélico, Entremés caleidoscópico o Esto no tiene remedio. También ha
participado como actor en la obra de teatro Sweet
Home Transilvania.
En 2014 se edita el primer libro de la trilogía Pinceladas de Harmonía (actualmente va
por la 4ª edición). En 2017 se publica su segundo libro El diccionario de JLFJ. Ambas obras por su potente juego idiomático
podrían ser programadas y analizadas en las clases de Lengua y Literatura de
Bachillerato o segundo ciclo de la ESO de cualquier colegio de habla hispana.
Su original estilo, que a nadie deja indiferente, combina el humor, el amor, el
surrealismo y el conceptismo.
Página web autor: http://www.pinceladasdeharmonia.com/
Canal youtube: joseluisfernandezjuan