¡Hola a todos!
Título original: After Julius
Fecha esta edición: noviembre 2021
Fecha esta edición: 1994
Editorial: Ediciones del Bronce
Traducción: Marcelo Cohen
Fecha esta edición: 2002
¡Hola a todos!
Frank Chambers es un atractivo joven sin oficio ni beneficio ni nada a lo que poder llamar hogar que, por casualidades y circunstancias varias, acaba en una cafetería de carretera pensando en como estafar al dueño y largarse sin pagar. Pero Nick Papadakis, que así se llama el propietario, le ofrece un trabajo, y Frank no está muy por la labor de aceptar hasta que conoce a su mujer, Cora... y aquí se deciden los destinos de los tres personajes, porque no solo Frank se queda en la cafetería, sino que inicia una aventura con Cora y pronto descubre que ella tiene muchos planes, planes que no contemplan la presencia de su marido (mucho mayor que ella)... planes que requieren de la participación de Frank e implican medidas drásticas y un asesinato de por medio.
El cartero siempre llama dos veces es una novela muy corta en la que pasan muchas cosas, y eso se traduce en que todo ocurre muy muy rápido. Apenas han pasado quince páginas y ya tenemos a Frank y Cora el uno en brazos del otro, y eso hace también que no se deba hablar demasiado de la trama en general porque los hechos relevantes están ahí casi desde el inicio. Frank Chambers es el narrador de la historia, y al final descubrimos por qué nos la está contando y la situación en la que lo está haciendo. Pero antes de llegar a eso leemos su versión de los hechos, y esos hechos le incluyen a él como a un hombre de poca confianza y sin moral ni escrúpulos en su deseo por tener una vida mejor que ya ha tenido problemas con la justicia; a Cora como una mujer sensual, ambiciosa y manipuladora que sabe darle a cada hombre lo que espera de ella y obtener de cada hombre lo que ella necesita; y a Nick como apenas una sombra desechable y sin relevancia en esta carrera hacia el asesinato perfecto y el sueño americano pavimentado con sangre.
Y es que si hay un personaje que merece la compasión del lector es Nick. Este señor es el epítome del sueño americano en plena Gran Depresión estadounidense: de origen inmigrante (su apellido es incontestablemente griego), se ha casado con una mujer joven y atractiva a la que adora, ha montado un negocio de la nada y se gana la vida bien y honradamente con él, está orgulloso de todo lo que tiene, de lo que ha conseguido, de las mejoras y ampliaciones que tiene en mente para el futuro... le va bien, no tiene muchas luces, es honrado, generoso, confiado y buena gente. Todo lo que tiene se lo ha ganado con esfuerzo y con el sudor de su frente, así que como lector, cuando ves lo que está ocurriendo ante sus narices sin que él sospeche absolutamente nada, cuando sufre cierto hecho gravísimo y sigue sin enterarse de nada, cuando eres testigo del destino inevitable, insoslayable e imperdonable al que está abocado en manos de dos seres tan egoístas e inmorales como Frank y Cora, sientes una pena inmensa. Y eso que al leer todo desde el punto de vista de Frank, Nick no es nada, solo un ente que estorba en el camino de dos personas omnipresentes... pero por mucho que Frank lo neutralice en su narración, por mucho que ese vacío demuestre la nada tan absoluta que para él era Nick como ser humano, tú como lector estás con Nick. Sabes que, de ser alguien en esta novela, serías Nick. Y acompañas a Frank y a Cora en cada paso que dan en su camino, son rabiosamente entretenidos de leer, no puedes apartar la mirada, pero jamás estás de su parte. Aquí no existe eso tan recurrente de los personajes ambiguos y la moral gris, y en esta vida todo el mundo recibe lo que se merece (o eso dicen, que yo no lo tengo tan claro).
En fin, El cartero siempre llama dos veces es uno de los clásicos norteamericanos más reconocidos y yo creo que la historia más o menos nos suena a todos, así que lo voy a dejar aquí con los tráilers tanto de la adaptación de 1946 como la de 1981. Honestamente creo que el libro es más sutil en algunos aspectos que las películas explotaron muchísimo (no voy a ser más explícita) pero, dejando eso a un lado, las dos películas son muy recomendables si todavía no las habéis visto.
Maigret regresa de un congreso internacional de policías en Burdeos. Está harto, se ha dedicado a beber vino y a sentirse viejo entre tanto policía joven, y sinceramente lo único que le apetece es volver a París junto a su mujer y descansar de tanto ajetreo inútil... pero hace años que promete a un viejo amigo de su época universitaria que lo visitará en su ciudad, Fontenay.le Comte, y le pilla de camino en el tren de vuelta a París, así que decide hacer un alto en el camino y quitarse eso de encima. Su amigo, Julien Chabot, es juez de instrucción, y cuando Maigret llega lo pilla en medio de un situación muy complicada: se han producido dos asesinatos en apenas un par de días, y esa misma noche se producirá un tercero. Tres crímenes con una misma arma en apenas tres días en una ciudad de 8000 habitantes es demasiado... pero ese no es el principal problema: lo es el enrarecido ambiente que hay en la ciudad (ciudadanos obreros contra la familia Vernoux-Courçon, algo así como aristócratas rurales que siguen siendo eminentes en la ciudad) y la hostilidad latente contra el juez por frecuentar la amistad de esta familia. Vamos, que Maigret se encuentra un panorama muy complicado, y encima todo el mundo cree que ha llegado para investigar los asesinatos, y nada más lejos de la intención del comisario.
Según Goodreads, Maigret tiene miedo hace la número 42 dentro de las historias protagonizadas por este personaje, así que a estas alturas el comisario no solo es archiconocido para el lector, sino que en su propio mundo ficticio también es famoso y le reconocen allá por donde va. Eso mismo le ocurre cuando llega a Fontenay-le-Comte: en cuanto baja del tren no solo saben quien es y siguen cada paso que da (hasta tiene a gente a las puertas de su hotel siguiendo sus movimientos cual estrella de Hollywood), sino que dan por hecho que ha llegado a la ciudad para investigar de incógnito o extraoficialmente los asesinatos que se están produciendo, y por mucho que él lo niegue, por mucho que insista en que solo es una visita privada a un antiguo amigo, nadie le cree. Qué casualidad que llegue el reconocido y laureado Maigret cuando están matando a gente, ¿verdad? Pues sí, azar puro y duro, pero ya sabemos lo que pasa con las casualidades: que no todo el mundo cree en ellas. A decir verdad, ni siquiera su amigo se muestra muy entusiasmado cuando lo ve aparecer y no es del todo bien recibido... vamos, que si Maigret pudiera dar marchas atrás en el tiempo, hubiese seguido en su tren hasta París y hubiese dormido esa misma noche en su cama.
Yo creo que el giro importante que afronta la novela, lo que la diferencia de otras del género o de este mismo personaje, es que Maigret no actúa como investigador, solo como observador que decide dar un paso atrás voluntariamente. Sí que hace alguna visita por su cuenta, habla con gente a nivel personal, pero fuera de la investigación y sin compartir esos datos con los que sí están investigando oficialmente los asesinatos. Incluso cuando le piden su opinión de manera directa no se moja, se limita a guardar silencio o a decir que no tiene nada que comentar al respecto, que no es cosa suya. Y creedme, estos intentos de pedirle ayuda son constantes porque tanto la policía de Fontenay-le Comte como el juez de instrucción están muy, muy perdidos. Las víctimas no guardan aparentemente ninguna relación entre ellas, no parece que se defendieran en ningún momento ni se entiende como en una localidad tan pequeña han podido llevarse a cabo los asesinatos sin que nadie viera ni oyera nada. Pero Maigret se mantiene en sus trece: le fuerzan constantemente a entrar en la investigación y él se revuelve de todas las maneras posibles. Su amigo Chabot busca su mirada, su aprobación, su opinión, pero el comisario mantiene su mutismo y su hermetismo. Y es que Chabot tiene miedo, por un lado, de la opinión pública y de la población si decide no actuar contra los aristócratas, porque los disturbios están garantizados y su integridad física en jaque; pero por otro, si actúa y hace lo que debe hacer, tiene miedo de la reacción de los Vernoux-Courcçon y los que son como ellos... Pero bueno, todo esto no es asunto de Maigret. Él tiene claro que no piensa entrometerse ni va a facilitarle el camino a su amigo. ¿Resuelve Maigret el caso? Por supuesto, a eso hemos venido, pero por su cuenta y sin mover un dedo por la autoridades locales.
En definitiva, me ha gustado mucho Maigret tiene miedo. En este libro las pesquisas no se hacen según las reglas ni por parte de quienes están obligados oficialmente a hacerlo (policías y juez de instrucción) ni por parte del propio Maigret, que ni siquiera forma parte de todo eso. Hay escenas geniales, buenísimas, como la del interrogatorio al maestro, y vemos como Maigret ya es una celebridad venerada por su conciudadanos de todo el país. Aun así los libros del comisario Maigret se pueden leer independientes unos de otros, no necesitan un contexto ni una trayectoria vital del personaje para disfrutarlos como se merecen. Maigret tiene miedo, en concreto, aporta un caso diferente de lo habitual en el canon de este personaje, un punto de vista diferente en cuanto a la propia integración del comisario en la investigación, porque realmente lo de menos son los asesinatos: lo importante es si la justicia irá a por quien debe ir por mucha influencia que tengan los sospechosos o si estos disfrutarán de sus privilegios de ricos y serán protegidos por la justicia. El resultado es muy disfrutable.