Título original: Brewster's millions
Autor: George Barr McCutcheon
Editorial: Alba
Traducción: Pablo Sauras
Páginas: 304
Fecha publicación original: 1902
Fecha esta edición: septiembre 2014
Fecha esta edición: septiembre 2014
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros Ilustración de cubierta: Detalle de Londres-Vichy Pullman Travel (Póster publicitario de Nord Wagons Lits P.L.M.)
En plena fiesta de su 25º cumpleaños Monty Brewster recibe la noticia
de que su abuelo ha fallecido y le ha dejado un millón de dólares.
Apenas se ha recuperado de la sorpresa cuando, poco después, muere un
tío suyo del que apenas ha oído hablar y se entera de que en su
testamento lo ha nombrado heredero de casi siete millones de dólares.
Pero con una condición: en el plazo de un año, sin hacer donaciones
benéficas, ni apuestas ni especulaciones, y sin decírselo a nadie, tiene
que haberse gastado hasta el último centavo de la primera herencia
recibida de su abuelo. Brewster tendrá, pues, que aprender a ser
millonario tan rápido como a precipitarse en la ruina… pero descubre
que, a veces, el dinero no es tan fácil de quemar. Beneficios
inesperados y golpes de «mala suerte» incrementan, en vez de disminuir,
su fortuna, y su repentina fama de excéntrico y derrochador pone en
peligro su relación con la chica de la que está enamorado.
George Barr McCutcheon escribió Los millones de Brewster (1902) por una apuesta, y por supuesto la ganó. Llevada a Broadway y al cine (en nueve ocasiones, la última en 1997), esta brillante, accidentada e ingeniosa novela –inédita en español- sigue siendo hoy de una comicidad vertiginosa.
George Barr McCutcheon escribió Los millones de Brewster (1902) por una apuesta, y por supuesto la ganó. Llevada a Broadway y al cine (en nueve ocasiones, la última en 1997), esta brillante, accidentada e ingeniosa novela –inédita en español- sigue siendo hoy de una comicidad vertiginosa.
Lo confieso, tengo un problema. Hay determinadas colecciones de determinadas editoriales (o directamente el catálogo editorial completo de determinadas editoriales), que son tan bonitas por fuera en cuanto al continente (con sus lomos de distintos colores luciendo tan cuquis en la estantería), y suelen ser tan buenas e interesantes en contenido (que sé que es lo que realmente importa, obviamente, pero si tiene las dos cosas mejor, ¿no?), que las compro al por mayor. Los compro, sin más, porque los quiero todos. Y ya cuando pueda, si los vientos son propicios, los iré leyendo. Uno de los mejores ejemplos de lo que os cuento es el de la colección Rara Avis, de la editorial Alba. Es que los miro ahí todos juntos (los que tengo, que aún me faltan unos cuantos...) y se me alegra el alma. Lo de ir leyéndolos, lo dicho, cuando se puede. Y uno de los que esperaban pacientemente a que lo sacase de la estantería era Los millones de Brewster.
La premisa es la siguiente. El mismo día que Brewster cumple 25 años fallece su abuelo y hereda nada menos que un millón de dólares, que ya es como para dar palmas con las orejas y darse por contento. Pero no, el destino le tiene preparada otra sorpresa: pocos días después recibe la noticia de que también ha fallecido su tío, y este buen señor, si estuviese vivo, se hubiese despiporrado de ese millón de dólares, porque la herencia que le deja a Brewster asciende nada menos que a más de seis millones y medio de dólares. Y aquí pensaréis: "¡Recórcholis y repámpanos, Brewster ha heredado en apenas unos días siete millones y medio de dólares! ¡Si yo tuviese ese dinero montaba una librería!" (xD). Pero ay, el difunto tío era un poquitín... retorcido, y además odiaba a muerte al también difunto abuelo de Brewster. Así que las cosas pintan mal, porque esos seis millones y medio de dólares llevan adjuntas dos condiciones.
Por un lado, Brewster debe renunciar a cualquier centavo que pudiese tener de su abuelo, y eso quiere decir que de entrada, para hacerse con estos 6,7 millones de su tío, debe renunciar al otro millón que acaba de heredar. Que sí, a priori parece que la decisión está clara: 6,7 por un lado, 1 por otro... Con 6,7 millones a mí me seguiría dando para la librería xD. Pero es que aquí llega la segunda condición, que es la más peliaguda: no puede renunciar sin más a ese millón, debe deshacerse de él hasta el último centavo a lo largo de un año y, al llegar el día de su 26 cumpleaños, no debe poseer más que la ropa que lleve puesta, literalmente.
Que puede parecer muy fácil gastar money a lo tonto, pero, ¿cómo te gastas un millón de dólares en un año (del año 1902, ojo al dato), si no puedes donarlo, regalarlo, prestarlo, tirarlo...? Porque esas son las condiciones, y son muy difíciles de cumplir: debe gastarlo, derrocharlo, despilfarrarlo, pero no por la vía fácil ni por los métodos que se nos ocurrirían a todos. Y encima no se lo puede contar a nadie. Al pobre Brewster le quedan unos meses por delante muy duros, porque si no lo consigue, si no es un indigente cuando haya pasado el año, si tiene aunque solo sea un centavo en el bolsillo, no solo habrá perdido el millón de su abuelo para nada, sino que no habrá conseguido superar la prueba y obtener los 6,7 millones de su tío, y el albacea del testamento no le pondrá las cosas fáciles.
Si con toda esta parrafada no os han entrado ganas de leer el libro, ya no os voy a convencer con lo que os diga a partir de ahora, porque solo el planteamiento de la historia para mí es sencillamente una genialidad. Y lo más curioso es que el autor escribió este libro por culpa de una apuesta que se explica en el libro y que os traslado aquí rápidamente. Él ya era un escritor famoso por aquel entonces, y se apostó 100 dólares con su editor a que no era el nombre de un autor lo que hacía que se vendiese un libro, sino la propia calidad del libro. Escribió Los millones de Brewster y lo publicó con seudónimo. La novela fue todo un éxito (se ha adaptado hasta siete veces al cine) y ganó la apuesta, pero la base misma de la apuesta yo creo que da pie a mucho debate, ¿no? ¿De verdad un buen libro, solo por ser un buen libro, va a triunfar aunque el autor sea un completo desconocido, tal y como afirmaba McCutcheon? A él le salió bien la jugada, pero para empezar ya tenía un editor que le publicase aunque fuese con seudónimo antes incluso de escribir la novela... Jugaba con una ventaja que no tienen muchísimos autores desconocidos de buenos libros que se quedan en un cajón o apenas reciben atención porque sus autores son, precisamente, desconocidos... pero me estoy yendo del tema. ¡Sigo con la reseña!
Los millones de Brewster es una novela inteligente e ingeniosa que equilibra los vaivenes de dólares con las repercusiones de esos vaivenes, y de este modo asistimos no solo a una loca carrera contrarreloj cuya meta es la pobreza absoluta, sino a las consecuencias de esa carrera de fondo en el protagonista, que son duras y él las afronta con arrojo, determinación y una confianza absoluta en sí mismo, a pesar de que las cosas no siempre se le presentan fáciles. Y es que en esta historia los reveses e infortunios no son esos golpes de mala suerte que hacen que Brewster gane dinero cuando debería perderlo trastocándole todas las cuentas y previsiones, sino, y aquí viene lo interesante del libro, la reacción de la gente que le rodea ante este derroche frenético y lunático de dinero.
Y es que cuando es rico la popularidad está por los aires, pero en cuanto empieza a gastar dinero la gente se ríe a sus espaldas, lo consideran un estúpido y un descerebrado, los periódicos se mofan de él, algunos amigos sufren y se preocupan porque creen que ha perdido la cabeza, otros amigos demuestran que no lo eran tanto... y él, a pesar de su orgullo pisoteado y de no poder consolarse con nadie, sigue. Persiste. Sabe que es el hazmerreír de Nueva York pero se demuestra a sí mismo que tiene una voluntad férrea, que tiene un objetivo y debe cumplirlo y que, pase lo que pase, está siendo honesto y al final recibirá su recompensa... o no. ¿Conseguirá Brewster perder hasta el último centavo para cuando llegue el día de su 26 cumpleaños y ganar a cambio casi siete millones de dólares? ¿Le quedará alguien que realmente le quiera y le aprecie por él mismo al final del camino? ¿Puede fiarse de ese excéntrico albacea? A saber...
He disfrutado muchísimo de esta novela y de su protagonista, de esos telegramas cruzados entre Brewster y el sarcástico albacea de su tío (¡maravillosos, geniales!), de lo difícil que se lo puso a sí mismo el propio autor al imponerse tantas restricciones a la hora de sacar adelante una trama como esta y cómo se perciben a lo largo de la novela pinceladas que a mí me han transmitido disfrute en su escritura, como si se hubiese dejado llevar en algunas escenas... Os diría que es una novela muy british a pesar de su autoría norteamericana, pero el aroma de la frívola sociedad neoyorquina de principios del siglo XX y la crítica hacia ella están demasiado presentes en la historia como para insistir mucho en eso.
El trasfondo de la historia es tan atemporal que no me extraña el éxito continuado de la obra a lo largo de todo el siglo XX, y aun así creo sinceramente que ya no se escriben libros como este, forman parte de una época. No puedo hacer otra cosa que recomendar su lectura y que os dejéis llevar por este derroche de dinero y de ingenio; cerraréis el libro con una sonrisa en la boca mientras el autor os mete crítica social en vena sin daros cuenta. Un enredo excelente, brillante e inteligente. Nada menos.
La premisa es la siguiente. El mismo día que Brewster cumple 25 años fallece su abuelo y hereda nada menos que un millón de dólares, que ya es como para dar palmas con las orejas y darse por contento. Pero no, el destino le tiene preparada otra sorpresa: pocos días después recibe la noticia de que también ha fallecido su tío, y este buen señor, si estuviese vivo, se hubiese despiporrado de ese millón de dólares, porque la herencia que le deja a Brewster asciende nada menos que a más de seis millones y medio de dólares. Y aquí pensaréis: "¡Recórcholis y repámpanos, Brewster ha heredado en apenas unos días siete millones y medio de dólares! ¡Si yo tuviese ese dinero montaba una librería!" (xD). Pero ay, el difunto tío era un poquitín... retorcido, y además odiaba a muerte al también difunto abuelo de Brewster. Así que las cosas pintan mal, porque esos seis millones y medio de dólares llevan adjuntas dos condiciones.
Por un lado, Brewster debe renunciar a cualquier centavo que pudiese tener de su abuelo, y eso quiere decir que de entrada, para hacerse con estos 6,7 millones de su tío, debe renunciar al otro millón que acaba de heredar. Que sí, a priori parece que la decisión está clara: 6,7 por un lado, 1 por otro... Con 6,7 millones a mí me seguiría dando para la librería xD. Pero es que aquí llega la segunda condición, que es la más peliaguda: no puede renunciar sin más a ese millón, debe deshacerse de él hasta el último centavo a lo largo de un año y, al llegar el día de su 26 cumpleaños, no debe poseer más que la ropa que lleve puesta, literalmente.
Que puede parecer muy fácil gastar money a lo tonto, pero, ¿cómo te gastas un millón de dólares en un año (del año 1902, ojo al dato), si no puedes donarlo, regalarlo, prestarlo, tirarlo...? Porque esas son las condiciones, y son muy difíciles de cumplir: debe gastarlo, derrocharlo, despilfarrarlo, pero no por la vía fácil ni por los métodos que se nos ocurrirían a todos. Y encima no se lo puede contar a nadie. Al pobre Brewster le quedan unos meses por delante muy duros, porque si no lo consigue, si no es un indigente cuando haya pasado el año, si tiene aunque solo sea un centavo en el bolsillo, no solo habrá perdido el millón de su abuelo para nada, sino que no habrá conseguido superar la prueba y obtener los 6,7 millones de su tío, y el albacea del testamento no le pondrá las cosas fáciles.
Si con toda esta parrafada no os han entrado ganas de leer el libro, ya no os voy a convencer con lo que os diga a partir de ahora, porque solo el planteamiento de la historia para mí es sencillamente una genialidad. Y lo más curioso es que el autor escribió este libro por culpa de una apuesta que se explica en el libro y que os traslado aquí rápidamente. Él ya era un escritor famoso por aquel entonces, y se apostó 100 dólares con su editor a que no era el nombre de un autor lo que hacía que se vendiese un libro, sino la propia calidad del libro. Escribió Los millones de Brewster y lo publicó con seudónimo. La novela fue todo un éxito (se ha adaptado hasta siete veces al cine) y ganó la apuesta, pero la base misma de la apuesta yo creo que da pie a mucho debate, ¿no? ¿De verdad un buen libro, solo por ser un buen libro, va a triunfar aunque el autor sea un completo desconocido, tal y como afirmaba McCutcheon? A él le salió bien la jugada, pero para empezar ya tenía un editor que le publicase aunque fuese con seudónimo antes incluso de escribir la novela... Jugaba con una ventaja que no tienen muchísimos autores desconocidos de buenos libros que se quedan en un cajón o apenas reciben atención porque sus autores son, precisamente, desconocidos... pero me estoy yendo del tema. ¡Sigo con la reseña!
Los millones de Brewster es una novela inteligente e ingeniosa que equilibra los vaivenes de dólares con las repercusiones de esos vaivenes, y de este modo asistimos no solo a una loca carrera contrarreloj cuya meta es la pobreza absoluta, sino a las consecuencias de esa carrera de fondo en el protagonista, que son duras y él las afronta con arrojo, determinación y una confianza absoluta en sí mismo, a pesar de que las cosas no siempre se le presentan fáciles. Y es que en esta historia los reveses e infortunios no son esos golpes de mala suerte que hacen que Brewster gane dinero cuando debería perderlo trastocándole todas las cuentas y previsiones, sino, y aquí viene lo interesante del libro, la reacción de la gente que le rodea ante este derroche frenético y lunático de dinero.
Y es que cuando es rico la popularidad está por los aires, pero en cuanto empieza a gastar dinero la gente se ríe a sus espaldas, lo consideran un estúpido y un descerebrado, los periódicos se mofan de él, algunos amigos sufren y se preocupan porque creen que ha perdido la cabeza, otros amigos demuestran que no lo eran tanto... y él, a pesar de su orgullo pisoteado y de no poder consolarse con nadie, sigue. Persiste. Sabe que es el hazmerreír de Nueva York pero se demuestra a sí mismo que tiene una voluntad férrea, que tiene un objetivo y debe cumplirlo y que, pase lo que pase, está siendo honesto y al final recibirá su recompensa... o no. ¿Conseguirá Brewster perder hasta el último centavo para cuando llegue el día de su 26 cumpleaños y ganar a cambio casi siete millones de dólares? ¿Le quedará alguien que realmente le quiera y le aprecie por él mismo al final del camino? ¿Puede fiarse de ese excéntrico albacea? A saber...
He disfrutado muchísimo de esta novela y de su protagonista, de esos telegramas cruzados entre Brewster y el sarcástico albacea de su tío (¡maravillosos, geniales!), de lo difícil que se lo puso a sí mismo el propio autor al imponerse tantas restricciones a la hora de sacar adelante una trama como esta y cómo se perciben a lo largo de la novela pinceladas que a mí me han transmitido disfrute en su escritura, como si se hubiese dejado llevar en algunas escenas... Os diría que es una novela muy british a pesar de su autoría norteamericana, pero el aroma de la frívola sociedad neoyorquina de principios del siglo XX y la crítica hacia ella están demasiado presentes en la historia como para insistir mucho en eso.
El trasfondo de la historia es tan atemporal que no me extraña el éxito continuado de la obra a lo largo de todo el siglo XX, y aun así creo sinceramente que ya no se escriben libros como este, forman parte de una época. No puedo hacer otra cosa que recomendar su lectura y que os dejéis llevar por este derroche de dinero y de ingenio; cerraréis el libro con una sonrisa en la boca mientras el autor os mete crítica social en vena sin daros cuenta. Un enredo excelente, brillante e inteligente. Nada menos.
George Barr McCutcheon nació en Lafayette (Indiana) en 1866. Estudió en la Universidad de Purdue. En 1901 publicó Graustark: The Story of a Love Behind a Throne,
una novela de aventuras ambientada en un imaginario reino europeo que
fue un gran éxito y que dio pie a una larga saga. Entonces se apostó con
su editor de Grosset & Dunlap a que podía repetir el éxito con una
novela publicada con pseudónimo, desafiando así la idea de que el nombre
del autor era lo más importante para la popularidad de una obra.
Escribió Los millones de Brewster (1902), la publicó con el
nombre de Richard Greaves, y en tres meses el libro había vendido
150.000 ejemplares. Ganó, por supuesto, la apuesta. En 1906 se hizo una
adaptación teatral que triunfó en Broadway, y en 1914 su primera
adaptación cinematográfica, de la mano de Cecil B. DeMille (una película
hoy perdida). La novela se ha llevado al cine hasta nueve veces, tres
de ellas en la India, la última en 1997.
McCutcheon escribió más novelas y obras de teatro, pero su éxito siguió estando condicionado, muy a su pesar, a la saga de Graustark. El último libro que escribió, The Inn of the Hawk and the Raven (1927), fue precisamente la sexta entrega de ese ciclo. Murió en Manhattan en 1928.
McCutcheon escribió más novelas y obras de teatro, pero su éxito siguió estando condicionado, muy a su pesar, a la saga de Graustark. El último libro que escribió, The Inn of the Hawk and the Raven (1927), fue precisamente la sexta entrega de ese ciclo. Murió en Manhattan en 1928.
No tiene mala pinta. Me ha llamado la atención. Gracias por traerla. Un beso.
ResponderEliminarYa lo había visto en el catálogo de la editoria y me había llamado la atención, ahora ya estoy convencido de que lo quiero leer sí o sí. Pintaza.
ResponderEliminarBesos
Yo desde luego me lo llevo, que me gusta mucho esta editorial, aunque yo la voy leyendo en la biblioteca. Besinos.
ResponderEliminar¡Me encantó esta novela! Es tan... perfecta. Me pasó como a ti, que al principio pensaba "bueno, un millón...", pero, claro, un millón a principios del siglo XX!! Y sí, la crítica social es aguda y genial, la aventura deliciosa y romántica... ¡Me gusta todo! De las novelas más charming que he leído en rara avis, que ya es decir. Si, también es gracioso que Maccutcheon la escribiese por una apuesta con su editor :-))) Me alegra que te haya gustado tantísimo como a mí. Besotes.
ResponderEliminarPues no me importaría leerla pero me acabo de apuntar otra novela clásica en el blog de Mar y parece que aquella me tienta más, ya veré que hago.
ResponderEliminarBesos
Hola guapa, me suena haber visto una de las versiones cinematográficas que comentas, aunque creo que no la última. Tiene una pintaza tremenda, y ya me estoy haciendo con él,jeje...
ResponderEliminarUn besazo
Aquí no se puede venir sin correr el riesgo de salir con más libros pendientes, pero una recomendación así no puedo dejarla pasar.
ResponderEliminarBesos.
Que historia tan curiosa, me la llevo que seguro que la disfruto mucho. Un beso
ResponderEliminarMe encanta. Y ya me había liado la Serendipia con él. Me gusta sobre todo porque tiene aire a comedia de las clásicas y siempre me alegran el díde pregunto cómo haría para gastar con tantas condiciones y qué le pasa al final. Entiendo que te los compres todos porque son muy chulos de ver, luego para leer, la mayoría estarán bien.
ResponderEliminarBesos
Qué genial el tío, aunque un poco puñetero! jajaja No me extraña que el autor triunfara tanto con esta historia porque no puede ser más original. Me la llevo anotada.
ResponderEliminarComparto ese afán coleccionista de determinadas colecciones o sellos, a mí me pasa con Alba Clásica...los quiero todos, vamos...que iría y los compraría a puñados aunque no los leyera.
Besitos
No la conocía! Y sí, hay colecciones muy tentadoras y cuesta resistirse... Y ésta es una de ellas.
ResponderEliminarBesotes!!!
El sueño de mi vida, un millón para gastar a lo tonto, y según mi lista me faltaría una miaja pá comprarme todo lo que quiero 😅😅😅
ResponderEliminarVenga, me lo llevo.
Besitos carinyet 💋💋💋
Me encantaria leerlo otro con el que no podré resistirme, gracias por la recomendación. Besitos
ResponderEliminarHola, hola,
ResponderEliminarSólo con leer el título me ha venido a la cabeza esa canción de "Si yo fuera rico...debdebdebdeeee"....
Ahora en serio... me gusta!!
Totalmente de acuerdo en que la línea de Rara Avis es una absoluta gozada.... el último que leí fue La posada de Jamaica. y del que me acuerdo mucho que fue todo un descubrimiento fue Harriet (me encantó).
La premisa en que se basa la trama está genial... me parece interesante y divertida.... y me pregunto qué pasará al final, y sus consecuencias, claro... porque habrá alguna consecuencia, no?
Habéis comenzado fuerte el mes de la novela clásica, eh?
PD1: el libro que sorteáis y que tuve que retirar de mi sorteo fue (justamente) el de Rara Avis ;)
PD2: Sí, ya vi que había adaptación cinematogofáfica de Chéri, pero no sé por qué no lo mencioné en la reseña... creo que Michelle Pfeiffer es perfecta para el papel de Léa.
Y bueno... cuando digo "evolución brutal"... me refiero al hecho de que el "niño", ya no se deja llevar tanto y es capaz de indagar un poco en su interior y decir lo que piensa... un momento de "valentía" que tiene, por así decirlo, corto pero efectivo para poner las cosas en su sitio...
Un saludo bien fuerte!!!
A mí tb me pasa eso de lanzarme a compras a ciegas de ciertas editoriales con las que sé seguro que voy a acertar. En esta ocasión, y aunque me picáis, no me animo, porque quiero dar salida a otros títulos.
ResponderEliminarBesos.
La colección esta es una maravilla y lo de comprar a ojo me lo conozco también y cómo disfrutamos. Respecto a la novela...vaya tío más jodido que tiene el protagonista, gastar a manos llenas. Me parece una lectura atrayente, la verdad. Me la voy a llevar apuntada porque disfrutaría adentrándome en esta historia.
ResponderEliminarBesos
Lo quiero, lo quiero, lo quiero, lo quiero.... Me encanta el argumento. Me parece original para la época claro... Lo apunto sin pensar. Besos
ResponderEliminarDe este leí una reseña no hace mucho no recuerdo dónde y me resultó muy simpático. Pero con la tuya me has convencido del todo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Mira que normalmente no sueles tentarme pero esta vez...lo has conseguido. El argumento es muy interesante, me lo apunto.
ResponderEliminar