Título original: The Wonderful Wizard of Oz
Autor: L. Frank Baum
Editorial: Alfaguara
Traducción: Gerardo Espinosa
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1900
Fecha esta edición: marzo 2016
Fecha esta edición: marzo 2016
Encuadernación: cartoné
Precio: 12,95 eurosIlustraciones de cubierta e interiores: Antonio Segura Donat
Dorothy no podía imaginarse que la casa donde se resguardaba de los tornados saliera volando y aterrizase... en otro mundo.
Deberá buscar la manera de regresar con su perrito Toto a casa. Para ello, viajará hasta la Ciudad de las Esmeraldas, donde el maravilloso Mago de Oz le concederá su deseo (o al menos eso le ha dicho la Bruja buena del Norte).
El viaje no será fácil, pero con la compañía de un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león cobarde, Dorothy recorrerá Oz y se enfrentará a sus miedos, y también a cierta bruja malvada que busca venganza...
Deberá buscar la manera de regresar con su perrito Toto a casa. Para ello, viajará hasta la Ciudad de las Esmeraldas, donde el maravilloso Mago de Oz le concederá su deseo (o al menos eso le ha dicho la Bruja buena del Norte).
El viaje no será fácil, pero con la compañía de un espantapájaros, un hombre de hojalata y un león cobarde, Dorothy recorrerá Oz y se enfrentará a sus miedos, y también a cierta bruja malvada que busca venganza...
Para la premisa de libro prohibido en algún momento de la historia quería traeros una lectura que no fuese obvia de primeras, y creo que El maravilloso Mago de Oz cumple perfectamente ese objetivo. No es el tipo de novela en la que uno piense como prohibida, ¿verdad? Pues el caso es que sí, y no solamente una vez. En 1957, el director de bibliotecas de Detroit prohibió este clásico por considerar que no tenía valor para los niños, que promovía la cobardía entre ellos y que defendía la negatividad. Ahí es nada. Pero es que en 1928 también fue prohibido por ser considerado impío por, atención, representar a una mujer en un papel protagonista fuerte... una adolescente no podía ser una heroína (como se diesen una vuelta por las librerías del siglo XXI les daba un parraque). También fue prohibida por una bibliotecaria de Florida por considerarla malsana en los años 50... Y esto por no hablar de siete familias fundamentalistas cristianas de Tennessee que, en 1986, quisieron que se prohibiese en los colegios públicos por la representación que la novela hacía de las brujas buenas, pues, según ellos, eso quería decir que los atributos humanos se desarrollaban de manera individual en vez de ser otorgados por Dios. Creo que en este caso no consiguieron la prohibición, vaya usted a saber por qué con semejante y buena argumentación [modo ironía off].
Mi intención inicial, aquella que yo tenía cuando sentarme delante del ordenador no me suponía un mundo y no estaba tan off para esto de las reseñas, era hablaros del libro y de la adaptación de 1939, que me gusta muchísimo y de la que tengo, a falta de una, dos ediciones chuli-pirulis en dvd... vamos, hacer el trabajo completo como está mandado y traeros una combo comparando novela y adaptación, porque la verdad es que hay diferencias... pero os vais a tener que conformar con la opinión del libro nada más (¡y nada menos, que es fantástico!). La sinopsis propia que os suelo poner creo que sobra un poco porque la historia es archimegaconocida (aunque más por la película que por el libro, las cosas como son), pero por si acaso, ahí va.
Dorothy, una niña huérfana, vive con su tío Henry, su tía Em y su perro Toto en las praderas de Kansas. Un día se desata un ciclón y a Dorothy no le da tiempo a resguardarse en el sótano; la casa empieza elevarse y a dar vueltas en el aire con ella y Toto en su interior y, cuando finalmente vuelve a tomar tierra, lo hace sobre la Malvada Bruja del Este (a la que obviamente mata), en la tierra de Oz. Dorothy quiere volver a casa, y la Bruja del Norte, aparte de darle las gracias por tan involuntario asesinato, le dice que solo el Gran Mago de Oz, que vive en la Ciudad de las Esmeraldas, puede ayudarle; para llegar allí tiene que seguir el camino de ladrillos de color dorado. Y así, pertrechada solo con un beso en la frente de la Bruja del Norte a modo de protección y los zapatos puntiagudos de plata de la bruja muerta (cuyo uso y poder nadie le explica.. ¡y sí, de plata!), Dorothy emprende un camino que en ocasiones será agradable, en otros peligroso, a lo largo del cual conocerá a los peculiares habitantes de todas las tierras de Oz y, sobre todo, se cruzará con los que serán sus compañeros de aventuras en busca de la magia de Oz: el Espantapájaros (que quiere un cerebro), el León Cobarde (que quiere valentía) y el Leñador de Hojalata (que quiere un corazón).
Ya sabéis lo que viene a continuación, ¿no? Nada más llegar conocemos a los Munchkins, pero luego llegan los Quadlings, los Winkies... Los ladrillos dorados (en el libro no se habla de baldosas amarillas, así que yo tampoco) conducen hacia la Ciudad de las Esmeraldas, pero no siempre es posible seguirlos y hay que desviarse del camino. Los peligros acechan por doquier y eso nos da la oportunidad de comprobar si realmente el León carece de valentía, el Espantapájaros de un cerebro y el Leñador de Hojalata de un corazón. Y sí, se llega a la ciudad verde, y conocen al Maravilloso Mago de Oz, pero ese tampoco es el final del camino... porque en realidad el personaje del Mago de Oz es, como diría aquel, un mero MacGuffin, y simplemente actúa como la excusa o el señuelo que el autor utiliza para contar lo que quiere contar.
¿Y qué es lo que nos quiere contar? Pues los valores generales son fácilmente identificables: que la amistad es un tesoro que hay que cuidar y mimar, que debemos confiar en nosotros mismos y perseverar a pesar de los obstáculos de la vida, que muchas veces buscamos fuera lo que ya tenemos dentro, que tenemos que aprender a hacer uso de las cualidades que nos permiten valernos por nosotros mismos, que a lo largo del camino nos enfrentamos a la bondad y la maldad y en nuestra mano está bascular hacia un lado o hacia el otro, que hay que tener cuidado con lo que se desea, que la madurez se alcanza enfrentándose a los miedos... Supongo que también se podría decir que hace una defensa del hogar y la familia, pues aunque al principio se nos describe la vida de Dorothy como gris (su casa, sus tíos... todo es gris y mustio, no hay alegría, no hay risas), desde el momento en que pisa Oz, su único deseo, el pensamiento que impulsa toda su aventura, es volver a casa. Todos los colores y expectativas de un mundo maravilloso por descubrir no son capaces de arrinconar a sus tíos y a su hogar en Kansas, por muy anodinos que sean. Tal y como os comento, yo creo que en la historia hay valores o enseñanzas muy evidentes que todo el mundo vemos, pero luego cada cual sacará sus propias conclusiones personales.
Os comento una cosa que me ha llamado la atención. Mi edición (íntegra, no sé si esto aparecerá en todas las ediciones... y preciosa, unas ilustraciones fantásticas) contiene la introducción que el autor incluyó en la primera edición de 1900. En ese prólogo explicaba que la formación moral ya formaba parte de la educación de la época y que, por tanto, el tono espeluznante de los cuentos de los Grimm había pasado a mejor vida porque los niños solo buscaban entretenimiento sin que en las historias ocurriese nada desagradable ni moralizante. Por eso, su intención a la hora de escribir El maravilloso Mago de Oz era la de complacer a los niños de la época: su novela aspiraba a ser un cuento de hadas modernizado en el que se mantenían la alegría y la fantasía y se suprimían las penas y pesadillas. ¿Por qué os cuento esto? Porque en esta historia, creada según su autor para rebajar el tono cruel de los cuentos populares del siglo XIX, aparte de muertes evidentes se retuercen pescuezos a mansalva y se decapitan cabezas de animales a tutiplén. Y no una sola vez, sino unas cuantas veces en varios pasajes diferentes. Así que la historia está modernizada, sí. Es alegre, fantasiosa, colorista, llena de buenas intenciones y lecciones, sí. Pero persisten en ella rasgos algo cruentos de literatura para niños de épocas pasadas que hoy en día serían impensables para un autor de literatura infantil (no le dejarían publicarlo, vamos). Conclusión: no solo los Grimm han sido endulzados por el cine. La Metro Goldwyn Mayer también rebajó mucho el tono un poquito sangriento de Baum en su adaptación cinematográfica.
La prosa de Baum es muy cuidada pero sencilla y asequible, y sin duda se luce en las descripciones de la tierra de Oz. He intentado leer el libro dejando a un lado la película, caminar por Oz con los ojos del autor, no con las imágenes que forman parte del imaginario colectivo, y he disfrutado mucho de la aventura. Quizás en cierto momento peca de repetitiva en la estructura de los capítulos en los que Dorothy va conociendo a sus amigos (repite el esquema con los tres casi punto por punto), pero es la única pega que quiero y puedo ponerle. Es una pena que el musical de 1939 haya ensombrecido tantísimo a la obra original de Baum, que haya devorado la historia hasta tal punto que muy pocos lectores sientan la tentación de acercarse a ella. ¿Para qué, si ya han visto la archifamosa película? Pues no, hay que leer El maravilloso Mago de Oz aunque sea una sola vez en la vida. Ya, ya sé que eso se podría decir (se dice y se dirá) de muchos libros, pero cada cual barre para su casa, y mi casa son los clásicos. ¡Qué le voy a hacer!
Mi intención inicial, aquella que yo tenía cuando sentarme delante del ordenador no me suponía un mundo y no estaba tan off para esto de las reseñas, era hablaros del libro y de la adaptación de 1939, que me gusta muchísimo y de la que tengo, a falta de una, dos ediciones chuli-pirulis en dvd... vamos, hacer el trabajo completo como está mandado y traeros una combo comparando novela y adaptación, porque la verdad es que hay diferencias... pero os vais a tener que conformar con la opinión del libro nada más (¡y nada menos, que es fantástico!). La sinopsis propia que os suelo poner creo que sobra un poco porque la historia es archimegaconocida (aunque más por la película que por el libro, las cosas como son), pero por si acaso, ahí va.
Dorothy, una niña huérfana, vive con su tío Henry, su tía Em y su perro Toto en las praderas de Kansas. Un día se desata un ciclón y a Dorothy no le da tiempo a resguardarse en el sótano; la casa empieza elevarse y a dar vueltas en el aire con ella y Toto en su interior y, cuando finalmente vuelve a tomar tierra, lo hace sobre la Malvada Bruja del Este (a la que obviamente mata), en la tierra de Oz. Dorothy quiere volver a casa, y la Bruja del Norte, aparte de darle las gracias por tan involuntario asesinato, le dice que solo el Gran Mago de Oz, que vive en la Ciudad de las Esmeraldas, puede ayudarle; para llegar allí tiene que seguir el camino de ladrillos de color dorado. Y así, pertrechada solo con un beso en la frente de la Bruja del Norte a modo de protección y los zapatos puntiagudos de plata de la bruja muerta (cuyo uso y poder nadie le explica.. ¡y sí, de plata!), Dorothy emprende un camino que en ocasiones será agradable, en otros peligroso, a lo largo del cual conocerá a los peculiares habitantes de todas las tierras de Oz y, sobre todo, se cruzará con los que serán sus compañeros de aventuras en busca de la magia de Oz: el Espantapájaros (que quiere un cerebro), el León Cobarde (que quiere valentía) y el Leñador de Hojalata (que quiere un corazón).
Ya sabéis lo que viene a continuación, ¿no? Nada más llegar conocemos a los Munchkins, pero luego llegan los Quadlings, los Winkies... Los ladrillos dorados (en el libro no se habla de baldosas amarillas, así que yo tampoco) conducen hacia la Ciudad de las Esmeraldas, pero no siempre es posible seguirlos y hay que desviarse del camino. Los peligros acechan por doquier y eso nos da la oportunidad de comprobar si realmente el León carece de valentía, el Espantapájaros de un cerebro y el Leñador de Hojalata de un corazón. Y sí, se llega a la ciudad verde, y conocen al Maravilloso Mago de Oz, pero ese tampoco es el final del camino... porque en realidad el personaje del Mago de Oz es, como diría aquel, un mero MacGuffin, y simplemente actúa como la excusa o el señuelo que el autor utiliza para contar lo que quiere contar.
¿Y qué es lo que nos quiere contar? Pues los valores generales son fácilmente identificables: que la amistad es un tesoro que hay que cuidar y mimar, que debemos confiar en nosotros mismos y perseverar a pesar de los obstáculos de la vida, que muchas veces buscamos fuera lo que ya tenemos dentro, que tenemos que aprender a hacer uso de las cualidades que nos permiten valernos por nosotros mismos, que a lo largo del camino nos enfrentamos a la bondad y la maldad y en nuestra mano está bascular hacia un lado o hacia el otro, que hay que tener cuidado con lo que se desea, que la madurez se alcanza enfrentándose a los miedos... Supongo que también se podría decir que hace una defensa del hogar y la familia, pues aunque al principio se nos describe la vida de Dorothy como gris (su casa, sus tíos... todo es gris y mustio, no hay alegría, no hay risas), desde el momento en que pisa Oz, su único deseo, el pensamiento que impulsa toda su aventura, es volver a casa. Todos los colores y expectativas de un mundo maravilloso por descubrir no son capaces de arrinconar a sus tíos y a su hogar en Kansas, por muy anodinos que sean. Tal y como os comento, yo creo que en la historia hay valores o enseñanzas muy evidentes que todo el mundo vemos, pero luego cada cual sacará sus propias conclusiones personales.
Os comento una cosa que me ha llamado la atención. Mi edición (íntegra, no sé si esto aparecerá en todas las ediciones... y preciosa, unas ilustraciones fantásticas) contiene la introducción que el autor incluyó en la primera edición de 1900. En ese prólogo explicaba que la formación moral ya formaba parte de la educación de la época y que, por tanto, el tono espeluznante de los cuentos de los Grimm había pasado a mejor vida porque los niños solo buscaban entretenimiento sin que en las historias ocurriese nada desagradable ni moralizante. Por eso, su intención a la hora de escribir El maravilloso Mago de Oz era la de complacer a los niños de la época: su novela aspiraba a ser un cuento de hadas modernizado en el que se mantenían la alegría y la fantasía y se suprimían las penas y pesadillas. ¿Por qué os cuento esto? Porque en esta historia, creada según su autor para rebajar el tono cruel de los cuentos populares del siglo XIX, aparte de muertes evidentes se retuercen pescuezos a mansalva y se decapitan cabezas de animales a tutiplén. Y no una sola vez, sino unas cuantas veces en varios pasajes diferentes. Así que la historia está modernizada, sí. Es alegre, fantasiosa, colorista, llena de buenas intenciones y lecciones, sí. Pero persisten en ella rasgos algo cruentos de literatura para niños de épocas pasadas que hoy en día serían impensables para un autor de literatura infantil (no le dejarían publicarlo, vamos). Conclusión: no solo los Grimm han sido endulzados por el cine. La Metro Goldwyn Mayer también rebajó mucho el tono un poquito sangriento de Baum en su adaptación cinematográfica.
La prosa de Baum es muy cuidada pero sencilla y asequible, y sin duda se luce en las descripciones de la tierra de Oz. He intentado leer el libro dejando a un lado la película, caminar por Oz con los ojos del autor, no con las imágenes que forman parte del imaginario colectivo, y he disfrutado mucho de la aventura. Quizás en cierto momento peca de repetitiva en la estructura de los capítulos en los que Dorothy va conociendo a sus amigos (repite el esquema con los tres casi punto por punto), pero es la única pega que quiero y puedo ponerle. Es una pena que el musical de 1939 haya ensombrecido tantísimo a la obra original de Baum, que haya devorado la historia hasta tal punto que muy pocos lectores sientan la tentación de acercarse a ella. ¿Para qué, si ya han visto la archifamosa película? Pues no, hay que leer El maravilloso Mago de Oz aunque sea una sola vez en la vida. Ya, ya sé que eso se podría decir (se dice y se dirá) de muchos libros, pero cada cual barre para su casa, y mi casa son los clásicos. ¡Qué le voy a hacer!
Lyman Frank Baum (1856-1919) es uno de los grandes autores
clásicos de literatura infantil, admirado tanto por escritores como por
lectores. Ejerció las más diversas actividades antes de dedicarse a la
literatura por completo: periodista, empresario teatral, actor,
comerciante o secretario de la Asociación Nacional de Decoradores de
Escaparates fueron algunos de los oficios que desempeñó antes del debut
del mundo de Oz. Tras varias obras infantiles que no despertaron
demasiado interés, en 1900 salió a la venta El Mago de Oz, que se
convirtió rápidamente en la obra predilecta en millones de hogares.
Reconocido como autor de éxito, Baum se mudó a California, donde
escribió secuelas ambientadas en ese mundo hasta su muerte.
¡Qué chulada de edición! Yo todavía no lo he leído porque nunca me ha llamado especialmente la atención pero me compré una edición ilustrada en el Círculo hace unos años.
ResponderEliminarCruzo los dedos para que sea una edición íntegra.
Besos.
Lo terminé hace unos días y me ha gustado mucho. En mi caso, no tenía tantos recuerdos de la película porque la vi cuando era pequeña (y ha pasado mucho tiempo ya, jeje). Yo también me quedo con los valores que enseña el libro. Me ha sorprendido mucho esta lectura y la recomendaré siempre que pueda. :)
ResponderEliminar¡Besos!
Hola guapísima, has coincidido con Susurros en el libro pero no en la premisa, jeje... Y esta me la apunto, que me cuesta mucho descubrir libros prohibidos :). Pues como le comentaba a Susurros yo leí esta novela cuando tenía trece años porque la compramos para regalársela a mi primo... Y a mí que me llamaba mucho la atención y no pude resistir la cogí, con mucho cuidado y sin abrirla mucho, y la leí en una tarde antes de envolverlo para regalo. Evidentemente no sé si era una edición íntegra o una más reducida porque no recuerdo nada de la lectura. Me sé la historia, cómo no, pero no la recuerdo. Cuando mi hijo era más pequeño me pidió el cuento del mago de Oz, pero claro tenía como unos tres años y le compré una edición de unas 20 p. así que imagínate lo que pude leer, jeje... Asi que como te decía me la apunto por si acaso para el reto del año que viene.
ResponderEliminarUn besazo
Nunca me ha llamado la atención este clásico... ni la película tampoco. De momento voy a seguir sin leerlo.
ResponderEliminarUn beso!
Hola, la he leído y reseñado también para el reto pero en otra premisa. La verdad es que no la había leído porque había visto varias veces la película, pero este año me decidí a leerla y me alegro de haberlo hecho porque la disfrute un montón aunque mi edición no es tan chulas como la tuya. Besinos.
ResponderEliminarHola!! Me gustó mucho la lectura de este libro, es un género que me encanta. ¡Fantástica reseña y gracias por tu recomendación! Besos!!
ResponderEliminarHola. La película está en la categoría de Mary Poppins y Alicia en..., es decir, que empezaron a gustarme de mayor. De pequeña me aburrían.
ResponderEliminarNunca me había dado por leer la novela pero hace un tiempo, alguien me regaló la edición maravillosa que hizo Lacombe. Y me gustó tanto que me planteaba conseguir una edición completa ya que la de Lacombe es una versión, bastante fiel, hay que decirlo pero claro, no es completa.
Me encanta esta edición. Es verdad que hay momentos crueles y violentos y también bastante tristes, sobre todo con el espantapájaros.
Besos
¡Qué interesante es ver cómo la moral va cambiando según el momento! Jamás habría pensado que "El mago de Oz" pudiera haber estado prohibida en algun momento, pero veo que no una sino al menos dos veces.
ResponderEliminarHoy mismo, en esto de la moral, pasamos la aspiradora hacia adelante y hacia atrás con frecuencia llegamos incluso a cargarnos a descubridores porque hoy se considera que lo que se pensaba en su época estaba mal y pasamos por alto el hecho por el que se le homenajea quedándonos sólo con las consecuencias posteriores. A esto se le llama aggiornamento moral.
La verdad es que no conocía el libro, sí la peli, claro. Muchas gracias por esta muy buena reseña sobre la novela que has leído en su edición íntegra con prólogo del autor incluido.
Besos
Bueno... Venga... La leeré... Sí que es verdad que la película es maravillosa, la he visto no sé cuantas veces y nunca me canso...
ResponderEliminarPero oye, si como dices tiene escenas cruentas y se aleja de la adaptacion cinematográfica, pues mejor todavía... Otro que se incorpora a mí colección de cuentos oscuros.... :)
Súper interesante tu comienzo explicando las múltiples ocasiones y motivos por los que ha sido prohibido (o se ha intentado)
Jooo qué edición más chuli... Precisamente, estos días pensaba ver la peli porque no la he visto. El libro no sé si lo leeré, aunque si me cae en mis manos esta bonita edición, creo que no me resistiré. Besos
ResponderEliminar¡Hola! Es una película que he visto mil veces pero la verdad es que nunca me he sentido atraída por la novela, así que por el momento no creo que me anime.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Tengo el secreto convencimiento de que los niños y los adolescentes son bastante morbosillos (los adolescentes, en especial, padecen de goticismo) y que les encantan las decapitaciones y las escenas terroríficas a la más pura tradición de los hermanos Grimm, jijijiji. Y comentarios que no aportan nada aparte, confieso que nunca he leído la edición íntegra de "El mago de Oz" y no sé por qué. Ah, y tampoco sabía que había estado prohibido por "valores negativos para los niños", antes hubiese apostado su prohibición por brujería, mira lo que te digo. Besotes!!
ResponderEliminarP.D.: Magnífica reseña!!
Es la segunda reseña del libro que leo hoy. No lo leí, pero es de mis pelis fetiches de la infancia, hasta el punto de hacerle un guiño en mi primer libro. Es fantástica, entrañable, maravillosa. Te recomiendo "Wicked. Memorias de una bruja mala", otra visión del mundo de Oz (digamos más adulta, aunque sin perder ese punto de fantasía), esta vez desde el punto de vista de la famosa bruja del oeste, que desde luego te hará replantearte la historia. Yo lo disfruté mucho en su día.
ResponderEliminarUn beso ;)
Me encanta este libro!!
ResponderEliminarRecuerdo que la primera vez que lo leí ya pasaba los veinte y me lo pasé como una enana igual...
Besotes
No sé, no sé, qué quieres que te diga, esta vez no me has convencida. La historia nunca me ha llamado demasiado y ahora tampoco. Qué lástima que no nos traigas la review de las pelis, con ellas quizás sí me hubiera animado.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.