Título original: Ethan Frome
Autora: Edith Wharton
Editorial: Alba
Traducción: Ángela Pérez
Páginas: 165
Fecha de publicación original: 1911
Fecha esta edición (2ª): diciembre 2014
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 euros Ilustración de cubierta: Detalle de Granja de Nueva Inglaterra en un camino invernal (1854, George Henry Durrie)
Un joven ingeniero retenido por su trabajo en una pequeña localidad
de Massachussets observa a un hombre lisiado y envejecido que recoge en
la oficina de correos una revista y un sobre con medicamentos. Es
invierno y el ambiente del pueblo es claustrofóbico. El aspecto educado
del hombre, la edad que no corresponde a su físico, los misteriosos
silencios y prevenciones que despierta su presencia en los demás, su
vida casi aislada en una destartalada granja con dos mujeres, llevan a
preguntarse al ingeniero por qué sigue viviendo en un sitio de donde,
como dicen los lugareños, «casi todos los listos se marchan». Pero el
hombre tiene un motivo para no haberse marchado, o para haberlo
intentado y nunca conseguido: una historia en la que se mezclan la
fatalidad del destino y todas las sutilezas del amor prohibido.
Ethan Frome (1911) es una nouvelle cuyo escenario −los pueblos y bosques de Nueva Inglaterra− es toda una tradición de la más distinguida literatura norteamericana (de Hawthorne a Lovecraft) pero una excepción en una novelista esencialmente moderna y urbana como Edith Wharton. Sin embargo, desde su publicación, no dejaría de ser una de sus obras más características, uno de los ejemplos más celebrados de su sensibilidad y de su estilo. Un auténtico clásico norteamericano y una auténtica lección de arte narrativo.
Ethan Frome (1911) es una nouvelle cuyo escenario −los pueblos y bosques de Nueva Inglaterra− es toda una tradición de la más distinguida literatura norteamericana (de Hawthorne a Lovecraft) pero una excepción en una novelista esencialmente moderna y urbana como Edith Wharton. Sin embargo, desde su publicación, no dejaría de ser una de sus obras más características, uno de los ejemplos más celebrados de su sensibilidad y de su estilo. Un auténtico clásico norteamericano y una auténtica lección de arte narrativo.
Hoy vengo con otra relectura, que este año me ha dado por ahí... pero es que desde finales del año pasado os he ido leyendo varias reseñas del libro, y se os ha notado tanto lo mucho que lo habéis disfrutado que me ha dado morriña de lo que yo sentí la primera vez que lo tuve entre mis manos, así que he vuelto a sacarlo de la estantería y me he acomodado en un sillón dispuestísima a volver a maravillarme con él... y es que esta historia, creedme, es una auténtica gozada, y creo que con cada relectura la trama se engrandece a ojos del lector.
Le echamos el primer vistazo a Ethan Frome a través de los ojos del narrador, un joven ingeniero de paso en la ciudad de Starkfield (Massachusetts) que, por circunstancias laborales, se ve obligado a pasar todo el invierno en la ciudad. Nuestro narrador observa cómo Ethan se acerca en su calesa a la oficina de Correos cada día, recoge lo que haya, si lo hay, y, sin apenas cruzar palabra con nadie, se sube nuevamente a su calesa y se marcha a casa. Cicatriz roja en la frente, rostro lúgubre, lado derecho del cuerpo contraído y una persistente cojera. Este ingeniero va enterándose de algunos detalles sobre Ethan Frome por lo que le van contando aquí y allá pero, cuando por ciertas circunstancias Frome se convierte en su medio de transporte diario, será cuando comience a dibujarse ante él quién es realmente este hombre... y el día en que una intensa nevada les obliga a hacer parada en la granja de Frome, granja donde apenas pone nadie un pie desde hace más de veinte años, será el día en que comience a entender la verdadera historia de este hombre agreste como la tierra que lo vio nacer.
Aquí termina la voz del narrador en primera persona, y retrocedemos 24 años en el tiempo para ser testigos de lo que ocurrió, aunque esta vez la narración es en tercera. Y sobre todo y ante todo, regresamos para conocer quién era en realidad Ethan Frome. Pero antes quiero hablaros brevemente de la ambientación, porque el personaje que da nombre a esta novela está forjado desde las mismas entrañas que conforman la gelidez, dureza y severidad del entorno que le rodea.
Starkfield es el nombre ficticio que la autora adoptó para este pueblo agreste de Nueva Inglaterra. Ya el nombre es toda una declaración de intenciones (hace referencia a la crueldad o inhóspito de aquella región), y la intención de Wharton era plasmar la realidad abrupta de aquellas tierras, que hasta el momento de la publicación de Ethan Frome, aparecían en la literatura de una manera bastante más acogedora y muy alejada de la realidad. Starkfield es una tierra de largos inviernos sepultados bajo la nieve donde el sol se oculta durante meses y el aislamiento empuja a sus gentes hacia lo más recóndito de sus hogares y sus almas, confiriéndoles una adustez perpetua y resistente.
Cuando llevaba allí un poco más, y había visto que seguían a esta fase de claridad cristalina largos períodos de frío sin sol, cuando las tormentas de febrero habían plantado sus tiendas blancas en la abnegada aldea, y la impetuosa caballería de los vientos de marzo había acudido en su apoyo, empecé a comprender por qué Starkfield salía del asedio de seis meses como una guarnición rendida por el hambre que capitula sin condiciones [...] considerando todo esto, comprendí la siniestra fuerza de la frase de Harmon: "Casi todos los listos se marchan".¿Por qué no se marchó entonces Ethan Frome? ¿Qué le ataba a Starkfield? Porque Ethan Frome es, ante todo, muy inteligente. Lo es, pero no fue uno de esos listos que abandonó Starkfield. La respuesta a estas preguntas son el principio y el fin del personaje. Su pesada condena, esa piedra atada al tobillo que le arrastra a las profundidades de la nada infinita... su destino. Porque a Ethan Frome le toca siempre el palillo más corto y la mala combinación de cartas. Su destino siempre ha estado escrito en letras esquivas y malencaradas, su estrella siempre ha estado apagada y su suerte siempre ha estado vestida de desgracia. Ethan Frome nació para no ver cumplidos ninguno de sus sueños. Ninguno en absoluto. Solo en una ocasión rozó con las manos algo parecido a la ilusión, a la felicidad, a la dicha, y esa es la historia que se nos narra en estas páginas... la cruel historia que se nos narra en estas páginas.
Ethan Frome es un hombre parco en palabras pero de una sensibilidad e inteligencia acusadas y desaprovechadas en una granja en la que trabaja de sol a sol sin apenas obtener rendimiento. Iba para ingeniero, llegó a marcharse de Starkfield para estudiar y a punto estuvo de ser libre y de romper sus lazos con aquella tierra, pero la muerte de su padre lo trastocó todo. Ahora está casado con Zeena, una mujer mayor que él que vive presa de dolores imaginarios y aferrada a lazos que tiende alrededor del cuello de su marido y que maneja con destreza y malicia. Desde hace un año vive con ellos la joven Mattie, prima de Zeena, no muy apta para las labores del hogar, pero capaz de asombrarse con esos conocimientos tan inusuales para un granjero y de pintar con palabras lo que Ethan oculta en su alma.
Este es el triángulo alrededor del que Edith Wharton urde la trama, y los tres están retratados de un modo extraordinario a base de pinceladas, de gestos que les delatan, de miradas que entre ellos pasan de largo y que solo el lector puede atisbar, de palabras que no se dicen pero sobrevuelan estancias... Los buenos escritores no necesitan describir con meticulosidad cómo son sus personajes: simplemente les dan vida y los dimensionan sobre las páginas, y Wharton no era una buena escritora sin más: era muy (muy) buena, y la construcción de personajes era sin duda una de sus señas de identidad, una de las cosas que hacen grande su obra (creo que os digo lo mismo cada vez que reseño una novela suya, pero es que es totalmente cierto y no hacer hincapié en ello sería negligencia pura y dura).
A todo esto se suma la excelente narración, imbuida de una premonición fatal que acompaña toda la lectura; sabes que algo va a ocurrir, algo muy malo, porque sabes que el destino de Ethan Frome es negro como el tizón por muchos rayos de sol que él intente atrapar entre las nubes. Desde el inicio del libro lo esperas, lo anticipas, no os estoy desvelando nada que no sepáis desde la segunda página, pero no eres capaz de adivinar por dónde va a llegar, qué va a pasar, qué lo va a provocar... hasta que lo tienes encima y te deja sin aliento.
Y es que ese final es de los que nunca se olvidan, de los que te hacen pensar "Wharton, ¿de verdad vas a hacer lo que yo creo que vas a hacer?". Y lo hace, vaya si lo hace. Y le da al libro un broche majestuoso... sí, majestuoso. Con todas las letras. Qué pena no poder explicaros todo lo que encierra ese final, lo que significa en la historia, cómo la redondea, sin contaros cosas que serían imperdonables y que no puedo ni esbozar. Tendré que conformarme con la esperanza de que lo leáis y lo comprobéis por vosotros mismos. Y todo esto os lo digo sabiendo como sabía lo que iba a pasar. Imaginad la primera vez que lo leí.
La edición incluye un prólogo de la propia Edith Wharton a la edición de 1922, y me ha resultado muy curiosa porque muchas veces leemos un libro y no somos plenamente conscientes del proceso que hay detrás, del porqué un autor escoge una forma de narrar y no otra, una forma de darnos a conocer detalles y no otra, del grado de complejidad o superficiliadad conscientes que otorga a la narración y a los personajes... Wharton confiesa en este prólogo que su forma de abordar esta historia recibió el rechazo unánime de los pocos amigos a los que se lo esbozó, pero que ella, por primera vez, tenía la confianza suficiente en sí misma como para saber que hacía lo correcto y que debía seguir su instinto, haciendo caso omiso de esas opiniones disuasorias.
El resultado de esa persistencia, de esa terquedad, fue esta obra maestra, esta pulida joya escasa en longitud pero enorme en su genio narrativo, que creo que todo lector debería leer al menos una vez en la vida. Os aseguro que merece mucho la pena, y que probablemente no olvidéis nunca lo que encontréis en sus páginas.
Edith
Wharton nació en Nueva York en 1862. Su nombre de soltera era Edith
Newbold Jones. Su familia era de clase alta, comparable a la
aristocracia europea, y consecuentemente recibió una esmerada educación
privada.
Antes de cumplir los cinco años viajó por primera vez con sus padres a Europa. En 1885, cuando tenía veintitrés años, Edith se casó con Edgard (Teddy) Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Se divorciaron en 1913 a causa de las repetidas y públicas infidelidades de su marido, que afectaron mental y físicamente a la escritora y que motivaron que tuviera que ser ingresada en una casa de reposo.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902: un romance histórico que transcurre en la Italia del siglo XVIII. El año siguiente publicaría Santuario, y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, una trágica historia de amor entre personas corrientes ambientada en Nueva Inglaterra, que se publicó en 1911. Su obra más conocida es La edad de la inocencia, publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921.
Antes de cumplir los cinco años viajó por primera vez con sus padres a Europa. En 1885, cuando tenía veintitrés años, Edith se casó con Edgard (Teddy) Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Se divorciaron en 1913 a causa de las repetidas y públicas infidelidades de su marido, que afectaron mental y físicamente a la escritora y que motivaron que tuviera que ser ingresada en una casa de reposo.
Su primera novela, El valle de la decisión, se publicó en 1902: un romance histórico que transcurre en la Italia del siglo XVIII. El año siguiente publicaría Santuario, y en 1905 vería la luz su primera gran novela, La casa de la alegría. En 1907 se estableció definitivamente en Francia, donde se convirtió en discípula y amiga de Henry James. De esta época destaca su novela corta Ethan Frome, una trágica historia de amor entre personas corrientes ambientada en Nueva Inglaterra, que se publicó en 1911. Su obra más conocida es La edad de la inocencia, publicada en 1920 y ganadora del premio Pulitzer en 1921.
Edith Wharton está considerada la más genial novelista americana de su generación, admirada por intelectuales de la talla de Henry James, Francis Scott Fitzgerald, Jean Cocteau y Ernest Hemingway. Falleció el 11 de agosto de 1937 en la localidad de Sain-Brice-sous-Forêt, cerca de París. Está enterrada en el Cementerio de Gonards en Versalles.
Me has convencido totalmente. Me la llevo. Un beso.
ResponderEliminarMe has dejado con ganas de saber por qué no se marchó Ethan Frome, tendré que leerlo...
ResponderEliminarBesos
Ay madre, mira que a mi no me tira mucho la literatura americana, pero con tus magníficas reseñas hace que todo parezca maravilloso. Me picas y me picas... la tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn besazo
Me encanta descubrir nuevos clásicos, me parecen joyas tal como comentas y este no lo conocía así que me lo anoto por todo lo que dices.
ResponderEliminarBesos =)
Cuxilindrinas ¿Qué he hecho yo para merecer vuestro odio hacia mi humilde perdona? Y digo humilde ¡Porque me vais a arruinar! Acabaré tan por debajo del umbral de la pobreza que viviré en las alcantarillas 💸💸💸💸💸💸💸
ResponderEliminarEres mala Miss Hurst 😈
Besitos 💋💋💋
Wow, pues no lo conocíamos de nada pero nos ha llamado mucho la atención. Cuando ya es una relectura nos convence del todo y viendo el entusiasmo con el que hablas de él... Lo tendremos en cuenta.
ResponderEliminarUn beso
Me encanta este libro. Es que es impactante, sobrecogedor y los personajes increíbles. Es de los que provoca sensaciones muy auténticas y que seguirías leyendo si tuviera quinientas páginas más. Con esta autora me pasa que en largo me aburre pero en corto me fascina. No puedo con sus novelas pero sus relatos como este y alguno más que he leído son una maravilla.
ResponderEliminarMe ha encantado la frase de "siempre le toca el palillo más corto", me la llevo.
Besos
hola! sera un placer viajar a ese pueblo de nueva inglaterra, nos encanta este tipo de lecturas, son nustras favoritas, con el destino, la fatalidad y amores y desamores! gracias y saludosbuhos
ResponderEliminarLa lei hace años ya me encanto. Besinos
ResponderEliminarLa leí hace un par de años y me encantó. Una joyita, que tampoco me importaría releer.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me apetece mucho leer esta historia de la autora, pero no sé si es la portada o que en invierno me apetecen más los clásicos, la veo perfecta para dentro de unos meses ;)
ResponderEliminarBesitos
Ay, madre, que nunca me había fijado en la sinopsis de este libro y leyendo tu reseña creo que tengo que salir a por él ya. Por lo que cuentas creo que me va a encantar sin duda, así que apuntado queda y muy alto en mi lista.
ResponderEliminar¡Besos!
Mira, este sí que sí. Es más, me atrevería a recomendarlo como un ejemplo de los temas recurrentes de la señora Wharton (ese estudio de una sociedad mínima, cerrada, claustrofóbica, personajes atrapados....). Es que te confieso que no siempre me convencen las novelas de Edith Wharton y la prefiero muchísimo más en las distancias cortas, como en sus relatos, en "La hermanas Bunner" o en "Ethan Frome", es decir, en pocas páginas. Seguro que voy a decir una barbaridad y me va a caer un rayo por blasfema, pero es que sus novelas tocho, tipo "La edad de la inocencia", me recuerda tanto al Henry James más pesado... Lo sé, lo sé, vas a dejar de hablarme :-(((
ResponderEliminarDe Edith Wharton me gustó La solterona y, por lo que comentas en tu reseña sobre Ethan Frome, estoy seguro que disfrutaré con su lectura. Besos.
ResponderEliminarSí, sí, sí... A este le digo sí totalmente!!! Me encanta. Besos
ResponderEliminarTiene muy buena pinta, la verdad. ESte también me lo apunto.
ResponderEliminarBesos.
Bueno, esta joyita se merecía su propia reseña en este vuestro rincón. Un relato donde los silencios están cargados de emociones y sentimientos reprimidos. Para mí fue todo un descubrimiento. Tanto es así que tiempo después volví a hacerme con otro libro de la autora. Y ese final... Madre mía, qué final!!
ResponderEliminarUn beso ;)
A mí me encantó... Recuerdo que me lo leí en un día prácticamente porque no podía dejar de pensar... ¿qué pasará, qué pasará? Y el final, es... sin palabras... Si no recuerdo mal, leí que la autora se basó en Cumbres borrascosas para elaborar la ambientación y creo que lo consigue a la perfección... Una lectura muy recomendable... ;)
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