Título original: The Good People
Autora: Hannah Kent
Editorial: Alba
Traducción: Laura Vidal
Páginas: 432
Fecha de publicación: noviembre 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 19,90 euros Encuadernación: rústica con solapas
Ilustración de cubierta: Detalle de Donegal, Irlanda (Rockwell Kent, 1882-1971)
Inspirada en un caso real de infanticidio, Los Buenos se sitúa
en el año 1825 en un remoto valle de Irlanda. Allí viven tres mujeres a
las que unirán una serie de acontecimientos extraños y trágicos. Nóra
Leahy ha perdido a su hija y a su marido el mismo año: solo le queda su
pequeño nieto Michael, que no sabe andar ni hablar, y al que tiene
oculto para que los vecinos no crean que ha sido víctima de una
maldición sobrenatural. Mary Clifford es la joven contratada para
cuidarlo y Nance Roche es la vieja curandera que alivia con hierbas y
consejos los males inexplicables. La vida de estas tres mujeres se
complicará con la llegada al pueblo de un nuevo sacerdote empeñado en
limpiar el valle de supersticiones.
En un marco completamente distinto al de Ritos funerarios, la nueva novela de Hannah Kent ya se considera otro gran éxito internacional. Con Los Buenos nos ofrece de nuevo una novela histórica con una trama misteriosa y emocionante.
En un marco completamente distinto al de Ritos funerarios, la nueva novela de Hannah Kent ya se considera otro gran éxito internacional. Con Los Buenos nos ofrece de nuevo una novela histórica con una trama misteriosa y emocionante.
Condado de Kerry, Irlanda, 1825. Martin ha caído fulminado en la encrucijada de los suicidas sin razón aparente. Estaba bien, una mano al pecho, muerto. Su mujer, Nóra, no es capaz de hacerse a la idea. Pocos meses antes también perdió a su hija, Johanna, por culpa de una extraña enfermedad. Su nieto de cuatro años ha vivido desde entonces con ellos y ahora le toca hacerse cargo a solas de él. Y para Nóra no es plato de gusto. Micheál no es un niño normal... lo fue durante sus primeros dos años de vida, nació como un niño sano sin problemas, pero empezó a cambiar al mismo tiempo que su madre empezó a enfermar: dejó de hablar, dejó de comunicarse, dejó de andar... y se ha convertido en un tullido. Un médico le ha diagnosticado cretinismo, pero el cretinismo es congénito, y Micheál nació bien. A Nóra no le cuadran las cosas, a sus vecinos tampoco, y de una manera o de otra se lo hacen notar. Demasiadas desgracias desde que llegó el niño a la aldea, y las que quedan por venir. El cura que visita el valle se niega a ayudarla, da al niño por perdido sin remedio, así que Nóra tiene que mirar hacia otro lado, el lado de los espíritus, aquel que comienza allá por el espino blanco que marca la frontera con la tierra de las hadas. ¿Y si Micheál fuese un niño postizo... un niño cambiado? ¿Y si al niño original se lo hubiesen llevado los Buenos dejando a un duende en su lugar? Todos lo creen y llega un punto que Nóra también empieza a creerlo. Se convence de ello. Y Nóra quiere a su nieto de vuelta cueste lo que cueste, porque esa cosa que llora, grita, no crece y tiene piernas inútiles no es su nieto. Los Buenos tienen que llevarse lo que es suyo y devolverle al verdadero Micheál. Y ese es el comienzo del fin para el niño.
La primera frase de la sinopsis lo dice todo, la novela cuenta un caso real de infanticidio, así que en Los Buenos no hay cabida para sorpresas ni giros de trama. Por mucho que tarde en llegar el momento (y Hannah Kent se toma su tiempo), esa muerte llega: ese niño muere. Y lo que hace la autora es lo mismo que hizo en Ritos funerarios, prepararnos para ese momento sin prisa pero sin pausa poniendo sobre la mesa las cartas que tan bien se le da barajar: una ambientación simplemente magnífica y un trabajo profundo y exahustivo con los personajes. Con esos dos elementos, una prosa rica y evocadora, y una historia que ya de por sí es sumamente interesante por las circunstancias que la rodean y la terrible consecuencia que se deriva de ellas, Kent construye una vez más un libro que cuesta soltar, que atrapa al lector y que lo envuelve. Sabe que el lector anticipa y conoce el desenlace del libro y que tiene que ofrecerle algo muy bueno para mantenerle aferrado a las páginas, y lo hace con una soltura y una madurez narrativa sorprendentes.
La aldea donde se ambienta la historia se ubica en un valle aislado y constantemente inmerso en lluvia, frío, barro y niebla, donde sus habitantes viven de poco más que patatas y poitín (bebida destilada altamente alcohólica y típica de Irlanda). Todos se conocen, gran parte de ellos están emparentados de un modo u otro y en un grado u otro, y los secretos no lo son en absoluto y escapan de la contención que suponen las cuatro paredes del hogar. Estas gentes viven sus vidas a medio camino entre la devoción a Dios y las supersticiones, y esa ambigüedad, ese andar por la vida con un pie en el cristianismo y el otro en el paganismo, marca el tempo absoluto de la historia. El padre Healy ha proclamado la guerra a las viejas costumbres ancestrales tan arraigadas en aquellas tierras, quiere eliminar los vestigios de ritos paganos, las tradiciones supersticiosas, pero lucha contra molinos de viento: lo que no hay que hacer en año nuevo, lo que sí hay que hacer los primeros nueve meses del nacimiento de un niño, los ritos cuando muere alguien, quien puede estar presente en un parto o en un velatorio, qué puede provocar mal de ojo, mujeres que se transforman en liebres y le chupan la sangre a las vacas, luces que aparecen donde viven los espíritus, los pelirrojos hijos del diablo...
Los duendes y hadas, esos Buenos del título, viven entre ellos, deciden a quien se llevan o, si no se lo llevan, a quien desgracian o perjudican. Tienen su hogar justo ahí, donde comienza el bosque en la Tumba del Gaitero, y hay que tenerlos contentos si no quieren sufrir su ira. Por eso, por mucho que en misa alaben al Señor y sean fervientes católicos, no pueden dejar de mirar hacia el otro lado, de escupir cuando ven a una pelirroja, de ver señales agoreras, de hablar sobre ellas, de presionar con ellas, de hacer daño con ellas y provocar pensamientos, reacciones y, en último término, consecuencias. La ambientación opresiva, sofocante y malsana es admirable, se mete en los huesos y consigue un aura de misterio y de anticipación sorprendentes para una historia que ya se sabe hacia donde se dirige.
En la sinopsis os he hablado de Nóra, la abuela de Micheál, pero lo cierto es que en esta historia son tres las mujeres sobre las que orbita buena parte de la narración y el otro puntal sobre el que se sostiene además de la ambientación. Nóra Leahy es una mujer que se ha quedado viuda y ha perdido el rumbo, que malvive carcomida por el infortunio y la pena y que permite que, en el inmenso hueco que ha dejado la muerte de su marido, se cuelen las supersticiones que le rodean y el profundo temor que tiene a ese ser que supuestamente es su nieto pero al que no reconoce en absoluto. Mary Clifford es una adolescente de apenas catorce años a la que Nóra contrata para que le ayude con la casa y con su nieto. El rechazo que Mary siente al principio por Micheál se transforma primero en pena y compasión y finalmente en un instinto protector que le hace sufrir y rebelarse contra el desprecio hacia su nieto que va creciendo poco a poco en el corazón de Nóra. Y luego tenemos a Nance Roche, quizás el gran personaje de esta novela, una anciana que llegó veinte años atrás al valle y que vive en una choza justo en la frontera con la tierra de las hadas. Nance es partera y plañidera, su existencia gira entre dar la bienvenida a la vida y llorar la muerte. Tiene el don de curar y el saber concedido por los Buenos, y debe usarlos para sanar a la gente; si no lo hace, los perderá. Es Nance quien le confirma a Nóra que su nieto Micheál es un niño cambiado, postizo, y quien le asegura que puede traer al auténtico de vuelta. El destino de estas tres mujeres estará, a partir de ese momento, indisolublemente entrelazado.
A partir de aquí asistimos a una lucha de poderes entre el folclore ancestral pagano, las supersticiones, la religión, la fe, la ignorancia, la oscuridad y el miedo mientras el destino de un niño de cuatro años ya está decidido. El camino se vuelve tortuoso, claustrofóbico. La aldea bulle, los rumores se arrastran de casa en casa, las acusaciones traspasan los murmullos y se pronuncian en voz alta. Llegamos a conocer bastante bien a muchos personajes, sus motivaciones, sus recelos, sus rencores... algunos hay honestos, que van de frente y contrapesan el oscurantismo imperante, pero son los menos y sus acciones apenas relevantes.
¿Y qué hace Hannah Kent con todo esto? Justamente lo contrario a lo que quizás se podría esperar pero que ya anticipamos quienes hemos leído Ritos funerarios: no juzgar, no intentar influir en el lector, no dar nada por sentado. Da dos pasos atrás y lo narra todo con un tono que puede parecer aséptico pero que en realidad no es más que respeto por la historia real y sus protagonistas. Ni Nóra está loca, ni Nance es una bruja. O sí, quien sabe. O quizás son solo producto de una época, una sociedad y unas circunstancias y no se les puede culpar por ello. Repito, no las juzga, no las demoniza, simplemente las acompaña, y eso hace que el lector atraviese por muchas fases durante la lectura y que, en el caso sobre todo de Nance y Nóra, albergue muy distintas opiniones sobre ellas: tan pronto piensas que solo son personas buenas pero ignorantes y asustadas (muy buena gente en el caso de Nance), como no entiendes qué carajo se les está pasando por la cabeza ni cómo pierden de vista el hecho de que tienen entre manos la vida de un niño.
En definitiva, Hannah Kent vuelve a hacer uso de un hecho real para novelar no solo lo que pudo ocurrir y cómo, sino el porqué, sin entrar en juicios paralelos ni diatribas morales. Se aleja de la Islanda del siglo XIX para adentrarse en la Irlanda del mismo siglo, y su sorprendente talento para ambientar sus historias no se resiente en lo más mínimo. Si a ello se suma que escribe muy, muy bien sin tropezar en el escalón de la prosa excesivamente florida, y que tiene una inteligencia especial para concebir personajes ambiguos sin enjuciarlos ni censurarlos, obtenemos Los Buenos, una novela magnífica.
Hannah Kent nació en Adelaida (Australia) en 1985. Con Kate Morton, es una de las grandes figuras de la literatura australiana actual. Doctorada por la Universidad de Flinders, es cofundadora y subdirectora de la revista literaria Kill Your Darlings. En 2011 ganó con su primera novela, Ritos Funerarios, el Writing Australia Unpublished Manuscript Award y, en 2014, el Premio del Público de los Victorian Premier Awards. Fue traducida a más de veinte idiomas, galardonada con una larga lista de premios y distinciones y publicada en España por Alba (2013) en esta misma colección. Los Buenos es su segunda novela.
Hola, mira que tengo apuntada a esta autora desde hace tiempo y aun no me he puesto con ella. Tiene delito. En fin que me la repuntó. Veremos si este año me animo. Besinos.
ResponderEliminar¡Madre del amor hermoso subida a la ermita verde! Tiene todos los ingredientes y alguno más, necesarios para tenerme enganchada a su lectura.
ResponderEliminarLa cuestión es ¿Porqué no la tengo ya en mi poder? Principalmente porque me he quedado sin cuartos, menudo confinamiento despilfarril he llevado 🤫😂
Pedazo de reseña marimorena.
Besitos 💋💋💋
Con esta gran reseña me entran muchas ganas de leer "Ritos funerarios" que lo tengo en el lector. Y después iré a por este, porque me gustan las historias basadas en hechos reales.
ResponderEliminarBesos
Hola guapa, pues no he leído nada de Hannah Kent y la verdad es que aunque sé que ha tenido muy buenas críticas no me llega a convencer. Me parecen historias tan tristes que no me apetece ponerme con ellas.
ResponderEliminarUn besazo
Ritos funerarios me encantó y este le tengo en mi lista de pendientes, a ver si lo leo.
ResponderEliminarBesos
Pues no he leído aún nada de la autora. Y por lo que cuentas, veo que merece mucho la pena. A ver si me animo.
ResponderEliminarBesotes!!!
A ver quién dice que no con esta pedazo reseña. Me he quedado pegada. Con esta autora tengo cierto recelo porque es dura y su anterior novela lo era. Esta pinta difícil también pero tiene unos elementos irresistibles, supercherías, supersticiones, oscurantismo...todo eso. Solo necesito que tenga un final feliz y lo borda. Cruzo los dedos.
ResponderEliminarBesitos
Y yo sin estrenarme aún con la autora... Creo que de esta ya no pasa.
ResponderEliminarBesos.
¡Hola! Increíble lo que cuentas de este libro, de verás se nota que has disfrutado de esta novela. Tengo a Hannah Kent muy, muy pendiente desde que descubrí Ritos funerarios, así que me voy a tener que llevar este libro también, a ver si me puedo estrenar pronto con su pluma.
ResponderEliminarUn beso, nos quedamos por aquí como nuevas seguidoras.
No me termina de convencer esta novela. En esta ocasión la dejo pasar. Besos.
ResponderEliminarMe gustó muchísimo esta novela. No compré rápidamente Ritos Funerarios porque alguien me comentó que la trama era similar a otra novela que yo tenía ya en casa. Creo que era la de Alias Grace de Margaret Atwood, pero no estoy segura ya que por cierto, aún está por leer.
ResponderEliminarUn beso
La tengo en el punto de mira, y en mi carpeta de unlimited, desde que descubrí Ritos funerarios, una novela increíble contada de una firma increíble. La leeré y la disfrutaré como tú, sin duda.
ResponderEliminarAhora te odio un poco porque ya la has leído 😜
YO aún no he leído nada de la autora pero cada vez me tentáis más. Y ésta puede ser la elegida
ResponderEliminarBesos
Hola.
ResponderEliminarEste libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas no es un genero que suela leer. Gracias por la reseña.
Nos leemos.
Qué ganas de leerlo... Éste y sus Ritos funerarios... Ambos los tengo pendiente desde hace mucho, sobre todo desde que leí las reseñas de Inés.
ResponderEliminarFeliz fin de semana!! :)
La tengo pendiente y con muchas más ganas de leerla tras tu preciosa reseña.
ResponderEliminarBesitos
NO me voy a hacer de rogar. Ha sido leer las primeras líneas de la sinopsis y claudicar. Menudo tema. No conozco a la autora pero este va de cabeza a la lista. BEsotes
ResponderEliminarUn libro que sin duda me interesaría descubrir, con todo lo que nos comentas quedo con ganas =)
ResponderEliminarLas historias basadas en hechos reales me gustan. El infanticidio me echa para atrás, pero aun así, creo que le daría una oportunidad. Un beso.
ResponderEliminarCreo que he leído reseñas de este libro hace tiempo y me gustó tanto como ahora. Voy a llevarme lo porque creo que me va a encantar. Besos
ResponderEliminarJopé, encima la autora es jovencísima... lo difícil que es conseguir esa narración sin opinar, sin influir en el lector... Y yo todavía sin leerla. Es que miro las sinopsis de sus libros y pienso que no son para mí, pero luego leo tus reseñas y te veo tal entusiasmo, y dices que es una de tus autoras vivas preferidas y hadas y duendes... Dime tú si me animo o no, please, y por dónde empiezo. Besos.
ResponderEliminarHola, la tengo por leer, se la regalé a una amiga una navidad y poco después me hice con un ejemplar, parece que es premonición encontrar hoy tu reseña, me he acordado de este libro todo el confinamiento, es que lo tengo en el campo, lo llevé en el verano y no lo leí y esta semana le he dicho a mi marido de ir para traerlo.
ResponderEliminarYa os contaré, cuidaros y un beso.
Este, junto con "Ritos funerarios", lo tengo bien apuntado. A ambos les tengo muchas ganas. Fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso ;)
El tema me llama, pero demasiado intimista para mi gusto y larga también. A mí no me convence, pero sé de alguien a quien podría gustarle. Gracias por la recomendación^^
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