Título original: The Witches of St. Petersburg
Autora: Imogen Edwards-Jones
Editorial: Ediciones B
Traducción: Mercè Diago Esteva
Páginas: 432
Fecha esta edición: abril 2019
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: descatalogada (disponible en otras ediciones)
Imagen de cubierta: Basada en un diseño de Head of Zeus
Militza y Stana, hijas del empobrecido rey de Montenegro, se ven
forzadas a casarse con dos miembros de la aristocracia rusa para que su
padre pueda recuperar parte de su poder.
La vida, a pesar del
esplendor de la corte del zar Nicolás, no es fácil. Una de ellas,
Militza, parece tener poderes ocultos y siente fascinación por todo lo
que tenga que ver con la magia y el espiritismo. Ante una influenciable
zarina Alexandra, que haría cualquier cosa para darle al país el
heredero que está esperando, despliegan su relación con el más allá, y
entre sesiones de espiritismo, pócimas engañosas y coqueteos con la
magia negra, logran hacerse con un gran poder en la corte.
Sin
embargo, cuando den con Rasputín, precisamente en la búsqueda de un
hombre con poder espiritual, descubrirán que quizás han ido demasiado
lejos.
Vosotros no os habéis dado cuenta, pero llevo sin colgar una reseña del reto de Hermanas Fatídicas desde julio. He ido leyendo los libros mensualmente para el reto, pero lo de las reseñas es un problema que arrastro desde hace tiempo (y le doy las gracias desde aquí a Mónica por su comprensión y por aguantarme). Así que este mes tocan (¡cruzo los dedos!) tres reseñas de brujas: las de los meses de agosto, septiembre y este mismo mes de octubre. Empiezo con la del pasado mes de septiembre (debería hacerlo por orden, lo sé, pero ya me estaríais pidiendo demasiado). El caso es que cuando planteamos las lecturas del año, mi foco de interés para el mes de septiembre era El maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov. Ese era el libro que quería leer y que sigo queriendo leer... pero sabía que como leyese esa novela, se iba a quedar sin reseñar. La presupongo muy compleja, y no tengo la cabeza para trasladar esas profundidades al blog. Así que tuve que decidirme por un libro que se coló en el listado inicial porque lo había comprado baratísimo al estar en proceso de descatalogación, y estaba ahí en la estantería haciendo tiempo. ¿Esperaba muchísimo de Las brujas de San Petersburgo? No, la verdad, esperaba entretenimiento y ya, que no es poco. ¿Me ha dado todavía menos de lo que esperaba? Rotundamente sí. No me ha gustado nada, lo siento, y aunque en tiempos mejores esto hubiese dado para una reseña rebosante de ironía y pullas varias, hoy me parece que no va a ser así.
Mirad que la premisa era muy buena: brujas en la corte de los Románov, Rasputín de por medio... Yo leía que la autora estaba licenciada en Estudios Rusos y se había pasado años, y años, y más años documentándose y con la idea de esta historia en la cabeza, y no sé, esperaba una trama un poco más apañada sin que fuese nada del otro mundo. O una trama, ya que estamos. La autora opta por esa mezcla tan de moda desde hace unos años (bueno, esto ya lo hacía Alexandre Dumas, probablemente pionero en el tema, pero últimamente se lleva mucho) de usar personajes históricos auténticos y contar los eventos en que tomaron parte (o que sucedieron en su época) a su estilo e introduciendo elementos que dan un vuelta de tuerca a la historia. En este caso, obviamente, ese elemento es la brujería, la magia negra, los hechizos... para narrar el periodo comprendido entre la llegada al trono de los últimos zares rusos (Nicolás y Alejandra) y los meses previos a su caída. Lo dicho, sin tener que escribir una novelaza, este concepto podría haber quedado muy resultón. Pero no, para mí no lo consigue.
¿Qué tenemos? Pues tenemos a dos hermanas protagonistas, Militza y Stana, hijas del rey Nicolás de Montenegro, que llegan a la corte imperial rusa con un único fin: hacer un buen matrimonio, introducirse como sea en el círculo íntimo de la zarina y conseguirle a su padre (al que nombran doscientas veces en el libro como motivación para todo y que, sin embargo, no aparece ni una sola vez como personaje) todo lo que necesite para levantar un país como Montenegro, al que pintan como un barrizal atrasado y degradante. Estas dos hermanas son personajes reales: Militza de Montenegro se convirtió en Gran Duquesa tras su matrimonio con Pedro Románov, y Stana (Anastasia) se convirtió a su vez también en duquesa tras contraer matrimonio con Pedro Maximiliánovich (llegó después a Gran Duquesa, pero ese es otro tema). Estas dos hermanas, muy interesadas por las artes oscuras y el lado místico de la religión ortodoxa, eran conocidas como las "Princesas Negras" o "Arañas Negras", llegaron a formar parte realmente del círculo de la zarina y se les acusa de ser las artífices de introducir a Rasputín en la corte por medio de Anna Vyrubova, dama de confianza de Alejandra.
Vale, con esto mente, seguimos paso a paso todos los eventos históricos de la época, y cuando digo todos me refiero a todos porque a la autora no se le escapa ni uno, pero parece que los nombra de pasada para dejar constancia de la extensa documentación y solo se esmera en dedicarles una escena más destacada si son tan impactantes visualmente que le dan para lucirse sobre el papel (como el asesinato del Gran Duque Sergio Aleksándrovic, tío y cuñado al mismo tiempo del zar Nicolás II, que murió despedazado tras lanzarle una bombra de nitroglicerina al interior del carruaje en que viajaba). Vamos, resulta evidente que lo que realmente interesa es la historia de las dos hermanas y su afán y ambición por ser íntimos del zar y la zarina y tener un lugar eminente en la corte imperial.
Lo que voy a decir a partir de ahora habrá quien lo considere spoiler, así que aviso desde ya. Si no queréis saber, no leáis. Muchos son eventos históricos reales, pero como no todo el mundo tiene por qué conocerlos, de ahí el aviso. Me esmero siempre en no destripar nada de la trama y quedarme solo en las páginas de planteamiento de la historia, pero es que cuando un libro no me gusta necesito explicar por qué no me gusta, y decir solamente vaya desperdicio con lo que podría haber contado no me basta. Realizado el aviso, prosigo.
Así, el libro está dividido en dos partes casi iguales en cuanto a longitud, la primera dedicada a la llegada de las dos hermanas a la corte, sus matrimonios, los desprecios de que eran objeto por parte de la aristocracia rusa, sus prácticas de magia (negra o blanca según convenga) y su conquista de la amistad de los zares, a los que inician en sesiones de espiritismo (que practican habitualmente) por un lado, y a los que ayudan por medio de hechicería a conseguir un hijo varón que pueda heredar el trono de Rusia por el otro. Teniendo en cuenta que cuando consiguen la amistad de Alejandra solo han nacido sus dos hijas mayores (siendo Tatiana, la segunda, una recién nacida), y que aún quedan por venir otras dos hijas más y un aborto hasta que llega al mundo el pequeño Alekséi siete años después, resulta rídiculo que se adjudiquen el mérito del nacimiento de un varón. Menudas brujas de chichinabo, pero bueno, que eso serán cosas mías.
Total, que yo me decía, venga, va, que cuando llegue Rasputín esto va a mejorar un montón. Rasputín, hombre misterioso donde los haya, con tanto como se ha escrito sobre él, tantas leyendas que rodean su figura, idolatrado por unos y defenestrado por la mayoría, acusado de tantas cosas que dan para veinte vidas enteras... ¡qué mal habría que hacerlo para que la historia no mejorase! Pues no, no mejora. Empeora. ¿Sabéis con cuál, de todas las cosas que se han dicho de Rasputín, decide quedarse la autora? Con el tamaño de su verga. Y utilizo esta palabra porque es la que se usa mil quinientas veces en doscientas y pico de páginas. La verga descomunal de Rasputín, la verga gigantesca de Rasputín, verga p'arriba, verga p'abajo, y entre medias lo vemos constantemente con los pantalones bajados o recién abrochados. Ya. Se nos repite una y otra vez lo asqueroso que era, la peste a pepinillos de su aliento y las colas de mujeres a la puerta de su casa esperando una de sus "curas" (a base de sexo con su extraordinaria verga, of course, por si no había quedado claro). De sus intrigas varias e influencia política sobre la zarina, esa influencia que finalmente acabó con su vida, no vemos nada de nada porque todo se narra desde el punto de vista de las hermanas y como no están en el palacio imperial cuando él sí lo está, pues eso. Hasta su final, ese final que sigue impactando hoy en día, se narra como un pan sin sal. Qué mal, oigan, qué mal.
No, no me ha gustado porque no hay ninguna trama y porque la autora, teniendo una historia real tan potente como la de los Románov, fascinante por sí misma, y la idea de meter brujería de por medio, que podía haber quedado muy bien, no ha sabido qué hacer con la mezcla. Es que está todo tan desaprovechado... es una repetición, capítulo tras capítulo, del mismo bucle: tenemos que acercarnos a la zarina, tenemos que hacer magia para que confíe en nosotras, tenemos que conseguir que tenga un heredero, hacemos un hechizo, no funciona, tenemos que conseguir que tenga un heredero, hacemos un hechizo, no funciona, tenemos que conseguir que tenga un herederero, que no pierda la confianza en nosotras, hacemos un hechizo, no funciona... Y luego llega Rasputín y solo oímos hablar de su verga y lo imaginamos constantemente siendo asqueroso y con los pantalones en el suelo. Pues vale... pa'lo que hemos quedao, Grigori. De la incongruencia de cómo se relaciona a las hermanas con Rasputín por medio de la brujería no os he dicho nada porque ahí ya sí me meto en spoilers evidentes, pero vamos, que no hay por donde cogerlo. La protagonista principal de las dos hermanas, Militza, insoportable. El retrato de los zares, simplón y plano. El uso de la brujería en la trama, sin pies ni cabeza. Es el peor libro que he leído este año, si eso os resume toda la opinión, y eso que este 2021 estoy siendo generosa y creo que solo he suspendido a tres libros, pero es que cuanto más tiempo pasa, peor sensación tengo (y, ahora que lo pienso, solo he abandonado un libro este año y también ha sido en este reto brujil).
¿Algo bueno? Que se lee muy rápido y que me ha gustado reconocer a muchos personajes y hechos históricos. Por lo demás, no es mi tipo de libro y bien que lo siento, pero estoy segura de que sí habrá entretenido a muchos lectores y además es de esas novelas que se prestan a adaptaciones, ya sean cinematográficas o televisivas. Teniendo en cuenta que la escritora viene de ese mundo, no lo descarto en absoluto. Y que nadie se moleste por la opinión negativa, que las opiniones son siempre subjetivas (las buenas y las malas).
La portada me parece muy bonita pero el interior del libro pese a que me llama la atención la sinopsis lo que leo en tu opinión me hace dudar
ResponderEliminarPues pintaba bien, pero viendo tus peros (y que no tengo ganas de que me repitan constantemente lo del tamaño de la verga de Rasputín), lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, mira que esta historia tenía todos los ingredientes para gustarme, brujas, época de los zares, Rasputin.. Pero por lo que cuentas va a ser que no y si encima esta descatalogada y hay que andar buscándolo, pues no.
ResponderEliminarA mi también me apetece leer el Maestro y Margarita pero va a ser para otro año que este tampoco yo ando muy centrada. Besos.
Pues yo me lo pasé muy bien leyendo este libro y me enganchó de mala manera. Yo sí que lo recomendaría, jeje. Lo que sí es cierto es que, por lo que vi en su día en Goodreads, este libro suscita opiniones muy encontradas.
ResponderEliminarBesotes.
Hola. Pues vaya desastre. A mí esta historia de Rusia me encanta y esta novela me llamaba la atención porque juntaba eso con el tema brujería que me flipa. A punto estuve de comprarlo pero visto lo visto, menos mal que no lo hice. Qué pena porque tenía todo para hacer un novelón y se ha quedado en las 50 sombras de Rasputín. En fin, que ya siento el pinchazo pero como fue hace tiempo seguro que ya has leído cosas mejores aunque el resentimiento persista un poco. Eso se pasa.
ResponderEliminarBesos
Pa'lo que hemos quedao, Grigori ¡Jajajajaja! Me encantas, jajajajaja. En fin, miremos el lado positivo, compañera, tenemos pendiente "El maestro y Margarita" y algún día lo leeremos al alimón y ya ni nos acordaremos de "Las brujas de San Petersburgo". Y no te agobies por nuestro reto, ya irán saliendo las reseñas brujeriles. Un beso.
ResponderEliminarBuenas tardes, querida MH:
ResponderEliminarHoy lo primero que quiero hacer es darte las gracias, me has hecho reír ni se sabe. Por supuesto he leído el spoiler que anuncias porque, aunque el tema Romanov me gusta muchísimo, si tú me dices que un libro no te ha gustado yo te creo. Dicho esto, ¡qué penita que una intelectual de para tan poco! Deseando estoy de leer tu próxima reseña.
Un beso grande!!
jajajajajaja!!!!
ResponderEliminarMenuda reseña.
Pues parece que no voy a leerlo.
Besos
Jajajaja "verga p'arriba, verga p'abajo" Jajaja
ResponderEliminarNo me tentaba, pero tras leerte no me lo voy a repensar; tampoco tengo ganas de que me repitan tanto lo de la verga, como dice Margari.
Un beso.
Hay destinos literarios a los que ya de por sí me cuesta acercarme (Rusia, Egipto...), por lo que de entrada no me llamaba el libro, pero si encima no te ha gustado, lo dejo pasar sin más.
ResponderEliminarUn beso ;)
No todo puede ser siempre del agrado del lector. Me gusta tu sinceridad. No es frecuente que un reseñista ponga mal una lectura; parece como si la obligación de quien comenta fuera siempre alabar la obra. Así que, miss Hurst, muchísimas gracias por todo lo que dices sobre esta novela que desde luego no pienso leer.
ResponderEliminar¡Ah, una cosa! Eres muy dura contigo misma. Te recuerdo que el 4 de octubre colgaste una reseña sobre "El pagaré" de Scott Fitzgerald, así que no es verdad que lleves desde julio sin colgar ninguna reseña (ja, ja...)
Muchos besos
Algo positivo has sacado de esta lectura: mi diversión. Qué bien me lo he pasado leyéndote. Me ha encantado la reseña. Tienes toda la razón que la premisa daba para mucho y a mí me había enamorado la portada, así que si me la hubieras vendido bien,puede que me la hubiera apuntado, pero viendo el resultado, no pienso acercarme ni con un palo.
ResponderEliminarUn saludo divertido,
Laura.