Título original: Shelf Life: Chronicles of a Cairo Bookseller
Autora: Nadia Wassef
Editorial: Península
Traducción: María Eugenia Santa Coloma
Páginas: 264 Fecha esta edición: junio 2022
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 19,90 euros Ilustración de cubierta: Miriam Bauer
Nadia Wassef siempre quiso ser librera. Junto con su hermana y su
mejor amiga fundaron hace veinte años Diwan, una librería en su Cairo
natal. Eran tres mujeres jóvenes, sin formación académica, sin
experiencia y sin nada que perder. Por aquella época, no había aún
librerías en Egipto. La cultura se hundía bajo la mala gestión de un
gobierno corrupto y los libros se consideraban un lujo, no una
necesidad.
La librera de El Cairo, con su ecléctico reparto de
personajes entrañables, nos transporta a una ciudad que trasciende a su
propia historia, y nos permite asistir a su lenta pero audaz
transformación para alejarse de un sistema arcaico, misógino y corrupto.
Como El edificio Yacobián, de Alaa Al Aswany, en su momento,
este libro permite que sean los protagonistas y sus pequeñas historias
los que construyan el alma de la capital de Egipto.
Creo que lo habré comentado más de una vez por aquí, pero me encantan los libros sobre libreros o librerías, y los colecciono en la medida de lo posible. Los de no ficción me interesan especialmente, y cuando es el propio librero el que cuenta su historia, el libro tiene mucho más interés (también os digo que me encuentro de todo y mucho yo-yo-yo en este tipo de libros... spoiler: La librera de El Cairo pertenece a esta categoría). Si a eso sumamos mi pasión por Egipto, comprenderéis que La librera de El Cairo forme parte de mi biblioteca desde la misma semana que salió a la venta. Evidentemente reservé su lectura porque ya tenía el reto egipcio en mente desde hace tiempo (como ya he comentado varias veces) y me venía que ni pintado para varias de sus premisas, y ya le ha llegado su momento. Os cuento.
En 2004, dos hermanas, Nadia y Hind, junto a una amiga de ambas, Nihal (además, si no he entendido yo mal, de algunos socios capitalistas hombres que no aparecen para nada en todo el libro), decidieron abrir una librería en Zamalek, un barrio de la Isla de Gezira, al norte de El Cairo. Lo que puede parecer normal (dentro de la aventura sin frenos que supone abrir una librería) no lo era en Egipto de principios del siglo XXI. El concepto de librería occidental o moderna no existía allí, las pocas que había eran cuevas llenas de polvo controladas por el gobierno, los escritores eran funcionarios públicos y, en definitiva, los egipcios ni leían ni estaban interesados en hacerlo. Así que lo de abrir una librería independiente (la primera de este tipo en el país) en estas circunstancias no solo era una utopía, sino que encima eran mujeres. Muy jóvenes las tres (la más joven tenía veintisiete años: la mayor, cuarenta), se dividieron las tareas según sus gustos, preferencias y puntos fuertes. Tras más de una década al frente no solo de la librería de Zamalek, sino de varias sucursales por todo El Cairo, en el momento en que Nadia Wassef escribe este libro, tanto ella como su hermana Hind se han desvinculado de la librería y solo Nihal continúa en su directiva.
Lo primero que tenéis que tener en cuenta al leer este libro es que aquí no vemos las penurias, cálculos, noches sin dormir ni aventuras varias para abrir una librería (que es todo eso por lo que tendríamos que pasar casi cualquier hijo de vecino que quisiéramos abrir una si somos tan inconscientes como para intentarlo), porque las tres libreras que regentan Diwan son de clase media-alta y tienen un poder adquisitivo muy alto. Deciden abrir la librería y la abren, sin más. Las complicaciones de abrir un negocio como este son otras y de muchos tipos, pero económicas no. De hecho empiezan a lo grande, y aunque ella no lo dice en estas memorias libreras, a poco que investigues en internet encuentras la información de que el capital inicial rondaba los ciento cincuenta mil euros. Nadia y su hermana asistieron a una escuela internacional cuando eran niñas, e incluso en el caso de la autora, se siente más cómoda con el inglés que con el árabe. Tienen chófer, personal de servicio... y bueno, que esto no va de lo difícil que es abrir una librería en general, sino de lo complicado que es hacerlo (y mantenerlo) en una ciudad como El Cairo en una época como las dos primeras décadas del siglo XXI.
El libro está dividido en capítulos que unas veces hablan de las secciones de la librería y otras de la vida personal de la autora (La cafetería / Esenciales de Egipto / Cocina / Empresa y gestión / Embarazo y cuidado de los hijos/ Clásicos / Arte y diseño / Autoayuda). Unos capítulos son más interesantes que otros, hay secciones más interesantes que otras y salpicando entre la temática concreta de cada sección tenemos espolvoreos de la vida diaria en las librerías, lo que esperaban de ellas, los clientes, los empleados, los desplantes que sufrían por ser mujeres, la complicada conciliación familiar en un negocio que lo exigía todo, la ambición desmedida que les lleva a abrir una librería tras otra, la enorme inversión en marketing que era un pozo sin fondo al que ella concretamente no quería renunciar porque lo consideraba su seña de identidad... y en el horizonte El Cairo en particular y Egipto en general.
Muchas de las librerías Diwan abrieron en el centro de El Cairo, que es la zona más humilde de la ciudad (como en cualquier urbe de este tipo, cuanto más hacia las afueras sales, más dinero, comodidad y calidad de vida hay). Cuando abrió la primera librería en Zamalek, los clientes no entendían el concepto de librería como tal, no entendían que tuviesen que pagar por los libros y no entendían que no les dejasen hacer lo que ellos querían hacer: pagar libro, leer libro, devolver libro y recuperar dinero, pagar por otro libro, leer libro, devolver libro... etc. Aun así consiguen hacerse su hueco, crece su clientela habitual, se convierten en la librería de visita obligada de los turistas gracias a su enorme y completa sección en inglés (que estaba a cargo de la escritora)... y pronto se les queda tan pequeña la librería que empiezan a abrir sucursales una tras otra hasta tener unas once (tuvieron que cerrar varias poco después de abrir, como es normal). Sinceramente, desde fuera yo no he entendido este afán por abrir tropecientas librerías si ella misma dice que con una ya no les daba la vida y eran ellas tres las que luego tenían que repartirse entre todas.
Nadia Wassef, como narradora, no es simpática ni te hace sentir empatía por ella. A su favor debo decir que ella es muy consciente de que no es una persona que despierte simpatías, que parece muy arrogante y que está tan segura de sí misma que no concibe que a veces puede que no tenga razón. Es maniática, controladora, impaciente y autoritaria. Igual que os digo esto también hay momentos en que la entiendes, como cuando un comercial interesado en abrir franquicias de su librería se niega a estrecharle la mano en una reunión de trabajo porque es una mujer y las mujeres no son dignas de ese gesto de mera educación, y ella le contesta con una bordería que a cualquiera nos hubiese salido igual. Pero luego se pone a quejarse de lo duro que es ser madre trabajadora, y servidora, que es hija de una madre trabajadora con mucho menos dinero que ella que no tenía chófer que le llevase y le trajese a los hijos ni privilegios varios, pues se rebela.
¿Cómo se le ocurre a un hombre intentar conseguir una franquicia de un negocio fundado y dirigido por mujeres y pensar después que las mujeres no son dignas de un mero apretón de manos?
Porque puede.
La autora pasa de largo de muchas cosas que no quiere explicarnos: por qué su hermana se niega a hablar sobre su etapa en la librería; qué fue de los socios capitalistas masculinos de la empresa, a los que no se vuelve ni a nombrar... El motivo de la marcha de ambas hermanas como socias podemos intuir que es por la situación política y social de Egipto (de hecho fue dejar la librería e irse a vivir a Londres con sus hijas, donde viven actualmente), pero tampoco da mayores explicaciones salvo que la tercera socia, Nihal, buscó otras dos socias, y que la nueva visión que pareció surgir no coincidía con la de las dos hermanas y ellas se fueron. Sin más. (¿Después de todo lo que nos ha contado, del sacrificio, de haber vivido por y para esas librerías de la mañana a la noche durante quince años?). Y me repito.... ¿por qué Hind no quiere hablar sobre la librería? Si no lo vas a explicar, no lo introduzcas (varias veces, además).
En propias palabras de la autora, este libro es un divorcio de su librería: Diwan la construyó y luego la destrozó. El hastío por lo que llegó a ser Diwan para ella es palpable desde el principio, y aunque comienza la aventura en el prólogo proclamando que este libro es su canto de amor a Egipto, también se le nota extenuada y deseando cerrar cualquier resquicio que permaneciese abierto y le uniese a ella. Ya no hay cariño ni amor por la librería, tan solo cierto afecto sin mucha efusión. No he compartido que dé nombres cuando demuestra su desprecio por algunos trabajadores (me imagino sus caras leyendo este libro y reconociéndose) y el favoritismo obvio hacia otros, pero he aprendido mucho, muchísimo, sobre la vida social del Egipto de principios del siglo XXI en torno a una librería (un mundo nuevo para los egipcios con el que tuvieron que aprender a coexistir y a respetar sus reglas) y los malabarismos para compaginar el sector editorial digno de la época de los dinosaurios con el deseo de hacer las cosas bien (para que os hagáis una idea, ni siquiera existían los ISBN, tuvieron que inventar sobre la marcha la codificación de los libros para poder llevar un contabilidad real de lo que entraba y lo que salía). Estas tres mujeres decidieron emprender a lo grande en un mundo en el que la propia historia social estaba en su contra y la burocracia era un muro de piedra que podía retener cientos de libros durante meses en el aeropuerto de El Cairo hasta que estos eran supervisados y autorizados, por poner otro ejemplo. Nihal sigue al frente de la librería original, la de Zamalek (al menos seguía en 2022), y le va bien: por lo que he visto vuelve a haber once sucursales abiertas de la librería ya no solo en El Cairo, sino a lo largo y ancho de todo Egipto.
Por cierto, hay una librería Diwan en Madrid pero que yo sepa no tiene nada que ver con estas... abrió, de hecho, varios años antes que la primera librería de El Cairo.
Nadia Wassef cofundó la primera librería independiente
de El Cairo. En estas casi dos décadas, se ha convertido en una cadena
de diez tiendas que emplea a ciento cincuenta personas. Nadia figuró en
la lista de las 100 mujeres más poderosas de Oriente Medio de la revista
Forbes en 2014, 2015 y 2016. Anteriormente, Nadia formó parte
de una organización que lucha contra la mutilación genital femenina y la
violencia de género.
Hola querida, vi esta reseña en el blog de Mónica y me da la sensación de que le gustó más que a ti... Desde luego la autora no es santo de tu devoción, jeje... Pero me lo apunto igual lo utilizo para alguna de las premisas que me quedan si lo encuentro en la biblio.
ResponderEliminarUn besazo
Hola, a mí también me gustan las novelas sobre libros, pero esta no me llama lo más mínimo, hay cosas que me parecen interesantes, pero en otras me puede la borderia de la dueña. Creo que voy a pasar. Besos.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarEs que estos libros tienen un punto extra de partida. Luego tienen que saber aprovecharlo porque hay por ahí cada torpeza...que en fin.
Pero es muy interesante y no solo por la librería en sí sino por el retrato social. Mira los cairotas, querían alquilar libros. Oye, pues sería una opción.
Me da un poco se rabia que no aclare ciertas cosas porque soy muy chismosa y quiero enterarme de todo.
Lo mejor de todo es que ya lo tenía apuntado.
Y es una buena noticia que sigan abiertas esas librerías.
Besos
Pues no sé. Me dejas con dudas esta vez. Por un lado me atrae, pero por otro, me parece que no lo has disfrutado tanto como esperabas, así que...
ResponderEliminarBesotes!!!
Bueno, ya lo hemos comentado, que Nadia no es simpática y que nos hemos quedado con las ganas de saber más sobre la librería y menos sobre ella, jajajaja. Besos.
ResponderEliminarHola a mi también me atraen las historias sobre librerías, y a este ya le había echado el ojo pero no me termina de convencer
ResponderEliminarComo a ti, me interesan este tipo de libros, y más si están escritos por los propios libreros, pero si tenemos en cuenta lo que comentas, no creo que lo disfrutara.
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