Título original: Afterward, Kerfol & The Lady's Maid's Bell (títulos de los tres relatos incluidos)
Autora: Edith Wharton
Editorial: Eneida (nº 79 de la colección Confabulaciones)
Páginas: 122
Traducción: Ioana Sotuela
Fecha publicación original: 1910, 1916, 1902 (respectivamente)
Fecha esta edición: febrero 2015
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 9,95 eurosIlustración de la cubierta: Villa kirchbergstraße 32 in Bensheim (c. 1905)
Una atmósfera inquietante y aterradora gravita sobre estas historias en las que nada es lo que parece y donde el horror nos acecha detrás de cada página. La sorpresa se oculta bajo la piel de lo cotidiano en estos magistrales relatos de fantasmas que constituyen, probablemente, los mejores cuentos de terror del siglo XX.
Qué bonita es esta cubierta, por favor... y qué gusto da tocar estas ediciones rugosas...
Fin del momento superficial :))
Tres son los relatos de la maravillosa escritora norteamericana Edith Wharton que componen esta edición de Eneida. No pertenecen a ninguna colección de relatos única, sino que todos ellos fueron publicados con bastantes años de diferencia entre sí, y cuya recopilación viene dada precisamente por lo que ejemplifica esa preciosa imagen de la portada del libro: no solo son relatos sobre fantasmas, obviamente, sino que los tres están ambientados en el interior de una casa, tienen a una casa como protagonista, o se utiliza la casa para ejemplificar los terrores que tienen lugar en su interior, resguardados de miradas ajenas. Hay un tercer punto de conexión entre los tres relatos: el castigo. De tres maneras diferentes Wharton castiga a un personaje por sus malas acciones... o no, porque el tercer relato tiene su miga.
Aquí terminan las similitudes, pues aunque la narración de Wharton es muy distintiva, siempre preciosista y muy psicológica en el desarrollo de personajes, los tres relatos difieren mucho entre sí. Las voces narrativas cambian (unas veces en primera persona, otras en tercera), la ambientación también (dos de ellas transcurren en Inglaterra y la otra en Francia, donde ella vivió durante muchos años hasta su muerte), y el mismo trasfondo de la historia es totalmente distinto en las tres.
Se podría decir que el orden de los relatos hace que la lectura vaya de más a menos. O eso es lo que pensé cuando terminé de leerlo. Pero a día de hoy (que llevo tal retraso reseñando que se pasan sus buenos días/semanas entre que termino de leer y me siento a escribir la reseña) el último relato me sigue rondando la cabeza. Me sigue pareciendo el más flojo (que no malo, remarco la diferencia), pero también el más confuso, el que más hace trabajar al lector una vez lo ha leído. Puede parecer el más simplón y sin embargo es el que te deja pensando después, porque terminas de leer y te quedas en plan: "esto no puede terminar así... ¿cómo va a terminar así? ¿Pero qué me estás contando, Edith?". Y mirando por internet resulta que esta sensación la viene sufriendo todo aquel que lo ha leído desde que se publicó en 1902. Más de cien años después seguimos sin saber cómo explicar algunas cosas por muchos debates que haya sobre el tema. Así que el runrún este que me ronda al parecer es natural. Me quedo más tranquila.
Pero no adelanto acontecimientos y comento un poco de cada uno sin entrar en detalles, que si normalmente no quiero destripar nada, en un relato de fantasmas menos se puede decir todavía. Sí que debo decir que estos relatos están considerados como algunos de los mejores relatos de fantasmas del siglo XX, y para quien busque "emociones fuertes" o esté acostumbrado a literatura más moderna, pues le parecerán un poco simplones o carentes de misterio. Quizás alguno de ellos haya cumplido años mejor que los otros, pero hay que leerlos en su contexto de principios del siglo XX para sentir la magia que tienen (y su originalidad en algún caso, que también la hay). Yo los he disfrutado mucho. No en igual intensidad (unos más que otros), pero están tan bien escritos que da gusto leerlos.
La recopilación comienza con Después, que tiene reminiscencias de Henry James (buen amigo de Wharton) en cuanto a la contraposición entre los americanos y los ingleses, y la opinión idealizada que tienen aquellos de estos así como de la vida en la campiña inglesa. Es quizás el mejor de los tres relatos, en el que mejor se mantiene el suspense o al menos la identidad del fantasma hasta bien adelantada la narración, y además introduce algún elemento muy innovador para la época que no puedo comentar porque estaría comentando detalles sobre las características del fantasma. Es lo que comento arriba, a cualquier lector que esté acostumbrado a emociones más fuertes le parecerá muy light (de hecho lo es, porque ni es de terror y ni asusta siquiera; es en el suspense in crescendo de la historia donde radica su valor), pero está muy bien narrada, muy bien desarrollada y la prosa de Wharton te va arrastrando mientras haces cábalas para intentar averiguar qué pasa.
El segundo relato es Kerfol. Cambiamos de tercio por completo, tanto en estructura narrativa, como en narrador y ambientación. En esta ocasión estamos en Francia (Wharton ya vivía allí cuando lo escribió), concretamente en la Bretaña francesa. La historia está narrada en primera persona, y la historia se presenta de un modo diferente. El narrador visita la casa cuyo nombre da título al relato, allí suceden una serie de cosas que le intimidan, y es a posteriori que conocemos la historia de la casa, cuando le es relatada a nuestro protagonista. Supongo que no tendrá nada que ver (aunque viviendo en Francia y siendo considerada una autora muy francesa, tampoco sería de extrañar), pero en cierto modo esta forma de narrar me ha recordado un poco al Gaboriau de ciertas partes de la trama de El crimen de Orcival, editado el año pasado por la editorial dÉpoca. Volviendo a Kerfol, es un relato muy diferente y original, sobre todo por la historia que cuenta, por los hechos que dan pie al misterio y por la identidad del fantasma.
Se cierra la trilogía de cuentos con La campanilla de la doncella. Este relato es el que comento más arriba que a priori parece el más flojo de los tres, y es el que luego te deja pensando todo el rato sobre qué carajo has estado leyendo. También narrado en primera persona (en este caso una doncella), conocemos o intuimos muy pronto la identidad del fantasma. Lo curioso de este relato no es esto; es que llegas a un final tan anodino a primera vista que te deja exactamente igual, como si hubieses estado leyendo mientras te encaminabas a un desenlace que no te soluciona ni te aporta nada. Pero empiezas a darle vueltas y te das cuenta de que no sabes por qué actuaba el fantasma como actuaba, si lo hacía para bien o para mal, el por qué de ciertas cosas que no quedan explicadas en la narración, e intuyes que Wharton quiere que trabajes tú. Ella te narra lo que te quiere narrar, el resto lo deja en manos del lector. Te fuerza a releer el relato. Y encuentras cosas que puedes explicar en detalles que te habían pasado desapercibidos, pero otras cosas se quedan como estaban. Y ya, por orgullo propio más que nada, me puse a buscar en internet y descubrí que mi sensación con este relato es la misma que ha sentido muchísima gente desde que fue publicado hace más de cien años, y que aun hoy en día, se siguen barajando posibilidades, alternativas, opciones que expliquen esos agujeros negros del cuento. Y siguen siendo eso, agujeros negros, porque no existe una explicaciòn incontestable que les dé sentido. Cada uno da su opinión, pero jamás se sabrá a ciencia cierta lo que Wharton tenía en mente. La genialidad de Wharton es fascinante, su intención de retar al lector a sacar conclusiones que jamás se verán confirmadas también... Así que ya dudo si es el más flojo o el más brillante de los tres. Probablemente lo segundo, pero el hecho de que no haya modo de explicar ciertas cosas, admito que es frustrante (ahora que no me lee nadie).
Esta recopilación de cuentos, por tanto, presenta tres relatos muy distintos entre sí en todos los aspectos, y que por el hecho de ser diferentes tienen todos y cada uno de ellos un gran valor literario. Pero que nadie se ponga a leerlos buscando emociones fuertes porque no las encontrará, ni pasará miedo, ni se asustará. Si por el contrario, se buscan relatos bellamente escritos (suena cursi, pero sí, están bellamente escritos), con un moderado suspense donde a veces nada es lo que parece, y una buena historia... que les dé una oportunidad porque se leen en un periquete, y es una buena forma de que aquellos que no conocen a Wharton se familiaricen con ella antes de adentrarse en sus novelas más extensas.
Fin del momento superficial :))
Tres son los relatos de la maravillosa escritora norteamericana Edith Wharton que componen esta edición de Eneida. No pertenecen a ninguna colección de relatos única, sino que todos ellos fueron publicados con bastantes años de diferencia entre sí, y cuya recopilación viene dada precisamente por lo que ejemplifica esa preciosa imagen de la portada del libro: no solo son relatos sobre fantasmas, obviamente, sino que los tres están ambientados en el interior de una casa, tienen a una casa como protagonista, o se utiliza la casa para ejemplificar los terrores que tienen lugar en su interior, resguardados de miradas ajenas. Hay un tercer punto de conexión entre los tres relatos: el castigo. De tres maneras diferentes Wharton castiga a un personaje por sus malas acciones... o no, porque el tercer relato tiene su miga.
Aquí terminan las similitudes, pues aunque la narración de Wharton es muy distintiva, siempre preciosista y muy psicológica en el desarrollo de personajes, los tres relatos difieren mucho entre sí. Las voces narrativas cambian (unas veces en primera persona, otras en tercera), la ambientación también (dos de ellas transcurren en Inglaterra y la otra en Francia, donde ella vivió durante muchos años hasta su muerte), y el mismo trasfondo de la historia es totalmente distinto en las tres.
Pero no adelanto acontecimientos y comento un poco de cada uno sin entrar en detalles, que si normalmente no quiero destripar nada, en un relato de fantasmas menos se puede decir todavía. Sí que debo decir que estos relatos están considerados como algunos de los mejores relatos de fantasmas del siglo XX, y para quien busque "emociones fuertes" o esté acostumbrado a literatura más moderna, pues le parecerán un poco simplones o carentes de misterio. Quizás alguno de ellos haya cumplido años mejor que los otros, pero hay que leerlos en su contexto de principios del siglo XX para sentir la magia que tienen (y su originalidad en algún caso, que también la hay). Yo los he disfrutado mucho. No en igual intensidad (unos más que otros), pero están tan bien escritos que da gusto leerlos.
El segundo relato es Kerfol. Cambiamos de tercio por completo, tanto en estructura narrativa, como en narrador y ambientación. En esta ocasión estamos en Francia (Wharton ya vivía allí cuando lo escribió), concretamente en la Bretaña francesa. La historia está narrada en primera persona, y la historia se presenta de un modo diferente. El narrador visita la casa cuyo nombre da título al relato, allí suceden una serie de cosas que le intimidan, y es a posteriori que conocemos la historia de la casa, cuando le es relatada a nuestro protagonista. Supongo que no tendrá nada que ver (aunque viviendo en Francia y siendo considerada una autora muy francesa, tampoco sería de extrañar), pero en cierto modo esta forma de narrar me ha recordado un poco al Gaboriau de ciertas partes de la trama de El crimen de Orcival, editado el año pasado por la editorial dÉpoca. Volviendo a Kerfol, es un relato muy diferente y original, sobre todo por la historia que cuenta, por los hechos que dan pie al misterio y por la identidad del fantasma.
Se cierra la trilogía de cuentos con La campanilla de la doncella. Este relato es el que comento más arriba que a priori parece el más flojo de los tres, y es el que luego te deja pensando todo el rato sobre qué carajo has estado leyendo. También narrado en primera persona (en este caso una doncella), conocemos o intuimos muy pronto la identidad del fantasma. Lo curioso de este relato no es esto; es que llegas a un final tan anodino a primera vista que te deja exactamente igual, como si hubieses estado leyendo mientras te encaminabas a un desenlace que no te soluciona ni te aporta nada. Pero empiezas a darle vueltas y te das cuenta de que no sabes por qué actuaba el fantasma como actuaba, si lo hacía para bien o para mal, el por qué de ciertas cosas que no quedan explicadas en la narración, e intuyes que Wharton quiere que trabajes tú. Ella te narra lo que te quiere narrar, el resto lo deja en manos del lector. Te fuerza a releer el relato. Y encuentras cosas que puedes explicar en detalles que te habían pasado desapercibidos, pero otras cosas se quedan como estaban. Y ya, por orgullo propio más que nada, me puse a buscar en internet y descubrí que mi sensación con este relato es la misma que ha sentido muchísima gente desde que fue publicado hace más de cien años, y que aun hoy en día, se siguen barajando posibilidades, alternativas, opciones que expliquen esos agujeros negros del cuento. Y siguen siendo eso, agujeros negros, porque no existe una explicaciòn incontestable que les dé sentido. Cada uno da su opinión, pero jamás se sabrá a ciencia cierta lo que Wharton tenía en mente. La genialidad de Wharton es fascinante, su intención de retar al lector a sacar conclusiones que jamás se verán confirmadas también... Así que ya dudo si es el más flojo o el más brillante de los tres. Probablemente lo segundo, pero el hecho de que no haya modo de explicar ciertas cosas, admito que es frustrante (ahora que no me lee nadie).
Edith Wharton nació en Nueva York en 1862 en el seno de una familia adinerada e instruida que le proporcionó una sólida educación. Cuando tenía 23 años, se casó con Edgard Robbins Wharton, cuyo apellido adoptó.
Wharton fue una enamorada del viejo continente, al que viajó en numerosas ocasiones, hasta que en 1907 se instaló en París. Durante la Primera Guerra Mundial viajó en motocicleta por el frente y trabajó para la Cruz Roja. Fue amiga de algunos de los mayores intelectuales de la época, como Henry James, Francis Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway.
Su obra más conocida es La edad de la inocencia, galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer, pero produjo desde finales del XIX un gran número de novelas, libros de viajes y relatos, entre los que destacan Cuentos de fantasmas. Su obra se caracteriza por el uso de la ironía, criticando la necedad y la arrogancia de la alta sociedad neoyorquina.
Divorciada, bisexual, aventurera, transgresora, Wharton dejó escritas algunas de las más memorables páginas del siglo XX. El gobierno de Estados Unidos le concedió la medalla de Oro del Instituto de las Artes y las Letras, siendo la primera mujer en conseguirlo.
Falleció el 11 de agosto de 1937 en Saint-Brice-sous-Forêt, cerca de París.
Wharton fue una enamorada del viejo continente, al que viajó en numerosas ocasiones, hasta que en 1907 se instaló en París. Durante la Primera Guerra Mundial viajó en motocicleta por el frente y trabajó para la Cruz Roja. Fue amiga de algunos de los mayores intelectuales de la época, como Henry James, Francis Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway.
Su obra más conocida es La edad de la inocencia, galardonada en 1921 con el Premio Pulitzer, pero produjo desde finales del XIX un gran número de novelas, libros de viajes y relatos, entre los que destacan Cuentos de fantasmas. Su obra se caracteriza por el uso de la ironía, criticando la necedad y la arrogancia de la alta sociedad neoyorquina.
Divorciada, bisexual, aventurera, transgresora, Wharton dejó escritas algunas de las más memorables páginas del siglo XX. El gobierno de Estados Unidos le concedió la medalla de Oro del Instituto de las Artes y las Letras, siendo la primera mujer en conseguirlo.
Falleció el 11 de agosto de 1937 en Saint-Brice-sous-Forêt, cerca de París.
Miss Hurst
Vale, os voy a confesar una cosa, quizás no queráis volver a hablarme después de esto que os voy a contar: a mí Edith Wharton me da miedo incluso cuando no escribe historias de fantasmas. Intenté reconciliarme con ella y casi lo consigo con "Las hermanas Bunner", pero es que no puedo con su "La edad de la inocencia", todavía tengo escalofríos cada vez que me acuerdo de todas esas páginas soporíferas :-(((
ResponderEliminarY andaba pensando que Wharton y Henry James son mis dos bestias negras (James también me parece un pelma, en sus novelas no se mueve ni una mosca) cuando leo eso de "tiene reminiscencias de Henry James", Argggggg!!! ¿Cómo me dices tal cosa? Intenté reformarme con "Las bostonianas" y casi lo consigo, desde entonces no me parece tan tostón, pero aún así...
Bueno, que salgo huyendo del blog, ya nos leemos otro día. Besitos.
Vamos, vamos, te retiro la palabra... jajaja. Cuando comento lo de las reminiscencias a James es en la contraposición que hace entre los europeos y los americanos, y lo idealizados que tienen los americanos a los ingleses, pero vamos, que es un breve comentario al inicio del relato y no tiene nada que ver con estilos barrocos elevados a la máxima potencia. Por ahí que no te dé miedo. Ahora, si ya la propia Wharton te lo da sin ayuda del bueno de Henry... entonces ya no veo solución posible... jajaja. Los relatos están muy bien narrados y no son nada pesados ni retorcidos, pero por experiencia propia sé que cuando no se conecta con un autor, cuesta mucho ya pillarle el punto...
EliminarYa te he visto que has vuelto al blog por otro post así que me quedo tranquila... jajaja.
¡Besote!
A mí me pasaba lo mismo que a Monica, las amistades me parecieron un tostón y la casa de la alegría ni la terminé. Sin embargo, leí hace poco un relato, Ethan Frome, que me dejó maravillada. Me gustó muchísimo e incluso me habría encantado que tuviera muchas páginas más. Así que estos relatos de fantasmas me han hecho pensar que serían en esa línea. Me da un poco de miedo el último, es que vaya tela con los finales, hay que ver lo que cuesta cerrar bien las cosas pero bueno, los otros dos los voy a leer fijo.
ResponderEliminarBesos
Wharton en los relatos no tiene nada que ver con su estilo en las novelas, de verdad que no son nada pesados y van más en la línea que comentas de Ethan Frome que en sus novelas más largas. Se leen en un suspiro. Sobre ese final del último relato, es que es tan anticlimático, tan poco final para un relato de misterio, que de primeras te quedas con cara de tonta (más de la habitual en mi caso). No sé si pretendía lo que finalmente consiguió (tenernos mareados a los lectores durante cien años) o le salió así porque sí, pero tela...
Eliminar¡Besote!
Entrar en vuestro blog y no llevarme un libro es cosa rara...me lo anoto aunque sea para probar qué me parece, que veo que hay opiniones dispares ;)
ResponderEliminarBesitos
Es que hay ciertos autores que pueden resultar un poco cansinotes, pero en el caso de estos relatos, de verdad que no. El estilo es muy bonito y preciosista pero ligero y rápido de leer al mismo tiempo. Si al final te decides a ponerte con ellos ya contarás.
Eliminar¡Besote!
Buena pinta! me lo apunto. Besos
ResponderEliminar¡Espero que te gusten si al final los lees!
Eliminar¡Besote!
¡Que bonito el libro!, me lo apunto, que he leído sueltos algunos relatos de la autora pero no todos y seguro que me gusta. Besinos.
ResponderEliminarPues si ya la conoces en sus relatos y te han gustado, no lo dudes. ¡Y el libro es precioso!
Eliminar¡Besote!
¡Hola!
ResponderEliminarEl libro es interesante y la portada muy bonita pero no es de mi estilo.
Gracias por tu opinión.
Un beso desde Viajando a otros mundos.
PD: Ya tienes una nueva seguidora ;)
Un beso también para ti :)
Eliminar(ya te seguimos nosotras también)
Apuntado queda. Besos.
ResponderEliminarDisfrútalo si al final te decides a leerlo.
Eliminar¡Besote!
Acabo de leer un par de relatos de esta autora y me ha encantado, así que me llevo bien apuntado este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
Siii, ya vi que estabas leyendo Ethan Frome y Las hermanas Bunner. Pues si te ha gustado su estilo en los relatos estos creo que te pueden gustar también mucho.
Eliminar¡Besote!
Leí hace no mucho "Cuentos inquietantes" en una edición de Impedimenta también presiosa, os lo recomiendo, hay relatos realmente buenos.
ResponderEliminarUn beso
La tengo pendiente de compra desde que salió. Otra cubierta preciosa, dicho sea de paso. En cuanto pueda me hago con ella.
Eliminar¡Besote!
En nuestro blog tenemos pendiente leer sus Cuentos inquietantes, editados por Impedimenta. No sé si incluirán alguno de los que salen aquí. Me habéis dejado intrigadísima con ese tercer relato, voy a tener que leerlo para darle vueltas yo también.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Sip, yo estoy pendiente de leerlo también, a ver si lo compro una semana de estas. Creo que solo se repite uno, Después, aunque no estoy segura, tendría que mirarlo. Ese último relato es un quebradero de cabeza, y eso que termina mal de lo simplón que es el final :)
Eliminar¡Besote!
No me importaría nada leerlo, me lo apunto. Un beso ;)
ResponderEliminarPues si al final te decides ya contarás qué te ha parecido.
Eliminar¡Besote!
Me llama un montón desde que salió y la portada también me encanta pero no he tenido la oportunidad de tocarla. jejeje.
ResponderEliminarBesos.
Ains, ya verás cuando la toques... estas portadas rugosas de Eneida, igual que las de Impedimenta, son un vicio... jajaja.
Eliminar¡Besote!
¿Escritos por Edith Wharton y se leen en un periquete? Tú nos engañas, picarona!!
ResponderEliminarMe apetecen, me llaman, lo noto, y eso que a veces se me ha atragantado la ínclita Wharton.