Título original: Thrilling stories of the railway
Autor: Victor L. Whitechurch
Editorial: Ardicia
Traducción: Pablo González-Nuevo
Páginas: 204
Fecha publicación original: 1912
Fecha publicación original: 1912
Fecha esta edición: noviembre 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 17,50 eurosIlustración de cubierta: Natalia Zaratiegui
Thorpe Hazell provoca siempre el más absoluto desconcierto en todo
aquel que no esté familiarizado con sus numerosas particularidades:
pelirrojo, entusiasta del ejercicio físico, ferozmente vegetariano, y
cuya erudición en lo referente al coleccionismo de libros solo resulta
equiparable a su saber casi científico sobre el mundo del ferrocarril.
De ahí que las compañías de trenes soliciten tan a menudo su experto
juicio a la hora de resolver cualquier suceso, por intrincado,
comprometido o escabroso que sea…
Este volumen presenta la totalidad de los casos protagonizados por Hazell, originalmente publicados por entregas en revistas como The Strand o Pearson’s y recogidos más tarde en forma de libro, junto con otras historias de ambientación ferroviaria, en Thrilling Stories of the Railway (1912). Una oportunidad única para disfrutar con las sorprendentes aventuras del que, sin duda, es uno de los investigadores más originales y memorables de la historia de la ficción detectivesca.
Este volumen presenta la totalidad de los casos protagonizados por Hazell, originalmente publicados por entregas en revistas como The Strand o Pearson’s y recogidos más tarde en forma de libro, junto con otras historias de ambientación ferroviaria, en Thrilling Stories of the Railway (1912). Una oportunidad única para disfrutar con las sorprendentes aventuras del que, sin duda, es uno de los investigadores más originales y memorables de la historia de la ficción detectivesca.
Supongo que a estas alturas ha quedado claro que me pirran los detectives clásicos, ya sean del XIX o de la primera mitad del siglo XX. Publicación que toca el tema, que descubre un nuevo detective no traducido hasta ahora, series, sagas, lo que sea... tengo que tenerla y leerla. Las dos cosas. Hay tantísimo pendiente de recuperar... Y todas estas condiciones las cumple el detective que os traigo hoy, Thorpe Hazell. Si encima está ambientado en el mundillo del ferrocarril... es que también me pirran los trenes, que no sé si lo he dicho alguna vez. Y viajar en tren. Muy "pirrada" estoy yo xD.
Una curiosidad antes de empezar. El autor, Victor L. Whitechurch, era clérigo de la Iglesia Anglicana. Pertenecía al Detection Club junto a los grandes de las novelas de detectives, escribió varias novelas de misterio entre otras cosas, pero era, al fin y al cabo, un clérigo (bueno, llegó a ser deán, no le quitemos rango). A mí particularmente me ha sorprendido mucho, porque por la lectura de los relatos (punto a su favor) no se deduce en absoluto (de hecho solo aparece un religioso en uno de ellos, obispo para más señas, y tampoco es que se muestre muy condescendiente con él). Iglesia y religión cero patatero, por si alguien ya conocía la profesión del autor y le echaba para atrás este tema porsiaca tenía presencia en sus escritos.
Sobre el libro en sí, hay que recalcar que no es una novela, sino diferentes casos (nueve en total) protagonizados por Hazell, que fueron publicados en dos periódicos de la época y más tarde recopilados en el volumen que hoy os traigo. Unos tienen más páginas y otros menos, pero realmente son relatos, y siendo en clave policíaca, ya podéis adivinar que tampoco da para superinvestigaciones ni nada parecido. Avisados estáis, que también sé que esto no es del agrado de todo el mundo.
Y ahora sí entramos en materia.
Al ser relatos sin relación alguna entre ellos y cuyo único nexo de unión es el detective Hazell, podemos encontrar de todo. Desde un asesinato hasta un secuestro, pasando por un caso de contrabando, algún robo o un conflicto internacional... los trenes dan para mucho, y cada vez que hay que resolver uno de estos problemas, se acude a Thorpe Hazell, residente en Netherton pero con un pisito de soltero en Londres, experto en ferrocarriles y detective aficionado. Y como pasa siempre al ser relatos, pues también hay de todo en cuanto a calidad o disfrute... algunos me han parecido más sencillotes o simplones, y otros están más currados y tienen más chicha. Además hay veces que la cosa se pone técnica, y cuando empieza a hablar de agujas, raíles, sentidos, p'alante, p'atrás... el lector tiene que esforzarse un poco para ponerse en situación y saber realmente lo que está pasando, porque si no se corre el riesgo de leer por leer y enterarte solo de cómo acaba la cosa, pero no de cómo se ha llegado hasta ahí. Particularmente reconozco que me tiran más los misterios en el interior del tren. Soy así de básica.
Si tengo que destacar algunos, me quedo con Cómo salvar una entidad bancaria, El caso de la valija diplomática alemana y El collar robado. Me parecen los más completos y complejos, que sobre todo esto último es algo que está un poco más disperso en algunos de los otros relatos. Todos son interesantes, todos se leen muy bien, pero estos tres que os comento tienen un nivel de complejidad extra que da vidilla e interés a la narración. También tiene su aquel el de La aventura de la locomotora piloto. Y me estoy dando cuenta mientras los escribo que son 4 de los 5 últimos relatos tal y como están ordenados en el libro. Si están colocados según fueron publicados en prensa, está claro que se nota mucho la mejora y la evolución entre las historias. No entro a detallaros nada específico sobre cada uno porque no debo ni puedo, pero con los títulos os hacéis una idea. El esquema de los relatos es siempre el mismo, y con saber que el caso tiene que ver con el título, que se lo encargan a Hazell y Hazell lo resuelve, ya sabéis por dónde van los tiros xD.
Y vamos con el detective.... Hazell es un detective peculiar, pero esto no es nada nuevo. Todos (o casi todos) los detectives de aquella época eran peculiares, y a veces parece una competición entre los autores a ver quién se inventaba al investigador más rarito o especial. Adoro este tipo de literatura clásica, y no podría ser así si no me encantasen los detectives extravagantes y/o con rarezas... pero tengo que reconocer que este Thorpe Hazell no me ha llegado a hacer tilín. Como investigador, sí, es de ferrocarriles, es aventurero, pero la resolución de los casos no tiene nada de especial más allá de su ambientación ferroviaria, así que su peculiaridad personal se basa en su condición de vegetariano, en su obsesión por comer sano (e inculcárselo a los demás), y sobre todo, en sus ejercicios (ah, también se disfraza... que no falte... la sombra de Sherlock siempre será alargada).
El caso es que Hazell aparentemente hace eso de cinco comidas al día tan recomendable para una alimentación adecuada, y las hace le pille donde le pille. Siempre lleva su leche y sus galletas integrales cuando se va a resolver un caso. Pero cuando digo ejercicios, me refiero a que se pone a hacer molinetes con los brazos, o flexiones, o lo que sea, justo ante de comer (para hacer bien la digestión), se bebe su leche, se come sus galletas, y nueva tanda de ejercicios (nuevamente para la digestión... o para no engordar, vaya usted a saber). Da igual que acaben de detener a un sospechoso, que estén a punto de detenerlo... cuando toca, toca, y hay que comerse y beberse las galletas y la leche y hacer molinetes. Y que queréis que os diga... la primera vez, vale. La cuarta, te hace arrugar la nariz (la décima ya ni os cuento). Todo este rollo del ejercicio y las comidas me tapaba un poco su labor como detective, así que supongo que será solo cosa mía, pero reconozco que no he congeniado mucho con Hazell.
Así que ahora viene lo peliagudo... ¿recomiendo esta lectura? Sí y no.
Si os decidís a leerlo no os vais a arrepentir: es una lectura agradable, entretenida y que se lee bien... pero salvo que os apasione muchísimo el tema de los clásicos policíacos, tampoco creo que os dé para mucho más. Es que, si soy honesta, a mí me apasiona el tema y no me ha dado para mucho más. Y eso que la perspectiva de un detective experto en ferrocarriles (para una amante de los detectives y los ferrocarriles como es mi caso) es algo así como la idea del siglo. ¿Qué podía salir mal? Pues el detective experto en ferrocarriles propiamente dicho. Creo que mi falta de conexión con el personaje es lo que ha hecho que me haya gustado sin más... no me ha emocionado.
El detective del ferrocarril es una lectura para los que, como yo, necesitan conocer todo lo que se publicó de novela policíaca clásica en su momento, y si se es un apasionado del tema, obviamente hay que acercarse a este detective y descubrirlo. Pero para quien no sea un "coleccionista" de detectives clásicos y quiera simplemente un buen libro con un buen detective, me cuesta recomendar esta recopilación de relatos por encima de otras obras de la primera mitad del siglo XX con mucha más enjundia, complejidad y trasfondo, ya no solo en el personaje en sí mismo del detective, si no en las tramas. Estos relatos se quedan un poco cortos.
Así que sí, me ha gustado, entretiene, se lee en nada y me ha resultado una lectura curiosa, pero esperaba un poco más de este detective ferroviario. Thorpe Hazell no va a pasar a mi olimpo de detectives clásicos, y mira que lo siento.
Una curiosidad antes de empezar. El autor, Victor L. Whitechurch, era clérigo de la Iglesia Anglicana. Pertenecía al Detection Club junto a los grandes de las novelas de detectives, escribió varias novelas de misterio entre otras cosas, pero era, al fin y al cabo, un clérigo (bueno, llegó a ser deán, no le quitemos rango). A mí particularmente me ha sorprendido mucho, porque por la lectura de los relatos (punto a su favor) no se deduce en absoluto (de hecho solo aparece un religioso en uno de ellos, obispo para más señas, y tampoco es que se muestre muy condescendiente con él). Iglesia y religión cero patatero, por si alguien ya conocía la profesión del autor y le echaba para atrás este tema porsiaca tenía presencia en sus escritos.
Sobre el libro en sí, hay que recalcar que no es una novela, sino diferentes casos (nueve en total) protagonizados por Hazell, que fueron publicados en dos periódicos de la época y más tarde recopilados en el volumen que hoy os traigo. Unos tienen más páginas y otros menos, pero realmente son relatos, y siendo en clave policíaca, ya podéis adivinar que tampoco da para superinvestigaciones ni nada parecido. Avisados estáis, que también sé que esto no es del agrado de todo el mundo.
Y ahora sí entramos en materia.
Al ser relatos sin relación alguna entre ellos y cuyo único nexo de unión es el detective Hazell, podemos encontrar de todo. Desde un asesinato hasta un secuestro, pasando por un caso de contrabando, algún robo o un conflicto internacional... los trenes dan para mucho, y cada vez que hay que resolver uno de estos problemas, se acude a Thorpe Hazell, residente en Netherton pero con un pisito de soltero en Londres, experto en ferrocarriles y detective aficionado. Y como pasa siempre al ser relatos, pues también hay de todo en cuanto a calidad o disfrute... algunos me han parecido más sencillotes o simplones, y otros están más currados y tienen más chicha. Además hay veces que la cosa se pone técnica, y cuando empieza a hablar de agujas, raíles, sentidos, p'alante, p'atrás... el lector tiene que esforzarse un poco para ponerse en situación y saber realmente lo que está pasando, porque si no se corre el riesgo de leer por leer y enterarte solo de cómo acaba la cosa, pero no de cómo se ha llegado hasta ahí. Particularmente reconozco que me tiran más los misterios en el interior del tren. Soy así de básica.
Si tengo que destacar algunos, me quedo con Cómo salvar una entidad bancaria, El caso de la valija diplomática alemana y El collar robado. Me parecen los más completos y complejos, que sobre todo esto último es algo que está un poco más disperso en algunos de los otros relatos. Todos son interesantes, todos se leen muy bien, pero estos tres que os comento tienen un nivel de complejidad extra que da vidilla e interés a la narración. También tiene su aquel el de La aventura de la locomotora piloto. Y me estoy dando cuenta mientras los escribo que son 4 de los 5 últimos relatos tal y como están ordenados en el libro. Si están colocados según fueron publicados en prensa, está claro que se nota mucho la mejora y la evolución entre las historias. No entro a detallaros nada específico sobre cada uno porque no debo ni puedo, pero con los títulos os hacéis una idea. El esquema de los relatos es siempre el mismo, y con saber que el caso tiene que ver con el título, que se lo encargan a Hazell y Hazell lo resuelve, ya sabéis por dónde van los tiros xD.
Y vamos con el detective.... Hazell es un detective peculiar, pero esto no es nada nuevo. Todos (o casi todos) los detectives de aquella época eran peculiares, y a veces parece una competición entre los autores a ver quién se inventaba al investigador más rarito o especial. Adoro este tipo de literatura clásica, y no podría ser así si no me encantasen los detectives extravagantes y/o con rarezas... pero tengo que reconocer que este Thorpe Hazell no me ha llegado a hacer tilín. Como investigador, sí, es de ferrocarriles, es aventurero, pero la resolución de los casos no tiene nada de especial más allá de su ambientación ferroviaria, así que su peculiaridad personal se basa en su condición de vegetariano, en su obsesión por comer sano (e inculcárselo a los demás), y sobre todo, en sus ejercicios (ah, también se disfraza... que no falte... la sombra de Sherlock siempre será alargada).
El caso es que Hazell aparentemente hace eso de cinco comidas al día tan recomendable para una alimentación adecuada, y las hace le pille donde le pille. Siempre lleva su leche y sus galletas integrales cuando se va a resolver un caso. Pero cuando digo ejercicios, me refiero a que se pone a hacer molinetes con los brazos, o flexiones, o lo que sea, justo ante de comer (para hacer bien la digestión), se bebe su leche, se come sus galletas, y nueva tanda de ejercicios (nuevamente para la digestión... o para no engordar, vaya usted a saber). Da igual que acaben de detener a un sospechoso, que estén a punto de detenerlo... cuando toca, toca, y hay que comerse y beberse las galletas y la leche y hacer molinetes. Y que queréis que os diga... la primera vez, vale. La cuarta, te hace arrugar la nariz (la décima ya ni os cuento). Todo este rollo del ejercicio y las comidas me tapaba un poco su labor como detective, así que supongo que será solo cosa mía, pero reconozco que no he congeniado mucho con Hazell.
Así que ahora viene lo peliagudo... ¿recomiendo esta lectura? Sí y no.
Si os decidís a leerlo no os vais a arrepentir: es una lectura agradable, entretenida y que se lee bien... pero salvo que os apasione muchísimo el tema de los clásicos policíacos, tampoco creo que os dé para mucho más. Es que, si soy honesta, a mí me apasiona el tema y no me ha dado para mucho más. Y eso que la perspectiva de un detective experto en ferrocarriles (para una amante de los detectives y los ferrocarriles como es mi caso) es algo así como la idea del siglo. ¿Qué podía salir mal? Pues el detective experto en ferrocarriles propiamente dicho. Creo que mi falta de conexión con el personaje es lo que ha hecho que me haya gustado sin más... no me ha emocionado.
El detective del ferrocarril es una lectura para los que, como yo, necesitan conocer todo lo que se publicó de novela policíaca clásica en su momento, y si se es un apasionado del tema, obviamente hay que acercarse a este detective y descubrirlo. Pero para quien no sea un "coleccionista" de detectives clásicos y quiera simplemente un buen libro con un buen detective, me cuesta recomendar esta recopilación de relatos por encima de otras obras de la primera mitad del siglo XX con mucha más enjundia, complejidad y trasfondo, ya no solo en el personaje en sí mismo del detective, si no en las tramas. Estos relatos se quedan un poco cortos.
Así que sí, me ha gustado, entretiene, se lee en nada y me ha resultado una lectura curiosa, pero esperaba un poco más de este detective ferroviario. Thorpe Hazell no va a pasar a mi olimpo de detectives clásicos, y mira que lo siento.
Victor L. Whitechurch nació en Chichester en 1868. Tras cursar estudios
de Teología, ocupó diversos cargos dentro de la jerarquía eclesiástica, y
en 1913 llegó a ser nombrado deán de Aylesbury. Fue autor de numerosos
escritos de carácter religioso, de una autobiografía y de una serie de
exitosas novelas de misterio, entre las que cabe destacar The Canon in Residence
(1904). Junto a G. K. Chesterton y Agatha Christie, entre otros, formó
parte del prestigioso Detection Club, y su obra fue admirada por
maestros del género como Ellery Queen o Dorothy L. Sayers.
A mí también me gusta descubrir novelas clásicas y si se van reeditando, mejor que mejor. No soy una apasionada de las historias policíacas pero creo que más por no haber encontrado muchas en la biblioteca materna que por otra cosa. Tampoco soy de relatos (parezco doña mañías ahora...) pero si coincido con este libro puede que intente leer alguno a ver qué tal. Me ha intrigado que el autor sea clérigo, lo reconozco
ResponderEliminarUn abrazo y buenos días
Oh, al principio ya me estabas convenciendo pero cuando has dicho que no te ha convencido, pues me he venido para abajo, así que de momento lo dejo pasar, si cae en mis manos le echaría un vistazo.
ResponderEliminarBesos
Yo creo que a mí 9 historias en solo 200 páginas me van a saber a poco y además veo que tampoco has quedado satisfecha del todo. Este no me lo llevo.
ResponderEliminarUn beso
Lo leí hace mucho, lo saqué de la biblioteca y me multaron porque tardé dos semanas en devolverlo y es que si, lo confieso, intenté quedármelo 😅
ResponderEliminarCómo me gustaría leerlo de nuevo 😊
Besitos 💋💋💋
Pues creo que lo dejaré pasar. Entre que son relatos y que no te h convencido, no lo veo claro.
ResponderEliminarUn beso ,)
¡Ay, al principio pintaba muy bien, pero según fui leyendo tu reseña mis ganas se desinflaron un poco! Aún así, no me negaría a leerlo si algún día cae en mis manos, por lo menos parece entretenido y me gustan ese tipo de misterios.
ResponderEliminar¡Besos!
Me atraen los detectives clásicos y las tramas policiacas, pero me tiran atrás varios puntos q has nombrado y que sea un libro de relatos,lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesitos
Ay guapa... que bien lo has reseñado y que bien reflejas tus sentimientos... mira que mientras te leía me daba ganas de saltarme mi "manía" de no leer relatos y ponerme a ello, porque me encanta conocer detectives nuevos y sus extravagancias y me gustan mucho los trenes (a mi hijo ni te cuento que con 5 años quiere ser maquinista de tren, jeje...). Peeero me echa para atrás que no estés convencida del todo, de que se te haya hecho un poco pesado en ocasiones con tanto ejercicio, jeje... así que lo dejaré pasar.
ResponderEliminarUn besazo
No sé si me animaré guapa, principalmente porque si a ti que eres una apasionada no te ha entusiasmada, a mí no sé si me convencerá. Pero me ha encantado lo original que es su detective, lo de vegetariano me ha matado...porque es raro para esa época. Y,como siempre, un gustazo leer tus divertidas impresiones.
ResponderEliminarBesitos
Ya con el nombre del detective se intuye que la cosa lo mismo no sale del todo bien. Vale, es el chiste facilón pero lo tenía que hacer, porsiaca. Vamos, que no, ya lo sabíamos pero me ha hecho mucha gracia lo de los ejercicios previos a la ingesta, me he imaginado a los del Balneario de Battle Creek, vaya usted a saber por qué. Vale, ya paro.
ResponderEliminarA mí estos clásicos la verdad que me cuestan, creo que de los leídos, el que mejor recuerdo me dejó fue El misterio de Gramercy Park.
Tú sigue pirrándote por todo lo pirrable y luego nos lo cuentas. A mí también me gusta mucho viajar en tren.
Besos
Me encantan estos títulos clásicos y desconocidos además los de esta editorial son estupendos.
ResponderEliminarAunque este en concreto no me haga salir corriendo a la librería no me importaría leerlo, un beso
Pues viendo que tampoco te ha entusiasmado mucho, lo dejo pasar, cosa que también se agradece bastante.
ResponderEliminarBesotes!!!
Nos hemos entendido perfectamente porque a medida que iba leyendo la reseña me iba desinflando un poquito, así que entiendo tus dudas a la hora de recomendar. Es que así de entrada es genial: detective rarito, vintage, ferrocarril. Es que lo tiene todo. Pero luego, eso de los casos aislados, algunos simplones, y no novela entera dentro de un tren (¡qué románticas somos!)... pues eso, que desinfla. Me ha llamado la atención esa manía nutricionista y vegetariana, para que veas que no son modas de nuestro siglo ;-) Besotes.
ResponderEliminarP.D.: Me encanta esta editorial, tiene un catálogo super excéntrico.
Yo le había echado el ojo al libro y sigo teniéndolo en la lista de posibles, a pesar de que no te haya llegado a emocianar del todo porque me interesa leer todo lo policíaco clásico que pueda. Completísima reseña :-)
ResponderEliminarNo conocía el autor, y tampoco al detective, pero aunque soy muy de clásicos lo dejo pasar que no te veo muy convencida y me has desconvencido a mi. Besinos.
ResponderEliminarCreo que la dejaría pasar pero a veces acabo leyendo cosas tan extrañas que entiendo esto de no saber si recomendar o no. Uno no sabe ni si se lo recomendaría a si mismo. Saludos
ResponderEliminarJo, la verdad es que tiene una pinta estupenda, por fuera, por dentro al ser relatos... pero claro, si esperabas algo más.... te quedas con un chafón monumental.
ResponderEliminarIndagaré por si veo alguna opinión más.
Besitos.
Hola, me encanta descubrir autores y esta historia pinta muy bien. Gracias por la recomendación.
ResponderEliminarBesos!!
Pues yo esta vez no me animo, es dificil sacarme de Poirot como para encima elegir una que no te haya entusiasmado...que yo y los detectives...jaja
ResponderEliminarUIn beso!
Me gustan los detectives clásicos, pero entre que los relatos no me convencen y los peros que nos cuentas, lo dejo pasar.
ResponderEliminarBesos.
Oye pues la historia es curiosa. No conocía nada de nada de este libro, ni siquiera conocia la editorial. Además como contiene relatos,.. como lo que me gustan. Sé que a ti no te ha hecho mucho tilín pero a mí no me importaría probar. Besos
ResponderEliminarYa sabes que me chiflan los relatos, pero viendo la estructura de estos (un misterio a resolver por el prota detective) me da que se me podría hacer un tanto repetitivo. Justo ahora ando leyendo "El poder de las tinieblas", segunda parte de la saga del célebre detective Charlie Parker (que te recomiendo encarecidamente), y me está encantando. Quitando a Holmes, que ese tiene ahí su inmortal estatus, creo que es mi personaje detective favorito.
ResponderEliminarUn beso ;)
Qué va, nunca hubiera dicho que te gustara el tema...xD No en serio, una reseña muy interesante, pero viendo que ni a ti te ha convencido el libro, yo tampoco me animo. No sé, si dijeras que son relatos complejos e inesperados, pues mira, pero así no. Eso sí, de verdad que el detective es de lo más extravagante...y para la época lo debía ser incluso más.
ResponderEliminarUn saludo,
Laura.
En esta ocasión lo voy a dejar escapar porque no lo veo tan atractivo y tampoco te veo pletórica como otras veces, jajaja.
ResponderEliminarBesos