Título original: Olalla
Autor: Robert Louis Stevenson
Editorial: Ediciones Invisibles
Traducción: Isabel Llasat
Páginas: 96
Fecha publicación original: 1885
Fecha esta edición: octubre 2019
Fecha esta edición: octubre 2019
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 13 euros
Siguiendo las recomendaciones médicas, un oficial escocés herido en
combate y que necesitará un largo período de convalecencia accede a
convertirse en el huésped de una familia que vive en un gran caserón
fortificado en un remoto rincón de España. Según le han dicho, en la
casa, muy deteriorada por el tiempo, solo vive una madre con sus dos
hijos: Felipe, de pocas luces, y Olalla, de la que apenas se sabe nada,
últimos supervivientes de esta estirpe venida a menos, víctima de los
excesos y la endogamia. Pero antes de entrar en la fortificación, el
oficial tendrá que aceptar una condición previa: deberá renunciar a
mantener cualquier tipo de relación con la familia.
Tenía este libro desde hace un tiempo en la estantería, pero como prometía ambientación gótica lo he estado reservando a propósito para estas fechas, así que os cuento un poquito sobre Olalla. Que por cierto, cuarto clásico que os traigo esta semana para Halloween, y cuarta historia contada por el narrador en primera persona. Coincidencia absoluta, no lo he hecho a propósito, pero esto demuestra que el recurso de narrar experiencias turbadoras, sobrenaturales o terroríficas en primera persona da mucho juego en la literatura gótica y de terror.
Pues, como os digo, tenemos un narrador (soldado escocés en este caso) que, tras ser herido en España, necesita de un lugar tranquilo en el que pasar sus últimas semanas de convalecencia, y su médico le recomienda una casa muy remota y aislada. Sus dueños (madre, hija e hijo), que pese a la extensa propiedad viven casi en la indigencia, también convivirán con él, pero le imponen una condición: no tener ningún trato con ellos. Se le proporcionará habitación, se le proporcionarán sus comidas y podrá pasear por los alrededores, pero nada de intentar establecer ningún tipo de relación con ellos. Pero claro, eso es fácil de pedir y complicado de llevar a cabo, así que el contacto resulta inevitable. El hijo, Felipe, es quien le recoge en un carro; extraño, algo duro de entendederas y con tendencia a arrebatos de crueldad y cólera, parece admirar mucho a nuestro soldado (de una manera un tanto atrevida para la época, diría yo). La madre, también muy extraña, posee una belleza admirable, pero siempre anda medio ida, como en otro mundo, desconectada por completo de su entorno. A quien no ve nunca por allí es a la hija, Olalla, pero algunas noches ocurren cosas extrañas en esa casa y cree que quizás ella es la causa... hasta que la conoce, se enamora perdidamente de ella y su obsesión es sacarla de allí como sea.
Stevenson entreteje la magnífica ambientación de la historia a base de puntadas precisas que van conformando un cuadro tan enigmático como atrayente. Las características de la novela gótica están por todas partes: la casa tétrica y decadente rodeada por paisajes agrestes y escarpados que acentúan la sensación de aislamiento y tosquedad; tormentas y vientos que influyen en el estado de ánimo de una manera anormal ("es el viento negro. Sientes que deberías hacer algo y no sabes qué es"); una familia que, tras siglos de endogamia e incesto en pos de la perfección genética, ha quedado reducida a unos miembros extraños y siniestros que los habitantes del pueblo cercano, temerosos de ellos, rehúyen; gritos y aullidos en la noche, salvajes y atormentados, de los que nadie parece saber nada a la mañana siguiente; un cuadro misterioso e inquietante que obsesiona al soldado; una joven hermosa y enigmática que parece querer elevarse por encima de toda esta corrupción y de la maldición que parece acarrear su familia...
Aun así, yo creo que la virtud de Olalla está precisamente en cómo se cuentan los hechos, no en los hechos propiamente dichos, porque Stevenson insinúa sin poner etiquetas, y al no hacerlo, las posibilidades que se abren ante el lector son variadas al tratar de definir qué ocurre en esa familia y el modo en que el soldado interactúa con ella. Que conste que el autor va incluso más allá de lo que otros autores de su época se atrevieron a ir en algunos comportamientos y alusiones entre personajes, pero se guarda muy mucho de que el lector tenga una comprensión total de la maldición que sufre esa familia, e incluso juega con el hecho de que su naturaleza sea sobrenatural o que su decadencia sea fruto de una enfermedad mental. Olalla no deja de referirse a su estirpe cuando se lamenta de su maldición, pero en este relato no hay que dar nada por sentado. La ambientación gótica y la excelente atmósfera que supura la historia no deben opacar los muchos hilos que, a mi parecer, pretendía ovillar el autor, y que resultan fascinantes por sí mismos.
Pero que esta familia esté formada por un tipo u otro de criaturas sobrenaturales (no seré yo la que ponga nombre a lo que no se dice explícitamente), o que simplemente muestren conductas violentas y anormales propias de su carácter endogámico y un más que probable trastorno genético (no seré yo la que diga que este es el caso), no es la única ambigüedad que predomina en la historia. La relación entre Felipe y el soldado, la relación entre Olalla y el soldado, la naturaleza de Olalla y, por curioso que parezca, la naturaleza del propio soldado, por no hablar de la señora de la casa... No es de esas lecturas que se terminan y a otra cosa; dejan al lector pensando sobre qué ha leído e intentando unir esos hilos de los que os hablaba antes.
El propio Stevenson dijo no estar muy contento con el resultado del relato debido a las dificultades de trasladar su visión original a una narrativa estándar, y fue el propio Stevenson, con estas palabras, el que probablemente propició que su relato no recibiera el reconocimiento de los entusiastas del género (menos mal que siempre hay editoriales con alma de arqueólogas literarias que no tienen miedo de excavar, indagar y recuperar). Sí, es un relato demasiado ambiguo, demasiado contenido, como para entusiasmar a quienes busquen literatura gótica de manual, y sí, el final es de esos polarizantes que no creo que sea del gusto de todo el mundo, pero precisamente esas particularidades son las que le dan personalidad y marcan la diferencia, las que le otorgan su lugar en una marabunta de historias que a veces se parecen demasiado entre ellas. Y la narración de Stevenson, por añadidura, no solo es envolvente, intensa y fascinante, sino muy visual y adelantada para su época en el modo de presentar algunas escenas. Robert Louis Stevenson era un magnífico contador de historias.
A título personal, creo que Olalla se saborea cuando se lee y se intensifica y perpetúa en el paladar conforme pasan los días; nunca se termina de ir, tiene mucho más que contar de lo que aparenta.
Los que mucho aprenden no hacen sino quedarse con la primera capa del conocimiento; entienden las leyes, conciben la dignidad del designio, pero el horror de lo real se les borra de la memoria. Somos los que convivimos con el mal los que lo recordamos, creo, y estamos advertidos y nos compadecemos.
Hola, una de mis historias favoritas de Stevenson, aunque yo no la tengo como libro independiente sino dentro de un libro de relatos que incluye también El doctor Jenkins y Míster Hyde. Besinos.
ResponderEliminarHola otra vez, MH:
ResponderEliminarYa sabes que yo lo reseñé hace unos meses. Coincido contigo en lo singular del relato, que destaca sobre los de su categoría. Por mi parte, el final que le otorga el autor es redondo. No me gustan los finales cuadrados al milímetro y estereotipados en relatos de este tipo. Creo que hasta el momento es de mis relatos favoritos del autor.
Un abrazo y enhorabuena por la reseña!!
Hola,
ResponderEliminarlo tengo apuntado desde que lo reseñó Undine pero aún no me he hecho con él, gracias por el recordatorio.
Un beso
Hola. Lo tenía apuntado pero se acaba de caer. No sabía que era tan ambiguo y no me gusta nada eso de que no me lo dejen todo claro, clarísimo. Y menos en este tipo de relatos en los que la gracia es saber qué está pasando.
ResponderEliminarSi él mismo boicoteó su obra pues así le fue. Si es que hay gente que no necesita enemigos.
Besos
Pues no sé... Me dejas con la duda esta vez. Tanta ambigüedad me asusta...
ResponderEliminarBesotes!!!
Con tu reseña me dejas pensativa, me gusta cuando una lectura no sabes por donde te llevará, intersante descubrimiento aunque ahora mismo no sea para mí =)
ResponderEliminarPues ya había leído alguna reseña de esta novela, y aunque parece inquietante, igual me animo...
ResponderEliminarUn besazo
Lo tengo en casa y lo empecé pero no logré pillarle el punto y no lo terminé.
ResponderEliminarUn beso
No sabía de 'Olalla' pese a admirar fervientemente al maestro Stevenson. Enhorabuena, y muchas gracias por todo,y en especial, por su entusiasmo.
ResponderEliminarNo sé cuándo, pero tengo claro que tarde o temprano acabaré leyéndolo. Me gustó tanto La isla del tesoro que quiero leerlo todo de Stevenson. Fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso ;)