Título original: Viajeras por el Lejano Oriente (1847-1910)
Autora: Pilar Tejera
Editorial: Casiopea
Páginas: 250
Fecha de publicación: marzo 2019
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros Diseño de cubierta: Anuska Romero y Karen Behr
«Yokohama, con su
cielo gris, su océano gris, sus casas grises y sus tejados también
grises, tiene el encanto de parecer a un tiempo vivo y mortecino», escribió la trotamundos victoriana Isabela Bird,
primera mujer admitida en la Real Sociedad Geográfica de Londres,
cuando en la primavera de 1878, arribaba a Japón tras haber embarcado en
un carguero en el puerto de San Francisco provista de su inseparable
almohada hinchable, su mosquitera, una bañera de goma, un vestido de tweed «tan apto para el frío, como para el calor», algunas medicinas, una silla de montar, libros, un cuaderno de dibujo y otro de notas.
La trotamundos Margaret Fountaine en Indochina y Camboya, Emily Innes en Malasia, Fanny Bullock Workman en Indochina, Sophia Raffles en Sumatra… Sus apasionantes vidas, están recogidas en este libro que rinde un tributo a las viajeras por el Lejano Oriente.
Pilar Tejera nos da a conocer en Viajeras por el Lejano Oriente (1847-1910) a aquellas mujeres que, ya fueran solas o acompañando a sus maridos, recorrieron esa parte del globo durante unos años en los que el contexto social y político hacía que viajar a esos países no se pareciera en nada a lo que nos supondría ahora coger un avión y plantarnos allí en unas horas. Estas mujeres fueron pioneras en el cambio de paradigma y mentalidad, sobre todo las que viajaron de motu proprio, solas y con el espíritu de los descubridores metido en el cuerpo pues, al fin y al cabo, vivieron en la era de las exploraciones, cuando el hombre completó y dibujó el mapa del mundo.
En el libro no son ni una ni dos, sino más de veinte las mujeres que plasman en sus escritos una visión particular y personal de sus vivencias, acompañados de pinturas o fotografías. No visitaban esos países como meras turistas esperando encontrar las mismas comodidades que tendrían en sus casas o en sus ciudades... no, realizaban una inmersión total, cultural y socialmente hablando, pues la mayoría viajaban con los ojos del que mira y ve por primera vez, con curiosidad y ganas de aprendizaje. A todo esto se sumaba el contexto político, el imperialismo y colonialismo británicos en los que estaban inmersas estas tierras, y en los que algunas de estas mujeres se vieron atrapadas por revueltas o guerras que, lejos de desanimarlas, las lanzaban a la exploración constante.
Pilar Tejera comienza su libro con un acercamiento al contexto político, social y comercial de la época, y explicándonos en qué circunstancias se firmaron los Tratados de Nankín de 1842 y de Tianjin en 1858, que abrieron las rutas comerciales en China y propiciaron la llegada de comerciantes y funcionarios ingleses que pretendían consolidar dichas rutas; junto a ellos llegaron las mujeres a las que se rinde tributo en Viajeras por el Lejano Oriente.
De China pasamos a Japón y de allí al Sudeste Asiático y territorios conocidos como Indochina (Sudeste Asiático Continental) y las Indias Orientales (Sudeste Asiático insular o archipiélago malayo), donde estas viajeras recorrieron islas como Java, Sumatra, Borneo, Malaca, la isla de Penang y Ceilán, entre otras.
El siglo XIX fue un periodo de grandes cambios. Los mercados se abrieron al tiempo que se abrían los países a nivel político y cultural, todo ello facilitado por los nuevos medios de transporte, las modernas embarcaciones, el ferrocarril... y una tecnología que no dejaba de crecer y asombrar al mundo, haciendo posible que el hombre occidental viajara al Oriente remoto y misterioso.
Así encontramos experiencias diversas y contradictorias, como la de Mary Watson, esposa de un capitán escocés, que acabó trágicamente; o la de Annie Brassey, que se enamoró de sus viajes por mar y con su velero visitó Japón, China, Singapur y Ceilán. Otras esposas de diplomáticos fueron la francesa Catherine Bourboulon (que viajó a Pekín y, después de una estancia de ocho años en China, realizó su vuelta por Mongolia, el desierto de Gobi, Siberia, Rusia), Mary Crawford Fraser, Charlotte Canning (que llegó hasta el Tíbet) y Alicia Ellen Neve (que recorrió el río Yangtsé en un barco de vapor). También cabe destacar a Constance Gordon Cumming (escritora y acuarelista que viajó en solitario, recorriendo la India, el Himalaya, las islas Fiyi, las Marquesas, Japón y China) o la paleobotánica y activista Marie Stopes, que viajó a Japón en misión científica.
Pilar Tejera dedica un capítulo exclusivo y de gran importancia a mujeres como la austriaca Ida Pfeiffer quien con escasos recursos, recorrió Brasil, Chile, Tahití, China, Ceilán, India, Mesopotamia, Persia y Rusia; Isabella Bird (cuya débil salud mejoraba en sus viajes) visitó el archipiélago de Hawái, el salvaje Oeste Americano, Japón, China, Malasia, el desierto del Sinaí, el Himalaya, Persia, Kurdistán, el Atlas de Marruecos... y fue la primera mujer en ser admitida como miembro de la Real Sociedad Geográfica de Londrés; Marianne North, pintora de paisajes, aves y plantas de los lugares que recorría (Arizona, Brasil, Ceilán, Chile, Australia, Tasmania, las Islas Seychelles, Malasia, Hawái, Japón, Singapur, Borneo y Java...), dejando más de 800 cuadros para los que se construyó una galería en el Jardín Botánico de Kew (Londres); Helen Caddick, escritora y fotógrafa que recorrió entre otros destinos China, Japón, India y Java; y la escritora, viajera, geógrafa, periodista y fotógrafa estadounidense Eliza Scidmore, que se enamoró de Japón y en cuyo honor se plantaron 3.000 cerezos a orillas del río Potomac.
Fueron grandes mujeres que transitaron territorios remotos en condiciones y circunstancias que, por unas u otras razones, no les resultaban nada fáciles, pues el término turismo aún no se había acuñado y debían acoplarse a los países que viajaban, y no al revés. No es mi intención hacer una reseña interminable, así que dejo que el lector descubra a las ya nombradas y a tantas otras que tuvieron igual o mayor importancia. Pilar Tejera las describe con cuidado y mimo en una edición enriquecida con numerosas y maravillosas ilustraciones y fotografías que te hacen viajar y recorrer aquella época.
En el libro no son ni una ni dos, sino más de veinte las mujeres que plasman en sus escritos una visión particular y personal de sus vivencias, acompañados de pinturas o fotografías. No visitaban esos países como meras turistas esperando encontrar las mismas comodidades que tendrían en sus casas o en sus ciudades... no, realizaban una inmersión total, cultural y socialmente hablando, pues la mayoría viajaban con los ojos del que mira y ve por primera vez, con curiosidad y ganas de aprendizaje. A todo esto se sumaba el contexto político, el imperialismo y colonialismo británicos en los que estaban inmersas estas tierras, y en los que algunas de estas mujeres se vieron atrapadas por revueltas o guerras que, lejos de desanimarlas, las lanzaban a la exploración constante.
Pilar Tejera comienza su libro con un acercamiento al contexto político, social y comercial de la época, y explicándonos en qué circunstancias se firmaron los Tratados de Nankín de 1842 y de Tianjin en 1858, que abrieron las rutas comerciales en China y propiciaron la llegada de comerciantes y funcionarios ingleses que pretendían consolidar dichas rutas; junto a ellos llegaron las mujeres a las que se rinde tributo en Viajeras por el Lejano Oriente.
De China pasamos a Japón y de allí al Sudeste Asiático y territorios conocidos como Indochina (Sudeste Asiático Continental) y las Indias Orientales (Sudeste Asiático insular o archipiélago malayo), donde estas viajeras recorrieron islas como Java, Sumatra, Borneo, Malaca, la isla de Penang y Ceilán, entre otras.
El siglo XIX fue un periodo de grandes cambios. Los mercados se abrieron al tiempo que se abrían los países a nivel político y cultural, todo ello facilitado por los nuevos medios de transporte, las modernas embarcaciones, el ferrocarril... y una tecnología que no dejaba de crecer y asombrar al mundo, haciendo posible que el hombre occidental viajara al Oriente remoto y misterioso.
Las mujeres no lo tuvieron fácil, pero lograron hacer oír su voz y perderse por regiones consideradas extremadamente inapropiadas para su frágil naturaleza. Claro que afirmaciones como esta se hacían cuando la mujer pretendía viajar por decisión propia, y no cuando se la enviaba como misionera o acompañante de su esposo expatriado.Estas viajeras o trotamundos, como las denomina Pilar Tejera, ya fueran esposas de gobernantes, funcionarios o empresarios, y otras muchas que rompieron moldes y viajaron solas (teniendo en común todas ellas el legado que dejaron mediante sus escritos, pinturas o fotografías), describieron gentes que habitaban paisajes cuya naturaleza, fauna y flora les resultaban especiales o extrañas.
Así encontramos experiencias diversas y contradictorias, como la de Mary Watson, esposa de un capitán escocés, que acabó trágicamente; o la de Annie Brassey, que se enamoró de sus viajes por mar y con su velero visitó Japón, China, Singapur y Ceilán. Otras esposas de diplomáticos fueron la francesa Catherine Bourboulon (que viajó a Pekín y, después de una estancia de ocho años en China, realizó su vuelta por Mongolia, el desierto de Gobi, Siberia, Rusia), Mary Crawford Fraser, Charlotte Canning (que llegó hasta el Tíbet) y Alicia Ellen Neve (que recorrió el río Yangtsé en un barco de vapor). También cabe destacar a Constance Gordon Cumming (escritora y acuarelista que viajó en solitario, recorriendo la India, el Himalaya, las islas Fiyi, las Marquesas, Japón y China) o la paleobotánica y activista Marie Stopes, que viajó a Japón en misión científica.
Pilar Tejera dedica un capítulo exclusivo y de gran importancia a mujeres como la austriaca Ida Pfeiffer quien con escasos recursos, recorrió Brasil, Chile, Tahití, China, Ceilán, India, Mesopotamia, Persia y Rusia; Isabella Bird (cuya débil salud mejoraba en sus viajes) visitó el archipiélago de Hawái, el salvaje Oeste Americano, Japón, China, Malasia, el desierto del Sinaí, el Himalaya, Persia, Kurdistán, el Atlas de Marruecos... y fue la primera mujer en ser admitida como miembro de la Real Sociedad Geográfica de Londrés; Marianne North, pintora de paisajes, aves y plantas de los lugares que recorría (Arizona, Brasil, Ceilán, Chile, Australia, Tasmania, las Islas Seychelles, Malasia, Hawái, Japón, Singapur, Borneo y Java...), dejando más de 800 cuadros para los que se construyó una galería en el Jardín Botánico de Kew (Londres); Helen Caddick, escritora y fotógrafa que recorrió entre otros destinos China, Japón, India y Java; y la escritora, viajera, geógrafa, periodista y fotógrafa estadounidense Eliza Scidmore, que se enamoró de Japón y en cuyo honor se plantaron 3.000 cerezos a orillas del río Potomac.
Fueron grandes mujeres que transitaron territorios remotos en condiciones y circunstancias que, por unas u otras razones, no les resultaban nada fáciles, pues el término turismo aún no se había acuñado y debían acoplarse a los países que viajaban, y no al revés. No es mi intención hacer una reseña interminable, así que dejo que el lector descubra a las ya nombradas y a tantas otras que tuvieron igual o mayor importancia. Pilar Tejera las describe con cuidado y mimo en una edición enriquecida con numerosas y maravillosas ilustraciones y fotografías que te hacen viajar y recorrer aquella época.
No siempre resulta fácil acomodarse a los hábitos de otras culturas... Menos aún cuando los hábitos y conductas ajenas atentan contra nuestra integridad moral o física. Es entonces cuando las cosas empiezan a ponerse interesantes. Muchas veces no fueron las geografías, la lejanía, la amenaza de la enfermedad o de las tribus hostiles lo que supuso el mayor obstáculo para viajar, sino simplemente el abismo cultural.
Pilar Tejera es historiadora y ha estado vinculada a la comunicación y
al periodismo de viajes durante dos décadas. En 2008 crea la comunidad www.mujeresviajeras.com y el sello editorial Ediciones Casiopea, dando respuesta a la demanda de títulos protagonizados por mujeres.
Es autora de siete libros: Casadas con el Imperio (La Esfera de los Libros), que dedicó a las inglesas que vivieron en la India Colonial Británica. Viajeras por los Mares de Sur, Reinas de la Carretera (reseña aquí), Viajeras de Leyenda, Pedaleando el Mundo, Viajeras por el Lejano Oriente y es co-autora de Todos los Caminos llevan a África, estos seis últimos, de Ediciones Casiopea.
Es autora de siete libros: Casadas con el Imperio (La Esfera de los Libros), que dedicó a las inglesas que vivieron en la India Colonial Británica. Viajeras por los Mares de Sur, Reinas de la Carretera (reseña aquí), Viajeras de Leyenda, Pedaleando el Mundo, Viajeras por el Lejano Oriente y es co-autora de Todos los Caminos llevan a África, estos seis últimos, de Ediciones Casiopea.
Hola,
ResponderEliminareste no es de mi estilo así que lo dejo pasar.
Un beso
Hola, me gustan las historias de mujeres viajeras, así que no me importaria leer estas. Besinos.
ResponderEliminarNo me gustan las historias de viajes, me canso y tengo agujetas y todo 😅😅😅 pero me encantan las novelas con mujeres intrépidas, valientes, precursoras...y a eso le sumas un reseñón como este y es imposible no llevarse el libro 😉🥰💋
ResponderEliminarHola MB, pues le regalé a mi suegra el libro que nos trajiste anteriormente de Pilar Tejera,Viajeras de leyenda, creo. Todavía no sé si le ha gustado, jeje... Pero a mí me llamó la atención...
ResponderEliminarUn besazo
Mira que me gusta el tema viajes pero leo muy pocos libros al respecto, no sé por qué, cosas raras que hacemos los lectores.
ResponderEliminarLa verdad es que tenía que ser fascinante y desde la distancia pinta bien aunque de fácil no tiene nada y debían pasarlas canutas a veces.
Me las apunto.
Besos
Este es de esos libros que me llaman la atención en cuanto los veos pero también es de esos que luego quedan relegados en la estantería años sin leer así es que como estoy muy comedida no me voy a animar.
ResponderEliminarBesos
Tengo tantos libros en la lista que uno más ya no importa. Me gustan los libros que te cuentan historias verdaderas. Tu reseña me ha recordado pelis que me encantaron: Indochina y El velo pintado. Un abrazo.
ResponderEliminarEsta vez no me tienta nada.
ResponderEliminarBesos.
Muejres valientes, sin duda. Viajar antes no es lo mismo que hacerlo en nuestros días. Un libro interesante!!!
ResponderEliminarBs.
No tiene mala pinta, me parece interesante.
ResponderEliminarBesos
Me gusta mucho esta editorial, y este libro creo que lo disfrutaría mucho. Espero hacerle un huequecito en mi estantería :-)
ResponderEliminarBesos.
No tiene mala pinta. Para intercalar entre lecturas es una buena opción. Un beso.
ResponderEliminarTiene muy buena pinta me parece súper interesante, la tendré en cuenta para más adelante.
ResponderEliminarBesotes
Tampoco soy aficionado a leer libros de viajes, como la mayoría de quienes comentan esta entrada. Sin embargo, por lo que nos comentas en tu reseña, me da la sensación de que es una lectura entretenida y diría que también didáctica. Y si a lo dicho se le añaden numerosas fotografías e ilustraciones, más interés se puede mostrar por este libro. Besos.
ResponderEliminarMe encantan los libros de viajes, pero tengo tantísimas lecturas pendientes que no sé si me animaré con esta. De momento me la anoto y ya veremos... :)
ResponderEliminarBesotes.
Una interesante e instructiva lectura por lo que veo, ahora mismo estoy metida de lleno en otro género pero no descarto nada.
ResponderEliminarBesos =)
¡Holaaa! Pues va directa a mi lista, porque me encantan estos libros de historias sobre mujeres así que nada, a aumentar mi lista. Un saludo!
ResponderEliminarMe parecen interesantes este tipo de libros porque recuperan estas cosas, pero yo soy más de novela...
ResponderEliminarEsta editorial tiene libros muy diferentes pero al final siempre se me van colando otras lecturas que me interesan más y esta vez lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarBesos