jueves, 11 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: LOS BUSCADORES DE TESOROS - Edith Nesbit


 
Título original: The Treasure Seekers
Autora: Edith Nesbit
Editorial: Toromítico
Traducción: Nuria Reina Bachot
Páginas: 208
Fecha publicación original: 1899
Fecha esta edición: noviembre 2015
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 euros
Ilustraciones de cubierta e interiores: Pilar González y Antonio Cuesta
 

Los seis hermanos Bastable —Dora, Oswald, Dicky, los gemelos Alice y Noel, y Horace Octavius, al que todos llaman H.O.— son huérfanos de madre. Desde hace tiempo saben que las cosas no van bien en casa. Han decidido hacer algo para recuperar la fortuna familiar perdida, y ensayarán todos los métodos posibles para volver a vivir como antes. Buscarán tesoros ocultos, harán de detectives, venderán los versos que hace Noel, intentarán encontrar un Generoso Benefactor, rescatar a un anciano caballero en apuros, vender vino de jerez a comisión, capturar un ladrón... Pero no saben cuántas aventuras les esperan.

Publicado originalmente en 1899, este libro inició la exitosa saga de la familia Bastable, donde se cuentan las historias de Dora, Oswald, Dicky, Alice, Noel y Horace Octavius (H. O.), y sus intentos de ayudar en casa. Tuvo su continuación con The Wouldbegoods («Los seremosbuenos», 1899) and The New Treasure Seekers («Los nuevos buscadores de tesoros», 1904), que serán publicados en esta misma colección muy pronto.
 
Cuando os hablé de Los chicos del ferrocarril hace ya unos dos años y medio, comenté que me había lanzado a buscar más libros de Edith Nesbit como si no hubiera un mañana. Y lo cumplí. De hecho el año pasado leí La ciudad mágica y mi intención era hablaros de él por aquí, pero el dichoso virus de diciembre se llevó por delante al menos seis o siete reseñas (me encantó, por cierto... muy recomendable). El caso es que sigo leyendo a Nesbit y este año le ha tocado a Los buscadores de tesoros, novela protagonizada por seis hermanos de la que os hablo ahora mismo.
 
Esta historia está narrada por uno de los seis hermanos Bastable protagonistas, y todo nos lo cuenta según lo ve y lo interpreta a su manera infantil (que ya sabemos que los adultos dan pocas explicaciones a los niños), así que el lector es quien tiene que hacerse una idea de lo que pasa en casa de esta familia, pero más o menos la situación es esta. Hasta hace muy poco tiempo el negocio de su padre funcionaba estupendamente, recibían a mucha gente en casa, tenían varios criados y, digamos, que vivían de una manera muy holgada... pero dos tragedias casi simultáneas vienen a arrasar este jardín del Edén: por un lado, fallece la señora Bastable, dejando devastados tanto a su marido como a sus hijos; por el otro, el socio del señor Bastable le ha estafado y ha huido del país con lo que se presupone el dinero de la empresa, dejándolo en la ruina, con muchas deudas y una situación muy complicada. Todo esto se traduce en que los niños Bastable no solo dejan de asistir a la escuela al no poder pagarla y se pasan el día en casa, sino que ven cómo han perdido todo lo que tenían y deciden recuperar la fortuna perdida de la casa de los Bastable como sea... y ahí es donde comienza la búsqueda de los tesoros.
 
A todo esto no os he presentado a los hermanos Bastable, y eso es de muy mala educación, así que pongo remedio: Dora es la mayor de los seis, luego viene Oswald, después Dicky, y luego es turno de los mellizos Alice y Noel. El más chiquitajo se llama Horace Octavius, un nombre que hubiese tenido mucho pedigrí en la Antigua Roma pero que por razones evidentes sus hermanos han reducido a H.O. Os decía arriba que el libro está narrado por uno de ellos pero no os he dicho por cual... es que esto es un secreto secretísimo que no estoy dispuesta a desvelar. Nada más comenzar a narrar nos avisa de que no piensa decirnos quién es para ver si los lectores lo adivinamos, y vive en en esa ilusión del anonimato toda la novela preguntándose al final si habrá conseguido lo que el mismísimo Clark Kent consiguió con unas simples gafas (bueno, esto de Clark Kent es cosa mía, obviamente). ¿Para qué le vamos a decir que se delata tropecientas mil veces a lo largo de las páginas, que no hace más que echarse flores continuamente y que en el primer capítulo ya mete la pata y nos queda clarinete quién es? Hay que dejar que la gente sea feliz con sus ilusiones, no me seáis aguafiestas. De mí no va a salir nada, soy una tumba. Mi duda es, ¿lo averiguarán los más pequeños? Estoy segura de que sí, tarde o temprano caerán del guindo porque la autora es muy graciosa (yo me he reído en varias ocasiones con sus torpes intentos de ocultación) y lo deja caer muchas, muchas veces.

Bueno, vamos con la historia propiamente dicha, que realmente consta de varios episodios continuos en el tiempo pero que se leen como miniaventuras independientes entre sí. Como digo la intención de estos niños es la de recuperar la fortuna de su familia, y hacia eso encaminan un montón de iniciativas que, como podréis imaginar, en el mejor de los casos les proporciona unas pocas monedas, y en el peor, pues algún disgusto que otro... pero ellos son incansables y siguen intentándolo. Si lo de buscar tesoros en el jardín no funciona, intentan convertirse en escritores publicados, se transforman en bandidos para desvalijar al primer infeliz que aparezca por el camino, se ponen a vender un licor apestosos al incauto que entre por la puerta, publican su propio periódico o se buscan un anciano rico al que salvar de un peligro que ellos mismos provocan para (gracias a su agradecimiento infinito) convertirse en sus futuros herederos. La imaginación es grande y unos niños en casa durante todo el día durante meses tienen mucho tiempo (demasiado) para usarla a su antojo.

Como podréis imaginar, siendo un libro infantil, los valores y esas moralejas de lo que puede ocurrir cuando haces algo que no debes están ahí, pero el estilo de Nesbit es inconfundible en este tipo de novelas y huye en dirección contraria de todo lo que tenga que ver con cursilerías y gazmoñerías. De hecho, y ya lo dije en su momento, la principal virtud de estos libros es que los niños son niños, se comportan como tal y hablan como tal (que parece poca cosa y sin embargo es muy complicado de encontrar en la literatura infantil-juvenil... la de niños espeluznantes y repelentes que nos tenemos que comer con papas en muchas ocasiones). Por eso los acompañamos en todas estas aventuras y extravagancias que salen de sus cabezas, pero también percibimos muchas cosas que están ahí, que los niños ven aunque no sepan interpretar y que no por ser sutiles son menos importantes.

De hecho, nuestro narrador-incógnita describe su vida con una nitidez apabullante sin saber que eso es precisamente lo que está haciendo: la pobreza que le rodea desde hace tiempo, los muebles rotos, las alfombras raídas, la mala y escasa comida, las tiendas a las que no pueden ir porque su padre debe dinero, la plata que salió de casa para ser pulida y que ya no ha vuelto... La muerte de su madre es una constante en toda la novela, ya nada es igual desde que ella no está, apenas hablan de ella con su padre porque él se pone muy triste y siempre relacionan las cosas bonitas de su vida anterior con la presencia materna y su amor. Pero también resulta evidente (aunque parece que estos niños no lo acusan o no le dan importancia) que el padre apenas está presente en sus vidas. No es que los tenga abandonados o que no se preocupe por ellos... los adora porque lo vemos en las pocas escenas que comparte con ellos (y casi todas de la mitad del libro en adelante), pero está superado por la situación económica de la familia, se pasa el día en Londres intentando sacar su empresa adelante tras la traición de su socio, y eso hace que estos niños estén todo el día completamente solos entrando y saliendo de su casa sin ninguna supervisión. La única figura adulta presente de una manera continua, y en la que ellos se apoyan constantemente aunque no lo hagan de manera consciente, es el tío de un vecino de su edad que vive en la casa de al lado. Este señor, escritor y que les sigue el rollo en todo momento sabedor de su complicada situación, también es quien debe reconvenirles o pararles los pies de vez en cuando si las aventuras se desmadran, e incluso es a quien acuden en situaciones de emergencia. Es la figura paterna durante buena parte del libro, y visto de manera adulta, es muy triste, porque los niños Bastable por sí mismos no se dan cuenta.

Es decir, que entre tanta aventura y jolgorio, la ambientación que subyace y percibe el lector adulto y que estos niños no ven está lejos de ser la alegría de la huerta, y en cierto momento, después de muchos intentos frustrados de ganar riquezas, el narrador dice que a los niños de los cuentos todo les sale bien y que eso no suele pasar en la vida real... pero luego se corrige porque todo se arregla al final, que para eso es un libro infantil y para eso estos niños se lo han currado toda la novela (porque son muy buenos niños, que conste). Comparando su historia con la de los libros que suele leer, dice que sus aventuras parecen sacadas de un libro de Rudyard Kipling y su final feliz de un libro de Charles Dickens, y con esto queda poco más que añadir.
Si este final se parece a los de Dickens, yo no puedo evitarlo, pues así es tal y como sucedieron las cosas. A veces, la vida real es como en los cuentos.
Y bueno, no lo iba a decir, pero lo digo. Me ha gustado la historia a pesar de la edición. Me niego a creer que este libro lo haya corregido alguien, porque no solo hay faltas de ortografía que dañan la vista (geta por jeta, por poner un ejemplo... y además dos veces), sino que no hay ni un solo diálogo con acotaciones que esté bien puntuado (ni uno), así que hay que leerlos dos veces para saber lo que te están diciendo, lo que está dentro de la acotación, lo que está fuera... Es totalmente imposible que un corrector ortotipográfico lo haya pasado por alto en todas y cada una de las páginas, así que debo asumir que no ha habido tal corrector (y si lo ha habido, pues no sé qué queréis que os diga...). Quien lleva aquí mucho tiempo sabe que siempre he sido muy guerrera en las reseñas con estas cosas, pero llevo una temporada que bastante es que me siente a reseñar como para ponerme a despotricar y quejarme, así que he bajado un poco la intensidad... pero en este caso no me da la gana, porque si esto está dirigido a un público infantil o middle grade, un público que todavía no está ducho en sortear este tipo de cosas durante una lectura y puede tener dificultades para comprender lo que está leyendo, pues apañados vamos. Hay que cuidar un poco lo que se publica.

Dicho todo esto, he disfrutado de Los buscadores de tesoros, me ha sacado la sonrisa muchas veces y me hubiese encantado leerlo siendo una chiquitaja para poder comprobar la diferencia entre la lectura infantil y la adulta... pero si me preguntáis por dónde empezar con Nesbit en su faceta infantil, os aconsejaría sin lugar a dudas hacerlo con Los chicos del ferrocarril o con La ciudad mágica. Comparada con ellos, Los buscadores de tesoros es una lectura muy entretenida, tiene sus valores morales y los niños son niños, que es algo que esta escritora conseguía de una manera maravillosa, pero se queda un paso por detrás (también es verdad que, si no estoy equivocada, es el primer libro que publicó la autora y eso también se nota). Por cierto, se anuncia en la sinopsis del libro que la editorial iba a publicar los restantes libros de la serie y ocho años después si te he visto no me acuerdo, porque no han publicado ninguno más. Porca miseria...

 


 

 
Edith Nesbit nació en Londres en 1858, en el seno de una familia numerosa y nada convencional. Cuando tenía tres años quedó huérfana de padre y eso provocó que tuviera que mudarse en diversas ocasiones, incluso fuera de Inglaterra, llevando una vida de continuo cambio. En ese periodo vivió durante tres felices años en una casa llamada Halstead Hall, en Kent —que estaba al lado de una pequeña estación de tren—, cuyos ecos encontraremos más tarde en muchos de sus libros. En 1880 se casó con Hubert Bland, activista radical con el que fundaría la Sociedad Fabiana, un grupo de filiación socialista y reformista en el que compartió amistad con G. B. Shaw, el matrimonio Webb, H.G. Wells... Su familia llevaba una vida bohemia y la propia Edith Nesbit hacía gala de indumentarias, peinados y un estilo de vida nada acordes con los tiempos. De hecho, su costumbre empedernida de fumar le provocaría un cáncer de pulmón del que moriría en Londres en 1924. 
 
Aunque su ambición era la de ser una poetisa, las necesidades económicas le hicieron dirigir su talento hacia la escritura por encargo para niños y jóvenes, en la que conseguirá enormes éxitos desde muy pronto. Con los relatos de la saga de la familia Bastable y su primer libro juvenil, The story of the treasures seekers (Los buscadores de tesoros), consiguió recursos en 1899 para trasladar a toda la familia a una antigua casa con foso, en Kent, en la que viviría durante 23 años, aunque nunca lograría una economía estable debido a su desprendida hospitalidad. Escribió novelas de terror y romance para adultos, poesía, propaganda socialista, obras de teatro y reseñas, pero hoy es conocida por los casi 60 libros escritos para y sobre niños entre 1894 y 1924, y entre los que destacan: The Story of the Treasure Seekers, Five Children and It, The Phoenix and the Carpet, The Story of the Amulet, House of Arden series, The Enchanted Castle, The Railway children... Berenice ha publicado por primera vez en español su mayor éxito, Los chicos del ferrocarril (2013) y La ciudad mágica (2014), así como Toromítico está publicando la saga de los hermanos Bastable, de los que están ya a la venta Los buscadores de tesoros y Los Seremosbuenos.

5 comentarios:

  1. Hola, aún no me he estrenado con la autora pese a que tengo Los chicos de ferrocarril apuntado tras tu reseña. A ver si lo encuentro para el reto, que aún no se que voy a leer para este apartado. Besos.

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  2. Hola querida, pues vaya "merde" lo de la correción, no solo porque no puedan llegar a entender algunos pasajes sino que si los entienden encima aprenderán a escribirlos mal... No sé si me animo con ellos, porque me da un poco de pena esa tristeza velada que aprecio en tu reseña, a pesar de que sea de aventuras.
    Un besazo

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  3. Pues vaya pena lo de la edición. Y lo que cuesta hacerle entender a un niño que en el libro la palabra está mal escrita. Que me pasó cuando mi hija era pequeña con un cuento que tenía y venga ella a insistirme en que el libro no se podía equivocar. En fin... No creo que me anime, que no creo que ya la disfrutaría, y no sé si la tendré en cuenta para recomendar, que esas malas ediciones no me gustan.
    Besotes!!!

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  4. Hola.
    Una pena esa edición sin corregir, es que clama al cielo. Solo por eso ni se me ocurre leerlo porque termino enfadándome mucho.
    Aparte de eso. Lo que me he reído con lo de Clark Kent, es que clamaba al cielo lo de las gafas, jeje. Aunque una vez una compañera se cambió de modelo de gafas y había gente que no la reconocía a simple vista, durante dos segundos despistada.
    Qué manía con dejar a los niños huérfanos y pobres en la literatura pero la verdad es que las aventuras están chulas y el libro es muy entretenido por lo que cuentas. No soy de leer este tipo de libros salvo los grandes clásicos.
    Me hubiera gustado leerlo de pequeña pero reconozco que fui una lectora tardía y me perdí muchas cosas.
    Besos

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  5. Tengo a Nesbit pendiente, qué desastre. Tenía apuntado leer primero Los chicos del ferrocarril y veo que tú también recomiendas empezar por ahí porque "Los buscadores de tesoros" es un pelín más sencilla por ser el primer libro de la autora. En cuanto a lo de la edición, creo que haces bien en avisar. Besotes.

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