lunes, 1 de mayo de 2023

RESEÑA (by MH) ::: SALVAR A MOZART - Raphaël Jerusalmy


 
 
 
Título original: Sauver Mozart
Autor: Raphaël Jerusalmy
Editorial: Navona
Traducción: José Manuel Fajardo
Páginas: 176  
Fecha esta edición: mayo 2015
Encuadernación: cartoné
Precio: 17 euros
 

“Una obra abrupta, sin concesiones. …Es como un regalo seguir día a día a este insumiso silencioso con aires de misántropo. …Un texto endiabladamente corrosivo.” Jean-Claude Lebrun, L'Humanité “… Con su tono sobrio, sarcástico y su ritmo febril, este concierto a una voz es incontestablemente un éxito.” Marianne Payot, L'Express SINOPSIS. Otto J. Steiner, austriaco, con algún ascendiente judío, está recluido en un sanatorio de Salzburgo, víctima de la tuberculosis, mientras que en el mundo exterior tienen lugar graves acontecimientos políticos. En verano de 1939, poco tiempo después del Anschluss, Steiner, melómano y hombre de gustos refinados, empieza a relatar en un diario su humillante vida de enfermo, solo y en precarias condiciones materiales, a la vez que en sus palabras se va manifestando no sólo un intenso amor por la música, sino un profundo conocimiento de ella. Se acerca el 17 de julio de 1940, día de la inauguración del Festival de Música en el Mozarteum, con la presencia de altas jerarquías nazis. Karl Böhm figura como director de la orquesta y Schneiderhan, como solista. Pero este día también es el de la venganza de Steiner, preparada con minuciosidad, solapada, sutil, contra la brutalidad y la incultura nazis. Una gratificante venganza.
Compré Salvar a Mozart hace unos años, y fue una adquisición impulsiva y por algo tan trivial y superficial como el título. Adoro a Mozart y ya está, esa fue la razón de la compra. Y podéis creerme que fue así, porque ni había oído hablar jamás del libro, ni tuve una mínima información a la que atenerme porque las ediciones de Los Ineludibles de Navona ya sabéis como son: cubierta y contracubierta prístinas, con título y autor y como mucho una faja. Pero ahí estaba en la librería, tranquilo y esperando a que alguien se lo llevase, y ese alguien fui yo... yo y mi pasión por Mozart. Desde aquel momento no he tenido la más mínima tentación de buscar sinopsis o detalles sobre la historia: igual que la compré tenía pensado leerla. No podía esperar nada porque nada sabía, y me he encontrado algo que sé que hubiese superado mis más altas expectativas (de haberlas tenido). Pero me dejo de cháchara y os comento, que diréis que a vosotros qué más os da todo esto.
 
La narración es en formato diario (lo comento porque sé que hay lectores que no gustan de esta forma de estructurar la historia, ya sean diarios o novelas epistolares... huelga decir que me parece fatal, pero bueno, cada cual con sus gustos... es broma, que habrá alguien que no me conozca y se ofenda xD). Bueno, pues eso, en formato diario; abarca entre julio de 1939 y agosto de 1940, así que si echamos cuentas comienza apenas un mes y medio antes de que estallase la Segunda Guerra Mundial. Estamos en Salzburgo (Austria), hogar de Mozart, y el autor de este diario, que jamás ha escrito antes uno, nos deja ver poco a poco su situación personal y la situación que le rodea. Habla de salones comunes, de enfermeras y enfermos, de comidas que se repiten día tras día, de pobres hombres que se llevan y no vuelven, de que no recibe cartas de nadie (y mejor que sea así por su propia seguridad), de la religión de su padre (que debe ocultar a toda costa y al que da gracias cada día por no haberle circuncidado)... Intuimos que está enfermo y en alguna especie de residencia de la que puede entrar y salir a su antojo, pero ya se irá desvelando esta parte. La otra es la música, lo único que mantiene a este hombre unido a la vida, lo único que le sostiene. Se percibe que la música clásica ha formado parte intrínseca de su vida, pero también llegaremos a eso cuando toque. El caso es que a finales de agosto comienza un festival de música clásica muy famoso, el Fetspiele, que un tal Hans le ha conseguido entradas y que cuando asiste ve de lejos al Führer, poca cosa y rodeado por cientos de soldados y personal de seguridad. Este festival se suspende de manera abrupta y sin dar muchas explicaciones, y un par de días después Alemania invade Polonia... Poco puede esperar ya de la vida nuestro protagonista, y aun así se propone dos cosas: una es redimir a Mozart y al espíritu de Salzburgo; la otra, si se pone a tiro, es matar a Hitler.
Poder matar a quien se quiera cuando se quiera. Tanta gente tiene ese poder. Los generales, los enfermeros, los conductores de tranvía que circulan demasiado deprisa. Nada hay más banal que un homicidio. Está al alcance de todo el mundo. No siempre es necesario un motivo. Más bien, un estado de ánimo. Un deseo.
Qué sencillo es este libro en apariencia por la forma en que está contado, por la claridad y franqueza con la que el protagonista plasma cada uno de sus pensamientos, miedos, sufrimientos y perspectivas a corto plazo, y por los territorios ya transitados  por los que se mueve. Y es que seguro que os habréis preguntado "¿Otro libro más ambientado durante la Segunda Guerra Mundial?". Sí, otro... pero no. Sí que es cierto que la ambientación es la que es, y que el sentimiento del protagonista durante todo el libro es de rebeldía ante lo que está ocurriendo (por lo que se plantea un objetivo que va modificándose y acomodándose a las circunstancias conforme transcurren las páginas y va teniendo unos medios u otros a su disposición), pero realmente todo eso es una gran cáscara que rodea el corazón de la historia, sus entrañas, que no son otras que el abandono, la soledad, la enfermedad, la decadencia y la erosión del ser humano conforme ve aproximarse la muerte... su muerte.
 
El protagonista, Otto Steiner, es tuberculoso, vive en un sanatorio que paga con la renta que le hacen llegar los inquilinos que viven ahora en su casa, se da algún capricho que otro cuando puede, sale también de allí cuando puede con libertad, pero todo va cambiando conforme avanza la guerra, esa guerra que todos piensan que durará solo unas semanas pero que se alarga en el tiempo. Le dicen que no sabe lo que es estar fuera, lo que está pasando, el miedo.... y a él le da igual (al menos al principio) porque los demás tampoco saben lo que ÉL está pasando. No sabe qué ha sido de la familia de su hermana (su cuñado era abiertamente judío), su hijo se fue a Palestina y no ha vuelto a saber de él, su mujer falleció hace años, solo acude a visitarlo un amigo también relacionado con la música, ve como de repente se presentan allí los de la Gestapo para llevarse a alguien sin más explicaciones (alguien de quien no se vuelve a saber nada) o porque han recibido un chivatazo y ponen todo patas arriba hasta que encuentran a quien buscan... La gente está deseosa de quedar libre de sospechas, venderían a quien fuese con tal de conseguir el favor del régimen, y él se está jugando la vida escribiendo un diario donde no se calla nada (ni sus opiniones, ni sus motes hacia Hitler ni su intención de matarlo). Si encuentran ese diario se puede dar por muerto. Aun así no tiene nada que perder, sabe que está enfermo, sabe que pronto lo subirán a la segunda planta (la de los desahuciados) y ya no habrá vuelta atrás, pero necesita un motivo para seguir viviendo, y ese motivo se lo da la música y su propósito de salvarla y rescatarla de la prisión a la que está sometida. Como dice en cierto momento, hay que proteger a Mozart de esos imbéciles.
 
Todo esto, como digo, está rodeado de una gran cáscara que tiene el rostro precisamente de esa música clásica y el uso que hace de ella el régimen de Hitler. No se dice en ningún momento, pero se puede intuir que el protagonista fue en su día crítico musical, y vive nada menos que en Salzburgo, cuna de Mozart y donde se celebra desde 1920 el Festival de Salzburgo: el Fetspiele (y se sigue celebrando en la actualidad, por cierto). El libro nos pone en ciertos antecedentes de lo que ocurrió con el festival en 1938, cuando Austria se anexionó a la Alemania nazi y Arturo Toscanini (su director de orquesta) renunció a su puesto a modo de protesta, muchos músicos tuvieron que exiliarse y el repertorio del festival se vio alterado para adaptarse a los gustos nazis. Esta es la época en la que se ambienta la historia, Steiner asiste al festival de 1939, apenas unas semanas antes de la invasión de Polonia, y ya empieza a barruntar lo que quiere hacer... lo que le gustaría hacer.
Y esa evolución se hace patente conforme avanzan las páginas. Al principio del libro se avergüenza del sitio en el que está, de sus compañeros enfermos, todos en pijama, todos existiendo sin existir, comiendo la misma comida todos los días, escuchando la radio como zombis, mirando al vacío, muertos en vida... él no se considera igual, quiere ser como los de fuera, vivir en la realidad de fuera, y todo eso cambia cuando estalla la guerra. Ya no quiere ese mundo externo, quiere quedarse dentro con su patética vida y alejarse de esa música que no reconoce como suya y que es la banda sonora actual del país. La música debería quedar al margen, no ser cómplice, y no entiende por qué la usan y prostituyen de esa manera. Salzburgo, el Mozarteum, son sagrados y han rebosado siempre amor por la música, el mismo amor que rebosa él.
Nunca había comprendido tan bien la música como desde que ya no la escucho. Desde que he sido privado de ella por la fuerza de las cosas. Pero ella tiene otros medios para hacerse oír. No necesita gramófono. Ni partituras. El genio musical es el aliento que atraviesa La flauta mágica antes incluso de que ella haya emitido un sonido. Es la espera que precede a la escucha. Es el gesto, la actitud, la emoción. Nada que ver con las notas. Me acuerdo de algunas melodías, de textos de todas las grandes óperas, en italiano, en alemán, en francés, de los nombres de los maestros y de las divas, de los aplausos. Resuenan en mi cabeza. Me baten los tímpanos. Si me arrancan la música... ¡No, eso no! No les dejaré.
En definitiva, Steiner es un hombre desahuciado que gira y gira en la vorágine de su época, siente que está vendiendo su alma y vive para el Fetspiele de 1940, el primero después del estallido de la guerra. En esa vida suya a caballo entre la miseria, la soledad y la rebeldía, nos encontramos una historia que tiene sus mayores virtudes en la ausencia de afectación, el realismo de las emociones humanas (que muchas veces no controlamos y pueden llegar a ser contradictorias según los estímulos externos que recibimos) y un entorno, una ambientación y un momento histórico que pueden parecer demasiado manidos pero que el autor se lleva a su terreno para contar una historia totalmente diferente, humana, sencilla y a un tiempo grande, muy grande en cuanto a todos los temas que toca y la sensibilidad y autenticidad con que los afronta. Una lectura muy recomendable, precisa (no le sobra ni le falta una sola página) y con una banda sonora majestuosa que te hace alistarte en el ejército particular de Steiner en pos de defender la música en general y a Mozart en particular.
 
 
 


RAPHAËL JERUSALMY. Nacido en París en 1954, es diplomado en la Escuela Normal Superior y de la Sorbona. Al acabar los estudios, se trasladó a Israel e hizo carrera dentro de los servicios de inteligencia israelíes. Actualmente ejerce de librero en Tel-Aviv, en la especialidad de libros antiguos. Es autor de La cofradía de los cazadores de libros (Navona, 2014). Salvar a Mozart ha recibido el premio Emmanuel-Roblès.

8 comentarios:

  1. Irresistible. A pesar de la enfermedad y del sanatorio (vengo del blog de Lorena, El pájaro verde, donde le digo que he sido incapaz de leer La montaña mágica por el agobio que me producen los enfermos de tuberculosos en su sanatorio de la montaña), este libro promete reflexiones y análisis sobre algo que me interesa mucho como la Segunda Guerra Mundial, los nazis en Austria, Mozart y Salzburgo... Tomo nota.
    Un beso.

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  2. Hola MH.
    Lo interesante es que para ser un libro situado en un periodo histórico tan trilladísimo es que tiene un enfoque y una historia original. Por ahí está bien pero es que a mí la guerra se me hace bola y todavía estoy recuperándome de Guerra y paz que supuso un gran esfuerzo sobre todo la segunda parte.
    Besos

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  3. Hola MH, a mi me encantan las novelas epistolares y los diarios, tal vez sea mi vena cotilla. Esta historia no la conocía y aunque no soy demasiado entusiasta de la II Guerra Mundial, esta me parece bastante original y un punto de vista desde fuera novedoso, además está la música... Me lo llevo apuntado. Besos.

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  4. Buenas noches, MH.
    Ya conoces mi pasión por la música y, por ende, por Mozart también. Estuve hace unos diez años en el famoso festival de Salzburgo, una maravilla que jamás podré olvidar. Por otro lado, el tema principal del libro es uno de los que más me interesan de la historia del XX. Puedes imaginar que este libro en algún momento caerá. ¡Muchas gracias por traerlo!.

    Un beso, y muy feliz comienzo de semana!!

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  5. Un punto de vista diferente... Me gusta leer sobre este período y esa relación con la música... ¡Y con Mozart! Me cuesta resistirme...
    Besotes!!!

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  6. La leí al poco de salir publicada y me encantó toda ella: el modo en que está contada, el personaje, la historia...
    Un beso, MH.

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  7. Hola MH, pues no sé, no sé...mira que tu reseña es muy entusiasta, y que veo que a Anabel también le gustó, pero el tema... La II GM y yo... y luego lo del hospital y los enfermos... no sé, no te digo que no porque eres tú... pero lo tendré que pensar muy mucho, ;)
    Un besazo

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  8. El título me sonaba. Me parece una mezcla de elementos muy original, aunque últimamente rehuyo este tipo de dramas. El que esté escrito en forma de diario tampoco me motiva demasiado. Aun así, me encantó la reseña.

    Un beso ;)

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