Título original: Os canibais
Autor: Álvaro do Carvalhal
Editorial: Ardicia
Traducción: Enrique Moya Carrión
Prólogo: Fernando Iwasaki
Páginas: 90
Ilustración de cubierta: Nicholas Stevenson
Un espectro deambula por este relato: el de la aristocracia, esa clase distinguida que canibaliza a sus representantes y olvida que lo ha hecho apenas los ha fagocitado. Como escribió Pedro Serra en su revelador estudio sobre el libro, Los caníbales es «la alegoría de un cuerpo político victimizado por la Historia», devorado por la burguesía. Dentro de la maquinaria implacable del capital, en «una sociedad que literaliza sus discursos figurados», parece que ya no se pueda más que comer y ser comido.
Soy una profana de la literatura portuguesa en general, y de la literatura portuguesa clásica en particular. Vamos, que esta novela ha sido mi estreno con los clásicos lusos. Y menudo estreno... todavía estoy un poco anonadada con el final de la novela. Grotesca e impactante se queda corto. Y eso en 90 escasas páginas en un libro del XIX tiene su cosa... Y hay adaptación al cine del maestro Oliveira. Me muero por ver esas escenas en imágenes... me puede la curiosidad de averiguar cómo plasmó algunas cosas en pantalla.
El caso es que si no fuese por Ardicia, por esas portadas, y porque a mí esta editorial me invita a adentrarme en terrenos que no conozco, seguramente hubiese pasado de largo. Pero el caso es que han sido ellos quienes lo han editado y desde ese momento yo ya estaba vendida. No tenía antecedentes sobre el autor, y es que me remito a lo que comento arriba. Ignorancia total sobre los clásicos de este país (no sé si solo es cosa mía, pero para lo cerca que los tenemos, sus clásicos son bastante desconocidos por aquí). Y no sé si do Carvalhal es máximo representante de su época en la literatura portuguesa, pero el autor del prólogo, Fernando Iwasaki, considera esta nouvelle como el punto de partida de la literatura fantástica ibérica del siglo XIX, y resulta obvio que él sabe más que yo, así que ahí lo dejo.
Álvaro do Carvalhal murió muy joven (solo 24 años), y eso se traduce en que apenas vio nada de su obra publicada en vida. Los caníbales fue por tanto publicada de manera póstuma en 1868, meses después de su muerte, dentro de una recopilación de relatos llamada Contos. Si tuviera que definir esta novela en una sola palabra, usaría una que ya he mencionado anteriormente: grotesca. Pero es difícil limitarla solo a eso, porque también tiene tintes de fantasía, de drama y un muy acusado humor negro que viene de la mano más insospechada: la del narrador.
Y aquí tengo que hacer un inciso, porque sé que hay lectores que no les gusta que el narrador les hable. O que el escritor les hable. O que les hablen desde el libro, sin más. Bueno, pues a esos lectores hay que avisarles que entonces este no es su libro, porque el narrador es un personaje más, que se dirige constantemente al lector, que intenta transmitirle constantemente sus puntos de vista y opiniones, que se ríe de sus protagonistas, de sus reacciones, los ridiculiza, se mofa del Romanticismo como movimiento cultural, del drama que imbuye a sus personajes, la teatralidad... Se ríe de todo y de todos. Y yo reconozco que me reí con él. No me resisto a poner un ejemplo.
Por poner en antecedentes, tenemos tres protagonistas principales: Margarida, la gran belleza de su época, virginal, amada por todos, deseada por todos, pero mujer de un único amor que solo entregará su corazón al elegido; el vizconde de Aveleda, hombre misterioso rodeado de misterio que es misterioso, misterioso, misterioso, habla siempre muy misterioso... no sé si ha quedado claro, y que obviamente es el objeto de deseo de la virtuosa Margarida; y cerrando el círculo tenemos a don João, vividor, pendenciero y calavera, que jamás en su vida se había enamorado hasta que conoció a Margarida, y como todos los díscolos de novela, se enamoran poco, pero cuando se enamoran, lo hacen de verdad. O de manera obsesiva, escójase la opción que se prefiera.
El título, Los caníbales, es muy explícito en muchos aspectos, así que no conviene destripar más de lo necesario. De hecho, al reseñar nouvelles como estas siempre cuesta un mundo no decir más de la cuenta intentando al mismo tiempo hacerle honor al libro, ya sea para bien o para mal. Sí que hay que resaltar que ese canibalismo del título puede tener muchas vertientes, y todas ellas son aplicables de un modo u otro a la historia: puede referirse al canibalismo social, a una burguesía que se estaba zampando con papas a la aristocracia; también a una sociedad narcisista y egocéntrica que devoraba desde dentro a las personas, destruyéndolas y corrompiéndolas;... o a la definición literal de canibalismo, sin más. Quién sabe. Y que esto no asuste a nadie. No hay motivo. Pero desde el luego la intención del autor no fue la de dejarnos indiferentes, y lo consigue.
La referencia argumental al mito de Don Juan es evidente, y además el autor hace múltiples alusiones a la mitología griega y a otros autores y sus obras... tenemos incluso a Dulcinea campando por estas letras portuguesas. Parecerá una tontería, pero me gusta cuando un autor cita a otros porque así sigues la línea de sus gustos, referencias y deudas literarias. En este caso es bastante patente la formación literaria de do Carvalhal, no la oculta.
Do Carvalhal fue el primer autor reconocido como fantástico en la península ibérica. Y consiguió tal reconocimiento de una manera sorprendente para un relato que apenas ocupa unas 80 o 90 páginas. La prosa es magnífica, el humor negro patente por los cuatro costados, la historia es moderna para la época sin ningún lugar a dudas... y sorprende. En muchos momentos sorprende por su adelanto, por su atrevimiento, por el descaro. Ese final es tan sumamente cínico, tan desvergonzado, que te saca hasta la sonrisa involuntaria. A mí me ha gustado mucho, pero no sé cómo encajarían la historia los lectores que sean más sensibles... yo es que soy un poco brutota :)
Se matriculó en Derecho en la Universidad de Coimbra, donde trabó amistad con José Simões Dias, João Penha y el grupo de intelectuales ligado a la revista A Folha, que conformarían la llamada «Generación del 70». En 1862 publicó el drama O castigo da vingança. A la edad de veinticuatro años se le diagnosticó un aneurisma y, consciente del poco tiempo restante, empleó sus últimos meses en preparar la edición de sus relatos.
Editorial: Ardicia
Traducción: Enrique Moya Carrión
Prólogo: Fernando Iwasaki
Páginas: 90
Fecha publicación original: 1868
Fecha esta edición: mayo de 2014
Fecha esta edición: mayo de 2014
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 14 eurosIlustración de cubierta: Nicholas Stevenson
Un espectro deambula por este relato: el de la aristocracia, esa clase distinguida que canibaliza a sus representantes y olvida que lo ha hecho apenas los ha fagocitado. Como escribió Pedro Serra en su revelador estudio sobre el libro, Los caníbales es «la alegoría de un cuerpo político victimizado por la Historia», devorado por la burguesía. Dentro de la maquinaria implacable del capital, en «una sociedad que literaliza sus discursos figurados», parece que ya no se pueda más que comer y ser comido.
Esta obra supone, por su modernidad, un caso impar dentro de la
ficción portuguesa del siglo XIX. El narrador va desmantelando
sistemáticamente la urdimbre del relato, generando así un irreverente
antitexto repleto de humor negro. En un lenguaje paródico,
entremetiéndose con habilidad entre el lector y la trama, desplaza con
maestría el foco de atención: del misterioso vizconde a la infausta
Margarida, y de esta, al controvertido don João. En 1988 el texto sirvió
de base al premiado largometraje homónimo del director Manoel de
Oliveira.
Soy una profana de la literatura portuguesa en general, y de la literatura portuguesa clásica en particular. Vamos, que esta novela ha sido mi estreno con los clásicos lusos. Y menudo estreno... todavía estoy un poco anonadada con el final de la novela. Grotesca e impactante se queda corto. Y eso en 90 escasas páginas en un libro del XIX tiene su cosa... Y hay adaptación al cine del maestro Oliveira. Me muero por ver esas escenas en imágenes... me puede la curiosidad de averiguar cómo plasmó algunas cosas en pantalla.
Álvaro do Carvalhal murió muy joven (solo 24 años), y eso se traduce en que apenas vio nada de su obra publicada en vida. Los caníbales fue por tanto publicada de manera póstuma en 1868, meses después de su muerte, dentro de una recopilación de relatos llamada Contos. Si tuviera que definir esta novela en una sola palabra, usaría una que ya he mencionado anteriormente: grotesca. Pero es difícil limitarla solo a eso, porque también tiene tintes de fantasía, de drama y un muy acusado humor negro que viene de la mano más insospechada: la del narrador.
Y aquí tengo que hacer un inciso, porque sé que hay lectores que no les gusta que el narrador les hable. O que el escritor les hable. O que les hablen desde el libro, sin más. Bueno, pues a esos lectores hay que avisarles que entonces este no es su libro, porque el narrador es un personaje más, que se dirige constantemente al lector, que intenta transmitirle constantemente sus puntos de vista y opiniones, que se ríe de sus protagonistas, de sus reacciones, los ridiculiza, se mofa del Romanticismo como movimiento cultural, del drama que imbuye a sus personajes, la teatralidad... Se ríe de todo y de todos. Y yo reconozco que me reí con él. No me resisto a poner un ejemplo.
Terminó con una carcajada estúpida. Margarida sintió miedo.
De ello, concluyo aquí, entre paréntesis, que el sistema nervioso de las señoras es más melindroso que el del lector que, evidentemente, no ve motivo para asustarse. Quizá el descubrimiento le sea de provecho a la ciencia.
El título, Los caníbales, es muy explícito en muchos aspectos, así que no conviene destripar más de lo necesario. De hecho, al reseñar nouvelles como estas siempre cuesta un mundo no decir más de la cuenta intentando al mismo tiempo hacerle honor al libro, ya sea para bien o para mal. Sí que hay que resaltar que ese canibalismo del título puede tener muchas vertientes, y todas ellas son aplicables de un modo u otro a la historia: puede referirse al canibalismo social, a una burguesía que se estaba zampando con papas a la aristocracia; también a una sociedad narcisista y egocéntrica que devoraba desde dentro a las personas, destruyéndolas y corrompiéndolas;... o a la definición literal de canibalismo, sin más. Quién sabe. Y que esto no asuste a nadie. No hay motivo. Pero desde el luego la intención del autor no fue la de dejarnos indiferentes, y lo consigue.
La referencia argumental al mito de Don Juan es evidente, y además el autor hace múltiples alusiones a la mitología griega y a otros autores y sus obras... tenemos incluso a Dulcinea campando por estas letras portuguesas. Parecerá una tontería, pero me gusta cuando un autor cita a otros porque así sigues la línea de sus gustos, referencias y deudas literarias. En este caso es bastante patente la formación literaria de do Carvalhal, no la oculta.
Do Carvalhal fue el primer autor reconocido como fantástico en la península ibérica. Y consiguió tal reconocimiento de una manera sorprendente para un relato que apenas ocupa unas 80 o 90 páginas. La prosa es magnífica, el humor negro patente por los cuatro costados, la historia es moderna para la época sin ningún lugar a dudas... y sorprende. En muchos momentos sorprende por su adelanto, por su atrevimiento, por el descaro. Ese final es tan sumamente cínico, tan desvergonzado, que te saca hasta la sonrisa involuntaria. A mí me ha gustado mucho, pero no sé cómo encajarían la historia los lectores que sean más sensibles... yo es que soy un poco brutota :)
Álvaro do Carvalhal nació en Argeriz en 1844. Mientras cursaba sus
estudios en un liceo de Braga comenzó a publicar poemas y prosas en los
periódicos locales. Durante ese periodo inició también la composición de
sus primeras «novelas», término que en adelante utilizaría siempre para
referirse a sus cuentos.
Se matriculó en Derecho en la Universidad de Coimbra, donde trabó amistad con José Simões Dias, João Penha y el grupo de intelectuales ligado a la revista A Folha, que conformarían la llamada «Generación del 70». En 1862 publicó el drama O castigo da vingança. A la edad de veinticuatro años se le diagnosticó un aneurisma y, consciente del poco tiempo restante, empleó sus últimos meses en preparar la edición de sus relatos.
Murió en Coimbra en 1868. Su
narrativa breve, de la que Los caníbales es la pieza más destacada, aparecería póstumamente ese mismo año agrupada en el volumen Contos.
Miss Hurst
Coincido totalmente contigo, para lo cerca que tenemos el país luso es un completo desconocido en muchos aspectos. La verdad es que ese final que comentas y el hecho de que no he leído nada de literatura portuguesa, lo convierte en una propuesta de lo más apetecible. Ese tipo de narrador me resulta atractivo y la extensión es muy asequible así que... Me llevo el título.
ResponderEliminarUn besin
Es que cuando me puse a leer el prólogo, que habla bastante de los clásicos portugueses del XIX, me di cuenta de que no coonocía a casi nadie (y leer a ninguno, de hecho). Vamos, desconocimiento total, y creo que es algo generalizado. Es muy cortito y se lee bien, así que si al final te decides, espero que lo disfrutes mucho. ¡Besote!
EliminarPinta bien lo que cuentas la verdad, habrá que tenerlo en cuenta.
ResponderEliminarUn beso ;)
La extensión es muy asequible, es cortito, así que si se te cruza por delante y lo lees, espero que te guste mucho. ¡Besote!
Eliminar¡Madre mía! No conocía de nada ni el libro ni el autor, pero ¡qué ganas me han entrado de leerlo! Además, a mí sí que me gusta que el autor me hable. ;-)
ResponderEliminar¡Un beso!
¡Pues entonces este es tu libro!... jajaja. El narrador habla, habla, habla... no se calla una. Espero que lo disfrutes mucho si te decides a leerlo. ¡Besote!
EliminarPues yo soy de las que no puede con los narradores que le hablan y menos todavía si es para opinar. El humor negro me causa un dilema moral porque te hace reírte de cosas que sabes que no debes reírte.
ResponderEliminarLo que me ha impresionado es la portada, me ha recordado muchísimo a lpa dibujos de un libro que tenía en preescolar, ha sido como un flashback.
Creo que de literatura portuguesa quitando alguna brasileña y brasileño, voy pegadísima.
Besos
Pues entonces ni te acerques al libro porque el narrador está constantemente opinando y riéndose de todo. Es un personaje más, habla todo el rato con el lector. El humor negro en este caso al estar referido a sus mismos personajes no llega a ser hiriente, pero sí que está muy presente todo el rato.
EliminarDe literatura portuguesa me da que vamos todos pegados, pegados, pegados... yo no he sido consciente del agujero que tengo con este tema hasta que me he puesto con este libro.
Y siiii, la portada es un poco en plan "dibuja lo que has hecho este fin d semana" y dibujas la boda de tu primo... jajaja. Pero aun así me fascina. No sé, es que las portadas de Ardicia me fascinan. Todas.
¡Besote!
Pues es verdad, si no fuese por la portada y porque es Ardicia ni me hubiese fijado... Bueno, ahora imposible olvidarse, con semejante reseña...:-))) También desconozco los clásicos portugueses, parece que sí, que lo más cercano se nos escapa, quizás porque pensemos que siempre está ahí a nuestro alcance, para más tarde.
ResponderEliminarA mí me gusta que me hablen los escritores y los narradores y hasta los personajes, me gusta mucho. Y tengo ganas de conocer al hombre misterioso, misterioso, misterioso. Pero... me da miedo el final, ¿tan bruto es? Eso sí, con semejante sentido del humor, tengo que conocer al señor do Carvalhal pero ya. Bss
P.D.: ¡Todavía no he leído "En la niebla" de Harding! Con las ganas que le tengo...
Yo no sé si es dejadez por la cercanía o simplemente ausencia de interés por la literatura de ese país (en mi caso yo creo que es un poco de todo... aparte de mis amados british, me tira mucho más leer clásicos nórdicos o del este de Europa, por muy desconocidos que sean, que portugueses. Muy mal por mi parte pero lo hago insconscientemente).
EliminarEl final es... "especial". No sé definirlo de otra manera. Sí que es un poco bruto, pero lo rebaja con ese humor negro del que hablo. Y al tiempo es raro... Es que es especialito, la verdad... jajaja. A lo mejor lo lees en un libro actual y no te llama la atención, pero en un clásico de hace 150 años sí, la verdad.
¡Estoy deseando que leas "En la niebla" para decirte lo que no me gustó!... jajaja.
¡Besote!
Pues me has dejado con ganas de acercarme a este clásico portugués.
ResponderEliminarBesos
A mí me ha gustado mucho, pero también soy consciente de que es un poco "especialito". Si al final lo lees ya contarás qué tal. ¡Besote!
EliminarNo me sonaba este libro. Y me has dejado con muchísimas ganas. Otro para la lista!
ResponderEliminarBesotes!!!
Como tu lista sea igual que la mía, necesitarás dos vidas (¡o tres!) para leerlos todos... jajaja. ¡Besote!
EliminarNo lo conocía pero con lo que cuentas me lo apunto. Besinos.
ResponderEliminarPues ya me contarás qué te parece, porque es una historia un tanto "especial".¡Besote!
EliminarAunque me encanta cuando el narrador habla con el lector, por lo que loe no es mi estilo, lo siento :/
ResponderEliminarPues nada, a por otro entonces... ¡será por libros! Con el poco tiempo que solemos tener para leer, hay que intentar leer siempre cosas que sepamos (o esperamos) que vamos a disfrutar. ¡Besote!
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