Título original: Le maître des âmes
Autora: Irène Némirovsky
Editorial: Salamandra
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Páginas: 224
Fecha publicación original: 1939
Fecha esta edición: marzo 2009
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros
Ilustración de cubierta: AKG-Images / Album
Némirovsky describe con implacable lucidez
la figura del advenedizo en el París de los años treinta, donde
poderosos señores y elegantes mujeres de mundo conviven con una corte de
vividores, menesterosos y canallas.
Dario Asfar, un
joven médico originario de Crimea, llega a Niza acompañado de su mujer y
de su hijo recién nacido. Atormentado por las deudas, Dario lucha
desesperadamente por conseguir una clientela, pero su origen levantino
sólo inspira desconfianza y rechazo. La precaria situación de su familia
lo empuja entonces a emprender el único camino que se le ofrece para
escapar de la miseria: aprovechándose del creciente auge del
psicoanálisis, Dario se transforma en terapeuta improvisado, una suerte
de charlatán dispuesto a ofrecer a los ricos burgueses el sosiego del
alma y la felicidad que tanto anhelan. Sin embargo, el éxito y la
fortuna tan ansiados tendrán para él consecuencias insospechadas.
El
trazo ligero de Némirovsky describe con implacable lucidez el París de
los años treinta, donde poderosos señores y elegantes mujeres de mundo
conviven con una corte de vividores, menesterosos y canallas que pululan
por la ciudad, conformando un mundo de mil caras fascinantes.
El maestro de almas se publicó por entregas entre mayo y agosto de 1939 en el semanario Gringoire y, teniendo en cuenta que la Segunda Guerra Mundial comenzó en septiembre de ese mismo año, estamos ante una de las últimas obras que Irène Némirovsky publicó en vida. La última fue Los perros y los lobos (publicada a finales de 1939 también en Gringoire con su nombre, y a comienzos de 1940 en la editorial Albun Michel ya con seudónimo para preservar su anonimato e intentar garantizar su seguridad). En fin, ya sabemos como terminó todo, Irène murió en agosto de 1942 en Auschwitz. Tanto Albun Michel como su familia se convirtieron en los protectores de
las hijas de Némirovsky desde el momento en que fue deportada al campo de concentración, y gracias a que salvaron la vida hemos podido tener en las manos Suite francesa... pero esa es otra historia. Hoy vengo, como os decía, a hablaros de El maestro de almas, y de verdad, tenéis que leerla. Os lo digo desde ya.
Nos vamos a Niza, años 20. Allí vive Dario Asfar junto a su mujer, que precisamente da a luz la noche en la que comienza la historia. Dario es joven, médico y muy, muy pobre. A lo largo de la narración se le describe como de tipo levantino (en cierto momento se ubica su lugar de origen en Crimea) y esos rasgos extranjeros hacen que le salga muy poco trabajo y que además muchas veces ni le paguen. Pide dinero, suplica dinero, pero nadie se lo presta. Hasta que un día le piden que haga algo éticamente cuestionable dentro de su profesión y cobra por ello una suma importante que resuelve muchos de sus problemas... y en ese momento algo se rompe dentro de Dario, comprende que es mucho más fácil ascender en sociedad, tener una buena posición y hacerse rico si no sigue los caminos morales y éticos que establece su profesión, y no lo duda ni un momento. Se traslada a París, y allí se convierte en un charlatán, un estafador y un farsante. Consigue todo aquello que andaba buscando, pero las consecuencias son inevitables por muchos años que tarden en llegar.
A ver cómo os lo digo... no he soportado ni un instante a Dario, y he disfrutado muchísimo del proceso. Sé que probablemente no será la opinión habitual sobre el personaje, que habrá quien lo compadezca, quien intente comprenderlo, quien crea que es merecedor de lástima como el miserable que es... yo no pertenezco a ese grupo, y encantada de la vida, oiga. No sé si este personaje fue creado para gustar al lector, pero sí creo que su autora vertió sobre él todo el desencanto y la decepción que sentía ante la degradación persistente e imparable del alma humana. Cada paso que Dario da lo aleja un poco más de su humanidad, sus escrúpulos, su conciencia y el respeto por sí mismo y la gente que lo rodea. Dario representa una visión muy negativa del ser humano, y Némirovsky narra su ascenso social y su equivalente descenso ético y moral de ese modo tan suyo, tan impoluto y elegante como afilado e inteligente. Es un personaje que toma decisiones cuestionables de manera consciente durante todo el libro, un inmigrante desubicado que se rinde sin apenas resistencia a ese destino al que la prejuiciosa sociedad parece abocarlo precisamente por ser extranjero con aspecto extranjero, y que en vez de luchar honradamente, de imponerse, de demostrar que es tan válido como cualquiera de esos canallas de piel blanca y reluciente, decide convertirse en un miserable sinvergüenza para destacar y elevarse.
Pero, ¿quién es Dario Asfar? Al principio un pobre hombre, desesperado por tener algo que darle de comer a su mujer y a su bebé recién nacido. Pero también esconde una oscuridad que sale a la mínima oportunidad que se le presenta y que, llegado a un determinado punto, lo envuelve absolutamente todo. Está obsesionado con el dinero, consigue su ansiado estatus social convirtiéndose en una especie de terapeuta engañabobos, pero, a pesar de la ingente cantidad de dinero que gana, siempre debe dinero. De cara a la galería es quien quiere ser, esa es la imagen que transmite, pero vive siempre por encima de sus posibilidades, endeudado, de préstamo en préstamo incluso cuando debería ser muy, muy rico, aferrándose al único sosten del prestigio para mantenerse en su tren de vida. Y encima se pasa todo el libro diciendo que lo hace por su hijo, todo por su hijo... pues no, Dario, no es verdad. Te engañarás tú, pero al lector no se la das con queso. Se convierte en un hedonista subyugado por sus deseos, sus infidelidades y sus malas compañías sin un solo remordimiento que empañe su conciencia. Él se denomina a sí mismo Master of souls, ese es el cuento chino que le vende a las frívolas señoronas parisinas, pero no, Dario no es un maestro de almas: es un ususero de almas, un especulador, y en ese proceso de abuso pierde la suya propia con el único fin de ascender, medrar y descollar. El alma a cambio de la celebridad, pero ¿se puede ser feliz sin alma?
Y todo esto que os estoy diciendo es solo, precisamente, el alma de la historia, pero apenas un esbozo de lo que se puede encontrar en su interior. Yo os cuento el proceso de degradación y deshumanización del personaje porque no se puede hablar de la novela sin hacer mención a ello, pero es solo una baldosa de todo el recorrido que supone acompañar al Dario de treinta y cinco años que vive en Niza en 1920 (pobre, desesperado pero todavía honesto) en su viaje hacia el Dario de 1936, con numerosas paradas en las que va empeñando pedazos de su alma. Es durante ese viaje donde Irène Némirovsky demuestra lo grandísima escritora que era. Por un lado tenemos el retrato social del París de los años 30, repleto de personajes arribistas, carroñeros, ruines y caraduras que conformaban un microcosmos al que todo aquel que quisiera ser alguien en sociedad quería pertenecer y del que podían surgir mil cuadros y realidades diferentes, a cada cual más asombrosa y perturbadora. Pero por otro tenemos el retrato psicológico brillante y soberbio de Dario Asfar, tan humano en sus imperfecciones, errores y tropiezos, tan realista en sus aspiraciones y ambiciones, tan auténtico cuando se pierde y ya no vuelve a ser capaz de encontrarse, que el lector es consciente de que, aun cuando su creadora cargó sobre sus espaldas una maleta llena de traición, indignidad, impudicia, desilusión y desesperanza, lo compadecía lo suficiente como para no demonizarlo.
Dario
es una suerte de Fausto que vende su alma por algo mucho más triste y
patético que el conocimiento infinito, y que está tan corrompido que se ha olvidado de cómo amar y aceptar el amor de los que le quieren. El maestro de almas es tan recomendable como cualquier obra de Irène Némirovsky, un ejemplo maravilloso del talento y genio de esta escritora y una lectura que se queda en la cabeza del lector para surgir de cuando en cuando... Dario Asfar es de esos personajes que no se olvidan, que por mucho tiempo que pase, si te preguntan por él sabes cómo empezó, lo que hizo y cómo acabó. ¿Qué mejor elogio para una autora que decirle que dio vida a un personaje que ya no vuelve a separarse del lector?
Irène Némirovsky nació
en Kiev en 1903 en el seno de una familia acaudalada que huyó de la
revolución bolchevique para establecerse en París en 1919. Hija única,
Irène recibió una educación exquisita, aunque padeció una infancia
infeliz y solitaria. Años antes de obtener la licenciatura en Letras por
la Sorbona, su precoz carrera literaria se inicia en 1921 con la
publicación del texto Nonoche chez l'extralucide en la revista bimensual Fantasio. Pero su salto a la fama se produce en 1929 con su segunda novela, David Golder,
la primera que vio la luz en forma de libro. Fue el inicio de una
deslumbrante trayectoria que consagraría a Némirovsky como una de las
escritoras de mayor prestigio de Francia, elogiada por personajes de la
talla de Jean Cocteau, Paul Morand, Robert Brasillach y Joseph Kessel.
Sin
embargo, la Segunda Guerra Mundial marcó trágicamente su destino.
Denegada en varias ocasiones por el régimen de Vichy su solicitud de
nacionalidad francesa, Némirovsky fue deportada y murió asesinada en
Auschwitz en 1942, igual que su marido, Michel Epstein. Sesenta años más
tarde, el azar quiso que Irène Némirovsky regresara al primer plano de
la actualidad literaria con el enorme éxito de Suite francesa,
su obra cumbre, descubierta casualmente por sus hijas, publicada en
2004 y galardonada a título póstumo con el premio Renaudot, entre otras
muchas distinciones. Las novelas de Irène Némirovsky, publicadas en
español por Salamandra, han sido traducidas a treinta y nueve idiomas,
demostrando el interés por una autora que se sitúa sin duda entre los
grandes escritores del siglo XX.
Hola. Qué interesante el libro que comentas. El tema del libro llama la atención. Gracias por el esfuerzo de publicarlo. Saludos cordiales.
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarNémirovsky está sin duda ente mis top de la lista de autores imprescindibles. Lo último que he leído de ella es Fuegos de otoño, una joya. El maestro de almas pinta que es dura, por la historia me llama lo que es el conflicto moral, la necesidad y supongo que de esos libros que te hace preguntarte qué hubieras hecho.
Sin duda ya imagino que ese va a ser un personajazo. Apuntada está.
Besos
Fantàstica reseña y tomo nota de que hay que leerla. Abrazos
ResponderEliminarHola, Me gusta mucho la escritora pero hace tiempo que no leo nada de ella y la novela que nos traes hoy puede ser un buen motivo para retomarla. Tomo nota. Estupenda reseña. Besos.
ResponderEliminarAy, cuánto tiempo sin reencontrarme con la autora. Lo poquito que he leído de ella me ha encantado. Me apunto este título porque ese personaje me parece que va a ser de esos que no se olvidan fácilmente. Besos
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