Autora: Mónica Gutiérrez
Editorial: Autopublicado
Encuadernación: cartoné
Diseño de cubierta: Javier Morán Pérez
Bueno al lío. ¿Qué tenemos? Pues a Natalia Castro, una gallega (botánica de profesión) que vive actualmente en Edimburgo y trabaja para la Oficina de Recuperación del Patrimonio Escocés. Justo antes de Navidad recibe el encargo de peritar el castillo de Haoth Tuath y ver qué se puede hacer para que sea más rentable y autosostenible. El dueño del castillo, Henry MacTavish, adora su hogar, pero no le llega el dinero para mantenerlo y necesita ayuda urgente. Así que allí que se presenta Natalia, y lo hace en un momento peculiar: Megan, la hermana de Henry, se casa por tercera vez en el castillo el mismo día de Navidad, y todo está lleno de preparativos, damas de honor descerebradas (weeeeeee!!!) y un ambiente festivo, hogareño y amigable en el que nuestra botánica se sumerge de cabeza sin apenas tener tiempo de pararse a pensarlo. Y por si fuera poco está el tío Archie, el fantasma del castillo, que siempre se presenta como todo un caballero vestido a la moda del siglo XIX y con el que, por alguna razón, solo pueden hablar Henry y la propia Natalia... aunque Natalia no es consciente de esta peculiaridad y no entiende cómo aparece y desaparece el tal Archie por las paredes del castillo. Creo que no hace falta contar más, ¿no? Tenemos a nuestra bella botánica, a nuestro apuesto escocés, un castillo, un fantasma, un bosque caledonio donde perderse y tardar mucho en encontrarse, una boda, la organización de la boda, los invitados singulares a la boda, los preparativos de las festividades del Yule... Una Navidad escocesa, ni más ni menos.
¿Qué más cosas tenemos? Las referencias made in Mónica que yo al menos disfruto un montón, desde Harry Potter al fantasma de Canterville, pasando por Charles Dickens y, ¡oh, pecado!, las diversas pullas a ese libro tan famoso que aburre a las ovejas llamado Los misterios de Udolfo. Y no puedo dejar de mencionar al que quizás sea el personaje más divertido de la novela, ese hombre para todo llamado Lodge que aúna en su insigne persona al típico mayordomo de Downton Abbey con la rudeza áspera y un tanto grosera de cualquier habitante que se precie de un castillo escocés. Eso quiere decir que vive por y para su jefe y que no va a dejar que ninguna hada de pacotilla venga a ponerle la vida patas arriba: si hay que interrumpir momento romántico lo interrumpe, y si tiene que escuchar detrás de las puertas no habrá ser vivo o muerto que se lo impida (en el fondo ya sabemos que es un buenazo, pero su papel lo interpreta divinamente). Más cosas. ¿Os he hablado ya del fantasma del tío Archie? ¿No? Cosa rara, porque es quizás, posiblemente, el personaje principal de la historia aunque no lo parezca a priori, pero es que me da cosilla desvelar aquí su trama... en la sinopsis se explica (no la que yo he puesto aquí, sino la de la contracubierta), pero si sois como yo y no leéis las sinopsis, abriréis el libro y os sorprenderéis con lo que le pasa al tío Archie igual que me sorprendí yo. Solo diré que esa serendipia que hace coincidir en el tiempo su enfurruñamiento y la llegada de Natalia al castillo no creo que sea fruto de la casualidad... las cosas pasan porque tienen que pasar.
A todo esto no he dicho nada tampoco del profesor Willoughby, antecesor de Natalia en su puesto de trabajo que dejó escrito un libro llamado Breve guía para mi sucesor sobre castillos y jardines. Esta guía (que de breve no tiene nada) es la Biblia de Natalia y la lleva encima allá donde va. Incluye fichas sobre monumentos y enclaves históricos que a él le parecía que merecían ser salvados del olvido y de la ruina, con especial preferencia por los bosques y los jardines. Lo que podría ser un rollo macabeo así explicado no lo es si esas fichas están escritas con encanto irónico y guasoncete lleno de anécdotas, chismes y pinceladas históricas, y la autora nos regala pequeñas perlas de esa guía a modo de introducción en cada capítulo. Ya disfruté muchísimo de este recurso en El invierno más oscuro (en aquel caso eran extractos del diario de la protagonista) y aquí he vuelto a disfrutarlo igual o más. Es que me he reído mucho, sorry, soy una facilona.
Creo que esto me está quedando lago para lo breve que es la historia, pero antes de terminar, si me lo permitís, quiero destacar algo que creo que (injustamente) pasa muy desapercibido en los libros de Mónica: la extensa documentación que hay detrás. Lo escribe todo tan bonito, acogedor y sencillo que muchas veces no se percibe el hecho de que hacer eso bien no solo es muy difícil, sino que esconde muchísima informacion que no por salpicar las páginas entre tés y chocolates calientes requiere menos trabajo y esfuerzo recabar. Si hablo concretamente de Una Navidad escocesa, no solo nos adentra en la historia de la celebración (o no celebración durante siglos) de la Navidad en Escocia y en los orígenes de las fiestas de Yule, sino que se percibe a la legua el trabajo fuera de cámara sobre la botánica de la zona de Escocia donde está ambientada la historia, las rutas turísticas de los alrededores (ya sean ciudades o sitios para visitar), las costumbres y el folclore de una comunidad con tantas tradiciones y tanto pasado como la escocesa, los eventos y personajes históricos locales... que todo eso sea ofrecido al lector en diálogos chispeantes cargados de humor o párrafos rebosantes de buen rollo y romanticismo no deben restarle ni importancia ni, sobre todo, mérito. Lo digo siempre: sencillo no es sinónimo de simple, y que una historia sea fácil de leer no quiere decir que sea fácil de escribir y dar forma. Es que hasta la oficina de rescate del patrimonio escocés ficticio que aparece en el libro está claramente inspirada (o al menos a mí me lo parece, lo mismo me estoy columpiando) en la National Trust of Scotland, una asociación sin ánimo de lucro que conserva y revaloriza monumentos y lugares de interés escoceses. Mónica lo hace suyo, obviamente, y lo reconvierte en un cuento lleno de fantasmas y chismes jugosos, pero el objetivo de la oficina donde trabaja Natalia bebe del mismo espiritu. Reconozco (y esto lo sabe su autora) que yo nunca leo sus libros por la vertiente romántica y que me fijo mucho más en otras cosas, así que bueno, cada cual a su rollo y defendiendo lo que considera más importante :)
Lo voy dejando aquí, que el espíritu navideño se me está mezclando con el [modo on] de William Wallace xD. Yo creo que cuando un escritor escribe algo pasándoselo bien, disfrutándolo y totalmente volcado en lo que está haciendo, se nota en el resultado final y lo nota el lector cuando lo tiene en las manos, y resulta evidente que Mónica se lo pasó pipa escribiendo Una Navidad escocesa. La literatura anglosajona está llena (pero llena) de historias navideñas cozy ambientadas en sus campiñas, sus pueblos pintorescos y sus Cotswolds llenos de cottages nevados. En España cuesta encontrar libros navideños de este tipo: apenas se escriben y apenas están visibles en las librerías. Si os fijáis en las recomendaciones para estas fechas de los grandes holdings editoriales, apenas escogen libros navideños a pesar de tenerlos en catálogo. Una Navidad escocesa ha venido a llenar un hueco muy vacío, abandonado y desangelado en las estanterías literarias navideñas, y tiene todo lo mejor del estilo de Mónica: la ambientación y el amor por las pequeñas cosas, talento para los diálogos y para crear una sensación de bienestar, esa capacidad de contar historias cotidianas que van de la mano con un espolvoreo de fantasía (real o figurado) y esa sensación de que estás leyendo una historia sobre gente buena que ha nacido de la imaginación de otra persona buena. He visto este libro por todas partes estas Navidades y bien que me alegro: es navideño, es divertido, tiene mucho encanto, pero a ratos también tiene ese punto de añoranza que forma parte inherente de estas fechas y de los recuerdos que todos tenemos relacionados con ellas.
Mónica Gutiérrez Artero nació en Barcelona y es licenciada en Periodismo y en Historia. Ha sido galardonada con varios premios y menciones en concursos de narrativa breve y poesía, y desde hace unos años también escribe ficción.
Es autora de otras ocho novelas: Sueño de una noche de teatro (2021), Próxima estación (2020), El invierno más oscuro (2018), Todos los veranos del mundo (2018), La librería del señor Livingstone (2017), El noviembre de Kate (2016), Un hotel en ninguna parte (2014) y Cuéntame una noctalia (2012). Todas han recibido una calurosa acogida por parte de los lectores y cuentan con más de un centenar de reseñas positivas en la red.
En la actualidad, desde su página personal (monicagutierrezartero.com) comenta lecturas, lleva a cabo actividades culturales de diversa índole y recoge las opiniones de los lectores sobre sus obras. Colabora como articulista en otros blogs e imparte un taller de novela.
Tiene muy buena pinta. Gracias por la recomendación. Un beso.
ResponderEliminarHola, me gusta mucho como escribe Mónica y este lo tengo apuntado. Quizá para la próxima Navidad. Besos.
ResponderEliminar¡Hola! Este libro ha llegado a casa el día de reyes y, aunque tenía intención de leerlo estas Navidades (en principio iba a llegar con Papá Noel, pero se retrasó un pelín jeje), he decidido dejarlo ya para las siguientes. Te leo y sé que me será una agradable lectura, y lo que sí, ya me quedo tranquila por tener esta edición en mis manos, que quería tenerla y una no sabe si más adelante podría conseguirla o no jeje. Así que lectura que pospongo para las próximas navidades, pero que sé que disfrutaré mucho... Me encanta como hablas de su autora, la conozco de este mundillo y, aunque nunca he coincidido con ella en persona, me transmite exactamente todo aquello que describes en ella. Un abrazo.
ResponderEliminarEstaba tan in love con tu reseña que me acabo de dar cuenta de que no te había dado las gracias por aquí (la mala amiga soy yo, está clarísimo). Pues nada, querida Rosa, lo que ya te he dicho, que mil gracias por el cariño que le pones a todos mis libros y por hacerte cómplice de mi sentido del humor y de todos esos guiños que me gusta sembrar en mis historias. Te agradezco muchísimo que destaques el trabajo que hay detrás de cada una de mis historias y personajes y diálogos, la documentación, el marco histórico, la dificultad... Y sí, sencillo no es sinómimo de simplón, no podría estar más de acuerdo. Mil gracias, por todo. Un besote.
ResponderEliminarTranquila que no eres la última. Yo lo he dejado para la Navidad que viene, que no se entere la autora.
ResponderEliminarLo mejor de los libros de Mónica es que no defraudan. Cuando los enfrentas ya sabes lo que hay y los escoges por eso, porque quieres sentir el calorcito y la magia y sabes que lo vas a tener.
Y si encima es Navidad, se multiplica. Lo malo es que te recuerda cuánto quieres viajar y no puedes, jeje.
Besos
PD me han traído los reyes algún libro y Papá Noel que ha vuelto a ser listísimo con La Sirenita.