lunes, 23 de junio de 2025

RESEÑAS (by MH) ::: EL CASO DE FARRIER'S LANE + EL DEGOLLADOR DE HYDE PARK - Anne Perry

 
 
Ya se os habrá olvidado, pero aparte del reto atemporal de Agatha Christie, estoy inmersa en varios más con el objetivo de leer/releer series completas en orden, como es el caso de toda la serie protagonizada por el inspector Thomas Pitt. Bueno, el caso es que no os hablo de estas novelas desde 2021. ¿Motivo? Que llegué a leer la que tocaba de la serie, me puse malísima con uno de mis virus estomacales invernales, acabé no reseñándolo porque patatas, y llegó un punto que si quería seguir adelante con esto tenía que releer ese libro para opinar en condiciones. Si no tuviese que hablar de él por aquí habría seguido sin más con el siguiente, pero si quiero cumplir con mi propósito de reseñarlos todos... pues eso. Total, que casi cuatro años después retomo este tema, y como hice ya con los últimos libros, os hablo de ellos de dos en dos, que así os doy unas pinceladas rápidas y os canso menos (en realidad solo quiero dejar constancia de la lectura).

Por cierto, que desde esa última entrada de 2021 de la que os hablo ya ha fallecido la autora, Anne Perry, así que huelga decir que las series están cerradas y ya sé exactamente lo que tengo pendiente.
 
Hoy tocan los libros trece y catorce de la serie: El caso de Farrier's Lane y El degollador de Hyde Park. ¡A por ellos!




 
Título original:
Farrier's Lane

Autora: Anne Perry
Editorial: Debolsillo
Traducción: María José Díez Pérez
Páginas: 497
Fecha de publicación original: 1993
Fecha esta edición: 2002
Encuadernación: bolsillo
Precio: descatalogado (disponible de segunda mano)
Imagen de cubierta: Mary Evans Picture Library


El juez Stafford ha sido envenenado con opio y el inspector Pitt es el encargado de investigar este crimen, asunto que cada vez se va haciendo más y más complejo, pues tropezará con una serie de tramas sentimentales entre sus amigos y conocidos, con las contradicciones de la justicia, con el antisemitismo latente en la sociedad victoriana y con las peculiaridades del mundo teatral. Y a medida que sigue investigando, el inspector Pitt irá recomponiendo una triste historia familiar...

Tal como comento arriba, El caso de Farrier's Lane es la decimotercera novela protagonizada por Thomas Pitt (cuando le dejan xD). Para situarnos temporalmente en la historia estamos en el año 1889, unos meses después de los asesinatos de Jack el Destripador, y en ella asistimos (nunca mejor dicho, porque tiene lugar en un teatro) a la muerte del juez Stafford. Thomas Pitt, que está en otro de los palcos, ve cómo el juez empieza a encontrarse mal y es testigo directo de la muerte, así que está metido en el asunto desde el principio. Pronto se descubre lo que se sospechaba, que el juez ha muerto por envenenamiento de opio, y entonces se abren tres vías de investigación: una, que todo sea cosa de su mujer, Juniper, y de un fiscal amigo del matrimonio, porque ambos están, lo que se dice, liados; dos, que todo tenga que ver con el truculento asesinato cometido en Farrier's Lane cinco años atrás y que conmocionó a la sociedad inglesa (el juez formó parte del tribunal de apelación y últimamente estaba removiendo otra vez el caso); tres, cualquier cosa diferente a las otras dos, que, como imaginaréis, no tiene mucho recorrido :).

Perry solía tocar muchos temas contemporáneos a la época en que ambientaba sus novelas, sobre todo sociales, y esta no es diferente. De hecho, el asesinato al que se hace referencia en el título, ocurrido en Farrier's Lane, y alrededor del cual gira todo la trama, se mete de lleno en el antisemitismo del Londres victoriano, que es algo que quien esté acostumbrado a leer ya no solo novelas ambientadas en esa época, sino contemporáneas a ella, ha leído de mil maneras distintas. Este asesinato no solo fue horroroso, sino con un componente considerado blasfemo que aquí no os voy a contar, y eso engendró un odio en el ciudadano de a pie que derivó en revueltas, agresiones e histerismo. Scotland Yard no quiere ni oír hablar de reabrir el caso porque las presiones que sufrieron para detener a alguien cinco años fueron brutales y el propio juicio tuvo lugar en un ambiente muy convulso, pero ¿y si todo se confirma y condenaron a la persona equivocada? Tambien se habla de la guerra del opio y las consecuencias en un Londres cada vez más lleno de adictos, de la crueldad y/o utilidad de la pena de muerte, de lo mal vistos que estaban los actores en aquella época, del oprobio social que provocaban las relaciones románticas cuando la mujer era más joven que el hombre, del movimiento del esteticismo que estaba dando sus primeros pasos en aquella época... y no quiero extenderme más, pero a la Perry no le importaba usar muchas páginas y contar lo que quería contar.
 
En esta novela hay cambios en las investigadoras aficionadas que ocupan muchas veces más paginas que el propio Pitt. Ya os lo he dicho alguna vez, que en estos libros a veces investiga hasta el perro, pero bueno, es lo que hay. No me puedo quejar de la presencia de Pitt en la novela; no es que sea omnipresente, pero comparada con otras, donde tú como lector tenías que investigar donde estaba el propio investigador porque Pitt not found, pues eso... El caso es que la hermana de Charlotte, Emily, está a punto de dar a luz y se ha ido al campo; Gracie, la criada, está orgullosísima de trabajar para el inspector Pitt pero en esta ocasión se limita a hacer su trabajo y abrir los ojos como platos ante cualquier novedad; la tía Vespasia está un poco mustia porque se ha reencontrado con un viejo amor y no nos honra demasiado con su presencia... ¿Quién quedaba entonces como novedad para investigar? ¡La madre de Charlotte! Sí, esa tan estirada que deplora que su hija se haya casado con un policía y que vive por y para seguir a rajatabla la etiqueta social... hasta ahora, claro. ¿Por qué? Porque la señora es viuda desde hace cinco años y se ha enamorado locamente de un actor judío veinte años más joven que ella que encima es un posible candidato a sospechoso (a partir de la palabra "actor" todo es malo, muy malo, para su posición social). Pero nada, que ella se ha puesto el mundo por montera y arrastra a su hija Charlotte por todo Londres para probar la inocencia de su amado. Qué paciencia tiene el pobre Pitt... xD.

¿Qué nos traemos de novelas anteriores? Pues sobre todo la subtrama de Micah Drummond, el jefe de Pitt, por dos motivos. Uno, que en un caso anterior se enamoró de una mujer involucrada en una de las investigaciones (no doy más detalles por si acaso). Esa mujer ahora es viuda pero ha caído en desgracia, así que si decide hacerla su esposa, tendría que dejar su cargo en la policía (aquí creo que debería aclarar que en el siglo XIX, muchos altos cargos dentro de Scotland Yard no se cubrían con policías, sino con caballeros y gente de la alta sociedad que pocas veces pisaban las calles para investigar nada... si Drummond se casa con una mujer caída en desgracia, pierde su posición social y por tanto ya no puede seguir en el Yard). Por otro lado, en el libro anterior, Chantaje en Belgrave Square, se introdujo el Círculo Interno (Inner Circle), una sociedad secreta de comerciantes, financieros y aristócratas que en apariencia hace el bien pero que realmente usa a sus miembros para manipular los estamentos policiales, judiciales y económicos en su propio beneficio... y ay de aquel que se niegue a plegarse a sus exigencias. Bueno, pues aquí volvemos a tener presiones de este Círculo Interno al que pertenece, muy a su pesar, Micah Drummond.

Y llegamos a la resolución... A ver, con que estéis un poco atentos a lo que estáis leyendo, en dos páginas distintas un personaje dice cosas totalmente opuestas y ya sabes que es el culpable. Sí, hay una separación de doscientas páginas y es fácil que se pase... pero si estáis en lo que estáis, de verdad que canta por soleares. La autora vuelve a postergar la conversación con un testigo crucial hasta casi la mitad del libro, cosa que no me parece lógica ni realista. Luego hay algún párrafo importante para la historia que no queda muy claro, y no sé si es cosa de la traducción o del texto original. Y soy muy tiquis, lo sé, pero me ha resultado raro que cierta familia no asocie a Charlotte y a Thomas cuando los conoce por separado usando los dos su apellido Pitt sin esconderlo. ¿No les parece raro que justo en ese momento aparezcan dos Pitt en sus vidas haciendo preguntas? Pero bueno, dejando todo esto a un lado, con estos libros perdono muchas cosas y he disfrutado de la relectura igual que cuando lo leí hace tres años. Sé que no son libros para todo el mundo, que se les podría encontrar muchas pegas y que no son perfectos, pero yo me lo paso pipa leyéndolos y aunque aquí os comente esos peros porque creo que debo hacerlo de manera objetiva, luego leyendo paso de todo eso, la verdad. ¡Y atención, que hay cameo estelar al final del libro de cierto dramaturgo irlandés que encima ayuda a resolver el caso!
 
El asesinato, por así decirlo, de Aaron Godman fue la lenta pasión judicial provocada por el miedo y la ira, pero también por el error de una nación y de lo que pretende ser el sistema judicial que practica. Que existan criminales es un triste hecho de la humanidad. Que existan leyes que, llevadas al límite, infligen un castigo irreparable a un inocente para apaciguar nuestros propios temores constituye una tragedia de un orden mucho mayor. Todos nosotros consentimos,; todos nosotros estamos involucrados.
 
 

 
 
Título original:
The Park Headsman
Autora: Anne Perry 
Editorial: Debolsillo
Traducción: Pedro Fontana 
Páginas: 448
Fecha publicación original: 1994
Fecha esta edición: octubre 2002
Encuadernación: bolsillo
Precio: descatalogado (disponible de segunda mano)
Fotografía de cubierta: @Aci/Mary Evans Picture Library


Una serie de sanguinarias decapitaciones en Hyde Park desatan el pánico en la sociedad londinense. Naturalmente, el espinoso caso recae en el recién ascendido inspector Pitt, y si no lo resuelve en un breve plazo es más que probable que eso le cueste también a él la cabeza, profesionalmente hablando. Pero ni siquiera las sutiles pesquisas de su esposa Charlotte arrojan luz sobre los siniestros sucesos. ¿Conseguirá Pitt disipar las brumas del Londres victoriano para ver la luz en uno de sus casos más difíciles y electrizantes?

Este libro lo comenzamos con algo que ya sabíamos desde el final de la novela anterior: Pitt ha sido ascendido a superintendente tras dejar su cargo Micah Drummond. ¿Qué pasa? Que estos cargos, tal y como comento arriba, no los ocupaban policías, sino caballeros y gente de la alta sociedad que no abandonaban jamás su despacho y simplemente se dedicaban a dar órdenes, codearse con las altas esferas y ejercer de jefes. Era un puesto para señores con pedigrí social, así que huelga decir que el ascenso de Pitt no ha sentado nada bien entre aquellos que hasta hace nada eran sus compañeros y sus iguales. No lo respetan, se muestran insolentes y faltones, le provocan para discutir con él... y Pitt lo entiende, pero no puede consentirlo. Aun así le hacen dudar de sí mismo y si realmente está capacitado para el puesto, y eso es lo peor de todo. Los de arriba no se lo ponen mucho más fácil porque, aunque aceptaron su ascenso por recomendación de Drummond, no le van a perdonar una, algo que resulta evidente cuando se enfrentan al caso que nos ocupa.
 
¿Cuál es ese caso? Pues todo empieza con un oficial de la Marina que aparece decapitado en una barca del Serpentine de Hyde Park, y lo que ya de por sí resulta muy complicado porque son incapaces de encontrar donde se cometió realmente el crimen, la motivación o la más mínima pista, comienza a embarullarse cuando aparecen más cadáveres con la cabeza cercenada y sin aparente relación entre ellos mientras aún vivían. Pitt siente la presión de los de arriba, la presión de sus subalternos, la presión para unirse al Inner Circle, la presión social porque los asesinatos de Jack el Destripador todavía colean y la policía está muy mal vista y la presión de no ser capaz de aguantar en el cargo si no averigua pronto la identidad de quien los periódicos ya llaman El Verdugo. Vamos, que a riesgo de hacer un chiste muy malo, está en juego la propia cabeza de Pitt, porque tiene verdugos propios para dar y tomar deseando cortársela de un tajo.
 
Bueno, lo primero es lo primero, y si estáis atentos ya os habréis dado cuenta. ¿Quién fue el/la lumbreras que decidió traducir este libro como El degollador de Hyde Park? ¿Había leído el libro? ¿Había leído al menos la sinopsis? ¿Alguien se había molestado en decirle de lo que iba? ¿Nadie relacionado con la edición y publicación de este libro tuvo la osadía (o los conocimientos necesarios) de decir en voz alta que lo que hace el asesino del libro es DECAPITAR y no DEGOLLAR... que ambas cosas NO significan lo mismo? Es que no daba crédito cuando empecé a ver el modus operandi de los asesinatos. No tienen ninguna excusa.
 
Dejando esto a un lado, en el aspecto social contemporáneo a la época tenemos nuevamente las muchas alusiones al caso irresoluto de Jack el Destripador, que lleva coleando unos cuantos libros de la serie porque fue un descrédito para Scotland Yard y se llevó por delante el respeto de la gente por el cuerpo policial; se habla de los aires anarquistas que llegaban desde Europa, del eterno conflicto con Irlanda y los atentados fenianos, de la pobreza que alcanzaba ya a millones de personas en el imperio, de la mala opinión sobre la monarquía y una reina enclaustrada desde hacía décadas con un heredero que se daba la vida padre sin hacer nada por su país... la violencia en las calles es latente y cualquier chispa puede significar la destrucción. Aun así también hay apuntes más ligeros y de cotilleo social, y ya que estamos en 1890-91, Perry introduce la riña que separó a Gilbert y Sullivan, los compositores de operetas más famosos de la época victoriana (bueno, tuvieron muchas discusiones por mil motivos, pero en la novela aparecen en el momento en que se separaron y empezaron a colaborar con otros autores... luego se reconciliaron, pero ese es otro tema).
 
Y si algo no puede faltar en estas novelas son las subtramas familiares. Con el ascenso también viene una mudanza de los Pitt a una casa más espaciosa y más acorde con sus nuevos ingresos, así que Charlotte se pasa todo el libro decidiendo el color de las paredes y peleándose con el constructor que preferiría estar recibiendo órdenes de un hombre, no de una mujer. Su madre, Caroline, prosigue con su nueva y liberada forma de vivir la vida que ya comenzó en el libro anterior gracias a su relación con un actor mucho más joven que ella y su inmersión en el mundo bohemio londinense (con las consiguientes habladurías, la más que posible caída en desgracia social y el espanto de sus hijas y su suegra... ¡lleva turbantes y vestidos que no marcan la cintura!). Emily, por su parte, ya recuperada de su parto, ahora se halla inmersa en la campaña política de Jack, su segundo marido, al Parlamento. Y aquí debo volver  a hablar del Inner Circle, que ya he nombrado arriba y que nos acompaña desde hace varios libros: una hermandad infiltrada en todos los estratos sociales con una cara visible buena (cuantiosas donaciones a causas sociales, lucha contra las injusticias, etc...) pero en la que sus miembros permanecen en la sombra, no se conocen entre ellos y tienen que estar a disposición de los que mandan para cualquier cosa que les pidan... y cuando digo cualquier cosa ES cualquier cosa, quieran o no quieran llevarla a cabo si no quieren sufrir ellos mismos las consecuencias. Pitt y Jack ya saben como se las gastan por hechos ocurridos anteriormente, a los dos les han ofrecido unirse y los dos han rechazado la propuesta, y eso puede costarles muy caro a ambos, tanto a Pitt en su trabajo como a Jack en su carrera hacia el Parlamento. Y lo del Inner Circle seguirá durante muchas entregas de la serie, ya dije en su día que era algo así como el archienemigo de Pitt a lo largo de los años.
 
Sobre la resolución, me hace muy feliz que Pitt sea el encargado exclusivo del caso, que sea él quien lo resuelva y, en fin, que no parezca que lo hace cualquiera menos él, como ocurre otras veces (aún así Perry no puede evitarlo y nos ofrece una escena final un poco tonta y muy prescindible a cargo de Charlotte y Emily porque parece que si ellas no descubren algo, no se queda tranquila). ¿Hay peros? Algunos, como siempre en estas novelas. A ver, es mi primera lectura de esta historia y he adivinado sin problemas y con mucha antelación al asesino/s (sip, lo dejo así...), pero bueno, eso no es malo per sé, me pasa con muchas novelas de este tipo. Sí que creo que se repiten mucho las escenas en las que el subjefe Farnsworth va al despacho de Pitt a gritarle que es un incompetente y que no tenían que haberlo ascendido: una bien, dos también, tres vale... pero joer, es que son un montón y se hace pesado. Y reitero una queja del libro anterior porque vuelve a pasar en este: no se entiende que Pitt se presente en casa de los sospechosos veinte veces con su nombre, y que luego Charlotte vaya a cotillear a esas casas a ver de lo que se entera también con su nombre, y que nadie, NADIE, relacione que esos dos Pitt tienen algo que ver entre ellos ni se haga preguntas al respecto. Espero que no sea la norma a partir de ahora porque no es creíble.

Aun así, siempre os lo digo: os comento estos peros porque debo hacerlo de manera objetiva que para eso estoy aquí, pero personalmente me dan bastante igual mientras leo las novelas y las sigo disfrutando mucho (bueno, "casi siempre" me dan bastante igual... yo soy mucho más de Pitt que de Charlotte, lo he dicho muchas veces, y hay cosas que bueno, en fin...).

 

Con mucha frecuencia, buena parte de ese dolor es cólera. Uno experimenta soledad, resentimiento por lo doloroso de la situación, culpa por todo aquello que uno no hizo o dijo y miedo ante la enormidad de la muerte. No se puede hacer nada contra ella. Esa cólera puede volverse contra aquellos de quienes uno debería estar más cerca. La gente suele sentirse aislada en su pérdida, como si nadie más sufriera tanto como ellos, o como si no sufrieran lo suficiente.

 

Un apunte aunque esto se alargue un poco. Jamás hago alusión en las reseñas al pasado de Anne Perry, del que tampoco voy a hablar ahora salvo para comentar una curiosidad que he descubierto al leer esta novela. El degollador de Hyde Park se publicó en 1994. Ese mismo año se estrenó Criaturas celestiales, del director Peter Jackson, donde se narraba un hecho real en el que dos adolescentes asesinaban a la madre de una de ellas. Un periodista se puso a indagar qué había sido de esas dos adolescentes (de las que no se sabía nada por aquel entonces) y descubrió que la famosa escritora Anne Perry era una de ellas. Lo hizo público, y fue entonces cuando el pasado de Perry fue expuesto al público. Hasta entonces era una autora más que se ganaba la vida escribiendo sus novelas de misterio y ya. El degollador de Hyde Park fue, por así decirlo, la última novela que Anne Perry publicó con su pasado en el anonimato. Y no solo eso, es que toda la vida que se había construido en Escocia, donde nadie sabía quien era, saltó por los aires. La tormenta mediática fue enorme, muchos compañeros escritores le dieron la espalda (otros muchos permanecieron a su lado) y aunque no creo que eso se note en obras posteriores, dejo aquí constancia por el hecho en sí mismo. 

 



Anne Perry nació en Blackheath, Inglaterra, en 1938. Su escolarización fue interrumpida en varias ocasiones por los frecuentes cambios de domicilio y sucesivas enfermedades, que la llevaron a dedicarse apasionadamente a la lectura. Su padre trabajó como astrónomo, matemático y físico nuclear. Él fue quien la animó a dedicarse a la escritura. Tardó veinte años en publicar su primer libro. Durante todo ese tiempo realizó diferentes trabajos para ganarse la vida y dedicarse a lo que realmente era su pasión: escribir. Su primera novela sobre la serie del inspector Pitt, editada en 1979, fue Los crímenes de Cater Street. Anne Perry se ha consagrado como consumada especialista en la recreación de los claroscuros, contrastes y ambigüedades de la sociedad victoriana. Su serie de novelas protagonizadas por el inspector Pitt y Charlotte, su perspicaz esposa, es seguida por millones de lectores en todo el mundo. Falleció en 2023.

1 comentario:

  1. Hola guapísima, sabía lo del pasado de Anne Perry, pero no cuándo salto la liebre... me gusta ese apunte. No creo que me ponga con esta serie. Además leí, en 2018, el número 30 de esta serie, no me preguntes por qué lo hice así, supongo que se me cruzó y como trababa de España me animé, y al releer mi reseña he visto que no me gustó mucho y menos aún la resolución así que no creo que me anime.
    Espero que cuando llegues al número 30 te guste más que a mí.
    Un besazo

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