Título original: 悪魔が来りて笛を吹く (Akuma ga kitarite fue o fuku)
Autor: Seishi Yokomizo
Editorial: Quaterni
Traducción: Eva González Rosales & Kazumi Hasegawa
Páginas: 344
Fecha publicación original: 1951
Fecha esta edición: junio 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 21,95 euros
Diseño de cubierta: Rafael Soria
El vizconde Tsubaki, sospechoso de un envenenamiento con cianuro que conmocionó a Japón (el caso Tengin-do),
se suicida tras dejarle a su hija una carta de despedida que comienza
así: « Perdóname. No puedo seguir soportando esta vergüenza y deshonra.
Si el secreto que me llevo a la tumba se hiciera público, la reputación y
el prestigio de nuestro clan caerían hasta los infiernos ».
A partir de ese momento, comienzan a sucederse los crímenes en el
entorno de la familia. Cada vez que alguien es asesinado, suena de fondo
El diablo toca la flauta, una melodía compuesta por el propio vizconde.
Un nuevo caso para Kosuke Kindaichi, el detective favorito de los japoneses,
que en esta ocasión deberá indagar en los secretos más ocultos de una
familia de antiguos aristócratas, para descubrir a un enigmático asesino
que pretende acabar con todo el clan Tsubaki.
No sabéis la ilusión que me hace tener la oportunidad de volver a hablaros de Seishi Yokomizo y su detective, Kosuke Kindaichi, y es que, para que os hagáis una idea, así terminé mi reseña la última vez que os hablé de él hace ya un par de años:
Mi única pena es que Kosuke Kindaichi
protagonizó un porrón de historias (cuando digo un porrón son muchas de
verdad... decenas) pero Quaterni no ha publicado nada sobre este personaje desde que salió este libro que hoy os traigo hace ya casi cuatro años.
No me leerán, obviamente, pero yo por si acaso imploro desde aquí un
nuevo caso de Kosuke, que he intentado estirar los tres libros todo lo
que he podido en el tiempo pero se acabó lo que se daba.
No me leerían, obviamente, pero mi ruego al universo encontró su camino y este 2023 ha sido el año del regreso de Kindaichi a las librerías españolas. ¡Aleluya! Y además con un muy buen libro, como no podía ser menos. Ya sé que por estos lares no sois muy entusiastas de la literatura asiática, y que la literatura policíaca o detectivesca tiene un tono muy diferente a lo que estamos acostumbrados en la literatura occidental, pero es que así es como debe ser y ahí radica su encanto y su idiosincrasia. A Edogawa Rampo no me atrevería a recomendarlo alegremente porque tiene un punto que no siempre entra bien, pero a Seishi Yokomizo sí os lo recomiendo encarecidamente. De hecho llevo haciéndolo desde hace años. Es más occidental en su narración aun siendo muy japonés, y se le nota la admiración por la literatura de la Golden Age británica y por los tipos de misterios que irrumpieron en la literatura en aquella época. En el caso de El diablo toca la flauta, se trata de la octava novela protagonizada por el detective Kosuke Kindaichi (si no estoy equivocada), y antes de comentar nada más os planteo la trama.
Lo he dicho muy deprisa ("plantear la trama"), pero es más complicado de lo que parece. A ver, os voy a hablar primero de un suceso que tiene lugar en enero de 1947 en una prestigiosa joyería de Tokio. Allí se presenta un hombre de unos cuarenta años con aspecto de pertenecer a la nobleza que dice ser inspector de Sanidad y que exhorta a todos los trabajadores de la joyería a tomarse una medicina porque hay un brote infeccioso... sí, habéis pensado bien: ni brote infeccioso, ni inspector de Sanidad ni medicina que valga. De las trece personas que beben de ese líquido, diez acaban muertas y la joyería desvalijada. Esto por un lado. Por el otro tenemos al vizconde Tsubaki, perteneciente a una familia aristocrática en decadencia, que desaparece dos meses después: salió de su casa sin decir adonde iba y nunca más se supo. En abril aparece un cadáver que se identifica como suyo. ¿Qué une estos dos sucesos? Que se publicaron varios retratos robot tras el robo de la joyería, y uno de ellos era idéntico al vizconde Tsubaki. Más aún, alguien anónimo de su familia fue quien hizo destacar este hecho ante la policía. Nunca se pudo probar nada porque Tsubaki tenía una coartada, pero la vergüenza ya había caído sobre él. Quizás su muerte fue un suicidio, seguramente lo fue. ¿Qué hace entonces que se reabra el caso seis meses después y que sea el detective Kosuke Kindaichi quien se haga cargo de él? Que varios familiares, entre ellos su esposa, creen haber visto al vizconde con vida. ¿Y si no está muerto? ¿Y si engañó a todo el mundo? Kosuke decide introducirse en el hogar de los Tsubaki, y es ahí donde empieza la historia... porque vaya familia se encuentra a su llegada. Y tenedlo claro: sea lo que sea que pasa aquí, es cosa de familia. Todo ocurre dentro de ella, todo queda en ella... y las muertes van a empezar a sucederse una tras otra bien pronto.
En esta novela, Yokomizo retoma la estructura de la serie de Kosuke Kindaichi, en la que asume durante toda la novela el papel de narrador y biógrafo del detective, como si este fuese una persona real y le hubiese contado sus casos al escritor para que él los publicase. Por eso, nada más empezar, Seishi Yokomizo se dirige al lector, habla con él sobre las dudas que ha tenido a la hora de publicar este caso por su carácter tan trágico y brutal, tan lleno de odio, sufrimiento y muerte... hasta el propio Kosuke dudó mucho antes de pasarle la información sobre este suceso, porque hay crímenes y crímenes, ninguno deja un poso agradable, pero estos van mucho más allá. Hasta nos lo ubica temporalmente entre otros libros publicados antes protagonizados por Kosuke, pero nada, que tenían muchos reparos... El caso es que después de tanto cargo de conciencia y tantas vueltas, tenemos el libro entre las manos, así que resulta evidente que todo esto son melindres sin más (xD) y que ambos dejan sus pesares a un lado porque, en fin... ¿a quién no le va a gustar un buen libro sobre una familia, sus secretos, sus miserias, sus recelos y sus venganzas... todo regado con mucho misterio y unos cuantos asesinatos? ¿A quién, eh?
Ya os digo arriba que este libro es cosa de familia, y es que Seishi Yokomizo despliega ante el lector un sinfín de personajes que o tienen algo que ocultar, o parecen sospechosos o no se sabe muy bien de qué palo van. Todos y cada uno con una personalidad muy marcada (para bien y para mal), todos ellos con secretos, unos con muchas ganas de agradar y ayudar y otros muy molestos de manera muy evidente ante la intrusión de gente ajena al círculo familiar. Dejando a un lado al cabeza de familia, el vizconde Hidebuke Tsubaki, que ya sabemos que comienza el libro fallecido (o no... eso tratamos de dilucidar), tenemos a su esposa, Akiko, hermosa, superficial e hipocondríaca; a su hija, Mineko, de diecinueve años, que es quien acude a Kosuke en busca de ayuda; al tío de Akiko, el conde Tamamushi, creepy, arrogante y muy desagradable; a Kikue, la jovencísima amante del conde; al hermano de Akiko, Toshihiko, su mujer Manako y el hijo de ambos, Kazuhiko, de veintiún años; a Totaro Mishima, ayudante del vizconde, que se ha quedado con la familia a pesar de haber muerto su patrón; Tane, criada; Shino, también sirvienta; y un médico, Jyusuke Mega, que en apariencia trata a Akiko de sus afecciones nerviosas pero que pasa en esa casa más tiempo del normal y pinta también más de lo normal. Todas (o casi todas) estas personas son sospechosas en esta historia en algún momento, y unas cuantas de ellas no van a llegar vivas al final de la novela. Todos dudan de todos, se odian, se mienten, se vigilan, se tienen miedo... A este respecto no os voy a contar nada más salvo que el primer asesinato es de los clasificados como de habitación cerrada, que además era de esos que al autor le gustaba mucho introducir en sus historias y que son muy habituales en este tipo de novelas.
¿Qué os puedo contar sobre Kosuke Kindaichi que no os haya dicho ya? Pues que sigue igual que siempre: mal vestido, siempre despeinado, con pinta zarrapastrosa, tartamudeando sin parar y repartiendo caspa por doquier cada vez que se rasca la cabeza con fruición cuando está pensando o no encuentra explicación a algo. Es un tipo curioso, de esos que muchas veces provoca rechazo en los demás personajes cuando estos son de buena familia (lo que suele ser casi siempre)... pero es inteligente, muy muy inteligente, y sabe leer a las personas y sus motivaciones. Por eso a estas alturas de su trayectoria ficticia ya es famoso en Japón gracias a la resolución de crímenes muy complicados y muy cruentos, y la gente acude a él buscando ayuda. Es un hombre perezoso, aunque parezca lo contrario cuando está en plena actividad detectivesca, y por eso vive en una habitación de hotel donde no tiene que hacer nada y lo tienen a cuerpo de rey. Es una especie de Sherlock Holmes, famoso como detective en su tierra, consejero de la policía nipona, observador, con muchas manías y peculiaridades, con una persona que narra sus casos por él... pero al mismo tiempo es muy diferente. No podía ser menos, son dos culturas muy distintas, pero las fuentes están ahí y son evidentes. Y en esta novela, afortunadamente, volvemos a contar con él a tiempo completo después de su presencia casi testimonial en Yatshuhaka-Mura, así que todo bien.
En fin, que en El diablo toca la flauta tenemos un poco de todas esas características inherentes a la obra de este autor (al menos la que yo he leído, que son ya cuatro o cinco libros) y que la hacen muy reconocible: un clan familiar en el que no solo hay muchos personajes sino que ninguno parece limpio del todo, ninguno parece capaz de librarse de la sospecha y desconfías hasta del más inocente en apariencia porque no sabes por donde va a saltar la liebre; entre todos ellos se palpa la tensión, la desconfianza, los rencores y todos los viejos asuntos no resueltos que cortan el aire tensionado como un cuchillo; una ambientación de posguerra que se palpa en pequeños detalles (racionamiento, el nuevo orden social, cortes de luz... o cuando se mencionan de pasada a los refugiados y los ataques aéreos) y en otros detalles más fotográficos, como ruinas y edificios todavía sin reconstruir; la atmósfera supersticiosa y heredada de muchas generaciones también está siempre muy presente, y en esta novela se introduce además una sesión de geomancia que tendrá su importancia en la historia; y, aunque casi toda la novela transcurre dentro de la mansión Tsubaki y se pierde esa atmósfera rural, aislada y supersticiosa de comunidad cerrada de otras novelas, seguimos teniendo una atmósfera opresiva en la que casi tocas con las manos todo lo que esa familia sabes que no dice y que finalmente acabará saliendo a la luz.
En fin, que un gustazo leer una vez más a Seishi Yokomizo y su Kosuke Kindaichi. ¿He adivinado la identidad del culpable? Sí, no os voy a mentir. ¿He tenido suerte? Probablemente, aunque no creo que sea evidente hasta cierto punto avanzado en la trama (de todos modos son ya muchos libros de este tipo a las espaldas). ¿Me ha importado? Nada, ni una pizca, ni una pizca de una pizca xD. Ni uno solo de sus libros me ha defraudado, y me encantan estas familias que construye tan raras, excéntricas y disfuncionales. Kosuke suele entrar en sus dominios como un elefante en una cacharrería, y acaba tirándolo todo hasta que encuentra un hilo del que tirar... aunque también es cierto que de que quiere resolver ese hilo muere hasta el apuntador. Sus novelas no son precisamente tacañas en asesinatos, casi siempre van como mínimo (de ahí p'arriba) de dos en dos, como los Petit-suisse, pero oiga usted, nobody is perfect. Ni siquiera Kosuke Kindaichi. Si se le mueren siempre varios personajes no será porque no le pone empeño xD.
Postdata (me estoy aficionando a estos finales de reseña xD). ¿De dónde viene el título? Pues de una pieza que el propio vizconde Tsubaki compuso justo antes de desaparecer, y que en esta novela suena en los momentos más... siniestros. Es una pieza que se define así en el libro: un alarido del diablo expresado a través del sonido de la flauta; es una melodía sangrienta, diabólica y maldita. En fin, que tiene su por qué en la trama, así que lo dejo aquí.
Seishi Yokomizo
(1902-1981) fue un famoso escritor de novelas detectivescas y de
misterio que vivió uno de los periodos más interesantes de Japón (la
época
antes a la II.G.M. y la posterior). De niño era lector de novelas de
misterio. Siendo todavía muy joven, con veinte años, publicó su primera
obra en la revista “Shin Seinen”. Siempre tuvo claro que su género
literario era el policiaco, su primera novela fue Onibi.
Durante
la Segunda Guerra Mundial tuvo grandes dificultades para continuar su
labor de escritor por las condiciones de tal coyuntura. El éxito vendría
después de la guerra, cuando publicó sus obras en la revista Kōdansha, publicación que sigue funcionando en la actualidad.
Estudió farmacia en la Universidad de Osaka pensando dedicarse al negocio familiar pero otro escritor, Edogawa Ranpo, le animó a que siguiera escribiendo. También trabajó en un banco. Estuvo enfermo de tuberculosis,
de hecho su primera novela la escribió estando casi tuberculoso
(durante su convalecencia en las montañas de Nagano). Su tumba se
encuentra en el cementerio Seishun-en de Kawasaki (Kanagawa).
El
premio Yokomizo Seishi, como su nombre indica, es un galardón en honor
de tan señero escritor y está dotado con un importe de diez mil yenes,
se concede a la mejor novela de misterio.
Muchas de sus obras se han llevado al cine. Se le considera el escritor
de novelas de misterio más famoso de Japón. El estreno en el cine de
“El clan Inugami” en 2006 fue uno de los más exitosos que se recuerdan.
Hola guapísima, me leí Gokumon-To recomendado por Anabel Samani, no sé si recuerdas que no llegué a tiempo de usarlo en la primera edición del reto... pero me encanta saber que hay otra novela de este autor por ahí... Apuntado queda.
ResponderEliminarUn besazo
Hola, apuntadisima me la llevo, yo de este autor he leído ya tres novelas y soy fan de Kindaichi, además me viene muy bien para el reto de autores de la A a la Z de Marisa. Besos.
ResponderEliminarPues bien apuntadito me lo llevo, que me has tentado con esta lectura.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola! En estos últimos años, he empezado a amar la literatura japonesa y al ver que esta lectura tiene todo lo que me gusta, no dudaría en leerla. Gracias por la reseña. ¡Besos!
ResponderEliminarDel autor he leído "Gokumon-To" y "Asesinato en el Honjin y otros relatos" y me encanta; esta novela que nos traes y "El pueblo de las ocho tumbas" tengo que leerlas :-)
ResponderEliminarUn beso y gracias por la reseña :-)
Sin duda es algo curioso el hecho de que la literatura japonesa, dentro especificamente del ámbito de la novela llegue a España. Otras temáticas japonesas de dentro del ambito de la filosofía, y de la religión si tienen amplia demanda y arraigo. Por tanto este escritor con su libro, y la saga que el protagonista del mismo lleva a sus espaldas, debe de ser sumamente entretenido, de lectura ágil e interesante. Aunque desde luego, como comentas también parece tener la narrativa un cierto deje, a entresijos típicos europeos, aunque ambientado en Japón. Una lectura interesante. Gracias por darnosla a conocer. La lectura japonesa siempre es interesante.
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