Título original: يوميات نائب في الأرياف (Yowniiat naa'b fî al-Ariaf)
Autor: Tawfiq Al-Hakim
Editorial: Ediciones del viento
Traducción: Emilio García Gómez
Páginas: 164
Fecha publicación original: 1937
Fecha esta edición (3ª): febrero 2011
Fecha esta edición (3ª): febrero 2011
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 16 eurosImagen de cubierta: Pasajeros árabes viajando en autobús (autor desconocido, Egipto, diciembre de 1940)
La vida de un fiscal egipcio en su modesto destino rural, discurre con la monotonía burocrática de los pequeños delitos cotidianos —hurtos, disputas vecinales, etc...—. Una noche, sin embargo, es despertado precipitadamente con la noticia de un asesinato.
La traducción del brillante arabista Emilio García Gómez, Premio Príncipe de Asturias 1992, no hace sino iluminar este divertido relato que refleja con ironía y sensibilidad la realidad de la población egipcia de las aldeas en aquellos años.
Diario de un fiscal rural es precisamente eso, el diario de un fiscal egipcio en los años 30, desde el momento en que lo llaman en mitad de la noche para presentarse en el escenario de un asesinato. Un hombre ha muerto tras recibir un impacto de bala desde un cañaveral mientras caminaba por un camino estrecho. En principio parece un crimen vulgar sin mayor interés en el que no se conoce motivo ni rencillas con otras personas por parte del fallecido, no hay testigos... hasta que descubren que el muerto es viudo, que tiene un niño pequeño y que este niño está al cuidado de su cuñada, una muchacha de apenas dieciséis años tan hermosa que todos los implicados en la investigación son incapaces de cerrar la boca. ¿Tiene esta joven algo que ver con el crimen? Mientras pasan los días y se avanza poco o nada, nuestro narrador vive su día a día de manera normal, que tiene lugar básicamente trasladándose de un lado a otro y cumpliendo su función en interminables juicios despachados de cualquier manera...
Y ahora vuelvo a lo que comentaba en el primer párrafo, lo de que no he encontrado lo que esperaba encontrar. Mi error quizás fue fiarme más de la sinopsis que del propio título, porque el título no engaña: estamos ante un diario de un fiscal rural, ni más ni menos, y eso implica que lo que realmente cuenta esta historia es el día a día de un fiscal rural en el Egipto de provincias de los años 30 del siglo XX, además de todas las idiosincrasias y tejemanejes internos que se traían entre los implicados en el ámbito judicial de la zona, ofreciendo al mismo tiempo un retrato vívido de la vida del campesinado egipcio de la época, todos ellos aspectos que el autor conocía muy bien porque fue oficial de juzgados durante años y trabajó en varias ciudades de la geografía de su país. Es decir, que plasmó sus experiencias personales y de eso va realmente el libro. Repito, el título es clarísimo al respecto. Sin embargo, tras leer la sinopsis, yo pensé (equivocadamente) que la historia iba a girar alrededor del asesinato, que iba a ser un misterio o que la investigación iba a ser una parte importante de la trama. Nada más alejado de la realidad, y de hecho al final puedes llegar a quedarte con cara de póquer con respecto a este tema (no digo más). El asesinato con el que comienza el libro, ese que hace salir de madrugada de su casa a nuestro protagonista, solo es una excusa para todo lo dicho anteriormente, así que esto es un aviso para navegantes: no cojáis este libro por el aspecto misterio/asesinato/investigación porque os vais a llevar un chasco. No es lo que le interesa al autor y no está ni siquiera bien desarrollado (bajo mi modesto punto de vista).
En todo caso, y dejando esta pequeña decepción a un lado (de la que solo me culpo a mí misma), el libro se disfruta mucho por lo que realmente es, y me ha parecido muy, muy interesante todo lo que se cuenta, porque no tiene desperdicio. ¿Y qué cuenta? Pues tal como os digo arriba, Al-Hakim fue fiscal rural en provincias y esta novela podría denominarse como autobiográfica en muchos aspectos, porque no solo vemos el trabajo de un fiscal, que muchas veces era un paripé absoluto en manos del cadí que le toque (un cadí es un juez en territorio musulmán) y las ganas que tenga de trabajar, sino que vemos como todos los potentados del lugar (personal de la delegación del gobierno, el médico, el boticario...) se reúnen a menudo haciendo camarilla de privilegiados, se emborrachan, pierden los papeles, se aprovechan de su estatus para hacer lo que les da la gana... y él intenta alejarse de toda esa corrupción para mantener su prestigio y su honor intactos. No se lo ponen fácil pero ha encontrado el modo de vivir su vida, hacer su trabajo y que lo dejen en paz. El protagonista también se cuestiona a menudo sobre la utilidad de un sistema judicial que no tiene ni pies ni cabeza, en el que se le dedica a cada causa cinco minutos escasos y donde el acusado muchas veces no tiene ni idea de qué se le acusa, por qué está mal lo que ha hecho o qué ley ha contravenido:
Era una multa que les llovía del cielo, como las desgracias, y un tributo que pagaban porque la ley decía que había que pagarlo. Cuantas veces me he preguntado a mí mismo sobre el sentido de tal manera de juzgar. ¿Podemos llamar correccional a ese juicio, siendo así que el delincuente no comprende en absoluto que lo es?
La traducción es original del año 1955. Fue publicada por el Instituto Hispano-Árabe de Cultura y fue realizada por el arabista español más importante del siglo XX, Emilio García Gómez (catedrático y doctor honoris causa por la Universidad de Granada,
Académico de la Lengua y presidente de la de la Historia y
Premio Príncipe de Asturias de Humanidades en 1992... nada menos)... pero por muy prestigiosa que sea, todas las traducciones hay que corregirlas. y esta en concreto está llena de erratas, erratas además fácilmente subsanables a poco que se les dedique un mínimo de atención. No sé, me da la sensación de que las editoriales cada vez se preocupan menos por las correcciones y los lectores nos merecemos algo mejor, la verdad. Estamos pagando por ello cada vez que compramos un libro.
Dicho todo esto, recomiendo Diario de un fiscal rural para todos aquellos curiosos de la sociedad egipcia en general y de una época como la de entreguerras en particular en la que el Egipto rural estaba abandonado a su suerte en manos de los que manejaban el dinero y ostentaban el poder (y que se preocupaban menos cero de una población que ellos consideraban prescindible) y donde la vida transcurría según unas reglas que no todos comprendían. Lo mejor de todo es que Tawfiq Al-Hakim lo cuenta de una manera totalmente natural, sencilla, sin aspavientos y con un humor muy particular que le da un toque de desenfado muy agradecido a la narración. Que parece que estoy hablando de un libro muy serio y no lo es... todo lo contrario: sí que habla sobre cosas serias (porque eran el día a día de mucha gente que vivía con lo mínimo y haciendo gala de una moral un tanto dudosa), pero lo hace con mucho encanto.
Tawfiq Al-Hakim (1898-1987) nace en Alejandría, la ciudad de los poetas, en 1899. A
pesar de su carácter pacífico, no duda en lanzarse a la calle en 1919
para participar en las revueltas estudiantiles. Su padre, magistrado de
carrera, lo envía a París a estudiar leyes en 1925, pero el joven Tawfiq
abandona pronto las aulas para sumergirse en el ambiente cultural. Regresa a Alejandría, tres años después, con nuevas ideas artísticas que provocarían una pequeña tormenta
en el mundo de la cultura de su país. Se emplea como oficial de
juzgados, y frecuenta un café de la plaza Al Raml, donde escribe sus
reflexiones. Posteriormente es destinado a los juzgados civiles de
diversas ciudades, experiencia que luego reflejaría en el Diario de un
Fiscal Rural (1937). Tras los éxitos de ésta y otras obras (Memorias
en Arte y Justicia, El retorno del Alma) así como de sus piezas
teatrales, se instala en El Cairo. Ejerce el periodismo hasta que es
nombrado Director de la Biblioteca Nacional, y posteriormente es elegido
miembro de la Academia Árabe de la Lengua. Muere en 1987 dejando atrás
una extensa obra y un sólido prestigio literario. También está considerado el padre del teatro
egipcio moderno.
Querida MH, como le comenté a Mónica en su reseña (que sí, ya me contó que fuiste tú quien se la recomendó...) parece interesante... No sé si me llegaría a gustar del todo. Lo de los "diarios" me gustan depende de quién los escriba... Pero bueno, anotado queda por si acaso.
ResponderEliminarUn besazo
Miss Hurst siempre trayendo novelas interesantes que leer, tomo nota de este reto egipcio. Besos
ResponderEliminarParece interesante y diferente, como todo lo que traes.
ResponderEliminarGracias por compartirla y darla a conocer, saludosbuhos!!!
Pues me alegra que lo disfrutaras pese a no encontrar lo que esperabas. En mi caso no creo que me anime, que se me acumulan los pendientes.
ResponderEliminarBesotes!!!
Buenos días, MH,
ResponderEliminarHa quedado clarísimo de qué va el libro, y me resulta de lo más interesante. Me lo llevo a mi interminable lista, aunque no sé cuándo me lo podré leer. Tengo el reto egipcio a medias y me gustaría poder finalizarlo llegado diciembre. Cruzaré los dedos.
Un beso, y gracias por el descubrimiento!!
Lo tengo apuntado desde que lo vi en el blog de Mónica. Me gustaría saber más de esa sociedad y ese tiempo.
ResponderEliminarUn beso.
Me sonaba el título y es que tengo este libro en mi lista de pendientes, muy atrás y olvidado, pero lo tengo. A ver si con esta reseña me animo. Veo que los problemas de la Justicia y el poco tiempo para todos los casos que tiene que manejar no es cosa de Ahora ni de un país en concreto. A ver si lo recato.
ResponderEliminarUn beso.
Hola, pues por la sinopsis yo también hubiera pensado que era una novela de misterio, y eso que el título lo deja muy clarito, pero no sé si a veces nos dejamos llevar por nuestros deseos y no por lo que nos dicen en realidad. En fin que avisada voy.
ResponderEliminarA mi los diarios suelen gustarme, lo mismo que las cartas, será mi vena cotilla, además este me atrae no solo porque la cultura egipcia siempre me ha llamado la atención, sino porque todo lo que tiene que ver con la justicia me interesa, sea del país que sea. Tomo nota. Besos.
Bueno, contenta de volver a saber de ti. En cuanto al libro, me llama muy poco, y también creía que el asesinato era medianamente relevante.
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