Editorial: Autopublicación
Diseño de cubierta: Alexia Jorques
Ilustración de cubierta: Cristina Vázquez
Páginas: 104
Fecha publicación: marzo 2019
Encuadernación: rústica
Precio: 3,47 euros (kindle) + 9,36 euros (papel)Diseño de cubierta: Alexia Jorques
Ilustración de cubierta: Cristina Vázquez
Sí que existe aunque no lo parezca, aunque nadie lo vea. Sí que existe
porque duele y quiebra la autoestima de quien lo padece. Como es cauto
cuesta identificarlo: no hay gritos ni patadas, no hay puñetazos. Es
sigiloso pero aísla y aparta; es peligroso porque no llama la atención.
Por eso la madre de Clara no le ha otorgado la importancia merecida, por
eso no se lo ha tomado en serio. ¡Si solo parecía ser una simple
historia infantil! ¿Cuándo se interviene? ¿Dónde está el límite? ¿Cómo
mantener el débil equilibrio entre autonomía y protección? ¿Cuándo
empieza el problema a ser más grande que nosotros? Esta es la historia de
Clara que, con nueve años, es fuerza creativa en el agua. Y al agua, a
la natación sincronizada, se aferrará para superar un problema de acoso
invisible, que transformará su vida. Porque cada problema es una
oportunidad para evolucionar.Porque la actitud es la clave para crecer
como personas.
Este es el segundo libro de Virginia que os traigo al blog. El primero, En la calle Mayor, lo reseñé hace ya cosa de tres años, y para mí supuso una muy buena sorpresa. En el corazón de París, su segunda parte, está en casa pendiente de leer desde hace un tiempo, y aunque le llegará su turno muy pronto, os traigo antes su última novela, Clara, un cuento que habla de algo muy doloroso pero de esa manera que tiene Virginia de contar las cosas: con cariño, sensibilidad y mucha esperanza.
Clara es una niña de nueve años que vive por y para el agua desde que nació, que entrena muy duro para poder dedicarse a la natación sincronizada y que tiene su grupo de amigas, como cualquier otra niña de su edad. Cuando su mejor amiga, Erika, esa amistad del alma que tenemos todos a esa edad y que supone nuestro mundo entero, decide dejar de serlo, Clara ve tambalearse su pequeño universo. Erika no solo le hace el vacío y la aparta de su vida, sino que cuenta cosas sobre ella, se ríe de ella, la humilla... ya no quiere ser amiga de Clara y no permite que nadie más lo sea. Clara se queda sola sin saber muy bien qué ha pasado ni por qué Erika se comporta así, y poco a poco su confianza y la percepción que tiene de ella misma se van diluyendo y transformándose en miedo, inseguridad y soledad.
Clara pone sobre la mesa una de las muchas clases de acoso escolar que existen y que suele pasar muy desapercibida por una de las características que más la definen: la invisibilidad. La exclusión afectiva (o aislamiento afectivo) no solo aglutina las características propias del bullying (hostilidad con apoyo de otros alumnos, duración prolongada de esta actitud, conductas orientadas a acentuar el aislamiento del alumno acosado, uso de la información personal que se tiene de ese alumno para provocar aún más daño, ignorancia por parte del entorno adulto del alumno agredido sobre lo que está sucediendo...) sino que en muchos casos el acosador formaba parte anteriormente del círculo de amistades del acosado. Y esto es muy importante recalcarlo porque a ciertas edades los amigos lo son todo, formar parte de un grupo de amigos lo es todo, y verse expulsado de ese grupo y ser el centro de críticas y humillaciones es algo que a una edad como la de Clara puede tener consecuencias terribles. Porque encima ese que era tu amigo sabe muchas cosas de ti, y puede hacerte mucho daño: sabe donde más te duele y sabe como menoscabar tu confianza poco a poco.
Por tanto estamos ante una situación que no se ve, que se desarrolla a plena luz del día pero no deja huellas ni marcas, y que Clara sufre sola, en silencio y sin exteriorizarlo salvo en su relación con el agua. El uso que hace la autora de este medio para expresar los cambios que se van produciendo en Clara es acertadísimo. Ya no solo cuando habla de la relación de Clara con la piscina, en la que pasa de ser una sirena a no sentir confianza alguna en lo que hace conforme pasan los meses y el acoso se acentúa, sino que cualquier connotación relacionada con este elemento le sirve para dar imagen a lo que quiere expresar: lloviznas, paraguas, gotas, humedades... el agua, con su consistencia maleable, se va adaptando a los cambios anímicos de Clara sin llegar a abandonarla nunca, esperándola.
Resulta curioso comprobar cómo la historia familiar se repite (tanto su madre como su abuela sufrieron también acoso escolar cuando eran niñas), pero sin embargo la madre de Clara no es capaz de detectar las señales ni los síntomas en su hija. Ella pasó por lo mismo, pero ve cómo su hija está cambiando, cómo se está encerrando en su concha, cómo está dejando de lado lo que más ama... y su ceguera adulta le impide sospechar cuál puede ser la causa. Y no hace nada. Tampoco su profesora, una mujer a la que han quitado las ganas de enseñar y que se ha vuelto inmune a lo que ocurre ante sus narices. No, nadie hace nada. Son cosas propias de la edad y sus cambios, está entrando en una edad muy complicada... Dejan tiempo al tiempo, pero el tiempo a veces juega en contra cuando no se tienen armas para enfrentarse a sus embates. Curiosamente el único que detecta que algo no va bien es el padre de Clara, pero está tan ausente del día a día de su hija a causa del trabajo que esa sospecha, esa agudeza, queda en nada.
Aun así, a pesar de todo lo que os cuento, de que Clara es una historia dura, en manos de una autora como Virginia Gil adquiere tintes de cuento en el que su protagonista, a sus escasos nueve años, sufre mucho, muchísimo, pero tiene asideros que le van indicando el camino. Clara pierde confianza en el agua, pero el agua sigue ahí paciente esperando para volver a abrazarla; sus antiguas amigas son crueles, pero otra nueva sabe reconocer en ella todo lo que ella misma ha dejado de ver y es lo suficientemente generosa como para recordárselo siempre que puede; es duro el camino hacia la adolescencia, la madurez, las decepciones y la asimilación de que nada es eterno, ni siquiera esas amistades que lo son todo cuando nuestro círculo social es tan pequeño como nuestra edad, pero esos finales solo son el principio de otras muchas cosas, y ese es uno de los mensajes implícitos en la historia (uno de muchos). También hay mucha esperanza en este libro, esperanza que todos sabemos que no siempre alcanza el mundo real, pero que esta historia hace que sientas muy dentro porque necesitas que Clara salga de ese pozo y que venza al horror.
Clara es una niña de nueve años que vive por y para el agua desde que nació, que entrena muy duro para poder dedicarse a la natación sincronizada y que tiene su grupo de amigas, como cualquier otra niña de su edad. Cuando su mejor amiga, Erika, esa amistad del alma que tenemos todos a esa edad y que supone nuestro mundo entero, decide dejar de serlo, Clara ve tambalearse su pequeño universo. Erika no solo le hace el vacío y la aparta de su vida, sino que cuenta cosas sobre ella, se ríe de ella, la humilla... ya no quiere ser amiga de Clara y no permite que nadie más lo sea. Clara se queda sola sin saber muy bien qué ha pasado ni por qué Erika se comporta así, y poco a poco su confianza y la percepción que tiene de ella misma se van diluyendo y transformándose en miedo, inseguridad y soledad.
Clara pone sobre la mesa una de las muchas clases de acoso escolar que existen y que suele pasar muy desapercibida por una de las características que más la definen: la invisibilidad. La exclusión afectiva (o aislamiento afectivo) no solo aglutina las características propias del bullying (hostilidad con apoyo de otros alumnos, duración prolongada de esta actitud, conductas orientadas a acentuar el aislamiento del alumno acosado, uso de la información personal que se tiene de ese alumno para provocar aún más daño, ignorancia por parte del entorno adulto del alumno agredido sobre lo que está sucediendo...) sino que en muchos casos el acosador formaba parte anteriormente del círculo de amistades del acosado. Y esto es muy importante recalcarlo porque a ciertas edades los amigos lo son todo, formar parte de un grupo de amigos lo es todo, y verse expulsado de ese grupo y ser el centro de críticas y humillaciones es algo que a una edad como la de Clara puede tener consecuencias terribles. Porque encima ese que era tu amigo sabe muchas cosas de ti, y puede hacerte mucho daño: sabe donde más te duele y sabe como menoscabar tu confianza poco a poco.
Por tanto estamos ante una situación que no se ve, que se desarrolla a plena luz del día pero no deja huellas ni marcas, y que Clara sufre sola, en silencio y sin exteriorizarlo salvo en su relación con el agua. El uso que hace la autora de este medio para expresar los cambios que se van produciendo en Clara es acertadísimo. Ya no solo cuando habla de la relación de Clara con la piscina, en la que pasa de ser una sirena a no sentir confianza alguna en lo que hace conforme pasan los meses y el acoso se acentúa, sino que cualquier connotación relacionada con este elemento le sirve para dar imagen a lo que quiere expresar: lloviznas, paraguas, gotas, humedades... el agua, con su consistencia maleable, se va adaptando a los cambios anímicos de Clara sin llegar a abandonarla nunca, esperándola.
Resulta curioso comprobar cómo la historia familiar se repite (tanto su madre como su abuela sufrieron también acoso escolar cuando eran niñas), pero sin embargo la madre de Clara no es capaz de detectar las señales ni los síntomas en su hija. Ella pasó por lo mismo, pero ve cómo su hija está cambiando, cómo se está encerrando en su concha, cómo está dejando de lado lo que más ama... y su ceguera adulta le impide sospechar cuál puede ser la causa. Y no hace nada. Tampoco su profesora, una mujer a la que han quitado las ganas de enseñar y que se ha vuelto inmune a lo que ocurre ante sus narices. No, nadie hace nada. Son cosas propias de la edad y sus cambios, está entrando en una edad muy complicada... Dejan tiempo al tiempo, pero el tiempo a veces juega en contra cuando no se tienen armas para enfrentarse a sus embates. Curiosamente el único que detecta que algo no va bien es el padre de Clara, pero está tan ausente del día a día de su hija a causa del trabajo que esa sospecha, esa agudeza, queda en nada.
Aun así, a pesar de todo lo que os cuento, de que Clara es una historia dura, en manos de una autora como Virginia Gil adquiere tintes de cuento en el que su protagonista, a sus escasos nueve años, sufre mucho, muchísimo, pero tiene asideros que le van indicando el camino. Clara pierde confianza en el agua, pero el agua sigue ahí paciente esperando para volver a abrazarla; sus antiguas amigas son crueles, pero otra nueva sabe reconocer en ella todo lo que ella misma ha dejado de ver y es lo suficientemente generosa como para recordárselo siempre que puede; es duro el camino hacia la adolescencia, la madurez, las decepciones y la asimilación de que nada es eterno, ni siquiera esas amistades que lo son todo cuando nuestro círculo social es tan pequeño como nuestra edad, pero esos finales solo son el principio de otras muchas cosas, y ese es uno de los mensajes implícitos en la historia (uno de muchos). También hay mucha esperanza en este libro, esperanza que todos sabemos que no siempre alcanza el mundo real, pero que esta historia hace que sientas muy dentro porque necesitas que Clara salga de ese pozo y que venza al horror.
Debo resaltar algo que me ha gustado mucho, mucho, de la historia. La autora en ningún momento pone nombre al motivo, al por qué de repente la amiga del alma de Clara decide dejar de ser su amiga. Ese "ya lo sabes" que ella repite constantemente será la única información que reciba Clara de la caída en desgracia de su amistad y la única informacion que reciba también el lector al respecto. Y es que Virginia sabe muy bien que el motivo no es lo importante... que el motivo, sea cual sea, es totalmente irrelevante, porque ningún motivo justificaría lo que ocurre a continuación. Y no etiquetar ese motivo, o excusa, o lo que sea, es lo que da valor a la historia, lo que la universaliza y pone el foco de atención sobre lo que realmente importa: las consecuencias. Muy inteligente y muy sensible por parte de la autora el evitar caer en algo que seguramente hubiese quitado fuerza e intencionalidad al mensaje final.
Clara está escrito de un modo sencillo, bonito y con frases cortas, precisas y totalmente afinadas. Quien conozca la prosa de Virginia sabe a lo que me refiero: asombra la facilidad con la que es capaz de expresar y transmitir las cosas usando una sencillez narrativa que engaña, porque parece fácil pero de fácil no tiene nada. Sabe cómo llegar al lector y pellizcarle un poquito en el corazón, y Clara es un libro que deberían leer niños, adolescentes, padres y profesores por igual. Porque no todos los niños que se enfrentan al acoso escolar, sea del tipo que sea, tienen la fortaleza interior que tiene Clara, y necesitan ayuda, mucha ayuda, para enfrentarse a él: ayuda, ojos que lo detecten y medios que lo detengan antes de que sea demasiado tarde.
Clara está escrito de un modo sencillo, bonito y con frases cortas, precisas y totalmente afinadas. Quien conozca la prosa de Virginia sabe a lo que me refiero: asombra la facilidad con la que es capaz de expresar y transmitir las cosas usando una sencillez narrativa que engaña, porque parece fácil pero de fácil no tiene nada. Sabe cómo llegar al lector y pellizcarle un poquito en el corazón, y Clara es un libro que deberían leer niños, adolescentes, padres y profesores por igual. Porque no todos los niños que se enfrentan al acoso escolar, sea del tipo que sea, tienen la fortaleza interior que tiene Clara, y necesitan ayuda, mucha ayuda, para enfrentarse a él: ayuda, ojos que lo detecten y medios que lo detengan antes de que sea demasiado tarde.
Probablemente
nací llena de palabras. He tardado casi 40 años en mostrarlas. Escribo
desde que tengo uso de razón, pero creo que fueron unos pequeños ángeles
los que irrumpieron en mi vida para trastocarla por completo y darle un
verdadero sentido. En proceso de cambio continuo, pero con las palabras
y la ilusión como compañeras.
Si quieres estar al tanto de lo que voy escribiendo, puedes hacerlo en: www.virginiagilrodriguez.com. Si además eres mamá tal vez te interese mi blog www.mamaespiritualcreativa.com, sobre temas de desarrollo personal y espiritualidad.
Si quieres estar al tanto de lo que voy escribiendo, puedes hacerlo en: www.virginiagilrodriguez.com. Si además eres mamá tal vez te interese mi blog www.mamaespiritualcreativa.com, sobre temas de desarrollo personal y espiritualidad.
Una lectura interesante con la que has despertado mi curiosidad, me gusta eso de que te "pellizque el corazón".
ResponderEliminarBesos =)
Me ha encantado la reseña, queridas inquilinas. Mil gracias y un abrazo
ResponderEliminarLeí la primera novela de Virginia y la disfruté, pero ya con la segunda la verdad es que me atasqué y no he vuelto a intentarlo.
ResponderEliminarBesos.
Leí un libro de la autora y me encantó su pluma, así que le tengo echadísimo el ojo a este.
ResponderEliminar¡Muchos besos!
De acuerdo con tus observaciones. Creo que es un libro que se debería leer en colegios e institutos y, sobre todo, entre el profesorado y asociaciones de padres.
ResponderEliminarBs.
Hola guapa, he leído En la calle mayor de esta autora y me gustó mucho, también he visto buenas reseñas de este libro, pero la verdad es que teniendo un hijo, que todavía no es adolescente pero que va creciendo, me resulta muy duro leer una historia así. Así que lo dejo pasar. Me ha encantado la reseña.
ResponderEliminarUn besazo
¡Qué reseña tan bonita! Estoy totalmente de acuerdo con todas tus apreciaciones. Sobre todo con la final: debería ser lectura obligatoria en los colegios
ResponderEliminarBesos
Qué bonito lo cuentas 😍 a mí también me gustó, fue una lectura muy emotiva y emocional.
ResponderEliminarBesitos cielo 💋💋💋
hola! no termino de llegar a la morada que ya teneis proxima reseña, me parece fantástico y tierno tambien, muy apetecible, gracias! saludosbuhos.
ResponderEliminarLa verdad es que es muy triste a pesar del tacto que parece que ha empleado la autora. Creo que la mayoría pasamos por eso, el amigo inseparable que de repente nos da la espalda sin saber por qué. Pero en los libros me fastidia ese "ya sabes" o "aquello que pasó", yo quiero saberlo, aunque ella no lo sepa. Entiendo la intención pero no me va mucho.
ResponderEliminarAun así el libro me gusta pero me da pena así que va a tener que esperar un poquito.
Besos
¡Hola! =)
ResponderEliminarNo lo conocía, gracias por la reseña ^^
Besitos :P
Gracias por la reseña, pero no me llama lo suficiente. Un beso.
ResponderEliminarHola. Me has dejado con muchas ganas y más para regalar el libro. Tomo nota.
ResponderEliminarBesos.
interesante como reseñas Tarea no fácil
ResponderEliminarCUánta gente hablando de este libro y qué bonito todo... Para tenerlo en cuenta. Besos
ResponderEliminarExacto...un relato con tintes de cuento (como muy bien defines) que nos inculca valores y que pueden "auxiliar" a algún que otro niño/joven que esté pasando por una situación similar...
ResponderEliminarCortito, conciso y con final feliz y esperanzador... :)
Muy buena lectura, en la que Virginia trata con mucha sensibilidad un tema que, por desgracia, está muy vigente en nuestra sociedad. Besos.
ResponderEliminarHe vuelto de nuevo!! Me gusta no solo la portada, tan sencilla y bonita, sino también lo que cuentas de su historia. Me diste curiosidad con lo del estilo tan cuidado de la autora a la hora de contar algo duro pero imprimiendo esperanza. Le echaré también un ojo a su otro libro.
ResponderEliminarUn beso ;)