Título original: Murasaki no sukaato no onna
Autora: Natsuko Imamura
Editorial: Duomo
Traducción: Juan Francisco González Sánchez
Páginas: 192
Fecha de publicación: septiembre 2020
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 16,80 eurosEncuadernación: rústica con solapas
Diseño de cubierta: Elsa Suárez Girard
GANADORA DEL PREMIO AKUTAGAWA, EL MÁS IMPORTANTE EN JAPÓN
Crac, crac, crac. Algunos pedacitos de almendra caían sobre la falda de la mujer, resbalando entre los dedos de su mano izquierda, la palma vuelta hacia arriba como si fuera un platito debidamente situado bajo el bollo.
En La mujer de la falda violeta nos adentramos en el significado de la invisibilidad y la soledad que esta conlleva. Es una historia contada en primera persona por alguien que también está muy sola y necesita a esta mujer para llenar su vida y sus días. Esta voyeur será la contadora en primera persona de la vida de La mujer de la falda violeta: sus encuentros, costumbres, trabajos, desempleos... todo aquello que se puede sonsacar con solo observar. Pero esta contadora-observadora no se conforma con mirar y llenar su vida: también, en algún momento, mueve hilos y pasa a la acción, creando situaciones que interfieren y condicionan la vida de la contemplada.
Tuve que acercarme a la tienda de alimentación hasta diez veces para recoger el periódico de ofertas de trabajo antes de que, transcurridos ya por fin tres meses, la mujer de la falda violeta se decidiera a presentarse a entrevistas para puestos más acordes con sus propias capacidades y, por tanto, más a su alcance.
Este párrafo nos muestra cómo la narradora-proactiva conoce a La mujer de la falda violeta, pues parece que solo ella sabe y entiende (gracias a sus observaciones, claro) lo que la contemplada no solo necesita, si no lo que es capaz de desempeñar.
Natsuko Imamura relata la historia de estas dos mujeres: una mira a la otra, y los lectores miramos a las dos, siendo partícipes de la evolución de ambos personajes (la observada y la observadora). En mi caso he de reconocer que, aun siendo protagonista la observada, la mujer de la falda violeta, me ha resultado más interesante la observadora, la mujer de la rebeca amarilla, pues a lo largo de la historia y de su propio relato, también se intuye sútilmente que su vida es igual de invisible y solitaria que la de la primera.
Puesto que era su segundo día, se las arregló para cambiarse con mayor agilidad, sin cometer los errores del día anterior. Además, había traído las medias de casa y supo imprimirle una suave elegancia al nudo del delantal.
En la narración descubrimos que, después de ayudar y encauzar el destino de la mujer de la falda violeta, esta de alguna manera comienza a despegar y florecer saliendo de la parte oscura de la realidad y situándose bajo un foco que la alumbra; esto primero ocurre para bien pero después no tanto, desencadenando a su alrededor sentimientos de envidia de los que la mujer de la rebeca amarilla no podrá salvarla. Aquellas que un día le ayudan a subir, la dejan caer cuando comienza a brillar.
Sin querer contar demasiado, somos testigos de cómo la realidad de la mujer de la falda violeta cambia para después volver a cambiar, y de cómo la mujer de la rebeca amarilla, además de intentar ayudarla, relata los pormenores que trastocan la vida de la primera y llenan los días de la segunda.
El claxon del vehículo suena dos veces y, entonces, la puerta del apartamento 201 se abre y ella se asoma, mira hacia abajo dirigiendo una sonrisa hacia la calle, donde se encuentra el coche esperándola, y agita la mano.
Si por algo me atrae la literatura japonesa es por el modo en que nos enseña la importancia de las pequeñas cosas; la levedad, la fragilidad, la suavidad y lo vaporoso son capaces de crear y construir grandes historias, demostrando que todo lo grande cabe en lo pequeño. Natsuko Imamura nos enseña esto y más en una novela regada de ironía. En ella se nos guía y se nos mece, primero con un ritmo lento para luego acelerarnos y revelarnos un final incierto. Para concluir simplemente añadiré que esta novela, aunque lo parezca a primera vista, no muestra a personas tan diferentes, pues en ella descubrimos el caleidoscopio de individuos que forman una sociedad en la que convergen emociones inherentes y comunes a todos ellos: el sentido de pertenencia, la soledad, la invisibilidad, la evolución y el crecimiento, entre otros.
Una novela recomendable que nos hace parar y mirar.
Natsuko Imamura nació en 1980 en Hiroshima y posteriormente se trasladó a Osaka para
completar sus estudios universitarios. Empezó su carrera como escritora
con varios relatos cortos que le valieron diferentes galardones
literarios, entre ellos, el Dazai Osamu o el Mishima Yukio. Más tarde,
dos de sus novelas recibieron el Kawai Hayao y el Noma Literary New
Face, y fue nominada para el prestigioso premio Akutagawa, que consiguió
finalmente en 2019 con La mujer de la falda violeta y que la ha consagrado como una de las nuevas voces de la literatura japonesa contemporánea.
Me encantan esas historias orientales, ese punto observador/cotilla que tanto me va. Está apuntada en la lista esperando turno.
ResponderEliminarBesos
No he leído demasiadas novelas japonesas, pero es cierto que son una lecturas especiales, poniendo foco en las pequeñas cosas, como tú dices. Esta novela me llama bastante la atención, pero he leído reseñas un poco dispares y todavía dudo con ella.
ResponderEliminarBesos!
No sé por qué, pero pese a estar leyendo buenas reseñas, no termina de convencerme este libro.
ResponderEliminarBesotes!!!
¡Hola! Me alegra que sea una novela de la que has disfrutado tanto. Personalmente no es una lectura que me llame especialmente la atención, así que en esta ocasión prefiero dejarla pasar.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Me gusta todo lo que trasmite este libro, de vez en cuando me gusta leer algo así, gracias por el descubrimiento =)
ResponderEliminarHola guapa, pues no sé si me llama mucho la atención. En cualquier caso, como me gusta la literatura japonesa, lo tendré en cuenta.
ResponderEliminarUn besazo
Hola,
ResponderEliminarla literatura japonesa siempre llama mi atención y también lo ha hecho esta novela que hoy reseñas aunque tal vez no es el momento apropiado para su lectura; la apuntaré para más adelante.
Un beso
Hace mucho que no me animo con la literatura japonesa y mira que tuve mi época hace años. Tomo nota para cuando vuelva a apetecerme.
ResponderEliminarBesos.
Es cierto, la literatura japonesa es muy descriptiva, muy de parase a observar los detalles más pequeños y cotidianos, algo que hasta puedo entender que aburra a algunos, pero que a mí me encanta, me ayuda a sumergirme por completo en la historia. La estructura que sigue este libro me parece original. No me importaría leerlo.
ResponderEliminarUn beso ;)
Hola, la leí el mes pasado y me gustó mucho. Besinos.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reseña, sin duda, la literatura oriental nos hace pararnos y fijarnos en esas pequeñas cosas, y es por eso que llama mi atención. Besos
ResponderEliminarHoliii.
ResponderEliminar¡Cuánto tiempo! Estoy medio de vuelta, poquito a poco de reentré. HE venido directa a leeros esta reseña porque estuve supertentada de comprármelo en la Feria del libro este año, pero con Duomo me he llevado chascos y no me animé. Y bueno, que la literatura japo me entusiasma.
Le vuelvo a hacer ojitos entonces con vuestra opinión.
BEsitos a las dos Miss.