Título original: Riceyman Steps
Autor: Arnold Bennett
Editorial: Singular
Traducción: Raquel Duato García
Páginas: 304
Fecha publicación original: 1923
Fecha esta edición: noviembre 2018
Encuadernación: cartoné
Precio: 23,50 euros Imagen de cubierta: Riceyman Steps en 1924, año posterior al año de publicación de la novela (del origen de la horrenda farola troquelada no hay constancia en la edición)
Riceyman steps es una novela de libros, de miseria, de amor, de Londres...
de todo lo humano. A través de unos personajes que muestran las sombras
o la luz con la que cada uno alumbra o ensombrece su vida, nos habla
de los grandes temas sirviéndose de la intimidad de un matrimonio en una
pequeña librería de segunda mano. Lo mejor y lo peor, la desdicha y la
esperanza, florece y nos refleja.
Admiro muchísimo a Arnold Bennett, un autor denostado durante mucho tiempo cuya obra, afortunadamente, se está recuperando poco a poco. ¿Denostado por quién? Por ciertos círculos artísticos, literarios y esnobs de su propia época (y modernos, muy modernos ellos) que no gustaban de su espíritu clásico y naturalista, y si a ellos no les gustaba, no le podía gustar a nadie más, así que se encargaron de atacarlo (¿acosarlo?) públicamente una y otra vez y de condenarlo al ostracismo. ¿Quién era esta aristocracia intelectual, tal y como ellos se autodenominaban? El Círculo de Bloomsbury en general y Virginia Woolf en particular; la buena de Virginia atacó sin piedad a Bennett
durante años aprovechando cada oportunidad que se le presentaba. Este tema, que se trata en el prólogo de esta edición, es de sobra conocido para quienes seguimos la vida y obra de Arnold Bennett desde hace tiempo. No voy a entrar en esto, internet está lleno de artículos sobre el tema para quien le interese. ¿Mi opinión? Ay, si yo os contara... pero no voy a hacerlo. Yo aquí he venido a hablar de Bennett.
En cualquier caso, tal y como digo, esa corriente cambió hace unas décadas y el grandísimo escritor que fue por fin comenzó a recibir reconocimiento y el lugar de honor que le corresponden dentro de la literatura. Solo os he traído a Bennett al blog con ocasión de mi especial de clásicos por Halloween en 2018, cuando os hablé de El fantasma. Tampoco es que nos haya llegado mucho en castellano de este autor por los motivos que os comento; la mayor parte de su obra está todavía inédita o completamente descatalogada, pero desde hace algunos años van apareciendo traducciones por estos lares. Os podréis imaginar que cuando salió Riceyman Steps, esa novela a una cubierta horrible pegada, se abrieron los cielos de mi alegría. Hoy me toca hablaros de ella.
Estamos en 1919, en un Londres todavía en plena recuperación de la Gran Guerra. Henry Earlforward regenta una librería de viejo a los pies de Riceyman Steps desde hace un par de décadas. Su propia familia (los Riceyman, aunque él no lleve su apellido) dio nombre a esta zona de Clerkenwell, y eso le da un pedigrí del que está muy orgulloso. Supera los cuarenta años, pero una leve cojera le libró de tener que acudir al frente; durante la guerra la librería se convirtió en refugio para las mujeres del barrio que, mientras esperaban noticias de sus hombres, pasaban el tiempo leyendo novelas baratas, así que Henry sacó buen provecho de tiempos muy difíciles. Sí, las cosas le han ido bien, ha amasado mucho dinero, ha hecho del ahorro extremo su afición preferida y se jacta de no haberse enamorado nunca... hasta que la señora Violet Arb abre una pastelería justo enfrente de su librería y conoce por primera vez el amor. Es perfecta, muy femenina, con mucho carácter y una opinión sobre casi todo... pero lo mejor es que, en apariencia, comparte su sana obsesión por no gastar un penique de más. Ve en ella a su alma gemela y se casan, contratan a una criada a tiempo completo... y la vida deja de ser lo que era, porque el matrimonio es otra cosa. Henry deja a Violet a sus anchas en algunas cosas, pero le deja muy claro que nada nada de gastos innecesarios, y para Henry todo es un gasto innecesario.
El Londres de Riceyman Steps es el Londres de la zona de Clerkenwell justo después de acabar la Gran Guerra. Barrio de trabajadores, de familias numerosas hacinadas en pocas habitaciones, de soldados con neurosis de guerra y de viudas, muchas viudas. De hecho, dos de nuestros tres protagonistas son dos mujeres viudas. Una, Elsie, apenas ha cumplido los veinte años; la otra, Violet, ha pasado de los cuarenta. Ambas han vivido matrimonios en circunstancias muy diferentes y se enfrentan a su futuro solas también de un modo muy distinto. Frente a ellas está Henry, un librero que se ha pasado media vida solo sin más afición que meter oro en su caja fuerte y que no calcula los costes de meter a dos mujeres en su refugio lleno de polvo y de manías de soltero. Henry se apaña con apenas nada y no da importancia alguna a cosas como tener la bañera y la escalera llena de libros, una cama sin sábanas o una cocina que no se usa desde hace años. No le importa invertir en libros, vive por y para su librería, pero los demás gastos son superfluos, y el choque de trenes que supone su particular obsesión por el ahorro, el descubrimiento de que su mujer no comparte sus opiniones extremas sobre el dinero y la incorporación a la familia de una criada que esconde un mundo interior mucho más complejo de lo que parece, será determinante en el desarrollo de la novela.
Y es que el contexto es muy importante en la historia, pero Riceyman Steps es lo que es por sus personajes. Alrededor de ellos gira todo, y sus acciones probablemente serían las mismas tanto en esta época de posguerra como en cualquier otra época. El inicio del romance entre Henry y Violet, con su posterior boda y traslado ya como matrimonio a la librería (Henry vive como soltero en las habitaciones de arriba y ahí se muda Violeta al casarse) puede dar la idea de que ellos son los reyes de la función, pero a mi modo de ver, la gran tapada de esta historia, la que se desvela como EL personaje de Riceyman Steps, es Elsie. Elsie limpia, y limpia, y limpia, nunca pone mala cara a sus señores, es práctica, rápida en tomar decisiones... pero es un personaje que tiene un dolor enquistado desde el inicio de la trama, un dolor que solo el lector conoce pues no lo comparte con nadie, y el propio lector es testigo del modo en que Elsie da salida a ese dolor y la visibilidad que Arnold Bennett otorga a este tema. Lo cierto es que Elsie va ganando tanta importancia a lo largo de las páginas que casi acaba arrinconando a los otros dos personajes protagonistas, pero poco más puedo decir al respecto.
Quien haya leído varias obras de Bennett sabe que va a encontrarse con un autor nada acomodaticio. Sus novelas nunca huelen a terreno ya transitado por él con anterioridad, no es de esos autores que "una vez leído uno, leídos todos", y su capacidad para sorprender al lector es innegable (esa inteligencia para reinventarse en cada historia me recuerda mucho a Julian Barnes). Y en Riceyman Steps lo vuelve a hacer: no sé qué me esperaba pero no era lo que me he encontrado, lo que empieza siendo una cosa acaba en un plano completamente diferente, y el espectro emocional que abraza conforme se van sucediendo los acontecimientos fluye de un modo que creo que es muy difícil de predecir en las primeras cien páginas. Me ha parecido un libro magnífico con el que no hay que dejarse engañar por las apariencias.
¿A qué viene esto? Os cuento. Cuando llevaba leído un tercio del libro tenía muy claras las cosas de las que quería hablaros, hacia donde quería orientar la reseña, hacer hincapié en el humor con el que Bennett afronta las cosas del día a día de unos personajes más reales de lo que parece a primera vista si dejamos a un lado sus peculiaridades... hasta que la historia me pilló con el pie cambiado y lo que yo creía que era ya no lo era tanto. Y ya no sé cómo hablaros de Riceyman Steps sin dar pie a confusiones sobre lo que podéis esperar del libro, porque me resulta difícil hablar sin desvelar esos cambios de energía y tono de la narración. Sí os puedo decir que es una novela mucho más heterogénea de lo que podáis pensar si os adentráis en las primeras páginas; también es insólita por el modo que tiene de contar lo que cuenta. No diría que es una historia rara pero sí peculiar, sorprendente, cautivadora y con una intensidad singular que no sabes hacia donde te lleva pero vas igualmente, y cuando llegas donde el autor quiere llegar, sabes que ese final no podía ser de otra manera. Las inflexiones y los matices del libro se intercalan y fluctúan constantemente durante toda la historia, y por eso, al cerrar sus páginas, el lector tiene la sensación de haber pasado por un montón de estados de ánimo diferentes que a priori podrían encajar mal, que están de hecho destinados a encajar mal, y que sin embargo Bennett combina perfectamente.
Riceyman Steps es, en pocas palabras (a buenas horas abrevias, diréis), un libro que huye de etiquetas. Lo que empieza con humor, ingenio, ironía y charming inglés, deriva hacia algo muy diferente para lo que no todos los lectores estarán preparados. Aborda temas muy serios que no esperas (y de los que no puedo hablar para no desvelar el avance de la trama) y lo hace de una manera que tampoco esperas, y el conjunto resultante es inquietante, pero en el buen sentido literariamente hablando. A mí me ha gustado muchísimo y me ha convencido, pero creo que es una historia para lectores sin ideas preconcebidas, que no busquen nada concreto en un libro salvo una historia que les coja de la mano y les sorprenda. No puedo asegurar que la sorpresa sea buena para todos los que se acerquen a ella, y tampoco puedo asegurar que estos personajes y sus acciones sean del gusto general, pero de valientes está lleno el mundo y a las historias diferentes hay que darles siempre una oportunidad.
Para terminar, y por si a alguien le interesa, os confirmo que esta escalinata conocida como Riceyman Steps, que une King's Cross Road y Granville Square, y que podéis ver en la cubierta del libro en una imagen de la época en la que fue publicado (detrás de la farola...), existió realmente y sigue haciéndolo en la actualidad, aunque ha cambiado de nombre. Ahora se llama Gwynne Place, y muy cerca de allí se puede ver una placa colocada por la Arnold Bennett Society homenajeando la librería ficticia en la que tiene lugar toda la trama de esta novela. Si alguna vez vuelvo por Londres (espero, deseo, anhelo que así sea), intentaré por todos los medios visitar Riceyman Steps y añadirla a mis visitas literarias de la ciudad.
En cualquier caso, tal y como digo, esa corriente cambió hace unas décadas y el grandísimo escritor que fue por fin comenzó a recibir reconocimiento y el lugar de honor que le corresponden dentro de la literatura. Solo os he traído a Bennett al blog con ocasión de mi especial de clásicos por Halloween en 2018, cuando os hablé de El fantasma. Tampoco es que nos haya llegado mucho en castellano de este autor por los motivos que os comento; la mayor parte de su obra está todavía inédita o completamente descatalogada, pero desde hace algunos años van apareciendo traducciones por estos lares. Os podréis imaginar que cuando salió Riceyman Steps, esa novela a una cubierta horrible pegada, se abrieron los cielos de mi alegría. Hoy me toca hablaros de ella.
Estamos en 1919, en un Londres todavía en plena recuperación de la Gran Guerra. Henry Earlforward regenta una librería de viejo a los pies de Riceyman Steps desde hace un par de décadas. Su propia familia (los Riceyman, aunque él no lleve su apellido) dio nombre a esta zona de Clerkenwell, y eso le da un pedigrí del que está muy orgulloso. Supera los cuarenta años, pero una leve cojera le libró de tener que acudir al frente; durante la guerra la librería se convirtió en refugio para las mujeres del barrio que, mientras esperaban noticias de sus hombres, pasaban el tiempo leyendo novelas baratas, así que Henry sacó buen provecho de tiempos muy difíciles. Sí, las cosas le han ido bien, ha amasado mucho dinero, ha hecho del ahorro extremo su afición preferida y se jacta de no haberse enamorado nunca... hasta que la señora Violet Arb abre una pastelería justo enfrente de su librería y conoce por primera vez el amor. Es perfecta, muy femenina, con mucho carácter y una opinión sobre casi todo... pero lo mejor es que, en apariencia, comparte su sana obsesión por no gastar un penique de más. Ve en ella a su alma gemela y se casan, contratan a una criada a tiempo completo... y la vida deja de ser lo que era, porque el matrimonio es otra cosa. Henry deja a Violet a sus anchas en algunas cosas, pero le deja muy claro que nada nada de gastos innecesarios, y para Henry todo es un gasto innecesario.
El Londres de Riceyman Steps es el Londres de la zona de Clerkenwell justo después de acabar la Gran Guerra. Barrio de trabajadores, de familias numerosas hacinadas en pocas habitaciones, de soldados con neurosis de guerra y de viudas, muchas viudas. De hecho, dos de nuestros tres protagonistas son dos mujeres viudas. Una, Elsie, apenas ha cumplido los veinte años; la otra, Violet, ha pasado de los cuarenta. Ambas han vivido matrimonios en circunstancias muy diferentes y se enfrentan a su futuro solas también de un modo muy distinto. Frente a ellas está Henry, un librero que se ha pasado media vida solo sin más afición que meter oro en su caja fuerte y que no calcula los costes de meter a dos mujeres en su refugio lleno de polvo y de manías de soltero. Henry se apaña con apenas nada y no da importancia alguna a cosas como tener la bañera y la escalera llena de libros, una cama sin sábanas o una cocina que no se usa desde hace años. No le importa invertir en libros, vive por y para su librería, pero los demás gastos son superfluos, y el choque de trenes que supone su particular obsesión por el ahorro, el descubrimiento de que su mujer no comparte sus opiniones extremas sobre el dinero y la incorporación a la familia de una criada que esconde un mundo interior mucho más complejo de lo que parece, será determinante en el desarrollo de la novela.
Y es que el contexto es muy importante en la historia, pero Riceyman Steps es lo que es por sus personajes. Alrededor de ellos gira todo, y sus acciones probablemente serían las mismas tanto en esta época de posguerra como en cualquier otra época. El inicio del romance entre Henry y Violet, con su posterior boda y traslado ya como matrimonio a la librería (Henry vive como soltero en las habitaciones de arriba y ahí se muda Violeta al casarse) puede dar la idea de que ellos son los reyes de la función, pero a mi modo de ver, la gran tapada de esta historia, la que se desvela como EL personaje de Riceyman Steps, es Elsie. Elsie limpia, y limpia, y limpia, nunca pone mala cara a sus señores, es práctica, rápida en tomar decisiones... pero es un personaje que tiene un dolor enquistado desde el inicio de la trama, un dolor que solo el lector conoce pues no lo comparte con nadie, y el propio lector es testigo del modo en que Elsie da salida a ese dolor y la visibilidad que Arnold Bennett otorga a este tema. Lo cierto es que Elsie va ganando tanta importancia a lo largo de las páginas que casi acaba arrinconando a los otros dos personajes protagonistas, pero poco más puedo decir al respecto.
Quien haya leído varias obras de Bennett sabe que va a encontrarse con un autor nada acomodaticio. Sus novelas nunca huelen a terreno ya transitado por él con anterioridad, no es de esos autores que "una vez leído uno, leídos todos", y su capacidad para sorprender al lector es innegable (esa inteligencia para reinventarse en cada historia me recuerda mucho a Julian Barnes). Y en Riceyman Steps lo vuelve a hacer: no sé qué me esperaba pero no era lo que me he encontrado, lo que empieza siendo una cosa acaba en un plano completamente diferente, y el espectro emocional que abraza conforme se van sucediendo los acontecimientos fluye de un modo que creo que es muy difícil de predecir en las primeras cien páginas. Me ha parecido un libro magnífico con el que no hay que dejarse engañar por las apariencias.
¿A qué viene esto? Os cuento. Cuando llevaba leído un tercio del libro tenía muy claras las cosas de las que quería hablaros, hacia donde quería orientar la reseña, hacer hincapié en el humor con el que Bennett afronta las cosas del día a día de unos personajes más reales de lo que parece a primera vista si dejamos a un lado sus peculiaridades... hasta que la historia me pilló con el pie cambiado y lo que yo creía que era ya no lo era tanto. Y ya no sé cómo hablaros de Riceyman Steps sin dar pie a confusiones sobre lo que podéis esperar del libro, porque me resulta difícil hablar sin desvelar esos cambios de energía y tono de la narración. Sí os puedo decir que es una novela mucho más heterogénea de lo que podáis pensar si os adentráis en las primeras páginas; también es insólita por el modo que tiene de contar lo que cuenta. No diría que es una historia rara pero sí peculiar, sorprendente, cautivadora y con una intensidad singular que no sabes hacia donde te lleva pero vas igualmente, y cuando llegas donde el autor quiere llegar, sabes que ese final no podía ser de otra manera. Las inflexiones y los matices del libro se intercalan y fluctúan constantemente durante toda la historia, y por eso, al cerrar sus páginas, el lector tiene la sensación de haber pasado por un montón de estados de ánimo diferentes que a priori podrían encajar mal, que están de hecho destinados a encajar mal, y que sin embargo Bennett combina perfectamente.
Riceyman Steps es, en pocas palabras (a buenas horas abrevias, diréis), un libro que huye de etiquetas. Lo que empieza con humor, ingenio, ironía y charming inglés, deriva hacia algo muy diferente para lo que no todos los lectores estarán preparados. Aborda temas muy serios que no esperas (y de los que no puedo hablar para no desvelar el avance de la trama) y lo hace de una manera que tampoco esperas, y el conjunto resultante es inquietante, pero en el buen sentido literariamente hablando. A mí me ha gustado muchísimo y me ha convencido, pero creo que es una historia para lectores sin ideas preconcebidas, que no busquen nada concreto en un libro salvo una historia que les coja de la mano y les sorprenda. No puedo asegurar que la sorpresa sea buena para todos los que se acerquen a ella, y tampoco puedo asegurar que estos personajes y sus acciones sean del gusto general, pero de valientes está lleno el mundo y a las historias diferentes hay que darles siempre una oportunidad.
Para terminar, y por si a alguien le interesa, os confirmo que esta escalinata conocida como Riceyman Steps, que une King's Cross Road y Granville Square, y que podéis ver en la cubierta del libro en una imagen de la época en la que fue publicado (detrás de la farola...), existió realmente y sigue haciéndolo en la actualidad, aunque ha cambiado de nombre. Ahora se llama Gwynne Place, y muy cerca de allí se puede ver una placa colocada por la Arnold Bennett Society homenajeando la librería ficticia en la que tiene lugar toda la trama de esta novela. Si alguna vez vuelvo por Londres (espero, deseo, anhelo que así sea), intentaré por todos los medios visitar Riceyman Steps y añadirla a mis visitas literarias de la ciudad.
Enoch Arnold Bennett (Hanley, 1867 - Londres, 1931). Bennett nació en mayo de 1867 en Hanley, Inglaterra, lugar que le
servirá de modelo para uno de los «Five Towns» de sus novelas, y que en
1910 se uniría a otras cinco grandes villas para formar la ciudad de
Stoke-on-Trent, en Staffordshire.
Su primera infancia estuvo marcada por la escasez, pero su familia vino a mejor fortuna cuando a su padre le ofrecieron un puesto de abogado. Bennett trabajó con él, pero pronto comenzaron las disensiones entre ambos y el joven Bennett se marchó a Londres, donde empezaría a dedicarse al periodismo. Durante un tiempo fue ayudante del editor de la revista Woman. Comenzó a escribir entonces una novela por entregas que se convertiría en Grand Hotel Babylon (1902).
Su primera infancia estuvo marcada por la escasez, pero su familia vino a mejor fortuna cuando a su padre le ofrecieron un puesto de abogado. Bennett trabajó con él, pero pronto comenzaron las disensiones entre ambos y el joven Bennett se marchó a Londres, donde empezaría a dedicarse al periodismo. Durante un tiempo fue ayudante del editor de la revista Woman. Comenzó a escribir entonces una novela por entregas que se convertiría en Grand Hotel Babylon (1902).
A partir de 1900 se
consagraría por completo a la literatura. Su primera novela, A Man from
the North (1898), en gran medida autobiográfica, fue muy bien acogida
por la crítica. Le siguió Anna of the Five Towns (1902), el primero de
una serie de relatos centrado en la rutina diaria de la zona de los
Potteries, área industrial de Staffordshire. Entre 1903 y 1911, Bennett
se instaló en París. Durante estos años publicó la novela Enterrado en
vida (1908) y la que sería su obra más aclamada, Cuento de viejas,
considerada una obra maestra. En 1911 viajó a América donde fue recibido
como lo fuera Dickens en su época. Con un continuado éxito de crítica y
lectores, Bennett siguió escribiendo obras como la serie publicada
entre 1910 y 1918 formada por las novelas Los Clayhanger, Hilda
Lessways, Estos dos y The Roll-Call.
En 1922 se separó de su esposa
francesa y se enamoró de la actriz Dorothy Cheston, con quien viviría
hasta su muerte, acaecida en su casa de Baker Street en Londres, en
1931. En 1923 recibió el Premio James Tait Black por su novela Riceyman
Steps.
Querida MH:
ResponderEliminarEsperaba esta reseña como agua de mayo. Yo doy una incondicional del autor, como bien sabes tú. Mis novelas favoritas son Cuento de viejas y Enterrado en vida, dos títulos bien distintos entre sí, pero muy grandes los dos. Y comparto contigo lo que dices, Bennett no es un autor acomodaticio. Sus obras transcurren por aguas turbulentas siempre. Lo adoro.
Tengo este libro desde que se publicó, y por caprichos del destino, aún no lo he leído. Pero con esta estupendísima reseña que nos has regalado me has generado verdadera necesidad de leerlo.
¡Enhorabuena por otra publicación de 10!
Un abrazo!!
Hola, después de esta estupenda reseña me apunto el libro sin pensar, no se si el autor me gustará, no he leído nada de él, pero estoy dispuesta a entrar a la aventura en la historia y dejarme sorprender. Me apunto también los dos libros que señala Undine y Quien sabe?. Igual yo también me hago " fan". La portada es horrenda, parece diseñada por el enemigo, pero así como preciosas portadas pueden esconder novelas insulsas, esta espantosa portada puede dar paso a una joya. Besinos.
ResponderEliminarMe gusta el autor. He leído poco pero lo que he leído me ha parecido fascinante. ESo sí, me ha resultado muuuy llamativo el precio del libro. No sé. Creo que es un poco elevado. Y elevada me ha parecido también tu reseña. Como siempre, aquí entra una y termina con un libro bajo el brazo jejeje. Muy buena reseña y muy interesante todos los datos que aportas. Miraré el libro, pero en la biblio. Besos
ResponderEliminarHola. Pues no, no he leído nada de este autor y de no haberlo traído a Netherfield ni me lo hubiera planteado. De hecho al principio, lo confundí con el otro Bennett, el del humor.
ResponderEliminarMe gusta lo que cuentas, cómo plantea la historia y el tipo de historia que es, me relajan mucho. Aunque a veces me resultan demasiado fríos, este parece que tiene chicha.
La portada es bien regulera pero por culpa de esa farola ahí pegada en medio.
Besos
Hola guapa, yo de Bennett solo he leído Enterrado en vida, que se prometía muy divertido y a mí no me lo pareció tanto. Pero desde luego fue una lectura interesante y original...
ResponderEliminarUn besazo
Pues no sé si me sorprenderá para bien o para mal, pero me has dejado con muchas ganas de leer este libro. Eso sí, os doy la razón, con la portada se han lucido...
ResponderEliminarBesotes!!!
Siempre he sentido curiosidad por él pero nunca he leído nada suyo. Solo me suena de oídas Enterrado en vida así que me apunto Riceyman por si lo veo por ahí.
ResponderEliminarBesos.
¡Hola! Me alegra que sea una novela de la que has disfrutado. Personalmente no es una lectura que termine de llamarme la atención, así que en esta ocasión prefiero dejarlo pasar.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
Hola!! Desconocía por completo esta novela y me has picado mucho la curiosidad por ella. Me la llevo bien anotada a mi lista de pendientes, creo que podría estar bien. ¡Genial reseña y gracias por el descubrimiento! Besos!!
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarEste libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas no es un genero que suela leer. Gracias por la reseña.
Nos leemos.
¡Qué alegría encontrar a Arnold Bennett por aquí! Ya sabes que soy muy fan desde que leí "Enterrado en vida". Me encanta su sentido del humor y su excentricidad y justo lo que tú señalas sobre esta novela, esa forma tan original y personal de abordar temas y huir de etiquetas. Es muy personal y tiene un estilo único ¡Viva Arnold Bennett!
ResponderEliminarLa edición es muy fea, eso es cierto, lo comentamos cuando salió (hace años y todacía no la he leído), pero si por dentro está bien se lo perdonamos ;-) Besos.