Título original: Brave New World
Autor: Aldous Huxley
Editorial: DeBolsillo
Traducción: Ramón Hernández García
Páginas: 256
Fecha publicación original: 1932
Fecha esta edición: junio 2020
Fecha esta edición: junio 2020
Encuadernación: cartoné
Precio: 12,95 euros
La novela describe un mundo en el que finalmente se han cumplido los
peores vaticinios del capitalismo: triunfan los dioses del consumo y la
comodidad, y el orbe se divide en diez zonas en apariencia seguras y
estables. Sin embargo, se han sacrificado valores humanos esenciales, y
los habitantes se crean in vitro con una técnica concebida a imagen y
semejanza de una cadena de montaje.
Amo la ciencia. Pero la verdad es una amenaza, y la ciencia un peligro público. Tan peligroso como benéfico ha sido.
Aldous Huxley es el escritor que imaginó en 1932 el cambio de paradigma social sumergiéndose en un mundo donde la moral, la ética y la cultura desaparecerían o serían sustituidas. Un cosmovisionario que describió y delimitó en su novela el concepto de felicidad, así como su aplicación fáctica a la sociedad.
La felicidad universal mantiene en marcha constante las ruedas, los engranajes; y no la verdad y la belleza.
De acuerdo al mundo feliz de Huxley, la sociedad se divide en cinco castas (Alfas, Betas, Gammas, Deltas y Epsilones), que son seleccionadas y manipuladas genéticamente en su fecundación para luego seguir siendo condicionadas en su desarrollo embrionario así como en su posterior nacimiento. La hipnopedia (mensajes repetitivos que reciben durante el sueño) y la educación (ambos desde desde el mismo nacimiento) son los mecanismos mediante los que estos individuos asumen la casta social para la que han sido fabricados, lo que conlleva conformismo y aceptación colectiva.
Así nace una Nueva humanidad, replicada, esterilizada, perfumada y fabricada artificialmente para encajar en la Era Ford, el orden social que vino después de la guerra de los Nueve Años y en el que los ciudadanos cedieron la espiritualidad, el libre albedrío, la verdad y la belleza, entre otros valores, en pro de la paz y estabilidad, lo cual se traduce en comodidad y felicidad.
―Arte, ciencia... Creo que han pagado ustedes un precio muy elevado por su felicidad ―dijo el salvaje, cuando se quedaron solos―. ¿Algo más, acaso?
Arranca la historia en el Centro de Incubación y Condicionamiento de la Central de Londres, donde el Director muestra a un grupo de estudiantes cómo emerge la vida en este mundo feliz. En la Sala de Envasado se les une Henry Foster, administrador del Cultivo y actualmente amante de Lenina Crowne, enfermera encargada de administrarles el tifus y la enfermedad del sueño a los embriones que se convertirán en trabajadores destinados al trópico. Allí enseña a los estudiantes la externalizacion de la gestación de la Nueva humanidad, que se mantiene casi aislada de enfermedades, joven y neumática, hasta los 60 años, edad en la que están predestinados a morir... dulce y tranquilamente, eso sí. Este es el pacto al que llegó la sociedad después de nueve años de guerra en los que se produjo un colapso económico, tecnológico y sanitario. Esto comenta Mustafá Mond, interventor mundial de Europa occidental:
¿De qué sirven la verdad, la belleza o el conocimiento cuando las bombas de ántrax llueven del cielo?
Después del pacto dio comienzo la era Ford; en ella, la humanidad consigue por fin la estabilidad, el confort y, por consiguiente, la felicidad. Pero, cómo suele ocurrir, a veces quedan cabos sueltos, que son los que ponen en cuestión el orden social. En la historia encontramos personajes como Bernard Marx que, a pesar de ser un Alfa-más, durante su desarrollo embrionario recibió más alcohol de la cuenta y por ello no acaba de adaptarse lo suficiente a la comunidad, prefiriendo seguir un camino en solitario que no resulta muy adecuado para un ciudadano ejemplar. Por otro lado tenemos a Helmholtz Watson, ingeniero emocional que, gracias a su súper inteligencia, intuye que existe algo más allá de los eslóganes propagandísticos que escribe.
Pero el verdadero choque cultural se produce cuando Bernard y Lenina se van juntos de vacaciones a la reserva de Malpaís, cuyos habitantes todavía son unos salvajes y no han entrado en el nuevo paradigma. Estando allí descubren por casualidad a John el Salvaje, hijo de Linda, una antigua ingeniera embrional Beta-menos, y de Thomas, el director del Cultivo Central de Londres. Este niño nació por accidente cuando su madre, embarazada, se perdió en la reserva durante unas vacaciones con Thomas; la buscaron durante un tiempo pero la dieron por desaparecida, y tanto ella como su hijo se quedaron con los lugareños, intentando encajar en un mundo al que tampoco pertenecían.
Bernard y Lenina los devuelven a casa. Para Linda supone la revelación del tiempo perdido y la consciencia de los estragos que en ella ha hecho la vejez, situación que solo puede sobrellevar gracias a muchas dosis de soma, la droga que todos los ciudadanos toman y que les aporta felicidad mediante el olvido de sus problemas. Para John el Salvaje, su hijo, será mucho peor, pues él no ha sido condicionado ni educado para este mundo; no entiende su ética y, enamorado de Lenina, se niega a entregar su conciencia y su espiritualidad para convertirse en un experimento social del que no se puede desenredar... o tal vez sí, pues tampoco ha entregado su libre albedrío y, por tanto, aún puede elegir ciertas cosas o situaciones.
Aldous Huxley escribió una novela extraordinaria, atemporal, a través de la cual atisbó a una humanidad jerarquizada, esterilizada, anestesiada y uniformada, asentada sobre un conformismo que le ha hecho renunciar a su parte espiritual e individual en favor de la colectividad social.
Leí Un mundo feliz por primera vez hace ya algunos años, cuando ni imaginábamos el mundo digital ni internet; entonces me pareció una distopía, ciencia ficción más que otra cosa... pero con esta relectura me pregunto qué opinaría Huxley de nuestros tiempos, de los teléfonos móviles, la inteligencia artificial y otros adelantos que ya están ahí, llamando a la puerta. Seguro que su respuesta sería de lo más interesante.
Leí Un mundo feliz por primera vez hace ya algunos años, cuando ni imaginábamos el mundo digital ni internet; entonces me pareció una distopía, ciencia ficción más que otra cosa... pero con esta relectura me pregunto qué opinaría Huxley de nuestros tiempos, de los teléfonos móviles, la inteligencia artificial y otros adelantos que ya están ahí, llamando a la puerta. Seguro que su respuesta sería de lo más interesante.
Madre mía solo de leer la sinopsis ya se me han puesto los pelos de punta, pero cuando comentas que el pacto posterior a la Guerra de los Nueve años se ha debido a un "colapso econonómico, tecnológico y sanitario" me recuerda tanto a lo que se está produciendo ahora mismo... ay Dios...
ResponderEliminarVamos que ya me has picado y me la apunto para otras ocasiones.
Un besazo
Vaya, muy interesante. Estas cinco castas me recuerdan mucho a las cinco facciones de Divergente. ¿Y dices que es del 1932? Y Divergente se escribió en 2011. No sé yo.
ResponderEliminarMuy interesante el libro. Gracias por la reseña.
Madre mía. Yo me he hecho un lío con la reseña que he tenido que leerla un par de veces así que imagina el libro. No me gustan estas cosas tan raras porque me pintan un mundo que no quiero. Y puestos a elegir...
ResponderEliminarLo dejo pasar que además, visto lo visto, no me da la cabeza.
Besos
Hola lo leí hace años porque mis hermanas lo tenían como lectura obligatoria en el instituto. De aquella me gustó mucho y creo que ahora lo apreciaría mucho más. Lo apunto para relectura. Besinos.
ResponderEliminar¡Hola! No lo he leído, pero sí que es uno de mis pendientes. Creo que es curioso como ciertos temas que en su día nos parecían una distopía y una locura total cada día se acercan más a la realidad que vivimos. Desde luego, a mí también me hubiese encantado poder conocer la opinión de Huxley de la situación actual.
ResponderEliminar¡Nos leemos!
PUes no lo he leído y es que es un género con el que me cuesta animarme. Pero reconozco que me estás tentando...
ResponderEliminarBesotes!!!
No es un clásico que me apetezca leer ahora pero lo apunto para más adelante. Besos
ResponderEliminarMe atraen más los libros de George Orwell, un autor con el que se le suele comparar. Aunque las obras de ambos me llaman y a ambos los tengo super pendientes. Fantástica reseña.
ResponderEliminarUn beso ;)
Yo leí esta novela hará 10 años más o menos y me impacto muchísimo, la recomiendo a todo el mundo que quiera leer alguna novela futurista algo realista. Besos
ResponderEliminarÚltimamente hemos hablado un montón de este clasicazo, muchas similitudes con determinadas cosas que están pasando...
ResponderEliminarMuy recomendable.
Besotes