viernes, 18 de septiembre de 2020

RESEÑA (by MH) ::: NIDO DE ARAÑAS - Elisabeth Sanxay Holding



Título original: Net of cobwebs
Autora: Elisabeth Sanxay Holding
Editorial: Lumen
Traducción: Matuca Fernández de Villavicencio
Páginas: 208
Fecha publicación original: 1945
Fecha esta edición: enero 2008
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: descatalogado (disponible de 2ª mano)
 


Malcolm Drake ya no es el chico lleno de energía que un día se fue a luchar por su país en la Segunda Guerra Mundial. De vuelta a casa, es un hombre triste y frágil a quien toda la familia intenta proteger. Vive con su hermano Arthur, con su cuñada, con su hermana y con la tía Envie, una mujer mayor que domina el clan de los Drake. Cuando Envie muere súbitamente tras tomarse una copa durante una velada, muchos sospechan que Malcolm tiene algo que ver con el asunto. El médico que visita a la anciana, por ejemplo, cree que el sobrino pudo haber introducido alcohol puro en la copa y su ingesta pudo producirle un ataque cardíaco. Las personas dispuestas a defenderlo de repente desaparecen, e incluso Lily, una vecina capaz de saltarse con desenvoltura las puritanas reglas sociales y muy dispuesta a defender la inocencia de Malcolm, nota de pronto que algo raro pasa en su casa. La policía interviene y la tela de araña que envuelve al hombre se estrecha... 

Tras La pared vacía, publicamos otra de las espléndidas novelas de Elisabeth Sanxay Holding, una maestra del suspense, largo tiempo olvidada, que ahora vuelve a tener en vilo a los buenos lectores.
Supe por primera vez de Elisabeth Sanxay Holding gracias a una reseña de Inés en su blog, La huella de los libros. No habló de este libro que hoy os traigo, pero yo, ansiosa en grado sumo cuando se trata de clásicos descatalogados complicados de encontrar, tuve la oportunidad de hacerme con las tres novelas que publicó Lumen en su día de esta autora; y así, sin saber siquiera si me gustaría su estilo, me encontré en la estantería con Miasma, La pared vacía (que fue la que reseñó Inés, os la he enlazado arriba) y Nido de arañas, que es la que os traigo hoy tras haber echado a suertes por cual empezaba (literalmente). Os confirmo, por si estáis sufriendo por mi espíritu enfermo de compradora compulsiva (...), que tras este primer acercamiento no me arrepiento de haber comprado los tres libros a ciegas.
 
Malcolm Drake vive en el hogar familiar de su hermano Arthur desde que regresó de la guerra. Algo ocurrió mientras estaba en el frente, y el sentimiento de culpa, junto a los ataques de pánico, se han adueñado de él. Tiene montones de reservas de unas pastillas azules que el médico le ha dicho que no tome, pero le ayudan a calmarse y a dormir. Cuando fallece Evie, la tía de su cuñada (que tiene una dolencia cardiaca que le impide probar el alcohol), un criado dice que ha visto a Malcolm servirle una cantidad excesiva de bebida antes de que cayese fulminada al suelo. Sí, las dichosas pastillas azules tienen efectos secundarios y a veces no recuerda qué ha hecho o ha dejado de hacer, pero Malcolm está casi seguro de que eso no es verdad. Le sirvió una cantidad muy pequeña solo para ver qué pasaba ¿no? Nada que ver con la cantidad que dice el criado... pero es que no lo sabe a ciencia cierta. Y el médico, que lo odia porque no sigue sus consejos, certifica que Evie ha muerto por culpa de ese exceso de alcohol. No tardará mucho en presentarse la policía haciendo preguntas, así que más vale que Malcolm averigüe por su cuenta qué ha pasado, porque el único que parece creer en su inocencia es él mismo: lleva demasiado tiempo comportándose de un modo muy raro.

La novela está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial, pero es algo que apenas se toca en la trama y a lo que se alude muy esporádicamente para contextualizar la historia, que se centra realmente en el estrés postraumático del protagonista y en la situación en la que se ve envuelto tanto por su estado mental frágil e inestable como por las pastillas que toma sin el visto bueno del médico, medicación que tiene efectos secundarios que afectan a la memoria. Así pues, nos encontramos con un protagonista poco fiable, recurso del que se abusa hoy en día hasta la saciedad pero que no era nada habitual en 1945, año de publicación de la novela. De hecho, Sanxay Holding está considerada la precursora en el uso de este tipo de personajes y se dice que novelistas como Patricia Highsmith tienen mucho que agradecerle.
 
El caso es que la autora, en lugar de darle a Malcolm la narración exclusiva en primera persona impidiendo al lector que tenga otro punto de vista que no sea el suyo, lo que hace es usar un narrador ominisciente que se mete constantemente en la cabeza de Malcolm y que en muchas ocasiones, sin nada que lo advierta, se hace a un lado para que el propio Malcolm nos dé a conocer sus pensamientos con su propia voz. Es una mezcla de narración en tercera y primera persona completamente integrada en muchos párrafos, un estilo narrativo peculiar que no creo que sea fácil de llevar a cabo pero que armoniza a la perfección con el ambiente de incertidumbre que quiere crear la autora y que además obliga al lector a estar muy atento.
 
Malcolm, como personaje, da mucho juego. Desde el principio conocemos su estado mental, su abuso de los barbitúricos, sus lagunas de memoria, lo agobiado que se siente en casa de su hermano, lo controlado que cree estar por todo el mundo a su alrededor, lo impotente que se siente al no tener la capacidad económica para vivir independiente de todos ellos, lo culpable que se siente al no ser capaz de corresponder a los evidentes sentimientos amorosos de la hermana de su cuñada... Malcolm se siente atrapado en esa telaraña, tiene una vida muy complicada, un comportamiento que dista mucho de ser estable y un futuro no mucho más halagüeño, así que el asesinato y su posterior cruzada para probar que es inocente solo le llevan a más complicaciones, a más comportamientos que no son percibidos como normales y a un aumento de las sospechas de todo el mundo cada minuto que pasa. Cuanto más lucha por escapar del nido de arañas más atrapado queda en él; cuanto más depende de hacer las cosas bien, más se equivoca, y de esto va toda la novela. ¿Será capaz de escapar del círculo que se va cerniendo sobre él y de demostrar su inocencia? Eso en el caso de que sea inocente, porque... ¿lo es? No recuerda nada. No sabe lo que se va a encontrar al final del camino. Puede probar su inocencia o puede descubrir que es un asesino.

Asociar esta historia a un género concreto resulta complicado. Es una novela de suspense con tintes psicológicos y un aire noir muy acentuado en el que ni siquiera falta un personaje femenino enigmático con trazas inconscientes de femme fatale que no se sabe de qué va ni qué pinta en la historia, pero a ella acude el protagonista una y otra vez a lo largo de la trama y su presencia se antoja importante, aunque no sepas hasta el final dónde encajarla ni cuál es su papel. El grupo de personajes que rodean al protagonista son percibidos tanto desde fuera de la cabeza de Malcolm como desde dentro, y eso hace que les rodee un aura de ambigüedad que lo mismo te hace pensar que están de verdad preocupados por él como que tienen mucho que ocultar en todo este asunto. 
 
En definitiva, he disfrutado mucho de la novela, que además se lee muy rápido, ya no solo por sus escasas doscientas páginas sino por el estilo ágil de la autora y las ansias por llegar al final y descubrir qué es lo que pasa. Y si tengo que opinar sobre dicho final, a mí me ha parecido totalmente coherente con lo que se narra en la historia. No tardaré mucho en ponerme con uno de lo otros dos libros que me esperan en la estantería.

Termino con una digresión. Qué pena me da que la editorial Lumen no siguiese con la línea editorial que comenzó en la primera década del siglo XXI y que abandonó mediada la segunda década. Dorothy L. Sayers, Elisabeth Sanxay Holding, Anthony Berkeley, Barbara Pym, Ivy Compton-Burnett, Louis Bromfield, Jean Rhys, Glenway Wescott, Elizabeth von Arnim, Ford Madox Ford... clásicos de la primera mitad del siglo XX, todos con una estética editorial en la cubierta muy parecida, todos abandonados y jamás reeditados tras publicar unos pocos libros de cada uno de ellos (la única que se salva en cuanto a número es Sayers, de la que llegaron a publicar seis novelas de la serie de su lord Peter Wimsey). Hoy en día estos libros son casi objetos de busca y captura para quienes amamos los clásicos y una determinada época. Muchos los tengo en la estantería, pero han llegado ahí gracias a mucho tiempo dedicado a encontrarlos y a dinero invertido en ellos. Lo dicho, una pena, porque presupuesto de un pobre lector para el mercado de segunda mano da hasta donde da, y todos estos libros y estos autores se merecen una segunda oportunidad en librerías. Algunos lo han conseguido de la mano de otras editoriales; otros ahí están, aguardando en la recámara del olvido editorial.

Nacida en Brooklyn en 1889, Elisabeth Sanxay Holding empezó a publicar ficción en 1920, pero la debacle financiera de 1929 y el deber de mantener a sus dos hijas la obligaron a dedicarse por completo a la novela de suspense, que en aquel entonces tenía un mercado más estable. Desde los años treinta y hasta su muerte, en 1955, Sanxay Holding publicó dieciocho novelas, de las cuales Lumen, de momento, ha rescatado tres y publicado dos. Alfred Hitchcock incluyó La pared vacía, publicado en Lumen, en su antología de relatos de suspense de 1959 y la novela fue llevada dos veces al cine.

9 comentarios:

  1. Madre mía, ya estás picándome de nuevo... ¡¡¡leches!!!
    Un besazo

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  2. Muero de envidia. Yo intenté hacerme con esta y con la otra después de leer La pared vacía pero no lograba encontrar ejemplares que me compensaran el riesgo de un segunda mano que no tuvieran un precio abusivo. Prometo una vez vuelva totalmente a la rutina, retomar la búsqueda.
    Besos

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  3. Hola, no puedo visitar este blog porque me das mucha envidia y me creas necesidades que no tenía. Ya tengo apuntada la autora desde la reseña de Inés y yo también me pondré en modo búsqueda. Una pena que con cada vez más lectores deseosos de novelas clasicas de este tipo, alguna editorial no recoja el testigo y publique autores tan excelentes como difíciles de encontrar. Será que económicamente no compensa. Besinos.

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  4. Pero si es que tientas muchoooo. Ays, con qué ganitas me has dejado. Y qué pena que sean autores tan olvidados por las editoriales. Espero que de nuevo se fijen en ellos porque hay auténticas joyitas que merecen ser reeditadas.
    Besotes!!!!

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  5. ¡Hola! Me alegro que sea una novela de la que has disfrutado. Personalmente no me llama la atención, así que en esta ocasión prefiero dejarla pasar.

    ¡Nos leemos!

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  6. Hola. Es verdad que Lumen ha dado un giro y ha dejado muchos títulos en la cuneta. Yo cuando veo esos precios en los libros de segunda mano me pregunto si habrá otra cosa detrás, una reventa de algo o yo qué sé. Pero sí, a veces es muy complicado encontrarlos y otras incluso pagar por ellos.
    Respecto al libro que nos traes tiene un punto muy atractivo, se ve original y de los que mantiene el interés aunque se pueda ver por dónde va.
    Miraré en la biblio.
    Besotes.

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  7. ¡Hola! ^^
    No lo conocía, gracias mil por la reseña :P

    Un besote =)
    P.D. Acabo de descubrir tu blog y ya te sigo, te invito a pasarte por el mío

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  8. Pues nada, me daré una vuelta por la extensa biblioteca de mi padre por si tuviera suerte, hay muchísimos libros que no tengo controlados allí y, si no lo encuentro, a ponerme a buscar un segunda mano con un precio razonable.
    Besos.

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  9. Hola, aquí una fan del Lord Peter Wimsey de Dorothy L. Sayers que también echa de menos aquella línea editorial de Lumen. Aunque la autora que nos traes hoy solo me suena de la reseña de Inés, como tú indicas. Por lo que nos cuentas, me parecía estar viendo una peli de Hitchcock, aunque no sé si van por ahí los tiros. Besos.

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