Título original: Rebecca
Autora: Daphne du Maurier
Editorial: Galaxia Gutenberg + Círculo de Lectores
Traducción: Fernando Calleja Gutiérrez
Páginas: 480
Autora: Daphne du Maurier
Editorial: Galaxia Gutenberg + Círculo de Lectores
Traducción: Fernando Calleja Gutiérrez
Páginas: 480
Fecha publicación original: 1938
Fecha esta edición: 2009
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Precio: descatalogada (disponible en otras ediciones)Fecha esta edición: 2009
Encuadernación: cartoné con sobrecubierta
Imagen de cubierta: Fotograma de la adaptación cinematográfica de Rebecca (Alfred Hitchcock, 1940)
«Anoche soñé que volvía a Manderley.» Con esta frase Daphne du Maurier
nos introduce en el universo de una mansión en apariencia idílica, con
rosaledas y caminos bordeados de rododendros, y praderas que terminan en
una pequeña cala. Es la casa de Maxim de Winter, en la que vivía con su
esposa Rebecca hasta que ésta murió ahogada en el mar y a la que ahora
regresa con su nueva e inocente mujer. Ésta pronto descubrirá, sin
embargo, que Manderley no es el mundo perfecto que ella cree: allí vive
también la inquietante señora Danvers, el ama de llaves, quien no sólo
no acepta a la joven, sino que constantemente le recuerda la figura de
Rebecca, la única e insustituible señora De Winter. Rebecca, la
encantadora, inteligente y segura Rebecca, cuyo rastro está presente en
todas las habitaciones, en cada jarrón, en cada cuadro, en los membretes
del papel de cartas. Rebecca, la criatura más hermosa del mundo.
Rebecca, la presencia que recorre Manderley y el eco de cuya risa
resuena aún en los pasillos cerrados de la casa. Una risa que en el
fondo, oculto entre los pliegues de su sonido cristalino, esconde el
sabor amargo de los secretos inconfesables.
Desde su publicación, hace
ya setenta años, Rebecca no ha dejado de cautivar a generaciones de
lectores, fenómeno al que no fue ajeno su magnífica adaptación
cinematográfica. Du Maurier logra retratar la psicología de sus
atormentados personajes con precisión quirúrgica y recrea una
inquietante y malsana atmósfera en esta obra maestra, convertida en uno
de los más logrados ejemplos de novela gótica del siglo xx.
Uno de mis propósitos lectores para este año es releer muchos de mis clásicos adorados (si son tochos mejor), esos que ya he leído y a los que no vuelvo más a menudo porque no me da la vida. Sí, tengo muchos pendientes inéditos, pero si la cabeza me pide releer algo, lo voy a releer sin darle más vueltas aunque sea a capítulo por día y que me dure el libro lo que tenga que durar... y eso estoy haciendo desde hace unos meses. Son libros que por regla general no voy a traer por aquí (quiero leerlos para mí, no pensando en lo que voy a contar sobre ellos...), y una de las pocas excepciones a esta regla es la novela que hoy os traigo: Rebecca, de Daphne du Maurier. La razón de hacer una excepción con ella es muy sencilla: son
ya cinco las ocasiones en las que os hemos pedido a través de los
sorteos de aniversario del blog que nos digáis qué lecturas queréis ver
reseñadas en Netherfield, y no exagero si os digo que Rebecca ha sido propuesta en casi todas esas ocasiones, así que al final me he animado. La leí por primera
vez en inglés en mi adolescencia, desde entonces han sido ya otras tres veces más las
que he visitado Manderley, y sigue pareciéndome una novela maravillosa.
La protagonista de la historia, de la que nunca conocemos el nombre salvo alguna alusión a que resulta peculiar, tiene 21 años y está en Montecarlo acompañando a la señora Van Hopper. Huérfana y sin familia, ejerce como su dama de compañía hasta que aparece Maxim de Winter en el mismo hotel en el que se alojan. Maxim es famoso por su propiedad, Manderley, y por ser viudo desde hace unos meses de su mujer, Rebecca. A pesar de su caballerosidad se muestra hosco, burlón, reservado y propenso a la ironía, y no parece tolerar demasiado bien la hipocresía que dictan las etiquetas sociales, por lo que huye de la compañía de la gente... a excepción de la de nuestra humilde jovencita. Cuando Maxim le propone casarse con él, ella no duda en aceptarlo, y mientras pasan su luna de miel en Europa todo parece ir a las mil maravillas... pero su llegada a Manderley lo cambia todo. No sabe cómo ser la señora de una casa como esa, le superan todas las cosas que todo el mundo da por hecho que debe hacer y de las que ella no tiene la más mínima idea; la señora Danvers, ama de llaves de la mansión, se muestra hostil desde el primer momento, y todo el mundo no hace más que repetir lo diferente que es de Rebecca y lo fascinado que esta tenía a todo el mundo, incluido su marido. Rebecca, Rebecca, Rebecca... y si la protagonista lo piensa detenidamente, Maxim jamás le ha dicho que está enamorado de ella, ¿verdad? La nueva señora de Winter empieza a obsesionarse con su antecesora en el puesto, y eso que todavía no sabe lo que está por venir.
¡Allí estaba Manderley! ¡Nuestro Manderley!
Ahora que me siento a hablaros del libro, sinceramente creo que no tengo mucho que aportar (que es una de las razones por las me veis hablar muy poco sobre clásicos universales archimegaconocidos). Se ha hablado tanto sobre Rebecca, hay tantísimas opiniones disponibles para quien quieras leerlas o verlas, que no sé qué puedo deciros que marque una mínima diferencia (pista: nada). Sí, os voy a dar mi opinión, obviamente, pero no va a diferir de montones de opiniones ya dadas con anterioridad. En definitiva, que no sé muy bien qué os voy a contar, y que sea lo que sea lo voy a ir separando en ¿secciones? No sé cómo llamar a esta cosa que estoy escribiendo sobre la marcha. Poneos
cómodos con unas aceitunillas, unas papas y una cervecita bien fría (que dicho sea de paso, menudo asco de calor hace ya).
Rollo macabeo 1. ¿Qué me fascina de Rebecca? Podría deciros que todo, pero quedaría muy simplista, así que allá vamos.
Su ambientación, que ya deslumbra desde ese primer capítulo que solo adquiere pleno significado cuando termina el libro y que conviene releer al finalizar la lectura para comprenderlo en toda su magnitud. Misterio, suspense, toques góticos y una narración sugestiva con escenas simplemente magistrales. El ritmo narrativo, que va de menos a más, a mucho más, dando una lección maestra del manejo del suspense: comienza de una manera tranquila poniendo todos los peones sobre el tablero para, una vez acomodados en Manderley, empezar a establecer un círculo alrededor de una trama que se nos mantiene oculta pero que de vez en cuando abre pequeñas ventanas para que el lector vaya atisbando a través de ellas; y llega un punto que ese círculo decide que ya está bien, que ya vale de dejar al lector sentado en la silla estudiando la situación, y el círculo comienza a apretar, a apretar, a apretar... y no puedes dejar de pasar las páginas hasta el final para ver cómo estalla esa trama ante la imposibilidad de soportar la presión de ese cerco. La señora Danvers, personaje creepy donde los haya y que la literatura no ha dejado de copiar, emular, imitar y reinventar desde que vio la luz. Esta señora protagoniza algunas de las escenas más memorables del libro, y sin ella nada sería igual en esta historia. Ojalá pudiera hablaros de algunas de esas escenas. No puedo. Maxim de Winter, y esto puede sorprender porque quizás es el personaje accesorio, el nexo de unión entre las dos señoras de Winter que resulta un misterio para el lector durante buena parte del libro. No es un gran personaje de cara al lector pero es un personaje determinante para el modo en que lo percibe todo la protagonista, y en esa construcción ambigua, fría y opaca está toda su genialidad. Y como de la propia protagonista os hablo después, no puedo dejar de nombrar aquí a Rebecca. Emulando a Shrek (profunda que es una), Rebecca tiene tantas capas como una cebolla, y el modo en que esa cebolla va perdiendo sus capas conforme avanzan las páginas es una genialidad que Du Maurier se sacó de la manga, porque además nunca sabes quién va a ser el personaje que en cada momento va a usar el cuchillo para ir haciendo la escabechina. Rebecca no necesita estar presente para ser la dueña de la función.
Rollo macabeo 2. El punto de vista narrativo, uno de los grandes logros del libro (y sé que en esto muchos lectores no estarán de acuerdo. pero para eso estoy en mi casa: para dar mi opinión).
Daphne du Maurier era una maestra al crear los puntos de vista desde los que narraba sus libros, y el del personaje principal de Rebecca no iba a ser menos. Ay, este pajarillo asustado jamás ganaría un premio a la autoestima. Todo lo vemos a través de sus ojos, tanto lo que hacen y dicen los demás como sus propias interacciones con el resto de personajes, por no hablar de su percepción personal sobre todo lo que ocurre a su alrededor. A sus 21 años habla de sí misma como si fuese una cría, no le gusta su pelo, no le gusta su aspecto, no tiene experiencia en la vida, no tiene conversación, es demasiado tímida, viste muy mal... Si a una mujer así, demasiado joven, inmadura e impresionable, la meten en una mansión como Manderley, eje central de la vida social de la zona durante generaciones, y todo el mundo nada más verla suelta lo de "¡No te pareces nada a Rebecca!", con tono estupefacto, lo normal es que te obsesiones por saber cómo era la tal Rebecca y que te pongas a preguntar e indagar. ¿Qué descubre? Pues que si no quería taza, se va a atragantar con dos. Rebecca era la mujer más hermosa que jamás se hubiese visto, alta, delgada, elegante, fascinante, simpática, inteligente, afectuosa, amada por todos, deseada por todos, el centro de las miradas allá donde iba... ¿cómo no se va a poner nuestra prota a la defensiva? No tiene armas con las que luchar (y si las tiene no sabe usarlas), le gustaría ser mayor y tener más mundo, y encima no se siente segura del amor de Maxim y está convencida de que la compara continuamente con Rebecca... La protagonista nace con la piedra atada a los pies desde el principio, la autora hace toda una declaración de intenciones titulando al libro con el nombre de su rival y negándole a ella su propio nombre, y su misión durante todo la novela es encontrar el modo de sobreponerse a un entorno que le intimida para encontrarse a sí misma y sacar tarde o temprano a la señora de Winter que debe ser, da igual si la lleva dentro innata o no.
Rollo macabeo 3. Pegas de otros lectores al libro (que no son en absoluto las mías) al hilo de la protagonista.
Una de las cosas que creo que menos gusta a muchos lectores de este libro es precisamente la protagonista principal. No la soportan, les parece tan tontorrona y tan acomplejada que no conectan con ella, y yo me pregunto: si la protagonista no fuera así, ¿tendríamos historia? ¿De qué serviría que tuviese una fuerte personalidad y una gran confianza en sí misma para el propósito de la narración? Si nuestra aquella-que-no-tiene-nombre fuera diferente, llegaría a la casa y se comería a la Danvers, a los criados y a todo el que se le pusiera por delante con papas, que para eso es la nueva señora de Winter... pero es que entonces Rebecca como novela no tendría razón de ser. Necesitamos a una protagonista insegura que dude de sí misma y se hunda bajo el peso del fantasma y el recuerdo de su antecesora en el puesto. Necesitamos a una protagonista tan atemorizada de meter la pata en su nueva posición social que tenga hasta miedo de hablar con los criados. Necesitamos a una protagonista tan inmadura que rompa una figura y esconda los pedazos en un cajón como si fuera una cría pequeña para que no se entere nadie. Estamos dentro de su cabeza toda la narración, sabemos que es solo una muchacha que iba para dama de compañía y de repente se encuentra ejerciendo de señora de una mansión cuando sigue usando sus bragas remendadas y no sabe ni peinarse con algo de gracia, teniendo que lidiar encima con el recuerdo de una mujer pluscuamperfecta que no tiene la más mínima intención de esfumarse. ¿Resulta exasperante a veces! ¡Sí! ¿Es la intención? ¡También! ¡Dadle un respiro! Tiene mucha novela por delante para demostrarle al lector si es capaz de madurar, crecer y superar tanto complejo y tanto miedo.
Rollo macabeo 4. ¿Por qué hay que leer más a Daphne du Maurier?
O, cambiando la pregunta, ¿por qué no se lee más a Daphne du Maurier? Esta autora ha tenido que cargar durante mucho tiempo con el sambenito de escritora de segunda por el mero hecho de dedicar la mayor parte de su obra a los géneros de misterio y suspense. Desde hace algunos años esto ha cambiado, muchas mujeres son hoy en día un referente en este mercado literario, pero Du Maurier sigue sin poder escapar del todo de esa burbuja de infravaloración en la que ha estado metida mucho tiempo. Aun así desde hace unos años se está apostando por la recuperación de su obra en castellano, algo que sus lectores entusiastas no podemos más que agradecer de corazón. Que pase de ser una autora subestimada a una valorada y apreciada en su justa medida depende en su mayor parte de la posibilidad de acercarse a su obra, y eso es algo que hay que agradecer a editoriales como Alba. ¿Y qué podrán encontrarse los lectores en esos libros? Una prosa elegante, sugestiva, atmosférica, sutil y lúcida; una inteligencia aguda a la hora de crear personajes, meterse en sus cabezas y hacerles pivotar de manera precisa en sus tramas; una capacidad extraordinaria para enlazar escenas, detalles, insinuaciones, diálogos... que funcionan como un reloj a la hora de dar sentido a los giros de trama sin que jamás se la pueda acusar de sacarse nada de la manga; y una dedicación absoluta a las ambientaciones de sus novelas, a sabiendas de que su éxito dependía de su singularidad y magnificencia a la hora de coger al lector de la mano y llevarlo hasta el mismo corazón de la historia.
Fin de los rollos macabeos. Diréis que estoy hablando mucho sin contar realmente nada, ¿no? Bien, es la intención, así que antes de que me vaya de la lengua sin darme cuenta, voy finiquitando. Os lo comentaba al principio, son ya cuatro veces con esta las que he leído el libro, he visto otras tantas adaptaciones diferentes, y lo sigo disfrutando igual. Me sigue pareciendo una joya, lo releeré cuantas veces más se tercien, seguirán fascinándome las mismas escenas y seguiré defendiendo la novela porque mi adoración por ella es totalmente genuina. No he tenido tiempo de revisionar la peli de Hitchcock, si no también la hubiese metido y os esperarían otros cuantos párrafos más (grandísima adaptación, por cierto, aunque tiene una diferencia importante y muy concreta con respecto al libro).
Daphne du Maurier nació en Londres en 1907, hija del famoso agente de
actores sir Gerald du Maurier y de la actriz Muriel Beaumont, y nieta
del artista y escritor George du Maurier. Empezó a escribir historias
cortas y artículos con ventiún años, y con veinticuatro publicó su
primera novela. Fue una novelista de gran éxito con obras tan conocidas
como Rebeca, Posada Jamaica o Mi prima Rachel,
muchas de ellas adaptadas al cine. Estuvo casada con el mayor Frederick
Browning con el que tuvo tres hijos. Vivió una vida acomodada durante
más de veinticinco años en la mansión Menabilly en la costa sur de
Cornwall, donde siempre pudo escribir sin preocupaciones. La llenaba de
gran orgullo ser el principal sustento económico de su familia. Murió el
19 de abril de 1989.
Querida MH:
ResponderEliminarQué raro me ha parecido que no tuvieras ya reseñada Rebecca en el blog. Por otro lado, todo lo que nos has contado coincide con mis impresiones de la novela. Como también el hecho de que sea uno de los clásicos que he leído y releído varias veces. Con respecto a la protagonista principal, a mí me parece una obra de arte lo que hizo la autora con ella. Como bien dices tú, la historia no podría ser la misma sin esa personalidad tan peculiar. Quien quiera una heroína valiente y guerrera que busque un romance. A mí Rebecca, la novela, me fascinó por todos sus personajes y por la originalidad de su planteamiento. Soy muy fan de la película (of course la de Hitchcock ), pero aún lo soy más de la novela. Gracias a ella me introduje en el género literario policiaco.
Un abrazo, querida MH, y gracias por sorprendernos siempre con reseñas originales!!
¡Hoooola!
ResponderEliminarQUE. MARAVILLA. DE. LIBRO. Después de leerlo me he quedado con muchas ganas de leer más cosas porque madre mía, que bien escribe esta mujer. Que estilo, que ambientación, que manera de meterte en la historia, que descripciones, que personajes... TODO. Desde luego, Rebecca me pareció una obra maestra.
Es cierto lo de la protagonista... pues sí, es totalmente insufrible. Indecisa, insegura, tan poco espabilada que a mí también me sacaba de quicio. Pero es que si no fuera así, no tendríamos historia, no sería lo mismo. Personalmente me encantó y eso no me impidió disfrutar del libro en absoluto.
¡muuuuchos besos!
Ay, seguramente yo fui una de esas personas que os pedían reseña de Rebecca cada vez que preguntabais, jajaja. Es probablemente mi libro favorito de todos los tiempos (ya sé que es mucho decir), pero es que me enamoré de él con 16 años y ya ni sé las veces que lo he leído. Hasta un trabajo hice de este libro en la universidad. Me ha encantado tu reseña, suscribo cada palabra y ahora me has creado una necesidad porque tengo que volver a leerlo (y van...) y no tengo aquí en casa ninguna de mis copias. Argh.
ResponderEliminarBesotes.
Hola,
ResponderEliminaryo esperaba tanto de este libro, quizá por las buenas críticas que había leído, que cuando lo leí me supo a poco, no lo vi tan genial como imaginaba.
Un beso
La primera vez que leí la novela no me gustó tanto como esperaba y me parecía que no estaba a la altura de la películas, pero la he releído varias veces desde entonces y cada vez la disfruto más, creo que es una historia que gana con las sucesivas lecturas. No descarto releerla alguna vez más para vuestro reto. Besinos.
ResponderEliminarLa diferencia tan importante entre el libro y la película, que veo que tú sorteas hábilmente (yo en mi reseña hablé de ella porque si todavía hay alguien a quien se pueda destripar la trama y el final de Rebecca... merece que se le destripe, ja ja), es lo que más me gusta de la novela. Tuvo que ser todo un escándalo en aquella época. La peli de Hitchcock me encanta, pero no se atrevió con el final. Claro que no hubiera sorteado el código Hays de ninguna manera.
ResponderEliminarUn beso.
Me gusta mucho la novela y la adaptación, y por supuesto la autora, a la que voy descubriendo poquito a poco... y también me asombra que no se lea más...
ResponderEliminarUn beso.
Hola MH, ya sabes que lo reseñé hace un par de años y aunque me gustó no fue lo mismo que leerla por primera vez sin saber nada. NO paraba de tener en mi mente la imagen de los actores de Hitcock... y lo que comentas de la diferencia entre la peli y la novelas, ya sabemos a qué te refieres, fue lo que más me sorprendió...
ResponderEliminarUn besazo
Jajaja, nada de rollos macabeos, has hecho muy bien en reseñarla. Yo si te soy sincera no la he leído pero es que he visto tantas versiones...que me la sé casi de memoria. La edición que has leído es muy bonita.
ResponderEliminarBesos
Lo he leído dos veces y ahora me has dejado con ganas de hacerlo una tercera. Esta novela es una maravilla de principio a fin.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me gusta tanto, tanto, pero tanto, que la leería tooooodos los años, y después la abrazaría hasta dormirme 😁
ResponderEliminarMira, voy a ponerme la peli, iba a hacer cardio pero ya no me apetece ¡Rebeca, Rebeca, Rebeca! 😂😋💋
Yo solo la he leído una vez y me encantó. Es de esos libros que quiero volver a leer, el problema es cuándo
ResponderEliminarBesos
Hola. Pues vamos 4-0, lo intenté una vez pero creo que la edición era soberanamente mala y la cosa no pasó de varias páginas. Siempre la tengo rondando porque la peli es una de mis favoritas de la vida. A mí tus rollos macabros me gustan, porque no me parecen rollo. Y también tengo libros que leo para mí.
ResponderEliminarBesos
Esta novela me marcó. La leí hace muchísimos años, siendo muy muy joven y la recuerdo como un auténtico novelón junto con otras grandes lecturas de aquella época como Al este del Edén o Matar un ruiseñor y tantos grandes títulos que iba cogiendo de la biblioteca de mi padre. Hay veces que pienso en una relectura de todos ellos, por ver cómo son ahora que ya no soy la lectora de entonces, pero dos cosas me frenan: la primera la falta de tiempo , la segunda, un cierto temor a que se rompa la magia. Ya veremos.
ResponderEliminarbesos.
Jajajaj qué bonita expresión esa de "rollo macabeo". Me recuerda a mis años mozos jejeje. Tienes la misma edición que yo. Y que la prota era tontorrona?? Nooooo. Era inocente, joven, con poco mundo... A mí me encanta. Besos
ResponderEliminarUna de mis favoritas de Hitchcock, de esas pelis que se recuerdan con nostalgia. Algún día me tengo que estrenar con esta autora.
ResponderEliminarUn beso ;)
Uno de mis eternos pendientes, además la peli me flipa.
ResponderEliminarBesotes
¡Jajajaja! Me parto con tus rollos macabeos y me gustan muchísimo. A mí me encanto que me comentases, sobre esa protagonista que no ganará precisamente un premio a la autoestima, que si ella no fuese tal y como es no tendríamos novela. Es que la trama gira en torno a su inseguridad y la señora Danvers no tendría nada que pinchar si no fuese por eso porque cualquier otra señora de Winter la hubiese despedido a la primera de cambio. Otra de las cuestiones que más me sorprendieron del libro fue que las dos grandes protagonistas fuesen tan atípicas: Rebeca tiene ni una sola escena en la novela y Manderley es una casa. Y nada, que haré caso de tus estupendos rollos macabeos y leeré más a Daphne du Mourier porque merece la pena. Besos.
ResponderEliminarAMO estas reseñas de Daphne du Maurier. Por acá una fanática Argentina de Rebecca, que se acaba de enterar que ALBA editó tantas novelas de ella (L)
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