Mostrando entradas con la etiqueta Nivel 1. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Nivel 1. Mostrar todas las entradas

lunes, 5 de mayo de 2025

RESEÑA (by MH) ::: MUERTE DE UN LIBRERO - Bernard J. Farmer


 
Título original: Death of a Bookseller
Autor: Bernard J. Farmer
Editorial: Duomo
Traducción: Miguel Alpuente
Introducción: Martin Edwards
Páginas: 320
Fecha publicación original: 1956
Fecha esta edición: septiembre 2024
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros





Una noche de verano el sargento Wigan acompaña a un hombre ebrio, un viejo librero hasta su casa. Impresionado por su colección, decide empezar la suya propia con la ayuda de su nuevo amigo. Sin embargo, la relación pronto se verá interrumpida cuando el librero aparece muerto. 
 
Publicada por primera vez en 1956, es una investigación apasionante sobre el mundo del coleccionismo de libros que deleitará tanto a los ávidos bibliófilos como a los amantes del misterio.
 
 
 
Sigo adelante leyendo los misterios clásicos que Duomo está publicando dentro de su colección de novela negra de la British Library, y hoy le toca el turno a
Muerte de un librero. La temática a priori es la debilidad de cualquier lector, ¿verdad? Coleccionistas y corredores de libros, librerías de segunda mano, ediciones raras, incunables, venta a pie de calle... pues en este mundo, que es más cruel y desalmado de lo que parece, decidió Bernard J. Farmer ambientar su novela. Os cuento.
 
La historia comienza conociendo al sargento Wigan, que, como otros muchos policías, tiene hobbies que alterna con su devoción a la ley: jardinería, escultura, carpintería... hasta que por casualidad conoce una noche a Michael Fisk, un corredor de libros que está celebrando que ha encontrado un ejemplar de Endimión, de John Keats, que perteneció al propio poeta y que se dedicó a sí mismo en 1818. El libro saldrá a subasta en Sotheby's y es algo único en la vida, pero el propio Fisk le dice al sargento que el mundo del coleccionismo de libros es despiadado y obsesivo, y que habría gente que mataría (LE mataría) para hacerse con esa edición... pues dicho y hecho: Fisk aparece asesinado y el ejemplar de Keats ha volado. Wigan y Fisk se habían hecho muy amigos (hasta el punto en que Wigan mismo se ha convertido en coleccionista de libros y resulta ser el heredero único de Fisk), así que se propone encontrar al asesino de su amigo cueste lo que cueste. Y sí, aparece un sospechoso, y tan claras están las cosas que pronto es declarado culpable y condenado a muerte... y aquí es donde empieza realmente la historia, porque Wigan cree que se va a ejecutar a un inocente.
 
El coleccionismo de libros, sargento, es la ocupación más interesante del mundo. Nunca te cansas de ella. Nunca sabes lo que te deparará la suerte. Cada vez que te detienes en un puesto de libros antiguos y echas un vistazo, comienza una nueva aventura. El coleccionismo de libros es...
 
Como os decía arriba, esta novela nos mete de lleno en el mundo de los coleccionistas de libros (millonarios, claro, no como menda, que sí, colecciona libros pero a costa de comer arroz cinco días a la semana) y de los corredores de libros que se los proporcionan. Estos corredores van de un lado a otro rebuscando, desenterrando y descubriendo primeras ediciones que luego venden a otros comerciantes o directamente a coleccionistas (algunos de estos tratantes de hecho trabajan en exclusiva para un solo coleccionista que está dispuesto a pagar lo que sea por determinados ejemplares y puede permitirse el lujo de tener a un corredor a sueldo). En este mundo, como en todas partes, hay gente honesta, pero también hay mucho personaje sin ética ni escrúpulos, y esos tipejos harían lo que sea, cualquier cosa, con tal de conseguir un libro... hasta asesinar a aquel que no quiere vender o se niega  a deshacerse del ejemplar soñado. Y a la vista está, porque la novela gira alrededor de la muerte de uno de estos tratantes. Aquí se pinta el comercio de libros como un sector despiadado en el que se mueve muchísimo dinero y tonterías, las mínimas. Sí, también hay vendedores callejeros que se las saben todas ganándose la vida honradamente, pero en general es un mundo en el que no apetece adentrarse mucho, visto lo visto xD.
 
La gente, señor Wigan, piensa que el coleccionismo de libros es un pasatiempo agradable e inofensivo propio de viejos seniles. Y puede serlo, pero no siempre. También puede ser despiadado.
 

¿Cómo plantea Farmer la novela? Pues en realidad en el primer tercio de páginas ya tenemos un sospechoso detenido, juzgado y condenado a morir en la horca, y no consideréis esto spoiler, es que la investigación empieza realmente a partir de ahí. El sargento Wigan no está nada conforme, tiene conciencia, cree que quien espera en el corredor de la muerte es inocente y no se olvida de él ni un solo momento. No deja de decir que tiene dudas, de expresar sus temores, pero el trabajo de un policía no es cuestionar, sino presentar pruebas, y de eso tiene más bien poco, así que no solo nadie le hace caso, sino que se le recomienda encarecidamente desde las alturas policiales que lo deje estar. Solo insistiendo mucho le permiten hacer las averiguaciones que considere necesarias en su tiempo libre y fuera del horario de trabajo, y ahí es donde realmente empiezan las pesquisas en serio y contrarreloj. Por cierto, que el sospechoso es de esos histéricos y antipáticos que al lector, honestamente, ni le van ni le vienen. Tiene una personalidad muy difícil de defender, se lo comen los nervios, es un desagradecido, vuelve loco a todo el mundo con sus gritos y sus rabietas... pero eso es lo de menos: aquí lo importante es librar a un posible inocente de la horca, te caiga bien o te caiga mal.
 
Como os decía arriba, la ambientación de la historia, para los amantes de los libros, es un caramelo, no me digáis que no. El propio autor dice en una nota inicial que las librerías y los personajes son ficticios, pero que el escenario de la novela es el mundo londinense del comercio de libros usados (miedito da). Y claro, teniendo en cuenta que este libro se publicó en 1956, todo lo que se nombra son autores y novelas clásicos: el poeta John Keats (cuyo raro ejemplar es el pistoletazo de salida para todo), Dickens, Trollope, Maugham, El progreso del peregrino (de John Bunyan, publicado en 1678)... incluso se habla de la primera edición en tres tomos de La tumba de Tutankamón, de mi adorado Howard Carter. Autores como Kipling o H.G. Wells se cotizan a la baja en este mundo, pero Chesterton y Marie Belloc Lowndes valen la pena. Y si un autor se valora muchísimo en estas páginas es G. A. Henty, novelista y corresponsal de guerra por el que se pagan auténticas sumas de dinero y que, a día de hoy, yo diría que ni siquiera está traducido al castellano (o no al menos en las últimas décadas). También aparecen clásicos del siglo XVI sobre fantasmas, como el Of Ghosts and Spirits Walking at Night (de Lewes Lavater, publicado en 1572) o pioneros en el mundo del oscurantismo, como el ejemplar de Demonología del rey Jacobo I (muy aficionado a estos temas).
 
Por lo que estaréis viendo a tenor de los últimos ejemplares que os comento, la trama se adentra en otro tipo de cosas, y ahí es donde la historia me perdió bastante. Desde el principio se dice que el corredor de libros fallecido era muy MUY aficionado a los libros sobre ocultismo, satanismo, misas negras, etc... y lo que puede ser una afición más o menos sana (cada cual con sus gustos, ¿no?), torna en algo bastante ridículo en cierto momento de la historia y no es que no te lo creas porque te parezca una tontería (que lo es), es que un policía jamás haría lo que hace Wigan aquí ni presentaría lo que presenta ante sus superiores. No voy a entrar mucho en esto, pero vaya, que si toda la novela estuviese escrita de cierta manera, con cierto tono, buscando determinadas cosas, y esto estuviera integrado en esa particular forma de afrontar la historia, pues vale. Pero no, este es un misterio clásico detectivesco de toda la vida con un pegote absurdo del tamaño de un camión. Aparte hay algún personaje secundario que también roza el histrionismo. No sé, es que estás leyendo algo muy estándar para la época y de repente te encuentras con algunas excentricidades de un autor con ganas de gamberrear un poco... y yo apoyo al cien por cien tanto las ganas de gamberrear como las excentricidades, pero si encajan bien con todo lo demás. No es el caso (para mí, claro). A todo esto se añade que Wigan es muy buena persona, pero como investigador, objetivamente hablando, no es que sea la gran cosa…. Todas las papeletas las resuelven los demás.
 
Así que el veredicto es que resulta muy entretenida, la ambientación en el coleccionismo de libros de segunda mano de mediados del siglo XX es muy muy interesante, pero a partir de la mitad del libro se vuelve en ocasiones un poco tontorrona y absurda. ¿Recomendable? Pues no os vais a arrepentir de leerla, pero tampoco la vais a cerrar entusiasmados de la vida. Yo creo que Farmer se lo pasó muy bien escribiendo y metió en ella lo que le apeteció y le hizo gracia, sin más, a modo de travesura literaria. El resultado queda a gusto del consumidor. A mí me ha estropeado un poco la lectura, pero supongo que habrá lectores que lo asuman sin más y lo disfruten sin tanta ceremonia. El primer tercio sí lo he leído del tirón, me ha gustado mucho y la parte concerniente al juicio es muy ilustrativa (ejemplifica muy bien como funciona el sistema judicial británico). No os he hablado de ninguno de los personajes secundarios porque creo que debéis conocerlos durante la lectura, pero son unos cuantos corredores, libreros y millonarios varios, cada uno de su padre y de su madre y representando tanto lo mejor como lo peor del mundillo. Unos ayudan, otros mienten y otros tienen su propia agenda... lo habitual en estos casos.
 
De los libros publicados hasta ahora en esta colección, que en mi cabeza están divididos de manera muy clara en dos grupos, Muerte de un librero estaría en el grupo de los "entretenidos pero con unas cuantas pegas que lastran". El otro grupo, por si a alguien le interesa, lo denomino "entretenidos con algunas pegas que no me estropean para nada la lectura" xD.

 
º



Bernard J. Farmer (1903-1964) fue un escritor británico. Autor de novelas de misterio, Farmer une en sus obras la pasión por el género policiaco y el amor hacia los libros raros. Muerte de un librero combina extraordinariamente sus dos grandes aficiones en una historia fascinante y repleta de golpes de escena.

lunes, 14 de abril de 2025

RESEÑA (by MH) ::: EL MISTERIO DE LA VILLA ROSA - A. E. W. Mason


 

Título original: At the Villa Rose
Autor: A. E. W. Mason
Editorial: Espuela de Plata
Traducción: Faustino Ballvé (1947 / revisada por Gabriel García Santos)
Traducción: Antonio González Lejárraga
Páginas: 260
Fecha publicación original: 1910
Fecha esta edición: abril 2023
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 19,90 euros 
Diseño de cubierta: Editorial Renacimiento

 
El misterio de la Villa Rosa empieza con el señor Julius Ricardo veraneando en Aix-les-Bains. En una visita al casino, se encuentra con un joven inglés, Harry Wethermill, y Celia Harland, bella joven sin dinero de la que Harry está enamorado. Menos de cuarenta y ocho horas después, Harry pide ayuda a Ricardo. La patrona de Celia, madame Dauvray, tras una sesión de espiritismo, ha aparecido estrangulada, sus valiosas joyas han desaparecido y han hallado a su doncella atada y narcotizada. Celia parece haber huido y es la sospechosa evidente. ¿Quién asesinó a la rica Madame Dauvray y desvalijó su casa? ¿Qué pasó con la protegida de Dauvray, Celia, quien desa­pareció la misma noche en que murió la víctima? ¿Tendría algo que ver la joven con este horroroso crimen? Haciendo uso de su amistad, Ricardo convence a Hanaud para que intervenga en las investigaciones.
 

  
 
El año pasado me quité una espinita lectora leyendo
Las cuatro plumas, un pendiente de toda la vida, y me gustó muchísimo más de lo que esperaba (si habéis visto las pelis da igual, leed el libro porque es mucho mucho mejor... no es un libro de aventuras, que es lo que se ha explotado en las adaptaciones cinematográficas; es un libro de personajes, y está escrito de una manera que solo puedo describir como soberbia). El caso es que tenía El misterio de la Villa Rosa desde hacía un par de años en la estantería porque sabéis que soy una pirada de los misterios clásicos y de una manera u otra todos van cayendo, pero os prometo que por mucho que veía el nombre del autor no lo asociaba con el Mason de Las cuatro plumas. Es como que en mi cabeza no podían ser la misma persona. Bueno, pues una vez leído el libro casi os podría decir lo mismo: no parece el mismo escritor xD. No por nada malo, sino porque el estilo es completamente distinto y parecen nacidos de la mano de dos autores diferentes (a ver, en cuanto a calidad literaria, para mí Las cuatro plumas está a años luz, pero una novela de misterio pide otras cosas y de ahí las diferencias). Versátil que era el señor, vaya. Y sin más preámbulos, os hablo de El misterio de la Villa Rosa.
 
La historia está ambientada en Aix-les-Bains, una ciudad turística y balneario de la Saboya francesa. También hay un casino alrededor del cual gira casi toda la vida de la ciudad, y allí es donde el señor Julius Ricardo, que se dedica a vivir la vida alegremente sin muchas preocupaciones, ve por primera vez a madame Dauvray, que poco tiempo después aparecerá asesinada en Villa Rosa, y a Celia, una joven que siempre la acompaña y que desaparece la misma noche del asesinato convirtiéndose en la principal sospechosa. Harry Wethermill, a quien el señor Julius ya conocía de antes, tiene un interés personal por Celia y está convencido de su inocencia, así que juntos acuden al inspector Hanaud, que está de vacaciones en la zona, para que se haga cargo del caso. Pero claro, Hanaud advierte: va a averiguar la verdad, sea la que sea y caiga quien caiga... y eso es, ni más ni menos, lo que hace, que para eso es el mejor en su profesión de aquí a Lima.
 
Bueno, pues esta es la primera novela protagonizada por el inspector Gabriel Hanaud, que apareció en cinco novelas largas, una corta y un relato.  Por decirlo en pocas palabras, no es un personaje que caiga bien (tampoco tiene por qué hacerlo, obviamente, es solo una apreciación personal). Es bastante borde, vanidoso, prepotente, mordaz... se cree el rey del mambo, se burla de la gente y la humilla cuando dan alguna opinión sobre el caso que a él le parece ridícula...  Antecede a Poirot en cuanto a su alto concepto de sí mismo, de su perspicacia y su inteligencia (lo dice sin cortarse un pelo y sin modestia alguna) y, al igual que el detective belga haría muchos años después, se niega a desvelar sus procesos deductivos ni cómo llega a ciertas ideas o averiguaciones... pero la forma de hacer todo esto a veces es un poco ofensiva hacia los demás. Poirot es un dechado de humildad al lado de este señor, con eso os lo digo todo. Hanaud está considerado el "más agudo de los detectives franceses" y él no solo luce orgulloso la chapita, sino que te la estampa en la cara a la menor oportunidad.
 
Si nos metemos en materia policial, hay varias alusiones a las diferencias entre la policía francesa y la británica (imaginamos que literariamente hablando), porque se dice en distintas ocasiones que la policía francesa actúa con responsabilidad (no como esos inglesitos de las islas) y que son funcionarios: si un detective está encargado del caso, es quien debe llevarlo adelante y no puede aparecer cualquier otro detective y hacerse cargo de todo pasando por encima de él. Claro, llegan los ingleses pidiéndole a Hanaud que se haga cargo del caso o que ayude en la investigación como si fuese lo más normal del mundo (lo que vemos en este tipo de novelas policíacas inglesas, vaya, que cualquier llega y se pone a investigar ya sea con la connivencia o no de la policía, y encima es quien resuelve el caso), y enseguida les paran los pies... ¡que estamos en Francia y aquí todo es muy serio, oh là là! Desde que supe que Mason había escogido la policía gala y el sistema judicial francés para sus novelas policíacas me corroe la curiosidad... ¿por qué, siendo él inglés? ¿Qué le llamaba la atención de los procedimientos de al otro lado del Canal de la Mancha como para situar allí estas novelas? En fin, misterios de la vida... o no, porque más bien parece que quería alejarse del detective que predominaba en aquel momento, Sherlock Holmes, y del aura de la investigación privada. Así que decidió irse al país galo, coger un inspector de la Surétè de París, inspirarse en famosos policías literarios franceses como el Lecoq de Émile Gaboriau y darle un nuevo aire al tema.
 
Por lo demás tenemos una ambientación muy típica de la época en una ciudad balneario, donde se entremezclaban los haraganes adinerados que no hacían nada durante el año y aun así sentían la necesidad de tomarse varias semanas de vacaciones para acudir a estos sitios como personas con cierto poder adquisitivo que debían dejarse ver... con los que no tenía un duro y veían en los casinos su oportunidad de aliarse con la suerte y salir ricos de una jornada gloriosa (spoiler: esto era más difícil que ocurriese que ver caer chocolate del cielo... salían más arruinados de lo que entraban). En definitiva, es un ambiente en el que alguien que guste de observar la naturaleza humana, sus alegrías y sus desdichas, el modo en que dos personas se miran, la manera en que se tratan unas a otras, los momentos de desolación y desesperanza, los pequeños gestos que suelen pasar inadvertidos... lo dicho, quien guste de observar todo esto, este ambiente es un caramelo. Y eso representa el personaje de Julius Ricardo, a quien en el prólogo de esta edición se alude como un antecedente del señor Satterthwaite de Agatha Christie (del que os hablé, de hecho, en mi última reseña larga, Tres ratones ciegos), y entiendo perfectamente a lo que se refiere.
 
La estructura de la novela es peculiar, porque cuando llevamos dos tercios de libro ya se ha descubierto el pastel y se sabe la identidad de quien cometió el asesinato, así que el último tercio, que cubre sus buenas ochenta y novena páginas, se destina a contar con pelo y señales como se fraguó, planeó y cometió el crimen, y todos los pasos posteriores tras la desaparición de Celia. No sé si esto será del gusto de todo el mundo, la verdad, pero resulta evidente que el interés del autor no era la investigación en sí misma (de hecho, como Hanaud no quiere desvelarnos nunca lo que está averiguando, poco sabemos al respecto: "tal persona está en Marsella" o "tal cosa va a ocurrir en Ginebra"... y tú con cara de "pues vale" O_O) sino la psicología detrás del crimen y la de los propios criminales. Vamos, que esto no va de darle pistas a los lectores a lo largo de la narración para que pueda llegar por su cuenta a la resolución del caso ni para que, al llegar al final, si es que no lo ha resuelto, sea capaz de ver donde estaban esas pistas. No, Hanaud tiene su propia agenda que no comparte con el lector en ningún momento, se detiene a los criminales cuando aún queda un tercio del libro sin que sepas por donde vuela el viento y a partir de ahí vienen las explicaciones.
 
Ya de paso ataca y ridiculiza con vehemencia algo tan de moda de aquellos años como el espiritismo y los médiums
, que campaban a sus anchas entre la gente de la alta sociedad que podía pagar sus sesiones y eran caldo de cultivo para criminales que se aprovechaban de la buena fe, la superstición y la credulidad de sus víctimas. Huelga decir que esta doctrina tenía fervientes defensores como Arthur Conan Doyle (defensor es poco, en realidad... a partir de cierto momento de su vida se dedicó en cuerpo y alma a este tema), pero resulta evidente que A.E.W. Mason no era uno de ellos... pero ¿veis por dónde van los tiros? ¿no parece que hay una cierta rivalidad con Arthur Conan Doyle?
 
En fin, no os he contado nada del misterio pero no sé si os he contado demasiado o no sobre el modo en que avanza la historia. En cualquier caso, como es el tipo de libros a los que suelen acercarse lectores de misterio clásicos, creo que es conveniente poner sobre aviso y que ya cada cual decida si le interesa o no. El misterio de la Villa Rosa está considerada la primera novela policíaca según los cánones que luego definirían el género, pero precisamente por eso tiene sus cosillas. Aun así me parece una novela muy entretenida (que era lo que buscaba), me encanta seguir descubriendo los orígenes de una temática literaria que me fascina y realmente la explicación del crimen (la descripción en el último tercio de los hechos tal y como ocurrieron) me ha parecido muy bien hilada. No descarto seguir con los libros de este personaje.
 
Postdata. La traducción no es actual, es de los años 40 del siglo pasado. Se dice en en el prólogo que ha sido revisada, corregida y actualizada, y no dudo que así ha sido, el libro se puede leer sin ningún problema... pero otro repasillo más no le hubiese venido mal. Opinión personal.
 
Postdata 2. Que yo sepa, existe una adaptación cinematográfica muda de 1920 y otra ya sonora de 1940. No sé cómo andará la cosa para conseguirlas.

Postdata 3 (y última). También se hace alusión varias veces al caso Dreyfus (que llegó a su fin apenas cuatro años antes de la publicación de esta novela) y todos los fallos judiciales asociados a él. Si no conocéis el tema (muy interesante), echadle un vistazo a San Google que hay mucha información.
 
 



Alfred Edward Woodley Mason (1865-1948) ya era un autor de éxito cuan­do en 1910 decidió crear al personaje del Inspector Hanaud, de la Sûreté de París. Mason se había educado en Dulwich College y graduado en Oxford en el exclusivo Trinity College en 1888. Antes de convertirse en escritor, había sido actor –lo que le dio un sentido del escenario que bien puede explicar la adaptación de muchos de sus libros al teatro y a la pantalla–, y miembro del parlamento británico. Participó en la Primera Guerra Mundial como Capitán y realizó misiones para la inteligencia británica en México y en España. Fue un gran viajero, y sus experiencias las trasladó a sus novelas, haciendo verosímiles y fidedignas las descripciones de los lugares en donde se desarrollaban. Cuando en 1910 decidió crear al inspector Hanaud, ya había publicado varios de sus libros más celebrados, Miranda of the Balcony, The Truants, Runing Water y, por supuesto, la obra por la que será siempre recordado, Las cuatro plumas.

lunes, 3 de marzo de 2025

RESEÑA (by MH) ::: EL MAESTRO DEL JUICIO FINAL - Leo Perutz


 
Título original: Der Meister des Jüngsten Tages
Autor: Leo Perutz
Editorial: Libros del Asteroide 
Traducción: Jordi Ibáñez
Páginas: 232
Fecha publicación original: 1923
Fecha esta edición: marzo 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 17,95 euros 
Diseño de cubierta: Duró

 
Viena, 1909. El célebre actor Eugen Bischoff aparece muerto en extrañas circunstancias. A pesar de que parece un suicidio, todas las sospechas se centran en el barón Von Yosch, oficial del ejército y antiguo amante de la mujer del difunto. Al verse repentinamente involucrado en el caso, el barón Von Yosch deberá emprender una investigación para poder demostrar su inocencia. Sus pesquisas le llevarán a investigar otras extrañas muertes acaecidas en las mismas fechas y a descubrir el extraño motivo que las relaciona: un misterioso asesino que parece, en realidad, un espectro surgido en tiempos inmemoriales, un «terrible enemigo» que está latente en cada uno de nosotros y siempre dispuesto a despertar de su letargo.
 
Leo Perutz, uno de los grandes narradores del siglo xx, firmó con El maestro del juicio final una apasionante novela, a medio camino entre el relato policiaco y la literatura fantástica, que acabaría dándole fama internacional y lo convertiría en un autor admirado por escritores como Graham Greene, Ian Fleming o Jorge Luis Borges.

  
 
Han pasado casi seis años desde que os hablé de una novela de Leo Perutz. En aquel entonces os traje De noche, bajo el puente de piedra, una novela histórica ambientada en la Praga de finales del siglo XVI y principios del XVII con un elevado componente fantástico. Me gustó tanto que ese mismo año (2019) compré este libro que os traigo hoy,
El maestro del juicio final, y mi intención era leerla enseguida... pero bueno, ya sabéis. La vida. El caso es que ambas novelas son completamente distintas entre sí y al tiempo comparten algunos elementos muy marcados, así que primero os cuento de qué va y después os comento brevemente.
 
Estamos en Viena en 1909. ¿Lugar? La casa del actor Eugen Bischoff, toda una celebridad. Allí también están su esposa, Dina, su cuñado Felix, un ingeniero militar que se presenta a media velada llamado Solgrub y dos amigos que, acompañados de sus instrumentos, están dando un pequeño concierto acompañados de Dina al piano. Uno de estos dos amigos, el barón Gottfried Von Yosch, es el narrador de esta historia, que se tuerce esa misma noche cuando Bischoff aparentemente se suicida mientras todos sus invitados están esperando a que la cena esté preparada. Y digo aparentemente porque justo antes el propio Bischoff les había contado una extraña historia sobre dos hermanos que también se habían suicidado en unas circunstancias muy extrañas y que él creía que había algo más siniestro detrás. La cosa se complica cuando el propio Von Yosch es acusado por Felix de haber sido el causante de ese suicidio, y todo se convierte en una cuestión de honor en la que, si no se descubre pronto qué misterio se esconde tras la muerte del actor, Von Yosch se verá obligado a quitarse su propia vida. 

Puede parecer un resumen un poco enrevesado, pero es la única manera de plantear aunque sea por encima la trama de la novela. 

Se dice en la sinopsis que esta historia anda a medo camino entre el relato policíaco y la literatura fantástica, y entiendo el por qué del símil... tengo que puntualizar y dejar muy claro que NO es una novela policíaca. No lo es y no os acerquéis a ella buscando eso porque os vais a llevar un chasco enorme. ¿De dónde viene entonces esa alusión al relato policíaco? De la búsqueda por parte de varios de los personajes de la razón o los motivos que impulsaron al actor Bischoff a suicidarse. Y sí, investigan, pero de una manera muy particular y muy alejada de los cánones del misterio policial. De hecho por parte de la policía no hay ninguna investigación porque se declara suicidio y ya está; lo que impulsa la novela realmente es la situación en la que queda el narrador, el barón Von Yosch.
 
Por resumir la situación, debéis tener en cuenta que la novela está ambientada en una época en la que el honor lo era todo, y si la persona cuyo honor estaba en cuestión era además militar, la situación se convertía en asunto de vida o muerte. ¿Qué ocurre en la historia? Pues que el barón Von Yosch es militar y, cuando Bischoff muere, es acusado de haber provocado ese suicidio (por circunstancias que no os voy a contar aquí, claro). El cuñado del fallecido está convencido de su culpabilidad y el honor exige el propio suicidio del barón; de hecho le amenaza con contarle a los mandos de su regimiento su "participación" en el suicidio si en el plazo de x días no se ha quitado la vida. Así que, ya sea de un modo u otro, la vida del barón está acabada y, en cualquier caso, él ha empeñado su palabra de honor (que para el caso es lo mismo), así que o averiguan lo que ha ocurrido o, por muy inocente que sea, tendrá que morir por su propia mano. ¿Qué ocurre? Pues que otro de los presentes, el ingeniero militar Solgrub, es el único que parece tener una ligera idea de lo que pasa y de la inocencia del barón, pero demostrarlo en el escaso plazo que tiene es muy complicado. La madeja de la que tirar es la historia que el actor contó antes de morir, y Solgrub pone todo su empeño en ello. ¿Morirá más gente en el camino? Podéis dar por hecho que sí, porque es un asunto muy complicado y de lo más extraño.
 
Claro, contado así puede parecer que los cauces de la investigación, dentro de sus peculiaridades, pueden discurrir de una manera más o menos convencional, pero lo cierto es que lo que convierte esta historia en algo totalmente diferente es precisamente el estilo de Leo Perutz y su forma de abordar una trama que puede sonar a manida. El maestro del juicio final es una novela muy psicológica, introspectiva, en la que, al ser el narrador el objeto de las sospechas y sobre el que recae el peso del honor, asistimos a la espiral que se cierne sobre él en cuanto a lo que piensan de él, las acusaciones, todo lo que se le viene a la cabeza cuando piensa que tendrá que dejar este mundo si no consiguen averiguar qué se esconde tras esos suicidios inducidos. Qué duda cabe que, solo por el hecho de estar narrando su historia con bastante posterioridad (algo que deducimos desde las primeras línea) sabemos que no tuvo que llevar a cabo ninguna acción irremediable, pero el proceso reflexivo de recordar su situación durante aquellos días es el que predomina durante toda las páginas. Y es que por culpa de una acusación absurda y sin sentido se convierte en protagonista de unos hechos con los que no tiene nada que ver, todo le resulta tan sorprendente que de primeras no es capaz de reaccionar ni de defenderse, pero poco a  poco lo vemos pasar de la aceptación pasiva a la acción proactiva, y ahí es donde la trama con tintes policiales se asoma ligeramente por las páginas... pero lo dicho, tomad esto con una pizca de sal.
 
¿La trama fantástica? Pues sobre ella no os puedo decir casi nada porque forma parte de la misma resolución. Sí que se intuye durante toda la novela, fluctúa un aire de algo que va más allá de aquello que conocemos como realidad, se atisba un componente de algo a lo que no se le puede poner nombre pero que al mismo tiempo es lo único que puede explicar tanta muerte en circunstancias parecidas y, sobre todo, con personas relacionadas con el mundo del arte y una sensibilidad muy acusada. Todos parecen haberse suicidado (o intentado hacerlo) porque algo les ha forzado a ello, no porque lo hayan decidido de una manera libre. Todos los casos han sucedido de la misma manera y pronto descubrirán que parece estar detrás la misma persona, aunque el modo en que lo hace no tiene ninguna explicación. Poco más os puedo contar, pero Perutz gustaba mucho de introducir elementos fantásticos en sus novelas; ya fui testigo cuando leí De noche, bajo el puente de piedra, aunque en aquel caso la fantasía era más amable, más cautivadora y ensoñadora, y en El maestro del juicio final tiene fines mucho más siniestros.
 
En resumen, es una novela que comienza de una manera bastante habitual, presentando los hechos, narrando situaciones ordinarias, estableciendo lazos entre los personajes de cara al lector, introduciendo elementos que serán muy importantes en algún momento de la trama, se produce una muerte, unas acusaciones trágicas, unos pensamientos derrotistas... básicamente, un desarrollo normal de la narración, hasta que los factores cambian, aparece el elemento fantástico, la búsqueda casi imposible, el reloj que avanza inexorable, el abatimiento que debe desaparecer en pos de la supervivencia... Y todo contado desde el punto de vista del personaje que está en la picota, del acusado por las causas más peregrinas pero atado por una cuestión de honor que le empuja a la muerte, del que intenta hacerse valer a través de las páginas pero que nos muestra solo su cara buena, la que le interesa, como bien nos queda claro cuando se cuelan las opiniones de otros personajes... Pero que  no sea tan maravilloso como él nos quiere hacer creer no quiere decir que tenga nada que ver con la muerte de su amigo, y ahí radica su objetivo, su reivindicación. Estamos dentro de su cabeza toda la novela, a los demás personajes solo los vemos como él los ve y, aún así, tenemos el cuadro perfecto de cada uno de ellos cuando todo termina. Y a todo esto se suma el retrato de la Viena de principios del siglo XX, cuna y refugio de artistas de todo tipo y en pleno florecimiento cultural.
 
¿Quién es el maestro del juicio final? ¿Hay alguien detrás de ese sobrenombre? Lo hay, pero huelga decir que no puedo comentar nada sobre él. ¿Recomiendo esta novela? Pues dudo. A mí me ha gustado, pero Leo Perutz no es un autor para recomendar así como así. Sus libros son muy cortos pero no lo parece durante la lectura, su narración es melancólica, introspectiva, sobria... se puede hacer lenta pero al tiempo sabes que te están contando algo diferente, original. Yo no lo denominaría apasionante como se dice en la sinopsis del libro porque creo que es un adjetivo que puede llevar las expectativas por derroteros equivocados, pero sí creo que es inteligente y absorbente. Y es un autor muy olvidado al que creo firmemente que hay que leer al menos una vez en la vida. Los dos libros que he leído suyos son completamente distintos entre sí a pesar de sus muchas semejanzas esenciales; este, El maestro de juicio final, es el que le dio fama internacional y que amalgama de una manera personal varios géneros muy distintos entre sí de una manera algo oscura; el otro, De noche, bajo el puente de piedra, es una novela histórica que también mezcla varios géneros pero que me parece más cautivadora y fascinante (y más compleja, si hablamos de arquitectura literaria). Ya decidís vosotros cuál os interesa más (si es que os interesa alguno, claro).
 
 



Leo Perutz (Praga, 1882-Bad Ischl, 1957) nació en una acomodada familia de origen sefardita, estudió matemáticas y trabajó en una compañía de seguros en Viena y Trieste antes de dedicarse por completo a la escritura. Fue uno de los escritores europeos más populares de los años veinte y treinta del siglo XX; sus novelas cautivaron a personalidades tan distintas como Alfred Hitchcock, Italo Calvino, Graham Greene, Theodor Adorno o Jorge Luis Borges, entre otros. Frecuentó a algunos de los escritores e intelectuales más importantes de su época, como Robert Musil, Oskar Kokoschka, Bertolt Brecht, Franz Werfel o Alexander Lernet-Holenia, quien se convertiría en su albacea literario. En 1938, con los nazis en el poder, se instaló en Tel Aviv; en 1950 consiguió regresar por fin a Viena. Desde entonces y hasta su muerte en 1957 viviría a caballo entre Austria e Israel. Entre su obra destacan las novelas Mientras dan las nueve (1918), El marqués de Bolibar (1920), El maestro del juicio final (1923), Turlupin (1924), El caballero sueco (1936) y De noche, bajo el puente de piedra (1953).

lunes, 17 de febrero de 2025

RESEÑA (by MH) ::: ESPECTROS - Vernon Lee


 
 
Título original: A Phantom Lover and Other Dark Tales
Autora: Vernon Lee
Editorial: Duomo
Traducción: Begoña Prat Rojo
Introducción, selección y notas: Mike Ashley
Páginas: 204
Fecha publicación original: 1890
Fecha esta edición: mayo 2024
Encuadernación: rústica
Precio: 12,90 euros

Cuando la oscuridad es parte de nosotros, huir es un sueño vano. Una partitura maldita lleva a la enajenación a un joven obsesionado con un dotado intérprete. Un crucifijo de poderes desconocidos enferma a turistas y peregrinos, hasta el punto de convertir sus milagros en demoniacos. Un juego, en apariencia inocente, revela espectros abrumadores, presencias que no han llegado a cumplir su misión en la Tierra. En esta selección, Vernon Lee se insinúa entre el crepúsculo de las almas, en un juego de esperas y ambigüedades que empuja a sus protagonistas al borde de la locura. Cuatro siniestros relatos para sumergirse en el abismo del Yo. Y perderse entre las ruinas del inconsciente.
 


Aunque últimamente se está recuperando la obra de Vernon Lee en castellano, lo cierto es que hasta ahora solo he leído algunos relatos suyos (de uno de ellos os hablé en la reseña de
Cuatro damas del misterio, donde era una de las cuatro autoras incluidas en la antología). La editorial Duomo, en su colección de la serie gótica de la British Library (Dark Tales) ha publicado ya dos volúmenes con relatos de esta autora y, aunque el más conocido es el primero, Presencias, yo os traigo el segundo, Espectros (ninguna razón en concreto, ha salido así la cosa xD), que incluye cuatro historias muy diferentes entre sí pero con el denominador común que da nombre al libro. Os cuento brevemente sobre qué trata cada una de ellas.
 
La aventura de Winthrop. En este primer relato, el más largo de los incluidos en la antología (tiene unas 60 páginas) conocemos a Winthrop, un pintor con fama de peculiar, voluble, sensible y con una imaginación desbordante. Durante una velada cualquiera en una villa italiana, la anfitriona canta una melodía encontrada entre un montón de cachivaches cuya partitura es por completo desconocida incluso para los más expertos melómanos. La reacción de Winthrop al escuchar este aire es extraña y un tanto virulenta, y cuando le piden que explique a qué se debe, relata una historia que tiene su origen en un cuadro y la figura representada en él... una figura que lo tiene hechizado desde hace meses y que le llevó a vivir la experiencia más espeluznante de su vida.

La leyenda de Madame Krasinska. En este segundo relato (también segundo en número de páginas), nos trasladamos a Florencia, donde repite un pintor como narrador, aunque aquí simplemnte sirve como cronista de la historia de Netta Krasinska. Nuestro narrador, llamado Cecco Bandini, conoce a madame Krasinska en su estudio, de donde ella se lleva una imagen que reproduce a Sora Lena, una mujer famosa en la ciudad por su excentricidad y por estar considerada loca. En un baile de disfraces Netta se disfraza de Sora Lena, y esa misma noche Sora Lena se suicida... y a partir de ahí empieza lo que realmente nos quiere contar Cecco.
 
Marsias en Flandes. El narrador, de quien nunca conocemos el nombre, está en una iglesia de la localidad de Dunes (en Flandes), donde un anticuario le desvela que una estatua de Cristo, conocida como la Efigie y venerada desde finales del siglo XII en este lugar, ha sido reemplazada. Tras mucho misterio y mucho decir sin decir, finalmente el narrador nos cuenta la historia de esta Efigie sin brazos, que llegó a la costa de Dunes tras una terrible noche de tormenta en 1195 y que protagonizó durante años milagros, sucesos inexplicables y misteriosos y un obvio rechazo a que la colgasen de una cruz.

La hermana Benvenuta y el Niño Jesús. Esta historia comienza hablándonos de la hermana Benvenuta, monja del convento de Santa María del Rosal, en Cividale, fallecida décadas atrás y de quien su familia había solicitado su beatificación. Sin embargo, las pesquisas e indagaciones sobre ella hicieron que en cierto momento el asunto de la beatificación fuese abandonado y jamás retomado. La clave está en el diario de la propia Benvenuta, que abarca desde enero de 1740 hasta la Nochebuena de ese mismo año, y donde conocemos no solo su fervor hacia la figura de un Niño Jesús que solo sale del armario donde está guardado para el día de Nochebuena, sino la opinión que le merece un títere, uno muy concreto, que por diversas causas hace aparición en el convento.
 
***
 
Os doy unas pinceladas sobre Vernon Lee, porque es una gran desconocida. Nacida en Francia e hija de intelectuales, llegó a Florencia con su familia en 1873 cuando contaba 17 años, y allí vivió toda su vida. Amaba el arte y la cultura fiorentinos (ay, Vernon, cómo te entiendo) y sentía un enorme interés por los cuentos y leyendas populares, lo que derivó en que muchas de sus historias fueran reinvenciones o reinterpretaciones personales de esos cuentos (llegó un momento en que ella misma inventó sus propias leyendas populares fusionadas con la cultura local). Buena parte de su obra se circunscribe a ensayos sobre arte e historia y a biografías, pero es conocida, sobre todo, por sus relatos sobrenaturales (en su día fue considerada el mayor exponente de lo sobrenatural en la ficción), aunque ese concepto muchas veces se aleja de lo que normalmente entendemos por relatos de fantasmas o espectros... lo son, pero no. O no siempre. A todo esto hay que sumar que Vernon Lee fue propulsora del esteticismo, un movimiento artístico que apareció a finales del XIX que afirma que el arte existe por y para exaltar la belleza por encima de cualquier otro aspecto como la moral, la temática social... algo así como el arte por el arte, y esto es algo que se aprecia mucho en el estilo de Vernon Lee y que quizás puede ser un factor determinante a la hora de disfrutar de su obra y conectar con ella. 
 
Retomo el título del libro: Espectros. ¿A qué se refiere exactamente con esto? Mirad lo que dice Mike Ashley en su prólogoo:
 
Para Vernon Lee, a todos nos persigue algo: el pasado, nuestros recuerdos, nuestros deseos, nuestras esperanzas y nuestros miedos. Podemos llegar a obsesionarnos con ellos hasta tal punto que nuestros temores acaban manifestándose en forma de una fuerza que nos posee y que tal vez no resulte visible para ningún otro observador. 

 

Esto se traduce en que en ocasiones sí que tenemos un espectro como tal en las tramas y se nos muestra una presencia o un fenómeno paranormal de manera explícita durante la narración (La aventura de Winthrop es buen ejemplo de ello), pero en otros casos no llegamos nunca a saber si esas anomalías o fenómenos son reales o solo están en la mente del protagonista de la historia. De hecho los cuatros relatos que componen Espectros tienen algunas similitudes muy concretas, pero también muchas cosas que los diferencian.

Si hablamos de puntos que conectan los cuatros relatos podríamos hablar en primer lugar del arte y de como influye en la psique humana, porque ya sean los personajes artistas (pintores en muchos casos) o se trate el tema en general (retratos, escultura, arte sacro, etc...), es un punto base recurrente en todas las historias que hoy os traigo, ya sea de manera puntual como algo que define a uno de los personajes o por el modo en que la sensibilidad personal reacciona ante una obra de arte y como eso influye en su psicología y sus emociones. A esto se suma otro de los puntos que comparten casi todos los relatos de Espectros, y es el componente religioso. Salvo el primero, los otros tres están relacionados de una u otra manera con conventos, iglesias o mujeres consagradas dentro de una orden monástica, aunque la manera en que eso resulta de interés en la historia es totalmente distinto. Otro nexo, inevitable dado que era donde ella vivía, es que las historias suelen estar ambientadas en Italia, y de hecho tres de los cuatros relatos que os traigo hoy tienen lugar en suelo italiano. Es decir, que los toques artísticos, religiosos y locales ponen su grano de arena a la ambientación un tanto gótica, un tanto oscura de lo que se narra en estas páginas. Eso sí, una vez te adentras en las historias son todas completamente diferentes entre sí, los miedos a los que se enfrentan son muy personales e íntimos y la manera en la que cada uno se enfrenta a ellos totalmente única: cada cual recorre baldosas encaminadas hacia inquietudes y temores muy dispares.

¿Dónde se nota sobre todo la esencia de Vernon Lee? En su estilo, en la forma de adentrarte en esas grietas que se producen en las vidas de estos personajes. Ya os he comentado arriba que Lee fue una de las primeras exponentes del esteticismo, pero estos relatos son variados en ese sentido. Todos adolecen de una prosa rica, penetrante en cuanto a la psicología de sus personajes y todo aquello que les fascina, les mueve, les obsesiona y les transforma conforme avanzan las páginas, pero sí es cierto que alterna historias más accesibles y expresivas en cuanto a la claridad expositiva con la que están narradas y otras mucho más profusas en cuanto a descripciones, introspección y sutileza, donde resulta evidente que importa el fondo de lo que se cuenta (obviamente) pero también lo hace (y mucho) la forma en la que se hace. Un buen ejemplo de este último caso sería La leyenda de Madame Krasinska, sin poder dar más datos que revelen cosas que no debo.

Y ahora viene la pregunta del millón... ¿son realmente góticos estos relatos? ¿Dan miedo? Bajo mi punto de vista, sí que son góticos (en mayor o menos medida, dependiendo de la historia), pero no dan ningún miedo, así que si eso es lo que buscáis, pelillos como escarpias y el susto en el cuerpo... bueno, hay otros libros que os resultarán más satisfactorios. Sobre esto ya os he hablado muchas veces: que algo sea gótico no quiere decir que sea de terror.  No son lo mismo, no buscan lo mismo, la ambientación es distinta, el estilo es distinto e incluso diría (yendo más allá de lo que es mi intención y sobre lo que no voy a ahondar aquí) que el gótico, aun teniendo en sus raíces autores masculinos, llegó un punto en que se convirtió territorio primordialmente femenino con unos objetivos muy concretos. No, no son lo mismo y no producen en el lector las mismas reacciones. El gótico es sutil, ambiguo (en su desarrollo y en sus finales), dramático en ocasiones, con tragedias sin resolver del pasado y emociones sin resolver del propio yo... en muchas ocasiones no sabes si esos fantasmas son reales o no, si el elemento sobrenatural está ahí o si el misterio tiene su origen en algo tan profundo e inabarcable como son la mente y sus obsesiones, y eso por no hablar de que, aun siendo el elemento sobrenatural real no siempre se revela o se hace visible, siendo solo una sensación, un pálpito, algo que a la mañana siguiente perderá gran parte de su poder. Y por si todo esto fuera poco, muchas escritoras usaban este tipo de narración para denunciar la situación de la mujer en la época en que escribían: mujeres que se sentían prisioneras en sus cuerpos, sus matrimonios, sus familias, sus hogares y la sociedad en la que vivían... así que por favor, no busquéis terror cuando os acerquéis al gótico clásico, sobre todo al gótico femenino de finales del siglo XIX a mediados del siglo XX, porque no encontraréis lo que buscáis y no seréis justos con las historias que tenéis delante.

En definitiva, si sois lectores habituales del gótico clásico y sabéis lo que os vais a encontrar, Espectros es una buena elección, teniendo siempre en mente que no nos pueden gustar todos los relatos por igual en este tipo de antologías. Y además creo que Vernon Lee es de esas autoras que no caen siempre en los mismos tópicos ni cuentan siempre la misma historia, porque a pesar de los elementos comunes son todas tan diferentes entre sí que pasado el tiempo las recuerdas en su individualidad y con todos aquellos matices que las definen y les dan personalidad propia.

 


 

Vernon Lee. Seudónimo de Violet Paget (Boulogne-sur-Mer, 1856 - San Gervasio Bresciano, 1935),​ escritora de nacionalidad británica reconocida actualmente por sus ensayos sobre estética y sus inquietantes narraciones. Desde 1878 decidió firmar sus primeras publicaciones en Fraser’s Magazine con un seudónimo masculino «para ser tratada en serio». Con su libro Studies of the Eighteenth Century in Italy, de temática inexplorada, se presentó al público, y le siguieron innumerables colecciones de ensayos eruditos sobre arte, literatura y viajes. Su larga novela Miss Brown (1884) fue una despiadada sátira del esteticismo inglés de su época. Escribió varias colecciones de relatos fantásticos (Hauntings. Fantastic Stories, de 1890, o Pope Jacynth and Other Fantastic Tales, de 1904); y también algunos dramas (Ariadne in Mantua, de 1903, o su alegoría pacifista Satan the Waster, de 1920). En sus novelas más personales defendió su carácter afirmativo, rebelde y avanzado, y dejó buena muestra en su colección Vanitas. Polite Stories (1892). Desde 1873 tuvo su residencia en Florencia (Italia).