Amity es una pequeña población de la costa atlántica de Estados Unidos que vive principalmente del turismo. Un día cualquiera, al alba, poco antes de empezar la temporada de verano aparecen en la playa los restos de una joven que al parecer ha sido devorada por un tiburón. La policía, la prensa y los comerciantes ocultan la noticia que podría espantar a los veraneantes. Pero a los pocos días un bañista ve desde la costa cómo un animal gigantesco ataca a un muchacho. Entonces empieza la batida: un grupo de hombres hábiles y decididos se lanzarán al mar para enfrentarse a la bestia.
Publicada en 1974, Tiburón alcanzó el éxito inmediatamente. Al año siguiente se estrenó la célebre adaptación al cine dirigida Stephen Spielberg, y en la que Peter Benchley colaboró como co-guionista,. Desde entonces, Tiburón se ha consagrado como un absoluto clásico contemporáneo de la cultura pop.
Esta edición incluye contenido adicional de los archivos de Peter Benchley, como reproducciones del manuscrito original, fotografías del rodaje y varios textos del autor en los que narra en primera persona la escritura de Tiburón y su colaboración con Steven Spielberg.
Amity es una población costera que basa toda su economía y su supervivencia anual en las hordas de turistas que llegan cada verano, ya sean domingueros ya sean familias que alquilan muchas de sus numerosas casas para pasar todos los meses estivales. Todo gira alrededor de estos ingresos y muchas de las personas de la localidad viven todo el año gracias a lo que ganan con el turismo de junio a septiembre. ¿Qué pasa cuando resulta evidente que un tiburón blanco está atacando a los bañistas y no parece dispuesto a irse? Que solo hay dos opciones: una es decir la verdad y condenar a todo el pueblo a cierres de negocios y un invierno de privaciones; la otra es callarse, dejar que los turistas sigan dejándose el dinero en la localidad y cruzar los dedos para que el tiburón se esté quietecico. El sheriff Brody es partidario de la primera opción (la obvia, la normal), pero hay demasiados intereses políticos y económicos en juego... y luego está el tiburón, que va a lo suyo y las comilonas que se pega a costa de los descerebrados e imprudentes que siguen bañándose en la playa.
A ver, Tiburón tiene cosas muy buenas, pero también tiene cosas muy malas, así que sin enrollarme mucho os hablo un poco de las dos.
En el lado positivo, os digo desde ya que mis escenas favoritas han sido las de los ataques del tiburón (sí, soy así de oscurita xD). No es que esta novela sea un prodigio de prosa y estilo, pero están muy bien narradas, manteniendo la tensión en todo momento aunque el lector sepa que eso va a acabar como el rosario de la aurora y que el humano ese que patalea en el agua tiene los segundos contados. Blenchley intenta incluso transmitir los procesos sensoriales y modelos de comportamiento que llevan a ese tiburón a atacar a la víctima, y le otorga una inteligencia inusual... también una intencionalidad muy inusual, lo que hace que el animal sea constante, cauteloso, imprevisible y no se comporte según las pautas que se esperan de él. Muy buenas escenas, de verdad, y de hecho el libro comienza con una de ellas, lo que te hace frotarte las manos ante lo que está por venir. Por eso fastidia tanto lo que luego hace en otros aspectos, pero a eso llegaré después.
Luego está toda la parte, también muy interesante, de lo que suponen en un pueblo como este los ataques del tiburón. La novela comienza en junio, cuando faltan apenas unos días para el pistoletazo de salida propiamente dicho de la temporada turística (el famoso 4 de julio). Es decir, que ya hay turistas pero solo una pequeña parte si lo comparamos con lo que está por venir, y eso que está por venir es lo que da de comer al pueblo durante todo el año (pasan de mil habitantes a diez mil en esos meses). Si en junio cierran las playas y avisan de la presencia del escualo, se acaba la temporada porque ya no es que no vengan los domingueros, es que los que alquilan casas para varios meses se irán a cualquier otro pueblo de los alrededores (porque parece que el tiburón no se mueve de las playas de Amity, el resto son seguras). Así que aquí opina hasta el tato, pero los habitantes de la ciudad tienen claro que ellos tienen que ganar dinero y que quien quiera cerrar las playas es un imbécil y no tiene ni idea de nada; ya se irá el dichoso tiburón, y si no se va, mala suerte, porque lo importante es que ellos hagan caja. Eso por un lado, que luego están los turistas que van precisamente en busca del tiburón ese que han visto en las noticias. Se presentan con hijos y todo, cual si fueran a ver la torre Eiffel, y si no se ve el tiburón se enfurruñan, que se han tragado mucha carretera para tener su recompensa. ¿Los periodistas? Invitando a la gente a meterse en el agua a ver si aparece el tiburón y captan unas imágenes de infarto para el informativo de las seis. Todo por la actualidad.
En resumen, toda la parte del tiburón fantástica y todo lo relacionado con la reacción de la gente ante los ataques y el ambiente que empieza a crearse en el pueblo creo que son muy realistas y están muy bien planteados. Y porque no os he hablado de los expertos: los señoritingos de mucho dinero que van por la vida mirando el océano como si fuera un patio de recreo y los que han sufrido la mar desde que llevaban chupete y tienen la piel más dura que los cocodrilos. Este contrapunto, que resulta muy evidente hacia el último tercio de la novela, ofrece distintas formas de afrontar la situación y es una de las bases del clímax final de la historia.
¿Qué me ha horrorizado del libro? La parte relativa a la subtrama que protagoniza la mujer de Brody. Y me ha pillado por sorpresa porque en la película, por razones obvias, todo esto no aparece (mucha gente inteligente al frente de ese proyecto cinematográfico; sí, señor). Esta señora no solo es insoportable con su rollo de que era rica y de la alta sociedad y se casó con un pobre policía del pueblo donde veraneaba y sus amiguis ya no le hacen casito (chica, que nadie te obliga; si quieres volver a codearte con la Preysler coge camino y buen viaje lleves). Es que hay cierta escena, sobre la cual no puedo decir nada sobre el contexto porque estaría haciendo un spoiler tremendo, que tuve que leer dos veces porque no me creía lo que estaba leyendo. ¿Sabéis eso que se suele decir de ciertos personajes femeninos, que solo pueden haber sido escritos por un hombre? Pues este es uno de ellos. Misoginia pura, con un señor proyectando sus propias fantasías sexuales sobre una mujer. Ninguna mujer en sus cabales diría jamás lo que esta señora dice en esta novela (bueno, no sé, a lo mejor alguna hay, que en esta viña del Señor hay de todo.... pero ya os digo yo que no es muy normal), y se te queda tan mal cuerpo, tan regusto a enfado e indignación, que tu opinión sobre la novela cae en picado. Y nada de lo que hace después mejora el personaje. Nada. No hay redención.
Resumiendo: no me arrepiento de leer la novela, llevaba años detrás de ella y esta reedición me ha venido de perlas. Pero la experiencia lectora ha sido agridulce y me quedo sin lugar a dudas con la película por siempre jamás. No entiendo algunas decisiones del autor, no aportan nada salvo indignar al lector y estropear una historia que tiene muchos puntos positivos.
Por cierto, en otro orden de cosas, en los extras que incluye la edición (que os desgloso más abajo) se hace hincapié en que el matrimonio Blenchley lamentó enormemente la fobia y el odio hacia los tiburones que despertó la novela (hubo una ola de cacerías de tiburones, competiciones de pesca exhibiéndolos como trofeo, etc...), y que dedicaron buena parte de su vida desde entonces a trabajar para que la percepción sobre ellos cambiase. Colaboraron con un montón de asociaciones para la defensa de los escualos y la conservación de los océanos, y vamos, que se involucraron de manera activa en políticas marinas y la protección de esta especie.
Termino con el listado de todas las cosas que contiene esta edición especial. Y no, nada de cantos pintados ni cosas de esas: todo está en las páginas interiores del libro :)
- Prólogo a cargo de Wendy Benchley, mujer del autor (que falleció en 2006)
- Introducción de Peter Benchley (no consta fecha)
- Página original manuscrita en la que Peter Benchley se decidió finalmente por el título Jaws para la novela
- Listado de varias páginas con todos los títulos que se consideraron previamente (tanto las manuscritas como las que muestran en texto impreso el contenido porque no siempre de entiende bien lo que pone).
- Carta de Peter Benchley a David Brown, coproductor de la película junto con Richard Zanuch, en la que da su opinión sobre algunos cambios de guion, lo que no le gusta de los personajes y sus acciones, lo que considera errores y/o incongruencias y dando ideas sobre lo que estima oportuno.
- Extracto del libro Shark Trouble, de Peter Benchley (sobre cómo llegó a escribir un libro sobre un tiburón asesino, cómo le fue al libro después de su publicación y cómo casi enseguida llegó la adaptación al cine).
- Fotografías del rodaje de Tiburón.
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