Título original: The Camel
Autor: Lord Berners
Editorial: La Bestia Equilátera
Traducción: Mónica González
Prólogo: Matías Serra Bradford
Páginas: 126
Fecha publicación original: 1936
Fecha esta edición: enero 2009
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: descatalogado (disponible de 2ª mano)
Diseño de cubierta: Juan Pablo Cambariere
La aparición de un camello en la puerta de una vicaría es análoga a la
de Lord Berners en el ámbito de las letras, insospechada y
parsimoniosamente subversiva. El autor capturó a la perfección aquello
que siempre resulta una impresión pasajera: que los animales lo
comprenden todo. Lección de sutileza y sobriedad, modelo de economía y
estilo, El camello fascinó a Stravinsky, era la novela favorita de Dalí y
puede leerse como un guión de Anthony Trollope filmado por Luis Buñuel.
Párrocos y percances nimios, suspenso surrealista. Se trata de un
certamen de chismes y malentendidos, de criterios morales. El camello se
disfruta, en suma, como la fábula que guarda los secretos -los
encantos- del mal funcionamiento del mundo.
Supongo (espero) que no se nota, pero estoy bregando mucho para seguir manteniendo actualizada la mitad que me corresponde en Netherfield. Sinceramente, no llego, hay meses que no llego, y hago lo que puedo. La representación máxima de este sinvivir creo que es la reseña que os traigo hoy, porque este mismo domingo por la noche ni había empezado a leer el libro por falta de tiempo. No os voy a decir el agobio que supone saber que tienes que reseñar en dos días algo que ni siquiera has leído todavía, pero así me va la vida. He conseguido leer el libro (es muy finito, de otro modo hubiera sido imposible) y aquí estoy para hablaros de él, aunque la reseña no va a dar para mucho porque yo ya no doy para mucho, y sé que este proyecto de Reseñas Cruzadas que comparto con mi querida Undine se merece algo mucho mejor que mi mediocridad, pero también sé que ella me perdona (no le queda otra, en cualquier caso xD). Sin más dilación, y recordando una vez más la premisa inicial del reto (que leemos el mismo libro pero no lo comentamos entre nosotras hasta leer las reseñas el último miércoles de cada mes y ver lo que nos ha parecido a cada una), os hablo sobre El camello, de lord Berners.
Nuestra historia tiene lugar en el pueblecito inglés de Slumbermere. Allí, tras una fuerte nevada, aparece un camello. Un camello que, sorprendentemente, sabe llamar a la campanilla de las casas. Es más, un camello que, sorprendentemente, sabe llamar a la campanillas de las casas, y que decide hacer uso de semejante talento en la vicaría del pastor Aloysius Hussey y su esposa Antonia. Superado el estupor inicial, Antonia decide quedarse con el camello, que le recuerda a sus tiempos de misionera en Oriente, en los que acostumbraba a ir de acá para allá a lomos de semejante animal (bueno, Oriente le inspira otras cosas también, y cómo me he reído leyendo esa parte). El caso es que ahí que se queda el camello, en el establo de los Hussey. Y vosotros pensaréis que la peculiaridad del libro es esa, un camello a modo de mascota en plena campiña inglesa, y que las risas están aseguradas... y yo os digo que no, que la peculiaridad del libro no es esa, sino la actitud del camello hacia Antonia, la capacidad de comprensión del camello en relación a Antonia, las cosas raras que ocurren derivadas de esa actitud y esa capacidad de comprensión, y como el autor nos engaña haciéndonos creer que nos hemos sentado a leer una cosa y cerramos el libro habiendo leído otra. Y yo encantada de la vida, porque ni siquiera he visto venir el final. ¿Qué más se puede pedir?
Sí, llegado el mes de marzo del proyecto de Reseñas Cruzadas puedo decir que por fin he disfrutado de una de las lecturas que habíamos escogido previamente. Y no deja de tener su aquel, porque probablemente sea la lectura con menos pretensiones de las tres, la que menos ínfulas de loquesea tiene... o quizás tiene pretensiones e ínfulas pero sabe esconderlas muy bien detrás de mucha imaginación a la hora de idear escenas inverosímiles y mucha desvergüenza para contarlas. Porque El camello parece un juego de su autor, se le ve la intención de pasárselo bien escribiéndolo y hacerle pasarlo bien a quien lo lea, y el humor negro, un tanto retorcido, bastante mordaz, que impregna toda la obra, parece escapársele a su autor por entre los dedos. Yo me imagino a lord Berners sonriendo mientras escribía esto, sobre todo en muy determinados pasajes, y anticipando la reacción de sus lectores. Y es que era todo un personaje este lord Berners.
No soy mucho de extenderme (ni de hablar siquiera, salvo excepciones) sobre los autores en la propia reseña, y aunque tampoco tengo intención de hacerlo hoy, sí que resulta inevitable dar un par de pinceladas sobre lord Berners, porque conociéndolo un poco a él, podéis haceros una idea de lo que puede encontrarse en su literatura en general, y en El camello en particular. Lord Berners era un aristócrata estrafalario, singular y excéntrico que hacía de las bromas (de mejor o peor gusto) su particular afición y que se dedicaba a idear barrabasadas con cualquier animal que caía a su alcance (ya fuese pintarle las plumas a las palomas, tener jirafas de mascota para tomar el té o publicar anuncios vendiendo rinocerontes y animales amaestrados). Era compositor, pintor y escritor, se codeó con lo más granado de la alta sociedad de la época y si tenéis a mano un ejemplar de Amor en clima frío, de Nancy Mitford, veréis que está dedicado precisamente a él (os lo enseño yo de todos modos en la foto... Berners era una especie de mentor de Nancy, e incluso algún personaje de esta autora está basado en él). Os contaría muchas anécdotas de este señor (el prólogo de esta edición es fantástico en este aspecto), pero lo dicho, no quiero extenderme en demasía. En definitiva, era peculiar, vivió la vida como quiso, se puso el mundo por montera, no se tomaba nada demasiado en serio, y eso basta para que os hagáis una idea. Ah, y era lector de Jane Austen. Grande.
El
camello, que fascinó a Stravinski y era uno de los libros favoritos de
Dalí, puede leerse como un guión de Trollope filmado por Buñuel;
párrocos y percances nimios, suspenso surrealista.
Qué acertadísima me parece esta frase del autor del prólogo, Matías Serra Bradford (escritor, traductor y crítico argentino). La ambientación parece sacada de esas crónicas de Barsetshire tan costumbristas de Anthony Trollope (que en español siguen sin estar traducidas y publicadas al completo, dicho sea de paso), llenas de párrocos, de vecinos ricos y pobres, de destellos de la vida en provincias y, en definitiva, de escenas de la vida parroquial (que diría George Eliot, que quizás falta en ese párrafo de arriba para hacer un símil completo), pero al mismo tiempo, desde que aparece ese camello en la puerta de la vicaría, y desde que la narración avanza a partir de ahí, sabes que no estás delante de una historia amable ni costumbrista en absoluto, que pasan cosas que oscilan entre el surrealismo y la extravagancia, que te están contando cosas que a poco que te propongas racionalizarlas, fracasarás en el intento... que lo que pasa no puede ser, y porque no puede ser pasa, y ahí está la gracia. Y todo barnizado con un humor negro que roza la mala leche a veces y que va derivando poco a poco en algo muy diferente, oscuro, corrosivo y con un toque malévolo. Por si fuera poco, aviso a aquellos navegantes que les gusta tenerlo todo bien atadito cuando cierran un libro: El camello no tiene ninguna intención de explicaros el comienzo de la historia, se pasa por el arco del Triunfo que el lector necesite saber qué hace ese camello ahí y cómo ha llamado a la campanilla. Que la historia no va de eso, y dicho queda. Luego no quiero quejas.
Si tengo que resumir lo que para mí ha sido El camello, sería algo así: esta es la historia en la que, en lugar de adoptar una mujer a un camello, un camello adopta a una mujer, y lo que ocurre a continuación, por muy sorprendente que parezca; una historia en la que el lector se imagina cien cosas sobre ese camello, la razón de ser de ese camello, quedando todas ellas sin respuesta; sobre lo poco que le importa a dicho lector todo lo sorprendente, todo lo que queda sin respuesta, porque se lo pasa pipa en el proceso de lectura y no le hace falta nada más. ¿Cómo consigue Gerald Berners esa conexión con el lector? A base de buenos personajes, de situaciones inverosímiles narradas con tal inteligencia que induce al lector a aceptar camello como animal de compañía, de una sutileza descarada (sí, Berners se las apaña para contar cosas de manera sutil que son de un atrevido impensable para la época en general pero no para él en particular, que hizo de la osadía excéntrica su modo de vida) que se abre paso para ser muy claro cuando no puede pero quiere (y consigue) serlo, y, sobre todo, a base de ese aire juguetón, caprichoso, singular y soberbio que impregna una narración llena de ironías, dobles sentidos, malentendidos y situaciones rocambolescas que realmente ejemplifican a la perfección la vida en la campiña inglesa a principios del XX pero con un satírico giro de tuerca.
Os lo decía arriba, este libro huele a antojo del autor, sin más pretensión que la mera diversión extravagante, y el resultado es una delicatessen que se disfruta precisamente por su brevedad y la justa medida en que usa todos los elementos. Poco más puedo añadir sin adentrarme en una trama que apenas se extiende durante cien páginas, he intentado no desvelar absolutamente nada de lo que ocurre en el libro porque perdería toda la gracia, y en su capacidad de sorprender está su valía. Si tenéis la suerte de toparos con un ejemplar, no lo dudéis (esta edición está descatalogada y es de una editorial argentina. Que yo sepa en español no hay ninguna otra). Eso sí, no quiero terminar sin comentar un guiño que sé que a Undine no le habrá pasado tampoco por alto, y es que en el prólogo de El camello se hace alusión a otro camello que aparecerá precisamente en otra novela que leeremos y reseñaremos en este proyecto de Reseñas Cruzadas sin que tuviésemos ni idea sobre el particular cuando escogimos ambas lecturas. Una coincidencia así, con la de miles de libros que teníamos para elegir, no deja de ser un buen augurio y una serendipia literaria. En mayo descubriremos si se cumplen las expectativas :)
Reseña en Lecturas de Undine de El camello -> aquí
Gerald Tyrwhitt-Wilson mejor conocido como Lord
Berners, nació en Apley, Shropshire, Inglaterra, en 1883. Fue compositor
de música clásica, pintor, escritor y un excéntrico nato. Stravinski lo
calificó como el compositor británico más interesante del siglo xx, “el
Satie inglés”. Como autor se ganó la admiración de figuras de la talla
de Evelyn Waugh, H. G. Wells, Isaiah Berlin y Jean Cocteau. Se educó en
el Eton College. En su juventud viajó por Europa, ocupó cargos
diplomáticos en Constantinopla y Roma, y obtuvo su título nobiliario en
1919.
Escribió dos autobiografías (First Childhood y A Distant Prospect), relatos y novelas como The Girls of Radcliff Hall, Far from the Madding War, The Romance of a Nose y Count Omega.
Se rodeó de escritores y amigos notables: Ronald Firbank, Max
Beerbohm, John Betjeman, Maurice Bowra y Nancy Mitford, entre muchos
otros. Mark Amory, biógrafo de Berners, cuenta que el médico que lo
atendió los últimos años se negaba a cobrarle porque “su compañía era
retribución suficiente”. Murió en su legendaria mansión de Faringdon en
1950.
Querida MH:
ResponderEliminarEfectivamente, muy pronto leeremos una novela citada en el ejemplar de El camello. No sabes los esfuerzos que hice para no escribirte cuando leí ese dato. Pero no fue esa la única ocasión, durante toda mi lectura tuve verdaderas tentaciones. Me he divertido tantísimo con este relato que realmente hubiera querido que fuera una lectura compartida y no una reseña cruzada. Esa era la razón que me llevó a asegurarte que no te costaría nada escribir tu reseña. Tenía muy claro que sería acertada y muy interesante. No me equivoqué. Estoy feliz porque finalmente hemos dado con una lectura de categoría, y porque una vez más confirmo lo que siempre he pensado: nuestros mundos literarios siguen sendas similares.
Un abrazo fuerte y muchas gracias por acompañarme en esta aventura de las reseñas cruzadas, sé lo que vale tu trabajo y el esfuerzo que realizas!!!
Hola. Mira, el que hace lo que puede no está obligado a más. Como le decía a Undine, es muy arriesgado leer una novela en la que se hace guasa de un género que adoras. Os admiro muchísimo a las dos, yo sería incapaz de leer algo así de alguien que hiciera lo mismo con Stephen King, por ejemplo.
ResponderEliminarEl caso es que a mí estas cosas me resultan un poco, como ajenas, me pueden hacer gracia un rato o un determinado pasaje pero no me implico en la lectura. No sé si me explico.
Aunque seguro que iba a estar de acuerdo con algunas de las cosas que dice este señor, peculiar donde los haya. Seguro que fue un friki de su época.
Besitos, y mucho ánimo.
La reseña te ha quedado estupenda.
Hola,
ResponderEliminarcomo le decís a Undine, no me veo con este libro pero no puedo negar que me ha hecho gracia lo del camello. Con respecto a no llegar a una reseña, sé lo que es, por eso dejé de apuntarme a lecturas conjuntas y a retos.
Un beso y tranquila que te ha quedado una reseña fantástica, como siempre.
Un descubrimiento muy interesante me gusta que sea un libro tan breve por qué los gruesos me suelen asustar y ahora estoy con tres a la vez no sé cómo acabará esto jajaja
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarno conocía el libro, pero la verdad es que suena divertido y me viene genial para ese mismo apartado de menos de 200 páginas
voy a mirarlo más a fondo a ver si me interesa
Un saludo
Yes, we can read together
Pues no te preocupes, que te ha quedado una reseña fantástica. El libro pinta divertido, pero la verdad es que no me veo con él. Y más con tanto pendiente...
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola, como ya le comenté a Undine, aunque hay cosas que me llaman, no se si disfrutaría de la novela, o quizá si, depende de como pille si la leo (aunque si esta descatalogada será dificil). No sabéis lo que me gustan estas reseñas cruzadas, porque son muy diferentes aunque ambas tengáis los mismos gustos literarios y resulta doblemente interesante poder leerlas seguidas, como dos caras de una misma moneda. Una reseña estupenda. Besinos.
ResponderEliminarComo dice Margari: no te preocupes, porque la reseña es fantástica :-) Y me ha picado la curiosidad con este libro tan extraño, así que si me lo topo en una librería de segunda mano o en la biblioteca, se viene conmigo y ya os contaré qué tal ;-)
ResponderEliminarBesos.
No lo conocía, pero me has dejado con ganas de hincarle el diente. Gracias. Besos.
ResponderEliminarPues sí, extravagante es un rato. La verdad, me siento dividido, por un lado me atrae ese punto tan surrealista que tiene, aunque por el otro ya sabes que lo del humor es algo muy personal, y temo que no termine de hacerme gracia. De todos modos no lo descarto.
ResponderEliminarLo de leer bajo fechas programadas y calendarios que cumplir, yo lo llevaría fatal, por eso este año no me apunté a ningún reto. Fuera estrés, solo el simple goce de leer por leer. ^^
Un beso ;)
Me encanta lo que nos cuentas de Lord Bernders. Si es que para que Nancy Mitford te dedique un libro tienes que ser muy especial... me hubiese encantado verlo tomando el té con sus jirafas XD Me gusta el punto de partida tan original, pero me da miedo el rumbo mefistotélico que dices que va tomando la novela a medida que avanza. No soy yo mucho de surrealismo, más bien nada. Aunque esa mujer adoptada por un camello... jajajaja. Besos.
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