lunes, 28 de noviembre de 2016

RESEÑA (by MH) ::: EL NIÑO PÁJARO - Juan Manuel Peñate Rodríguez



Título original: El niño pájaro 
Autor: Juan Manuel Peñate Rodríguez 
Editorial: Círculo Rojo
Páginas: 319
Fecha de publicación: marzo 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 15 euros
Imagen y diseño de cubierta: @Fotolia.es / Isabel Sánchez López


(Lectura válida para el MES TEMÁTICO DE LA NO NOVELA, NOVELA INFANTIL O JUVENIL, organizado por Laky en su blogLibros que hay que leer)
En La última lectura los integrantes de una hermandad secreta se reúnen una vez más en el acostumbrado punto de encuentro, ignorantes de lo que la noche les depara; el Club Paradise es un sitio especial al que no se puede ingresar si no es por invitación directa de alguien de dentro, sin embargo, lo insólito no radica en su emplazamiento, de por sí inconfesable, sino en los miembros que lo conforman; en una época de oscuridad y misterios, en mitad de un sangriento barrizal cubierto por centenares de cadáveres, una enigmática mujer de la que apenas se sabe da a luz un extraño bebé que no llora, aquel destinado a sacudir los cimientos de una era, aquel por cuya leyenda será recordado como El niño pájaro; en ¡Feliz no cumpleaños! nos reencontraremos con personajes archiconocidos, aunque más allá de ese mundo onírico, tras las sombras, ¿hasta qué punto los conocemos?; en La gasolinera una imprevista parada en el camino supondrá para alguien un soplo de aire fresco, pero también un antes y un después en la manera de contemplar su viaje interminable.

Del autor de Al otro lado del cristal, nos llega su esperada segunda antología, nuevos e inolvidables relatos donde los amantes del suspense, la ciencia-ficción, la fantasía o el terror volverán a estar de enhorabuena.


La primera vez que supe de este libro creo que fue gracias a esta estupenda reseña de Margari. Así que cuando cosa de unas semanas después Laky sorteó varios ejemplares, participamos, tuvimos suerte, y más suerte tuve yo que me tocó quedármelo (no sé si esto lo hemos comentado alguna vez, pero al ser dos en el blog, nos vamos repartiendo estas cosillas si tenemos la buena fortuna de que nos toque un libro en algún sorteo). No conocía la publicación anterior de Juan Manuel, Al otro lado del cristal, así que, aunque le tenía muchas ganas, no tenía ni idea de qué me iba a encontrar salvo las pinceladas que había leído en algunas reseñas. Y una vez leído el libro al completo, solo puedo decir que estoy muy sorprendida. Mucho y muy gratamente... me ha encantado, y eso que reconozco que el primer relato de todos me dejó a medias, me quedé con ganas de mucho más...  pero a partir de ahí es una subida imparable y, siento repetirme, sorprendente, por muchas y diversas razones.

Lo primero que llama la atención es lo fácil que se mueve el autor entre géneros. Algunos de los relatos resulta difícil clasificarlos en ninguno, o más bien podría decirse que beben de varios, pero ya sea en fantasía o ciencia ficción, con pinceladas de terror o atreviéndose sin pudor alguno a reproducir a su manera una escena mítica de la literatura clásica de todos los tiempos, sale airoso de todos los embates. No se autolimita, no se restringe, no tiene miedo a explorar y dar rienda suelta a lo que se le pasa por la imaginación. Y lo hace muy bien, que es lo mejor de todo. 

Lo segundo, que en realidad se deriva de lo primero, es que consigue trasladarnos y sumergirnos en cada uno de los mundos que se saca de la chistera como si fuese la cosa más normal del mundo. Le sale fácil y sabe transmitirlo, algo importantísimo en historias ambientadas en mundos que nos resultan ajenos. Desde que comienzas a leer el segundo relato y ves que no tiene nada que ver con el primero, y así sucesivamente con los cinco que conforman el libro (y que en todos ellos se las apaña para que te abstraigas en lo que te está contando), la lectura se convierte en una incógnita porque no sabes lo que te vas a encontrar cada vez que terminas uno, aunque sabes que va a estar bien escrito, descrito y ambientado.

Lo tercero es la cantidad de referencias culturales, ya sean literarias o cinematográficas, que pueden extraerse de cada una de las lecturas. En unos casos más obvias, en otros más sutiles, y en ocasiones a lo mejor es el mismo lector quien ve cosas que su mente quiere ver y que no están realmente ahí, pero el caso es que disfrutas cada vez que te encuentras una de esas referencias o imaginas que has encontrado una.

Quiero hablaros un poco de cada obra contenida en esta compilación, así que no me extiendo más y vamos con ello. No entraré muy en materia porque, sencillamente, nunca lo hago, pero es que en el caso de los relatos poco se puede contar sin desvelar de más. Solo unas pinceladas para que sepáis qué me ha parecido cada uno. Sí que os adelanto que mis favoritos han sido los tres últimos y, concretando mucho, sobre todo el tercero y el quinto, cada uno por distintos motivos.

La última lectura es el relato con el que comienza la compilación. En cuanto a estructura, este relato recuerda mucho a novelas como La historia interminable o la saga de Narnia, o pelis como Dentro del laberinto, aunque realmente no tiene nada que ver con ellas salvo en eso mismo, la idea o el planteamiento (y quien las conozca todas sabrá qué es lo único que tienen en común). A ratos también me ha recordado a esa premisa tan del tito King en la que un grupo de niños es protagonista de la historia o de su comienzo, e incluso hay algún guiño a Pratchett. Cuando comento arriba que me quedé a medias con esta historia es porque me hubiese encantado que hubiese seguido con la trama alternativa, y que hubiese terminado ahí del modo que el autor hubiese creído conveniente, en vez de traernos de vuelta a la trama original... esto es claramente una preferencia personal, pero esa es la parte que más fuerza tiene de la historia, es fantástica (por género y calidad), y me supo a poco. Aun así, es un muy buen relato.

Club Paradise comienza de una manera y de repente da un giro cambiando de personajes que te descoloca un poco, pero todo cobra sentido conforme vas leyendo hasta llegar a un final donde todo confluye. Digamos que empieza con el ES, y en esa segunda parte lo que te cuenta es como se llega a SER. Esto de hablar en jeroglíficos me encanta aunque dudo que a vosotros os pase lo mismo :)). Aquí las reminiscencias las vi en una escena en concreto, porque me recordó un poco a cierta peli de principios de los 90 que causó furor (y que no nombro porque entonces desvelo la esencia misma del relato)... La presencia de cierto maestro de la literatura le da pedigrí a una historia en la que te preguntas si las cosas serán realmente así... si podrían ser así. Qué se sentiría si lo fueran. Y todo contado con un matiz de humor sobre todo hacia el final que le da ligereza a la historia.

El niño pájaro, que da título al libro, ha sido mi lectura favorita sin lugar a dudas. Ya no solo porque realmente no es un relato, sino una novela corta, con lo que eso da para añadir complejidad y desarrollo a la trama y los personajes, sino por la historia en sí... A ver, saco mi lado friki una vez más a pasear. No sé si conocéis el manga/anime de Naruto... pues en cuanto empecé a leer la historia dentro de la historia que se cuenta aquí, me vino a la cabeza este anime que me tuvo muy enganchada en su momento, sobre todo por la naturaleza de los personajes, por ciertas escenas que se suceden después, incluso ciertas características de la personalidad del protagonista me recordaban a un personaje en concreto. Esta es una de esas referencias que probablemente sea solo cosa mía, pero el caso es que me entusiasmó la historia de Sem, y estaba tan embebida en ella que hasta olvidé que formaba parte de otra historia y me costó salir y enfrentarme a esa otra parte, ni la recordaba. Qué final más triste y nostálgico, qué bien traído y consecuente con la historia... me ha encantado. Volvería a leerlo mañana mismo. Y la referencia a una de las novelas de mi infancia... pues eso, mucho amor por la historia del niño pájaro.

¡Feliz no cumpleaños! yo creo que no necesita presentación, al menos no en cuanto a la historia a la que hace referencia. Me ha sorprendido mucho este relato porque, sin ningún pudor, Juan Manuel hace suyas las palabras de Lewis Carroll al tiempo que implementa las suyas propias para dejar a un lado la presencia de Alicia e introducir al personaje que él pone en sustitución suya (que no desvelo, claro está). Leer esa misma escena siendo igual pero distinta sin que cante en ningún momento ha sido una sorpresa. Supongo que quien no conozca la obra original no percibirá nada raro, pero quienes sí la conocemos distinguimos lo original de lo añadido o cambiado. A esto hay que añadir el contexto en que se produce todo, donde vuelve a mezclarse cierta parte de verdad con lo que sale de la imaginación del autor.

La gasolinera supone un giro de 360º con las cuatro obras que le preceden. Aquí nos adentramos en la ciencia ficción, y aunque al principio cuesta pillar el sentido de lo que se explica, la incertidumbre dura apenas un par de párrafos. En algunas partes del relato me sentía como en un capítulo de Doctor Who, de esos que se ambientan en varias galaxias muy lejanas a millones de años luz de la Tierra, mientras tú como companion escuchas al Doctor (el Décimo, a ser posible) contarte la historia de qué le ha pasado a la galaxia y el sistema planetario mientras miras con cara de pasmarote todo lo que te rodea (no porque esta sea la estructura del relato, que conste). Me ha encantado, y eso que esperaba un final distinto. No digo más, que no puedo. Encierra también ciertos matices filosóficos, y me he reído mucho con lo del Big Rip, no he podido evitarlo.

Termino. Que me ha gustado mucho, y que para mí la lectura del libro en sí ha ido de menos a más en cuanto a la redondez de las tramas, alcanzando su punto álgido con El niño pájaro y cerrando magistralmente con La gasolinera. Me he quedado con muchísimas ganas de leer Al otro lado del cristal, porque estoy segura de que no se parecerá en nada a lo leído aquí vista la facilidad que tiene para imaginar y plasmar mundos distintos en cada historia. Sé que a mucha gente no le tiran los relatos, que la fantasía y la ciencia ficción no son géneros que gusten a todo el mundo, pero El niño pájaro merece mucho la pena.

¡Ah! La portada es una maravilla, que se me ha pasado ponerlo y no me quedo yo sin decirlo :)


Juan Manuel Peñate Rodríguez, conocido en el mundillo blogger como Ray, es un sevillano amante de la literatura, el cine, la ilustración y la escritura. Desde su blog, Érase una vez, nos habla de estas y otras pasiones.
Tras el aluvión de entusiastas críticas cosechadas por su primer libro, Al otro lado del cristal (un soplo de aire fresco en el género literario, según la opinión popular), vuelve pisando fuerte con este su segundo trabajo, El niño pájaro, dispuesto a conquistar los corazones soñadores de nuevos lectores. 
Miss Hurst

jueves, 24 de noviembre de 2016

RESEÑA (by MH) ::: ME LLAMO LUCY BARTON - Elizabeth Strout




Título original: My name is Lucy Barton 
Autora: Elizabeth Strout 
Editorial: Duomo (colección Nefelibata)
Traducción: Flora Casas 
Páginas: 210
Fecha de publicación original: 2016
Fecha esta edición: agosto 2016
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 16,80 euros
Imagen de cubierta: Nirav Patel
En una habitación de hospital en pleno centro de Manhattan, delante del iluminado edificio Chrysler, cuyo perfil se recorta al otro lado de la ventana, dos mujeres hablan sin descanso durante cinco días y cinco noches. Hace muchos años que no se ven, pero el flujo de su conversación parece capaz de detener el tiempo y silenciar el ruido ensordecedor de todo lo que no se dice.
 
En esa habitación de hospital, durante cinco días y cinco noches, las dos mujeres son en realidad algo muy antiguo, peligroso e intenso: una madre y una hija que recuerdan lo mucho que se aman.

Me llamo Lucy Barton es de ese tipo de novelas en las que, algunos dirán que "no pasa absolutamente nada", cuando realmente en esta historia pasa nada más y nada menos que la vida. Así, en minúsculas pero a lo grande: detalles nimios que conforman cada paso que damos en este mundo y acontecimientos que marcan un antes y un después; el recuerdo de una persona que pasó fugazmente a nuestro lado o de aquella que supuso un comienzo o un final; ese instante que te dolió y aquel otro que te hizo sonreír; aquella frase que te abrió los ojos y aquella otra que quisiste no haber escuchado nunca. Momentos, recuerdos, destellos, la infancia, épocas, situaciones, malas decisiones, trances superados, la adolescencia, personas que dejamos atrás, personas que se quedan, dolor, felicidad, descubrir de repente que somos adultos, lágrimas, risas... que por sí solos no son nada y juntos dan forma a eso que llamamos nuestra vida. Nuestra historia. Nuestro sendero salpicado de grises con blancos y negros de tanto en tanto. Como para decir que no pasa nada en este libro.

Tal y como el título sugiere, la narración corre a cargo de la propia Lucy Barton en primera persona. Aunque hacia el final del libro cierra un poco la historia alejada del escenario principal, el 95% de la novela está ambientada en un hospital del East Side neoyorquino, donde ingresa a causa de una apendicitis y donde finalmente permanece hospitalizada durante semanas a causa de diversas complicaciones. Apenas recibe visitas, su marido está demasiado ocupado, a sus hijas se las llevan en contadas ocasiones, alguna amistad ocasional se acerca por allí... Lucy se siente muy sola, muy desgraciada, y sufre alejada de los suyos. Hasta que un día despierta y ve a su madre sentada en una silla al pie de su cama. 

Esto, que podría (debería) ser lo más normal del mundo, no lo es. No lo sabemos cuando acaba de producirse el encuentro, pero lo intuimos por la forma de saludarse, por el modo en que enfrentan el encuentro, por la frialdad pasiva de una y la sorpresa contenida de la otra. Y es entonces, durante los cinco días que la madre de Lucy permanece junto a ella en el hospital, cuando comenzamos a saber quién es Lucy Barton y a conocer su historia.

Lucy hace mucho que abandonó su hogar paterno y apenas sabe nada de la gente que dejó atrás: amistades, vecinos... incluso sus hermanos, que parecen unos completos desconocidos para ella y con quienes mantiene conversaciones totalmente triviales. La distancia filial con su madre es tan grande, la cercanía afectiva tan complicada de afrontar, que solo en contadas ocasiones se atreven a saltar la barrera que las separa para permitirse algo parecido a la intimidad. La mayor parte del tiempo se limitan a hablar sobre la gente que tienen en común, aquella gente que quedó atrás en el pueblo, y que en su mayor parte han tomado malas decisiones a lo largo de su vida o han tenido mala suerte en sus matrimonios.

Por tanto, la estructura que escoge Strout para desplegar ante nuestros ojos la vida de Lucy es sencilla, aunque solo en apariencia. Mientras su madre responde a sus muchas preguntas sobre tal o cual conocido y satisface su curiosidad, Lucy intercala recuerdos de su infancia, adolescencia, universidad y vida en Nueva York sin ningún orden aparente, encajando como piezas de un puzzle el presente narrativo con el pasado de la protagonista hasta conformar un todo que nos ofrece un marco bastante explícito de la niña que fue y la mujer en que se ha convertido, ofreciéndonos esas pinceladas, esos trazos, que para cada cual son tan importantes pero que los demás nunca podrán interpretar del mismo modo que quien los vive. Tuvo una infancia desgraciada, pero no le han ido mal las cosas a pesar de todo.

Aun así, y no sé si es solo sensación mía, creo que Lucy retiene información. Afirma que esta es su historia, tal y como te la cuenta, sin trampa ni cartón... y aun así no puedes evitar sentir que sobre algunas cosas no está siendo del todo sincera: su matrimonio, la relación con sus padres (y concretamente con su madre), lo que le lleva a tomar ciertas decisiones... , esta es su historia. Pero sí, también es humana, y tiene secretos y recovecos que le pertenecen por mucho que presuma de sinceridad, y ejerce una protección instintiva sobre ellos. Ninguna biografía es completamente honesta y transparente, y la de Lucy Barton no es una excepción. Hay miserias que se pueden destapar y otras que es mejor guardarlas bajo llave.

Por eso tengo que admitir que, a pesar de que he disfrutado mucho la novela, a mí no me ha provocado ese torrente de emociones que había leído en otras personas, porque Lucy marca un poco las distancias en su narración (o es la sensación que yo he percibido, y esto no influye para nada en mi estupenda percepción sobre la novela. Simplemente, por la forma en que está narrada, no he sentido esa emoción que anticipaban la novela y las opiniones que había leído sobre ella). 

La relación entre madre e hija es aséptica como el hospital en que transcurre. Los breves y esporádicos intentos de acercamiento por parte de la hija son rechazados por su madre con un cierre de ojos o una mirada hacia el edificio Chrysler que ve desde la ventana, seguidos de un prolongado silencio. Es una relación fría, distante, de cortesía por el parentesco que las une. Incluso al hablar de su marido y su matrimonio, Lucy se niega a entrar en detalles. No quiere hablar sobre eso, y no lo hace. Más información retenida. Me comentaba Cris en los comentarios de su reseña que Strout dice que esta novela refleja el amor. Sinceramente, si a mí me preguntan contestaría que lo que he percibido es desamor a muchos y distintos niveles afectivos y sociales. No creo que la novela refleje el amor en sí, sino lo que duele cuando no es correspondido al mismo nivel e intensidad. 

En definitiva, es una historia intimista en apariencia sencilla que encierra mucha más complejidad de la que parece, porque se nutre de los detalles del día a día que realmente dan forma a la existencia de cada uno. Lucy Barton es, igualmente, un personaje más complejo de lo que parece; nos cuenta mucho en estas doscientas páginas, pero estoy convencida como lectora que casi tanto como lo que calla. Nos ofrece retazos aquí y allá que conforman un todo, que la conforman a ella, pero creo que sin abrirse tanto como pueda parecer a simple vista. 



Elizabeth Strout nació en Portland (Maine) en 1956, pero desde hace años reside en Nueva York. Es la autora de Olive Kitteridge, novela por la que obtuvo el Premio Pulitzer y el Premi Llibreter, Los hermanos Burgess, Abide with Me y de Amy e Isabelle, que fue galardonada con el Art Seidenbaum Award de Los Angeles Times a la primera obra de ficción y el Heartland Prize del Chicago Tribune.
 
También ha sido finalista del Premio PEN/Faulkner y el Premio Orange de Inglaterra. Sus relatos se han publicado en varias revistas, como The New Yorker y O, The Oprah Magazine.
Miss Hurst