miércoles, 30 de mayo de 2018

RESEÑA (by MB) ::: PACHINKO - Min Jin Lee




Título original: Pachinko 
Autora: Min Jin Lee 
Editorial: Quaterni
Traducción: Eva González Rosales
Páginas: 544
Fecha esta edición: febrero 2018
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 24,95 euros
Imagen y diseño de cubierta:  Freepick, Cuadratín




 
Yeong-do, Corea, 1911. En una pequeña aldea de pescadores a la orilla del mar del Este, un hombre tullido se casa con una muchacha de quince años. La pareja tiene una hija, su adorada Sunja. Cuando Sunja se queda embarazada de un hombre casado, la familia se enfrenta a la ruina. Pero entonces Isak, un joven sacerdote cristiano, le ofrece una oportunidad de salvación: una nueva vida en Japón como su esposa. Tras seguir a un hombre al que apenas conoce hasta un país hostil donde no tiene amigos ni hogar, la salvación de Sunja no será más que el principio de su historia. 
 
A través de ocho décadas y cuatro generaciones, Pachinko es un relato épico de familia, identidad, amor, muerte y supervivencia.
Pachinko es la historia de Sunja, mujer sencilla, callada y, sobre todo, trabajadora. Al tiempo es una mujer extraordinaria; en su humildad es el pilar y la columna vertebral de su familia y, en lo que respecta a la novela, es el eje fundamental que sostiene toda la trama.

La historia arranca en Yeong-do, un islote de ocho kilómetros de largo junto a la ciudad portuaria de Busan, Corea. Sunja es descendiente de unos pescadores que, además de ahorradores y muy trabajadores, también eran emprendedores, y que decidieron progresar alquilando habitaciones de su casa a otros pescadores, hasta que al final acabaron convirtiéndola en un hostal. 

A partir de ese momento la familia se dedicó con mimo y abnegación al cuidado de sus huéspedes, que eran su sustento; les lavaban la ropa, les preparaban la comida... En definitiva, estos huéspedes llegaban a ser parte de la casa, uno más de la familia. Aportaban una parte de su salario a cambio de todos los servicios que se les prestaban, y en la familia cada uno sabía y entendía lo que había que hacer.

Con el tiempo el negocio pasa al padre de Sunja, Kim Hoonie. Él y su esposa, Yangjin, lo llevan con la misma diligencia que sus antecesores, inculcando en su hija los mismos valores: trabajo duro, sencillez, renuncia a sus propios intereses por el de sus huéspedes... Pero todo sin renunciar al amor incondicional de ellos, como padres, hacia su hija, Sunja.

Sunja crece, y su infancia es feliz y segura junto a la figura paterna, el faro que ilumina a toda la familia, así que cuando esa figura desaparece de las vidas de Sunja y de su madre, el halo de seguridad rocoso y duro que Kim representaba comienza a reblandecerse de alguna manera. En consecuencia, el rigor amoroso por el que se conducía su hija empieza a lentecer, y nuevos aires y pensamientos la absorben conquistando su mente, aunque no deja entrever estos cambios a quienes le rodean, mucho menos a su madre.

Koh Hansu, hombre maduro, avispado y con posibles, siempre ve la oportunidad y, haciendo honor a sus cualidades, no le pasa desapercibida la nueva Sunja. Con paciencia, tesón y conocimiento, va conquistándola poco a poco hasta que pasa lo que tiene que pasar: al final uno más uno serán tres. A partir de este punto, la novela empieza a cabalgar al ritmo de los acontecimientos y pensamientos de Sunja. Todas las creencias y valores que forjaban aquella roca dura que sustentaba su existencia empiezan a resquebrajarse, y se apoderan de ella los miedos y las dudas, con los que contamina a su propia madre, Yangjin.

Isak Back, joven pastor protestante, huésped inesperado y casual, entra en las vidas de madre e hija como rayo luminoso salvador de la situación, del negocio y de la honra familiar. Una vez casados, todo se ha solucionado: a ojos de sus vecinos ya no peligra su honra ni su negocio. A cambio, Sunja debe marcharse con su marido a Osaka y dejar su paraíso, su mundo conocido.

En Japón, la tierra prometida, nace un hijo, nace otro más, y se suceden los días, los meses y los años. Con ellos vienen otros tiempos más duros y dolorosos, en los que los inmigrantes coreanos son los extranjeros, los que nadie integra. Deben adaptarse a todos los cambios sociales, laborales, políticos, a la guerra y a las nuevas experiencias... sin dejar de soñar jamás con su querida tierra coreana.

La abnegada Sunja, al igual que los suyos, debe trabajar duramente para sobrevivir en tierra hostil; como extranjera, debe sobrellevar una guerra donde no queda nada para nadie. Pero no está sola: de todos sus ancestros y sus experiencias ha aprendido que la perseverancia, el trabajo duro y los valores, junto con las creencias que les acompañan, le ayudarán a expandir su luz y su fuerza alrededor de su círculo, ya sean sus hijos, su madre, sus cuñados o los padres de sus hijos. Ella es y será la piedra angular de todos, la que sabrá mirar más allá y la que, como Moisés, los conducirá a la tierra prometida, una tierra sólida y consolidada que es su familia. De ella emanan todas las energías y fuerzas para superar las vicisitudes y circunstancias que la vida les acarrea y les acarreará. 

Sunja es todo eso y más: algunos de los suyos la perciben como una amenaza, y otros la aceptan y la valoran tal como es y como debe ser. Pachinko es una fábula en la que, a través de la vida de Sunja, conocemos el sentido y la importancia de los valores y las creencias para aquellos que los siguen y los dirigen... vemos como se expanden gracias a ellos, sacando lo mejor de sí mismos. 

Al final, lo que la protagonista nos enseña es que la perseverancia y la resiliencia (o la falta de ellas) suman o restan, y que, dependiendo de la opción, potencian o disminuyen la felicidad. Se trata de una lectura verdaderamente recomendable. Es de esas narraciones que siempre te centran y te enseñan a valorar las pequeñas cosas, y con su lectura descubres que el trabajo duro siempre es un valor y una recompensa en sí mismo.

Con claras connotaciones dickensianas, Min Jin Lee nos describe en Pachinko todo lo anterior con humildad y ternura, usando un lenguaje sencillo, cristalino y claro donde la coherencia no solo no desaparece, sino que impregna tanto las páginas como las vidas de todos los personajes que pululan por este cautivador universo tan sabiamente creado.



Min Jin Lee (1968, Seúl, Corea del Sur) es una escritora y periodista coreana americana. Su primera novela, Comida gratis para millonarios, fue una de las «10 Mejores Novelas del Año» para el The Times, NPR’s Fresh Air y USA Today. Ha escrito para New York Times, Condé Nast, The Times, Vogue y Wall Street Journal, entre otros. 
Escribió Pachinko mientras vivía en Tokio, y ahora vive en Nueva York con su familia.

lunes, 28 de mayo de 2018

RESEÑA COMBO (by MH) ::: LADY MACBETH DE MTSENSK - Nikolái Leskov





Título original: Ledi Mákbet Mtsénskogo Uiezda 
Autor: Nikolái Leskov
Editorial: Nórdica
Traducción: Marta Sánchez-Nieves 
Páginas: 135
Fecha de publicación original: 1865
Fecha esta edición: septiembre 2015
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 18 euros 
Ilustración de cubierta e interiores: Ignasi Blanch


Admirado por Tolstói, Gorki y Thomas Mann, entre otros, Nikolái Leskov, además de uno de los maestros de la literatura rusa del XIX, parece encarnar la esencia del narrador; a su poderosa imaginación se une un lenguaje muy bello, consecuencia de su excepcional dominio del ruso.

Esta novela corta, que inspiró la conocida ópera de Shostakóvich, narra la historia de la joven Katerina Lvovna. Hastiada por su matrimonio de conveniencia con un hombre que le dobla la edad, siente la falta de libertad desde su infancia; cuando conoce al joven Serguéi Filíppych se verá arrastrada por una pasión devoradora.


Esta Lady Macbeth no actúa llevada por una desmedida ambición, sino por un amor apasionado. Tal vez por eso, el lector, a pesar de sus crímenes, no puede evitar entender su sufrimiento.



¡Otro ruso!, diréis. ¡Pero si ya nos trajo uno la semana pasada!, pensaréis. ¡Qué pesada!, resoplaréis. Tened paciencia conmigo. Mi corazón clásico vaga a medio camino entre los rusos y los británicos, y las dos mitades luchan a brazo partido por la hegemonía. Mientras me encargo de que la batalla nunca tenga ganador, me toca daros la brasa. Por lo menos cambio un poco el tercio y os traigo una reseña combo. Intentaré ser lo más breve posible en las dos partes.

Siendo sincera, yo ya conocía la historia de Lady Macbeth de Mtsensk por la ópera de Shostakóvich del mismo nombre que adapta precisamente la novela, pero hace unos meses me encontré con que Nórdica la había publicado y corrí a comprarla... además tenía pendiente de ver una adaptación en formato película que se estrenó hace un par de años. Quería hacer las dos cosas al mismo tiempo (leer+ver), así que el libro ha esperado paciente en la estantería hasta que he tenido algo de tiempo libre para la peli.

Poniéndonos en situación, Katerina tiene 24 años y lleva casada seis años con su marido, un mercader mucho mayor que ella. Se casó porque se lo pidió, ni más ni menos, porque siendo pobre como era no podía aspirar a mucho más, pero nunca ha sentido mucha simpatía por él. Además, él pasa mucho tiempo fuera ocupándose de sus negocios, y Katerina vive sus días sola y aburrida, salvo la ocasional compañía de su suegro, que no le cae mucho mejor. Un día conoce al joven y guapo Serguéi, empleado desde hace poco tiempo de su esposo, y vuelca en él todo lo que no ha volcado en su matrimonio. Al fin se siente libre, se enamora desesperadamente de él, se obsesiona con él, lo mete sin ningún disimulo en su casa y en su cama en ausencia de su marido, hasta que empiezan a ser la comidilla de los vecinos... pero ella no está dispuesta a perder a Serguéi (jeta, mujeriego y vividor, dicho sea de paso), y hará lo que sea para mantenerlo a su lado.

Creo que el nombre no da lugar a equívocos. A la protagonista de la historia, Katerina, la llegan a conocer como la lady Macbeth de Mtsensk, y solo hay que irnos a la lady Macbeth original, la de Shakespeare, para saber de dónde viene el apelativo y hacia dónde se dirige la trama. Si la original, ambiciosa y con ansias de poder, incitaba a su esposo al asesinato (no digo más por si alguien no conoce la historia), lo mismo pasa en la historia que hoy os traigo, con una salvedad: que a quien incita a asesinar o ser cómplice de asesinato es a su amante, Serguéi, y que no lo hace movida por la ambición, sino por la obsesión y la pasión enfermiza que siente por él.

Este relato largo (o novela corta) fue publicado originariamente en Epoch, la revista que editaba nada menos que Dostoievsky. La prosa de Leskov es bastante más asequible para el lector que la de sus coetáneos, pero esa sencillez lingüística la compensaba contando historias duras y crueles envueltas en una fuerza narrativa que arrastra al lector a lo largo de toda la narración. Katerina comienza muy pequeña y evoluciona como personaje a cada página; esa evolución tiene múltiples matices que se conjugan y unen para hacer florecer a la Katerina que domina el libro y que se dirige, en medio de la violencia, la pasión y los engaños, hacia un futuro impensable para ella al comienzo de la narración. La pasión extrema y la obsesión hacen que de ella surja una crueldad carente de escrúpulos que convertirá su vida en una feroz almalgama de actos muy discutibles, y aun así, a ratos, sobre todo al final, Katerina da pena y el lector siente compasión por ella.

Lady Macbeth de Mtsensk es de esas nouvelles rusas que aconsejaría leer precisamente a quien le den miedo estos clásicos. Muy sencilla de leer, sin florituras lingüísticas pero muy bien narrada, y con una historia muy interesante que entra en el meollo del asunto desde el principio sin rodeos innecesarios. A priori puede parecer una historia ya vista pero, como siempre os digo, los clásicos hay que leerlos situándose en la época en que fueron escritos: Katerina Lvovna es un personaje femenino complejo que se siente atada en su papel como esposa perfecta y que de pronto se libera y vive una vida adúltera y criminal a ojos de todos... en la Rusia zarista de 1865, nada menos.  

No debo contaros más, pero quien tenga a la lady Macbeth shakesperiana en mente cerrará el libro entendiendo el por qué del título, pero siendo también muy consciente de las diferencias, que las hay. Una lectura muy recomendable, y con una edición fantástica, como no podía ser menos viniendo de una editorial como esta.

 




Título original: Lady Macbeth
Año: 2016
Duración: 88 minutos
País: Reino Unido
Director: William Oldroyd
Guión: Alice Birch
Basada en una novela de: Nikolái Leskov

Reparto: Florence Pugh, Christopher Fairbank, Cosmo Jarvis, Naomi Ackie, Bill Fellows, Ian Conningham, Paul Hilton, Joseph Teague, Golda Rosheuvel, Rebecca Manley

La Inglaterra rural de 1865. Katherine (Florence Pugh) vive angustiada por culpa de su matrimonio con un hombre amargado al que no quiere y que le dobla la edad, y de su fría y despiadada familia. Cuando se embarca en un apasionado idilio con un joven trabajador de la finca de su marido, en su interior se desata una fuerza tan poderosa que nada le impedirá intentar conseguir lo que desea.





Del argumento no comento nada, que para eso está la opinión del libro arriba. Os hablo de la adaptación en sí y muy brevemente.

Yendo al grano, a mí me ha gustado mucho, pero también es cierto que se aleja del libro en cosas muy importantes. No soy nada estricta con lo de la fidelidad de las adaptaciones, y si una película es buena, la disfruto sin ningún problema se parezca más o menos a la novela que adapta, pero si tengo que ser honesta con la impresión que me ha producido la película, la verdad es que en la forma cuenta la misma historia que contó Leskov, pero no en el fondo... y eso a ratos me ha molestado un poco.

Es una producción independiente y con presupuesto bastante modesto, al menos en apariencia. La protagonista repite los mismos tres o cuatro vestidos durante toda la película; las localizaciones son unas cuantas habitaciones de alguna casa-palacete (que jamás vemos por fuera), un par de tramos de un bosque y algunos páramos; no hay banda sonora de ningún tipo, todo está rodado con sonido ambiente. Donde no se nota la frugalidad es en los actores, que cumplen todos muy bien con su papel y realmente lo son todo en la película. Bien es verdad que la protagonista absoluta de la historia es la jovencísima Florence Pugh, que da vida a Katherine (no debería tener más de 19 o 20 años cuando rodó la película), y que no le tiene ningún miedo al papel, se le nota con mucha confianza y más tablas de las que se le pueden presuponer a esa edad. Los secundarios están todos a la altura, aunque destaco sobre todo a Naomi Ackie en el papel de Anna (personaje con mucha relevancia inventado para la película, por cierto).

La narración se traslada a la Inglaterra victoriana aunque mantienen la misma fecha en la que está ambientada la novela. Y esto, moverse de Rusia a Inglaterra, que puede parecer un detalle sin importancia, ya cambia todo el devenir de la historia, porque muchas cosas que pasan en el libro ya no pueden pasar en la película. Tampoco es que quiera entrar a fondo en los cambios, pero sí que debo mencionar que en esta adaptación parece que quieren justificar de algún modo el comportamiento y los actos de Katherine, cargando las tintas sobre un matrimonio de conveniencia en el que su marido la humilla (nada que ver con la novela), a lo que hay que añadir que el final difiere por completo en varios sentidos que tampoco puedo mencionar, pero que para mí hacen precisamente que se pierda la alegoría con la lady Macbeth de Shakespeare, que es al fin y al cabo lo que da título y significado a la novela. Ese final no tiene nada que ver con lo que Leskov quiso contar en su relato, con las consecuencias de esos sentimientos extremos, y es quizás lo que peor he llevado de la película.

Más allá de eso, como película en sí y dejando a un lado su fidelidad a la novela original, me parece muy recomendable. Hecha con pocos medios pero mucha mano izquierda, en muchos aspectos no tiene nada que envidiar a producciones mucho más grandes y con más bombo comercial. Aun así, me repito, es una película muy minimalista, centrada plenamente en los personajes (y no es frase cliché, ES una peli de personajes), y aunque sé que este tipo de películas tan reducidas al mínimo exponente no son del gusto de todo el mundo, a mí me encantan.


Nikolái Leskov (Óblast de Oriol, 1831-San Petersburgo, 1895). Nieto de un sacerdote ortodoxo ruso y sobrino de un cuáquero inglés, se interesó por las cuestiones morales y religiosas y sostuvo puntos de vista de moralista ante cualquier cuestión. Leskov fue criticado a la vez por conservadores e izquierdistas y no fue comprenddido en su tiempo. Uno de sus temas preferidos, el enfrentamiento entre los ideales y la realidad, le da su particular tono cervantino. Leskov renovó el idioma literario. Su obra supone un gran fresco de la vida rusa en la segunda mitad del siglo XIX y es considerado el más ruso de los escritores rusos.

viernes, 25 de mayo de 2018

RESEÑA (by MB) ::: EL TURISTA DESNUDO - Lawrence Osborne




Título original: The Naked Tourist 
Autor: Lawrence Osborne
Editorial: Gatopardo
Traducción: Magdalena Palmer 
Páginas: 320
Fecha de publicación: 3 abril 2017
Encuadernación: rústica con solapas
Precio: 20,95 euros 
Imagen de cubierta: Río Menya, Papúa Nueva Guinea




El escritor Lawrence Osborne, pese a saber que por muy lejos que uno vaya siempre habrá un tour operator esperándolo, busca un lugar alejado de la civilización en la isla de Papúa Nueva Guinea. Y decide emprender un viaje distinto a cualquier otro: empezando por uno de los destinos más contaminados de la Tierra, como el Dubái que los jeques están transformando en un inmenso parque temático, las islas Andamán, semiderruidas por el tsunami y en proceso de reconstrucción como las nuevas Maldivas, Tailandia, vista como una enorme ciudad de la salud y del fitness, para concluir en una inmensa isla entre cielos verdes, ríos enrojecidos y volcanes en erupción, donde Osborne se encontrará desnudo y feliz en medio de una orgía tribal, no sin antes haber sabido transmitir al lector su irresistible manía de viajar a todas partes, en un mundo que estamos transformando en una terrible caricatura de nuestras propias fantasías. Lawrence Osborne disecciona las ciudades con la precisión de un cirujano y nos muestra sus tripas como nadie ha sido capaz de hacerlo hasta ahora.





Lawrence Osborne es el turista que ha visto, olido y escuchado todo en todas partes y lugares posibles. El mundo, en toda su grandeza, magnitud y esplendor, se le ha quedado pequeño. Para él, todo está trillado, usado y manipulado. Entiendo que, para un escritor de libros de viajes que ha visitado 204 países distintos y pernoctado en 1.034 habitaciones de hotel, su sentimiento no puede ser otro que el resumido en una frase al principio de su libro:
El deseo sigue ahí, pero el objeto del deseo ha dejado de existir.
El turista desnudo no puede considerarse una novela ni una guía de viajes al uso. Más bien al contrario: es un ensayo a través del cual Lawrence Osborne va rellenando esa cáscara vacía en la que se ha convertido su vida al errar por tantos países diseminados en los diferentes continentes. Todo ello lo pincela con ese sarcástico humor inglés donde chocan las ganas de lo nuevo con la comodidad cotidiana, como esos almohadones que se supone que siempre hay a disposición del turista para hacerlo sentir como en casa sin estar en ella.  

Aun así, al mismo tiempo quiere descubrir algo nuevo, nunca  visto ni imaginado. En fin, toda una serie de paradojas muy bien instruidas y construidas con los argumentos que nos da la historia del turismo. En este caso, el autor hila esos argumentos con su propia experiencia, justificando unas veces (y otras no tanto) el modo en que los ingleses, con su Gran Tour, al tiempo que expandían los limites de su Imperio se replicaban en cada sitio o lugar, barriendo todas las idiosincrasias de los que allí vivían. 

Parece un poco raro que aquellos que llevaban sus comodidades a todos los rincones de su Imperio, ignorando las culturas originales y primigenias, luego se extrañen por tener la sensación de que todos los lugares son iguales. Al fin y al cabo no dejan de ser los mismos hoteles con los mismos servicios en todos los sitios y ambientes... Y así, con este hastío, nos encontramos a Lawrence Osborne al comienzo de este libro.

Él quiere volver a sentir el placer del viajero, sus descubrimientos e incomodidades... adaptarse a los pueblos y a sus territorios, y no lo contrario (que las diferentes gentes se tengan que adaptar al turista, vacío y uniformado). Quiere sentir el placer de lo nuevo, ver el mundo con otros ojos y salir de la zona de confort de los Tour Operators, los nuevos "consulados", que llevan de la mano a sus turistas y sus clientes a cualquier parte del mundo que demanden. Ellos harán todo por ti, todo lo que tu dinero pueda comprar.

En medio de lo que parece una crisis existencial, Lawrence Osborne planifica uno de esos Grand Tour que duran más de seis meses, durante el que recorrerá diferentes países en distintos continentes. La ruta asiática le hará viajar por Dubái, Calcuta, las islas Andamán, Bangkok, Bali y Papúa Nueva Guinea, y acompañaremos al autor en todas esas experiencias que el turista promedio puede encontrar si visita esos lugares y recorre los mismos sitios.

Así, pasaremos del lujo por el lujo de la ciudad de Dubái a las reminiscencias coloniales de Calcuta, para seguir con una pequeña introducción a las culturas primigenias de las islas Andamán. Luego un alto en el camino y una puesta a punto a todos los niveles (sexual, espiritual y de salud), pasando por lo más escatológico posible que puede sentir un ser humano... todo ello en aras de la salud más económica y accesible.

El final de su viaje llegará cuando pase por Bali para llegar a Papúa Nueva Guinea, su destino final y por el que ha recorrido miles de kilómetros. En Papúa Nueva Guinea es donde se desnuda literal y metafóricamente, dándolo y sufriéndolo todo para llegar a la catarsis necesaria, esa que le hará recuperar su pasión por viajar y la ilusión de vivir en este mundo tan cambiante y desconocido (aunque leyéndolo, parece todo lo contrario).

A modo de equipaje le acompañan dos viajeros (que no turistas): los antropólogos Margaret Mead y Lévi-Strauss. El autor recorre los mismos sitios y lugares que ellos recorrieron anteriormente, pero con una variable que Lawrence Osborne no ha tenido en cuenta: los tiempos son otros, y los ojos también son distintos y, por tanto, las percepciones nunca pueden ser las mismas para ningún ser humano.

En definitiva, si la lectura me ha calado es gracias al ansia del autor por descubrirse y reconocerse, porque se ha asemejado a mi ansia lectora por recorrer todas las páginas de su libro y así impulsar mi curiosidad y mi saber, al cual doy gracias. 
El turista desnudo es toda una revelación, donde los distintos caleidoscopios de los pueblos se centrifugan para converger al final y definirse de acuerdo a las  necesidades de los Tour Operators... y Lawrence Osborne nos lo cuenta tal y como él lo percibe.


Lawrence Osborne nació en Inglaterra. Estudió lenguas modernas en Cambridge y Harvard. Vivió en París diez años, ciudad donde escribió su primera novela, Ania Malina (1986), así como el libro de viajes Paris Dreambook (1990). Posteriormente llevó una vida nómada; vivió en Nueva York, México, Estambul y Bangkok, ciudad esta última donde reside en la actualidad.

Es autor de la colección de ensayos The Poisoned Embrace (1993) y del libro de memorias Bangkok Days (2009).


En 2012 publicó su novela The Forgiven, considerado uno de los mejores libros del año por The Economist, Library Journal y The Guardian. En 2013 apareció el libro sobre la bebida, The Wet and the Dry. Un año más tarde publicó su novela The Ballad of a Small Player, y Hunters in the Dark en 2016.

Lawrence Osborne colabora habitualmente en el New York Times Magazine. Escribe también para la edición internacional de Newsweek.

jueves, 24 de mayo de 2018

Política de protección de datos

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miércoles, 23 de mayo de 2018

RESEÑA (by MH) ::: LOS CRÍMENES DE CATER STREET - Anne Perry




Título original: The Cater Street Hangman 
Autora: Anne Perry 
Editorial: Plaza & Janés  
Traducción: Gloria Méndez 
Páginas: 328 
Fecha publicación: 1979
Fecha esta edición (4ª): abril 1997
Encuadernación: bolsillo
Precio: descatalogado
Diseño de cubierta: Judith Commeleran 
Fotografía de cubierta: Mary Evans Picture Library

Con Los crímenes de Cater Street Anne Perry inicia la serie de novelas que tienen por protagonista al inspector Thomas Pitt, un discreto policía londinense destinado a desentrañar, en plena época victoriana, los horrendos crímenes perpetrados por una sociedad reprimida e hipócrita.

En esta ocasión un barrio de clase acomodada se ve sacudido por un sanguinario asesino. Las víctimas son siempre mujeres jóvenes que aparecen brutalmente estranguladas. En su investigación, Pitt encuentra el apoyo de Charlotte Ellison, una encantadora muchacha disconforme con las rígidas actitudes de su clase social.

Creo que 2018 va a ser mi año de las relecturas, porque aquí vengo con otra, y en este caso tiene un por qué. Me he propuesto varios retos atemporales que puede que me lleven la vida entera, pero como el optimismo es gratis, allá que voy. De momento me he planteado tres, y como una es muy profesional, me he hecho hasta banners y todo. Los he juntado todos en este enlace, e iré añadiendo seguramente algún reto más. El caso es que uno de ellos es empezar a releer desde el principio la serie del inspector Pitt, de la autora Anne Perry. ¿Por qué? Pues porque los he leído sueltos, dejé de leerlos en algún momento, esta mujer no se jubila y sigue publicando, los nuevos no los compro porque me faltan algunos entre medias por leer... Y yo adoro a Pitt. Mucho. Así que he decidido coger el toro por los cuernos y empezar otra vez por el principio. Tengo 31 libros por delante (si pensáis que me falta un viaje, acertaréis. Si pensáis que me faltan dos, ni os cuento xD).

Estamos en 1881, y la vida en casa de los Ellison transcurre con la normalidad de una familia de clase media-alta. El matrimonio Ellison tiene tres hijas: Sarah, la mayor, casada con el atractivo Dominic Corde, Emily y Charlotte. Todos ellos viven en el hogar familiar, y nada más comenzar el libro vemos que el asesinato de la joven Chloe Abernathy, vecina del barrio donde viven, es la comidilla a la hora del té. Pero la vida sigue, los asesinatos se suceden, y cuando resulta evidente que hay un asesino en serie suelto por sus calles y la muerte cae sobre la propia casa de los Ellison, es cuando la familia ve cómo su vida se ve invadida por la policía, la desconfianza y los recelos... sin duda el asesino es alguien conocido por las fallecidas, tiene que ser alguien del vecindario, ¿pero quién?

La historia se toma su tiempo en arrancar, pero no porque se haga lenta, sino porque se nota que Perry tenía muy claro que esta serie iba para largo y hace un desglose detallado a lo largo de las páginas del mundo que rodea a la familia Ellison. No solo nos presenta a todos sus miembros, sino su modo de vida, sus costumbres, sus relaciones, sus rutinas... Y digamos que tienen que morir unas cuantas jovencitas hasta que por fin, ¡por fin!, el inspector Pitt hace acto de presencia y da comienzo a la larguísima serie que lleva su nombre.

Sin duda son varias las cosas a destacar de la novela. Por un lado, el retrato del Londres victoriano que se aleja de las fachadas impolutas de sus calles y sus habitantes. Perry se caracteriza en su obra precisamente por escarbar en lo que se esconde detrás de las buenas apariencias y las buenas maneras, sobre todo en una clase social elevada en la que todos parecen que nunca han roto un plato pero donde, quien más y quien menos, tiene muchos secretos que esconder. Por otro lado, y aunque es una novela coral en cuanto a personajes y todos tienen sus escenas y subtramas, la protagonista indiscutible es Charlotte. Mientras que sus hermanas cumplen con el papel de la época (bien casadas y acomodadas, o en busca de un buen pretendiente que mantenga o eleve su estatus social), Charlotte es independiente, inconformista, inquieta, lectora voraz, interesada por lo que ocurre más allá de la puerta de su casa, preocupada por aquellos que no han tenido tanta suerte como ella, que siempre dice lo que piensa, respondona y con mucho carácter que no siempre sabe controlar... Todas estas cualidades son las que llaman de inmediato la atención del inspector Thomas Pitt cuando llega a la casa.

¿Y qué os puedo decir de Pitt, este inspector no demasiado agraciado, despeinado y desaliñado, con inteligentes ojos azules, hermosa voz y dicción perfecta "a pesar de ser solo un policía"? Pitt tiene un sentido del humor peculiar y no se achanta ante las continuas muestras de desprecio hacia él (un policía era como un comerciante, un simple obrero de clase inferior. Solo los pobres llamaban a la policía). No sabe comportarse en sociedad (ni quiere, diría yo), es descarado con Charlotte, la repasa de arriba a abajo con la mirada sin cortarse un pelo, le habla de lo que hay más allá de su barrio refinado, de la verdadera pobreza, del crimen, la delincuencia, la mendicidad infantil, la prostitución... le abre los ojos a una Charlotte que vive en los mundos de Yupi y para la que un asesino debe ser barriobajero y pobre, jamás alguien respetable. Tiene muy buenas intenciones pero es muy ingenua en cuanto a lo que muchas almas esconden tras un rostro elegante. Y que Pitt le cuente la verdad, le hable de tú a tú y confíe en ella al tiempo que se muestra impertinente y se la come con los ojos... bueno, os podéis imaginar :)

No cabe duda de que el plato fuerte de la novela es el desarrollo de la relación entre la señorita Ellison y el sagaz inspector Pitt, pero más allá de esto, evidentemente estamos ante una novela de intriga policíaca, solo que un tanto atípica y mucho más calmada que cualquier novela que se rija por los cánones actuales, así que el futuro lector debe estar sobre aviso: el retrato social de la época y la clase social media-alta, la relación entre Pitt y Charlotte y la investigación se reparten a partes iguales el protagonismo de la historia. Eso sí, nadie debe perder de vista que Pitt es un excelente policía. Muy intencionadamente comienza a repartir sospechas entre todos los hombres de la casa, y aunque el método policial en aquella época tenía muchas limitaciones y se tarda toda la novela en sacar algo en claro con respecto al culpable, es como un sabueso que no deja de olisquear su presa sin importar si molesta o no.

¿Conocéis esa sensación de que un libro sabes que te encanta, que guardas un recuerdo fantástico de su lectura, pero no recuerdas los detalles exactos ni las razones concretas de por qué? Pues eso me ha pasado con Los crímenes de Cater Street. Y volver a leer esas mismas cosas que me encantaron, y descubrir además que me siguen gustando ahora igual o más, ha sido un gustazo. He redescubierto una ironía latente durante toda la novela que no recordaba del todo, y Thomas Pitt me sigue pareciendo un personaje inolvidable dentro de la literatura de detectives... iba a decir clásica, pero no es realmente el caso. Aunque este libro tiene ya sus años (1979), es en la forma en lo que parece un clásico. Perry sigue las normas de la literatura policíaca de muchas décadas atrás: abres el libro y huele a clásico del género, a novela que te arrastra por el Londres victoriano, a la niebla en la que se esconden depredadores, a la labor policial que solo puede avanzar a base de preguntar, preguntar, preguntar porque no había más medios, al romance que tarda todo un libro en ebullir y hierve a fuego lento a base de miradas, palabras no dichas y conversaciones inteligentes... 

Sé lo que me vais a decir, lo sé: que al formar parte de una serie no os apetece, que ni de broma os vais a poner a leer esto con 31 libros por delante con todo lo que tenemos pendiente por leer, que vaya pereza... ains, lo sé. Pero si algún alma aventurera (y locática como yo) se atreve, creo que disfrutará de la novela en particular y de la serie en general. De hecho seguramente habéis leído libros sueltos de este detective porque se siguen publicando, y el último se editó en España este pasado mes de marzo (Traición en Lancaster Gate), pero es que yo estoy empeñada en volver a leerlos todos desde el principio y recordar su evolución. Tengo muchas ganas de llegar a los libros que no he leído, pero siguiendo el orden. Se lo debo a Pitt, uno de mis crushes literarios desde que era una cría... y yo soy muy fiel a mis crushes literarios.

Por cierto, supongo que todo el mundo sabe quién es realmente la autora, Anne Perry, pero por si alguien anda despistado, su nombre real es Juliet Hulme, y protagonizó durante su adolescencia en Nueva Zelanda un truculento crimen real que fue llevado al cine por Peter Jackson en la película Criaturas celestiales (le dio vida la actriz Kate Winslet). Juliet se reinventó en Inglaterra, se sacó de la manga a Anne Perry... y ahí la tenéis, culpable de asesinato (sip) y muchimillonaria gracias a sus libros (estupendos para quien le guste el género, que una cosa no quita la otra). Anne Perry es en sí misma un personaje de novela.

Incomprensiblemente no hay una serie de televisión que adapte esta serie de libros, aunque en 1998 se hizo una intentona adaptando este primero que os traigo hoy. Si no se ha leído la novela y no se conoce la historia está bien, es un period drama muy aceptable. Si se ha leído el libro, meten unos cambios a todos los personajes que a mí, particularmente, no me gustan nada (Pitt a la cabeza). No os la reseño porque hoy por hoy está complicada de encontrar para verla (si alguien la quiere que silbe, por cierto), pero bueno, para quien le gusten los period dramas y no le importe verlos en versión original con subtítulos, estas adaptaciones siempre resultan interesantes :)

Termino, y me despido confiando en lo buenas personas que sois y en que me perdonéis por el tocho. Os dejo con el tráiler (o algo así) de la peli que os comento arriba.







Anne Perry nació en Blackheath, Inglaterra, en 1938. Su escolarización fue interrumpida en varias ocasiones por los frecuentes cambios de domicilio y sucesivas enfermedades, que la llevaron a dedicarse apasionadamente a la lectura. Su padre trabajó como astrónomo, matemático y físico nuclear. Él fue quien la animó a dedicarse a la escritura. Tardó veinte años en publicar su primer libro. Durante todo ese tiempo realizó diferentes trabajos para ganarse la vida y dedicarse a lo que realmente era su pasión: escribir. Su primera novela sobre la serie del inspector Pitt, editada en 1979, fue Los crímenes de Cater Street. Anne Perry se ha consagrado como consumada especialista en la recreación de los claroscuros, contrastes y ambigüedades de la sociedad victoriana. Su serie de novelas protagonizadas por el inspector Pitt y Charlotte, su perspicaz esposa, es seguida por millones de lectores en todo el mundo.